V Congreso de Antropologia Social

La Plata - Argentina

Julio-Agosto 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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"DE LA ZAFRA A LA TIERRA KOLLA.
Acerca de la construcción social de la Identidad en los valles intermontanos de la cordillera oriental (San Isidro- Salta)."

Luis Daniel Hocsman *

Se ha señalado que los sectores dominantes definieron como rol principal de las llamadas economías domesticas el ser productoras de mano de obra, en relación al sector dinámico del capitalismo regional, responsable de la generación del mercado de trabajo. (Meillassuox C., 1978; Gutierrez Perez, A. y Trapaga Delfin, Y., 1986; Islas, A., 1992; Trinchhero, H., Pichinini, D., Gordillo, G., 1992; etc.) Paralelamente, varios autores conciben a la 'identidad étnica', como producto de relaciones enmarcadas en complejos procesos históricos, sociales y económico-políticos. Una perspectiva dinámicas de la formación de la identidad, nos aleja del esencialismo propio de etnografías que imaginan a las poblaciones indígenas como grupos aislados, ahistóricos y externos a los mecanismos de reproducción del capital. Consideramos que la identidad de los pueblos aborígenes de Argentina ha sido fuertemente condicionada por procesos históricos de dominación, tanto materiales como ideológicos.

Conforme nuevas condiciones (crisis de la economía regional -enmarcada en la globalización de los mercados-), advertimos un proceso emergente, de 'redefinición de la identidad'. El mismo se manifiesta en una reivindicación y autoreconocimiento: algunas comunidades de los valles intermontanos de la Cordillera Oriental salteña como miembros de la 'nación Kolla'.

Proponemos aquí, abordar teóricamente el problema, y contextualizar desde una perspectiva crítica e histórica el proceso aludido.

Presentaremos algunas consideraciones en relación a las consecuencias generales de la modernización de la zafra azucarera en los ingenios de Salta y Jujuy, sus efectos sobre las modalidades de reproducción social del sector doméstico y los procesos socioeconómicos que han involucrado a la región en su conjunto. Si bien hacemos referencia a un caso particular, no nos detendremos en las estratégias económicas desarrolladas, análisis que requeriría una investigación de campo detallada.

El problema de Investigación.

Luego del fuerte impacto causado por la imposición del sistema cultural español, uno de los cambios más drásticos ocurridos en el mundo andino salto-jujeño fue la violenta intervención producida por los terratenientes azucareros de las tierras bajas del Este. Posteriormente, el proceso desencadenado por las administraciones provinciales y/o nacionales durante el primer tercio del siglo XX, motivaron trascendentes modificaciones culturales que hoy son patentes al observar la organización de los pueblos aborígenes. Como apunta Isla, para el caso de la Puna jujeña, "los cambios en la organización política-cultural, desde fines del XlX, son acompañados por una profunda crisis de identidad étnica. Se pierde definitivamente el quechua, a pesar de que se escucha en radios y en las calles del lado boliviano. Muchos sienten verguenza de su origen frente a un "blanco" y entonces expresan actitudes de "identida ètnica negativa"; niegan su origen cultural, tratando de mimetizarse con "lo blanco"; hablar quechua es "cosa de indios"; y peor aun "cosa de coyas", o "de bolivianos": Esto fundamenta la existencia de una identidad difusa, que puede expresarse de forma positiva cuando encuentre la legitimación y el reconocimiento de una "autoridad blanca" u "oficial"." (1987: 207); o bien en el desarrollo de pràcticas religiosas, ciclos festivos, relaciones de intercambio, etc., que se mantienen como elementos constitutivos de una especificidad cultural a nivel local. En este marco, se considera que la identidad aborigen ha sido fuertemente condicionada por procesos históricos de dominación, tanto materiales como ideológicos. Concebir a la 'identidad ètnica', no desde una perspectiva de tipo 'esencialista', sino como producto de relaciones sociales enmarcadas en procesos históricos complejos, implica, a la hora de analizar las prácticas, discursos e imágenes culturales, atender paralelamente las vinculaciones de subordinación con el sector del capitalismo regional, las políticas provinciales y considerar, de manera particular, los aspectos ideológicos que intervienen en la configuración de la nacionlidad (leyes referidas a la propiedad teritorial, disciplinamineto de la mano de obra, política educativa, etc.). En los valles intermontanos del departamento Iruya se presenta una particularidad que podemos sintetizar en dos puntos: un proceso consistente en una profunda crisis de identidad étnica, manifiesta en actitudes de 'identidad étnica negativa' (Islas, op. cit.), al punto que quienes investigaron en la Cordillera Oriental coinciden en que "la filiación étnica es muy dudosa" (Sanchez, M. y Sica, G. 1994). El segundo punto lo constituye el proceso aludido de 'redefiniciòn de la identiad', manifiesto en la reciente incorporaciòn a organizaciones indigenistas y en el autorreconocimiento como 'Kollas'.

