V Congreso de Antropologia Social

La Plata - Argentina

Julio-Agosto 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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V CONGRESO ARGENTINO DE ANTROPOLOGÍA SOCIAL LO LOCAL Y LO GLOBAL. La Antropología Social ante un mundo en transición.

La Plata. Argentina. 29 de Julio al 1 de Agosto de 1997.

Comisión de trabajo: Antropología Política

"De Belén a la Rosada. Tramas del poder local y nacional en la etnografía de Esther Hermitte".

Autores: Ana Domínguez Mon, Lorenzo Cañás Bottos y Pablo Perazzi

Lugar de trabajo: Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras -UBA-.

Especialidad: Antropología Social Argentina/Etnografía.

Cargos: Investigadora y auxiliares de investigación.

Introducción

Esther Hermitte dejó un rico material etnográfico, mucho sin publicar, que nos ha permitido elaborar algunas reflexiones actuales sobre una obra escrita principalmente en el periodo que comprende la década de fines de los '60s y de los '70s. De la obra en su conjunto hemos seleccionado la producción destinada al área del noroeste argentino, y más precisamente a la provincia de Catamarca1 . De esta producción hemos escogido cinco textos en los que Hermitte presenta diferentes problemas teóricos apoyándose en datos empíricos de dicha zona (Hermitte y Herrán, 1970 y 1977; Hermitte, 1972a; 1972b y 1973). En ellos conjuga preocupaciones teóricas y conceptuales a través del análisis de categorías e instituciones sociales aplicadas a los resultados de investigación de un proyecto titulado La organización social y el sistema económico de una comunidad del noroeste argentino dirigida por ella, realizada en el Instituto Torcuato Di Tella.

La lógica expositiva de nuestra ponencia intenta seguir las categorías nativas intentando conjugar estas nociones con nuestras preocupaciones investigativas: ¿cómo piensa una antropóloga a fines de los sesenta el problema de la articulación entre las economías locales y la economía nacional? ¿Cuáles son los límites de su análisis y qué evidencias presenta para mostrarnos esta lógica expositiva? La provincia de Catamarca nos pareció la más sugestiva para plantearnos la vigencia del análisis antropológico por dos razones fundamentales: en esa provincia se puede visualizar con mayor claridad las relaciones sociales subordinadas que se entablan a partir del sistema productivo local con la provincia y de ésta con la Nación. Por su significación histórico económica, la autora la caracteriza como marginal, frente al polo de desarrollo central porteño y en virtud de viejos mecanismos conectivos en los que se ponen en juego disputas locales para hacerse de los recursos necesarios. Lo local se encarna en la comunidad y para ello selecciona a la ciudad de Belén.

"En nuestro caso el nivel seleccionado es una ciudad cabecera de departamento -Belén, en el oeste catamarqueño-, que compite con otras 15 similares de la provincia (constituida por 16 departamentos con sus respectivas ciudades cabeceras), a la que a su vez se halla en reñida competencia con otras provincias a causa de su desarrollo y alto grado de dependencia" (Hermitte y Herrán, 1977:239).

Caracteriza el peculiar crecimiento y a la estructura social belenista identificando tres rasgos geográficos y demográficos: 1- Pese a su desarrollo tardío, Belén se transforma rápidamente en una población criolla homogénea para fines del siglo XVII (habiendo experimentado la estratificación social de blancos, indios, mestizos y negros).

2- "Su ubicación central para el comercio interregional la convirtió en un centro de distribución importante para el oeste catamarqueño. Coincidiendo con esa privilegiada ubicación comercial, la región de Belén era el hábitat de los rebaños de vicuña y llamas, lo que contribuyó a que eventualmente llegara a ser la más importante de las poblaciones tejedoras de la región" (Hermitte, 1973:36).

3- "La aridez del clima, que hacía indispensable el riego para los cultivos, conjuntamente con la donación de las tierras a la iglesia constituyó un freno al potencial agrícola local, reafirmando más aún la importancia decisiva de la artesanía textil" (Ibídem, 37) Estos rasgos que se evidencian a partir del análisis de datos históricos regionales, se confirman cuando la autora analiza el "escaso desarrollo de la provincia de Catamarca", a través de los "bajos índices de inversiones en tecnología, recursos naturales, (cuya explotación está ligada a un determinado nivel tecnológico y a capital previamente acumulado), innovaciones, crecimiento de la fuerza de trabajo". (Hermitte y Herrán, 1977:240).

