V Congreso de Antropologia Social

La Plata - Argentina

Julio-Agosto 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
https://www.equiponaya.com.ar/
info@equiponaya.com.ar
V CONGRESO ARGENTINO DE ANTROPOLOGIA SOCIAL - LA PLATA 29 DE JULIO AL 1 DE AGOSTO DE 1997 -

SECTOR DEL TRABAJO Y SITUACION FAMILIAR EN BARRIOS POBRES DEL GRAN LA PLATA

Amalia Eguía (antropóloga) Facultad de Humanidades y Cs. de la Educación, UNLP.

Introducción

Los resultados que se exponen en este trabajo forman parte de una investigación más general sobre reproducción social y pobreza urbana, que se desarrolla en el ámbito del Departamento de Sociología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP, en el marco del Programa de Incentivos.

A partir de un estudio longitudinal sobre un grupo de familias asentadas en tres barrios de la localidad de Punta Lara ("El Molino", "Villa Rubencito" y "El Zanjón"), Partido de Ensenada, aglomerado Gran La Plata, se analizan las transformaciones producidas en los perfiles ocupacionales de sus miembros durante la última década y, especialmente, en la configuración de los sectores formal e informal de la economía.

Los trabajos de campo se llevaron a cabo en 1988, 1994-95 y 1996. En el primer año mencionado fueron encuestadas 100 mujeres, con las que se estableció contacto en la Unidad Sanitaria "El Molino", centro de salud de la zona. Se recogieron datos sobre aspectos demográficos, laborales, educacionales, sanitarios y ambientales.

Un grupo de 70 de estas mujeres fueron re-encuestadas en 1994, relevando los cambios producidos en el grupo familiar con respecto a 1988 en su composición, en la condición de ocupación de sus miembros y en los perfiles laborales de cada uno de los ocupados (tipo de trabajo, categoría, rama de actividad, cantidad de horas semanales, percepción de beneficios sociales), así como la opinión de las informantes sobre la situación familiar. En las tres etapas del trabajo de campo se realizaron entrevistas en profundidad a una muestra seleccionada de informantes.

Los tres barrios formaron parte del universo de "villas de emergencia" (1) de la Provincia de Buenos Aires censadas en 1981 y registraron valores similares al conjunto con respecto a la condición de alfabetismo de la población mayor de 14 años, lugar de nacimiento, características de la vivienda y condición de ocupación de la población mayor de 10 años. Comparando los resultados de este censo específicos para los barrios mencionados con los de los relevamientos efectuados como parte de esta investigación, cabe destacar las siguientes tendencias: aumento del porcentaje de viviendas con electricidad y con distribución de agua en su interior, reemplazo de materiales precarios por ladrillos, bloques y cemento, aumento del número de cuartos y mejoras en los servicios sanitarios. Asimismo, en cuanto a la condición de actividad, se registró una disminución de la población ocupada.

De acuerdo con los datos recogidos en las encuestas aplicadas en 1988 y 1994, la mayoría de las viviendas se asentaba en terrenos fiscales. Con respecto a los materiales predominantes en su construcción, un 51% en 1988 y un 33% en 1994 tenían sus paredes de madera, chapa y cartón; en un 15% y 17% de los casos respectivamente, éstos aparecían combinados con paredes de material. La mitad de las viviendas tenía piso de cemento en los dos momentos mencionados.

En 1994 el 60% de las unidades domésticas estudiadas percibía un ingreso que se correpondía con el asignado por el INDEC a los hogares ubicados en el estrato bajo; el 25.7% con el de los hogares ubicados en el estrato medio, registrándose un 2.9% de hogares sin ingresos y un 11.4% de casos sin respuesta.

El proceso de reconversión productiva y desindustrialización que viene atravesando el país desde mediados de la década del 70 ha afectado de manera diferente a los distintas regiones. A partir de la comparación de los censos económicos de 1988 y 1994, puede concluirse que en Ensenada se produjo un proceso de concentración productiva y ocupacional; se redujo la franja de pequeñas y medianas empresas, permaneciendo los grandes establecimientos industriales (Propulsora Siderúrgica, Petroquímica General Mosconi, Destilería YPF, Astilleros Río Santiago) (Colman y colaboradores, 1992).

