49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA)

Quito Ecuador

7-11 julio 1997

 

Amelia M. Sánchez Mosquera

EL DESARROLLO DE LA ZOOARQUEOLOGIA EN ECUADOR: Situación actual y perspectivas.

49no. Congreso de Americanistas

Quito, Julio 4-11 de 1997

(No citar sin permiso de la autora)

Amelia M. Sánchez Mosquera

ANTECEDENTES

La zooarqueología, junto con otras ciencias especializadas como la Antropología Física, Paleoecología, Paleontología, etc., sirven para proporcionar a los arqueólogos una imagen más completa de lo que fue la evolución y distribución geográfica de los seres vivos, así como aportar al entendimiento del modo de vida antiguo.

Los restos de fauna antigua son principalmente derivaciones de las costumbres alimenticias del pasado, sin embargo algunos restos también fueron usados para otros propósitos como la decoración, alimento de otras especies, o simplemente pertenecieron a animales que cohabitaron con los hombres antiguos.

La zooarqueología propiamente dicha encuentra entre sus primeros grandes aportes: conocimientos sobre la domesticación de animales, la cronología de la evolución humana y contribución en la recontrucción del ambiente antiguo (Davis 1987).

A lo largo del desarrollo de la zooarqueología se ha hecho un énfasis desmesurado sobre el estudio de vertebrados terrestres, especialmente mamíferos y aves (Klein y CruzUribe 1984). El estudio de los pescados se incrementó a partir del interés de algunos arqueólogos en utilizar mallas finas, esto provocó que a partir de los 60's se aplicaran técnicas más minuciosas en las excavaciones.

En general, las arqueofaunas ofrecen un material de interés tanto para arqueólogos como para biólogos en general, la zooarqueología cada vez más se ve beneficiada por el conocimiento sobre la biología de vertebrados e invertebrados, pero es importante recordar que la prioridad de los restos encontrados en los sitios arqueológicos es entender qué, cómo, porqué y cuándo llegaron al lugar.

BREVE RESEÑA DEL DESARROLLO DE LA ZOOARQUEOLOGIA EN ECUADOR .

Entre los años 40 y 60 el interés por comprender la relación entre cultura y ambiente, relacionado con el decaimiento del denominado periodo clasificatorio-histórico (Willey y Sablof 1980) dirigió el interés hacia los restos fáunicos con el fin de reconstruir los patrones de subsistencia y la base económica de las sociedades antigua, pero desde un punto de vista netamente descriptivo (Mengoni-Goñalons 1988). Esta situación se hizo presente en Ecuador, pero de una manera poco trascendente pues la disciplina cobró verdadera importancia, posteriormente.

Con el paso de los años, viene un periodo de sistematización del análisis faunístico de la arqueología (idem), en el que se trata de investigar varios tópicos dentro de la disciplina, p.e. estrategias de caza, distribución de presas, especies relevantes, valor proteínico, etc. con este cambio el dato zooarqueológico se vuelve una información determinante en el entendimiento de algunos problemas culturales. Con la influencia de la nueva arqueología se refuerza el interés por estrategias adaptativas a condiciones ambientales particulares. El reciente desarrollo del estudio de la etnoarqueología y sobre cazadores-recolectores ha otorgado al análisis faunístico un rol preponderante en el estudio de patrones distribucionales.

En Ecuador el estudio de la arqueología ambiental, entendiendo dentro de ella a las investigaciones paleoambientales, de fauna y flora básicamente, cobró importancia desde el arribo del grupo de Edward Lanning (Lanning 1967) cuando propusieron la primera secuencia climática tentativa para la Península de Santa Elena, basándose en datos malacológicos (Sarma 1969) y geológicos, ayudándose de datos climatológicos y biogeográficos. Particularmente en esta época, los enfoques biológico y arqueológico carecen de desarrollo notorio en Ecuador.

