49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA)

Quito Ecuador

7-11 julio 1997

 

Mercedes Guinea Bueno

Título del simposio: El area ecuatorial andina: Regionalización, periodización e intercambio.

Clave: ARQ. 11.

Título de la ponencia:

La metalurgia del cobre en la costa norte del Ecuador durante el período de Integración.

Autora: Mercedes Guinea Bueno

Parece haber un cierto consenso acerca del hecho de que los habitantes prehispánicos de las costas del Ecuador, especialmente los grupos vinculados con la cultura Manteño-Huancavilca, obtenían cobre, proveniente de la región montañosa central y norte del Perú, a cambio de las valvas rojas del preciado Spondylus. Trueque que se realizaba dentro de la red comercial que, con esta concha como artículo estrella, se movia por la costa pacífica desde Perú hasta México (Bergsoe,1982:54; Mayers,1992:42; Shimada, 1995:158-59 entre otros). Apoyando esta impresión, el inventario que figura en la Relación Sámano (Sámano, 1844 (1525):200) de los objetos que los comerciantes manteños llevaban en la famosa balsa de Salango para " rescatar por unas conchas de pescado de que ellos hazen quentas coloradas" incluye diferentes objetos de oro y plata y otros, tenazuelas y cascabeles, que podrían ser de cobre metal. Lo que ya no es tán fácil, es evaluar si el comercio era solo de objetos elaborados o incluía la materia prima. No conozco ningún hallazgo en las costas ecuatorianas de mineral de cobre importado y realmente no parece lógico comerciar con algo tan pesado. Hay que pensar, como ejemplifica el caso de Batán Grande en el norte de Perú (Shimada y Merkel,1991: 63), que el mineral se fundiría cerca de su lugar de extracción, comerciándose con el metal en su forma más inmediata, los pequeños nódulos esféricos de cobre ("prills"), que se obtenían después de la trituración de la matriz escoriacea en la que quedaban incluidos trás el proceso de fundición, con su condensación en pequeños lingotes refundidos ó bien como láminas martilladas de tamaño, forma y peso uniforme ( naipes ),las cuales facilitarían el intercambio y su posterior conversión en diversos objetos (Shimada, 1995:158-59).

Los objetos metálicos recuperados en las excavaciones del "Proyecto Esmeraldas"(1971-75) (Alcina, 1979) dentro del yacimiento de Atacames, quizás puedan arrojar alguna luz a este respecto. La bahía de Atacames , que muestra evidencias de ocupación desde el período Formativo, acoge en el último período prehispánico (700-1526 d.C) un poblado semi-urbano de más de 5.000 habitantes cuya principal ocupación era la pesca y el comercio de Spondylus dentro de la red de intercambio controlada por los manteños, en el límite norte de la influencia directa de éstos (Guinea,1984).Los materiales citados son diferentes tipos de instrumentos, adornos y restos de fundición, hasta un total de cuarenta. La mayor parte -treinta y ocho- son de cobre con ninguno o muy bajo contenido de arsénico, aunque cuatro de ellos podrían considerarse cobre arsenical (< 1% As) y cinco son de cobre dorado. Completa el conjunto un goterón de plomo y una problemática cuenta de hierro.

No se han encontrado objetos de oro en las excavaciones. Con todas las reservas que merecen las piezas que no son obtenidas de este modo, tenemos noticias de algunos objetos de aleaciones Au-Cu-Ag con contenidos variables de platino (Bergsoe, 1982 (1937) y Rivet y Arsandaux, 1946) que se atribuyen a Atacames, posiblemente fechables en el período anterior al que nos ocupa.

Afortunadamente, disponemos de un cuidadoso estudio arqueometalúrgico de casi la totalidad (35) de las piezas de cobre atacameñas . Salvador Rovira fue el encargado de realizar el análisis de la composición de los metales y aleaciones, asi como del estudio metalográfico para determinar la tecnología de fabricación de los diversos objetos. Todos estos datos se encuentran de forma pormenorizada en la publicación de su Tesis Doctoral (Rovira,1990) y a ella remitimos al lector interesado en estas cuestiones. Mi trabajo se centra en el estudio tipológico y en el de las asociaciones, los contextos y las otras evidencias culturales relacionadas con la fundición y conformación de los metales.

1.Objetos de metal recuperados en las excavaciones de Atacames.

Antes de la presentación de las piezas, quiero resaltar algunos aspectos de su composición y elaboración que pesarán en las conclusiones finales. Uno, su contenido de arsénico: 17 no contienen este mineral, 14 tienen entre 0.08 % y 0.52 % y sólo 4 estarían, como hemos dicho, por encima del umbral de los cobres arsenicales, si bien ninguna de ellas llegaría al 2%. El otro, el hecho de que las láminas que cubren las piezas doradas, siempre por depósito electroquímico, presentan aleaciones Au-Ag muy similares en la proporción de plata (2.4% - 4.3%) y con total ausencia de platino en la liga, metal que sería esperable en un oro obtenido en las cuencas fluviales de Esmeraldas. Desde el punto de vista tecnológico, además de la técnica de dorado citada, tenemos: fundición, martillado en frio y en caliente, recocido, soldadura ..., en general, un nivel tecnológico similar al del Perú en el Período Intermedio Temprano (V-VI d.C) (Rovira,1990:884).

Utensilios

Dentro de esta categoria tenemos 4 herramientas relacionadas con el trabajo del propio metal, 15 agujas y 2 anzuelos ( Lám. 1).