La profundización del proceso de tecnificación de industrias y la privatización de empresas ha producido retiros voluntarios y despidos que incidieron en el alto crecimiento de la tasa de desocupación. Según el Centro de Estudios Bonaerenses (Clarín, 29-8-94), el caso de la Destilería YPF, ubicada en el límite entre La Plata, Berisso y Ensenada, sirve para graficar la situación laboral de la zona. En 1991, esta refinería de petróleo - considerada como una de las más importantes de América del Sur por su capacidad de producción - tenía 5.317 empleados. Los retiros voluntarios, las jubilaciones anticipadas y los despidos redujeron el número de ocupados a poco más de l.850: 650 pertenecientes a la compañía y 1.200 operarios de empresas contratistas.

El objetivo de este trabajo es analizar los cambios producidos en los perfiles laborales de los jefes de las familias estudiadas en dicho contexto general, especialmente en la configuración de los sectores formal e informal de la economía, y su influencia en la evaluación de las condiciones de vida que hacen las informantes.

Informalidad y pobreza

Según Pérez Sáinz (1991), la situación de crisis y las políticas de ajuste que se han aplicado en los ochenta en la mayoría de los países de América Latina han generado la expansión de ocupaciones informales. La informalidad ha jugado un papel clave en términos de ajuste del empleo en la actual situación de crisis -junto con el desempleo abierto - reafirmándose la relación entre informalidad y pobreza.

Otros autores establecen esta relación entre informalidad y pobreza. Portes (1984), por ejemplo, plantea que el atractivo del concepto de "economía informal" justamente radica en la forma en que redefine la naturaleza de la pobreza, particularmente, la pobreza urbana en los países menos desarrollados (2).

¿Desde qué conceptualización de informalidad plantean este acercamiento entre sector informal y pobreza? Tal como sostiene Saraví (1994), diversos enfoques construyen mundos diferentes de informalidad, cuyas órbitas se entrecruzan y superponen pero nunca coinciden totalmente.

Básicamente, siguiendo a Pérez Sáinz (1991), pueden destacarse tres líneas de definiciones de la informalidad: 1.- la visión de la economía informal como componente del mercado de trabajo, posición que se relaciona con el enfoque de PREALC (Programa Regional del Empleo para América Latina y el Caribe), organismo integrante de la OIT. Se destaca como elemento clave para la comprensión de este sector la escasa relación capital/trabajo. La fuerza de trabajo está constituida por el excedente no absorbido por el sector moderno, originado en las características particulares del proceso de industrialización de América Latina (3).

De acuerdo con esta perspectiva, cuatro categorías ocupacionales serían calificadas como informales: los patrones de microempresas, los asalariados de las mismas, los trabajadores independientes y los trabajadores familiares no remunerados que trabajan en establecimientos con sus parientes.

Tokman, representante de este enfoque, menciona la estrecha relación entre condiciones de pobreza y ocupación en el sector informal. Las características que reúnen las actividades informales determinan muy bajos niveles de ingresos; las situaciones de pobreza se plantean como consecuencia de las actividades informales (Saraví, 1994).

2.- el enfoque neomarxista de la informalidad, cuyo análisis trasciende el ámbito de lo productivo y se proyecta a la esfera de la reproducción de la fuerza de trabajo: su interés se centra en determinar los mecanismos de explotación de la fuerza de trabajo informal por el capital. Desde esta perspectiva se destaca el criterio de regulación para entender el fenómeno de la informalidad; se lo define como un proceso de generación de ingreso caracterizado por un hecho central: su no regulación por insitituciones sociales en un contexto social y legal donde actividades similares sí lo están. Esta falta de regulación puede referirse a la condición de la fuerza laboral en términos de su remuneración por debajo del salario mínimo o de no reconocimiento de beneficios sociales, a las condicones de trabajo o al modo de gestión de empresas (4).

Castells y Portes (1995), representantes de este enfoque, consideran que los procesos económicos informales cortan transversalmente toda la estructura social. En el Tercer Mundo la mayoría de los trabajadores informales son pobres, en tanto en los países industriales avanzados se ha demostrado el dinamismo económico de las actividades no reguladas generadoras de ingresos.