En los 70's vinieron los estudiantes de Elizabeth Wing, University of Florida, grupo en el que participó Kathleen Byrd realizando el primer trabajo importante de la zooarqueología en Ecuador (Byrd 1976), éste consistía en la cuantificación de datos fáunicos procedentes de algunos sitios arqueológicos de la costa suroccidental. Un problema que presentan en la mayoría de trabajos de esta época, es el generalizado nivel descriptivo al que se limitaron, salvo pocas excepciones como el informe presentado por Thomas Chase para el sitio Las Vegas (1992), en el que nos manifiesta una escueta discusión (Sánchez Mosquera 1992).

Esta situación ya manifiesta se prolonga hasta inicios de los 80's, época durante la cual tenemos como análisis de restos fáunicos lo que se conoce como listas de lavanderías, "laundry lists", que no son otra cosa que trabajos donde el nivel de discusión es casi nulo (Zeder 1986, Hesse 1981), probablemente relacionado de manera directa con las perspectivas generales de la zooarqueología en ese momento, que apenas comenzaron a cambiar desde fines de los 70's. Es común encontrar estos informes como apéndices de trabajos arqueológicos o se publicaban por separado en publicaciones de biología.

A fines de la década de los 80, se obtienen mejores resultados de las investigaciones zooarqueológicas, los trabajos de Nicholson (1988), Reitz (1989), Stahl (1985, 1988, 1995), Stahl & Norton (1987), Miller & Gill (1990) y Sánchez Mosquera (1989, 1990, 1991a, 1991b, 1992, 1993a, 1996), entre los más importantes, se apartaron de las simples listas ya conocidas, ofreciendo valiosa información adicional a los datos presentados, tales como hábitat y conducta de especies, técnica de obtención, pero la característica más importante es que se comienza a manejar generalizada y ampliamente la perspectiva del trabajo interdisciplinario.

Finalmente a partir de 1989, unos pocos profesionales dedicados a la zooarqueología estamos tratando de generar algunos cambios desde el punto de vista metodológico (Sánchez Mosquera 1992). Lastimosamente, debo indicar que el dominio norteamericano, sin interesarnos ser despectivos respecto a su trabajo en sudamérica, sigue siendo notorio, traspasando toda espectativa de desarrollo de la disciplina en nuestro medio.

LOS MATERIALES, METODOS Y METODOLOGIAS UTILIZADAS EN LOS ANALISIS ZOOARQUEOLOGICOS HASTA LA FECHA.

1. MATERIALES

Los materiales necesarios para realizar un análisis zooarqueológico son casi siempre los mismos:

a. Una o varias muestras recolectadas usando mallas menores a 1/4", preferiblemente 1mm que es un método que nos permite obtener el mejor número de huesos identificables (Casteel 1976, Wheeler & Jones 1989, Cooke 1992, Sánchez Mosquera 1992). Situación que difícil de manejar, pues en muchos casos los arqueólogos responsables de los proyectos no mantienen una sistematicidad apropiada en la obtención de muestra para análisis.

b. Una colección osteológica comparativa, sistemáticamente organizada, donde podremos identificar el porcentaje de amplitud de las series ontogenéticas que posee, es decir, el porcentaje de especies de una familia o género. Esto es sugerido en el caso de Ecuador debido a la diversidad de especies de la fauna en el neotrópico, ya que un porcentaje poco representativo dentro de la muestra comparativa puede dar como resultado una subidentificaicón, que a la vez nos ocasionará un sesgo en los resultados o conclusiones vertidas en una investigación. Ya que, dentro de algunos géneros, el pertenecer a especies distintas implicará que el hábitat y/o comportamiento sean diferentes. En Ecuador, la única muestra de este tipo se encuentra en Ecuador, pertenece al Centro de Investigaciones de la Fundación Presley Norton y posee casi seiscientos especímenes de cinco clases de vertebrados: mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios.

c. Una bibliografía especializada y extensa que nos permita conocer diferentes metodologías, métodos y técnicas aplicables a nuestra problemática. El Centro de Investigaciones posee una, además de las que pueda tener particularmente cada investigador.

d. Un microscopio para realizar identificaciones en especímenes de tamaño pequeño.

