INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CANTÓN TAPALQUÉ VIEJO: PROBLEMAS DE INTERPRETACIÓN SOBRE UN CONJUNTO OSEO ARTICULADO

Lic. Mugueta, Miguel A. (*) 

Bayala, Pablo (*)

(*) PIAT, Programa de Investigaciones Antropológicas de Tapalqué. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales y Municipalidad de Tapalqué. Argentina

RESUMEN

  Las recientes excavaciones en Cantón Tapalqué Viejo (actual partido de Tapalqué, provincia de Buenos Aires, Argentina) proponen, entre otros, el estudio de actividades relacionadas con la dieta, el consumo y el descarte, desarrolladas por los pobladores asentados en torno a dicha fortificación, fundada en 1831, la que formó parte de la denominada Línea de Fuertes y Fortines la Frontera Sur de la provincia de Buenos Aires hacia mediados del siglo XIX.

 La presencia de conjuntos óseos articulados y sin quemar de Bos taurus, perteneciente al tipo oxen o ganado "ñato", en uno de los sectores del interior del cantón (contexto arqueológico considerado como área de basural) nos orienta a formular inicialmente las siguientes hipótesis:

·        El ganado ñato u oxen fue uno de los recursos principales en la dieta de esta población de frontera.

·        Diferentes enfermedades zoonosis afectaron a los ganados presentes en el CTV.

·        La ausencia de evidencias de actividad humana sobre el conjunto óseo (huellas de corte, efectos de quema o marcas de consumo para alimentación) sugeriría el abandono provisional del lugar por parte de sus habitantes.

·        El conjunto óseo articulado no daría cuenta de procesos intrusivos o pertotáxicos que alterarían el registro arqueológico.

  Estas hipótesis todavía permanecen en el plano de las conjeturas, si bien hemos podido descartar o confirmar algunos de sus planteos. No obstante, nuestro interés es poner a consideración tanto el problema como las argumentaciones desarrolladas en el presente trabajo para construir en un futuro respuestas alternativas.

INTRODUCCIÓN

Localización y descripción del yacimiento.

 Este informe presenta los resultados de una de las etapas en las investigaciones desarrolladas por el PIAT (Programa de Investigaciones Antropológicas de Tapalqué), las que surgen del convenio entre la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA, Argentina), por intermedio de la Facultad de Ciencias Sociales, y la Municiaplidad de Tapalqué (Tapalqué, Buenos Aires, Argentina).

 La indagación se halla centrada en el yacimiento arqueológico que comprende al Cantón Tapalqué Viejo (CTV), fortificación militar fundada en 1831 por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, la que generó una población formada por militares, civiles e indígenas hasta momentos posteriores a la caída de aquél. Perteneció a la denominada Línea de Fuertes y Fortines de la Frontera Sur.

 El yacimiento está ubicado en el Partido de Tapalqué (Buenos Aires, Argentina), a 36º34'40'' de latitud Sur y 60º04'40.6'' de longitud Oeste, en la estancia "La María", a 17 km al sur de la ciudad de homónima. Se corresponde con la Sub-Región Pampa Húmeda, área de Depresión del Río Salado (Politis, 1988). El área total del yacimiento es de 25 hectáreas y se halla delimitada, en parte, por una rinconada del arroyo Tapalqué.

 La fortificación tiene una forma cuadrangular, de 60 x 60 mts., aproximadamente, y está rodeada por una zanja perimetral que se conecta con un sistema de canales o zanjas secundarias. La localización mencionada supuso, en las casi cuatro décadas de ocupación militar, una situación estratégica y defensiva. Los terrenos adyacentes al cantón fueron divididos por un sistema de canales, delimitando en parcelas o zonas que habrían funcionado, en aquella época, como predios para el cultivo intensivo y la cría de animales.

Los primeros planteos

 El sistema hidráulico fue abastecido por dos zanjas principales, las que nacen en el arroyo. Dicho abastecimiento habría operado a partir de la instalación de un mecanismo regulador de agua, consistente en un dique o represa en el curso del arroyo. El estudio del terreno y de las formas de canalización y recirculación de las aguas -por las zanjas principales y secundarias- propuso que en la zona de los predios se establecía una comunicación fluvial permanente, generando un microclima que aumentaba el grado de humedad por encima de lo normal para el lugar, el que favoreció el crecimiento de buenos pastos para las actividades agrícolas y ganaderas.

 Las excavaciones realizadas en el sitio desde 1996 y hasta el 2000 evidenciaron diferentes áreas de actividades: potreros o predios de cultivos, zanjas principales, áreas de diques o represas, sector de miradores, basurales primarios y basurales secundarios, sector de herrería y áreas de residencia dentro y fuera del cantón.

 La utilización de los espacios identificados como áreas de descarte y/o basureros, localizados en los contextos arqueológicos a partir de la heterogeneidad de su cultura material, se proponen como eje de análisis en este trabajo.