3.- la perspectiva expresada por De Soto, quien ha investigado tres dimensiones del desarrollo urbano de Lima (el acceso extralegal al suelo urbano y a la vivienda, el comercio minorista y el transporte), considerándolas como las manifestaciones más evidentes de la informalidad en la capital peruana. Este autor caracteriza la informalidad como extralegalidad. Considera que la pobreza es la situación que caracteriza la entrada al sector: la "telaraña legal" impide a los pobres desarrollar las actividades necesarias para subsitir en el medio urbano, se ven obligados a desempeñarse al margen del sistema legal (Saraví, 1994).

En la investigación realizada en barrios pobres de Punta Lara, centrada en el estudio de los mecanismos de reproducción familiar, se tomó como punto de partida el hecho de no percibir beneficios sociales como criterio para definir la informalidad (5), acercándose a la perspectiva de Portes y Castells.

Desde este punto de vista, el sector informal comprende tanto a los trabajadores por cuenta propia como a los asalariados no protegidos. Desde el punto de vista de las condiciones de reproducción, estos trabajadores comparten un aspecto: la desprotección social. Pero se podrían incluir tanto actividades orientadas por lógicas de subsistencia, como otras orientadas por lógicas de acumulación, configurando un sector informal (en tanto no regulado) muy diferente según se trate de un cuenta propia de baja calificación, de un asalariado de una microempresa o de un asalariado de una empresa mediana o grande contratado "en negro".

En este sentido coincidimos con Saraví (1994) en el hecho de incluir en la definición la informalidad las características de baja productividad y escasa inversión de capital, recuperando en este punto la perspectiva de PREALC.

Según este autor, el sector informal está constituido por el conjunto de actividades autogeneradas por los pobres urbanos con la finalidad de obtener ingresos que garanticen su subsistencia (6).

Pero hay otro "escenario", tal como los denomina Pérez Sáinz (1995), cercano a la lógica de subsistencia que consideramos necesario incorporar a la conceptualización de sector informal y que nos conduce a complementar la definición de Saraví con la propuesta por Monza (1993), quien se refiere al sector informal urbano como al conjunto de ocupaciones desarrolladas en unidades productivas de pequeño tamaño y estructuración no formal, con bajos niveles de productividad, reducida intensidad de capital e incapacidad de generar un excedente para la formación de capital.

Así se introduce en el mundo de la informalidad también a trabajadores asalariados, pero de aquellas empresas que reúnen las características arriba citadas. Esto es clave para distinguir este ámbito de aquel en que asalariados de establecimientos de gran tamaño, con alta productividad, pierden beneficios como resultado del proceso de "flexibilización" de las relaciones de trabajo. Este proceso forma parte de la precarización del mercado de trabajo, que atraviesa a contextos económicos diferentes.

Los dos "escenarios" informales configurados (trabajadores que desarrollan actividades autogeneradas y asalariados de pequeñas empresas) requieren análisis microsociales para avanzar en el conocimiento del heterógeneo mundo del trabajo. Como plantea Saraví (1996): "El desafío que nos plantea la perspectiva de la informalidad es precisamente aumentar y profundizar los estudios microsociales de las diferencias que hoy predominan en el mundo del trabajo y que se manifiestan como diferencias sociales, culturales y de poder".

En este sentido, a través de este estudio en profundidad intentamos contribuir al conocimiento de la configuración del sector informal asociado a la pobreza urbana, a sus transformaciones en la última década y a su influencia en las condiciones familiares de vida.

Perfiles laborales en los barrios estudiados

De acuerdo con los resultados de las encuestas realizadas, puede afirmarse que en los tres barrios de Punta Lara entre 1988 y 1994 disminuyó el porcentaje de la población ocupada sobre el total de población mayor de 10 años. La tasa de desocupación registrada creció más de 4 puntos en los años considerados, llegando a 18.3% en 1994 y representando en ambos años valores mayores que los del conjunto del aglomerado.

En 1988 el 88% de los jefes de familia estaba ocupado; en 1994, trabajaba un porcentaje levemente inferior.

Tomando como punto de partida la definición de informalidad explicitada, que considera como variable principal a la protección del trabajador a través de los beneficios sociales, se observa que más de la mitad de los jefes de familia desarrollaban actividades en el sector formal desde l988. Los cambios del sector formal hacia el informal se produjeron en un porcentaje 8 puntos superior al de los cambios en sentido inverso.