Estas variables actúan como predeterminantes para el desarrollo inducido desde afuera, transformando los planes nacionales de desarrollo provincial en meros planes de asistencia (debido -en parte- a que las estructuras tradicionales de poder, mediante las cuales se hace posible a la comunidad el acceso a los recursos necesarios, han obtenido esa posición justamente debido a dicha situación marginal). Otro tanto ocurre con la explotación minera, la agricultura y la ganadería, que si bien en ellas reside el mayor potencial económico, son, sin embargo las que reflejan las limitaciones provinciales para encontrar una salida económica. Por otro lado, el fenómeno emigratorio masculino (tanto temporario como permanente), que la autora registra ya desde el período colonial y que se acentúa con las características actuales, como en constante aumento, es uno de los rasgos que señalan a una economía expulsora.

La tejeduría en manos de las mujeres caracterizó distintivamente al desarrollo local, adquiriendo ciertas peculiaridades: capacitó a las mujeres para participar en las relaciones patrono-cliente (por la necesidad del acceso al mercado tanto para obtener materias primas como parar colocar en él los productos terminados). Dentro de la clientela, las mujeres fueron la mayoría, que por otra parte necesitaban del apoyo y mediación de los patronos que ocupaban un status privilegiado. De esta forma se constituyen patrones culturales a través de la división social y sexual del trabajo: las mujeres en la tejeduría y los hombres en la agricultura y otras ocupaciones. Estas actividades, ya por restricciones ecológicas o por alternativas más favorables fuera de la comunidad, debilitaban cualquier "redefinición de las actividades económicas masculinas versus las femeninas en la comunidad" (Hermitte, 1973:37).

Estas evidencias nos llevaron a preguntarnos ¿cómo explora las cuestiones de género, habida cuenta que presenta como resultado un dato más que original para los trabajos antropológicos (y de las Ciencias Sociales en general) latinoamericanos por ese entonces: "However, weaving and commerce in ponchos is "womans's work". In contrast to the norm for Argentina and mot of Latin America, some women in Huarco have become the links between the domestic group (and the local community) and the larger, market-oriented, modern world outside the town" (Hermitte, 1972a:160).

Esta evidencia será central a la hora de considerar las relaciones sociales de poder, incluidas las relativas a los varones y las mujeres. ¿Cómo abordó Esther Hermitte las relaciones de género, sin preocuparse teóricamente por ellas? En principio querríamos evitar viejas controversias al interior mismo de la teoría feminista en que estudios destinados a la mujer no contemplan las relaciones de género2 , puesto que toda relación social comprende no solo los roles y las funciones de las personas femeninas en tanto poder oponerlas a otras personas masculinas. Consideraremos al género como "operador de reconocimiento de un campo específico entre las categorías de diferenciación" (Marilyn Sthrathern en: Kofes, 1992:22). Como conjunto de ideas "podemos percibir su actuación en el modo en que la sociedad clasifica los roles y construye los estereotipos. A cada sexo se le asignan determinados roles (por ejemplo, asalariado/ama de casa), y que muchas veces son congruentes con las ideas existentes sobre cómo los hombres y mujeres se comportan, piensan y sienten" (Sthrathern, 1979: 136).

Como bien señala Suely Kofes, citando a Marilyn Sthrathern, la Antropología desde sus comienzos ha procedido a relevar formas de clasificar personas, acciones, eventos y relaciones sociales en las cuales está involucrada la noción de género. Si bien el tratamiento efectivo del género como categoría social sólo arriba a esta disciplina después de derroteros difíciles, el abordaje de las relaciones políticas entre los sexos, de la división sexual del trabajo y de las jerarquías sociales, han sido a no dudarlo, eje de todo análisis antropológico.