El la mayoría de los casos que están relacionados con el análisis de fauna proveniente de sitios arqueológicos en Ecuador, estas condiciones no han sido cumplidas en su totalidad, pues en la mayoría de casos el muestreo ha sido bastante irregular e inconsistente. Incluso en recientes investigaciones, personal no capacitado auspiciado por las instituciones gubernamentales, tales como Banco Central del Ecuador y el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, realiza lo que se puede denominar saqueo científico y sistemático de sitios donde las investigaciones interdisciplinarias y serias no son practicadas.

El punto de más delicada observación es el número 2, en el que se nota claramente una desinformación en lo que respecta a las características que debe poseer una colección osteológica comparativa. Además, otra circunstancia presente de manera constante es la preferencia en utilizar analistas extranjeros, sin valorar su capacidad, preparación y la colección comparatica a consultar.

2. METODOS APLICADOS

Los métodos son numerosos e indicaremos cuales métodos han sido utilizados en los análisis ejecutados en Ecuador. Generalmente, el objetivo principal ha sido básicamente llegar a conocer a qué taxon pertenecen y de qué tamaño eran los especímenes, volviéndose y siendo esto, el primer gran paso dentro del análisis de fauna. En pocos casos ha sido aplicada y utilizada la alometría. Hay dos tipos de métodos que pueden ser aplicados: comparativos y alométricos.

2.1 METODOS COMPARATIVOS

La manera más rápida y sencilla de estimar el tamaño y taxon de un especimen es comparando el elemento en estudio con huesos pertenecientes a animales, del mismo taxon, de talla conocida. Con este método, además de realizar la identificación taxonómica se puede decir que, un animal es igual, más grande o más pequeño que el especimen moderno perteneciente a la muestra osteológica de referencia.

Si lo que se quiere es refinar el método ligeramente, lo que se debe hacer es usar dos o tres especímenes de la misma especie, pudiendo crearse intervalos a los que se pertenecerían los elementos de la muestra arqueológica.

Es importante recordar que la información disponible de los restos fáunicos está limitada por la naturaleza de los restos preservados. Es decir, si los huesos se prestan para hacer mediciones, debido a que su estado se lo permite, están bien conservados o representan algo importante, se amerita utilizar otros métodos, p.e. métodos alométricos (ver infra) . En caso contrario se procederá con el método comparativo. Dentro de este método hay variaciones entre las que podemos notar a especialmente a: Método proporcional, Método de Whitey Método de Cook Treganza. Estos métodos son los que han sido aplicado en el 85% de casos de investigaciones zooarqueológicas en Ecuador.

2.2 METODOS ALOMETRICOS

En años recientes, se han realizado numerosos estudios mostrando el uso de diversos métodos alométricos utilizados para inferir el tamaño del especímen arqueológico, basándose en medidas tomadas al mismo, y efectuando posteriores comparaciones con medidas de especímenes de la colección de referencia, p.e. Reitz (1989), Sánchez Mosquera (1996).

Según Casteel (1976) existen dos métodos alométricos básicos: Método de regresión simpley Método de regresión doble.

La diferencia entre el método de regresión simple y doble, no es grande, en un experimento en que se intenta predecir el peso total, la diferencia en los resultados puede ser de un gramo, que al momento de estimar la biomasa es casi insignificante.

El problema principal de estos dos métodos es la muestra (N), como ya mencionamos, que debe ser lo más grande posible para que el dato obtenido sea más confiable.

Lastimosamente, dentro de la zooarqueología Ecuatoriana no se ha podido aplicar regularmente este método, salvo escasas excepciones (Reitz 1989, Sánchez Mosquera 1996).