El sector formal mantuvo su peso relativo entre 1988 y 1994, agrupando al 66% y 60% de los jefes ocupados respectivamente. Sin embargo, la categoría ocupacional (7) de asalariados formales de la industria manufacturera, como rama de actividad (8), perdió peso en el conjunto de los trabajadores de este sector: en 1988 representaban el 41% de los mismos, reduciéndose al 11% del total de ocupados en este sector en 1994. Para este último año, la categoría ocupacional que agrupaba al mayor porcentaje de trabajadores formales era la de asalariados en la rama servicios (66.7%).

En el sector informal de la economía, los asalariados se redujeron significativamente, pasando del 43% sobre el total de trabajadores informales en 1988 a un 25% en 1994. En ese último año no se registraron en este grupo trabajadores en la rama construcción; los ocupados en comercio representaban menos de la mitad de los registrados en 1988; la rama servicios mantuvo un porcentaje similar. Aumentó significativamente la proporción de asalariados informales ocupados en servicios personales.

Por su parte, los cuentapropistas sin local ni vehículo aumentaron en 1994 su peso relativo especialmente entre los trabajadores de las ramas comercio y servicios, levemente en el sector construcción, no registrándose en cambio casos de trabajadores que combinaban distinto tipo de "changas" tal como en 1988 (Cuadro N° 1).

En este último año, se registró una categoría entre los jefes informales que no había aparecido anteriormente: cuentapropistas con local y vehículo, que concentraban al 21% de los ocupados en el sector informal. Se trata de actividades de comercio y reparación de vehículos desarrolladas en un espacio de la vivienda particular y de ventas ambulantes con vehículo.

Tomando en cuenta la antigüedad del jefe en el trabajo principal por sector de la economía, el cambio más importante registrado fue la disminución del porcentaje de ocupados con menos de 3 años de antigüedad sobre el conjunto de trabajadores formales. Para el sector informal, en cambio, en 1994 aumentó considerablemente la proporción de jefes que desarrollaban actividades informales con esa antigüedad.

Relacionando la categoría ocupacional con la rama de actividad, el sector del trabajo y la condición de estabilidad laboral de los jefes en su trabajo principal, puede observarse que los asalariados formales contratados temporariamente en la industria manufacturera, que en 1988 representaban el 38% de trabajadores formales, casi no se registraron en 1994. En el conjunto de trabajadores formales con estabilidad laboral, en 1994 los asalariados en servicios aumentaron con respecto a 1988.

En síntesis, interesa destacar que si bien el sector formal mantuvo su peso relativo entre los dos años considerados, aumentó en su interior la categoría de asalariados en servicios frente a la de asalariados en la industria manufacturera. Esa categoría de asalariados en servicios estaba configurada en los barrios estudiados por empleados públicos no calificados, choferes y trabajadores en mantenimiento en los clubes de la zona. Es decir, se registró un aumento de los asalariados formales en el sector servicios de baja calificación.

En 1988, a pesar de que los asalariados en la industria manufacturera tenían una presencia más significativa en el conjunto de trabajadores formales, no se daba la esperada asociación formalidad-estabilidad laboral. Una proporción considerable de esos trabajadores mantenía una relación salarial por un tiempo acotado, situación de precariedad laboral que se traducía en reiterados períodos de desocupación. Con el proceso de reducción de la importancia relativa de la industria manufacturera como rama de actividad, que también se registró en el conjunto del aglomerado Gran La Plata, se produjo una total pérdida de peso de este tipo de trabajadores en el conjunto de la población ocupada.

Por otra parte, el sector informal de la economía se incrementó en 1994 con respecto a l988. Dentro de éste, en los barrios estudiados también perdieron peso los asalariados. Aumentaron, en cambio, los trabajadores informales cuentapropistas en las ramas comercio, servicios y construcción.. La mayor parte de los jefes informales registrados en 1994 realizaba changas en construcción y jardinería o trabajaba como vendedores ambulantes o, en el caso de las mujeres, como empleadas en servicio doméstico. Así, el sector informal entre los jefes de las familias estudiadas fue acercándose en 1994 aún más a la definición planteada por Saraví: el sector informal en este "escenario de la pobreza" estaba mayoritariamente conformado por actividades autogeneradas por los propios trabajadores, que les permitían garantizar sólo la subsistencia familiar.

