Identidad cultural y racionalidad economica en la cuenca alta del Río San Juan, Colombia

1. Introducción

En Colombia la emergencia de la cordillera occidental consolidó la formación de unas condiciones climáticas especiales que determinaron la aparición y supervivencia de las especies. La circulación de las masas de aire desde el pacífico hacia el interior hacen de la zona un área especial con condiciones pluviométricas bien particulares. Las precipitaciones son más abundantes hacia las zonas bajas con mayores concentraciones de nubes y a medida que ascienden en sentido occidente - oriente se van condensando, logrando superar muy poca de esta masa nubosa originaria, la barrera que impone la cordillera, encontrándose así una de las regiones más húmedas del mundo. Esto unido a la gran variabilidad del relieve y de alturas hacen de la zona un lugar rico en climas y microclimas, donde se desarrollan y coexisten las formas de vida en diversidad de paisajes y hábitats.

Como es bien sabido, a la ya larga historia de la formación de la vida en nuestro planeta se han sumado eventos recientes que han determinado la suerte de las especies presentes en amplios territorios. Durante las glaciaciones, muchas de las formas de vida existentes sucumbieron ante condiciones climáticas tan adversas, siendo incapaces de adaptarse a las nuevas condiciones. La reducción de la temperatura obligó a muchas especies a movilizarse a otras latitudes con condiciones menos drásticas para la sobrevivencia, pero que implicaban mayor competitividad y especialización.

Los hielos que desde los polos se iban desplazando, hacían correr las especies hasta los trópicos, con condiciones de temperatura más favorables. El corredor biológico natural, que además sirvió de refugio a miles de especies, hizo de los territorios ubicados en la esquina superior de Suramérica, un sitio privilegiado. Desde Norteamérica, hasta Centroamérica y de allí hasta el sur y viceversa, el Chocó Biogeográfico se convirtió en paso obligado para todas aquellas especies que iban colonizando nuevos hábitats.

Así, los bosques de la cuenca alta del Río San Juan, como parte del Chocó Biogeográfico, cumplen un papel determinante y protagónico en el contexto de los bosques del mundo. Su historia, su riqueza y su diversidad se remontan a periodos insospechados por los actuales habitantes. En la escala del tiempo, la habitación humana de estos bosques no representa nada frente al tiempo de su formación, paradójicamente su destrucción por los recién llegados, implica en la actualidad la destrucción de más del 50% en Risaralda y una cifra aun no estimada en todo el Chocó Biogeográfico.

En la actualidad se puede afirmar con certeza que no quedan bosques en el Alto San Juan sin algún tipo de intervención humana. Lo más grave es que en la mayor parte del área de la cuenca (mucho más de 600 Ha) hasta hace menos de 30 años existían bosques en buenas condiciones, los cuales en el término de una década (70's) sucumbieron ante la acción del hombre, sin ningún tipo de control por parte del Estado en cualquiera de sus instancias. En la actualidad, toda el área de la cuenca sufre un proceso ambiental degradativo que no deja muchas esperanzas a los pocos bosques y que está generando agotamientos y baja productividad en las zonas abiertas para la producción agrícola y pecuaria, entender la racionalidad con que se toman decisiones económicas que afectan la riqueza biológica de la zona puede ser un primer paso para lograr proponer soluciones efectivas a los agotamientos, extinciones y alteraciones a los hábitats y ecosistemas.

1.1 La zona de estudio.

La Cuenca Alta del Río San Juan tiene una extensión aproximada de 1.200 Kmª y una población también aproximada de 22.000 habitantes. Territorial y poblacionalmente la etnia Embera representa un 40% de la cuenca, las comunidades negras un 10% y los mestizos un 50%.

De acuerdo con procesos históricos, sociales, económicos y culturales la territorialidad de cada uno de los grupos de la cuenca se ha ido definiendo y configurando de una manera especial. El río se ha convertido en el eje ordenador y dinamizador de las distintas ocupaciones: es a través del río que los Embera aplican su estrategia territorial para la apropiación de una amplia variedad de pisos térmicos; asimismo, las comunidades negras apropian y ordenan el territorio a partir de las fuentes de agua. Las comunidades mestizas, de menos trayectoria en el territorio, no se sustraen a ello y han ido configurando poblados a partir de los paisajes que a su paso van modelando los cursos de agua.

La manera como el medio va determinando las estrategias adaptativas de los grupos humanos y, viceversa, como las sociedades van transformando y apropiando el paisaje es discernible claramente cuando observamos las condiciones biofísicas a las cuales se enfrentan los grupos: en la mayoría de los casos los sitios aptos para vivienda por condiciones de pendientes y de acceso a fuentes de agua básicamente son los modelados por antiguas avalanchas que hacen de relleno y posibilitan la formación de paisajes más planos. De esta manera los ríos con toda su dinámica son determinantes en la apropiación espacial pues la zona se caracteriza por poseer pendientes que van desde el 75%, hasta las de más del 100% en muchos casos. Esto aunado a la alta pluviosidad2 de la zona (promedios de 4.000 a 6.000 mm anuales, hasta reportes de 12.000 mm anuales en algunos periodos de la historia reciente) hacen de las estrategias adaptativas que se implementan respuestas complejas y diversas a las restricciones impuestas por el medio.

2. Identidad Cultural y racionalidad económica

La riqueza y diversidad cultural de la cuenca está expresada en innumerables aspectos y de variadas maneras. La historia socioeconómica de la región ha incidido además en la conformación de diferentes estrategias sociales, culturales, económicas, políticas, etc., esto hace que en la actualidad los procesos identitarios adquieran nuevos elementos y la identidad cultural sea un proceso dinámico de construcción, reevaluación y elaboración continua para cada uno de los grupos y de los subsectores habitantes del Alto San Juan.

Hablar sobre identidad cultural se refiere a la identificación de patrones, conductas, códigos e imágenes compartidas y aprehendidas por un colectivo social. Esta pertenencia a un grupo fundamenta el compartir en una sociedad. Las conductas que le son propias son suyas porque las comparte y las realiza en unión con gentes cuyos patrones, creencias y actitudes les dan significación y al mismo tiempo permiten diferenciarse de otros. Por eso la identidad solo tiene sentido en la interacción, en la medida en que esa pertenencia incluya su contrapartida, la exclusión. La identidad cultural entonces implica los términos de comunión con unos y exclusión de otros y esto se "materializa" en planos concretos de la vida social como lo son el territorio, la historia, el lenguaje, la religión, los patrones estéticos, etc.

La identidad en la zona, esta en principio basada a nivel regional por la pertenencia a tres grupos sociales bien definidos: indígenas, negros y "blancos". La adscripción a cada una de estas categorías sociales y culturales está fundamentada por varias características: fenotípicas, lingüísticas, territoriales, económicas y culturales. La siguiente tabla ilustra las principales características percibidas por los habitantes de la cuenca (sobre sí mismos y sobre los demás) acerca de los rasgos que diferencian a los grupos humanos de la región:

Rasgos

Grupo

Indígenas

Negros

Mestizos

Fenotípicos

Baja estatura, cabello lacio, ojos ligeramente rasgados, piel morena, pómulos sobresalientes. Piel negra, cabello ensortijado, complexión fuerte. Piel clara, predominio de cabellos lacios.

Lingüísticos

Hablan el idioma "catío" según la propia denominación y tienen un manejo del español muy restringido. Hablan el español pero tienen diferencias dialectales y de acento con respecto al "paisa" Hablan español sin mayores variaciones dialectales con respecto a los hablantes "paisas" de otras regiones.

Territoriales

Espacialmente se ubican en el "cañón" o región del Chamí y áreas adyacentes. Se ubican en el corregimiento de Santa Cecilia básicamente. Habitan en todas partes de la cuenca, en especial formando pueblos o donde haya comercio.

Económicos

Practican una economía de subsistencia o autoconsumo. Combinan el autoconsumo con el mercado. Su economía se orienta principalmente al mercado.

Culturales

Poseen una organización social y política propias, lo mismo que una tradición religiosa y cultural diferente del resto de la cuenca: el atuendo, la forma de la vivienda, las artesanías, la pintura facial, las formas de castigo, las creencias, la medicina, los mitos, etc. son apenas rasgos visibles de esta diferencia. Aunque a grandes rasgos comparten muchos elementos culturales con los "paisas", la música, las fiestas, los ritos fúnebres, la organización social , la vivienda y el tipo de uniones conyugales son elementos propios que los distinguen de la cultura de la sociedad nacional. La religiosidad, las formas de organización social y política, las aspiraciones e ideales de vida son rasgos que comparten con los campesinos del centro del país. Además, de los rasgos culturales particulares fruto de la mezcla de la cultura de diversas regiones que trajeron habitantes que poblaron allí.

Auto-reconocimiento

Ante los demás grupos se autoreconocen como Chamíes, frente al municipio como indígenas. Ante los demás grupos se reconocen como "Morenos", frente al municipio como campesinos. Se reconocen como "Paisas" o blancos, frente al municipio como campesinos.

2.1 Identidad cultural, racionalidad económica y región natural

A nivel regional entonces, las identidades grupales están bien diferenciadas de acuerdo con estos tres sectores de la población, el rasgo fundamental lo constituye el compartir una cultura que los hace semejantes o distintos frente a otros grupos vecinos en el marco de la región natural y de la vida municipal y que está expresada en una ocupación territorial continua por parte de cada uno de los grupos en el área de la cuenca.

En el plano económico, esta diferenciación cultural tiene repercusiones en el tipo de asistencia y asesoría que se hace en la región: en nombre de los indígenas o de los morenos (negros), por ejemplo se elaboran proyectos que buscan generar un mayor "desarrollo" económico a estos grupos. Los funcionarios, en nombre del Estado, promueven un tipo de asistencia y de desarrollo para estos grupos basados en las propias imágenes que como individuos, poseedores de un bagaje cultural, han adquirido sobre si mismos y sobre los demás. Así, un humanismo paternalista, mueve un sinnúmero de proyectos con la buena intención de dar a estos grupos minoritarios la posibilidad de un desarrollo basado en el modelo de vida del funcionario, bajo el pretexto de poseer los mismos derechos y bajo la imagen preconcebida de un status que en aras de la igualdad debe ser de acceso de todos.