Nuestra intención se orienta a presentar la forma en que la autora, a través del análisis del sistema productivo y social local, basado en relaciones asimétricas de poder, releva relaciones de género construidas a partir de relaciones sociales históricamente construidas. De manera que la exposición de nuestro argumento se dirige a presentar relaciones de poder local (comunal y provincial) en articulación con relaciones de poder nacional, a través del análisis de las relaciones sociales de género, como evidencia de estas relaciones de poder. La autora nos propone ciertas categorías para entender su argumento de que la dependencia de lo local de lo provincial, reproduce la dependencia de la provincia versus la Nación. Estos niveles de sujeción social, política y económica, se ponen de manifiesto en la forma peculiar que adoptan ciertas instituciones sociales, analizadas por la autora, a partir de conceptos y categorías sociales que merecen un mínimo de desarrollo crítico para su comprensión.

La articulación de las categorías.

La autora se planteaba una pregunta que retomamos para analizar los aportes de su producción: ¿cómo se maneja en una zona geográfica marginal tanto el acceso a recursos extralocales como lograr la colocación de sus productos locales en los mercados provincial y nacional? ¿En qué medida esta marginalidad geográfica, esta dependencia económica se articula con una estructura social tradicional, articulada al poder político-económico local y nacional? Las relaciones sociales locales determinan la forma de acceso a los recursos a través de los mecanismos directos e indirectos de obtención de bienes y servicios. Estas relaciones se imbrican en formas específicas de subordinación-dominación como son las relaciones patrono-clientelares y la institución social del compadrazgo. De esta manera el capital económico (los ponchos y las mantas de lana de vicuña, llama, etc.) se transforman en capital político vinculando de manera a veces conflictiva a sectores económicos locales, con funcionarios del Estado y del poder político local, provincial y nacional.

"El problema de la relación entre un sector del sistema social, en este caso una ciudad de provincia, y el todo del que forma parte, la sociedad nacional, puede exigir un enfoque que abarque varias dimensiones; por ejemplo, los roles que vehiculizan esta articulación, las situaciones sociales específicas en las que se manifiestan frenos o una agilizacion de la articulación, y también una perspectiva histórica que ilustre las sucesivas etapas del proceso articulatorio.

Nosotros hemos elegido una forma de análisis sincrónico, centralizado en el flujo de recursos desde la sociedad nacional hacia la comunidad, y nos ocuparemos especialmente de las acciones que tienen lugar a nivel local para captar esos recursos externos necesarios" (Hermitte y Herrán, 1977: 238).

"Sin embargo los canales de comunicación entre la comunidad y la Nación no están abiertos a toda la población y ese acceso está limitado a una minoría ubicada estratégicamente en el sistema social total." (Hermitte y Herrán, 1970: 296) "La solución [para los pequeños agricultores] es, frecuentemente, vender el excedente agrícola a los acopiadores locales, comerciantes o grandes agricultores, que a su vez venden a mercados regionales o nacionales. Esta última decisión no es tan circunstancial como puede aparecer sino que con ella se inicia una relación de "multi-hebras", es decir una relación a la que se agregan mutuas prestaciones de servicios de las que se benefician ambos participantes.

Con todo hemos elegido tratar separadamente al problema de las "teleras" no solo por que se trata de una artesanía a diferencia de la agricultura sino, y fundamentalmente porque es en ese tipo de producción que se hace más patente la necesidad de vinculación con el mercado extralocal ya que el producto se comercializa en su totalidad. A consecuencia de esto el tejido adquiere influencia decisiva en la economía de Huarco y la trama de interacción es mucho más tupida que la de la agricultura." (Ibídem: 298-9) El concepto de articulación social se presenta como eje del análisis en los trabajos y vinculante entre otras categorías analíticas. Las instituciones intersticiales cumplen un papel fundamental en el proceso de articulación. Hermitte reconoce como tales a las unidades domésticas, las alianzas asimétricas: relaciones patrono-clientelares, a las simétricas, entre actores de similar status y poder: relaciones reciprocitarias y las de los grupos superordinados, como unidades captadoras de recursos.

Nos interesa resaltar la vigencia de este análisis, por el cual, y más allá de nuestros reparos teóricos a los alcances explicativos de algunas de ellas, es posible rastrear en el presente, la manera en que las categorías utilizadas nos permiten pensar la situación política actual. Esto es ampliar el análisis de las relaciones políticas locales y nacionales para que se incluyan también las dimensiones económicas, sociales y simbólicas de las instituciones intersticiales.

