1er Congreso Internacional "Pobres y Pobreza en la Sociedad Argentina"

Universidad Nacional de Quilmes - Argentina

Noviembre 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
https://www.equiponaya.com.ar/
info@equiponaya.com.ar

PROGRAMAS DE EMPLEO TRANSITORIO PERCEPCIONES DE BENEFICIARIOS DEL PROGRAMA TRABAJAR EN EL GRAN ROSARIO Y EL GRAN SANTA FE

Lic. Víctor Chebez Lic. Silvia Robin Lic. Alberto Ford Lic. Lucio Guberman

___________________________________________________________

INTRODUCCION

El presente informe tiene una primera parte que brinda un marco teórico general sobre las políticas de empleo y otra, empírica, que surge de la realización de entrevistas individuales y grupales a beneficiarios pasados y presentes (al mes de abril de 1997) del Programa Trabajar en el área del Gran Rosario y el Gran Santa Fe.

En dichas entrevistas se pidió a los beneficiarios su percepción sobre las características y objetivos del Programa (duración, población objeto, condiciones de admisibilidad, etc.), el nivel de capacitación adquirida y el futuro laboral.

De la información conseguida se puede afirmar, entre otras cosas, que: *existen importantes diferencias de percepciones entre los beneficiarios, de acuerdo a la zona de residencia; *la rotación de los beneficiarios muchas veces no se cumple (algunos de ellos vienen trabajando ininterrumpidamente desde los PIT); *la capacitación es, en varios casos, descapacitación: muchos adultos que vienen de empleos formales con cierta calificación y muchos jóvenes con educación secundaria, pasan a realizar tareas de zanjeo o similares, de baja calificación; *los beneficiarios adultos son, en su mayoría, escépticos respecto de su futuro laboral. Los jóvenes, en su mayoría, son más optimistas.

___________________________________________________________

MARCO TEORICO GENERAL

1- El marco de las políticas de empleo.

Hasta 1991, cuando se aprueba la Ley Nacional de Empleo (n§ 24013), Argentina carecía de un conjunto orgánico de políticas de empleo para enfrentar el nuevo y complicado escenario que en esa materia se presentaba en el mundo desde mediados de la década del ï70.

Nuestro país formaba parte del pequeño núcleo de países con débil crecimiento poblacional, a diferencia de la mayoría de los de América Latina, que significaba un stock manejable de nuevas incorporaciones al mundo del trabajo, y había desarrollado un sistema educativo cuyo grado de escolarización alcanzado era de los mayores de la región, permitiéndole evitar presiones tempranas sobre el mercado laboral.

Todo lo anterior se desarrolló dentro del marco del modelo económico de sustitución de importaciones y fortalecimiento del mercado interno. Este se sustentaba en el desarrollo de un acuerdo social y económico, cuyo garante era el sector gubernamental, que se basaba en otorgar alta protección de la competencia externa creando mercados cautivos para el sector empresario a cambio, entre otras cosas, de generar empleos estables, con salarios remunerativos, con gruesas penalidades -vía altas indemnizaciones- para la disolución unilateral de los contratos, y con un sistema de protección social de los trabajadores formales que si bien no alcanzaba las dimensiones del Estado de Bienestar europeo, era modelo en América Latina.

Este modelo alcanzó su punto de mayor expansión entre comienzos de la década del ï50 y el golpe militar de 1976.

En ese período se establecieron las normas de salario mínimo, vital y móvil, "enganchándose" al mismo las asignaciones familiares, se crearon nuevos subsidios para distintas contingencias familiares y recibieron un gran impulso las obras sociales, especialmente las de origen sindical.

La lenta pero inevitable crisis del modelo de sustitución de importaciones y del acuerdo social que le daba soporte abrió la puerta al comienzo de una modificación profunda del sistema de relaciones laborales y a la aparición de tensiones en el mercado de trabajo. La desocupación, con las características y en las condiciones que hoy la conocemos, tarda 20 años más en instalarse en la Argentina, pero cuando lo hace, a partir de fines de 1994, se convierte en un componente estructural del sistema y en la preocupación mayor de la población, desplazando a otras cuestiones, tal como demuestran los estudios de opinión pública.

2- Las políticas para enfrentar a la desocupación: de las políticas pasivas a las activas de empleo en el marco de la desocupación estructural.