Bajo esta premisa, un impulso modernizador busca sacar a los grupos étnicos del estado de aletargamiento socioeconómico (y por ende cultural) en el cual han estado sumidos para poder superar los obstáculos por medio de los cuales se accede al "desarrollo". Esta modernización se refiere básicamente a usos más intensivos de la tierra, construcción de obras de infraestructura que permitan acceso a los mercados, mayor capacidad de consumo fundamentalmente por un manejo más amplio de dinero, integración a la dinámica económica regional, nucleación de los poblados para acceso a servicios públicos y acceso a la educación oficial y a los medios de comunicación (señal de televisión) entre otros. Así un impulso modernizador es asimismo un intento homogenizador que permite bajo una sola estrategia socioeconómica atender a toda la población, sin discriminación alguna.

Así, el grueso del grupo - ya sea indígena, negro o mestizo - trata de adecuarse a las exigencias del Estado que recompensa la intención modernizadora del grupo con una mayor afluencia de proyectos, materiales, insumos agroquímicos, asesoría y demás subsidios. Una respuesta baja del grupo (así sea sólo alguno de sus sectores) a los intentos modernizadores implica desatención por parte del Estado, discontinuidad o abandono de los proyectos y las donaciones y, lo que es peor, una sanción social y una pérdida de estatus frente a los demás grupos de la región, que se traduce, como lo veremos más adelante, en un estigma social con el cual debe cargar el individuo y que genera consecuencias socioeconómicas.

De esta manera, el grupo trata de generar formas alternativas que permitan ser partícipes de lo ofrecido, pero también basados en su propio bagaje y desarrollo de tal suerte que no sean excluidos del "desarrollo" pero siempre sobre una base de lo propio, su deber ser. Pero no es solamente la participación en los beneficios del Estado y el acceso al "desarrollo", sino también la inclusión o exclusión en esferas de participación ciudadana, en círculos sociales regionales, en un reconocimiento social por parte de los demás grupos y en general, en una participación en la vida nacional y regional: cargos públicos, empleo en jornales, fiestas populares, relaciones interétnicas, comercio, etc.

Es claro que en la actualidad pocos son los grupos humanos, por no decir ninguno, que está aislado de otros grupos humanos distintos o que no ha sido incluido en formaciones nacionales, sociales y económicas mayoritarias. Como se describió en capítulos anteriores, el Alto San Juan ha tenido una historia bastante dinámica marcada en el presente siglo por procesos de contacto cultural continuos y por oleadas de exclusión y asimilación, marginamiento e integración que han forjado un panorama sociocultural complejo.

Estos fenómenos: contacto cultural, exclusión, marginamiento, asimilación e integración ha tenido repercusiones en la toma de decisiones económicas por parte de cada uno de los grupos, constituyéndose en respuestas culturales complejas asumidas por parte de los diferentes sectores. Estas respuestas a fenómenos sociales han tenido una expresión temporal pues no es lo mismo por ejemplo las respuestas de los grupos étnicos a la exclusión de la vida nacional por parte de la sociedad mayoritaria y del Estado hace cuarenta años, que en el presente bajo otras condiciones sociales, económicas y culturales y lo que es más importante, a la luz de nuevas aspiraciones de vida y de las grandes transformaciones sufridas por los paisajes.

Para el presente, en el Alto San Juan, asistimos a unos fenómenos de contacto interétnico permanente, un proceso modernizador en marcha y, especialmente, a unas condiciones de cambio tanto del medio biofísico como de los grupos que en su afán de perpetuarse en el territorio han tenido que adecuarse, sobre la marcha, a las nuevas exigencias que impone la sobrevivencia y a los nuevos valores sociales, culturales y económicos que se construyen en la interacción. De esta manera,

"En su afán de participación en sistemas sociales más amplios que les permitan obtener nuevas formas de valor, (las elites de los grupos étnicos) tienen a su elección las siguientes estrategias básicas: 1) pueden tratar de introducirse e incorporarse a la sociedad industrial y al grupo cultural preestablecidos; 2) pueden aceptar su status de "minoría", conformarse a éste e intentar reducir sus desventajas como minoría por una concentración de todas sus diferencias culturales en sectores de no articulación mientras, por otra parte, participan en los otros sectores de actividad del sistema mayor del grupo industrializado; 3) pueden optar por acentuar su identidad étnica y utilizarla para desarrollar nuevas posiciones y patrones que organicen actividades en aquellos sectores que, o no estaban presentes anteriormente en su sociedad, o no estaban lo suficientemente desarrollados para sus nuevos propósitos." 3

En términos generales podríamos afirmar que en la cuenca los tres grupos (negros, indígenas y mestizos) han optado por alguna de estas salidas ante los problemas de contacto cultural o de exclusión:

2.1.1 Los mestizos.

A los mestizos, más que catalogarlos como un grupo étnico podríamos diferenciarlos como un grupo satélite de la sociedad nacional, es decir, que comparte entre otros rasgos la lengua, la religión, instituciones socioeconómicas y marcos jurídicos y políticos con el resto de la sociedad mayoritaria, guardando ciertas especificidades regionales. De esta manera, podríamos decir que estos habitantes de la cuenca, descendientes de colonos y migrantes, han optado por la primera estrategia cuando la exclusión y el marginamiento a que ha estado sujeta la región por décadas ha sido un obstáculo para el acceso a los mercados, el mejoramiento de la calidad de vida y en general, para la integración a la nación y a la sociedad mayor. Según Barth, los grupos que tienen éxito con esta primera estrategia

"... se verán privados de su fuente de diversificación interna y habrán de subsistir, probablemente, como un grupo étnico mal articulado, conservador culturalmente y con un rango muy inferior en el sistema social mayor que lo contiene". 4

En el caso de los mestizos de la cuenca, su interés de integrarse a la sociedad y a la economía de la nación los ha llevado a una homogenización bastante notoria tanto desde el punto de vista de la cultura, como de la economía y la sociedad. A pesar de constituirse en un grupo de gentes y culturas de diversas regiones, se presentan bastante homogéneos en su conformación socioeconómica y cultural, tradicionalistas y conservadores en ciertos aspectos culturales como las expresiones religiosas, la composición de la familia y las normas de comportamiento público y en general, como gran parte del campesinado colombiano, se integran a la pirámide social en sus estratos más bajos debido al estatus social que adquieren estos grupos periféricos frente a los órdenes sociales mayores establecidos.

A pesar que nos referimos a ellos como un grupo, socialmente aparecen fragmentados y poco cohesionados, sus mayores vínculos se dan de manera muchas veces impersonal a través de las fuerzas laborales o del mercado. Su típica orientación al mercado genera en la mayor parte de los casos competencias entre productores y pocos lazos de cooperación y solidaridad eficaces.

Desde el punto de vista económico entonces, esta integración a la sociedad mayor hace que el grupo trate de manera creciente acoplarse a las demandas del mercado, oriente su producción a la generación de excedentes comercializables y, trate de obtener a través de sus actividades económicas, el dinero que le permita tener el consumo que desde los marcos compartidos con la sociedad nacional se perfilan como los óptimos o indicadores de calidad de vida. La inserción al mercado permite entonces romper con el aislamiento y la marginación a la que se han visto sometidos en algunas décadas, asimismo capta la atención de las entidades y el Estado a nivel regional que en términos generales propicia una modernización de la región: vías, obras de infraestructura, servicios públicos, adquiriendo además un mayor estatus social que a nivel regional se traduce en un reconocimiento por parte de los grupos étnicos y en modelo de desarrollo para el resto de los pobladores.

2.1.2 Las comunidades negras.

En el caso del grupo negro, su historia de integración o exclusión a la sociedad y a la nación ha estado marcada por procesos dramáticos que los llevaron en siglos pasados a constituirse en piezas clave de un engranaje económico como esclavos en haciendas y minas. Mas tarde, como hombres libres, vivieron uno de los procesos más notorios de marginamiento social y económico que se ha visto en el país, pudiendo desarrollar en los amplios territorios del Pacífico una cultura propia al margen de la nación.

La gran despensa de recursos naturales que ofrecía el pacífico finalmente fue la puerta para una integración creciente de los pobladores y los territorios negros a la economía nacional, creándose un influjo de gentes, costumbres y estrategias económicas nuevas que forman ya parte de los paisajes de la región. Las comunidades negras del Alto San Juan no se sustraen a esta situación y lo que en principio se constituyó en una extracción de recursos maderables hoy se perfila como un proceso dramático de cambio cultural, social, económico y territorial.

Siguiendo la tesis de Barth, el grupo negro en la zona ha optado básicamente por la segunda estrategia: ha generado, frente al Estado y la sociedad mayor una respuesta positiva frente a la modernización planteada de tal manera que la educación, la apertura a los mercados, la asimilación de la religión católica y en general, una identificación con las aspiraciones e ideales de la sociedad mayoritaria son las estrategias con las cuales el grupo se integra en la vida regional y nacional.

A nivel del grupo étnico, la permanencia de tradiciones tan fuertes y vivas como los ritos fúnebres, las fiestas, las obligaciones entre parientes y algunos aspectos de la música y la danza tradicional se conservan a nivel de las relaciones intraétnicas y de la vida cotidiana. De acuerdo con esto,

"Una aceptación general de la segunda estrategia impedirá el surgimiento de una organización poliétnica notoriamente dicotomizada y -en vista de la diversidad de la sociedad industrial y de la consecuente variación y multiplicidad de los campos de articulación- conduciría, probablemente, a una asimilación final de la minoría."5

En términos de las implicaciones económicas que tiene el asumir esta estrategia vemos como el grupo negro se ha ido transformando tanto en sus estructuras sociales y económicas como en la forma de asumir la territorialidad. Una de sus estrategias de inclusión se ha constituido en un fenómeno de "avanzadas" hacia el interior del país: muchas familias negras que en la actualidad se asientan en Santa Cecilia provienen de diferentes lugares del Chocó, en especial del Andágueda. Ellos llegaron a Risaralda acercándose al desarrollo nacional, al comercio, las carreteras y a la creciente formación de poblados mestizos. Tanto ellos, pero en especial sus descendientes han logrado acercarse cada vez más a las ciudades: en primera instancia uno de los miembros de la parentela pudo haberse instalado en municipios cercanos a Pereira como La Virginia, en el mismo Pereira o incluso en Medellín o Cali, llegando allí como jornalero, profesor de escuela o empleada de servicio doméstico. Una vez instalado y tan pronto cuentan con cierta estabilidad económica tanto la familia como los parientes se van acercando y explorando sobre posibilidades económicas y ofertas de empleo. De esta manera, muchas familias venden sus tierras y se instalan definitivamente en las ciudades y centros urbanos, haciendo parte en muchos casos de asentamientos subnormales y barrios marginados de la ciudad, acrecentando el influjo de gentes en el sector informal de la economía y, en general, haciendo parte de los estratos sociales más bajos.