Referente empìrico:

La zona referida se encuentra en el faldeo oriental de la Sierra de Santa Victoria. La topografía es accidentada, debido a una fuerte pendiente regional. Entre el cordón de Santa Victoria, con una altitud media de 4.600 metros, y el valle del río Bermejo, 800 m.s.n.m., hay una distancia horizontal de 70 km. El río San Isidro, es tributario del río Iruya, perteneciente a la Alta Cuenca del río Bermejo. Las marcadas pendientes otorgan carácter torrencial a la mayoría de los cursos fluviales. Los asentamientos poblacionales más importantes se encuentran en los valles, vinculados a superficies planas inclinadas cubiertas con suelos aptos para el cultivo. San Isidro está ubicado a 2.980 m.s.n.m., sobre las terrazas aluviales del río homónimo. Administrativamente, pertenece al Departamento de Iruya, ubicado al Noroeste de la provincia de Salta. El Departamento abarca una variada superficie en los valles intermontanos de la Cordillera Oriental. Su límite inferior está inmerso ya en plena selva tucumano-oranense. Conforme a su capacidad de movilidad e interacción, los habitantes de la alta cuenca mantienen relaciones estrechas con los de las yungas desde tiempos prehispánicos. La comunidad de San Isidro se encuentra ubicada unos 10 km al norte de Iruya, capital del departamento homónimo. El acceso hasta Iruya puede hacerse en vehículo, descendiendo desde el Abra del Cóndor a 4.000 m.s.n.m. hasta llegar luego de recorrer sólo unos 19 km de distancia, al sitio en donde está emplazada la capital departamental, que se encuentra a 2.600 m.s.n.m. Largos trechos de este camino se encuentran trazados sobre la playa de los ríos, con lo que son prácticamente intransitables durante la época estival, que es cuando se producen la lluvias. Desde Iruya hasta San Isidro se accede luego de dos horas a pie o a caballo, por un camino de herradura que también se encuentra sobre la playa del río San Isidro. (Quiroga Mendiola M., 1995).

El departamento de Iruya en su totalidad cuenta con 5.824 habitantes, con una densidad de 1,7 hab/km2. En el año 1993, según información obtenida de las planillas de ronda de los Agentes Sanitarios de A.P.S. (Atención Primaria de la Salud), San Isidro contaba con 240 habitantes.

Historicamente, en la región habitan comunidades aborígenes de tipo andino, étnicamente afines a los grupos ocupantes de los actuales departamentos de Santa Victoria e Iruya. Se les otorga ascendencia Omaguaca, aunque Bianchetti (1983a y 1983b) interpreta sus hallazgos como grupos Atacamas dejados como salpicaduras remanentes de las vías de intercambio de productos establecidas previamente a la colonia, y que comunicaban comercialmente la región selvática (ámbito de lo aborígenes chiriguanos) con los atacameños. Reboratti, puntualiza que "posiblemente el mas importante de los grupos aborìgenes del Alto Bermejo, aproximadamente entre los rìos Nazareno/Iruya, es el de los Ocloyas (Reboratti, C. 1996; cf. Lorandi, A. 1984). Los habitantes de la Puna, hasta muy avanzado el perìodo republicano, estubieron repartidos en haciendas cuyo origen se remonta a la colonia, cubriendo diferentes tipos de trabajo servil, como el de arenderos en sus propias tierras. Durante la colonia cumplieron con la mita, y estuvieron bajo los regìmenes de encomienda y hacienda. (Madrazo, 1982) El reino de España concedió éstas tierras a las comunidades indígenas por medio de "Mercedes Indivisas".