Pensadas las categorías de la autora como categorías nativas, seguiremos su lógica a través de las instancias descriptivas utilizadas para dar cuenta del sistema productivo catamarqueño. ¿Que de lo local se va constituyendo en un patrón de relación social vehiculizado por "redes de interacción y la influencia de los respectivos cursos de acción sobre la comunidad como un todo"? A partir del análisis de estas instituciones intersticiales abordaremos la lógica de análisis que nos propone la lectura de esta obra.

La unidad doméstica o la urdimbre de la subalternidad femenina.

La industria de la tejeduría se desarrolla en el seno del hogar. La unidad productiva dominante es la unidad doméstica en la que se encuentra la telera (artesana textil) madre soltera y jefa de familia con sus hijos. Esta es una muy viable unidad productiva en la que la presencia más o menos esporádica del hombre no altera fundamentalmente la díada materna. En el hogar, todas las mujeres del grupo doméstico pueden participar de la tejeduría artesanal. Las niñas son socializadas tempranamente en esta actividad "...pero los varones no pueden ser llamados a cooperar en la misma medida y los patrones culturales locales que enfatizan el tejido como tarea exclusivamente femenina les facilitan el escape hacia la agricultura o sino a algún tipo de "changa". Hay un dicho local que sintetiza ciertas actitudes de rechazo hacia el tejedor masculino: "Tejedor, es maricón" (Hermitte y Herrán, 1977: 300).

La autora caracteriza, a las actividades como intrínsecas a determinados patrones culturales sexuales: la agricultura es masculina y la tejeduría es femenina, feminizando en la práctica a quienes la ejercen. Pese a la caracterización femenina del rol de telera, éste se superpone al de ama de casa, madre y hasta de vendedora de otros artículos que permitan otros ingresos que momentáneamente separan a las mujeres de la práctica de tejeduría3 .

Esta práctica requiere de habilidades o destrezas técnicas que son adquiridas a través de la socialización femenina. A través de la enseñanza de la artesanía textil, se socializa a las niñas en una esfera de lo femenino, a la vez que se las inserta en un circuito de relaciones de producción local de las que serán partícipes una vez que sean mujeres. Estos grupos de mujeres no son homogéneos sino que expresan la segmentación social a través de la polarizada estructura de clases provinciana. Por lo que la organización en grupos extensos, cede frente a la importancia que adquiere la unidad doméstica de producción. La inserción de estas unidades de producción varía según sea su ubicación en el sistema productivo (acceso a mercados y a crédito)y son clasificadas por Hermitte y Herrán en tres tipos diferentes de teleras según el acceso a la mano de obra, a la materia prima, a los mercados y al crédito. La clasificación presenta tres tipos que va a permitir determinar el tipo de relaciones sociales que surgirán tanto entre ellas como con otros actores. A través de éstas se logra el acceso a los recursos principalmente por medio de relaciones comerciales, patrono-clientelares, que se refuerzan a través del parentesco ritual (por la institución del compadrazgo).

Siendo el grupo doméstico la unidad mínima de producción, dependerá de la vinculación que establezcan con los otros grupos (que trabajen para terceros o que la mano de obra satisfaga quede limitada al grupo doméstico -tipos A y B respectivamente-), la articulación que estos tengan con quienes tienen facilidad de acceso a recursos fuera de la comunidad (tipo C), constituyéndose en "teleras empresarias".

Por ende la comunidad, lo local, aparece como lo "femenino", allí se establecen las relaciones personales, cara a cara, aunque de subordinación. La autora señala la importancia de esta proximidad en una comunidad cuya distribución ocupacional por sexos, evidencia una importante fuerza de trabajo femenina en la industria textil, como lo relevan los censos poblacionales de 18694 .

Los hilos del poder local: teleras, patronas (es) y políticos.