Desde el inicio de los ï60 y por razones diametralmente opuestas a las vigentes una década después, por la crisis de los precios del petróleo y como resultado de procesos más profundos que tienen su origen dentro de la dinámica de las políticas económicas, en Suecia comenzaron a implementarse acciones destinadas a mejorar la calidad de la oferta de mano de obra, adaptándolas a las nuevas exigencias del mercado, denominando a estos intentos como "políticas activas del mercado de trabajo".

Posteriormente, ante la rápida caída del empleo y la destrucción de puestos de trabajo que caracterizó a la década del ï70, se desarrolla, en todo el mundo industrializado, una red de contención destinada a restituir rentas dejadas de percibir por parte de los trabajadores que han perdido su empleo. A esta política de restitución de rentas no percibidas por causas involuntarias, y a las prejubilaciones otorgadas a quienes se encontraban en situación de recibirlas se las denominó "políticas pasivas del mercado de trabajo".

El principal instrumento de la misma es el denominado "seguro de desempleo" abonado por un tiempo determinado a quienes perdían sus empleos, asegurando un porcentual importante, entre el 60 y el 100% de acuerdo al país, para cubrir el período de búsqueda de una nueva ocupación.

Ambos tipos de políticas conforman los instrumentos clásicos para atacar los problemas del empleo dentro de un marco que aporta como novedad la aparición e instalación de un nuevo fenómeno, indicador de la dimensión de la crisis desatada, que es hoy el flagelo más importante del fin del siglo de los países industrializados y de gran parte de los de reciente industrializacióni : la desocupación estructural. Este tipo de desocupación rompe con la lógica que fue la base del desarrollo de las políticas pasivas de empleo pensadas para modelos de desempleo keynesiano de corta duración. Las consecuencias han sido el incremento de los costos fiscales (más gente durante más tiempo bajo asistencia financiera) que ha convertido a los pagos por seguros de desempleo en la transferencia que más ha crecido, en términos relativos, durante los últimos 25 añosii . También las denominadas políticas activas se han visto afectadas por la desocupación estructural. La ausencia de empleo condicionó la efectividad de la reclasificación laboral, la creación de puestos de trabajo en forma directa por el Estado creó una nueva figura socioeconómica, el asistido social vitalicioiii , cliente permanente de los programas de ocupación temporarios, los incentivos directos a las actividades privadas (vía pago de partes de salarios u otras formas) sirvieron para paliar costos de mano de obra por un período determinado, pero no se convirtieron en puestos estables y de buena calidad.

Los montos destinados al conjunto de políticas de empleo por parte de los países industrializados muestran el grado de preocupación de los gobiernos ante esta situación.

A las políticas activas se asigna en el conjunto de países de la OCDE 0,8% del PBI, y en los cinco países que más invierten en las mismas, el 1,8%. Para las políticas pasivas el promedio del conjunto alcanza el 1,06%, mientras que en los cinco de mayor inversión el promedio alcanza el 3,01%iv . En la Argentina, con 2 millones de desocupados (17% de la PEA), los valores actuales son 0,14% en políticas activas y 0,13% en políticas pasivas, lejos, sin duda, del promedio de los países industrializados.3- Las políticas de generación directa de empleov Una de las políticas activas de empleo más utilizadas buscando rápido efecto sobre el mercado de trabajo es el apoyo a la generación directa de puestos de trabajo. Esto se realiza desde distintas perspectivas como las siguientes: a) apoyo a la creación de empleo desde la actividad privada; b) desarrollo de empleo temporario en proyectos de carácter gubernamental (nacional, provincial o municipal) o con participación de las ONGs.

Existen también políticas de incentivos indirectos a la creación de empleo por medio de la reducción de aportes patronales de carácter masivo o focalizado en áreas territoriales determinadas y por medio de la instalación de modalidades promovidas de contratación.