 En tal sentido, la recuperación de partes esqueletarias articuladas sin marcas de corte, correspondientes a Bos taurus y Equus caballus, en el sector caracterizado como basural secundario (Mugueta y Guerci 1997, 1998; Mugueta y Anglada, 1997; Mugueta y Bayala 1999a y 1999b), promueve un debate particular.

  En primer lugar, uno de los supuestos es que los restos se corresponden con estructuras óseas intrusivas: el animal murió en momentos posteriores a la ocupación del cantón y, por acción de procesos de enterramiento, se presenta asociado con el contexto arqueológico (Borrero, 1988). Para confirmarlo, se desarrolló una experimentación tafonómica.

  En segundo lugar, atinamos a pensar que el animal al que pertenecieron estos restos podría haber desarrollado una enfermedad zoonosis, tal como el carbunclo. En consecuencia, ante la situación de su muerte súbita en el interior del cantón, el vacuno hubo de ser trasladado hasta el basural más cercano para ser enterrado, en el intento de detener o minimizar el contagio; posteriormente a su depositación, el sector habría sido usado como basural permanente. Para comprobar esta hipótesis, se enviaron diferentes muestras óseas de los especímenes recuperados a laboratorios veterinarios especializados en estudios de zoonosis (Laboratorio Azul, a cargo del médico veterinario Dr. Ramón Noseda).

  Una tercer conjetura apunta a la posibilidad de que el animal hubiera sido descuartizado, no totalmente, fuera del cantón. Una de las partes del esqueleto faltante en el contexto arqueológico es el cráneo. Desde esta perspectiva, el resto pudo haber sido trasladado al interior de la fortificación para terminar con el despostamiento, el que se identificaría con una modalidad frecuente durante el siglo XIX, la que consistía en descartar el cráneo y las extremidades inferiores del vacuno, específicamente metatarsos, metacarpos y falanges (Cejas y Cereda, 1999).

 Por último, consideramos que la población debió deshabitar provisoriamente el área del CTV y que el animal sufrió una muerte natural en el interior del cantón, en un sector cercano al basural. Al regresar, los ocupantes de la fortificación lo habrían depositado definitivamente en ese basural secundario.

EN LA IDENTIFICACIÓN DE AREAS DE ACTIVIDADES

 Desde 1996 hemos llevado a cabo cuatro campañas de excavaciones arqueológicas intensivas. Paralelamente, se identificaron las formaciones estratigráficas para acceder a información relacionada con eventos eólicos y lacustres del área. El registro se completó con prospecciones en el lecho y en los perfiles del arroyo Tapalqué, tarea que realizada por nuestro equipo y por especialistas en arqueología subacuática.

  A partir de estos trabajos se reconocieron las posibles áreas de actividad:

·        Sector herrería (C12): localizado en el interior del cantón, próximo a la zanja perimetral Este. Se trata de contextos asociados a una importante densidad de metales, básicamente hierros, remaches, fajas, gran densidad de estructuras óseas quemadas, escoria de fundición y restos de herramientas.

·        Sectores de cultivo y/o huertas (C4-3 y Campo Norte): son áreas identificadas en el interior y exterior del cantón, a las que denominamos 'huertas' (cultivos de legumbres, frutales, cítricos, hortalizas y posiblemente maíz) y 'potreros' o sectores de actividad agrícola más intensivos (cereales). Con respecto al primer caso, ha sido relevante la recuperación de semillas (en contexto arqueológico) en sectores internos del CTV. Fueron analizadas por miembros de la cátedra de Botánica Agrícola II de la Facultad de Agronomía de la UNCPBA. Las muestras, correspondientes a diferentes cuadrículas y niveles, se identificaron como pertenecientes a Pronus persica (duraznero) y Citrus aurantinum (naranjo amargo). La presencia de estos vegetales en una zona que, para esa época histórica, no presentaba forestación, interrogan sobre su origen. En el segundo caso, los potreros localizados en las adyacencias del cantón son veintiuno y están rodeados por canales que habrían servido de riego (Mugueta y Guerci, 1997 a ; 1997 b).

·        Sector represa (SA 1): Existe un área que se asemeja a una plataforma, ubicada en el lecho del arroyo, por encima de su curso y por debajo del límite máximo de la barranca. Es una zona plana, cubierta en su mayoría con tosca y pasturas, la que, ante la creciente, queda cubierta por el agua. Uno de sus límites, el de río abajo, está marcado por la presencia de un poste, enterrado en el lecho y que parece coincidir con el mecanismo de la supuesta represa instalada en tiempos del cantón. De acuerdo con las apreciaciones de un ingeniero especializado en hidráulica, el islote podría haberse formado por el estancamiento de sedimentos fluviales ante la contención de un dique. Al respecto, hemos tomado en cuenta que el sitio arqueológico se halla ubicado en el Area Central-Norte, donde, por debajo de la formación Lujanense y del suelo actual (humus), aparecen sedimentos eólicos distribuidos esporádicamente y constituidos por limos areno-arcillosos o arenas limosas de color marrón claro, denominados Formación La Postrera. La suposición de existencia de un dique para alimentar los canales del terreno trató de ser sustentada, además, con los trabajos de Arqueología Subacuática. Entre los materiales recuperados aparecen argollas de metal y materiales similares a roldanas, tomados como elementos significativos por encontrarse al pie del poste mencionado.

