49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA)

Quito Ecuador

7-11 julio 1997

 

Angel Villa Valvés

ARQ 16

Autor:ANGEL VILLA VALVÉS

RÍO NARCEA-GOLA MINES

Título de la Ponencia:

Las explotaciones Auríferas Romanas de el valle (Asturias). Un Modelo de Investigación Arqueológica en el contexto de la Minería Moderna.

Descubrieron los romanos en Asturias con su acostumbrada solicitud, grandes minas de oro, que hasta entonces no avian conocido los Asturianos las riquezas de su tierra, quando no tenían libertad para gozarla, porque en Asturias, Galicia y Lusitania, se sacava tanto oro, que cada vna de estas Provincias valia al Emperador veinte libras de oro, digo veinte mil libras de oro, como afirma Plinio en los cap. 3 y 4 del libro 33.

Luis Alfonso de Carvallo, 1695.

Antiguedades y cosas memorables del Principado de Asturias

INTRODUCCIÓN

A fines de 1996 dieron comienzo las excavaciones de lo que en un futuro inmediato habrá de constituir la primera de las tres cortas mineras proyectadas por la empresa Río Narcea-Gold Mines en el yacimiento asturiano de El Valle, localizado en el concejo de Belmonte de Miranda. Tras un prolongado proceso administrativo no exento de críticas y la fortísima contestación protagonizada por grupos conservacionistas, finalmente, la fase de explotación se ha puesto en marcha contemplando la realización coordinada de avanzados programas de tratamiento medioambiental, tanto en su vertiente natural como cultural .esos especuladores arteros que aún existen hoy y que faltos de capital, de conocimientos y de conciencia, han sido en gran parte causa y lo son hoy del descrédito de determinadas industrias. (1924, 96) .

Hasta el momento, en el ámbito del Patrimonio Histórico y en una primera fase de actuación, simultánea a la campaña de investigación y definición del yacimiento minero por parte de Río Narcea-Gold Mines, el gabinete de arqueología Prospectiva y Análisis ha desarrollado un ambicioso plan de trabajoen el que se contemplaban no sólo los aspectos arqueológicos habituales y de obligado cumplimiento en este tipo de intervención, sino que incorporaba a su proyecto un riguroso registro e inventario arquitectónico, etnográfico y artístico que ha permitido documentar, rescatar y restaurar aquellos elementos más notables del espacio sobre el que se pretendía actuar (VILLA, e.p. b).

En la actualidad, una vez comenzados los desmontes para la excavación de las cortas, la actividad arqueológica se orienta, preferentemente, hacia el control de los movimientos de tierra y la liberación de los terrenos afectados, comprobándose su potencial arqueológico y procediendo, según los casos, a la excavación exhaustiva de los elementos localizados o bien a un registro selectivo y significativo de los mismos. Este procedimiento exige disponer de plazos temporales suficientes para la correcta evaluación del riesgo arqueológico, estudio y elección de la actuación más adecuada y consiguiente ejecución. Esta planificación, de rentabilidad más que notable, ha sido propiciada por la coordinación y colaboración generada entre los distintos equipos profesionales con responsabilidad en el proyecto, ajustándose así, de forma rigurosa, a los principios expresados en el anexo a la recomendación del Consejo de Europa para la salvaguardia del patrimonio arqueológico en el contexto de las grandes obras públicas.

Esta comunicación, pretende exponer públicamente el modo de actuación arqueológica adoptado para el proyecto minero de El Valle e ilustrarlo con las diversas intervenciones iniciadas sobre las antiguas explotaciones de época romana.

EL ESTUDIO DE LA MINERÍA ANTIGUA EN ASTURIAS

La abundancia y diversidad de los recursos minerales en el territorio asturiano ha favorecido un temprano e intenso desarrollo de la actividad minera documentada ya en tiempos prehistóricos. Recientes estudios confirman el beneficio de las antiguas minas de cobre de El Aramo (Riosa) durante el III milenio (DE BLAS, 1996). Geólogos, historiadores, geógrafos y viajeros vienen dando cuenta desde hace siglos de las huellas que sobre nuestro paisaje han originado las labores extractivas. Así pues, son relativamente abundantes los testimonios bibliográficos que hacen referencia a la riqueza minera de Asturias y, en particular, a su beneficio durante la antiguedad. Aunque en sus opiniones se manifiesta una lógica disparidad en cuanto a la atribución cronológica, cultural y geológica del fenómeno minero, -como no podía ser de otra forma dado el desigual grado de conocimiento y formación propio de cada época y autor- se advierte en todos ellos una manifiesta admiración provocada por la magnitud de los trabajos conservados y acuerdo unánime en el significado relevante que tal actividad adquirió para los pobladores de Asturias en tiempos pasados.