Los cinceles y punzones de Atacames parecen pertenecer, por su forma y medidas, a lo que Mayer (1992:58) llama " cinceles-punzones" para el trabajo de los metales. Tienen un extremo de sección rectangular y otro biselado, con el filo en línea perpendicular al eje de la herramienta y unas medidas similares (largo: 6.1-8.5 cms, ancho: 0.3-0.4 cms., grosor: 0.2-0.3 cms.) (Fig. 1-A), salvo una pieza más corta (largo: 3.1 cms.) (Fig. 1-B). Este tipo de piezas eran fundidas y luego forjadas en frio para endurecer el metal(Rovira,1990:822). No hay asociaciones claras, problema que nos vamos a encontrar a lo largo de todo este trabajo, dado el antiguo sistema de excavación por niveles artificiales, pero un punzón, el único de cobre arsenical, se encontró en uno de los niveles que parecen representar la segunda ocupación de la tola E-69 (por encima de una fecha radiocarbónica calibrada de 1180-+50 BP, 890 d.C). En dichos niveles se recuperaron también una aguja, restos de cobre, un martillo y un crisol. Como veremos, muchas de las piedras muestran las incisiones de estos cinceles y uno de los fragmentos de yunque tiene unas marcas clarísimás producidas por el trabajo con estos objetos, coincidiendo estas huellas con las medidas de las piezas.

Las agujas (Fig. 1-C) son los objetos metálicos más frecuentes en Atacames, sustituyendo a las de hueso en uso durante el Desarrollo Regional . Son 15 y salvo una de las piezas de cobre arsenical, la mayoría es de cobre muy puro (98-99% Cu), lo que parece ser una característica de estos instrumentos, como demuestra la coincidencia en la pureza del cobre, tanto de la colección chimú que guarda el Museo de Amárica (38 agujas), estudiada por Rovira (1990:694-95), como de la colección procedente de La Tolita (32 agujas) que presenta Bergsoe (1982 (1938):44-46), yacimiento en el que también hay agujas de oro. Las dimensiones de nuestras piezas oscilan entre 6.2 y 2.9 cms. de largo, y su grosor es uniforme: 2 mms. en la base del ojo y 1 mm. en la punta (Lám. 1-B). Es posible que las diferencias en el tamaño del largo tengan alguna relación con su funcionalidad. Aunque la muestra es pequeña, podemos ensayar una tipología de 5,5 cms. ( 9, 60%), 4 cms. ( 4, 27%) y 3 cms. (2, 13%) de largo. Los tres tipos aparecen repartidos de forma indiferenciada por las distintas tolas y niveles. En comparación con la colección peruana citada, estas son más pequeñas, ya que las del norte del Perú tiene una medida media de 11 cms., y si lo hacemos con las doce que ilustra Bergsoe para La Tolita (4 de 2.5 cms., 3 de 3 cms. 4 de 4 cms. y sólo 1 de 5 cms.)(Bergsoe, 1982 (1938), Lám. II, fig. 16), son, en general, más grandes. No nos dice nada este último sobre su técnica de fabricación, pero Rovira (1990:824-25 nos dá como idéntico el método termo-mecánico seguido por los chimues, los atacameños e incluso los cañaris en la fabricación de estos instrumentos: El extremo en el que se situará el ojo es martillado en frio hasta convertir el alambre en una delgada lámina. Esta se recorta en forma de tira, se dobla sobre sí misma dejando el hueco del ojo, quedando sujeta por dos pequeñas pestañas preparadas en su base. La pieza es calentada al rojo hasta recristalizar. Probablemente de recuece antes y después de doblar la laminilla.

Ocho de las agujas aparecieron en la Tola E-71, excavada por niveles naturales, encontrandose seis de ellas en asociación a dos ganchos y un cascabel de cobre.

Los dos ganchos de cobre, uno de ellos de cobre arsenical, parecen anzuelos. Su tamaño es pequeño, 2 cms. de altura y un grosor de 0.2 cms. Fueron forjados en frio y luego templados (Rovira,1990:826)

Adornos

En este apartado entran tres piezas laminares, una cuenta de collar, cuatro aros para colgantes de orejeras u otros, dos cascabeles, dos alfileres y algunos objetos no identifícados (Láms. 2 y 3).

Las piezas laminares son: Una nariguera semilunar de cobre dorado entera, aunque fragmentada, de 4.2 cms de largo y 0.1 cms. de espesor (Fig. 1-I), una especie corchete también de cobre dorado (2.2 cms. de largo, 0.4 cms. de ancho y 0.2 de espesor (Fig. 1-H) y un aplique o paleta de cobre extremadamente fina, medio milímetro de espesor (6.3 cms de largo y 3.1-0.8 cms de ancho) (Fig. 1-J). (Lám. 2_A). La placa de cobre de la nariguera fue laminada en frio y cubierta por una delgada y uniforme película de oro de algo más de dos micras de espesor mediante un proceso electroquímico y recocida de nuevo (Rovira,1990:828-31).

En una ofrenda, relacionada con el enterramiento de un niño (tola E-101), apareció una cuenta hueca perforada de cobre con un 2.5% de oro y de 1.3 cms. de diámetro y 0.8 cms. de grosor (Fig. 1-G y Lám. 3-B). Está fabricada mediante la soldadura por exudado de dos casquetes semiesféricos. Cabría mencionar que las cuentas metálicas no son muy frecuentes en la arqueología de la costa ecuatoriana y ésta es única en Atacames, donde las cuentas de collar de concha y pasta cerámica son abundantísimás. Debía de ser algo valioso, como valiosos son el resto de los objetos que la acompañan en la ofrenda: 15 Pinctada matzalanica , 1 Strombus peruvianus y otras 10 caracolas, 2 manos de metate y un modelo en miniatura de uno de los tipos de copa más frecuentes en el yacimiento.