·        Sectores de basurales (basural secundario S6 y basural primario S1): Como lo hemos mencionado en trabajos anteriores, entendemos como basural o área de descarte al espacio seleccionado y utilizado recurrentemente para descartar materiales, que se caracteriza por la heterogeneidad y alta densidad de los mismos y por las prácticas regulares de control de polución y/o contaminación. Los contextos arqueológicos nos permiten percibir dos tipos de basurales: primario o principal y secundario. Los basurales primarios se asumen como aquellos contextos producidos como resultado de la descongestión, la limpieza y la recepción del contenido de los basurales secundarios. De esta manera, la formación de basurales primarios requiere de la existencia previa de los secundarios; en consecuencia, aparecen notables diferencias entre los dos tipos de áreas de descarte con respecto a dimensiones, localización y proximidad con otras áreas de actividad. Mientras que los basurales secundarios muestran menores dimensiones y se hallan muy cercanos a  los contextos arqueológicos que representan otras actividades funcionales, los primarios estarían muy distantes de ellas; en el caso del CTV, el basural primario se encuentra a 120 m de el rancherío (Mugueta y Guerci, 97 y 98; Mugueta y Anglada, 97; Mugueta y Bayala 99 a y 99 b). Los basurales primarios se utilizan para descartar las partes del primer desposte del animal a consumir. El registro arqueológico del CTV en dichos basurales evidencia partes esqueletarias articuladas de metatarsos, metapodios, falanges, etc. El basural secundario del CTV se localiza en el interior del fortín y próximo a los posibles sectores de herrería, ranchos, depósitos y huertas.

·        Sectores áreas residenciales: identificadas en el interior y exterior del cantón. Las primeras se asociarían a los ranchos de barro, construidos con la técnica denominada “de chorizo” y con la de adobe (etapas tempranas) y con ladrillo cocido (etapas tardías). Para el segundo caso, las construcciones se evidencian en ladrillo cocido. Los materiales recuperados se condicen con la información obtenida en fuentes históricas de información primarias y secundarias.

EL GANADO ÑATO, PRINCIPAL RECURSO DEL CTV 

"...tiene con los otros toros la misma relación que el buldogo con los otros perros. Su frente es muy deprimida y muy ancha, la extremidad de las narices está levantada, el labio superior se recoge para atrás, la mandíbula inferior se avanza más que la superior y se encorva también de abajo para arriba de tal manera que los dientes quedan siempre descubiertos. Los ojos se proyectan para adelante. Cuando andan lo hacen con la cabeza muy baja. El cuello es corto y las patas traseras son más largas que las delanteras, algo poco corriente. Sus dientes al descubierto, su corta cabeza y las ventanas de la nariz tan altas, le dan un aire batallador y cómico al mismo tiempo..."

Charles Darwin, 1833 (en referencia a sus observaciones sobre las vacas ñatas en la provincia de Buenos Aires)

  Es importante señalar que los especímenes de Bos taurus recuperados son, significativamente, de mayor tamaño que los de un ejemplar adulto actual de raza holando argentina. Habiendo realizando comparaciones con conjuntos óseos de material comparativo de colecciones del PIAT (ejemplar hembra de Polled Hereford que, en vida, supera los 500 kg.), se observó que las partes esqueletarias arqueológicas superan los estándares actuales en, aproximadamente, un 22,36 %. Estas observaciones nos llevaron a consultar a profesionales en el estudio del ganado denominado "criollo", quienes asumieron la posible presencia, en el CTV y hacia mediados del siglo XIX, del ganado vacuno cimarrón, también llamado oxen o "ñato" (Muñiz, 1916). En este sentido, los investigadores del CIGEBA, de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNLP, especializados en evolución y desarrollo del ganado pampeano, coincidieron con esas apreciaciones y se encuentran analizando materiales óseos de los basurales para confirmarlas. 

 Ante la evidencia de ganado cimarrón del tipo "ñato", es relevante consignar, sintéticamente, la información obtenida de bibliografía, de crónicas y de fuentes sobre el tema. Aparentemente, hasta el decenio de 1860 no fue posible la presencia de otras razas vacunas en los territorios de las sociedades de frontera. Hacia 1823 se importaron los primeros toros tarquinos y, más adelante, otras razas inglesas que reemplazarían a las "ñatas", ya en extinción por diversos factores: la sequía de 1830, la persecución constante de los perros cimarrones y los constantes incendios y matanzas autorizadas por el gobierno. El nombre de "ñata" lo acuña Darwin, quien habla de Ñata Oxen, tal vez porque ochsen en alemán significa 'ñata'. Su nombre científico es Bos taurus primogenitus.

