MUNDOS ANDINOS PRIMERA PARTE / CIP - NAyA

Publicación del Centro de Investigaciones Precolombinas (CIP) y Noticias de Antropología y Arqueología (NAyA)

Desencuentro de los lenguajes

Un día sombrío de Lima, me crucé en el aeropuerto con Lourdes Flores. Alarmada y sonriente, me dijo con esa simpatía tan propia de ella: ¿qué está pasando en tu tierra? Y me mostró las páginas de El Comercio donde mostraban inmensos espejos de agua, casas flotando y falsas que a la deriva se llevaba la corriente del río. Miré asombrado y no pude evitar poner en duda noticia tan sensacionalista de los periódicos nacionales. Llegué a Iquitos, vi en el caer de la tarde por la ventanilla del avión que aterrizaba paralelo al Amazonas. Llegué al terminal, tomé mi equipaje; nada  especial. Seguí a mi casa, por entonces en el barrio de Belén lleno de todo el colorido del mundo. Pregunté cómo había sido la creciente. Normal, me dijeron. Indagué, investigué, exploré. Y me convencí de que la raíz de la alarma era una sola palabra: inundación versus creciente, mensaje que había salido de Iquitos de un corresponsal del decano de la prensa nacional.

Consternación, alarma nacional y aprovechamiento de “la coyuntura”. A los pocos días, nos cayó algo peor: una riada de Ministros  del régimen pasado, que venían en son de convencer a la gente pobre de la magnanimidad del gobierno. Seguía yo buscando y buscando la inundación que apenas alcanzaba unos pocos centímetros más arriba de la creciente normal. ¿Qué había sucedido? Asunto de lenguajes: lo que al otro lado de la cordillera se entendía como inundación, a éste se le llamaba creciente, que constituye uno de los ciclos estacionales de la región de los llanos, por embalse del Nanay y el Itaya por la crecida o vaciante del parsimonioso monarca de los ríos.

Cosa curiosa: las mismas imágenes que en la televisión que otros tiempos habían servido para estimular el turismo, ahora provocaban una sensación de horror con el Barrio de Belén bajo las aguas.

Era por entonces pleno mes de mayo. En una serie de canoas hacíamos una concurrida procesión a la Virgen de Fátima. Estábamos alegres, bajo la lluvia, sin entender lo que decían y pensaban en mundos extraños. No cabe duda que el primer desencuentro está en los lenguajes.

¿Quién que no lo viva puede entender la fuerza de la vida en la selva?.

(Extraído de: Kanatari, Año XVIII, 16 de diciembre de 2001, Nº 900, Iquitos, Perú)

 

Permiso expedido por el P. Joaquín García Sandy (OSA), Director del Centro de Estudios Teológicos de la Amazonia (CETA). Iquitos, Perú.


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