Solo tres de los cuatro aros recuperados en el yacimiento de Atacames han sido analizados, y los tres son de cobre muy puro y con el mismo grosor del alambre, 1 mm., variando solo sus diámetros (0.8,1.2. y 2.1 cms.) (Lám. 3-C). El más pequeño está recubierto de una gruesa película de oro (15 micras). La técnica de elaboración es mediante fundición en barra, que luego se dobla para darle la forma y es similar a la de la sierra sur de Ecuador (Rovira,1990: 825). La pieza no analizada parece ser de cobre dorado y sostiene una piedra verde cuadrada (5x5 mms.) perforada. El diámetro del aro de metal es de 3 mms.y su grosor de 0.5 mms.

Dado que han sido solo dos los cascabeles hallados (Lám. 3-A), los hemos incluido con los adornos, aunque también habrían podido ser clasificados como instrumentos musicales. Han sido recuperados en distintas tolas pero son prácticamente idénticos en sus dimensiones y ejecución, que no en su composición metalográfica. Son dos esferas bivalvas con un diámetro de 1.2 cms. y dos perforaciones (Fig. 1-F). Están elaborados a partir de una lámina previamente recocida y luego martillada en frio y doblada. (Rovira,1990:825). Ninguno de ellos contiene arsénico, pero uno tiene 1.47% de plomo en su composición (Lám. 3-A derecha), aunque esta es una cantidad pequeña que podría formar parte de las impurezas del metalotecto, no deja de ser curioso que la presencia de plomo en los cascabeles encontrados en Ecuador es bastante común. De una sarta de 32 cascabeles ecuatorianos estudiada por Rovira, 18 resultaron tener más de 1% de plomo en su composición.

La cabeza de uno de los dos alfileres de Atacames es también un cascabel similar a los anteriores, aunque ligeramente más pequeño, 0.9 cms. (Fig. 1-E). Ha sido ejecutada laminando en frio el extremo de la aguja fundida, para luego modelar el cascabel como los arriba citados, con la salvedad lógica de las dos perforaciones (Rovira, 1990:826). Tiene un largo de 4.3 cms. y 0.2 cms. de grosor en la base del cascabel y 0.1 cms. en la punta al igual que las agujas descritas con anterioridad (Lám. 2-B derecha). Del mismo grosor, pero un poco más corto, 3 cms., es el otro alfiler con una cabeza de 0.6 cms.(Fig. 1-D). Este está además recubierto por una lámina de oro (Lám. 2-B izquierda).

Las piezas no identificadas son pequeños fragmentos. Uno de ellos de 1.6 cms de largo y 0.2 cms de grosor pudiera ser un fragmento de aguja. Dos fragmentos de alambre de cobre dorado de 0.2 cms de grosor y 2 cms. y 1.5 cms. de largo, tienen características similares al aro dorado citado más arriba. Otro objeto, de cobre arsenical, es de más difícil interpretación. Es una lámina abombada, de 1,5x1.3 cms., muy corroida y con una lengueta doblada que pudo servir para enganchar algo o coserla a algun lugar por lo que pudo ser parte de un corchete o un botón.

Mención aparte requiere, ya que no es de cobre y que su consideración como un objeto prehispánico es dudosa, precisamente debido a su material de fabricación, el hallazgo en el nivel 21 de la tola E-69 de una pequeñisima cuenta perforada de hierro ferrítico laminado, con un diámetro de 0.4 cms. y un grosor de 0.16 cms.. El nivel en el que fue recogida la pieza está a más de 3 ms. de profundidad y tiene una fecha calibrada de Carbono-14 de 1180-+50 BP, 890 d.C.. Evidentemente, esto no es ningún problema para considerarla posthispánica, ya que pudiera haber caido desde la superficie al fondo del pozo cuando este estaba abierto, o haber llegado allí por algún otro fenómeno bioturbador, aunque en su momento no se apreció ninguno. La singularidad de la pieza consiste en que no se ha encontrado en los Andes ningún objeto de hierro fundido, pero la tecnología del orificio central es claramente indígena. Este se ha conseguido con un perforador de vaiven, abordando la cuenta por ambas caras y dejando en el corte un característico perfil en X. Podemos aventurar varias hipótesis: 1) es intrusiva, y resultado de la manipulación por un indígena de hierro colado traido por los españoles;2) No lo es, y en ese caso o bien es un resultado azaroso, dado el uso de minerales ferruginosos como fundentes, ó bien vino, quién sabe cómo, de lugares bastante lejanos.

Restos de fundición

No son muy numerosos, sólo cuatro, pero son suficientes para probar la existencia de actividad metalúrgica en el sitio arqueológico. Tres de ellos aparecieron asociados, en una zona sin tolas, cerca de un enterramiento y de huellas de postes, sin que se pueda determinar un área de actividad. Dos son goterones de cobre, uno de 1.1 cms. de largo, O.5 de ancho y otro, el más claro, tiene un largo de 2.5 cms, un ancho de 1.5 y O.3 de grosor. Este presenta una " estructura de bruto de colada, con númerosas inclusiones minerales y escoriaceas, quizás debido a su procesamiento en un horno de bajo rendimiento. (Rovira, 1990;839). De explicación dudosa es la presencia junto a este de un nodulillo de plomo, que Rovira ( ibidem ) piensa pueda ser un perdigón intrusivo, aunque cita un método, descrito por Bergsoe(1938), según el cual los indígenas de Esmeraldas obtenían bolitas de plomo a partir de galena. Sin tener problemas para considerarlo intrusivo, creo que hay que tener en cuenta las circunstancias de su hallazgo, asociado a otros restos de fundición y en un área de yacimiento en la que en la proximidades del enterramiento citado se han encontrado, dos yunques, un martillo, una aguja y dos aros.