Este menú de instrumentos fue probado, con éxitos y fracasos, en un número extenso de países industrializados y de reciente industrialización. En la actualidad, dos países europeos (Gran Bretaña y Francia) que han tenido cambios de orientación ideológica de sus gobiernos, con un retorno a la implementación de políticas socialdemócratas de corte neokeynesiano, llevan adelante planes de empleo juvenil que combinan subvenciones al empleo privado junto al desarrollo de programas de empleo estatal especialmente orientados a trabajos comunitarios asociados a ONGsvi . En América Latina la experiencia más significativa de creación de empleos en contextos de alta desocupación se da en Chile durante el gobierno de la dictadura militar. Los PEM (Programas de Empleo Mínimo) desde 1975, y los POJH (Programas de Ocupación para Jefes de Hogares) desde 1982, fueron las herramientas utilizadas para enfrentar a una desocupación que llegaba, en plena recesión del ï82/ï83, al 25% y cubrieron a más del 10% de la fuerza de trabajo, sirviendo para paliar la crisis económica y como una forma de control del conflicto social, a pesar que los ingresos eran mínimos y el trabajo creado, precario y de corto plazovii . En Argentina la creación del Fondo Nacional de Empleo, contemplada en la Ley n§ 24.013, permitió generar los recursos para el pago del seguro de desempleo y el desarrollo de programas especiales de empleo. Los recursos provinieron del aporte del 1,5% sobre la masa salarial, que en términos concretos significó movilizar alrededor de $ 400 millones anuales en 1992, con un crecimiento que llevó a la estimación de $ 609 millones para 1996.

La mayor parte de los recursos se destinó al pago del seguro de desempleo que demandó $ 325 millones en 1993; $ 379 millones en 1994; $ 375 millones en 1995; $ 398,5 millones en 1996 y una estimación de $ 430 millones para el presente añoviii . Con el resto de los recursos se financiaron programas de empleo que demandaron $ 92 millones en 1993; $ 100 millones en 1994; $ 121 millones en 1995; $ 134 millones en 1996ix ; estimando superar los $ 200 millones en 1997. Los programas de empleo temporario comenzaron en 1993 con los Programas Intensivos de Trabajo (PIT), alcanzando casi 70 mil beneficiarios. Posteriores cambios y redefiniciones de programas permitieron incorporar mejoras técnicas tratando de evitar los cuestionamientos tradicionales de la implementación de programas de este estilo, sobre todo los relacionados a su ineficiencia, ausencia de implementación y a la formación de clientela política.

Hoy el programa eje es el denominado Trabajar, que tiene en la realización de obras públicas de interés comunitario su centro de acción. Para el desarrollo en 1997/98 contará con recursos provenientes del financiamiento internacional por un monto cercano a los $ 400 millones.

___________________________________________________________

EL PROGRAMA TRABAJAR

El Programa Trabajar nació en 1996 y continuó hasta el primer trimestre de 1997, momento en que fue reformulado y dio lugar al Trabajar II, actualmente vigente. El Trabajar está reglamentado por las resoluciones 576/95 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación y 03/95 de la Secretaría de Empleo y Formación Profesional del mismo ministerio, ambas del 10 de enero de 1996.

En lo fundamental, de acuerdo a las explicaciones brindadas por el ministro Caro Figueroax , el Programa apunta a emplear personas desocupadas, a través de entidades comunitarias sin fines de lucro, organismos descentralizados y organismos públicos nacionales, provinciales y municipales.

El Programa apoya proyectos que requieran mano de obra y contribuyan al desarrollo de la infraestructura social y económica de la comunidad, por ejemplo, en obras de construcción o remodelación de redes de transporte, puentes y energía, represas, canalizaciones de riego, etc. El período de ejecución de los proyectos no puede ser inferior a 3 meses ni superior a 6 meses.

Se busca focalizar la asistencia en aquellos trabajadores desempleados con mayores necesidades, por lo que los listados de beneficiarios deben incluir un porcentaje de trabajadores con carga de familia.

Los beneficiarios reciben una ayuda económica de 200 pesos mensuales y un seguro de responsabilidad civil por riesgo de trabajo.

Además, el programa ha sido focalizado en las provincias o municipios con mayores problemas ocupacionales y de pobreza.

En la resolución SEyFP 03/95 se dice: Art. 8§.- ...Se priorizarán los proyectos que, en su diseño, contemplen: control social en la ejecución (a partir de la participación conjunta de diversos organismos públicos y privados), cofinanciamiento de las actividades, mayor cantidad de beneficiarios por ayuda económica solicitada al Programa, ejecución en los Departamentos o Partidos más pobres, capacitación pertinente...