Con la instalación de las familias en las ciudades, los parientes cuentan con una base de cooperación y solidaridad en caso de que algún miembro de la familia decida buscar mejores horizontes. Así el mantenimiento de los lazos y obligaciones entre parientes se extiende a las ciudades y se convierte en el mecanismo por el cual los parientes del área rural pueden adentrarse al territorio de la sociedad mayoritaria.

Esto también lleva a pensar que el grupo negro se acerca cada vez más a una asimilación definitiva a la sociedad mayor, las fronteras étnicas y culturales que los separan son cada vez más difusas, perdiéndose al largo plazo la vinculación con el territorio original y perdiendo vigencia una serie de practicas culturales identitarias como ritos fúnebres, danzas, fiestas que en el contexto de la ciudad no encuentran un referente más que como piezas del folclor regional.

Retomando el plano económico, esta estrategia de inclusión ha generado cambios profundos en la orientación de la economía y la sociedad y a pesar del mantenimiento de ciertas tradiciones y costumbres de uso y manejo de recursos naturales, éstos han sufrido una serie de cambios con respecto a la valoración y al lugar económico en los sistemas de producción/reproducción, conformándose entonces en elementos de articulación con la sociedad industrial. Así entonces, el suelo, la flora y la fauna son medios que posibilitan la articulación a los mercados y la mano de obra un servicio que demandan los mercados laborales permitiendo así una mayor integración a la sociedad, una modernización a través de infraestructura necesaria para la economía regional y nacional y el acceso a nuevas formas de "valor" social que permiten romper con la exclusión y el marginamiento.

2.1.3 Los indígenas.

El grupo indígena, en términos generales ha optado por acentuar su identidad étnica y tratar de tomar partido de esta posición. A pesar que los proceso de aculturación, mestizaje y pérdida de la cultura están al orden del día, el grupo indígena se ratifica en su territorio, en su identidad y en sus costumbres y está tratando de fundar un proyecto de vida recomponiendo sus instituciones, construyendo nuevas alternativas políticas y sociales y, especialmente recuperando su territorio.

La implementación de esta tercera estrategia, siguiendo el planteamiento de Barth, ha generado

"(...) muchos de los movimientos interesantes que hoy pueden observarse (en América Latina y el mundo) y que van desde el nativismo, hasta la creación de nuevos estados"6

Los indígenas Embera que hoy habitan territorio del Alto San Juan, como vimos anteriormente, llegaron a la zona probablemente huyendo de los Españoles que en la Conquista, y más tarde en la Colonia, buscaban someterlos. Muchos de ellos fueron puestos en encomiendas e integrados al régimen colonial, pero muchos más se remontaron a las cabeceras inaccesibles de los ríos, lejos del yugo español. A finales del siglo pasado y principios del presente la llegada de grupos negros acentuó esta estrategia, asentándose los negros en las partes más bajas y en las partes medias y altas los indígenas. De esta manera, la estrategia de huida sirvió para marginarlos del desarrollo de la nación y para poder lograr el mantenimiento de una cultura propia.

Pero los procesos de colonización, la apertura de vías y en general el aumento de la población generaron un proceso creciente de contacto cultural que llevó, como detallamos en otros apartes, a una pérdida de cultura y de territorio del cual aún no se recupera el grupo. En los 70´s, animados por los movimientos campesinos e indígenas que se gestaban, el grupo Embera de la región inició un proceso de reivindicación étnica y cultural que ha permitido la recuperación de una franja importante de su territorio y, especialmente, una renovación de sus instituciones políticas y sociales bastante deterioradas por la aculturación, el mestizaje y las practicas etnocidas que desde el Estado y la sociedad mayor se gestan.

A pesar de ello, la recomposición cultural ha sido difícil pues a pesar de que todavía siguen vigentes una serie de practicas y costumbres, el panorama socioeconómico regional, la estreches territorial, el contacto intercultural continuo y creciente y, especialmente, los cambios ambientales ocurridos en el territorio, han hecho que la cultura ya no sea un modelo operativo de relación y acción para las situaciones nuevas no contempladas en las viejas construcciones culturales.

Pero esta reivindicación étnica, contrariamente a lo que podría pensarse, ha ocasionado una mayor integración a la nación y a la sociedad mayor que a la luz de las luchas étnicas, ha reconocido los derechos y el aporte de las minorías al desarrollo y conformación del país. Así, las instituciones de gobierno tradicionales de los indígenas son reconocidas como Entidades de Derecho Público Especial adscritas al aparato estatal con poder jurisdiccional, los territorios indígenas (por ahora los resguardos) reciben transferencias de la nación para ser invertidas por las autoridades indígenas en el desarrollo de sus territorios y se han abierto innumerables espacios de participación en órganos de planeación, municipal y departamental, en juntas escolares, servicios de salud, etc.

Esto ha llevado a que las gentes tengan que prepararse para enfrentar los retos que implica asumir los espacios conquistados en su calidad de grupo étnico, ayudando de esta manera a la recomposición de su vida social y política y generando nuevas formas, menos desiguales, de participación en sistemas sociales más amplios.

Pero detrás de las conquistas étnicas y de las reivindicaciones culturales, la modernización de la región y el acceso al modelo de "desarrollo" de la nación siguen perfilándose, bajo un discurso del respeto por la diferencia, como una tendencia imparable. A pesar de los elocuentes discursos sobre lo propio, lo indígena y lo tradicional, las carreteras, los mercados, las escuelas y hospitales se constituyen en un punto clave de aspiración étnica y en la forma concreta de articulación con la sociedad nacional. Ahora la defensa de la integridad cultural, de los derechos humanos y étnicos se justifican también desde la necesidad de computadores, faxes y despachos privados para las autoridades tradicionales.

En el plano económico entonces la tradición y la reafirmación de lo propio se expresa en el mantenimiento de practicas agrícolas y de manejo del territorio, en la conservación de practicas sociales de cooperación y alianza económica, en la utilización de variados recursos genéticos y en términos generales, en el mantenimiento de los niveles de subsistencia en la producción. Pero así mismo, los cambios sufridos por los paisajes, la intervención en ascenso de las entidades y el Estado, los procesos de aculturación y mestizaje, la reducción del territorio y el crecimiento de la población son factores a los cuales se enfrentan los indígenas a diario y que constituyen elementos de su toma de decisiones económicas. A pesar que culturalmente el manejo de excedentes en la producción no se dé de manera generalizada eso no impide que ante la posibilidad planteada por alguna agencia del Estado de construir una carretera para comercializar sus productos, los indígenas respondan con un súbito interés y entusiasmo y se acojan a las "bondades" de la modernización con la promesa quizá en el futuro de un mejor "desarrollo", de tal suerte que con la carretera construida quizás alguna entidad se anime a hacer asesoría y fomento y con ello, se pueda incrementar la producción para comercializar.

De esta manera entonces, la aceptación de sus diferencias culturales y la estrategia de sacar partido de su condición de minoría los empuja a un proceso de integración a la sociedad nacional y al Estado que los lleva por un lado, a reafirmarse en algunos aspectos de su identidad y su tradición como son la lengua, algunas practicas curativas, sus elaboraciones cosmogónicas, las reglas sociales, y, por el otro, a construir nuevas estrategias comunitarias que posibiliten recuperar un gobierno propio a través de Cabildos locales y zonales, participar de los beneficios del Estado y en las esferas de actuación ciudadana y lograr reproducirse como etnia en condiciones de interculturalidad y contacto creciente.

A pesar que a nivel departamental, nacional e internacional los indígenas han adquirido un nuevo estatus y han conquistado valiosos derechos y reconocimientos, la historia regional, la vida cotidiana y la configuración socioeconómica en el municipio y la cuenca siguen su dinámica y es así como a pesar de todo ello, los indígenas continúan siendo el sustrato más bajo de la pirámide social local. La adquisición de mayor estatus por fuera de la región ha logrado un acrecentamiento del conflicto interétnico tanto con mestizos como con comunidades negras, una mayor segregación local y en general, sanciones socioeconómicas que afectan a los individuos en el momento de acceder a los espacios locales y regionales de interrelación e integración social.

2.2 Identidad cultural, racionalidad económica y territorio

Las acciones de los individuos se ubican como parte de un sistema coherente y, además, como formas válidas de actuar en una sociedad. Así, el individuo actúa en la medida que ella adquiere un sentido social y ese sentido esta dado por la vigencia de la cultura. Para Geertz7 la cultura y la sociedad están formadas por estructuras sobre las cuales los individuos se mueven y obran con sentido. Estas estructuras tienen entre si interrelación, pero cada una de ellas es relativamente autónoma. El grado de equilibrio de la sociedad se presenta por un mayor o menor ajuste entre la actuación de la sociedad y los contenidos de la cultura de tal manera que un grupo en tanto actúa en concordancia con sus significados culturales genera un equilibrio social. A medida que los significados culturales no expresan o explican las actuaciones sociales nos encontramos enfrentados a crisis o inadaptaciones culturales.