El último resto de fundición es una escoria en forma de un pequeño nódulo, aproximadamente de 1 cm. de diámetro, que no figura entre las piezas presentadas por Rovira en la publicación ampliamente citada, por lo que extraemos los datos de un reciente informe analítico del mismo autor. Es un material lígero, poroso y de color verde oscuro. El análisis cualitativo indica la presencia de compuestos de cobre y hierro, con pequeñas cantidades de arsénico, antimonio y plata. Su morfología corresponde a un producto escoriáceo de la metalurgia del cobre. Trás varias consideraciones, Rovira concluye que lo más probable es que se trate de una gota de escoria, formada en un crisol en el que se hubiera refundido o afinado cobre metálico. Como dato añadido, es interesante el hecho de que está recubierta de arena y otros materiales orgánicos, entre los que cabe destacar unas pequeñas astillas de carbón de leña. Esto concuerda perfectamente con la práctica de los indígenas ecuatorianos de colocar el crisol directamente sobre el fuego, tal y como veremos un poco más adelante.

2. OBJETOS RELACIONADOS CON LA FUNDICION Y CONFORMACION DE LOS METALES

No es precisamente fácil reconocer fuera de contexto los útiles implicados en los diferentes procesos de fabricación de los objetos metálicos. Tampoco son demásiados los hallazgos contextualizados en talleres, hornos de fundición o ajuares de tumbas. de los que disponemos. Quizá muchos materiales están sin publicar ya que el centro de la mayor parte de las investigaciones son los objetos metálicos en si mismos. En Atacames los útiles más claramente implicados en el trabajo metalúrgico y metalistero son las toberas y los yunques, pero hay algunos otros, martillos, crisoles, moldes.. etc. que presentaremos agrupados en función de su materia prima.

Cerámica

Los extremos cerámicos de los tubos de soplado, las toberas, han podido ser facilmente identificadas dada su similitud con las recuperadas por Shimada y otros (1983:41) en Batán Grande, asi como por sus claras huellas de uso (Lám. 4).

La función de estos tubos es avivar el fuego insuflando en su interior una corriente de aire dirigida, que aumenta considerablemente la temperatura. La materia prima de estos es variada, caña, cerámica e incluso cobre. Estos instrumentos eran de uso generalizado en la metalurgia de la América precolombina como se puede comprobar por las descripciones de los primeros cronistas. Donnan (1973:292) cita cuatro de estas descripciones tempranas: Cieza de León, 1553; Benzoni,1565; Raleigh,1596 y Garcilaso de la Vega, 1609, en las que se menciona el uso de los sopladores dentro de las labores de la fundición de los metales, y hay otros más. Tomaremos como ejemplo la narración de Girolamo Benzoni, dado que es la visión de un experto, puesto que el mismo era platero en su pais de origen :

"Esta provincia de Quito es de clima templado...Había muchos orfebres que, pese no utilizar ningún instrumento de hierro, hacían , aunque de manera rudimentaria cosas maravillosas, trabajando de la manera que se referirá. primero cuando funden el oro y la plata, los meten en un crisol largo o redondo, hecho de un pedazo de tela embadurnada con tierra y carbón triturado. Trás dejarlo secar, lo ponen al fuego con la cantidad de metal que cabe dentro junto con cinco o seís tubos de caña, unas veces más y otras menos, y soplan por ellos hasta que se vuelve líquido. Luego lo sacan, y los orfebres sentados en el suelo, con unas piedras negras expresamente dispuestas, y ayudándose unos a otros, trabajan y hacen, o mejor dicho, hacían en su época de prosperidad, lo que se les había encargado, es decir, estatuas vacias, vasijas, ovejas y joyas, y todos los animales conocidos" (Benzoni, 1985 (1547-1550): 322).

Los canutos del dibujo (Fig. 2) con que ilustra esta descripción del proceso metalúrgico en la sierra norte de Ecuador no parecen tener una boquilla cerámica en su extremo, como tampoco se observa en otras ilustraciones tempranas de las áreas andina o mesoaméricana , ni en las escasas representaciones prehispánicas. Por lo que se puede hipotetizar, que el tubo de soplado compuesto por una caña en cuyo extremo se inserta una boquilla cerámica que permite acercarlo más al fuego y facilita la dirección del caudal del aire pudo ser una aportación de la cultura Sicán, en cuyos talleres de Batán Grande se han encontrado cerca de un centenar (Shimada y otros, ibidem ). La única pervivencia etnográfica que conocemos la documenta Olaf Holm (1968) en varios lugares de Manabí. En la costa ecuatoriana lo más usual es avivar el fuego con un abanico, salvo en las diez localidades que el cita. Los tubos son de caña Guadua, con un largo de 35 cms. y un diámetro exterior de 4 cms., y es curioso que a la hora de soplar se mantiene a cierta distancia de la boca (5 cms.), lo que coincide con el dibujo de Benzoni.