Art. 12.- Los beneficiarios de cada proyecto serán seleccionados entre aquellos trabajadores desocupados que no se encuentren percibiendo prestaciones del Seguro de Desempleo ni estén participando de ningún Programa de Empleo del MTySS, debiéndose al menos incluir un 50% de beneficiarios que sean único sostén familiar con, al menos, 2 personas a cargo dentro de su grupo familiar Art. 13.- A los efectos de la selección de los beneficiarios, los Organismos Responsables deberán utilizar algunos de los mecanismos que se mencionan a continuación: a) Las Agencias Públicas de Colocaciones.

B) Los Servicios Municipales de Empleo, en aquellas localidades que no cuenten aún con Agencias Públicas de Colocaciones. A tal efecto, los municipios deberán habilitar un registro de trabajadores desocupados de su localidad, y certificar la declaración jurada correspondiente a cada beneficiario.

Veremos a continuación qué percepción tenían los beneficiarios y los responsables de proyectos de la implementación del Programa Trabajar.

___________________________________________________________

PERCEPCIONES SOBRE EL PROGRAMA TRABAJAR xi

1- Percepciones de los beneficiarios Objetivos del Programa Los entrevistados coincidieron en que el Trabajar está orientado a los desocupados, a los que se les brinda una ayuda económica contra la prestación de un trabajo. En algunos casos se consideró que está destinado a terminar con la desocupación, y en otros sólo a paliarla. En Rosario, donde los entrevistados demostraron un nivel más alto de conocimiento y una visión más crítica de las características del programa, se describió al Trabajar como un programa asistencialista destinado a "evitar los saqueos"; además, se consideró a Rosario como una "frontera": "se implementan programas en Rosario y la gente del norte se viene para acá".

Conocimiento de la existencia del programa Los beneficiarios tomaron conocimiento de la existencia del programa a través de la municipalidad, por amigos y conocidos y por los medios de comunicación. En todos los casos, los medios de comunicación aparecieron en último término, lo que indicaría cierta focalización en la búsqueda de los desempleados.

Mecanismos de selección de los beneficiarios Luego de anotarse en la organización responsable, los beneficiarios no tienen en claro la forma en que fueron elegidos. Algunos opinan que la selección era por capacidades (sobre todo en los casos de gente que ya venía trabajando en otros programas), otros que era por acomodo ("eso pasa en todos lados"), y otros por suerte.

Ambiente de trabajo En todos los casos se destaca el compañerismo y la solidaridad en los grupos de trabajo. Se tiene una buena apreciación de los encargados o capataces y se descarta cualquier tipo de discriminación. En cuanto a los horarios, existe cierta flexibilidad en función del cumplimiento de objetivos, tratando de permitir al mismo tiempo la disponibilidad de horas para realizar otro tipo de trabajos por fuera del programa.

Capacitación En este punto los entrevistados coinciden en general en que se aprenden habilidades manuales ("manejo de la pala", tareas de albañilería, etc.); pero mientras algunos consideran positivo el sólo hecho de aprender "algo", otros observan que se los encasilla en la realización de tareas muy limitadas. Muy pocos habían pasado por un período de instrucción relativamente formal, mientras la mayoría iba aprendiendo sobre la marcha lo necesario para cumplir con sus obligaciones. En algunos beneficiarios de mediana edad (45 años) del Gran Rosario pudo observarse que lo aprendido era considerado "ir para atrás", en el sentido de que eran antiguos trabajadores formales de industrias que fueron cerradas o se racionalizaron y pasaron a trabajar en tareas manuales de baja calificación. Los jóvenes entrevistados, por su parte, tenían una percepción mucho más positiva de lo aprendido, lo que tenía que ver con que desarrollaban tareas de organización cultural, computación, desarrollo de huertas, en fin, tareas de mayor calificación. De todos modos, es relevante el hecho de que nadie considerara que un objetivo del programa fuera la capacitación, sino que lo veían como una consecuencia natural de estar haciendo algo.

Ayuda económica y beneficios sociales En todos los casos, la ayuda de $ 200 se considera mejor que nada, pero cuando se la compara con lo que se cobra en empresas privadas o en la planta municipal, parece poco. Se reclama un mejor pago o menor cantidad de horas de trabajo (en Rosario varios hicieron el cálculo de las horas trabajadas en relación al pago, lo que da $ 1 la hora; otros, de la misma ciudad, dijeron: "tendrían que bajarle a los diputados y los concejales para subir la ayuda"). En algunas comunas del norte provincial se abonan suplementos de $ 20 a $ 30, en otras se hacen adelantos y en algunos casos se entregan para las fiestas bolsas de comida.