Las primeras noticias referidas con cierto rigor acerca del fenómeno minero en la prehistoria y antiguedad se encuentran directamente vinculadas al desarrollo, durante la segunda mitad del siglo XIX, de proyectos de investigación geológica con fines industriales y puesta en marcha de nuevas explotaciones. El desembarco de capitales y técnicos que por aquel entonces se produjo en Asturias propició la publicación de un gran número de noticias referentes a trabajos mineros antiguos, si bien es cierto que tales informaciones se significaron por su marcado carácter descriptivo tan sólo en casos excepcionales. En términos generales, el laboreo de época antigua, fue considerado y así tratado en la bibliografía especializada, como un indicio más, en ocasiones de gran utilidad, para la identificación y re-explotación de viejos yacimientos. Por desgracia, el interés que los restos arqueológicos descubiertos por estos nuevos trabajos despertó entre las personas con preparación para apreciar su valor, directivos e ingenieros fundamentalmente, se materializó de acuerdo a los criterios que por aquel entonces definían una disciplina arqueológica aún balbuceante, muy próxima en sus postulados básicos al coleccionismo. Los hallazgos más notables fueron adquiridos de forma selectiva atendiendo a la belleza formal del objeto o a la calidad de su factura (cráneos con pátina de cobre, picos sobre asta de cérvidos, mazas de piedra, hachas metálicas..). Tan sólo una pequeña muestra de todas aquellas piezas se encuentran depositadas en la actualidad en instituciones museísticas. Desprovistos de un contexto arqueológico correctamente documentado, la información histórica aportada por estos materiales puede ser calificada, cuando menos, de limitada.

Por lo que a la minería del oro se refiere, hasta la publicación, durante las últimas décadas, de los trabajos de Claude Domergue y Javier Sanchez-Palencia, los historiadores se han aproximado al tema mediante referencias indirectas y muy superficiales, sin aportes significativos a las posiciones expresadas hasta comienzos de siglo por autores como Schulz, Paillette, Somoza o Fuertes Acebedo Nada encontramos hoy más allá de la dominación romana que nos indique el beneficio ó el conocimiento de nuestras rocas y metales, por más que ciertos trabajos y labores antiguos se atribuyan por algunos a los Fenicios. No así de los Romanos, de los cuales nos han quedado vestigios que atestiguan sus trabajos y sus excelentes conocimientos en estas ciencias, particularmente en la explotación minera [.] Pero fuese porque sus labores entendidas agotasen su beneficio, ello es que los naturales se cuidasen poco de su beneficio, ello es que pasa la dominación romana, los trabajos se paralizaron por completo, puede decirse, hasta los tiempos modernos. (1880, 10) .

En la actualidad, el estudio del fenómeno minero en la antiguedad ha evolucionado de forma importante, en buena parte gracias a las investigaciones desarrolladas por Javier Sánchez-Palencia en los yacimientos auríferos romanos de la meseta norte, trabajos en los que la interpretación global del territorio, de su ocupación y explotación, constituyen el objeto central de estudio (SÁNCHEZ-PALENCIA, 1991, 3).

LA EXPLOTACIÓN DEL ORO EN ÉPOCA ROMANA

Hasta fechas relativamente recientes no existía para Asturias un mapa en el que constasen la distribución y características principales de las labores mineras de época romana. La minería del oro ocupaba en el ámbito de la investigación histórica y arqueológica un papel secundario sobre el cual los investigadores han procurado pasar sin hacer excesivo ruido, actitud a la que sin duda no fueron ajenas las carencias propias de una formación vinculada al campo de las Humanidades. Resulta paradójico que un tema de la trascendencia del que nos ocupa, recurrentemente señalado como causa capital y referencia inexcusable para comprender el proceso de romanización emprendido en Asturias, en sentido pleno, hacia mediados del siglo I d.C., no suscitase un mayor interés y esfuerzo por parte de los especialistas. Sin embargo, durante los últimos años, esta situación se ha modificado de manera notable. El mapa de distribución de explotaciones auríferas elaborado por Sánchez-Palencia y Suárez (1985, 234-235) se ha visto incrementado de forma notable en aquellos municipios donde el inventario de yacimientos se encuentra finalizado. El avance en la elaboración de la Carta Arqueológica de Asturias y las excavaciones planteadas en diversos castros del sector occidental de la región están proporcionando una aproximación más correcta al conocimiento del complejo sistema de poblamiento establecido en estas comarcas en torno a la actividad minera. Las investigaciones de Elías Carrocera sobre los castros del occidente asturiano (1990, 136) han puesto de manifiesto la existencia en el siglo I d.C. de un sofisticado modelo de organización del territorio, planificado por el estado romano con el objetivo prioritario de favorecer el rendimiento óptimo de los recursos regionales y, muy particularmente, de sus yacimientos auríferos. Algunos de estos poblados, ocupados ya con anterioridad a la conquista romana, como han puesto de manifiesto las más recientes excavaciones del castro del Chao Samartín en Grandas de Salime (VILLA, en prensa), sufren una profunda reordenación de sus elementos estructurales más significativos. Así por ejemplo, el poderoso aparato defensivo desplegado durante los siglos anteriores al cambio de era pierde protagonismo en favor de un planteamiento urbano más abierto y confortable. Calles y plazas enlosadas, canalización de aguas residuales, espacios de probable disfrute público, decoración pictórica de las viviendas, etc. ilustran un modo de vida que, aún conservando rasgos tradicionales evidentes, adopta como propios y con innegable entusiasmo gustos y modelos de comportamiento característicos del mundo romano. Hasta qué punto estos hechos deben ser interpretados como un proceso de aculturación protagonizado por la población indígena o bien su generalización responde a la llegada de nuevos grupos humanos procedentes de regiones profundamente romanizadas, es cuestión largamente debatida. El examen de los materiales recuperados en este poblado revela evidentes contactos con los centros de producción alfareros de terra sigillata del valle del Ebro, vínculos aún más significativos si se consideran las conclusiones derivadas del estudio numismático elaborado por Gil Sendinosegún el cual, las emisiones identificadas en el Chao Samartín para esta época, proceden en su totalidad de cecas con un marcado carácter castrense, cuya producción podría estar asignada, en gran medida, al pago de las tropas estacionadas en esa región. La confirmación de tales hipótesis significaría constatar, por primera vez en Asturias, la presencia de personal militar en asentamientos castreños. Una verificación, por otro lado, nada sorprendente si se consideran las opiniones expresadas por historiadores y arqueólogos respecto al papel desempeñado por el ejército en el reconocimiento y puesta en explotación de los yacimientos auríferos asturianos.