 El ganado ñato no es una raza particular o especial , sino que se trata del resultado de una deformación genética de los Bos taurus, la que se ha localizado además en otros taxones. El ganado ñato evidencia atrofia nasal, denominada prognatismo por la medicina veterinaria. Es una enfermedad hereditaria, consecuencia de la mutación en la información genética, que se produce en algunas especies, incluso en la humana. En todos los casos, la mandíbula inferior crece en forma normal, pero el maxilar superior no la acompaña en lo que se denomina "onda de crecimiento". El defecto es denominado dolicognatismo y se origina en las deficientes secreciones de hormona de la glándula hipófisis, la que regula el crecimiento. El sector de información genético "errado" dirige la deficiencia a la hipófisis, pero, aunque el animal crece normalmente no se desarrolla en las proporciones normales. Un hecho importante es que esta glándula, aunque tenga un error en su información, no siempre da lugar a la enfermedad: el sector de información errado puede ser "enmascarado" por su carácter recesivo; en este caso, la vaca, a pesar de tener la información para ser ñata, es normal. Sucede usualmente que el gen recesivo se acompañe de otro gen, de información dominante, el que hará que el ejemplar sea sano.

 Es probable que esta tendencia al prognatismo se haya originado en los primeros ganados, los que evolucionaron inicialmente en Africa y luego en Europa. Evidencia de ello parecen ser algunas pinturas rupestres europeas del paleolítico (cuevas de Altamira y Lascaux), donde se representan vacunos robustos y de grandes cuernos alargados. Algunas fuentes señalan descripciones similares al ganado ñato en otro continente, tal el caso de crónicas sobre Polonia y Rusia oriental hacia el año 1627 (Muñiz, 1916). También existen antecedentes en los llamados bovinos hamíticos, domesticados en Egipto hacia el 4000 AC y luego llevados a la península Ibérica por el norte de Africa. Se les reconoce haber intervenido en la conformación de ciertas variedades de razas andaluzas, portuguesas y de Castilla.

 A partir de estos datos sería sencillo suponer que el origen del ganado ñato americano es producto de las razas vacunas españolas. Sin, embargo el envío del ganado español a América tiene una escala que complica la comprensión de su origen. Las fuentes indican que las primeras expediciones colonizadoras desde España no portaban ganado vacuno y que éste fue cargado recién en las islas Canarias. Pero debemos considerar que los ganados de estas islas provenían de la isla portuguesa de Cabo Verde, donde coexistía ganado europeo pero también africano, proveniente de la isla Madeira, lo cual confunde aún más la individualización de las especies portadoras del ñatismo. Frente a esto surge una pregunta: ¿por qué realizar una escala en las islas Canarias?. Es posible asegurar es que, en principio, la expedición de Colón desembarcó ganado en La Española (Santo Domingo) y que Las Casas no menciona en su crónica cargamento de ganado vacuno al momento de partir la flota de España. Por Orden Real, el ganado vacuno que se llevaba desde las Canarias no debería ser adulto, lo que supone un 'enmascaramiento' del dolicognatismo, en tanto en los animales jóvenes es más difícil notar las deficiencias ya que el crecimiento aún no se ha completado. Es posible pensar, entonces, que los conquistadores no veían anormalidades en los animales que transportados a América. Los primeros vacunos desembarcaron en La Española, donde se multiplicaron y dispersaron, sin controles o planificaciones humanas. Cortés los incluyó en su expedición a México, en el 1519 (Mendoza, 1918).

 Aun cuando el ganado vacuno pudo criarse y reproducirse en forma salvaje y libre, las posibilidades de llegar a Sudamérica por sus propios medios es remota. La geografía entre el norte y el sur del continente presenta obstáculos difíciles no solamente para los animales sino también para los humanos. Los primeros conquistadores  que se aventuraron al sur, como Francisco Pizarro y Pedro de Vargas, prefirieron no incluir al ganado vacuno en sus expediciones, privilegiando la rapidez en sus avances y conquistas de territorio.

 Diferentes fuentes brindan información acerca de los primeros ganados en el Río de la Plata. Los datos más antiguos corresponden a Juan Nuñez del Prado. Procedente de Charcas (hoy Sucre) y con la misión de fundar poblaciones en la zona del noroeste argentino, arribó, en 1549, a la zona de Tucumán, llevando consigo ganado vacuno y ovino del Alto Perú, quizá de las haciendas de Ortiz de Zárate. Más tarde, en 1542, llegó Francisco de Aguirre desde Chile para asentarse en Santiago del Estero (Carrazzoni, 1997) con algunos vacunos. Otros datos, tal vez los de mayor certeza, mencionan animales vacunos, introducidos en Brasil en 1554 por Juan de Salazar y Espinosa (antiguo criado del Duque de Braganza), quien estaba a cargo de la hacienda española de Juan de Sanabria. Estos animales (siete vacas y un toro) quedaronn a cargo de los hermanos Goes, quienes los trasladaron en balsas por los ríos Paraná y Paraguay, desde el Brasil hasta Asunción, pasando por Entre Ríos y Corrientes. Los bovinos provenían de Sanlúcar, pero el barco había realizado una escala en las Islas Canarias.