Los tres tipos sociales caracterizados por Hermitte y Herrán, se articulan entre sí y con el mercado local y el Estado a través de las instituciones intersticiales, la ya mencionada del grupo doméstico, como las relaciones asimétricas patrono-clientelares. De esta manera las teleras ubicadas desventajosamente en la estructura social local, se vincularán con patronas que facilitarán su acceso a recursos y al mercado. Estas articulaciones se constituyen como tales a partir de relaciones sociales históricamente establecidas. Nos referimos a que denomina instituciones intersticiales a formas organizativas que ya se visualizaban en la época de la colonia y que aparecen caracterizando un sistema productivo local altamente dependiente de recursos extralocales (cueros, bienes y servicios no producidos en Belén y mercados). De ahí que el ingreso a la clientela de uno de las (os) "patronas" (es) locales implique no sólo una articulación de tipo económico, sino una red compleja de reciprocidades (de ninguna manera simétricas), que hace que haya beneficios crediticios, y de favores en los que se involucran otros sectores (acopiadores de lana o profesionales -médicos por ejemplo-) que permitirán la reproducción cotidiana de esa unidad doméstica. Hay formas de intercambio (consideradas por Hermitte y Herrán como intercambios simétricos) en los que las transacciones trascienden las fronteras del grupo doméstico, conocidas como cambio de mano o vuelta de mano. Estas formas no estables de cooperación que se apoyan en una vieja institución de cooperación comunal llamada minga, por la cual se reúnen un grupo de teleras para terminar un tejido -enterar una tela. Esta ayuda recíproca está fuertemente determinada por los factores económico-geográficos que restringen la actividad económica local y provincial a actividades temporales.

De esta forma, tanto la migración masculina (temporaria o permanente) y los recursos provenientes del Estado (empleo público y créditos), orientan las conductas productivas hacia un mercado local débil y subordinado a las necesidades del mercado provincial y nacional. Recordemos que la producción de mantas y ponchos no sólo fluctúa estacionalmente (disponibilidad de recursos y tecnología) sino que la demanda es temporal (destinada a las estaciones frías). Este análisis contiene en las relaciones asimétricas aspectos de la estructura del poder político local, en la cual las teleras empresarias pueden disputar un lugar en el mismo siempre que ellas mismas estén "apadrinadas" por algún jefe político local. Lo político es constitutivo de estas relaciones personales (muchos de ellos son padrinos de sus clientes económicos y políticos) y por otro lado las relaciones crediticias establecen dependencias de por vida entre los sectores de escasos recursos y los poseedores de los medios de producción.

¿Es posible entonces algún tipo de desarrollo local que pueda esquivar el poder continuo de los intermediarios locales? ¿El Estado no conoce estas estructuras de poder local como para no verse tentado a adaptarse a la estructura social local y reproducirla? (esta perspectiva toma la instancia "Estado/comunidad" desarrollada por Pitt-Rivers en 1961).

Las alianzas simétricas (sectores superodinados)

Por las características del sistema de patronazgo (asimétrico y vertical), se configura una serie de bloques que compiten, a partir de una posición similar, por un lugar en el proceso productivo de quienes lo encabezan. La competencia comporta relaciones de disputa tanto en relación a la reclutación de mano de obra (clientela) como a nivel de la comercialización del producto con exclusión expresa de alianzas duraderas. Son algunas situaciones coyunturales las que convocan a alianzas que permiten el surgimiento de patronas como sector superordinado. Estas alianzas surgen como respuesta a amenazas externas al sistema de patronazgo o "cuando alguna iniciativa implica la posibilidad de que los sectores subordinados se alíen y logren eventualmente su independencia" (ibídem, 248).

Presentado de esta manera, la estructura de poder forma un núcleo fuerte económico-social con estribaciones en el poder político local y nacional, puesto que quienes son electos a nivel local, son los que además facilitan la articulación local con instancias mayores. Hermitte y Herrán exponen la situación de ascenso social desde los grupos étnicos locales (un ejemplo de ello son los inmigrantes siriolibaneses (turcos) que aparecen como los buscadores de ahijados de la comunidad. Son inmigrantes relativamente recientes (debe entenderse posteriores a la conformación del Estado Nacional) , con necesidad de establecer vínculos con los poblaciores siguiendo patrones de conducta institucionalizados" (Hermitte y Herrán, 1970: 306). Se los puede ubicar en la categoría de comerciantes y acopiadores, que generan sentimientos de hostilidad en los pobladores locales. Su preocupación por establecer vínculos de parentesco local se evidencia tanto en los parentescos como en la preocupación por integrar la vida política local. Un ejemplo claro de esta caracterización se sintetiza en la persona de Vicente Leónides Saadi, quien proveniendo de una familia de inmigrantes siriolibaneses, legitima su ingreso a la estructura social local casándose con Alicia Cubas "...la novia, puso el apellido y el linaje de una familia patricia empobrecida, descendiente de José Cubas, el gobernador catamerqueño que combatió a Rosas y terminó como un mártir, degollado el 4 de noviembre de 1841" (Morandini, 1991: 25).