3. METODOLOGIA APLICADA

Una "fauna fósil" es una categoría que usualmente necesita ser ampliada en el número de datos que contiene y aclarar el grado de "que población ha sido muestrada".

Si el conjunto fósil es excavado ciudadosamente y en su totalidad será igual al conjunto muestrado, pero es un ejemplo casi utópico: lo usual es que el conjunto muestreado es una parte del conjunto fósil.

El inferir el conjunto fósil a partir de la muestra por analizar, es más un problema estadístico que paleontológico o zooarqueológico. El inferir el conjunto depositado sería casi igual al conjunto fósil, en caso de que esté bien preservado y la fragmentación fuese limitada.

Es ideal, al comparar muestras que comparten historias postdeposicionales similares: calidad de preservación de los huesos y contexto sedimentológico y geomórfico, y si los restos fueron acumulados por el mismo agente. Se necesitará conocer contextos y asociaciones (artefactos, polen, coprolitos, isótopos, etc.). Con esta finalidad debe de tratar de rescatarse las muestras de forma similar.

Uno de los primeros pasos dentro de un análisis, es identificar cada elemento anatómica y taxonómicamente, es decir, saber a que especie pertenece y que elemento o hueso es.

El análisis no debe quedarse en si algo es o no identificable, es mejor hablar de "niveles de identifiabilidad". En los casos en que es posible se debe de tratar de llegar a un nivel más fino: especie, género, familia u orden, cuando es posible hacer identificaciones a nivel de especie. En último caso es posible diferenciar entre pequeño, mediano y grande. La precisión de la identificación depende de varios factores, especialmente la experiencia del analista y el grado de fragmentación. En adición a que parte del esqueleto o taxon es, algunos elementos identificables facilitan la determinación del sexo y la edad, en ocasiones vuelve necesario tomar medidas.

En los trabajos recientes de la zooarqueología en Ecuador es notorio un mejoramiento en conocer el nivel de identificabilidad.

El método empleado para inferir pesos dependerá de la calidad de las muestras, taxonómica y tafonómicamente hablando, y obviamente, de la muestra de referencia. Siempre una porción grande no podrá ser asignada a un taxon, por lo que conocer el peso del esqueleto vs. la masa corporal es útil. La manera más precisa de calcularlo es usando ecuaciones alométricas y análisis de regresión, pero solo es factible si la colección de referencia tiene suficientes individuos como para hacer un análisis estadísticamente aceptable, cosa que no es fácil. En Ecuador, la colección de Salango a excepción de los peces no posee una buena selección ontogenética.

El siguiente paso es l a cuantificación de la abundancia taxonómica , ésta posee índices principales para identificar la abundancia de especies: NISP número de especímenes o elementos identificados, y MNI número mínimo de individuos.

La mayoría de las muestras analizadas en Ecuador están dominadas por una especie o un pequeño número de especies, por lo que es importante expresar en que nivel están presentes p.e. las sardinas están presentes en el 15% de los contextos en El Azúcar, o como el caso de Salango los atunes están presentes en 98% de los contextos analizados.

El MNI es: 1) tedioso para calcular y tiene una alta posibilidad de calcular con error; 2) MNI suele ser subjetivo, pues depende mucho de la opinión del analista, para determinar cuando un lado derecho y un lado izquierdo pertenecen o no a un mismo especímen; 3) MNI casi nunca es comparable por el trato que se le da a los huesos fragmentados; y, 4) los valores MNI se ven afectados por el tamaño y calidad de las unidades que se usaron para muestrear (Sánchez Mosquera 1992).

Contraponiendo los dos índices conocidos y ampliamente aplicados, NISP y MNI , vemos que este último es más fuerte. Existen proposiciones (Casteel 1976, Klein y CruzUribe 1984) en las que se sugiere el uso de los dos índices juntos como más útil para establecer si mantienen relaciones cercanas o lejanas, o para conocer los efectos de la fragmentación de los huesos.