 Otro conquistador, Juan Pérez de Zurita, fue enviado desde Chile 1557 para colonizar Santiago del Estero y como gobernador del Tucumán, circunstancia que también implicó el traslado de ganado vacuno. Cuando Garay fundó Santa Fe, arreó desde Asunción una importante cantidad de ganado bovino; más tarde, al repoblar Buenos Aires, trajo de Santa Fe y de Asunción alrededor de quinientas cabezas. Al poco tiempo, algunos de estos animales serían arreados hasta Entre Ríos (Carrazzoni, 1997). Años más tarde, Juan Torres de Vera y Aragón llevó, al fundar Corrientes, unos 1500 vacunos provenientes de Asunción. Posiblemente este ganado estaba emparentado con el de los hermanos Goes.

 Los primeros ganados se dispersaron por las zonas que se hoy corresponden con el centro y norte del país, especialmente por aquellas áreas donde existieron las pasturas tiernas y las fuentes de agua. Ocupó un espacio que habitaba ya otro animal europeo, el caballo. Ambos desarrollaron una clase cimarrona, siendo el recurso principal de las sociedades indígenas.

EL BASURAL SECUNDARIO Y UN CONJUNTO OSEO CONTROVERTIDO

  Durante la primer campaña en el CTV, en octubre de 1996, se realizaron prospecciones y sondeos fuera y dentro del perímetro del cantón. En este último caso, descubrimos un sector que se identificaría como área de descarte o basural, dada la gran concentración de material arqueológico heterogéneo. En el lugar se abrió una unidad de excavación (C6); por su potencialidad arqueológica decidimos ampliarla, durante los trabajos posteriores, en nueve cuadrículas de 1x1 m (C6a,C6b, C6c, C6d, C6e, C6f, C6g, C6h, C6i, C6j. Foto 2), espacio que luego se denominó Sector 6 (S6). La heterogeneidad de S6 se reconoce por la abundancia de materiales diversos: huesos, cáscaras de huevo de ñandú, clavos, remaches, botones de metal y de hueso, monedas, adornos de bronce, fragmentos de botellas de vidrio, lozas del tipo pearlware, whiteware y creamware (Schàvelzon, 1991 y 1995), fragmentos de metal, escoria, fragmentos de gres (botellas de ginebra y cerveza), material lítico (lascas, piedras chisperas para detonar fusiles de avancarga), una pipa de caolín, porciones de ladrillos, vidrios (limetas, botellas de vino del tipo "carlón") y dos coprolitos. Los materiales, por su diversidad y cantidad, aún se encuentran en etapas de análisis. Algunos resultados, preliminares o definitivos, ya han sido mencionados en otros trabajos. No obstante, en este en particular deseamos hacer énfasis en dos de aquellos: los coprolitos y los óseos.

 Los coprolitos pueden orientarnos acerca de la nutrición de quienes los produjeron. Según Wing y Brown (1979), la paleonutrición sintetiza un aspecto de la subsistencia, evaluando en términos de necesidades fisiológicas la alimentación representada en sitios arqueológicos en un momento dado del pasado. Los coprolitos recuperados en el CTV fueron estudiados por la Ingeniera Agrónoma Silvia Cid, de la Unidad Integrada Balcarce, Estación Experimental Agropecuaria INTA, Facultad de Ciencias Agrarias de la UNMdP (Argentina). En un análisis preliminar, se reconocieron algunos tejidos vegetales, no alcanzando a especificar para cada fragmento estudiado. Se corresponden con un xilema o tejido de conducción llamado esclerenquima, tejido de sostén que puede aparecer en frutos y semillas, y con aerenquima, tejido que se caracteriza por poseer grandes espacios intercelulares y que puede asociarse con ambientes húmedos. Otra de las identificaciones permitió el reconocimiento de epidermis de gramíneas (pastos), aunque sin llegar a individualizar especies vegetales, y el de estructuras de conducción, las que posiblemente se asocien con leguminosas (lentejas, habas, garbanzos, etc.) dada la presencia de cristales asociados a las nervaduras de los vegetales. Actualmente, las muestras se hallan en una segunda etapa de análisis para precisar tanto las especies como su época de desarrollo (invierno, verano, etc.).

 En concomitancia con lo anterior, se realizaron análisis de suelos para determinar el grado de acidez-alcalinidad (pH) que presentan las diferentes áreas de excavación. Apuntamos a evaluar, por un lado, las condiciones de conservación y preservación de los contextos faunísticos representados en el registro arqueológico, y, por otro, las condiciones del suelo para el cultivo y el pastoreo. Al indicar un pH promedio de 8, la estabilidad de los suelos se presenta como alcalina, lo que respondería a la óptima conservación de los materiales recuperados y a la posibilidad de desarrollo permanente de actividades agrícolas y de pastoreo mientras el cantón estuvo habitado.