Geertz distingue dos formas de integración a nivel de las estructuras (sociedad y cultura) que dan origen a contenidos estructurales distintos, relacionados pero independientes, estos son: la integración lógico - significativa que da forma y contenido a la estructura cultural y la integración causal - funcional que hace lo propio con la estructura social. La primera compuesta de signos y significaciones, la otra de formas de acción y relación, se relacionan en cuanto la acción necesita de significación y a su vez esa significación solo se da en la manera como se actúa. Una y otra se relacionan pero no se determinan: la cultura puede dejar de proveer de conceptos que le den significación a la estructura social y presentarse la crisis y, viceversa, la estructura social puede variar y la forma de actuar en esa sociedad puede presentar incongruencia con la estructura que antes le proveía de significación.

En palabras de Geertz, la cultura es

"... un sistema ordenado de significaciones y de símbolos en cuyos términos tiene lugar la integración social, y (...) el sistema social (... es) la estructura de la interacción social misma. En un plano está el marco de las creencias, de los símbolos expresivos y de los valores en virtud de los cuales los individuos definen su mundo, expresan sus sentimientos e ideas y emiten sus juicios; en el otro plano está el proceso en marcha de la conducta interactiva, cuya forma persistente, es lo que llamamos estructura social. Cultura es la urdimbre de significaciones atendiendo a las cuales los seres humanos interpretan su experiencia y orientan su acción; estructura social es la forma que toma esa acción, la red existente de relaciones humanas. De esta manera que cultura y estructura social no son sino diferentes abstracciones de los mismos fenómenos. La una considera a la acción social con referencia a la significación que tiene para quienes son sus ejecutores; la otra la considera con respecto a la contribución que hace al funcionamiento de algún sistema social."8

2.2.1 Los Embera: crisis de identidad o crisis de adaptación?

Por ello, cuando hablamos de los grupos étnicos del Alto San Juan, también estamos hablando de culturas en crisis: en el caso del grupo Embera por ejemplo, la cultura es aún un cuerpo de significaciones cuyo marco de referencia se sustenta en la explotación de un medio ambiente selvático. La cultura Embera ha resuelto por muchos siglos los problemas que se presentan a los individuos en torno a temas tan importantes como la producción, cómo organizarse para ello, cómo no desestabilizar los ecosistemas ni agotar las especies, cómo regular la densidad de población necesaria para mantener la producción, etc. Así los miembros de esta colectividad obtienen recetas y fórmulas que dan sentido a lo que se acciona y se ejecuta. Los Embera de Risaralda son poseedores de un bagaje cultural que les provee de un marco de acción propicio para ejecutar acciones dentro de una lógica que se sustenta dentro de una situación territorial concreta y una oferta ambiental determinada.

De esta manera, la cultura Embera ofrece toda una serie de posibilidades de acuerdo con la realidad de los ecosistemas donde habitaban y que en gran parte no existen, pues esos ecosistemas sobre los cuales se sustenta ese bagaje cultural ya están altamente intervenidos y la oferta ambiental es otra para la cual, en muchas ocasiones, la cultura no ofrece alternativas (en forma de fórmulas y recetas) para que los individuos obren con sentido. Así entonces la cultura ofrece respuestas de acción y relación a los individuos de acuerdo con las posibilidades que ofrece el medio selvático, sin asentarse ya sobre la misma realidad biofísica sobre la que fue construida.

En otras palabras, la manera como el Embera interviene su territorio obedece aún a la forma como piensa y cree que debe actuar de acuerdo con una cultura que provee de significación a la acción de individuos que ya no se mueven en bosques primarios, sino, por el contrario, en zonas intervenidas donde escasean los elementos necesarios que, para la cultura son esenciales para la sobrevivencia, pues fue construida con base en esa determinada realidad biofísica que ya no es la misma. Por ello, la forma de organizarse para producir (estructura social), la forma cómo producen (estructura económica) y la manera cómo se institucionalizan e ideologizan estas formas que asume la sociedad y la economía (estructura política, religión, ideología, etc.) son elaboraciones sustentadas a partir de un sustrato físico determinado, sustrato que en el caso de los Embera del Alto San Juan era de grandes extensiones de selva.

La contradicción mayor se da en la medida en que la cultura pierde su valor paradigmático y pasa a convertirse en un corpus ideológico que ya no se sustenta ninguna situación de hecho, circunstancia ésta a la que tienden los indígenas del Alto San Juan, cuya cultura no ofrece en muchos casos, respuesta a interrogantes que le suceden a diario acerca de cómo producir en potreros, cómo obtener proteína que no sea en el bosque, cómo producir y manejar excedentes, cómo organizarse para producir de acuerdo con las nuevas circunstancias, cómo vivir en un territorio pequeño, cómo superar los conflictos, etc.

La queja de los mayores de que ya los jóvenes no conocen la tradición no es más que la expresión en la práctica del desfase entre cultura y estructura social, donde en la cotidianidad los indígenas se han visto abocados a resolver todos estos interrogantes, sin lograr que su propia cultura les provea el marco y encontrando en la cultura del mestizo el referente de acción que les permite poder solucionar algunos de sus problemas de una forma práctica.

Como se enfrentan a acciones que se realizan dentro de otros marcos de significación diferentes a los tradicionales, éstas no encuentran un referente en la cultura y pasan a ser así verdaderos focos de conflicto y contradicción entre cultura y estructura social, contradicción ésta cuya expresión más evidente se puede observar en las diferencias generacionales y en la inserción de otros marcos de referencia dentro de la cultura. Como la cultura no es estática sino dinámica y responde a realidades concretas, debe ajustarse para ofrecer respuestas adecuadas a las nuevas situaciones, esto es lo que conocemos como cambio cultural y la etnia Embera se encuentra en estos momentos en un marcado proceso de cambio que está poniendo en entredicho la continuidad cultural del grupo.

Según García Canclini:

"La adopción de la modernidad no es necesariamente sustitutiva de sus tradiciones. Con frecuencia, los indígenas son eclécticos porque han descubierto que la preservación pura de las tradiciones no es siempre el camino más apropiado para reproducirse y mejorar su situación. (...), las reformulaciones negociadas de su iconografía y de sus prácticas tradicionales son tácticas para extender el comercio y obtener dinero que les permita mejorar su vida cotidiana. El consumo multicultural, con el que buscan satisfacer sus necesidades aprovechando sus recursos tradicionales y los de diferentes sociedades modernas, confirma esta reubicación dúctil de los sectores populares." 9

Podríamos decir entonces que la etnia Embera de Risaralda se encuentra en trance crítico y está buscando salidas sincréticas al desequilibrio entre sus estructuras, pues tiene que ajustar su bagaje cultural a realidades tan concretas como el cerco territorial y la escasez de insumos necesarios para la supervivencia tal y como lo dictamina la cultura. Pero construir esa cultura que necesita para sobrevivir no implica el abandonar el legado ancestral que hace parte de su tradición, por el contrario se trata de encontrar los puntos de equilibrio donde la cultura se adecue a las nuevas exigencias de la realidad y a su vez, se busquen los correctivos y acciones necesarias para que el legado cultural siga proveyendo de marco de referencia al accionar del grupo.

2.2.2 Las comunidades negras entre la integración y la asimilación

Los cambios sufridos en la cultura y el territorio del grupo negro, a pesar que obedecen en cierta medida a las mismas situaciones que los indígenas ha ocasionado otras respuestas diferentes: mientras que entre los indígenas la cultura ha variado poco, las relaciones con el territorio y la acción social han sufrido una serie de transformaciones que ponen en entredicho la cultura. Entre las comunidades negras de la región, los cambios que se han operado tienden a una mayor variación de la estructura cultural, a cambios profundos en la integración lógico - significativa, mientras que en el plano de la estructura social, de la integración causal - funcional, su permanencia acentúa la necesidad de encontrar nuevos marcos significativos ante la reevaluación de los anteriores.

La cultura de las comunidades negras de la zona, un proceso de formación reciente frente a otras culturas de mayor trayectoria en la región, ha respondido en su conformación a la necesidad de adecuarse a nuevas situaciones territoriales y sociopolíticas, retomando de manera ecléctica los elementos de otras culturas, indígenas y mestizas, reinterpretándolas y adecuándolas a su propio bagaje, históricamente híbrido y ecléctico.

Así, no es de extrañar, que el grupo negro frente a nuevas situaciones de acción y relación, tal como lo ha hecho históricamente, reevalúe y se adapte a nuevas situaciones culturales que los lleven a tomar mejor ventaja social y a superar y conquistar los espacios de integración social. Comenzaron como esclavos en haciendas y minas y finalizan como ciudadanos urbanos en pleno ejercicio de sus derechos civiles, el ascenso es notorio y la cultura, el vehículo de transformación que posibilita los cambios.

De esta manera, gran parte de los aspectos de la cultura como las relaciones con el medio ambiente, las practicas agrícolas, el manejo de recursos genéticos, las formas de apropiación del territorio son reevaluados en la medida que se constituyen en obstáculos de integración y ascenso social. En cambio, la estructura de las relaciones sociales permanece en muchos de sus aspectos fundamentales pues es a través del mantenimiento de lazos y obligaciones sociales que la totalidad del grupo puede acceder a los espacios por conquistar.

Situaciones como las vividas en años anteriores por el grupo ilustra un poco la situación de cambio y la estrategia de reelaboración cultural como mecanismo de ascenso social: ante la necesidad de cambiar la modalidad de Normal Pedagógica, que educa a la gran mayoría de jóvenes de esta etnia, se abrió la participación para discutir la nueva modalidad deseada. La respuesta de la gente fue tajante en el sentido de no permitir que sus hijos reciban una educación referida al trabajo en el campo, todo lo contrario, el colegio debería permitir una capacitación sólida que permita competir en los mercados laborales de la sociedad industrial, para ello, los padres estaban dispuestos a un trabajo duro en el campo y el sector informal que permita educarlos, pero los hijos no deben replicar el camino de los padres.

De esta manera, la identidad cultural del grupo negro y su expresión frente a la manera de autorreconocerse y vincularse al territorio también responde a la necesidad de interrelación con los demás y a la manera como se da esa coproducción de la identidad propia y la de los otros en la interacción: bajo viejos esquemas heredados de la colonia, las comunidades negras han visto como el grupo social hegemónico ha replicado por siglos, el esquema de la pirámide social que sitúa a los otros en rótulos culturales, asociados con condiciones socioeconómicas determinadas, de acuerdo con el estatus que desde su posición hegemónica la sociedad nacional adjudica.