Legitimada la descendencia y aumentado su poder político al constituirse en el primer gobernador de origen árabe, Saadi concentra en su persona y el de su descendencia el estereotipo de patrono local y provincial, sobre todo porque es oriundo de Belén.

Los nudos del poder local en el mercado y la política nacionales: de Belén a la Rosada.

Hermitte y Herrán ponen de relieve uno de los aspectos más significativos de Belén -alias Huarco- su carácter dependiente de la Nación. La provincia de Catamarca no posee recursos económicos suficientes para sobrellevar un presupuesto cargado de déficit y que sobrevive gracias a los subsidios nacionales. Presentan como evidencia el presupuesto provincial para 1968, el monto del aporte provincial con recursos propios y la coparticipación federal en los impuestos nacionales. En la cifra citada por los autores es incuestionable la diferencia entre el presupuesto y lo recaudado, siendo el déficit un monto superior a la ayuda prestada desde el Estado-Nación. ¿Podría ,o como podemos legítimamente preguntarnos aún hoy, una comunidad y una provincia organizada con estrictos patrones sociales y escasos canales de acceso entre la comunidad y la Nación establecer un patrón autónomo de desarrollo local? Si este acceso limitado a una minoría estratégicamente ubicada en el sistema social local congela relaciones sociales desiguales, ¿podrían prosperar propuestas de desarrollo autónomo local? Los autores dicen no. Las cooperativas han fracasado y fracasarán según Hermitte y Herrán, las acciones de ayuda nacional (ver Informe al Consejo Federal de Inversiones) por estas estructuras de poder local. Luego las imposibilidad desde el gobierno nacional de desarticular estos poderes locales obedece, según los autores a una ceguera o incapacidad desde la Nación de poder intervenir desarticulando estos bloques de poder local. Los autores no lo dicen, pero podemos inferir que estos bloques son funcionales a las relaciones patrono-clientelares extracomunales. Finalmente los obstáculos al crecimiento local ¿refuerzan y vehiculizan otras relaciones de poder que fortalecerían el poder nacional? Tal vez la historia reciente catamarqueña, la imposibilidad de resolver un crimen de una joven del sector menos favorecido supuestamente a manos de sectores del poder local, nos permiten pensar que este poder tiene aliados a nivel nacional5 .

La comunidad queda atrapada en lógicas de poder que exceden los vínculos locales y que cristalizan situaciones históricamente construidas, en las que los que menos posibilidades tienen de un acceso al sistema productivo, reproducirán estas instituciones intersticiales en sus estrategias de reproducción cotidiana.

Hilando fino, pero no tanto (a modo de conclusión).

Intentamos presentar las evidencias que una antropóloga brindó en su etnografía a partir de argumentos propios de la lógica del relato etnográfico. Sin ánimo de querer clasificar su obra, nuestro interés estuvo sobre todo orientado a ponderar la vigencia de los textos etnográficos toda vez que indagan en esta multidimensionalidad de la vida social. Consideramos que la producción contiene aspectos conflictivos en cuanto a la interpretación que la autora realiza de estos conflictos al crecimiento planteados como obstáculos culturales. No obstante, en los textos escritos con Herrán se vuelve sobre estos límites intentando una articulación entre las dimensiones de lo social, lo político y lo económico, que nos permiten pensar que la autora está presentando estas estructuras de poder no sólo desde la imposición sino del consenso históricamente construido.