  El material óseo no quemado fue analizado tomando como ejes: taxones y elementos esqueletales representados, marcas de corte, grado de meteorización y el NMI de dichas taxas. Con respecto a los dos primeros, las especies presentes en el CTV pertenecen a Bos taurus(alta representatividad), Equus caballus, Ovis aries, Sus escrofay aves aún sin identificar (con visibilidad menor).

 El registro óseo del basural S6 está conformado por fragmentos no quemados, quemados y calcinados, los dos últimos en su gran mayoría. De los primeros, sólo una pequeña proporción se encontraban completos, pudiéndose reconocer las siguientes partes articuladas:

·        dos conjuntos formados por la primera, segunda y tercer falanges de Equus caballus.

·        un conjunto (foto 2) que consta del extremo distal del metatarso y primera, segunda y tercer falanges de Bos taurus.

·        un conjunto (foto 1) de doce costillas (lateralidad izquierda de Bos taurus).

·        dos vértebras lumbares de Bos taurus.

LA POSIBILIDAD DE PROCESOS INTRUSIVOS O PERTOTAXICOS

  A partir del hallazgo de los restos faunísticos articulados en el basural secundario del CTV (S6), correspondientes a ganado "ñato", con evidencias de no haber sido sometidos al fuego, nos interrogamos si estos restos pudieron haber migrado verticalmente, como se ha producido en la región Patagónica (Borrero, 1988), interpretándose por migración vertical al enterramiento que se produce cuando los huesos depositados naturalmente en capas superiores al registro arqueológico llegan a tener contacto, en algún momento de la historia tafonómica del sitio, con restos arqueológicos.

  Sobre la base de esta pregunta, se realizaron observaciones tafonómicas periódicas, desde octubre de 1996, sobre el esqueleto de una vaca (Bos taurus ) que no superaba los tres meses de muerta, localizado en las inmediaciones del yacimiento arqueológico. Inicialmente el animal se presentaba poco desarticulado, conservando gran parte del tejido blando y del cuero. Durante tres años registramos detalladamente las transformaciones sufridas por la carcasa del animal, depositado naturalmente sobre la superficie del suelo. Asimismo, examinamos, con menor minuciosidad, otros esqueletos encontrados en las cercanías del sitio y huesos 'sueltos'. En cada inspección se mapeó el estado de la carcasa, se tomaron notas sobre el caso y se fotografió la situación de la cuadrícula.

 La experimentación tafonómica y la observación han demostrado ser relevantes para comprobar, en este caso, la mezcla entre huesos de diferente edad y de distinta procedencia. A través de los seguimientos detallados se ha podido observar cómo el esqueleto del vacuno fue sufriendo distintas transformaciones con el paso del tiempo, es decir, su historia tafonómica. De los efectos del proceso tafonómico se verificaron sólo dos: desarticulación y dispersión. Se supone que la primera se produjo, principalmente, por la acción de agentes de descomposición y por procesos químicos más que por la acción de animales carnívoros (zorros, peludos, mulitas, etc.) y por el pisoteo. A partir de estos primeros estudios asumimos que la migración vertical de partes esqueletarias articuladas, documentada por Borrero en Patagonia, no tiene lugar para el área pampeana del yacimiento CTV, ya que la carcasa del animal estudiado mostró una desarticulación casi completa al momento del comienzo del enterramiento de algunos de sus huesos. Teniendo en cuenta que los restos óseos que se hallaron enterrados fueron escasos (algunas costillas, escápula derecha y parte del coxal derecho), inferimos que, si se hubiera producido un enterramiento total de la carcasa, los elementos esqueletarios hubieran presentado entre sí una distancia mayor que la actual, lo que no hubiese permitido hallarlos articulados en un contexto subsuperficial.

LA POSIBILIDAD DEL CARBUNCLO: CONCEPTOS Y ANÁLISIS DE RESULTADOS

  Los conjuntos de Bos taurus son los que se corresponderían con el vacuno que ha concentrado nuestra atención. Un aspecto llamativo es que estas partes articuladas, como lo mencionamos, se encontraban sin quemar, mientras que los óseos circundantes a ellas (asociados contextualmente) estaban quemados y, en algunos casos, calcinados. Como se evidencia en los basurales primarios del CTV, en ciertos momentos de uso de los basurales se quemaban los residuos superficiales, quizá para control de la polución o de la efusión de microorganismos patógenos producto de la putrefacción. Las “capas” de material quemado son homogéneas, aún cuando incluyen otros residuos no óseos; el suelo también demuestra haber sufrido la acción de altas temperaturas. 