LA SIERRA DE BEGEGA: CONTEXTO ARQUEOLÓGICO.

Las explotaciones de El Valle se localizan sobre el extremo suroccidental de la Sierra de Begega, un pequeño cordal que se extiende a lo largo de unos 8 Km. en el interfluvio de los ríos Narcea y Pigueña, alcanzando en sus cotas máximas los 1.100 mts. de altitud. En una primera prospección fueron identificados un buen número de trabajos mineros. Estas labores, aunque presentes en ambas laderas, han alcanzado un desarrollo mucho más importante sobre la vertiente occidental de la sierra, donde aún puede ser parcialmente reconocida la densa trama de canalizaciones y depósitos que suministraron el caudal de agua preciso en el movimiento de tan importante volúmen de tierras Avance de la actuación que sobre el Patrimonio Histórico, Arqueológico y Etnográfico se está llevando a cabo en el proyecto minero de Boinás-El Valle . Consejería de Cultura del Principado de Asturias. . Muy poco se conoce acerca de las poblaciones contemporáneas a las minas. Recientemente ha sido descubierto el único testimonio epigráfico del que se tiene noticia en la zona. Se trata de una lápida funeraria dedicada por un tal Aravo del castellum Augubrigensi a su hija Bodocena fallecida a los 12 años de edad. Las fechas calibradas obtenidas en el Chao Samartín para su ocupación altoimperial Congreso sobre los orígenes de la ciudad en el Noroeste hispánico celebrado en Lugo en 1996. Al ser consideradas cuatro de ellas estadísticamente semejantes (CSIC-1159/1092/1160/1161), los laboratorios del Instituto Rocasolano calcularon su media ponderada con el siguiente resultado: para un 50%, cal. AD 70-100, para un 95% cal. 30-120. parecen acomodarse perfectamente a la cronología propuesta por Pereira Menuat (1978) para las estelas con el mencionado signo, que no superarían los inicios del siglo II y ambas encajan perfectamente con la periodización propuesta por Perea y Sánchez-Palencia (1995, 85) para la explotación de las minas del N.O. peninsular. Más exiguo resulta aún el conocimiento de sus campamentos o poblados. Tan sólo un par de emplazamientos pueden ser apuntados, con cierta garantía, como probables lugares de habitación; son los de Peña Aguda en Boinás y, con grandes reservas, El Castro de Millara. Al tratar este asunto suele hacerse mención recurrente al pretendido origen romano del topónimo Antoñana aunque, hasta el día de hoy, no se haya aportado evidencia arqueológica alguna que avale tal afirmación.

LAS MINAS DE BOINÁS Y EL VALLE

El yacimiento minero de El Valle se localiza en el extremo oriental del denominado Cinturón del Río Narcea , franja con importante mineralización de oro que se extiende a lo largo de unos 45 Km. y aproximadamente 1Km. de ancho. Un complejo sistema de fracturas constituyen la estructura dominante de la banda mineralizada. En torno al lugar del Valle se han identificado cinco zonas de mineralización que determinan un único sistema mineralizante con unos 2 Km. de longitud. En su mayor parte, en torno al 80 %, el oro está asociado a zonas oxidadas con brechas jasperoides y skarns oxidados. La geometría de las zonas mineralizadas demuestra que la litología existente ha sido afectada al menos por dos fases de mineralización epitermal de consecuencias fundamentales (MARTÍN-IZARD y otros, en prensa), dando lugar a un proceso del que ha derivado la formación de jasperoides por silicificación de rocas carbonatadas (caracterizados por Au, Sb y Hg) y jasperoides cuya génesis se encuentra en la silicificación de skarn previamente mineralizado (caracterizados por Au, Ag, Cu, Bi, As, Sb y Hg.). La fase final de alteración ha consistido en una intensa oxidación supergénica de las zonas mineralizadas más superficiales, donde se concentraron las principales labores de época romana

, en el anexo bibliográfico se hacen constar varios artículos específicos . Éstas se distribuyen sobre el espacio comprendido entre los pueblos de Begega y Boinás, agrupándose en tres sectores bien diferenciados: El Valle, Boinás Oeste y Boinás Este.

Sector de El Valle. Los trabajos se extiende sobre el fondo de valle donde tiene su nacimiento el arroyo del Regueral, cuyo cauce, coincidente con una línea de fractura, sirve, a lo largo de unos 500 mts. como eje longitudinal de los minados, que se concentran principalmente sobre su ladera oriental. Se han identificado 6 cortas mayores, abiertas entre las cotas 670 y 610.