En este sentido, se comparte el planteo de la asociación informalidad/pobreza, pero a la vez se destaca la importancia de considerar también las relaciones formales de trabajo en las investigaciones sobre la participación económica de los sectores pobres urbanos. En los barrios estudiados, el sector formal agrupaba a más de la mitad de los trabajadores tanto en 1988 como en 1994; como se indicó, en este sector se produjo un proceso de terciarización de las actividades y de acentuada disminución de los trabajadores en la industria manufacturera

Sector del trabajo y condiciones de vida

Como parte de las preguntas abiertas realizadas durante la aplicación de las encuestas, se incluyó la evaluación comparativa de las informantes acerca de la situación general de la familia en 1988 y 1994, así como específicamente de la situación laboral y de la vivienda. Estos aspectos fueron profundizados en las entrevistas.

Considerando la pertenencia del trabajo principal del jefe a los sectores formal e informal de la economía en 1994, puede verse que la mayoría de las informantes en ambos grupos valoraron positivamente la situación de ese año. El 64% de las informantes del grupo con jefes de familia insertos en el sector formal opinó en este sentido; en el caso del grupo con jefes de familia ocupados en el sector informal, esa evaluación se dio en el 54% de los casos.

En el primer grupo también valoraron como más favorables, en el mismo porcentaje de casos, la situación laboral, ya que el aspecto que apareció principalmente asociado a evaluación de la situación global fue la estabilidad en el trabajo del jefe de familia.

Las informantes de este grupo que consideraron que la situación familiar general había empeorado en 1994 argumentaron la falta de asistencia estatal, el crecimiento de los hijos que ocasionaba más gastos y la falta de oportunidades para realizar "changas", que permitían complementar el ingreso obtenido en el trabajo principal.

En el caso del segundo grupo (jefes de familia como trabajadores informales), la evaluación favorable de la situación laboral en el año 1994 con respecto a 1988 no agrupaba tantos casos como la evaluación favorable de la situación familiar global. En este grupo, se mencionaron con mayor frecuencia otras razones no vinculadas con el trabajo en el momento de valorar positivamente la situación general de la familia; especialmente, la estabilidad general de los precios, ya que asociaron el año 1988 con los brotes hiperinflacionarios que se produjeron durante el gobierno de Alfonsín. El siguiente testimonio ejemplifica este tipo de evaluación:
"... estoy mejor que en el 88 porque me parece que ahora lo único que a nosotros en este momento nos hace falta es el trabajo. El trabajo es pienso en este momento la parte fundamental de nuestra familia porque en este momento mi marido está sin trabajo, se las rebusca con changuitas ... Nos está costando muchísimo, pero bueno, para mí está, como están estables las cosas, está un poco mejor ... cuando está contratado uno sabe puede contar con unos pesos a fin de mes, pagar un crédito, comprar algunas cosas para los chicos, sacar algo que a uno, pero sin trabajo efectivo no se puede, no puede mejorar en nada porque nada más subsiste para la comida. Ahora están de vacaciones todos los chicos, por ahí es un poco más de gasto porque no van a ningún comedor de la escuela los chicos, un poco más de gasto, pero bueno, nada más con las changuitas se puede comer (...) antes mi hijo no trabajaba, ahora sí trabaja, él trabaja y nos ayuda un montón... cuida coches en La Plata... y a veces (saca) $20, a veces $10, a veces para el micro y a veces no, a veces, bueno, cuando llueve no va porque directamente no trabaja..." (Entrevista N° 2, 1994. Ingreso familiar variable: jefe albañil por su cuenta; hijo cuida autos en la calle y recibe propinas).

Casi la totalidad del grupo de informantes con jefes de familia insertos en el sector formal manifestaron haber mejorado las condiciones habitacionales en el lapso estudiado. Esta situación también se registró en más de la mitad del grupo con jefes con trabajos informales (Cuadro N° 2).

En algunos casos, contaron con donaciones del Municipio para ampliar o mejorar la vivienda; en otros, lo hicieron a partir de créditos, indemnizaciones por despidos, ahorros familiares realizados en algún momento en el que el jefe de familia contaba con un trabajo bien remunerado o trabajaban más miembros de la misma.

Analizando esta evaluación de acuerdo con los cambios en la condición de formalidad/informalidad de la inserción laboral de los jefes de familia, aparece más claramente el peso de determinados factores en la opinión de las informantes.