En 1913 a pedido del gobierno provincial, fueron vendidas a terceros las tierras de las comunidades aborígenes. De ésta manera, empresas como el Ingenio San Martín del Tabacal, adquirieron extensos territorios. La consecuencia inmediata de ello fue la exportación de mano de obra masculina a los ingenios, como modo de pagar los arriendos por la tierra que antes había pertenecido a los originarios habitantes, (Quiroga Mendiola, op. cit.; cf. Peralta, 1991). Actualmente las tierras de San Isidro pertenecen por ley a sus habitantes, en forma comunitaria, aunque todavía no se han otorgado los títulos de propiedad. Las tierras fueron asignadas en conjunto a todos los habitantes de lo que se daba en llamar "Finca El Potrero", que abarcan las localidades de San Isidro, Capillas, San Juan y parte del área norte cercana a Iruya. En tanto que la "Finca Santiago", que incluye Colanzulì, Campo Carreras, Pueblo viejo, hasta las yungas, están en plena etapa de expropiación. Cada familia posee tierras que provienen de herencias, éstas tenencias son reguladas según el saber común y la tradición, por una Comisión Vecinal "Finca El Potrero" con personería jurídica y estatuto.

Su sistema de producción, se basa en el desarrollo de una agicultura de subsistencia y ganaderìa de tipo transhumante (con importante movilidad de ganado vacuno que utiliza variados pisos ecológicos), con escasa participación en el mercado. Las parcelas de cultivo están instaladas sobre terrazas fluviales, de escasa extensión y muchas veces con escasez de agua para riego. Los cultivos observados en la zona son de maíz, papa, haba, arveja, alfalfa, cebada. Los huertos están compuestos casi exclusivamente por durazneros y manzanos. La producción ganadera está compuesta por ovejas, cabras y animales vacunos. Todas las actividades estan basadas en el uso de mano de obra de tipo familiar. De la Globalización, o acerca de "la homogeneización" y "heterogeneidad" económica y cultural.

Los cambios producidos recientemente en la estructura y en la dinámica económica de la producción azucarera de las provincias de Salta y Jujuy, se inscriben en un proceso mas amplio, de liberalización de los mercados (de productos y laboral) -la tan mentada "globalización económica"- Al respecto, nos parece importante puntualizar algunos aspectos centrales que contextuaslizan los procesos sociales emergentes.

Diversos analisis y desarrollos en torno al fenómeno de la globalización económica muestran posturas extremas: desde la defensa a ultranza de las etnías y de la implantation de las Autonomías regionales (dentro del Estado nacional), hasta el reconocimiento de la existencia de una Identidad multiétnica o de una cultura "desterrioralizada" o cosmopolita" (en donde tambien se introduce la problemática de la multi e interculturalidad.).

Consideramos a la "globalizaciòn mundial" como un fenómeno social en el cuál se ha enfatizado en la dimensión económica de los procesos involucrados en su desarrollo; pero es necesario destacar que el mismo intervienen una compleja red de manifestaciones polìticas y culturales.

En este sentido, Wolf (1992 ) puntualiza que la nueva realidad mundial exige la comprensiòn del mundo como un conjunto de procesos fuertemente conectados entre sì, que nos sitùa frente a la necesidad de revisar ciertas concepciones teòricas; tales como lo son las referidas a la Cultura, la Identidad, las relaciones interètnicas, etc.

Paradojalmente, los procesos "globalizadores", suponen la presencia de dos manifestaciones ciertamente contrapuestas: homogeneizaciòn y heterogeneidad.

En referencia a aquella, Moneta (1994) destaca la presencia de innovaciones tecnològicas en la difusiòn de mensajes culturales, y de un sistema financiero global, constituìdo por empresas de caràcter internacional (en reeemplazo de las burguesìas nacionales). Este ùltimo punto -en lo polìtico- hace que se trate de imponer un sistema de democracia liberal occidental y de "derechos humanos". El conjunto de estas manifestaciones, a su vez, lleva implìcito la difusión de mensajes culturales de alcance universal que sustituye el sentido simbólico de productos culturales particulares.