  La quemazón de huesos, por otra parte, respondió a una estrategia recurrente, tanto de la población del CTV como de otras, para la obtención de energía por combustión ante la ausencia de madera u otro recurso con similares propiedades en dichas épocas. En este sentido, se privilegiaban las partes esqueletarias de mayor rinde (fémur, tibia, peroné, tarso y metatarso). En el caso del CTV, hemos localizado unidades de combustión (fogones) en diferentes áreas de actividad (principalmente en la identificada como herrería).

  Los conjuntos articulados sin quemar en medio de otros restos esqueletarios quemados nos han llevado a interrogarnos sobre la no ocurrencia de las dos prácticas mencionadas anteriormente.    

  En lo que respecta al estudio de la meteorización de los mismos, hemos tenido en cuenta la escala de Bherensmeyer (1978) como criterio en la tafonomía de vertebrados para realizar inferencias sobre aspectos paleoecológicos observados en los huesos. Se pudo constatar que en el sector S6, el 70% se haya en un estadio 0, el 20% en un estadio 1 y el 10% en un estadio 2. Desde estas observaciones podemos afirmar que los huesos no estuvieron expuestos a cielo abierto durante el tiempo necesario para que se produjera una meteorización avanzada (grados 4 y 5). Por tanto, el conjunto de materiales asociados en contexto (tanto óseos como no óseos) fueron cubiertos por otros residuos que representan estratos o pisos posteriores de ocupación sin que se produjeran acciones antrópicas sobre aquellos.    

  Las marcas de corte se encuentran en un número reducido de estos conjuntos articulados (5%). Se presentan, en su mayoría, dispuestas paralelamente y, en algunos casos, superpuestas, con fondo plano. Aparecen en forma de U, pudiendo ser atribuidas a la acción de roedores (Haynes, 1983). En relación con lo expuesto en el párrafo anterior, esto apoya la idea de que el vacuno en cuestión pudo haber sido cubierto deliberadamente en un lapso breve desde su depositación, de tal modo que su enterramiento no permitió la meteorización ni la acción de otros animales carroñeros como zorros o perros. ¿Existiría la posibilidad de alguna zoonosis? 

  El carbunclo es una enfermedad infectocontagiosa del tipo de las zoonosis (trasmitida de los animales al hombre) que afecta a todos los vertebrados en general, pero especialmente a los bovinos, ovinos, porcinos y equinos, caracterizándola la septicemia (infección generalizada) y la muerte repentina, con salida de sangre por los orificios corporales. Representan hallazgos importantes la incapacidad de la sangre para coagular la esplenomegalia (inflamación del bazo) y la ausencia de rigidez cadavérica. El agente causante se denomina Bacillus anthrasis y fue aislado por Pasteur en 1865. La primera vacunación en nuestro país se realizó en 1887 en la estancia "Las cabezas" ubicada en la provincia de Entre Ríos. Esta determinación se debió a un importante brote de carbunclo que produjo la muerte de más de cinco mil animales, entre ovinos y bovinos, y fundamentalmente la de seis personas entre treinta y seis contagiadas.

 Para los intereses de nuestras conjeturas, a partir de suponer la presencia de esta zoonosis en el ganado "ñato" del CTV, señalaremos las diferentes formas de contagio que están relacionadas a las intensas actividades de comercio de cueros en la sociedad fortinera del siglo XIX. Una de las formas posibles de contagio, denominada por los especialistas carbunclo cutáneo, se produce cuando los encargados de "cuerear" los animales cargaban los cueros sobre sus espaldas, produciéndoles una enfermedad cutánea localizada, comúnmente conocida en el ámbito rural como "grano malo". Otra de las formas de contagio se denomina carbunclo pulmonar y se produce por inhalación de las esporas carbunclosas que se mantienen suspendidas en el aire durante los trabajos donde se manipulan los cueros de ovejas.

 Como lo hemos adelantado, consideramos la posibilidad de que los restos óseos del vacuno recuperado en el basural secundario (S6) perteneciesen a un animal enfermo de carbunclo. Si hubiese sucedido esta circunstancia, ante la presencia de una enfermedad los pobladores del cantón pudieron haber trasladado el animal hasta el basural más cercano para enterrarlo, intentando minimizar las posibilidades de contagio.

 Del conjunto recuperado, seleccionamos diáfisis o epífisis de los huesos largos, partes relevantes para el rastreo de esporas del bacilo del carbunclo. El canal medular de los restos fue analizado por el Dr. Ramón Noseda, Director del Laboratorio Azul y especialista en enfermedades zoonosis. El medio de cultivo utilizado para la localización de las esporas fue la siembra directa en agar sangre; luego, para eliminar la flora accesoria y seleccionar la flora bacteriana, se procedió a la inactivación de la flora aeróbica no esporulada en baño maría, a 60º C y durante treinta minutos; para asegurarla, se sometió al cultivo en metanol al 50 %, durante 30 minutos. Por último, se procedió a la inoculación de las muestras en ejemplares del roedor cavia aperea (variedad albinus) vía subcutánea.