Más de la mitad de los jefes de familia desarrollaban actividades en el mismo sector de la economía desde 1988: un 40% se mantenía en el sector formal y un 18% realizaba actividades informales desde ese año.

Un 20% de los mismos, en cambio, consiguió un trabajo en el sector formal con posterioridad a esa fecha, principalmente como empleados en servicios de baja calificación en los clubes de la zona en tareas de mantenimiento, como barrenderos municipales, porteros en establecimientos educativos y choferes de líneas de colectivos urbanas e interurbanas.

Una proporción similar ingresó en sector informal. La mayoría de los trabajadores de este grupo, que en 1988 eran trabajadores formales con estabilidad laboral o contratados temporarios, en 1994 realizaban changas en la construcción "por su cuenta".

En cuanto a la evaluación de las condiciones de vida familiares, las informantes del grupo cuyos jefes mantenían una ocupación formal consideraron mayoritariamente más favorable la situación general de la familia en 1994 por el carácter estable del trabajo del jefe asociado a la estabilidad general de los precios. El grupo minoritario que consideró peor la situación de 1994 manifestó como razones el aumento de gastos asociados al crecimiento de los hijos, así como el menor ingreso obtenido por el jefe en su trabajo "efectivo" y la falta de ayuda por parte del Estado.

La obtención posterior a 1988 de una situación estable en el trabajo principal fue el factor asociado a una situación familiar más favorable en 1994 en aquellos casos en los que el jefe se incorporó al sector formal desde la informalidad o desde una situación de contratado temporario. En este último caso, los trabajadores eran empleados por las industrias de la zona para realizar determinadas tareas o por empresas contratadas por dichas industrias para trabajos de limpieza o mantenimiento. Esos obreros gozaban de los beneficios sociales durante el lapso de contratación, pero se trataba de una situación de precariedad laboral dada la incertidumbre frente a la estabilidad del empleo. A través de los testimonios de las mujeres entrevistadas apareció claramente conceptualizada esta modalidad de inserción en el mercado de trabajo y su incidencia en las condiciones de vida: "... está trabajando en la Municipalidad y por eso está mejor ... El estaba en empresas, pero trabajaba hasta tanto tiempo, después se iban y tenía que pasar a otra, así. y hubo un tiempo que era difícil conseguir ... exactamente no digo que esté bien, bien, pero él tiene trabajo y es la seguridad..." (Entrevista N° 7, 1994).

En algunos casos, la incorporación al sector formal con estabilidad laboral implicó una elección por un menor ingreso: "Antes trabajaba dos, tres meses y se le cortaba capaz que un mes, mes y medio. Cuando emepzó en esta empresa ya iba a trabajar poco tiempo, se iba a ir él de ahí, pero después le dijeron, bah, le habían ofrecido, lo habían llamado de otra empresa, pero despues le dijeron en esta empresa que no, que lo iban a dejar efectivo, se quedó ahí, yo le dije. En la otra empresa iba a trabajar por lo menos más o menos dos o tres meses que es un paro, que pagan más pero le digo a él vas a trabajar tres meses, vas a cobrar sí plata pero vas a estar cuánto, un año sin trabajo. Entonces no,prefiero ganés poco, pero sé que el trabajo lo tenés seguro ...él es uno de los más viejos que está, él ya está efectivo. Por ahí se van terminando los trabajos, van cortando gente, pero él queda como está efectivo. Queda." (Entrevista N° 4, 1994). " ... mi esposo antes trabajaba en una empresa de YPF y, o sea, era mucho mejor el sueldo. Lógicamente que era un trabajo contratado, viste como son las empresas, ahora ... está efectivo, pero el sueldo es menos... por un lado a esta altura del partido me quedo con lo de ahora, porque ya mi esposo tiene 39 años y sabés que tiene un trabajo efectivo, digamos, para tener una jubilación y todo eso. Las empresas es como todo, como es temporario te rinde..." (Entrevista N° 15, 1995).