El caso específico de la sociedad nacional que a pesar del mestizaje sufrido continúa practicando de manera sutil pero eficaz, un racismo con ciertos visos segregacionistas, ha determinado a las comunidades negras la necesidad de generar estrategias para sortear esta situación y, es a través de la identidad, de las esferas de autorreconocimiento y de la manera como se es percibido, clasificado y reconocido por el otro que se trata de actuar.

Una situación vivida hace unos 8 a 10 años en la región explica un poco el contenido de tal planteamiento: en el marco de un convenio interinstitucional entre las Corporaciones de Risaralda y Chocó para la gestión ambiental y del desarrollo, funcionarios de cada uno de estos departamentos se instalaron en Santa Cecilia, poblado negro fundamentalmente. En una ocasión, mientras se departía en una fiesta popular con altos funcionarios departamentales, miembros de la etnia negra local tomaron partido en un incidente bastante instructivo de la conformación de identidad. Al calor de la fiesta y el licor, los funcionarios (mestizos) de Risaralda acusaron a los profesionales (negros) del lado chocoano de ser mediocres e ineficientes en su trabajo. Indignados los funcionarios negros instaron a los negros de Santa Cecilia a defenderse de los insultos de los "paisas" a lo cual los líderes allí presentes, en presencia de altos funcionarios de otras entidades departamentales y nacionales, respondieron que ellos defendían lo suyo, Risaralda. Los funcionarios chocoanos se retiraron de la fiesta indignados y los demás alegremente (paisas y negros) siguieron departiendo.10

Como ilustra muy bien Eidheim11 en el caso de campesinos paquistaníes, cuando la identidad étnica se convierte en un estigma social, la actuación de los individuos frente a su adscripción y sentido de pertenencia puede variar ante la posibilidad de pérdida o de ganancia en situaciones sociales que comprometan su actuación. Es claro, que a nivel de la región e incluso de la nación, estigmas sociales vinculados con la identidad cultural y las características raciales hacen que el negro cargue con los rótulos de perezoso, irresponsable, fiestero, promiscuo y otros tantos estigmas que traspasan el plano de meros discursos de identidad para transformarse en elementos de juicio y actuación en el momento de acceder a empleo, ejecutar proyectos, participar en espacios públicos e incluso acceder a escenarios de mayor estatus social y económico.

"Como la identidad étnica está asociada con un conjunto de normas de valor, específicamente culturales, se concluye que existen circunstancias donde esta identidad puede expresarse con éxito moderado, y límites cuyo traspaso está vedado. Yo afirmaría que las identidades étnicas no pueden conservarse más allá de estos límites, pues la fidelidad a normas de valor básicas no podría sostenerse en situaciones donde, comparativamente, la propia conducta es totalmente inadecuada. Los componentes de un grado relativo de éxito son: primero la actuación de los otros y, segundo, las alternativas abiertas al propio sujeto. (...) Lo que importa es como actúan los otros en cuya compañía se interactúa y con los cuales se es comparado y qué identidades alternativas y conjuntos de normas están disponibles para el individuo."12

Así, bajo condiciones de relación intercultural las comunidades negras de la región optan por una identidad que los vincula a territorios de no marginación, es decir, sus vínculos no son con el Chocó, región marginal, sino con Risaralda, interior del país, no se reconocen como "morenos" sino como campesinos y, las fronteras étnicas con respecto al mestizo se diluyen en la puesta en escena regional y nacional.

En situaciones de relaciones intraétnicas, el grupo asume su identidad como etnia negra, reafirma sus lazos con sus parientes y antiguos vecinos de la región chocoana y ratifica las obligaciones sociales que como miembros de una colectividad fundaron sus ancestros. Esto es especialmente evidente en los ritos fúnebres con su movilización de gentes desde el Chocó y viceversa y en la solidaridad grupal que representa el asumir los gastos fúnebres y el acompañamiento económico y anímico a los parientes del difunto. Aquí entonces las fronteras étnicas se reconstruyen con respecto al mestizo y la comunidad negra se repliega sobre sus semejantes.

En términos económicos, el asumir ciertos comportamientos como productores: intensificación de la producción, ingreso a los mercados de bienes y servicios, tecnificación de las labores agropecuarias, etc. permite acceder a esferas de relación social de mayor ventaja para el grupo, mientras que el mantenimiento de las formas tradicionales de producción implican mayor estigmatización social con sus consecuencias: falta de asesoría, créditos, marginamiento de los escenarios socioeconómicos regionales, etc. De esta manera, la cultura propia se convierte en un obstáculo de ascenso social y económico, mientras que el mantenimiento de la estructura social permite al grueso de las parentelas y del grupo este ascenso.

2.2.3 Los "paisas", entre lo tradicional y lo moderno

Hablar de una identidad del grupo mestizo conlleva diferenciar los escenarios posibles donde es aplicable el sentido de pertenencia, el sentido de grupo frente a aquellos escenarios de actuación grupal que no conllevan la interculturalidad y que se constituyen en espacios de diferenciación social propios. Si bien es cierto que culturalmente el grupo mestizo presenta una evidente homogeneidad y relación con el resto de la sociedad nacional, también es cierto que a nivel social local, hay una profunda diferenciación que implica en términos sociales y económicos distintas maneras de constituirse y reconstituirse frente a sí mismos y los demás.

Dentro del grupo mestizo, la vida social replica por un lado la necesidad de nuevos y mejores espacios de participación económica, el acceso a una modernización que genere una infraestructura adecuada a los cambios y ritmos que impone la globalización, una articulación eficiente de las actuaciones del Estado frente a las organizaciones comunitarias y sus representantes, mientras que por el otro lado, se recrean y mantienen viejos esquemas de relación clientelista con los políticos y representantes, repetidos y casi ritualizados esquemas de comercio, empleo y trueque no monetarios median las transacciones económicas, mientras grandes sectores se aferran a los consabidos esquemas de producción agropecuaria a riesgo de no aumentar los niveles de productividad por los que todos claman.

Así, la modernidad propuesta desde el Estado y la sociedad nacional más que una realidad concreta, es una aspiración colectiva de un grupo que mitifica, a manera de tabla de salvación, las bondades de la integración socioeconómica. Esta integración se ha dado en el marco de momentos históricos en la vida del presente siglo, pero no como una dinámica de la zona, sino como enclaves económicos de acuerdo con las necesidades del mercado: en los 50´s la ganadería, en los 70´s la madera, en los 80´s el lulo. Cuando decae la actividad con la cual se genera la mayor integración socioeconómica, la marginación y el aislamiento vuelven a estar en el orden del día.

Pero cuales son los elementos que configuran la cohesión social en el grupo mestizo y cual su característica de relación y acción entre sus diferentes sectores? Podríamos decir que la cultura del mestizo en la región se ha constituido de una diversa y variada composición social. Ha retomado los bagajes culturales traídos de otros territorios (a su vez reconstituidos y elaborados sobre múltiples bases) y los ha mezclado con aspectos de la cultura del indígena y del negro necesarios para intervenir el territorio y asegurar la sobrevivencia.

"Los países latinoamericanos son actualmente resultado de la sedimentación, yuxtaposición y entrecruzamiento de tradiciones indígenas (...), del hispanismo colonial católico y de las acciones políticas, educativas y comunicacionales modernas. Pese a los intentos de dar a la cultura de elite un perfil moderno, recluyendo lo indígena y lo colonial en sectores populares, un mestizaje interclasista ha generado formaciones híbridas en todos los estratos sociales".13

"... las dificultades de la integración socioeconómica no parecen deberse principalmente a la incompatibilidad entre lo tradicional y lo moderno. Los fracasos de las políticas globalizadoras derivan de la falta de flexibilidad de los programas de modernización, la incomprensión cultural con que se aplican y, por supuesto, la persistencia de hábitos discriminatorios en instituciones y grupos hegemónicos. Las reformas del Estado que se limitan a desregular servicios y subordinar responsabilidades públicas e intereses privados, están haciendo muy poco por abrir la gestión social a los múltiples estilos de vida y a las variadas formas de participación requeridas por los sectores marginados."14

Bajo esta particularidad a pesar que los mestizos reclaman mas y mejores espacios de participación en la toma de decisiones en su territorio, viejas practicas clientelistas median las relaciones entre las entidades y las organizaciones y los elementos de cohesión política como la adscripción a partidos tradicionales sigue conglomerando las identidades individuales y grupales. Para el grueso de la población mestiza, el Estado se constituye en uno de los principales obstáculos del desarrollo, el ente al cual se debe gran parte del atraso de la zona y de la dificultad para una adecuada modernización. Estado y funcionarios son sinónimo de ineficiencia, corrupción, amaño institucional, etc. Sin embargo, a nivel local existe una dinámica bastante fuerte entre comunidades y entidades, proyectos conjuntos de desarrollo y una fluida relación social con los funcionarios. De esta manera,

"Esas representaciones fragmentarias y a menudo contradictorias del Estado (...) (son) articuladas desde las estructuras de cacicazgo y de clientelismo, de solidaridad jerarquizada y asimétrica, propias de la cultura política del grupo popular.