Sector de Boinás Oeste. Se trata de un amplio frente de explotación localizado sobre la ladera que, desde el lugar de Las Caolinas, desciende hasta las proximidades de la población de Boinás, unos 500 mts. al N.E. de su caserío. Los trabajos consisten en amplias conchas excavadas sobre la superficie, notable ampliación de pequeños cauces de arroyos y apertura de varias zanjas canal. El relieve resultante está caracterizado por suaves y caprichosas formas que se extienden por sobre la ladera entre las cotas 535 y 430, abriéndose en su extremo meridional al valle que domina el crestón donde se sitúa el castro de Peña Aguda.

Sector de Boinás Este. Las labores se desarrollaron sobre un amplio frente de explotación que, con dirección N.E.-S.W, se extiende a lo largo de unos 500 mts.sobre los crestones de caliza que se alzan al N.E. de Boinás. Sobre la ladera y fondo del valle son patentes los efectos del abatimiento, arrastre y deposición del gran volumen de roca y tierra desplazado.

El caudal de agua exigido en las minas romanas representaba un factor fundamental en el correcto desarrollo de las labores de desmonte, acarreo y lavado de los materiales abatidos. Para asegurar el suministro suficiente fue diseñada una compleja red hidráulica auxiliar con captación de recursos en las cotas más elevadas, excavación de depósitos ( piscinae o stagna ), canales de distribución ( corrugi ) y canales de explotación ( emissaria ). El paso del tiempo, la acción antrópica y el propio avance de los frentes de minado han propiciado su paulatina destrucción, ocultamiento o reutilización. La identificación de su trazado original, aunque de manera parcial, supone un conocimiento más completo de la actividad desarrollada al tiempo que permite establecer la secuencia relativa de los trabajos acometidos. Todo parece indicar que las reservas hidrológicas más importantes se localizaban sobre un gran depósito excavado en el Alto de la Cueva al cual se superpone, ladera arriba, otro de dimensiones más modestas. De este punto parten los canales que habrían de suministrar el agua precisa en las explotaciones de El Valle, con dos canales de distribución principales, ramificados en varios emissaria que desembocan, según los casos, directamente sobre el frente de explotación o bien sobre algún pequeño depósito de redistribución destruido, en parte, por el progreso de la mina. En Boinás Este y Oeste también se utilizaron los recursos acumulados en los depósitos del Alto de la Cueva para asegurar el suficiente abastecimiento hidráulico. Sin embargo, el trazado de los canales no ha podido ser reconocido con la misma seguridad que en el ejemplo anterior. Sabemos que un canal principal, con tres ramificaciones claras, partía de los citados depósitos con dirección aproximada E.-W. Su trazado se pierde poco antes de alcanzar el rellano de Las Caolinas, donde suponemos la corriente sería dirigida hacia los frentes de Boinas Este y Oeste, sobre cuyo frente de mina se han reconocido varios canales de distribución y un depósito perdido hace años ( La Llaguna ). Es probable que, con el mismo origen que los anteriores, un canal más recorriese la ladera meridional de este monte alcanzando el frente de Boinás Este sobre el pueblo de Ferredal. Claude Domergue (1987, 430) señala la existencia de un canal de aprovisionamiento para estas minas con origen en la braña de Acicorbo , unos 6 Km. al Este del conjunto. Su hipotético trazado puede ser parcialmente reconocido en las proximidades de Las Estacas y sobre el valle del río Caúxa a pesar de destrucciones puntuales en su recorrido al haber sido desmantelado por la excavación de nuevas minas. En la proximidades del pueblo de Ferredal, su itinerario se pierde definitivamente en torno a la cota 630.

EL MODO DE INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA

El modelo de actuación arqueológica elaborado para las minas de El Valle ha primado dos aspectos fundamentales en su estrategia de intervención atendiendo, en primer lugar, aquellas facetas estrictamente operativas destinadas a definir un programa-calendario con objetivos bien delimitados, plazos de ejecución realistas, prioridad de actividades y óptima coordinación con cada una de las fases del proyecto minero. Por otro lado, sus redactores debían tener bien presente la modificación irreversible que la puesta en marcha de la mina habría de provocar sobre las formas del paisaje modeladas por la actividad minera desarrollada en este lugar hace casi 2.000 años. Así pues, fue diseñado un guión en el que se pretendió compatibilizar las exigencias propias de cualquier intervención arqueológica en el contexto de un gran proyecto industrial con otros objetivos más ambiciosos, propios de lo que se ha venido en llamar arqueología científica o de investigación y rara vez atendidos durante el ejercicio arqueológico en el contexto de las grandes obras públicas. No se trata, por tanto, de una intervención puntual y rutinaria destinada al mero recuento, descripción y excavación de uno restos arqueológicos afectados en mayor o menor medida por las nuevas minas. Y no lo es porque cuando se pretende abordar el conocimiento de un hecho tan complejo como la minería romana, el movimiento de las palas excavadoras no puede convertirse en el criterio director de la intervención arqueológica. El modelo propuesto persigue compaginar un estricto seguimiento de obra con la investigación de todas aquellas manifestaciones arqueológicas relacionadas o derivadas del antiguo laboreo de las minas, con independencia de su grado de afectación por el proyecto de Río Narcea-Gold Mines. Por esta razón, entre los casos que a continuación se exponen, podrán observarse iniciativas fundadas en el carácter o naturaleza de las evidencias arqueológicas (explotaciones, infraestructura hidráulica auxiliar, asentamientos, instalaciones metalúrgicas, etc.) junto a intervenciones concebidas para establecer el potencial arqueológico del territorio (inventario, sondeos diagnósticos, etc.) o el interés de los restos supuestos. En otras ocasiones la razón ha sido impuesta por motivos tan diversos como la modificación de la red viaria, por la necesaria liberación de los terrenos o, simplemente, por el hallazgo casual durante las tareas de desmonte.