Once son las toberas recuperadas en Atacames, todas ellas rotas, lo cual no es de extrañar dada su función. Basicamente representan un conjunto bastante homogéneo, con algunas pequeñas diferencias en su forma. La forma elemental es cilíndrica (Fig. 3), aunque la parte de la boquilla que queda al exterior puede ser apuntada (6), recta (3) ó abombada (2) y la que se encaja en la caña, recta o ligeramente apuntada. En los caso en que se conserva la parte de la pieza correspondiente a la unión entre ambas, la presencia ó no de un escalón (5-8 mms.) entre ellas, también marca cierta diferencia formal. En cuanto al tamaño, una sola de las toberas esta completa pero representa fielmente las cifras medias del resto (Fig. 3-B). El largo total del instrumento es de 6 cms., correspondiendo 4.5 a la boquilla exterior y 1.5 al embutidor. La boquilla tiene un diámetro medio de 2.3 cms. y el embutidor 1.7 cms. El orificio central, por el que corre el caudal de aire, tiene un diámetro de 0.6 cms. en la entrada y 0.5 en la salida. Coinciden con estas dimensiones ocho de las piezas, las tres restantes, son algo más largas y estrechas y pudieran ser soldadores. De estas la única boquilla entera mide un centímetro más que las primeras, 5.5 cms, de largo y medio de diámetro, 1.8 cms., no tenemos datos sobre el largo de el embutidor pero su diámetro, 2 cms., es algo mayor. El orificio es más estrecho con un diámetro de entrada de 0.5 cms. y 0.4 cms de salida (Lám. 4-derecha).

En cuanto al método de fabricación están modeladas a partir de un rollo de arcilla que bien llevaría en su interior un nucleo de algún material perecedero que desapareceria con la cocción dejando un canal central o sería perforado longitudinalmente con algún instrumento antes de cocer. En la mayoría de las toberas parece que la parte que debe encajar en la caña se modeló rebajando el rollo básico antes de cocer la pieza, pero en tres de ellas se siguió otro procedimiento: Al primer rollo se le añadió una tira de refuerzo que constituye la boquilla. En otra se observa claramente que el embutidor ha sido rebajado después de la cocción. La atmosfera de cocción fue oxidante, aunque incompleta en la mitad de las piezas.

La superficie presenta un estado de conservación irregular, la mayor parte con huellas de uso en forma de quemazones, tiznes ó deformaciones de vitrificación. Las boquillas están engobadas en ocre claro y pulidas, aunque hay una fuerte variación en el grosor del engobe y el grado de pulimento. La dureza medida en la escala de Mohs es de 7 en 7 de las toberas y de 6 en 4.

Solo tres toberas están decoradas. Dos tienen la boquilla con un ligero facetado octogonal, teniendola una de ellas además pintada y pulida en blanco con el embutidor pintado en rojo. La tercera presenta una decoración más profusa y es una de las que hemos apuntado más arriba que su función pudiera ser la de soldar. Tiene en la punta un resalte en forma de cono truncado, con una decoración incisa y pintada en rojo y el resto de la boquilla solo pintada en rojo. El diseño inciso y el pintado son muy similares,una combinación de puntos y lineas rojas verticales y horizontales, frecuente en las vasijas decoradas del yacimiento. Las incisiones están rellenas de una pasta blanca y los resaltes pintados en rojo (Fig. 3-C).

Estos extremos cerámicos de los tubos de soplado han aparecido en casi todas las tolas excavadas y la diferencia en número entre unas y otras parece estar únicamente relacionada con el mayor o menor volumen excavado, igual que en el caso de los objetos metálicos. Más de la mitad (7) se encontraron en la tola E-69, y a pesar de que la evidencia no es muy grande se podría hipotetizar que la forma de boquilla abombada y sin escalón entre ésta y el embutidor, precede a la recta con escalón. Tres aparecieron asociadas a carbón, leña quemada y pellas de barro semicocido. En la tola E-71 se recuperaron dos que parecen ser soldadores encontrandose en su mismo nivel de ocupación unos yunques y martillos de piedra para el trabajo de los metales, que describiremos más adelante, asi como la nariguera de cobre dorado a la que nos hemos referido con anterioridad.

Si comparamos las toberas de Atacames con las de Batán Grande (Shimada et al,1983:41) , las últimás son de un tamaño mayor " 10 a 13 centimetros" y con el orificio del extremo distal más grande "0.8 más o menos 0.1 centímetro". También es interesante la observación de Shimada y Merkel (1991:64) de que las toberas de Sicán Medio se hacían a mano y se decoraban con simples motivos geométricos, mientras que las de los períodos chimú e inca son más grandes y muchas parecen estar hechas a molde.

Otro de los objetos cerámicos relacionados con la fundición de los metales son los crisoles. Solo hemos encontrado uno en nuestro yacimiento. Es un recipiente pequeño, irregularmente globular y de acabado muy tosco. Tiene 3 cms de alto, su diámetro máximo es de 6 cms. y el de la embocadora de 5 cms. El espesor medio de las paredes es de 0.8 cms. La pasta es dura (6 en la escala de Mohs), de un color negruzco y presenta una oxidación imcompleta. Ha sido modelado a mano y conserva las huellas de repetidas presiones con los dedos. La superficie, además de estas huellas, evidencia haber estado en contacto con el fuego.

Benzoni, en la cita que hemos reproducido más arriba, nos refiere la manera que tenían de fabricar un crisol los habitantes prehispánicos de la sierra norte de Ecuador: Embadurnaban una tela con tierra y carbón triturado y la dejaban secar. Parece ser que la mezcla de arcilla con tejido y con algún componente que acumule calor es un procedimiento adecuado para fabricar un crisol. La preparación de barro para la fabricación de crisoles y moldes es una tarea muy especifica para los plateros de San Pablo cerca de Cuzco. Se utiliza un barro especial muy rico en oligistos que se deja en remojo 24 horas, se muele sobre un Batán y se mezcla con pequeños trozos de lana escarmenada. "Cuando el el barro está bien preparado en el maran,revienta con los golpes del martillo, nuevamente se prueba con las yemás de los dedos, en este momento si se asemeja a la mantequilla es cuando esta listo para ser utilizado en la fabricación de moldes y crisoles." (Valencia, 1978:537). Lamentablemente no tenemos el análisis de la composición de la pasta de nuestro crisol, pero ésta es de un color oscuro y muy fina, con las huellas de los dedos que la presionaron para comprobar su estado y conseguir que adquiriera suficiente solidez, claramente marcadas. Si comparamos sus dimensiones con las de los modelos etnográficos de los plateros citados entraría dentro de los considerados de como de tamaño mediano. Por supuesto no sabemos si fue usado para fundir oro o cobre.