En ese juego de relaciones no es fácil discernir qué es lo popular. Si lo tomamos como la cultura tradicional propia y local parece ser algo que sirve sólo para la vida familiar privada o para las fiestas. En tanto, la cultura moderna y hegemónica es aprendida por los pobladores para desempeñarse en el mundo público. Pero esa cultura no es sólo ni principalmente la de la modernidad ilustrada, que suele expresarse en reglas objetivas y democráticas de representatividad política, sino también una compleja aglomeración de relaciones modernas y tradicionales de poder." 15

Así se da un paradójico dilema: los promotores con intenciones democratizadoras y gestiones institucionales alternativas han descubierto que es necesario pactar con caciques internos del territorio para adquirir poder de convocatoria e insertarse en las estructuras socioculturales locales. Esto se ejemplifica perfectamente en los conflictos que ha tenido la Corporación Autónoma con los madereros que practican extracción ilegal: ante las amenazas de paros y mítines por parte de los madereros por los controles ejercidos sobre la explotación ilegal que estaba poniendo en entredicho la supervivencia de las familias, la entidad resolvió abrir un proceso amplio de convocatoria comunitaria para búsqueda conjunta de alternativas. Para ello, el grupo de madereros se "preparó" enviando a sus viejos representantes, militantes de partidos tradicionales, con cierto poder económico en la región, muchas veces los principales compradores de la madera y con los cuales han construido pirámides de relación socioeconómica local, a que asumieran por ellos un proceso de negociación sobre su actividad ilegal. Los funcionarios se han dado cuenta por su parte que a pesar que ninguno de los representantes en realidad es actor directo del conflicto, solamente es posible acceder a ellos a través de la inserción a las tradicionales estructuras de poder local, es decir, a través de sus estructuras cacicales y clientelistas.

A nivel local entonces, a pesar que la economía es básicamente de orientación al mercado, los arreglos basados en viejas practicas no monetarias de intercambio siguen primando en muchos escenarios de la cotidianidad como factor decisivo en la toma de decisiones económicas. La globalización de la economía, la modernización iniciada y pretendida se inserta también en esquemas tradicionales que median las relaciones sociales y que replican a nivel local las cadenas del comercio y la solidaridad jerarquizada y asimétrica presente en innumerables transacciones económicas.

Es bajo este marco entonces que deben entenderse los arreglos que realizan productores y comercializadores en un gran numero de actividades económicas: por un lado, la actividad maderera se realiza bajo transacciones que en la mayor parte no involucran intercambios monetarios entre actores sociales: el comercializador (que es el intermediario frente a las agencias de compra) entrega a su proveedor (con el cual tiene una historia de relación socioeconómica) insumos, bienes suntuosos, alimentos, etc., en épocas difíciles puede incluso llegar a prestarle dinero u otros elementos. A cambio, el cortero (que es su amigo, compadre o pariente) le paga en madera o en trabajo como cortero, a precios y condiciones impuestos por el comercializador, permaneciendo obligado la mayor parte del año con el intermediario. A pesar de este proceso de endeude, los campesinos ven en este sistema un factor de cooperación social y económico bastante interesante, donde individuos en mejor posición económica y social generan posibilidades de trabajo y mercadeo. La jerarquización socioeconómica aquí, opera también como un elemento subjetivo de interrelación social y económico eficiente a pesar de los efectos modernizantes e impersonales del mercado.

Un caso similar se da con la panela, en su producción intervienen también una serie de elementos de acción social y económico fundados en la tradición. La gran mayoría de arreglos se dan en transacciones por el acceso a trapiches, esto involucra no solamente lazos sociales con el dueño o administrador, sino además transacciones no monetarias: es común en la zona encontrar que cada productor coloca determinadas cargas de caña a la molienda, el dueño del trapiche aporta trabajo, la máquina y el combustible (bagazo y leña). Al final se distribuye lo producido por mitades y cada uno entonces inicia su proceso de comercialización de la panela en los mercados que tiene para ello. Muy seguramente, si la comercialización es local, no reciba dinero alguno por su producción, pero si los insumos que necesita para su finca o su familia.

De esta manera, la sociedad mestiza de la región se enfrenta y trata de incorporarse a la modernización, sin dejar de lado los viejos esquemas de acción socioeconómica que por décadas han sido eficientes e inherentes a la composición jerarquizada y asimétrica de los marcos sociales en los cuales se adscriben.

2.3 Identidad cultural, racionalidad económica y paisajes

Pero a pesar de que podamos hablar en términos generales de cada uno de los grupos, al interior de ellos hay diferencias culturales importantes que implican en el plano económico, diferentes formas de asumir la territorialidad, la producción y el acceso a los recursos naturales. Estas diferencias están íntimamente ligadas con composiciones diversas de la población, migraciones, procesos de aculturación, mestizaje y pérdida de la cultura y lo que tal vez es más común en la región con la hibridación y el sincretismo que de manera creciente y a diferentes escalas sufren los grupos indígenas, negros y mestizos del Alto San Juan.

El contacto y el cambio cultural es

"... un proceso muy extendido a medida que aumenta la dependencia de los productos y las instituciones de las sociedades industrializadas en todas las partes del mundo. Lo que importa es reconocer que una gran reducción de las diferencias culturales entre los grupos étnicos no está correlacionada en forma sencilla con la reducción de la organización de las identidades étnicas o con el derrumbe de los procesos conservadores de límites."16

Esta identidad cultural al interior de cada uno de los grupos, como dijimos no es estática, se construye día a día en el discurso, en la interacción con los semejantes y con los otros, por ello, según plantea García Canclini

"... las identidades nacionales y locales pueden persistir en la medida en que las resituemos en una comunicación multicontextual. La identidad, dinamizada por este proceso, no será sólo una narración ritualizada, la repetición monótona pretendida por los fundamentalismos. Al ser un relato que reconstruimos incesantemente, que reconstruimos con los otros, la identidad es también una coproducción.

Pero esta coproducción se realiza en condiciones desiguales entre los variados actores y poderes que intervienen en ella. Los procesos de globalización cultural e integración económica regional muestran la necesidad de las economías y las culturas nacionales de ablandar las aduanas que las separan, y, al mismo tiempo, que la asimetría desde la cual se establecen los acuerdos puede acentuarse por la liberación comercial. Una teoría de las identidades y la ciudadanía debe tomar en cuenta los modos diversos en que éstas se recomponen en los desiguales circuitos de producción, comunicación y apropiación de la cultura".17

De esta manera, los procesos de cambio en la cultura, de aculturación, sincretismo, hibridación y marginamiento no han sido iguales para todos los grupos étnicos, como lo hemos visto, y mucho menos para los diferentes sectores que componen a cada uno de ellos. En esto también ha incidido su posición en el paisaje, la historia particular de cada localidad, la disponibilidad cultural para asumir los cambios, las consecuencias de las intervenciones sobre las coberturas naturales y, especialmente, las dinámicas socioeconómicas particulares por las que se han visto influenciados.

De esta manera, podríamos ubicar un elemento principal como articulador de las diferencias entre los sectores que conforman los territorios, es decir, a pesar de la complejidad que ha determinado la situación actual para cada uno de los grupos étnicos, un rasgo fundamental en sus paisajes ha obrado como principal detonante de las composiciones socioeconómicas distintas en los territorios.

2.3.1 Los indígenas, las misiones y el Estado.

Entre los principales elementos de diferenciación social en la actuación económica y en la toma de decisiones se encuentra la influencia que han recibido de las misiones y el Estado las comunidades indígenas. Como es bien sabido, desde siglos pasados el dominio español en primera instancia y más tarde el gobierno nacional entregaron a las misiones el "deber" de ejercer sobre ellos cierta tutela con respecto a sus decisiones internas y además se les encomendó su educación con el fin de integrarlos a la sociedad nacional no solamente a través del acceso a la lengua oficial, sino además en la catequización, las costumbres alimentarias, las formas de la familia, la vivienda, el vestuario, etc.

Así se inició en el Alto San Juan un proceso de aculturación, principalmente desde las misiones, avalado por el Estado, que pretendió incluso erradicar practicas tan fuertes y arraigadas como el Jaibanismo18 mediante su prohibición y persecución. La religión actuó también como un mecanismo de presión al determinar sanciones sobrenaturales para aquellos que ejercieras practicas demoniacas como era la curación a través de los Jai (espíritus) y de las hierbas. Lo mismo ocurría con la lengua Embera que fue prohibida y sus hablantes castigados, incluso físicamente, como mecanismo para la adopción del castellano.19

Otra serie de aspectos pueden mencionarse como parte de los cambios efectuados por las misiones y que han determinado diferencias socioculturales importantes como son: imposición del vestido frente a la semi - desnudez que se practicaba, cambios en la organización de las familias (de extensas a nucleares), cambios en la forma de la vivienda (de circular a rectangular), cambios en los patrones alimenticios y de consumo.

De esta manera, a nivel de los paisajes se pude decir que el mayor elemento de diferenciación cultural y social esta dado por la influencia que han ejercido las misiones y el Estado en la región. Esto aunado ala influencia de los grupos con los que conviven, es decir si están afectados por los núcleos urbanos mestizos establecidos en el territorio o simplemente por colonizadores dispersos en pequeños sectores del territorio indígena o si la influencia la reciben de grupos negros tradicionales o aculturados. Es decir la posición en el paisaje frente a los demás grupos que implican presiones e interrelaciones cotidianas.

2.3.2 La Vía al mar y las comunidades negras

La Vía al Mar20 desde su inicio (1950 aprox.) hasta su culminación en la zona (1986) ha generado grandes y profundas transformaciones en el territorio de comunidades negras. Cabe anotar que el territorio es atravesado por esta importante vía y en torno a ella se ha modificado el patrón de poblamiento y se han articulado las economías.

La influencia que ha ejercido en la conformación de los diferentes sectores sociales del grupo negro se evidencia en dos aspectos centrales: el desplazamiento del río como eje articulador del poblamiento para darle paso a la carretera como eje de ordenación y disposición de las viviendas y los asentamientos. Y, la orientación de las actividades económicas a las necesidades de los flujos de gentes y mercancías que se movilizan por el territorio. De esta manera, se han reordenado las actividades productivas, la forma de organizarse la sociedad para producir y, las aspiraciones sociales y étnicas en torno al vaivén de expectativas y posibilidades que la carretera moviliza hacia el territorio negro. La influencia que la carretera ha marcado en los diferentes paisajes y en sus gentes depende también de los grados de proximidad o lejanía con respecto al eje vial.

En algunos sectores, la carretera ejerce una influencia moderada en primer lugar porque esta alejada físicamente y en segundo lugar porque los ejes viales alternos que conectan con otros asentamientos (Vía Mampay - La Unión) no han sido terminados. Así, la orientación al mercado y especialmente la vinculación al sector informal no es tan marcada como en las zonas donde el eje vial atraviesa directamente. Esto asociado con la predominancia de sistemas de producción tradicional y un autorreconocimiento campesino fuerte.