Los entrevistados de Rosario y el Gran Rosario, no así los de la zona norte de la provincia, se quejan de la falta de obra social, seguro y jubilación. Nadie hace mención a la existencia de una cobertura médica por parte del organismo responsable (que es una obligación del programa): posiblemente no la hayan necesitado, pero igual existe un déficit de comunicación.

Conformidad con el Programa A nivel individual todos destacan la importancia de la ayuda económica para sobrellevar una mala situación y, en segundo término, el aprendizaje de algunas habilidades manuales; algunos hacen mención al conocimiento de nuevos amigos.

A nivel social, destacan que las obras encaradas son para beneficio comunitario: cloacas, escuelas, viviendas.

Esto da a los beneficiarios, según sus palabras, la sensación de que son útiles para la comunidad.

Críticas al Programa Los entrevistados de la zona sur coinciden en que se necesita una paga mayor por el trabajo realizado y, sobre todo, que se les debería realizar aportes jubilatorios y dar obra social. Algunos se consideraban beneficiarios de un trabajo en negro creado por el Estado, lo que les parecía una contradicción.

En la zona norte esas demandas no aparecieron con tanta intensidad, pero sí la idea de que el Trabajar "dura muy poco". También se hizo mención a actos de clientelismo liso y llano: "nos dijeron que si íbamos a un acto nos daban un contrato por seis meses".

2- Percepciones de los responsables de proyectos Por responsables de proyectos entendemos aquí principalmente a los funcionarios de las municipalidades y comunas encargados de la ejecución de proyectos del Programa Trabajar, aunque también aparecen quienes cumplen la misma función desde dentro de una ONG.

Como primera definición, se nota claramente una valoración más positiva y más despojada de críticas de parte de los responsables de la zona norte de la provincia.

En las ciudades y comunas favorecidas existe una situación crítica del empleo, lo que tiene que ver con la desaparición o la crisis de antiguos modos de subsistencia económica y las dificultades para desarrollar nuevas estrategias productivas (en Monte Vera el cierre del ramal ferroviario implicó la desaparición de muchos puestos de trabajo, que no pudieron ser absorbidos por la horticultura, la otra gran fuente de empleo de la zona; en Nelson la principal fuente de trabajo es el frigorífico, que atraviesa una crítica situación; en Sauce Viejo hace quince años cerró una planta de camiones y tractores de FIAT, y de diez años a esta parte no logró consolidarse un polo industrial creado bajo el mecanismo de la promoción; en la ciudad de Santa Fe, finalmente, coexisten altos niveles de empleo estatal con un crítico panorama de las pequeñas y medianas empresas industriales y comerciales, lo que es agravado por importantes migraciones internas de gente pobre proveniente del interior de la provincia y de provincias vecinas). En este contexto, el Trabajar es visto como un importante paliativo al desempleo, que al mismo tiempo permite la realización de obras públicas necesarias, que no podrían ser concretadas por los municipios y comunas por su cuenta. Las críticas existentes tienen que ver con el corto plazo de los puestos del Programa y con el monto, "escaso", de la ayuda económica.

En las ciudades del sur la percepción es más diferenciada y crítica. Toda la zona del Gran Rosario atraviesa desde hace años un proceso de desindustrialización -con el cierre de numerosas pequeñas y medianas empresas del sector metalmecánico e indumentaria, y con el cierre o racionalización de grandes empresas-, que se manifiesta con mucha intensidad en las ciudades del conurbano rosarino llevando los índices de desocupación en algunos casos por encima del 30 %. Adicionalmente, Rosario absorbe una gran inmigración interna del interior provincial y de otras provincias, que engrosan el gran cinturón de villas miseria de la ciudad.

En este cuadro, todos coinciden en el carácter provisorio del Trabajar y en su funcionalidad para evitar "estallidos sociales". En todas las ciudades, pero particularmente en el norte del cordón rosarino (San Lorenzo, Capitán Bermúdez y Puerto San Martín), se manifiestan fuertes quejas respecto de los requerimientos formales necesarios para conseguir la aprobación de un proyecto. Se considera que son excesivos en relación a los beneficios prometidos. En palabras de un funcionario: "El Programa es una limosna; se exige demasiada contraprestación por el monto de la ayuda; hay un abuso que la gente lo percibe y se resiste". Algunos responsables reclaman que la ayuda económica llegue sin una necesaria contraprestación de trabajo, lo que probablemente tenga más que ver con sus insuficiencias para definir proyectos aprobables que con las quejas de los beneficiarios.