De forma paralela al desarrollo de un modelo neoliberal, se produce la difusiòn de la heterogeneidad. El discurso y la pràxis democràtica posibilitan el sugimiento de las mas diveros niveles de diferenciación (resurgimiento de las nacionalidades, de movimientos contituìdos por grupos minoritários y subalternos, etc.). No obstante esta libre manifestaciòn de la diversidad, observamos una profundizaciòn de las diferencias sociales y una distribuciòn asimètrica de los recursos. Capitales y mensajes culturales transnacionales (en los que no curiosamente occidente se presenta como paradigmáticamente hegemónico) presentan, como apunta Moneta (op. cit.: 160) "un mapa dinàmico y sumamente complejo de los niveles de desarrollo mundial, con líneas de separaciòn entre grupos humanos que no responden a las fronteras polìticas y socioeconòmicas entre paìses de diferentes estàndares de crecimiento econòmico, sino que atraviesan las mismas, señalando la existencia de bolsones y àreas de riqueza y de pobreza por doquier".

Con respecto a la cuestiòn étnica y a las formaciones nacionales, Díaz Polanco, sostiene que aquellas no deben ser consideraras como entidades casi desdibujadas o pròximas a desaparecer, arrolladas por la vertiginosa expanción del ímpetu globalizador; sino que destaca la importancia creciente que tienen las etnías, especialmente desde el momento del surgimiento (en diversos paìses y en reemplazo de los limitados movimientos indìgenas -cuyo accionar quedaba reducido al ámbito local-) de Movimientos multiètnicos de alcance nacional, en virtud de los cuales los Estados nacionales llegarán a valorar la posibilidad de otorgarles algún tipo de régimen de autonomía regional. Los procesos de globalización de fines de siglo XX encierran una aparente paradoja, Por un lado, la nueva mobilidad y el carácter transnacional del capital y los nuevos flujos y canales de informacioón fomentan una creciente homogeneización cultural. Pero esos mismos mecanismos que parecerían comprimir el mundo y disolver fronteras territoriales y culturales, generan, al mismo tiempo, nuevas identidades sociales, políticas y culturales fragmentadas, basadas en la afirmación de su especificidad y su"diferencias". (Arengo,E.1996) Por su parte, Marcus apunta que: "(...) el problema de la història mundial aparece bajo una òptica nueva. El rumbo que sigue no es determinado de antemano por la dinàmica de expanciòn occidental que iniciò la integraciòn mundial. El mundo se ha dividido internamente y al mismo tiempo ha sido presionado a juntarse, una vez que los esfuerzos para convertir la dominación en orden han generado evasión, resistencia y luchas para recuperar la autonomía. Esta lucha por autonomìa - la priorización de reivindicaciones locales y particulares en detrimento de reivindicaciones globales y generales- no implica huir del mundo, ni recorrer la autarquía. Muy por el contrario, se trata de un esfuerzo por establecer los términos de participaciòn autodeterminada en los procesos de integración blobal en la lucha por un orden planetário". (G. Marcus, 1991:197; cf. Ch. Bright y M. Geyer, 1987:69-70) La ilimitada expanción económica del capitalismo, no equivale al logro de la uniformidad cultural, pero sì el desarrollo de procesos de inclusión -muchas veces forzada- de grupos altamente heterogéneos. Se traduce en los actuales (y siempre renovados) procesos de polarización social, económica y cultural, entre regiones centrales y regiones marginales -y entre sujetos sociales pertenecientes a una misma formación nacional- A-historisismo o construcción social de la Identidad. Como apuntáramos presedentemente, los planteos de Díaz Polanco (Op. cit.) y Garcìa Canclini (Op. cit.) brindan una perspectiva desde la cual podemos considerar de forma conjunta la problemàtica "Globalización económica" y de ciertos abordajes referidos a la identidad como fenómenos sociales inter relacionados. Paralelamente, varias corrientes en Antropologìa, Historia y Estudios culturales vienen insistiendo hace varios años en la necesidad de ver a las categorìas y prácticas culturales como productos de procesos históricos, sociales y económico políticos (Arengo, 1996:2; cf. varios autores). Esta perspectiva dinàmica de la formación de la identidad, nos aleja de concepciones propias de la Etnología Fenomenológica - aún fuertemente arraigada en la práxis política- que imagina a las poblaciones indígenas como grupos aislados, ahistóricos y externos a los mecanismos de reproducción del capital. Postura, que conlleva "una visiòn esclerozante de la cultura, que soslaya la riqueza y el dinamismo de los sìmbolos e ignora el papel de la història, el poder y la dominaciòn en la producciòn de