El logro de estabilidad laboral por parte del jefe condicionó en muchos casos la interrupción de la participación económica femenina en el mercado de trabajo y permitió obtener una serie de ventajas (créditos, compras al "fiado" en los negocios del barrio): "...él dijo: cuando yo entre a trabajar y quede efectivo, vos dejás de trabajar, me dijo... Y yo después renuncié, me dedico a estar con los chicos. Tengo que quedarme en mi casa también, no puedo tampoco abandonar a mis hijos. Porque si él trabaja, yo ya me quedo en casa. Porque es así el trato: él quedaba efectivo y yo me quedo, yo ya no trabajaba más..." (Entrevista N° 11, 1995, unidad doméstica de 8 miembros, ingreso familiar: $800) "... sabés porqué estamos mejor ahora, porque mi esposo tiene trabajo seguro. Por eso. No porque haya cambiado nada lo de antes y lo de ahora. Porque el cambio de gobierno eso, supongo que estamos peor ahora, pero en el sentido que digo del trabajo de nosotros, del trabajo de mi marido, por eso. El tiene trabajo seguro, por ese motivo. (...) Porque él nunca tuvo trabajo efectivo, es la primera vez. (...) O sea que nosotros podemos sacar crédito y saber que se va a poder pagar (...) porque una vez que vos tenés trabajo efectivo, vos vas a un negocio, vas y le decís dame anotado y te lo dan porque sabés que estás trabajando y que lo podés pagar. Pero si vos no tenés un trabajo efectivo no te quieren dar." (Entrevista N° 11, 1995, Ingreso familiar: $800, 8 miembros).

Asimismo, la pérdida de estabilidad laboral fue destacada por las informantes del grupo cuyos jefes comenzaron a desarrollar actividades informales con posterioridad a 1988, valorando negativamente la situación familiar global de 1994 en forma mayoritaria.

Los trabajadores con larga historia de informalidad, en tanto, se inclinaron mayoritariamente por una evaluación favorable de la situación familiar de 1994, basándose principalmente en la estabilidad general de los precios.

En síntesis, la posesión de un trabajo estable resultó el eje central en los testimonios recogidos para definir la situación familiar global. Este aspecto, asociado a la estabilidad general de los precios, fue el de mayor peso para considerar como más favorable, a pesar de los magros ingresos, la situación de 1994 en relación a 1988, momento asociado por las informantes a las situaciones de brotes hiperinflacionarios.

La incorporación por parte del jefe de familia al sector formal de la economía o su pertenencia al mismo fue valorada positivamente por las informantes en función de la estabilidad laboral asociada, sin mencionar la protección social que este tipo de inserción laboral implica. Aún el tránsito de los jefes contratados temporarios, con beneficios sociales, hacia un "trabajo efectivo" con menor sueldo es evaluado favorablemente por la seguridad asociada.

En este sentido, la situación de precariedad laboral destacada por los testimonios recogidos atraviesa la situación de formalidad/informalidad laboral y se relaciona con la esencia del trabajo precario señalada por Neffa (1985): la inseguridad frente a la estabilidad del empleo.

Esta perspectiva apareció vinculada con la valoración de la estabilidad general de precios, como factor que posibilitaba la planificación de los gastos y la solicitud de créditos. En algunos casos, aún sin contar con un trabajo estable, esta valoración de la estabilidad general condicionó una evaluación favorable de la situación familiar por parte de las informantes, en las que pesaba fuertemente el recuerdo de las situaciones de hiperinflación.

Notas

(1) Según este censo, una "villa de emergencia" es un "conjunto de viviendas localizadas en terrenos de propiedad de terceros, carentes de infraestructura urbana y de servicios públicos, desarrolladas al margen de normas legales y de ordenenzas municipales y construidas con una alta densidad demográfica".

(2) "Este concepto conlleva la idea de que los pobres no están simplemente colocados 'ahí', como masa inerte excluida de participación en la sociedad moderna. Por el contrario, tenemos la imagen de una clase dinámica, comprometida con una miríada de actividades que, si bien no están altamente remuneradas, por lo menos proveen para su subsistencia y la de sus hijos. Esta imagen se hace más clara en las investigaciones recientes, contrapuesta al concepto de 'marginalidad', término favorecido en los últimos años para designar pobreza y que denota más bien una exclusión pasiva que una presencia económica dinámica (Portes, 1984).

(3) Mezzera (1987), uno de los exponentes de esta perspectiva analítica, ha definido al sector informal urbano como "el conjunto de unidades productivas -incluyendo las que consisten sólo en un trabajador por cuenta propia- que son el refugio de quienes, al ser exlcuidos del sector moderno, se ven forzados a inventar modos de obtener algún ingreso con muy escaso capital y otros recursos complementarios al trabajo".