Pero no todos perciben al Trabajar de la misma manera.

En San Lorenzo, Capitán Bermúdez y Pujato, por ejemplo, los responsables de los municipios critican el trato que reciben desde la Gerencia local del Programa y la absorción de puestos del Programa por parte de Villa Gobernador Gálvez, ciudad de 100 mil habitantes administrada por un intendente con directa llegada al Ministerio de Trabajo de la Nación ("(el intendente de Villa Gob. Gálvez) se lleva la mayoría de la plata y para el cordón no hay nada").

Desde este lugar, que tiene una sólida relación con la Gerencia por lo dicho antes, retrucan con las inmensas necesidades sociales de una población mayoritariamente pobre y sin perspectivas de empleo formal.

En la ciudad de Rosario, gran cantidad de proyectos del Programa son desarrollados por ONGs. Estas tienen una excelente relación con la Gerencia local, pero un desempeño diverso. Algunas realizan proyectos de evidente utilidad y progreso mientras otras parecen estar usufructuando la ayuda oficial para sostener núcleos de empleados a cambio de ninguna tarea, lo que evidencia fallas en los seguimientos de obra.

___________________________________________________________

CONCLUSIONES

De modo sintético podría decirse que, en base a la comparación entre los objetivos del Programa Trabajar -tal cual están establecidos por las resoluciones MTySS 576/95 y SEyFP 03/95- y las percepciones de los beneficiarios del Programa en el Gran Rosario y el Gran Santa Fe, el Programa Trabajar cumple a medias con su cometido.

Salvando las diferencias regionales que han sido marcadas con anterioridad, podría generalizarse que, para los beneficiariosxii : 1- La ayuda económica del Programa Trabajar es insuficiente e injusta. Insuficiente porque no alcanza para más que comprar comida. Injusta porque es menor a lo que se cobraría en el sector privado o público por realizar las mismas tareas.

2- El PT no tiene beneficios sociales, seguro de trabajo ni aportes para la jubilación. Para los beneficiarios, incluidos los jóvenes, esto es serio porque los deja indefensos frente a un accidente o frente al momento en que no trabajen más por la edad. En la zona sur, varios estuvieron de acuerdo en que el PT es una forma de trabajo en negro impulsada por el Estado.

3- La ayuda económica se percibe con atraso. En general los atrasos son de no más de cuatro días, pero los beneficiarios lo consideran graves por su situación económica. A muchos les implica fallar en los compromisos con sus fiadores.

4- El acceso al PT es a través de la Municipalidad.

Pocos de los presentes accedieron al PT a través de una organización no estatal.

5- El PT es mejor que no tener nada. Todos consideran que a pesar de las falencias, por el momento no se ve otra posibilidad. Están de acuerdo en que lo que les prometieron es lo que les dan.

6- Algo definitivo sería mejor que el PT. Aunque todos apuestan a la continuidad del PT (u otro programa similar) preferirían un empleo permanente. En su defecto, que los plazos del PT fueran mayores, por la incertidumbre que generan los contratos por tres meses.

7- En el PT se aprenden algunas cosas, en general habilidades manuales. Lo que se aprende, se aprende sobre la marcha, bajo la dirección de personal municipal. No hubo cursos de capacitación previa.

8- Se valora de manera distinta la proyección de lo aprendido para un futuro trabajo. Los adultos son más escépticos que los jóvenes en este punto: no creen que las habilidades manuales les puedan servir de mucho en el mercado. Los jóvenes, que en general realizan tareas más calificadas (computación, relaciones públicas, horticultura), son menos escépticos.

9- No se sabe cuáles son los criterios de selección. Algunos creen que es por habilidades, otros por amiguismo y otros por suerte.

10- Existen diferentes valoraciones respecto a quiénes deben ser beneficiarios. Algunos adultos creen que los padres de familia deben tener prioridad sobre los jóvenes. Estos consideran que ellos tienen sus propias e importantes necesidades.

11- Observaciones. Los entrevistados confían más en la continuación en el tiempo del PT que en conseguir un empleo formal o informal. Perciben al Municipio como el principal lugar de resolución de sus problemas (laborales, sociales, médicos, etc.) pero no como el responsable de la mala situación económica.