Con respecto a los moldes, solo se ha recuperado un fragmento de lo que pudo haber sido un molde univalvo para dar forma a un cuchillo con mango vertical (Lám. 5-A). Es una cerámica muy dura (8 Mohs) de pasta muy negra. La superficie está totalmente cubierta con un engobe grueso, que en algunos lugares del interior muestra los efectos del calor. Tiene la base ligeramente cóncava y el fondo plano, las paredes rectas y el borde perpendicular. La altura total de la pieza es de 1.3 cms. y la de la pared es de 0.8 cms. En un contexto funerario manteño, en La Libertad, provincia del Guayas se encontraron enteros tres moldes de arcilla, uno para fundir un hacha plana, otro para fundir un hacha en forma de pala y un tercero para fundir un cuchillo con mango vertical (Mayer,1992:69). La forma, apariencia y dimensiones de este último ( ibidem :108) son las que nos han permitido de una manera muy tentativa identificar nuestro fragmento como procedente de un molde con esta función. Estos cuchillos parecen ser de uso común en las culturas Milagro Quevedo y Manteño-Huancavilca y "deben de haber sido empleados preferentemente para la matanza, el descuartizamiento y el sacrificio" (Mayer, 1992:58-59). El fragmento de molde se localizó en una de las tolas que ha proporcionado más hallazgos de implementos relacionados con el trabajo de los metales, la E-71.

Piedra

En Atacames han sido recuperados siete yunques, dos enteros y cinco fragmentados, y once martillos, siete enteros y cuatro rotos. En total, 18 utensilios de piedra relacionados con el trabajo de los metales. Hay otros ocho objetos de piedra, que quizás pudieran incluirse aqui y que habrían sido utilizados como pulidores o alisadores, pero su uso y su relación con los metales es difícil de precisar.

Los dos yunques enteros son las piezas con una ejecución más cuidada dentro del conjunto, y aparecieron, como única ofrenda funeraria, junto al craneo de un esqueleto perteneciente a un varon senil (Lám. 6). Este enterramiento se localizó debajo de la tola E-101. El yunque de la Lámina 6-A está conformado a partir de una piedra dura y pulida verde oliva, de forma irregularmente ovoide, truncada en uno de sus extremos por una de las tres superficies de trabajo. Tiene una altura de 14.3 cms., un ancho máximo de 11.5 y pesa 2.600 k.. De las tres superficies de trabajo citadas dos se presentan en los lados largos de la pieza y una a lo ancho. Esta última está cuidadosamente pulida y sería usada para el laminado fino y las labores de acabado, las otras dos, perfectamente definidas, presentan huellas de su utilización para el martillado, una en plano y la otra en curvo. El yunque de la Lámina 6-B es una piedra dura y pulida, negra veteada, de aspecto ovoide truncado como la anterior aunque ligeramente más corta y ancha. Mide 10.5 cms. de alto, 13.3 cms de ancho y pesa 2.260 K.. Tiene una sola superfice de trabajo, singularmente coincidente en forma y medidas (13*8 cms.) con la de martillado plano de la pieza anteriormente descrita, aunque la que ahora nos ocupa era de doble uso. En la parte central, lisa, muy pulida y con algunas huellas del cincel se ejecutarían las labores de laminación y acabado, mientras que en la perimetral se llevaría a cabo el martillado. Es posible interpretar por su contexto que ambas fueron suficientemente apreciadas y valiosas para su dueño, un anciano orfebre o metalistero, como para ser enterrado con ellas.


Referente al uso de estos yunques tenemos la descripción de Benzoni citada más arriba "los orfebres, sentados en el suelo, con unas piedras negras expresamente dispuestas", faena que él ilustra con uno de estos orfebres sujetando el yunque entre los pies (Fig. 2). Aunque trabajar asi sería posible con los yunques de Atacames, parece más adecuado a su forma y tamaño la manera en que lo ilustra Grossman (1972:525, Fig. 4) en su artículo sobre los hallazgos de Muyu Moco Waywaka, en el centro-sur de los andes peruanos, con el orfebre sujetando el yunque entre las rodillas.

Además de estas piezas enteras hay otros cinco fragmentos de yunque, siendo fácil identificar la parte a la que corresponden dentro de una forma y tamaño similar a la que hemos descrito para los yunques enteros, generalmente uno de los extremos apuntados. Los cinco son piedras duras y negras extremadamente pulidas. Las abundantes huellas de uso son diferentes en cada caso. Respecto a estas destaca uno de los fragmentos, localizado en la tola E-71 (Lámina 5-B) en el mismo nivel que un martillo para laminar del que hablaremos más adelante. De sus cuatro lados uno corresponde a la rotura y los otros tres son superficies de trabajo, una lisa para laminado y dos con huellas clarisimás de trabajo con cincel. La presión de este ha dejado la superficie de la piedra extremadamente bruñida en líneas. Es posible reconstruir a partir de ellas la forma y tamaño del cincel que las produjo y que, tal y como hemos apuntado, más arriba coinciden totalmente con los dos extremos de uno de los cinceles biselados de nuestra colección. Otro de los fragmentos presenta hasta cinco superficies de trabajo, tres para laminado, una para martillado y otra para cortar con el cincel.