INTERVENCIONES PREVENTIVAS

Planta de tratamiento (Las Caolinas).

La superficie sobre la cual fue proyectada la planta de tratamiento para el mineral, se extiende sobre una amplia explanada que domina, en su frente Norte, los antiguos trabajos mineros desarrollados en el valle de Boinás. En sus proximidades fueron identificados algunos tramos de la primitiva red de canales utilizados en el laboreo minero. Alguno de ellos desemboca directamente sobre el frente de explotación, otros conducían su caudal hacia, lo que en tiempos, debió constituir un depósito de importante capacidad, desmantelado por los lugareños hace algunos años La Llaguna. . Aunque en superficie las fincas afectadas por la construcción de la nueva planta no presentaban evidencias que sugiriesen la presencia de estructura arqueológica alguna, la cercanía de los elementos anteriormente señalados parecía aconsejar la realización de sondeos previos como medida preventiva que garantizase, bien la libre disposición del terreno, bien la obtención de unos plazos cómodos para acometer una correcta intervención arqueológica. Fueron abiertas varias trincheras, sobre una superficie total superior a los 130 m2. En todas ellas la excavación alcanzó los niveles geológicos, con profundidades que oscilaron entre los 0,80 y 1,00 mts., siendo el resultado negativo en todos los casos.

Horno de Prao Segunda (El Valle).

Los vecinos de El Valle conocían desde antiguo la existencia de una pequeña covacha localizada unos 250 m. al S.W. del pueblo, en el paraje denominado Prao Segunda y a la cual se ha hecho alguna referencia bibliográfica (ÁLVAREZ y FERNÁNDEZ,1996, 71) sin mayor precisión. En Junio de 1996 dio comienzo la excavación de la tejera, que tal era su función. Al cabo de veinte días el horno se encontraba totalmente exhumado, la documentación gráfica finalizada y había sido recogida una muestra significativa de los fragmentos de teja desechados. Su estructura consistía en una gran cavidad de planta circular provista de un sólido pilar central que soportaba una plataforma en la que se abrían gran número de pequeños vanos. Sobre ella, un espacio, de paredes cerradas apuntando una cubierta perdida. Por lo que a su asignación cronológica se refiere no tendría por que suponerse descabellada una fecha acorde con las expresadas con reiterada frecuencia en los dinteles de varias viviendas de El Valle, Begega y Las Caolinas, más cuando estas muestran una evidente homogeneidad que señalan la década de 1780-1790 como de intensa actividad constructiva en la parroquia.

HALLAZGOS DURANTE EL SEGUIMIENTO A PIE DE OBRA

Labores inéditas en el subsuelo

El conocimiento que el arqueólogo suele adquirir de las antiguas explotaciones mineras se limita, salvo ejemplos excepcionales, al proporcionado por la fotointerpretación y la observación directa. Un breve repaso al inventario que de este tipo de manifestaciones arqueológicas se está elaborando por encargo de la Consejería de Cultura del Principado de Asturiasproporciona un testimonio significativo de los elementos de juicio empleados por los especialistas en su empeño por identificar, describir y exponer los yacimientos catalogados. El uso, con carácter casi exclusivo, de criterios morfológicos que atienden prioritariamente a las características orográficas del fenómeno observado, propicia la comisión de errores considerables en la identificación de supuestas labores romanas. Entre las muchas ventajas que el presente proyecto supone para los arqueólogos participantes, se encuentra la de procurar establecer, en colaboración de geólogos e ingenieros, mediante un continuo y riguroso seguimiento de los desmontes, relaciones sólidas de causalidad entre los diversos accidentes topográficos apreciados en superficie, las dimensiones y características de las labores desarrolladas sobre el subsuelo y los argumentos tanto geológicos como metalogenéticos que justificaron la inversión de esfuerzos y recursos tan notables. Aunque los desmontes no han hecho más que comenzar, han sido documentados interesantes testimonios de labores subterráneas desarrolladas sobre materiales calcáreos terciarios con finalidad aún no precisada (Boinás Oeste y El Valle).

SEGUIMIENTO DE OBRAS SECUNDARIAS ORIGINADAS POR LA ACTIVIDAD MINERA

Acondicionamiento de la carretera Las Estacas-Begega.