Otras zonas reciben una marcada y profunda influencia de la carretera. En torno a ella el poblado ha crecido y ha atraído un sinnúmero de gentes, comerciantes y compradores de tierras. El asentamiento principal (Santa Cecilia) se ha convertido en paso y parada obligada de buses, camiones y automóviles particulares por su posición intermedia entre Quibdó, Itsmina21 y Medellín, Cali22. El creciente flujo de bienes (productos agrícolas, artesanías, almacenes de variedades, etc.) y servicios (restaurantes, discotecas, bares, estaciones de gasolina, montallantas, talleres de reparación, etc.) hacen de esta una zona atractiva para el abastecimiento de las personas movilizadas. Así entonces, la influencia de la carretera ha implicado cambios profundos en este sector. Gran número de sus habitantes se encuentran articulados al sector informal de la economía (ventas callejeras principalmente) o están en proceso de hacerlo mediante la disposición de sus viviendas hacia el eje vial ofreciendo a los que transitan productos agrícolas que antes eran de autoconsumo (chontaduro, borojó, caimito, etc.)

Cabe mencionar que la carretera no ha sido el único factor de diferenciación socioeconómica en esta zona. Allí la Iglesia, durante los últimos 40 años y principalmente a través del sacerdote español Salvador Cruz Santana ha ejercido un poderoso control e influencia que ha dejado profunda huella entre los habitantes de esta zona. Esto se ha visto traducido en cambios culturales, en la educación, en las costumbres sociales y en un sinnúmero de transformaciones locales con respecto a los demás sectores del territorio. La incidencia de este sacerdote en esta zona amerita una cuidadosa investigación etnográfica por las implicaciones que ha tenido y por la huella que ha dejado entre los pobladores, al mejor estilo de las historias de García Marquez.

Para el sector más occidental de la cuenca, el eje vial ha implicado cambios profundos en los sistemas de producción/reproducción. La apertura de la vía posibilitó un mayor comercio de recursos naturales representado básicamente por los "respaldos"23 y una mayor valoración económica de las tierras. Así, muchas de estas propiedades pasaron a manos de mestizos, propietarios ausentistas en gran parte, y los anteriores propietarios que se quedaron en la zona pasaron a constituirse en mano de obra disponible ya fuera en las mismas fincas o en otras zonas.

La presión de los mestizos, la influencia de la economía chocoana y las posibilidades de comercialización con la carretera han determinado una mayor intensificación de la producción y mayor orientación al mercado en productos como el chontaduro, el primitivo y el borojó.

2.3.3 Las tendencias del mercado y los grupos mestizos

Uno de los mayores factores diferenciadores en la toma de decisiones económicas entre los grupos mestizos, además de las condiciones socioeconómicas a cada uno de ellos, se ha constituido en las oleadas sucesivas de incremento o crisis con respecto a los productos de inserción al mercado.

Antes de los 70´s24, los grupos mestizos iniciaron una transformación de los paisajes que se caracterizó por una gran inversión de energía, tiempo y mano de obra. En los sectores que estaban más próximos a la carretera (construidas únicamente hasta las cabeceras municipales) la venta de maderas se constituyó en una actividad que permitió financiar la instalación de fincas de producción pecuaria y agropecuaria. Para los sectores más alejados de los ejes viales, la instalación de fincas se constituyó en el factor primordial, mediante la liberación de áreas boscosas para producción agropecuaria.

Antes de esta década, la economía a pesar de que cada vez más se orientaba al mercado, continuaba abasteciendo básicamente a las familias y especialmente a través del ganado y la panela se lograba comercializar. En los 70´s la introducción de la motosierra genera una dinámica socioeconómica distinta: en primer lugar llegan al territorio un sinnúmero de gentes a extraer maderas, comercializar y a "abrir" fincas. Los pobladores vivieron una bonanza mediante al cual muchos pudieron irse a otros lugares o a la ciudad y otros, lograron establecer en las zonas abiertas sistemas de producción agropecuario. A finales de esta década, cuando casi todas las maderas comerciales estaban agotadas en el territorio, el decaimiento de la extracción implicó una crisis económica y social para la zona que implicó el desmejoramiento de la calidad de vida. En la actualidad la actividad permanece en zonas marginales, alejadas de las carreteras y aumenta cuando la apertura de ejes viales facilita su extracción, hasta agotar las maderas comerciales o convertirlas a carbón, liberando áreas para producción agropecuaria. En la actualidad la zona donde aun se conservan bosques está marcada por esta dinámica de extracción por ser zonas lejanas a las carreteras. A medida que se abren claros en el bosque se establecen sistemas de producción agropecuario y pecuario.

En los 80´s el comercio en ascenso del lulo trajo a los productores de la zona una nueva esperanza de acumulación y éxito comercial. A medida que los buenos resultados se iban viendo entre los vecinos, la gente sustituyó sus cultivos de maíz y fríjol, abrió nuevas áreas a la producción y se generalizó el cultivo de lulo. Una nueva bonanza llegó al territorio y con ella nuevos mecanismos de ascenso social y de valoración económica y productiva de las fincas.

Pero esta bonanza duró pocos años pues un conjunto de plagas hizo mella de las extensas áreas destinadas a este cultivo y vino una quiebra generalizada para la gran mayoría de agricultores. Una vez más la zona cayó en una profunda crisis socioeconómica y los niveles de vida decayeron. Como en otras épocas, la caña se constituyó en la única fuente segura y permanente de ingresos a lo largo del año, a pesar de su baja rentabilidad.

A partir de 1995, los productores, asesorados por agricultores y empresarios de otras regiones comenzaron de nuevo el cultivo del lulo acompañado de un paquete tecnológico que implica un conjunto de agroquímicos y fungicidas, siembra en "tierras" nuevas donde supuestamente la plaga no está, es decir, aumento de la frontera agrícola hacia zonas de rastrojos y bosques. Los resultados de esta nueva oleada de vinculación a los mercados y ascenso económico social aún son inciertos y predominan en la zona correspondiente básicamente a la cuenca del Río Tatamá, uno de los principales afluentes del San Juan.

El sector más cercano a los territorios de los indígenas está muy marcada por la influencia de la ganadería que incluso desde los 50´s se viene practicando en la zona. El decaimiento de la productividad en esta zona, las migraciones y las bajas oportunidades de vida posibilitaron la acumulación de tierras en estas zonas. De esta manera, uno de los factores que más incide en la diferenciación socioeconómica por paisajes entre los grupos mestizos se constituye en las relaciones históricas que han tenido con los mercados y la influencia en la población y en las coberturas naturales que se han generado.

3. CONCLUSIONES

La toma de decisiones económicas en el Alto San Juan esta entonces mediada por una serie de criterios, cuya racionalidad se encuentra inserta en un sinnúmero de variables. Esta toma de decisiones se puede analizar en el contexto de tres unidades básicas de actuación: la región, el territorio y el paisaje, además que en el contexto cultural particular de cada uno de los grupos, de la siguiente manera:

Región: Se refiere a la unidad de análisis donde la estrategia que adopta el grupo cultural (Emberas, negros o mestizos) en relación con los demás con los que comparte la región natural, implica decisiones económicas de actuación diferenciada frente a los recursos naturales y los ideales de desarrollo. Es en el plano regional en que cada uno de los grupos se adscribe a esferas mayores que los contienen o, en otras palabras, es el marco en el cual se adscriben a la nación y al Estado. En esta esfera las actuaciones económicas están mediadas por la relación particular del grupo cultural frente a formaciones sociales nacionales y frente a la acción modernizadora y globalizante del Estado y sus agentes. La mirada en esta unidad permite entender la lógica de la toma de decisiones de los grupos, los municipios y las regiones frente a unidades mayores que las contienen y que proponen (y tienen la maquinaria y el poder para ello) estrategias económicas a la región.

Territorio: Corresponde a la esfera de actuación grupal, al ámbito de la etnia, del grupo social. Es ahí donde se dan los procesos de autorreconocimiento, donde a través de las relaciones sociales y de las identidades culturales, se espacializan en un área formas de acción y relación que están mediadas o determinadas por las construcciones culturales específicas. En este sentido, entendemos el marco de análisis del territorio como actuaciones económicas enmarcadas en paradigmas culturales, que son distintos para negros, indígenas y mestizos. Estos paradigmas de acción son construcciones muy complejas tejidas desde tiempos inmemorables en muchos casos y que básicamente se han constituido en valiosísimas estrategias adaptativas que proveen de fórmulas y recetas de actuación económica a los individuos. El relativo éxito de cada una de estas construcciones puede entenderse desde la permanencia en la actualidad de diversidad cultural en la zona.

Paisaje: Esta esfera de análisis es muy importante, porque a pesar de lo que se suele pensar, los grupos culturales o en general las sociedades no son composiciones homogéneas, sujetas a los mismos problemas, historias y desenvolvimientos. En este sentido, la toma de decisiones económicas en toda la región natural y para cada grupo, esta determinada por una historia propia, unas limitantes y unas potencialidades derivadas de su posición en el paisaje, de una relación directa o indirecta con el Estado y sus agentes, los grupos con los que conviven y de los recursos disponibles. Así, cada individuo toma decisiones económicas no solamente en relación con un proyecto global modernizante de la economía o bajo el sistema económico propuesto desde la cultura, sino también de acuerdo con su posición socioeconómica en su entorno cotidiano, con la presión de las relaciones sociales efectivas de su vida diaria y, sobre todo, de acuerdo con las posibilidades reales que como individuo o unidad de producción presenta frente al abanico de alternativas posibles para él.

La forma de incluirse o marginarse a cada una de estas esferas de actuación económica y social, esta dada básicamente por el sistema de producción practicado por la unidad de producción. Este se constituye en el principal aspecto formal indicador, dependiendo del grupo que estemos hablando, de sus procesos de aculturación, mestizaje, pérdida de la cultura o por el contrario de sus procesos de arraigo cultural y territorial. Como cada uno de los sistemas de producción tiene unas consecuencias ambientales específicas, de acuerdo con la intensidad en el uso de los recursos naturales, la mano de obra y los insumos, la practica de uno u otro sistema es también indicador, en relación con un componente temporal, de los procesos degradativos o de conservación de los recursos y del medio ambiente en general.