Aunque no son muchos los hallazgos, quisiera hacer notar que en los basureros solo se han encontrado yunques rotos nunca enteros. Las dos piezas completas aparecieron, como hemos dicho, en un enterramiento y es posible que el resto de los yunques en uso por los metalisteros atacameños se encuentren enterrados acompañando a sus dueños. Nos hemos referido más arriba a la plateria tradicional cerca de Cuzco en relación a la fabricación de crisoles y moldes. Dentro del mundo mágico y de crencias que rodea esta metalurgia "se cree que no se deben de comprar herramientas usadas porque llevan consigo maldiciones y mañoserias del que las utilizó. Es preferible comprar nuevas para que se familiaricen con el caracter del platero" (Valencia, 1978:551). Una mentalidad similar conincidiría con nuestras evidencias.

Los martillos son otros de los utiles de piedra con los que los atacameños trabajaban los metales (Lám. 7). Su descripción no es fácil ya que las piedras que han sido utilizadas para tal fin son irregulares y presentan multiples facetas; No obstante fueron seleccionadas aquellas que tenían unas ciertas formás y pesos adecuados a su función. Hay dos tipos más claros, que hemos llamado martillos grandes y martillos pequeños , en los que, con un largo similar, los primeros doblan en peso y anchura los segundos. También dos piezas intermedias y un martillo discoidal.

Tenemos dos martillos grandes completos y dos fragmentos.Su forma es compuesta, ligeramente ovoidal,tienen un extremo tronco piramidal y otro redondeado, con unas muescas laterales en el medio para facilitar el agarre. Son piedras negras algo pulidas cuyas medidas típicas rondan los 10 cms. de largo, 6 de ancho y 500 grs. de peso, con la superficie de martillado del extremo tronco piramidal de unos 2 cms de diámetro. En los dos que conservan la parte redondeada, esta acoge, en un caso, dos superficies de trabajo para laminar curvas y en otro una faceta para laminado muy pulida y otra para martillado, dependiendo del modo de agarre del martillo. Esta última pieza es bastante más pesada (722 grs.).

El tipo pequeño tiene unas medidas aproximadas de 9 cms. de largo 3 de ancho y 200 grs. de peso. Su forma básica es tenuemente cónica , con corte elipsoidal, con un pequeño resalte natural por el que se agarra facilmente (Lám. 7-B). Presentan facetas de trabajo en ambos extremos con un diámetro en torno a 1.5 cms. Son cuatro, uno de ellos incompleto. Tres piedras negras pulidas y una blanquecina.

De las dos piezas intermedias destaca una que con una forma básica similar al tipo grande es más pequeña (8 cms.de largo, 4.4*3 cms de ancho ) y mucho más ligera (183 cms. de peso). Está muy pulida y parece un instrumento multifuncional, con una superficie de trabajo muy lisa y pulida, otra poco definida para martillar y numerosas huellas de presión y corte con el cincel. Finalmente hay un martillo de piedra verde oliva pulida y de forma casi discoidal a la que le falta un pequeño segmento. El diámetro es de 6 cms, grosor de 2.8. y pesa 171 grs. La superficie de trabajo corre a lo largo del perímetro del disco, com excepción del segmento truncado (Lám. 7-C).

La tola E-71 es en la que aparecieron más instrumentos de piedra, dos yunques y cinco martillos, asi como varios alisadores y pulidores. La asociación más clara se encontró en el nivel 1, entre el yunque que hemos destacado arriba por sus claras huelllas del cincel, uno de los martillos grandes y el discoidal. Estos aparecieron junto con otras dos piedras pulidas fragmentadas por el calor. Hay que resaltar también, que uno de los martillos grandes, el más pesado y pulido apareció formando parte de una ofrenda en el contexto de un enterramiento.

3. CONCLUSIONES

Los utensilios metálicos recuperados en Atacames estarían en uso dentro de tres actividades del poblado, metalisteria, tejido y pesca, que están sobradamente probadas por otra clase de evidencias (Guinea, 1984; 1995a y 1995b). Del mismo modo los adornos de cobre que hemos descrito, narigueras, orejeras y cuentas de collar, forman parte de los atavios habituales representados en las figurillas cerámicas del mismo yacimiento (Sánchez Montañés,1981). Nos quedaría entonces por ver, si los análisis y consideraciones que hemos presentado en los apartados anteriores nos permiten responder a la pregunta que nos haciamos al comienzo de este artículo: ¿Los habitantes de Atacames recibían de los comerciantes el metal de cobre o los objetos elaborados? Creo que las evidencias analíticas e instrumentales prueban que, a través de las rutas comerciales procedentes del sur, llegaban a Atacames no solo objetos de cobre, sino también metal de cobre preparado para fundir y con el las transferencias tecnológicas para hacerlo.

La clave de esta conclusión se encuentra en las pruebas de que al menos las segunda y tercera parte del proceso de transformación del mineral de cobre en objetos de cobre metálico se efectuaba en el poblado. ¿Por qué descartamos la primera parte del proceso, la fundicón del mineral?. No hay minas de cobre en la zona. Ya dijimos que no parece lógico comerciar con el mineral.Y no se ha detectado en el yacimiento ningún indicio de dicha actividad. Además, hay otro dato que aboga a favor de que a Atacames llegaba el mineral fundido e incluso refundido, como es el bajo contenido en arsénico de las piezas, ya que los sucesivos afines por refundición bajan la tasa de este metal. Los productos de la metalurgia primaria del cobre tanto en el norte del Perú como en Cañar tienen mucho más arsénico en su composición, sea esto intencional o no. Por lo tanto se puede pensar que a Atacames llegaban lingotes o láminas refundidas, probablemente más de una vez, a conveniencia de los intermediarios.