 A partir de siembra directa en el agar sangre, se logró aislar los bacilos subtilis, cereus y megaterium, aunque ninguna muestra del Bacillus anthracis. Asimismo, la inoculación en los roedores demostró que los restos óseos del Bos taurus del basural secundario S6 no son portadores del carbunclo.

 La ausencia de carbunclo en estos primeros análisis no descarta la posibilidad de que los animales presentes en el basural secundario pudieran ser portadores de otras enfermedades tales como hemoglobinuria, clostidriales asintomático o bacteridiano (bacilos esporulados) o gangrena gaseosa, conocida en el ámbito rural como "mancha". Estas zoonosis resultan difíciles de detectar a partir de los restos óseos arqueológicos, ante lo cual no descartamos la hipótesis de estas enfermedades de caballos, cerdos, ovejas y vacas "ñatas" en el CTV.

LA POSIBILIDAD DEL ABANDONO PROVISORIO DEL CANTON

  El hallazgo de un mapa en el Archivo General de la Nación nos orienta a pensar que el CTV no fue permanentemente habitado desde 1831 y por treinta años, cuando sus pobladores fueron compelidos a desalojar el territorio por decreto del gobierno de la provincia de Buenos Aires. La fuente pictórica, autodenominada Carta topográfica, estadística, histórica y descriptiva del territorio administrado del Estado Argentino de Buenos Ayres, de 1858, consigna la siguiente nota, a la altura de un punto topográfico identificado como Tapalquen (que se corresponde con la localización del CTV):

"Los Fuertes de Tapalquen nuevo y de la laguna blanca fueron destruidos por los indios en las últimas invasiones y el pueblo de Tapalquen viejo fue abandonado completamente".

  Si bien bajo el encabezado de la Carta... se aclara que fue "construida según las Noticias, Memorias, Relaciones y Documentos Topográficos Estadísticos, Históricos y Militares sobre la materia Por el Ingeniero Dn. NICOLAS GRONDONA Oficial del Ejercito de S. M. el Rey de Cerdeña con licencia especial de su Gobierno en LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA ó REPUBLICA DEL PLATA" (textual), la referencia de los datos topográficos se condice casi exactamente con sus reales localizaciones, lo que nos permite inferir que las menciones a los acontecimientos pueden tener cierto grado de veracidad.

  Cabe mencionar como antecedente de abandono total por parte de sus fuerzas militares al Fuerte de Blancagrande (partido de Olavarría, Buenos Aires, Argentina), fundado en 1828, desalojado en 1829, vuelto a ocupar por el ejército en 1869 y nuevamente desafectado en su carácter de fortificación de línea de frontera en 1879. La posibilidad de abandonos momentáneos de estos establecimientos debido a causas relacionadas con combates, sequías y/o enfermedades fue recurrente durante los siglos XVIII y XIX, circunstancia que, entre otras cosas, pudo haber favorecido el ingreso de otros habitantes no militares y/o de animales, sin el control que pudo haber existido cuando los fortines eran ocupados legalmente por el ejército.

  Quizá en el momento de reocupación de las instalaciones del CTV, el vacuno muerto fue trasladado hasta el basural más cercano para ser enterrado; luego de ser depositado allí, el sector continuó utilizándose como basural secundario. Aunque todavía quedaría sin responder por qué sólo aparecen algunas partes esqueletarias y otras no.

AGRADECIMIENTOS

  Al médico veterinario Dr. Ramón Noseda, director del Laboratorio Azul (hijo de Josué P. Noseda, incansable colaborador de la arqueología pampeana) por los análisis del material óseo recuperado en los diferentes basureros. A la Ingeniera Silvia Cid por los análisis de coprolitos realizados en los laboratorios del INTA de Balcarce. Al médico veterinario Matías Vatovez por sus aportes en los temas de zoonosis. A los estudiantes de arqueología Adrián Antoniano, Mariela González, Javier Pérez, Ezequiel Demichelis, Guillermo Aramburu y Guillermo Piccione porque sin ellos no se hubieran podido analizar las toneladas de huesos del CTV. A la antropóloga social Marcela Guerci, codirectora en el PIAT, por sus correcciones y colaboración permanente en la investigación arqueológica. A el estudiante de antropología social Mario Rodríguez por el aporte constante de ideas. Al Dr. Ricardo T. Romera, intendente de la Municipalidad de Tapalqué, a los miembros de su gestión y a todos los pobladores de Tapalqué que sin el apoyo de ellos sería imposible desarrollar estos trabajos.  

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APÉNDICE

Cuadro 1. Análisis cuantitativo faunístico del basural secundario S6

Taxas

NMI

NISP

 

Vaca

4

123

 

Caballo

1

31

 

Oveja

1

24

 

Chancho

1

11

 

Ave

1

11

 

Indeterm.

   

1214

Total óseos analizados

   

1422

Cuadro 2. Análisis cuantitativo no faunístico del basurero secundario (S6)

Loza

Gres

Metal

Vidrio

Lítico

Ladrillo

Otros

12

16

16

21

8

24

6



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