Luego de obtenidos los índices mencionados, es útil conocer la biomasa .

En general, metodológicamente, lo que realmente le interesa al arqueólogo es el peso del animal, o sea, la cantidad de carne que un individuo representa, p.e. el largo de un pez puede ser importante para inferir métodos de pesca, para ver si hay tamaños estandard que podrían ser el resultado de la pesca con redes de mallas estandarizadas.

METAS PERSEGUIDAS EN LOS ACTUALES MOMENTOS EN LA ZOOARQUEOLOGIA ECUATORIANA .

En general se intenta cumplir con los siguientes objetivos:

a) Promocionar la participación de zooarqueólogos nacionales en cada proyecto interdisciplinario que se realice dentro del País.

b) Incorporar datos de muestreo por columnas o de fracciones de mallas pequeñas (ca. 1mm), en cada proyecto.

c) Promover la participación del zooarqueólogo en el proyecto, desde la planificación de la metodología de excavación.

d) Imcrementar el porcentaje de identificaciones.

e) Tratar de evitar incoherencias entre las listas presentadas y las inferencias expuestas en el informe o artículo.

f) Buscar un nivel de identificación más preciso, evitando la subidentificación de elementos que conpongan la muestra analizada. En lo posible, se intenta llegar a una identificación a nivel de especie.

g) Instruir adecuadamente a los arqueólogos en formación para efectuar una sistemática recolección durante las excavaciones; además de incentivar el interés por la zooarqueología.

h) Promover la elaboración de colecciones de referencia como la que se está desarrollando en el Centro de Investigaciones de Salango del Programa de Antropología para el Ecuador desde 1989, ya que proporcionan una base de datos biológicos excelente, además de poseer una muy buena biblioteca especializada.

Un caso específico: los cánidos en el registro arqueológico ecuatoriano .

Origen y definición de los cánidos en América

El más antiguo animal doméstico conocido es el perro, Canis familiaris . Su llegada a América data de hace miles de años, probablemente acompañando a las primeras migraciones del Homo sapiens sapiens, ya concebido como la especie que es hoy, Canis familiaris .

De acuerdo a referencias etnohistóricas, el perro doméstico conocido en América fue en algunos casos ingerido por nativos (Wing 1983, 1984) e invasores (Málaga 1977), pero en general, tuvo un papel incierto en la época aborigen andina. Elizabeth Wing propuso (1986) la posibilidad de que este animal fue utilizado básicamente en sitio altos, es decir a más de 4000 m.s.n.m.,. posteriormente (1989) manifiesta que el perro fue utilizado en todos los ambientes, pero que el zorro, lo fue básicamente en la costa. Sahagún, Cieza de León y Fernández de Oviedo señalan ya en sus relatos la presencia de pequeños perros, unos con pelaje y otros sin él. En nuestro continente el arte Colima -México-, Chorrera -Ecuador-, Mochica y Chimú -Perú- nos ha brindado buenas y claras representaciones de este animal a través de sus famosos ceramios; incluso otro tipo de representaciones, como las de Guamán Poma de Ayala, nos sirven para ver que los cánidos domésticos han conservado mucho de sus rasgos morfológicos hasta la fecha.

En Sudamérica, la antiguedad no ha sido claramente establecida, pero parece ser más tardía que en Norteamérica (Allen 1920, Hoffstetter 1952, Gallardo 1950). En general, las evidencia de la existencia de perro doméstico en la América Andina desde tiempos remotos es corroborada, además de los hallazgos arqueológicos, por los relatos de los descubridores y cronistas de Indias, la existencia en la mayoría de lenguas conocidas de vocablos propios para designar al perro, y el uso del mismo en sacrificios y otros ritos, así como al existencia de leyendas sobre su origen, representación en ceramios, entre otros, (Gallardo 1964-65, Gilmore 1950).