Una de las primeras consecuencias derivadas de la puesta en marcha de la actividad minera en los yacimientos de El Valle y Boinás ha sido la reorganización de la red viaria periférica con la creación, en algunos casos, de nuevos accesos y el acondicionamiento de los ya existentes, cuando así resulta posible. El antiguo camino que comunicaba los pueblos de Las Estacas y Begega, posiblemente vinculado como ramal secundario al Camino de Santiago Camín Francés . , aunque de buen piso, carecía de las necesarias condiciones para admitir el tráfico inducido por la nueva situación. Así pues, se emprendió un proyecto de ensanche y adaptación que exigió, dada la pronunciada pendiente de la ladera, la excavación lateral y creación, por consiguiente, de un talud continuo a lo largo de varios kilómetros. El equipo de arqueólogos ha realizado un seguimiento ininterrumpido de la obra, cuyo análisis estratigráfico ha permitido identificar fenómenos, probablemente relacionados con el laboreo minero antiguo, no identificables en superficie. En su mayor parte se corresponden con pequeñas zanjas canal o infraestructura hidráulica auxiliar. Un procedimiento semejante se está siguiendo en todas aquellas pistas abiertas o readaptadas a las necesidades de la obra. La libre utilización de medios mecánicos por parte del equipo arqueológico Recomendación relativa . , circunstancia poco habitual en el ejercicio de nuestra profesión, está facilitando la limpieza y documentación de grandes frentes estratigráficos que afectan a diversos aspectos de las explotaciones auríferas romanas (áreas de explotación, escombreras, etc.), facilitando una suerte de información rara vez asequible a los investigadores de este tipo de minería.

EXPLORACIÓN Y SONDEO DE GALERÍAS

Los trabajos de interior relacionados con la prospección y laboreo de los recursos mineros localizados en este área de la Sierra de Begega han sido asignados con frecuencia a época romana y vinculados al beneficio del oro sin otro argumento que el de la vecindad con explotaciones tradicionalmente reconocidas como tales. Sin embargo, la existencia de claros indicios de Cu en el terreno, así como las evidencias de su explotación y tratamiento en las proximidades de El Valle hasta fechas muy recientes, aconsejó la realización de estudios que confirmasen la exactitud de semejante aseveración. Por esta razón fueron emprendidos los trabajos que a continuación se describen.

Galería de El Valle.

Se abre sobre el frente de caliza situado al Este del caserío de El Valle, a una altitud de unos 580 m. Su pasillo principal, se extiende con un trazado longitudinal en dirección W.-E., alcanzando los 60 mts. Al final del mismo se bifurca en dos tramos perpendiculares. Mientras la ramificación N. apenas presenta desarrollo, el pasillo Sur se prolonga unos 7,5 mts. donde, finalmente, retoma dirección W.-E. durante unos 16 mts. Dos perfiles bien diferenciados definen su sección: a) Poligonal, a techo plano, de paredes superiores oblicuas (en torno a los 20º) y laterales inferiores perpendiculares. Alcanza los 2 mts. de altura y tan sólo se localiza en la boca de la galería. b) Sección elipsoidal con progresiva reducción en altura. Se ha realizado un muestreo de roza continuo sobre ambas paredes, obteniéndose unos resultados de 16 mts. a 6,5 gr. Au por Tm.

Varias circunstancias parecen sugerir que esta excavación corresponde a dos momentos diferenciados. En primer lugar debe reseñarse la significativa disparidad de secciones utilizadas entre los tramos inicial y posterior de la galería. Así la empleada en el primero, de perfil pseudopoligonal, se encuentra presente en otros complejos mineros de época romana en Asturias, tanto en la propia mina, caso de Las Cárcobas de Pena o Trabúas (ambas en el concejo de El Franco) como en su infraestructura hidráulica auxiliar, donde su empleo ha dado lugar a ejemplos tan notables como el de los túneles de Penafurada (Grandas de Salime). En cada uno de estos yacimientos, canalizaciones y galerías reproducen un modelo que responde a las características descritas para la bocamina de El Valle, de evidente contraste con el perfil interior de la misma, común en trabajos de épocas más recientes. Por otro lado, el tipo de mineralización identificada en este segundo tramo de galería, con el oro diseminado sobre jaspes, no propiciaría su beneficio con las técnicas habituales en la Antiguedad. Debe hacerse constar, no obstante, que hacia el interior, en su extremo distal, existen arcillas mineralizadas asociadas a una pequeña fractura visible en superficie, donde la recuperación del metal sí hubiese resultado factible, justificando así la apertura del tunel. Lo cierto es que tal labor, por la razón que fuese, nunca llegó a completarse.

Galería del Alto de la Cueva.

Situada sobre la vertiente occidental del paso que comunica los pueblos de Las Estacas y Begega, esta galería constituyó un hito lo suficientemente notable en el paisaje como para que de su existencia haya derivado el topónimo con que hoy se identifica este lugar. Su voluminosa escombrera ha dado lugar a una amplia plataforma frente a la bocamina determinando un relieve característico y sobresaliente sobre la línea de ladera. Los estériles, extendidos sobre una amplia superficie, superan en sus zonas de máxima potencia los 4 mts. Son frecuentes las alusiones a este lugar como punto de salida de un supuesto túnel por el que discurriría el abastecimiento de agua para las minas, idea a la que, con toda probabilidad, se refiere Pascual Madoz en su descripción de la Sierra de Begega (1985, 76). En la actualidad, el equipo arqueológico realiza varios sondeos en el interior de la galería, proyectándose en fechas próximas la excavación parcial de la escombrera. Nada puede ser precisado respecto a su cronología y posible función. Sabemos que su morfología -techo recto y perfil pseudopoligonal- es muy semejante a la descrita en El Valle; las primeras estratigrafías obtenidas demuestras una lenta y potente colmatación recubierta con cascote y escombro menudo originado, tal vez, durante una hipotética reutilización 14. . Tocante al fin perseguido con su excavación (manteniendo las reservas que una exploración aún exigua aconseja) parece que puede ser descartada su pretendida función de acueducto. En el Alto de la Cueva no se identifican sobre la superficie del presunto canal los rasgos que caracterizan obras de esta naturaleza, bien documentados, por ejemplo, en los túneles de Penafurada (Grandas de Salime). No obstante, los geólogos rechazan una finalidad productiva dada la ausencia de mineral advertida durante el reconocimiento de sus paredes. Con toda seguridad, el estudio estratigráfico y análisis de los depósitos presentes en la escombrera aportarán la información necesaria para despejar las dudas hoy expuestas.