significados". (Gordillo, 1996: 163). Asimismo, nos aparta de una etnografìa asentada en tèrminos "dualistas" (tradicional - moderno, rural - urbano, etc.) asociados al paradigma hegemónico de "desarrollo" y "modernización" que tuvo su expresión en la Antropologìa culturalista. Por su parte, Trinchero menciona que la producción etnográfica argentina se encuentra "teñida de componentes ideológicos" que contribuyeron a crear dos imágenes estigmatizadas para referirse a los grupos indígenas actuales "Una primera es aquella que los ve en términos de externalidad respecto al sistema de relaciones económicas sociales y culturales nacionales. Una segunda que concibe su existencia actual como `supervivencias', relictos de un pasado arcaico". (1992:7) Dominantes y subalternos no son sujetos colectivos ya constituídos, con propiedades intrìnsecas (en donde cada miembro de la oposiciòn es unificado, como si una estructura dominante, monolítica, se enfrentara a una resistencia igualmente coherente), sino modos de conflicto que vinculan discursos y prácticas. En este marco, creemos que la "identidad étnica" constituye un concepto respecto del cual debemos realizar algunas consideraciones. La conceptualización de los límites étnicos que propone Barth (1976:10), parte de la autoidentificación de los miembros del grupo y la identificación de los demás, a través de un campo en el cual se manifiestan las diferencias culturales. Una limitación que marcamos en el enfoque del autor,está la de centrar el recorte de lo étnico en los factores subjetivos, al privilegiar la autoadscripción y la adscripcicón de y por los otros. Desde nuestro punto de vista, creemos que la argumentación barthiana sería suficiente para invalidar cualquier intento de basar lo ètnico en en una materialidad inmanente y ahistórica, pero sigue soslayando la discusión sobre la existencia de los condicionamientos materiales (siempre cambiantes en tèrminos històricos y procesuales) con los que se corresponden -no mecanicamente- los procesos de resignificación de la identidad. El postulado central de Diaz Polanco, consiste en especificar lo étnico a la luz de factores que condicionan de modo riguroso y se constituyen en los verdaderos estructurantes de las sociedades en las que se insertan los grupos en cuestión. Así, presenta una suerte de supeditaciòn de lo étnico a los condicionamientos de clase, en las que el mismo inscribe, y desarrolla, el perfil polìtico de la problemçatica indígena. En definitiva rescata una conceptualización válida desde el punto de vista relacional. Esta perspectiva fue señalada por autores como Cardoso de Oliveira (1992) al considerar que la identidad étnica se construye en una relación de diferenciación con otras identidades; y Bartolomé (1980) al postular un modelo global de sociedad como 'tejido conectivo', conceptualizando a las relaciones interétnicas como desarrollo de una dialéctica entre agregación y desagregaciòn de segmentos sociales. Acentuando esta visión relacional, García Canclini (1994:170) destaca "el papel de los componentes imaginarios en la formación de identidades étnicas y nacionales, la composición multicultural e hìbrida de las identidades particulares de cada nación o etnía." (aunque el autor se centra fundamentalmente en el papel creciente de los condicionamientos transnacionales en la conformación de nuevas identidades, y la disminución de los condicionamientos territoriales). El fuerte impacto causado por la irrupción e imposición del sistema económico y cultural español, produjo trascendentes modificaciones en la organización social de los pueblos autóctonos. Desde fines del siglo pasado, cuando fueron derrotados militarmente en la Campaña del Desierto y las Campañas militares al territorio del Chaco, los pueblos aborígenes se vieron subordinados en los planos económico, político y cultural. Obligados a vivir en tierras de escasa productividad y de superficies reducidas; sin ninguna posibilidad de acceder a la propiedad de la tierra y a los beneficios que la misma otorga. Por otra parte, el Estado Nacional primero, y luego los Provinciales, establecieron siempre verticalmente las normativas referidas a la población indígena, con escasa o nula participación de la misma en la toma de decisiones. En este contexto estigmatizante, las prácticas discriminatorias cumplen la doble función: justificar una situación de sometimiento, e impedir que surjan las condiciones que permitan revertir dicha situación. (Meillasoux, C. 1987; etc.) Bajo la perspectiva teórica enunciada, creemos oportuno abordar algunos aspectos de esta problemática que se presentan con cierta claridad en un caso particular de aborígenes de la Repùblica Argentina.