En Perú la presencia del perro doméstico coincidió con el advenimiento de la cultura Chavín (Eaton 1916, Soler 1942), pero seguramente el perro arribó con anticipación, ya que el desarrollo de varias razas comsume, necesariamente, mucho tiempo; así como, una cuidadosa selección, probablemente inspirada en creencias religiosas (Arriaga 1920, Dechambre 1874).

Los restos de cánidos asociados a contextos domésticos, tienen seguramente otras implicaciones. Momias de perros han sido encontradas en Perú, especialmente en la sierra norte, tales restos parecen que fueron convertidos en prototipo de una raza idéntica a la del Alkho de la región, cuya característica es tener una cabeza chica, hocico agudo, sin hendidura en el labio superior, orejas pequeñas, triangulares y erectas, cuerpo corto, fuerte y compacto, piernas algo cortas, pelaje enrollado hacia adelante y cubierto con abundantes pelos, con un largo igual a las 2/3 partes del cuerpo, entre otras características (Málaga 1977).

Nehring (1884) realizó una primera propuesta de las especies nativas identificadas, en Sudamérica: Canis ingae Tshudi, a los perros exhumados en la necrópolis de Ancón, pero al examinarlos encontró que pertenecian a tres probables variedades.

Allen (1912), en su tesis "Perros aborígenes americanos", propone la existencia de 17 razas de perros americanos, de ellas seis se encuentran en América del Sur. También propone que el perro llegó a América acompañando al hombre en sus primeras migraciones (Allen 1912, Mercer 1897, Tshudi 1944-1846, Gilmore 1950).

Gilmore (1950) define ocho razas en América del sur. Ni Allen, ni Gilmore descartan, en algún momento, hibridaciones con cánidos silvestres.

Gallardo (1964-65) indica que los perros más comunes del área andina son el que llamaban allco y el llamado perro inca . Cada uno de ellos en sus diversas variedades: alto, bajo, lanudo o pelado.

En 1976, para América neotropical, la zooarqueóloga Juliet Clutton-Brock (1977) sostiene en base a evidencias arqueológicas dentro del género Dusicyon a 11 especies diferentes, incluyendo los géneros Cerdocyon y Atelocynus . Por otro lado, Dusicyon ha sido incluido como subgénero de Canis por Van Gelder (1978).

Finalmente Eisenberg (1989), basándose en trabajos de Berta (1984,1986) reconoce a los géneros Atelocynus y Cerdocyon . En sus trabajos estos autores no tocan el tema de las razas americanas, pues básicamente hablan de las especies silvestres de la familia Canidae.

Los cánidos en el registro arqueológico

Actualmente, todos los cánidos del neotrópico son "zorros"; ningún miembro silvestre del género Canis es conocido al sur de la meseta de México (Gilmore 1950). Las evidencias de domesticación de algunos de estos zorros, son fundamentalmente craneales y difícilmente identificables en piezas aisladas o ejemplares muy antiguos (Olsen 1985, Linares 1987). Linares (idem) nos muestra como la masticación puede colaborar en la identificación de ejemplares de zorros domesticados.

En investigaciones realizadas en Perú por Málaga (1977) se corrrobora que las variaciones observadas están más relacionadas a la edad y tamaño del animal. Estudios estadísticos efectuados por el mismo investigador, lo que confirma que las variaciones no son significativas. Estos resultados no confirman las variedades propuestas ni diferencias locales. Posteriormente, Brothwell et. al. (1979) ha manifestado la posibilidad de identificar arqueológicamente las diferencias entre las variedades del perro en Andinoamérica, pero seguramente este es un tema que merece más investigación.

Basándose en datos arqueológicos, la presencia en América de Canis familiaris se incrementa en más de 50% a partir de 1750 a.C., tanto en sitios montañosos como en sitios costeros (Wing 1978, 1983, 1984, 1989).

Es casi seguro que muchos de los restos de perro doméstico asociados a enterramientos, probablemente fueron parte de sacrificios (Hesse 1980). El enterramientos de perros fue una costumbre ampliamente distribuida en Ecuador y Perú (Brothwel et.al. 1979, Wing 1986, Zeder 1986).