RED HIDRÁULICA AUXILIAR

Infraestructura hidráulica en la explotación de El Valle.

Sobre la ladera que desde el Alto de la Cueva desciende hacia los prados que se extienden al Sur del pueblo de El Valle, fueron realizados gran número de sondeos de diversa naturaleza. Para hacer factible la instalación de las plataformas y equipamiento auxiliar se abrieron varias pistas que cortaron la ladera a distintas cotas. Estas obras permitieron identificar sobre los taludes varios tramos, incompletos, pero significativos de pequeños canales, probablemente elementos auxiliares de la densa red hidráulica diseñada para abastecer los desmontes de El Valle. La estratigrafía recuperada en cada uno de los tres casos documentados nos ilustra una factura muy sencilla consistente en la excavación sobre materiales terciarios de una pequeña cubeta, de sección semicircular, ligeramente cubierta en su base con material arcilloso y colmatada de tierra vegetal hasta su nivelación con el resto del terreno. Alguno de estos canales ha podido ser identificado en distintos tramos.

Infraestructura hidráulica en Las Caolinas.

La realización de reportajes fotográficos aéreos en distintas épocas del año permitió identificar sobre las fincas conocidas por Las Caolinas y algunos prados vecinos el testimonio fragmentario de lo que en tiempos debió constituir una compleja red de canalizaciones diseñadas para suministrar el caudal de agua indispensable en la explotación del frente que denominamos Boinás Oeste. Los depósitos principales de abastecimiento, localizados sobre el Alto de la Cueva, alimentaban este complejo mediante conducciones que recorrían la ladera de la Sierra hasta alcanzar el rellano de Las Caolinas, donde se diversificaban para dirigirse bien hacia el frente de explotación, bien hacia el depósito de La Llaguna , del que nos ocupamos en otro apartado. Inicialmente se procedió a la realización de unos 150 m2 de sondeos -perpendiculares al trazado supuesto en los canales- para definir la potencia estratigráfica del terreno, comprobar la existencia de evidencias arqueológicas y seleccionar los espacios idóneos de intervención. Fueron identificados 6 canales mediante perfiles estratigráficos minuciosamente documentados, de los cuales 3 fueron excavados en superficie en alguno de sus tramos (2, 3, 5 y hasta 8 mts.). Las estructuras documentadas responden en todos los casos a obras de sencilla factura: sobre el terciario, de matriz arcillosa, fueron excavados pequeñas canalizaciones con una abertura máxima en torno a 1 m. y una profundidad media de unos 30-40 cms.

INSTALACIONES METALÚRGICAS

Las Escorias (Las Caolinas).

Como no podía ser de otra forma, la elaboración de encuestas toponímicas y vaciado de los documentos catastrales con anterioridad al inicio de los trabajos de campo, resultó de gran utilidad en el reconocimiento y localización de nuevos yacimientos. Tal es el caso del paraje conocido como Las Escorias , donde podría localizarse la primera instalación metalúrgica de época romana documentada y excavada totalmente en Asturias. Su reciente descubrimiento no permite adelantar demasiada información. En la actualidad se realizan los primeros sondeos cuyas estratigrafías parecen apuntar datos interesantes. Así, en el primero de ellos se ha identificado, bajo una potente capa de escorias, la evidencia de una superficie sometida a la intensa acción del fuego por donde discurre un pequeño canalillo excavado en el suelo y sobre la que se han recogido abundantes restos de carbón cuyas muestras, una vez procesadas, confiamos puedan ofrecer una buena referencia cronológica. En un segundo sondeo se ha documentado la probable calcinación de roca. Los sondeos en curso pretenden definir, en un breve plazo de tiempo, la extensión del yacimiento de tal manera que puede ser correctamente planificada en plazos y presupuestos la completa excavación de los restos.

DETERMINACIÓN DE POSIBLES ASENTAMIENTOS

Barrio de El Castro (El Valle).