(4) Portes (1984) considera que la informalidad abarca la suma total de las actividades que producen ingresos a las que se incorporan los miembros de una familia, excluyendo los ingresos provienientes de empleos contractuales y legalmente regulados.

(5) A través de la encuesta aplicada durante los trabajos de campo realizados en Punta Lara se recogió información sobre los siguientes beneficios sociales: salario familiar, aportes jubilatorios y obra social.

(6) "La hipótesis que propongo... es considerar a las actividades informales como actividades gestadas mayoritariamente por individuos que cuentan con muy escasos recursos. Constituyen la alternativa que está al alcance de sus manos y que les permiten subsistir en el medio urbano. Pero gestadas desde abajo, con muy pocos recursos, y mayormente por individuos con pocos años de educación y escasa calificación, los ingresos que obtienen rara vez alcanzan el mínimo establecido."(Saraví, 1996).

(7) Siguiendo a Torrado (1992), se consideraron las siguientes categorías ocupacionales: a) empleadores: personas que dirigen sus propias empresas económicas, o que trabajan en una profesión u oficio, y que emplean a uno o más trabajadores que no sean familiares o aprendices sin remuneración.

b) asaslariados: personas que trabajan para empleadores públicos o privados y que reciben remuneración por su trabajo en forma de salario, sueldo o comisión, pagos a destajo o pagos en especie.

c) trabajadores por cuenta propia: personas que explotan su propia empresa económica, solas o asociadas con otros dueños, o que trabajan independientemente en una profesión u oficio, sin ocupar asalariados o sólo con la ayuda de familiares o aprendices sin remuneración.

d) trabajadores familiares no remunerados: personas que trabajan sin recibir remuneración, por lo menos una tercera parte de la jornada normal de trabajo, en una empresa económica explotada por cualquier miembro de la familia.

(8) Rama de actividad: da información acerca del sector de actividad en el que se insertan los trabajadores. Esta ubicación por rama se construye a partir del tipode producción llevada a cabo por el establecimiento en que trabaja el individuo, de acuerdo a los bienes o servicios que éste produce y a la naturaleza del proceso que realiza.

Bibliografía

- Castells, M. y A. Portes (1995): "El mundo debajo: orígenes, dinámica y efectos de la economía informal", en Tokman, V. (comp.), El sector informal en América Latina. Dos décadas de análisis. Consejo Nacional para la cultura y las artes, México.

- Colman, Oscar y colaboradores (1992): "La problemática agroalimentaria en la Argentina (1970-1988)", en Estudios e Investigaciones, N° 8, Fac. de Humanidades y Cs. de la Educación, UNLP.

- Mezzera, Jaime (1987): "Abundancia como efecto de la escasez", en Nueva Sociedad, N° 90, Venezuela.

- Monza, Alfredo (1993): "La situación ocupacional argentina. Diagnóstico y perspectivas", en Minujin, Alberto (editor), Desigualdad y exclusión. Desafíos para la política social en la Argentina de fin de siglo, UNICEF/Losada, Buenos Aires.

- Neffa, J.C. (1985): Condiciones y medio ambientte de trabajo y remuneraciones de los trabajadores precarios. Reunión técnica sobre administración del trabajo y precarización del empleo. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y CIAT/OIT, Buenos Aires.

- Pérez Sáinz (1991): Informalidad urbana en América Latina. Enfoques, problemáticas e interrogantes. FLACSO, Editorial Nueva Sociedad, Guatemala.

- Pérez Sáinz, Juan Pablo (1995): "Globalización y neoinformalidad en América Latina", en Nueva Sociedad, N° 135, Venezuela.

- Portes, Alejandro (1984): " El sector informal: definición, controversias, relaciones con el desarrollo nacional", en Walton y otros, Ciudades y sistemas urbanos. Economía informal y desorden espacial. CLACSO, Buenos Aires.

- Saraví, Gonzalo (1994): "Pobres e ilegales. Mirando en el sector informal", en: Quirós, Guillermo y Gonzalo Saraví, La informalidad económica. Ensayos de Antropología urbana, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires.

- Saraví, Gonzalo (1996): ""Marginalidad e informalidad: aportaciones y dificultades de la perspectiva de la informalidad", en Estudios sociológicos, XIV: 41, México.

Buscar en esta seccion :