Los restos de fundición encontrados en el yacimiento, junto con las toberas , el crisol e incluso los restos de leña adheridos a una escoria, nos prueban que en Atacames se llevaba a cabo la segunda parte del proceso metalúrgico, es decir, la refundición y refinamiento del metal obtenido por comercio. Actividad que debió de efectuarse, tal y como hemos citado en palabras de Benzoni, colocando un crisol en un fuego abierto avivado con tubos de soplado. Hemos visto que las boquillas cerámicas de estos tubos, aunque formalmente casi idénticas, son más cortas que las encontradas en Batán Grande en un contexto de fundición de primaria. Asimismo, el orificio es también algo más estrecho. Diferencias que pueden ser debidas a que las de Atacames se usaron precisamente en la segunda parte del proceso

Los estudios metalográficos de los objetos acabados revelan, como hemos citado, que en esta tercera y última etapa de trabajo, los atacameños tenían una nivel tecnológico similar al del norte de Perú. Además, tenemos una serie de instrumentos relacionados con esta tarea, como son los cinceles, yunques y martillos. A lo largo de esta exposición hemos ido comentando las distintas asociaciones detectadas entre los objetos metálicos y los utensilios para su fabricación. En otro orden de cosas, merece destacarse la presencia de los dos únicos yunques enteros, como ofrenda en un entierro,al igual que una pieza, clasificada como martillo pero que tiene unas ciertas características, peso y forma, que indican que quizás pudiera haber funcionado ocasionalmente como un yunque, la cual también aparece en otro contexto funerario. Ya nos hemos referido en el texto, a la posible explicación de esta asociación dentro de un mundo de creencias, todavía vigente en la plateria tradicional peruana, acerca de que los instrumentos de trabajo no deben de pasar de un artesano a otro.

Quedaría por justificar por qué pensamos que el metal de cobre llega del norte de Perú a través de la red comercial Huancavilca. Dejando a un lado que la inclusión de Atacames en esta red parece fuera de duda (Sámano,1844 (1525):19) y que por lo tanto no sería lógico no aprovecharla, hay una fuerte similitud tecnológica e instrumental con los materiales peruanos de Sicán Medio (900-1100 d.C.), cuyas fechas coinciden a la perfección con las de los niveles de aparición de las evidencias de metalurgía en el yacimiento (890-1000 d.C.), junto con otras como, por ejemplo, la sustitución de las agujas de hueso por las de cobre. Incidiendo en esta apreciación esta el asunto de la procedencia del oro utilizado en el proceso de dorado. Como hemos dicho, nuestras piezas doradas contienen plata en la liga, estando ausente el platino, lo cual es normal en el oro peruano, mientras que el procedente de los placeres de la zona de Esmeraldas, aunque hay alguna excepción, contiene cantidades variables de platino. Por otro lado, los objetos de oro de la zona estudiados por Bergsoe y Rivet y Arsandaux, a los que nos hemos referido con anterioridad, dan todos platino en sus análisis cuantitativos, habiendo sido fabricados en un período anterior a la generalización de la red comercial. Todo parece indicar que, ó bien los objetos dorados llegaban del sur ya acabados, ó bien para los habitantes de Atacames, en ese momento, era más cómodo comprar el oro que los comerciantes sureños ofrecían junto con el cobre, que extraerlo directamente de la zona.

RESUMEN

Todo parece indicar que el cobre fue unos de los productos que los habitantes del norte del Perú intercambiaban por la preciadas valvas de Spondylus con los de las costas ecuatorianas. Presentamos los útiles y adornos de este metal recuperados en el yacimiento de Atacames, asi como los instrumentos comprometidos en su proceso de elaboración.


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Indice de pies de Figuras

FIGURA 1 : Objetos de cobre y cobre dorado del yacimiento de

Atacames: Cinceles-punzones (A-B), aguja (C),

alfileres (D-E), cascabel (F), cuenta (G),

corchete ? (H), nariguera (I) y paleta ? (J)

FIGURA 2 : Fundición y trabajo indígena de los metales, según

un grabado de la Historia del Nuevo Mundo de

Girolamo Benzoni (1547-50).

FIGURA 3 : Tipos de toberas del yacimiento de Atacames: Tipo

apuntado (A), tipo abombado (B) y soldador

decorado (C).

Indice de pies de Láminas

LAMINA 1 : Utensilios de cobre del yacimiento de Atacames:

Cinceles-punzones (A) y agujas (B).

LAMINA 2 : Adornos de cobre y cobre dorado del yacimiento de

Atacames: Piezas laminares: nariguera, corchete y

paleta (A) y alfileres (B).

LAMINA 3 : Adornos de cobre y cobre dorado del yacimiento de

Atacames: Cascabeles (A), cuenta (B) y aros (C).

LAMINA 4 : Toberas. Yacimiento de Atacames.

LAMINA 5 : Diversos utensilios para el trabajo de los metales

recuperados del montículo E-71 del yacimiento de

Atacames: Fragmento de molde (A) y fragmento de

yunque, en el que se observan la huellas de uso

producidad por el cincel (B).

LAMINA 6 : Dos yunques depositados como ofrenda en un

entierro del montículo E-101 del yacimiento de

Atacames.

LAMINA 7 : Martillos: Tipo pequeño (A), tipo grande (B) y

discoidal (C).


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