En la cuenca se pueden observar la coexistencia de varios sistemas de producción/reproducción:

Indígenas:

  • * Sistema tradicional indígena (caza, pesca, recolección, policultivos)
  • * El mercado como estrategia productiva (empleo, parcela de monocultivos)
  • * Sistema agrícola con un componente pecuario (monocultivos, policultivo, animales domésticos)

Negros:

  • * Sistema de producción tradicional (policultivos, minería artesanal, caza, pesca y recolección)
  • * Sistema extractivista (explotación de palmas y otras maderas)
  • * El empleo como estrategia productiva (servicio doméstico, maestros de escuela, jornaleo en minas y obras, sector informal de la economía)
  • * Sistema de producción agropecuario (monocultivos de chontaduro, borojó y platano, ganadería vacuna)

Mestizos:

  • * Sistema agropecuario (monocultivos de caña, lulo y café, ganadería vacuna)
  • * Sistema pecuario (ganadería extensiva para levante)
  • * Estrategia productiva monetaria (extracción de maderas, empleo institucional, jornaleo)

En esta medida, la racionalidad económica que subyace a cada uno de los sistemas de producción está dado entonces por un marco regional donde el grupo, la unidad de producción y el individuo adoptan una posición frente a las propuestas modernizantes y globalizadoras que hacen parte de la dinámica nacional y mundial. Estas propuestas, dependiendo del agente que propone (funcionarios públicos, iglesia, opinión pública, sociedad hegemónica, etc.) pueden presionarse mediante métodos sutiles, formales o agresivos para la adopción de formas específicas de actuación económica.

Las formas de compensación o sanción frente a la adopción o no de las propuestas modernizantes van desde diferentes niveles de segregación racial y cultural, inclusión o exclusión en esferas de participación y actuación ciudadana (espacios institucionales de toma de decisiones en los diferentes niveles de conformación del Estado o espacios de relación social como fiestas públicas, eventos sociales, etc.), pasando por el acceso o la negación de la acción estatal expresada en asesoría, fomento y donaciones por parte de las instituciones para terminar en métodos de negación e invisibilidad social e individual expresados en una total subvaloración de la diferencia cultural, social y económica y su aporte e importancia, hasta llegar a la imposición presionada y muchas veces forzada de nuevos marcos culturales representativos de los ideales de nación, estos métodos se formalizan principalmente a través de la educación y de la formación de nuevas generaciones que realizan en la zona la iglesia y el Estado, para ello, basta mirar la construcción curricular de todas y cada una de las instituciones de educación para la zona aunque se denominen propuestas étnicas.

En el marco del territorio, la racionalidad económica de los sistemas de producción, está expresada por la construcción cultural específica (indígena, negra o mestiza) y la importancia o dominancia, en términos de la vigencia, que poseen las formas tradicionales de actuación económica. Para ello, es necesario entender cual es la oferta ambiental actual y sobre ese marco, explicar la posibilidad o imposibilidad de actuar con base en este paradigma. También constituye parte de la racionalidad de los sistemas económicos, la estrategia por medio de la cual la cultura ordena, jerarquiza y clasifica la importancia y relevancia de los elementos que intervienen en la producción: recursos naturales, trabajo e insumos. A pesar que la presión a la modernización haya sido eficiente y en consecuencia el grupo o unidad de producción haya decidido incluirse en esos ámbitos de actuación social y económica, la cultura continúa obrando como paradigma para tratar de organizar, jerarquizar y clasificar la gama de recursos, métodos y herramientas que intervienen en la producción, actuando además en una catalogación de los óptimos de intensificación y utilización de los medios de producción.

De esta manera, el sistema de producción expresa la especificidad cultural y los indicadores de ello se constituyen en los niveles de intensificación en la utilización de los insumos, las características de las coberturas naturales o artificiales y la tecnología utilizada en la producción.

La adscripción o negación de la identidad cultural propia, se constituye también bajo esta unidad de análisis, en una poderosa forma de toma de decisiones en la actuación económica específica. La identidad propia y su negación o aceptación conllevan también consecuencias sociales del individuo frente a su grupo de adscripción. Esto se traduce en los niveles de participación en los beneficios que acarrean los lazos de solidaridad y las obligaciones derivadas de la conformación social de la cultura, mecanismos que en muchos casos garantizan la supervivencia del individuo y la familia, tanto en su vida cotidiana como en casos excepcionales de periodos económicos de especial dificultad. Asimismo, la pérdida de estatus frente al grupo se convierte en un mecanismo importante frente al cual se toman decisiones económicas en los sistemas de producción.

A nivel de los paisajes, es donde los sistemas de producción adquieren una dominancia y espacialización concreta, donde se sintetizan no solamente las particularidades de la toma de decisiones económicas derivadas de los procesos de inclusión, exclusión, marginamiento, segregación o participación en esferas mayores que los contienen (región y territorio), sino además donde se participa en la esfera de lo cotidiano, lo inmediato. Aquí se expresa la historia propia, la de los ecosistemas y la de la acción estatal a lo largo del tiempo en un espacio dado. Aquí se da el núcleo central del proceso de toma de decisiones económicas efectuado por cada una de las unidades de producción.

De esta manera, la interacciones concretas derivadas de la posición en el paisaje, tienen una implicación directa en la toma de decisiones económicas y en la forma local de racionalidad que expresa el sistema de producción practicado por la unidad de producción. Así, la posición geográfica en el paisaje (oferta de RRNN), la relación de esa ubicación frente a factores tan perturbadores como las carreteras y, en especial, la Vía al Mar; la incidencia directa o indirecta a lo largo del tiempo de las diferentes estaciones misioneras e iglesias, la afectación directa o indirecta, continua o esporádica de los agentes económicos y sociales del Estado, especialmente si se está nucleado o disperso; la forma que asume la relación e interacción social y económica dependiendo de cual es la composición socioeconómica y cultural de los grupos con los cuales se convive: indígenas con o sin tierra, ganaderos, colonos, grupos en expansión territorial, grandes propietarios, centros urbanos, grupos de alta especialización tecnológica, aldeas tradicionales, etc., todos ellos, son factores decisivos en la toma de decisiones económicas en el marco de la unidad de producción.

Los indicadores a nivel de los paisajes de la racionalidad que subyace a los sistemas de producción se constituyen en grados de influencia de la vía (disposición de los asentamientos y los sistemas económicos frente al eje vial), influencia de los grupos con los que conviven, influencia de las misiones y el Estado, condiciones biofísicas, diferencias culturales, etc. Todos ellos determinan no solo la disponibilidad de la zona para la producción, sino además los grados específicos de inserción a la economía de mercado, los procesos diferenciados de aculturación, mestizaje y pérdida de la cultura, así como la lógica de la inserción, exclusión, marginamiento o adscripción a determinadas formas de actuación económica y social formalizadas en el marco de la interacción cotidiana, es decir la escogencia específica de un sistema de producción que exprese su historia y aspiraciones determinadas.

 

NOTAS

1 Este trabajo hace parte de la investigación: Paisaje, territorio y región, aportes a la construcción de una política económica para el Alto San Juan. Tesis de grado presentada para optar por el titulo de Magister en Desarrollo Sostenible de Sistemas Agrarios, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 1998.

2 CHEC. Datos pluviométricos de diferentes estaciones ubicadas en el alto San Juan.

3 Barth, F. Pg.42

4 Idem.

5 Idem.

6 Ibid.

7 Geertz, Clifford. La interpretación de las culturas. Editorial Gedisa, Barcelona, 1989.

8 Geertz, Clifford. La interpretación de las culturas. Editorial Gedisa, Barcelona, 1989. Pg. 133.

9 García Canclini, Nestor. Consumidores y ciudadanos, conflictos multiculturales de la globalización. Editorial Grijalbo, México, 1995. Pgs. 170-171.

10 Historia relatada por Candelaria Maturana, líder comunitaria. Santa Cecilia, Noviembre de 1994.

11 EIDHEIM, Harald. Cuando la identidad étnica es un estigma social. En: Barth, F. (Compilador). Los grupos étnicos y sus fronteras, la organización social de las diferencias culturales. Fondo de Cultura Económica, México, 1976.

12 Barth, Fredrik. Introducción. En: Barth, F. (Compilador). Los grupos étnicos y sus fronteras, la organización social de las diferencias culturales. Fondo de Cultura Económica, México, 1976. Pg. 31.

13 García Canclini, Nestor. Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Editorial Grijalbo, México, 1990. Pg.71.

14 García Canclini, Nestor. Consumidores y ciudadanos, conflictos multiculturales de la globalización. Editorial Grijalbo, México, 1995. Pgs. 153-154.

15 García Canclini, Nestor. Consumidores y ciudadanos, conflictos multiculturales de la globalización. Editorial Grijalbo, México, 1995. Pg. 179.

16 Barth, F. Pg. 41.

17 García Canclini, Nestor. Consumidores y ciudadanos, conflictos multiculturales de la globalización. Editorial Grijalbo, México, 1995. Pg. 114.

18 El Jaibanismo es una practica médica entre los Embera, basada en la actuación del Shaman o Jaibaná poseedor de espíritus que actúan a su favor y conocedor del poder curativo de las plantas.

19 Numerosos testimonios recogidos entre lideres, profesores y Jaibanás indígenas.

20 Que comunica al interior del país con la Costa Pacífica

21 Importantes asentamientos del Pacífico

22 Segunda y tercera ciudades en importancia nacional respectivamente

23 Zonas boscosas que se respetaban en las fincas y servían para extraer un sinnúmero de productos del bosque.

24 Testimonios recogidos en los talleres de Diagnóstico Rural Participativo con grupos mestizos, Carder, 1996 - 1997.

CUADROS

cuadro 1

cuadro 2

cuadro 3


1er Congreso Virtual de Antropología y Arqueología
Ciberespacio, Octubre de 1998
Organiza: Equipo NAyA - info@equiponaya.com.ar
http://www.equiponaya.com.ar/congreso

Auspicia:


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