El paraje conocido con tal denominación se corresponde con una corta prolongación hacia el Norte de la loma desprendida de la ladera occidental de la Sierra de Begega en que se localizaba el pueblo de El Valle. Su topografía, ligeramente elevada sobre el cauce del arroyo que circunda totalmente el caserío con excepción del flanco meridional, su proximidad a los trabajos mineros antiguos y, fundamentalmente, el topónimo Castro con el que se identifica el espacio aquí descrito sugerían la posible existencia de restos arqueológicos pertenecientes a un hipotético asentamiento de época romana vinculado a la explotación de las minas. Por contra, la ausencia de aparato defensivo diferenciado (no fue identificada evidencia alguna de la existencia de murallas, fosos o parapetos), total desconocimiento acerca de hallazgos significativos en sus proximidades (cerámicas, tégula , muros, etc.) y, finalmente, su no inclusión en el pormenorizado catálogo de castros asturianos del profesor José Manuel González, parecían apuntar un escaso potencial arqueológico, aún más reducido si se considera el predominio de los afloramientos rocosos sobre la superficie del recinto y la intensa actividad constructora desarrollada sobre el espacio que nos ocupa. Por tanto, tan sólo un minucioso y generalizado sondeo de los terrenos libres de construcciones permitiría valorar en su justa medida la importancia de posible depósitos arqueológicos. La prospección ofreció, en la totalidad de los casos, resultados negativos. Las estratigrafías más ricas, obtenidas fundamentalmente sobre el aterrazamiento occidental, no ofrecían lugar a la duda. Una capa irregular de tierra vegetal, que rara vez superaba los 0,5 m. de profundidad, se disponía directamente sobre los niveles geológicos, sin evidencia alguna de restos constructivos, cimentaciones o derrumbes, tan sólo escombro menudo, teja árabe y todo tipo de desperdicios recientes. No existe en la actualidad indicio alguno que apunte la ocupación anterior a la actualmente documentada sobre el lugar conocido como Barrio del Castro. Nos encontramos, por tanto, ante un caso relativamente frecuente en la región occidental asturiana, donde el término castro también define un elemento topográfico relevante en el paisaje caracterizado generalmente por una posición de relativo dominio visual sobre su entorno inmediato y, en consecuencia, ajeno a cualquier significado histórico o arqueológico.

El Castiello (Boinás).

Muy próximo a la población de Boinás, cerrando el valle en el que confluyen la totalidad de explotaciones abiertas en su entorno inmediato y denominadas genéricamente como Boinás Este (Arroxón) y Boinás Oeste (Las Caolinas), se alza un pequeño montículo, a modo de cono truncado, conocido entre los vecinos con el nombre de El Castiello. Precede el acceso a su cota más alta una pronunciada depresión interpretada inicialmente como obra defensiva. De antemano, los rasgos más notables del yacimiento, su topónimo, su caprichoso relieve o su situación estratégica a pie de las antiguas labores romanas parecían apuntar su inequívoca asociación al beneficio de las minas. Así parece ocurrir en otros puntos del occidente de Asturias entre algunos castros y explotaciones anejas, como por ejemplo los documentados en Valabilleiro (Grandas de Salime) o Cecos (Ibias). A fin de establecer una primera valoración del yacimiento fueron abiertos varios sondeos sobre lo que se suponían foso y recinto superior. Sus reducidas dimensiones permitieron cubrir una superficie significativa del conjunto con una actuación no muy extensa. Se abrieron en total unos 25 m2. Los resultados obtenidos vinieron a poner de manifiesto el riesgo asumido al emitir interpretaciones a partir de simples observaciones superficiales. El registro material del pretendido asentamiento castreño se limitó a media docena de fragmentos cerámicos, de aspecto tosco y cronología probablemente medieval. Éstos fueron localizados sobre la plataforma que corona el recinto, en la que no ha podido ser documentada estructura constructiva alguna, al igual que ocurre sobre el foso de acceso. A la vista de los resultados obtenidos podría plantearse que, en realidad, la orografía del paraje conocido como El Castiello podría tener su origen en un proceso de erosión diferencial relacionado, tal vez, con las técnicas de abatimiento, arrastre y lavado de tierra utilizadas por los romanos para el cribado y selección del mineral. En todo caso, sea cual fuere su origen, parece tratarse de un relieve residual, sobre el que fue establecido un pequeño y, probablemente, efímero asentamiento, de naturaleza y cronología, por el momento no definida. Los terrenos sobre los que se localiza no se verán afectados por la puesta en marcha de la mina.

PARA FINALIZAR

Esta comunicación no ha pretendido ofrecer nuevas y definitivas conclusiones relativas a los yacimientos minerales y arqueológicos catalogados en Belmonte de Miranda. La complejidad de los elementos descritos, el continuo aporte de informaciones inéditas y los variados frentes de investigación, aún en curso, tan sólo permiten ofrecer una visión general de las líneas de estudio planteadas. El motivo original que ha inspirado este texto no ha sido la exposición de conocimientos sino la explicación del modelo diseñado para alcanzarlos. Con su exposición pública en el seno de este simposio se ofrecen al juicio de la comunidad científica las líneas generales de un proyecto que, durante los últimos, años ha puesto de manifiesto la posibilidad de conciliar intereses patrimoniales, científicos e industriales.

En Oviedo, a 5 de Junio de 1997.

RESUMEN

Desde 1994, la empresa minera Río Narcea-Gold Mines viene desarrollando en las montañas asturianas una intensa labor de prospección e investigación destinada a descubrir nuevos recursos auríferos explotables en la región. Esta búsqueda ha fructificado en torno a las poblaciones de El Valle y Boinás en el concejo asturiano de Belmonte de Miranda, donde ya han dado comienzo los trabajos que habrán de conducir a la obtención del primer lingote de oro para principios de 1998. La existencia de explotaciones mineras romanas en el área afectada por la nueva mina ha motivado la realización, aún en curso, de un minucioso trabajo arqueológico que se beneficia directamente de los medios mecánicos, técnicos y analíticos tan sólo asequibles a una gran empresa minera.

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