Tanto en el norte de Perú como en el sur de Ecuador, los cánidos que se encuentran presentes comúnmente en el registro arqueológico son el perro doméstico, Canis familiaris, y dos especies de zorros, Dusicyon sechurae o Dusicyon culpaeus . La distribución actual en Ecuador de los miembros de la familia Canidae es la siguiente: a más de la distribución cosmopolita del Canis familiaris , se encuentran las especies silvestres Dusicyon sechurae en el sur de Manabí y SW de la costa ecuatoriana, Dusicyon culpaeus en el páramo de toda la sierra y el Speothos venaticus en el NW del Ecuador.

En la costa del Ecuador, se ha reportado presencia arqueológica de dos especies de cánidos en la zona: Canis familiaris y Dusicyon sechurae .

Resumen de la presencia de cánidos en contextos arqueológicos del Ecuador.

Sitio Periodo Elemento Dusycion sechurae Canis familiaris Canis sp.

Azúcar 30 Guangala 4

Azúcar 47, A1 Guangala 11

Azúcar 47, A2 Guangala 2

Azúcar 47, B Guangala 1

LB-1 Guangala 1

LB-2 Guangala 53 1

LB-3 Guangala 1

Loma Alta JII Valdivia 1 28 9

Loma Alta JIII Valdivia 2

OGCh-20 Machalilla 16

OGSE-38 Las Vegas 17

OGSE-46D Engoroy 1 1

OGSE-46D Machalilla 1

OGSE-80 Las Vegas dientes 122 6

OGSE-80 Las Vegas miscel. 86

OGSE-MA-172 Guangala 11

Salango Bahía 4 24

Salango Bahía 17

Salango Guangala 3

Salango Manteño 1

Salango Manteño 30

Salango sobre Guangala 4 1

Salango Chorrera-Engoroy 2 15

Salango Machalilla 2

Ayalán Milagro 3

De las evidencias encontradas en la costa ecuatoriana, ninguno muestra huellas de mutilación como sucede en algunos casos en Mesoamérica (Wing 1984).

En general, el perro doméstico están más ampliamente representado en las muestras, sin embargo es notorio que en sitios costeros hay una predominante preferencia por el zorro, especialmente en sitio de temprana ocupación (Wing 1989).

¿Qué papel tuvo el perro en la sociedad americana antigua?, parece ser una de las mayores inquietudes y uno de los más grandes enigmas de los estudios de la zooarqueología en América. La compañía parece ser una de las razones principales de su domesticación, en otros casos la protección (Wing 1978), o como compañía (1989), se piensa que pudo ser usado como ayudante para pastoreo de camélidos, pero no existe una clara evidencia que corrobore esta propuesta, ya que en la mayoría de sitios muy elevados (más de 4000 m.s.n.m.) no se encuentra presente, descartando la aquella posibilidad. También fue usado, tradicionalmente, como ayudante para la caza. Cumplieron con su papel depredador alrededor de su área de residencia.

Muy interesante es el hecho de que el Dusicyon sechurae fue encontrado desde aproximadamente 7500-5500 a.C. asociado a contextos ceremoniales y en condiciones especiales. A pesar de no existir mucha evidencia de esta especie, es claro que pudo haber existido un intento de domesticación, como sucedió con otro miembro del mismo género Dusicyon australis .

La especie Dusicyon sechurae , ha sido encontrada también en contextos no ceremoniales, pero si algunos elementos óseos han sido objeto de transformaciones con intenciones no definidas pero probablemente rituales, tal es el caso de los húmeros izquierdos de esta especie encontrados en el sitio Las Balsas como una especie de preforma de flauta (Sánchez Mosquera 1996). Por otro lado, es probable que el zorro tuvo un rol similar al perro doméstico dentro las sociedades antiguas (Wing 1989).

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