Vale la pena mencionar la categoría género, vigente en sus análisis (sobre todo en los textos elaborados por ella sola) en la que pone en evidencia el lugar de lo femenino y de lo masculino en la constitución de las relaciones sociales locales. La pregunta ausente es, por qué un sistema productivo que llega a aceptar en los bloques-patrono-clientelares a las mujeres, las expulsa a nivel de poder provincial? Nosotros intentamos pensar esta lógica de relaciones personales como parte constitutiva de la comunidad, ámbito de lo femenino. En la localidad las mujeres fueron instaurando legítimamente su importancia, la comunidad contiene a las mujeres y alienta la partida de los varones. Ellas garantizan cierta reproducción de lazos tradicionales en los que se apoya el poder político local. Tal vez María Soledad pensara que hay otros límites fuera del horizonte local, tal vez soñar con esos límites tuvo su precio.

Bibliografía.

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- - - (1977), Sistema productivo, instituciones intersticiales y formas de articulación social en una comunidad del noreste argentino, en: Hermitte, E y Bartolomé, L Procesos de articulación social, Buenos Aires, Amorrortu editores.

Hermitte, E (1972a) Ponchos, Weaving, and Patron-Client Relations in Northest Argentina en: Strickon, A. y Greenfield, S (Comp.), Struture and Process in Latin America, New Mexico, University of New Mexico Press.

- - - (1972b) Asistencia técnica en materia de promoción y asistencia de la comunidad en la provincia de Catamarca, Informe Final, Contrato Consejo Federal de Inversiones.

- - - (1973) Crecimiento y Estructura de una comunidad Provinciana de Tejedores de Ponchos: Belén 1678-1869, en: IXth International Congress of Anthropological and Ethnological Sciences, Chicago, USA, Jacobson, D (1991), Reading Ethnography, New York, SUNY Press.

Kofes,S (1992), Categorias analítica e empírica: gênero e mulher: disjuncoes, conjucoes e mediacoes, en mesa redonda: Estudios de Genero: a interdisciplinariedade no campo teórico e a subjetividade no campo metodológico, XVIII Reuniao da Associaciacao Brasileira de Antropologia (ABA), Belo Horizonte, 12-15 abril.

Lamas, M (1986), La antropología feminista y la categoría "género", en: Revista Nueva Antropología, vol, VIII, N°30, México.

Morandini, N (1991), Catamarca, 2da. edic., Buenos Aires, Ed. Planeta.

Strathern, M (1979), Una perspectiva antropológica, en: Harris, O y Young, K (Comp.), Antropología y feminismo, Buenos Aires, ed. Anagrama.

Zicolillo, J. y Montenegro, N (1991), Los Saadi. Historia de un feudo: del 45 a María Soledad., Buenos Aires, Ed. Legasa.

NOTAS

1 Esta produccion pertenece al periodo historico que indaga el Proyecto UBACyT (FI 067) Antropología y Nación. La invención etnográfica de la Argentina, dirigido por Rosana Guber.

2 Remitimos para la discusión acerca de la crítica a los estudios androcentricos en antropología los trabajos de Lamas, 1986; Sthrathern, 1979 y Kofes, 1992.

3 Varios problemas confluyen para dificultar la práctica intensiva de las teleras: la irregularidad de la provinción de los curso, las disponibilidad de dinero para su adquisición, las caractarísticas de los niveles técnicos de cada telera: la técnica textil practicada -hilado y torcido a mano de la hebra y tejido en telar criollo- es poco productiva. (Hermitte y Herrán, 1970: 300).

4 La distribución ocupacional de hombres y mujeres evidencia que "el 75.3% de las ocupaciones femeninas estaban directamente relacionaldas con la industria textil. Un alto porcentaje de mujeres de más de 10 años, el 77%, eran económicamente activas mientras que entre los hombres, también de 10 años y más, el porcentaje era de 72%. Ambas son tasas altísimas de ocupación" (Hermitte, 1973: 29-30).

5 Un dato actual es la imposibilidad de trabar efectivamente el acceso a la banca de senador en la Cámara Alta al ex-gobernador Ramón Saadi (en el poder en el momento del crimen de María Soledad y destituido des pues de una intervención no conflictiva, acusado de malversación de bienes provinciales y, como dato significativo, hijo del patriarca Ramón Leónides Saadi).

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