A pesar de lo limitado (en tiempo y dinero) de la ayuda, no se percibe desesperación. Pareciera existir un anestesiamiento de las expectativas, producto de la evidencia de los altos niveles de desempleo. Sin embargo, no parece que esta anestesia sea una resignación completa: los adultos hablan en todo momento de sus hijos y los jóvenes, de su futuro personal.

BIBLIOGRAFIA

Chebez, Víctor (1994) "El mercado laboral español entre el costo social del ajuste y la integración a la Europa de Maastricht" en CICLOS n§ 7.

Kahnert, Friedrich (1989) "Urban employment policies in developing countries: an assessment" en OCDE (1989) "Fighting urban unemployment", Development Centre Seminars, Paris.

Ruiz-Tagle, J. y Urmeneta, R. (1984) "Los trabajadores del programa de empleo mínimo" PISPAL-PET, Santiago de Chile.

Pollack, Molloy y Wurgaft, J. (1990) "Programas de generación de empleo y el objetivo ocupacional de los Fondos de Desarrollo Social" en Seminario Internacional sobre "Fondos de Desarrollo Social", Santiago de Chile (7 al 9-11-90).

PREALC (1988) "Empleos de emergencia", Santiago de Chile.

NOTAS

i Si bien la tasa de desocupación tiene valores muy diferentes según los países y en muchos, especialmente los de reciente industrialización, las cifras de empleo son aparentemente bajas, esto se debe a diversos factores: el subregistro, la existencia de un enorme sector de subempleo o economías con fuerte presencia de la economía no registrada. Por ejemplo, Brasil tiene una tasa que no llega al 6%, pero en el Gran San Pablo, donde la economía está más formalizada y el registro es mejor, la cifra para agosto de 1997 es del 15,9%, tal como informa el Jornal do Brasil (30-9-97).

ii El gasto mayor se concentra en pensiones y jubilaciones pero los gastos en el seguro de desempleo han crecido en todos los países de la OCDE, y constituye en promedio entre el 60 y el 80% del total de gastos en políticas de empleo.

iii Sobre la figura de los asistidos sociales vitalicios en programas de empleo con grandes dificultades de reinserción, ver Chebez (1994).

iv Los cálculos para los países de la OCDE se realizan sobre la información proveniente de Perspectivas de empleo 1996 y 1997. El conjunto de la información, tanto para la OCDE como para Argentina, fue aportado por Adriana Marshall en el seminario "El desafío del empleo a fines del siglo xx" organizado por el CEPED del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, el 29 y 30 de septiembre de 1997.

v Entre los distintos textos que abordan el tema se puede citar: Kahnert (1989, 83/96) en OCDE (1989), PREALC (1988) y Pollack y Wurgaft (1990).vi La referencia principal es al plan de empleo juvenil francés que tiene como objetivo crear 350.000 puestos de trabajo por 5 años de duración a un costo promedio de u$s 16 mil anuales cada uno, y a las reformas del gobierno laborista de Blair para la ocupación de jóvenes desempleados.

vii Sobre la experiencia chilena ver Ruiz-Tagle y Urmeneta (1984) "Los trabajadores del Programa del Empleo Mínimo" Pispal PET Santiago.

viii Los datos de MTySS (1997, 57), Informe de Coyuntura Laboral, septiembre de 1997.ix Los datos de MTySS (1996, 94), Boletín de Estadísticas Laborales, 2§ semestre de 1995.x Armando Caro Figueroa, "Las políticas públicas.

Empleo y reforma laboral", en Encrucijadas, Revista de la UBA, año 2 n§ 4, mayo de 1996.xi Las entrevistas fueron realizadas los días 8, 11 y 14 de abril de 1997 a beneficiarios y responsables de proyectos del Programa de San Lorenzo, Capitán Bermúdez, Puerto San Martín, Roldán, Pujato, Villa Constitución, Villa Gobernador Gálvez y Rosario -en la zona sur de la provincia de Santa Fe-, y de Monte Vera, Nelson, Sauce Viejo y Santa Fe -en la zona norte de la provincia-. En la exposición, el uso de comillas indica citas textuales (tomadas de notas y grabaciones) de los entrevistados.

xii Las siguientes percepciones han sido ordenadas de acuerdo a su repitencia.

Buscar en esta seccion :