Crisis : El regreso a la tierra.

Actualmente, como consecuencia de las políticas nacionales que afectan a las llamadas economìas regionales (subproducto de la mentada globalización de los mercados), la búsqueda de la "eficiencia y competitividad" en diversos sectores productivos, tiene como consecuencia un cambio en las condiciones de oferta laboral, y de demanda de productos. Cambios que involucran a un amplio espectro socioeconómico, que va desde el mercado regional hasta el conjunto del MERCOSUR.

Ante la necesidad de reducir costos para mantener la competitividad, las grandes empresas con una fuerte inserción en el mercado internacional (como lo son aquellas que pertenecen a la agroindustria azucarera), suelen emprender cambios estructurales consistentes en una tecnificación parcial o total de los procesos de trabajo. Gordillo (1995:107) apunta que esta tecnificación conlleva un doble proceso: establecimiento de formas intensivas de extracción de plusvalor (basadas en la extracción de plusvalía relativa) y fundamentalmente la disminución o el fin de la captación de mano de obra no calificada (interrupción del empleo temporal en los ingenios).

Estos cambios, afectan de forma directa a la dinámica de reproducción social de los sectores domésticos históricamente involucrados, en dos direcciones. La primera consiste en el incremento de la migración rural-hurbana y la formación de acentamientos periurbanos (Salta y a ciudades como Tartagal, Embarcación, y Orán), para buscar alguna "changa" o puesto de trabajo.

La referida disminución de las fuentes de trabajo -que se habían incorporado dentro de las estrategias de supervivencia de las comunidades campesinas-, y la retracciòn de las migraciones temporales (principalmente de mano de obra masculina), tiene otra consecuencia: un aumento en el período de permanencia en localidades y comunidades rurales, y la reubicación de algunas familias en sus poblados de origen. Observamos la intensificación de prácticas productivas prediales y la búsqueda de nuevas instancias económicas, que tienen a la tierra como principal factor productivo.

En esta dirección (Quiroga Mendiola, M. 1995) advierte las transformaciones ambientales en relaciòn a las pràcticas productivas de las comuniades ubicadas en la cuenca del rìo Iruya. Situación en la que aparece el problema de los límites materiales de los procesos de producción agraria (capacidad de carga y estado del ecosistema en relación al manejo de pasturas ).

Como apunta Gordillo (op. cit. 108 ), en los casos en que las grandes empresas tecnifican sus procesos de trabajo y dejan de reclutar como mano de obra a importantes sectores domésticos; suele producirse cambios muy significativos en la dinámica del capital en la región. Da lugar al despliegue de nuevas fracciones del capital agrario: producción forestal, algodonera, porotera, frutihortícola, tabacalera. Pero, a pesar de que estos sectores productivos emplean una cantidad muy importante de indígenas la demanda de fuerza de trabajo que en la actualidad se ejerse sobre estos grupos ha disminuído, respecto a la época de la migradicón a la zafra saltojujeña. En la década pasada era observable la ausencia casi absoluta de los mienbros masculinos de las comunidades rurales durante el período Mayo/Noviembre. Actualmente, la cantidad de migrantes temporales no sólo es notablemente inferior, sino que tambien los es el tiempo requerido por las cosechas alternativas (cabe aclarar que salvo la producción de tabaco y la frutihortícola, la mayoría de la mano de obra utilizada proviene de grupos aborígenes del Chaco salteño o mano de obra criolla-campesina). Paralelamente a la los cambios en la estructura económica regional (modernización y crisis), Y es en este nuevo contexto (político e ideológico) en el cual los grupos domésticos de los valles intermontanos, a la ves que reorientan sus estrategias productivas, resignifican manifestaciones relativas a su identidad étnica, las cuales se inscriben en la lucha por el reconocimiento de los derechos territoriales de los grupos aborígenes. De forma paralela a las condiciones que acabamos de enunciar, el Estado nacional y provincial reconoce los derechos de propiedad territorial y ha reglamentado una serie de leyes, e iniciado la entrega de los títulos de propiedad a distintas comunidades aborìgenes (conforme a la ley 23.320 del Congreso de la Naciòn, y la ley 6373 del Estado salteño). En tanto que los mismos derechos han sido consagrados en la reforma de la constituciòn nacional de 1994. Conforme este contexto, advertimos un proceso emergente, de 'redefiniciòn de la identidad'. El mismo se manifiesta en la novedosa reivindicaciòn y autoreconocimiento: algunas comunidades de los valles intermontanos de la Cordillera Oriental salteña como miembros de la 'naciòn Kolla'; produciendose en 1996 su ingreso al I.P.A. (Instituto provincial del aborigen).

Perspectiva e interrogantes.

Al concebir a la 'identidad étnica', no desde una perspectiva de tipo 'esencialista', sino como producto de relaciones sociales enmarcadas en procesos històricos complejos, a la hora de analizar las prácticas y discursos culturales, se hace necesário abordar paralelamente una serie de vinculaciones: las características del tipo de desarrollo del capitalismo; el tipo de Estado nacional (su rol "civilizador"); las polìticas provinciales; (su relaciòn con el mercado de tierras, de productos; de oferta de servicios, etc.). Todo esto, atendiendo a las especificidades de lo local y como desde allí se responde a la sociedad global.

Para profundizar en la comprensión del proceso aludido, debemos considerar distintos niveles de análisis: las relaciones entabladas en el campo económico, es decir, el proceso de integración subordinada de las unidades domésticas con la sociedad nacional, (determinada por la subsunción de la producciòn doméstica al capital agrario regional, y por las políticas públicas que involucraron a estos sectores.); y las manifestaciones que, a nivel local, integran el proceso constitutivo de identidad cultural (el discurso, las pràcticas y los sìmbolos que intervienen en la definición de la misma). En torno a esta problematica enunciada, surgen numerosos interrogantes cuya respuesta puede ayudar a comprender mejor las profundas transformaciones que reconfiguraron tan radicalmente la vida de los pueblos aborìgenes: ¿Cuàl ha sido rol, objetivos y peso del Estado en el proceso de construciòn de la identidad aborigen ¿Como el proceso 'civilizatorio' se ha sido internalizado en la propia identidad aborigen? ¿Ante la presente crisis de las llamadas economìas regionales; de qué manera se reformumla el rol de los grupos domèsticos como productores de fuerza de trabajo? ¿Cual es la relaciòn entre estas nuevas condiciones, las polìticas estatales referidas a la propiedad territorial, y los procesos emergentes de 'redefiniciòn' de la identidad étnica? ¿Puede ser la Identidad entendida como una estrategia, que involucra las pràcticas y las formas organizativas concretas que asumen los sectores subalternos frente a "lo otro"? ¿Sobre què elementos se construye el discurso y pràcticas que movilizan imágenes y simbolos de la especificidad cultural para respaldar reclamos, aspiraciones y reivindicaciones? La importancia de abordar el proceso de construcción de la identidad es que puede permitir hechar luz sobre dos cuestiones: el modo de constituìrse como sujetos desde la afirmaciòn (o negación) de identidades étnicas-locales, y las formas organizativas concretas que asumen los sectores subalternos frente a "lo otro".

Como apuntan Rowe y Schilling (1991: 200) "La incorporación de una visión 'globalizadora' de la realidad en relación a la investigación en Antropología consiste presisamente en dar cabida a una perspectiva global, ...en la consideración de las maneras por las cuales las identidades colectivas e individuales son negociadas en los diversos lugares en donde los antropòlogos deasrrollan sus prácticas. En definitiva, creemos que es posible trazar una doble direccionalidad en relación al abordaje de la problemática de la Identidad enmarcada en procesos "globalizadores": la misma estaría dada por el reconocimiento de la insoslayable presencia e "influencia" de las relaciones de producción de tipo capitalista -como expresión económico-material y simbólica- en los universos "locales" ; lo cual, inevitablemente, debe dar paso a análisis de tipo procesuales y relacionales con respecto a la construcción de las identidades locales.

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NOTAS

* Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad Nacional de Córdoba.

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