APUNTES METODOLOGICOS SOBRE ANTROPOLOGIA URBANA

Margarita Barretto
barretto@floripa.com.br
Master en Ciencias Sociales aplicadas a la Educación

Mi primer contacto con la antropología urbana fue con una investigación de campo que pretendía se la primera parte de un plano de acción destinado a la preservación de un aspecto de la cultura, los juegos infantiles.

Comencé ese trabajo con muy poco bagage científico y una no muy buena orientación metodológica, la bibliografía con que se manejaba nuestra profesora-jefe era de los años 60, aquella que enfatizaba mucho los aspectos cuantitativos de construcción de muestras y tablas.

Estábamos, a la sazón, en el año 1988, en Brasil. Yo trabajaba en un museo y habíamos conseguido apoyo financiero de la Fundación Nacional del Arte (Funarte). El proyecto constistía en hacer un relevamiento de los juegos tradicionales que aún practicaban los niños de la ciudad, así como de los juguetes artesanales que aún confeccionaban. Debería continuarse con un proyecto museológico de difusión de esos juegos para conseguir que se mantuvieran presentes en todos los niños, lo que implicaba que los juegos fueran descriptos para ser aprendidos por otros. (1)

Relataré aquí los aciertos y desaciertos que cometimos, con mi colega la antropóloga Elisete Zanlorenzi, cuando salimos a la calle con nuestro equipo de pasantistas para enfrentar un tipo de investigación sobre el cual practicamente no habíamos consultado bibliografía, con la intención de brindar un material de apoyo a quien quiera trabajar en investigaciones similares..

El primer desafío fue determinar el lugar físico donde nuestra investigación se llevaría a cabo. La primera idea, que se le ocurriría a cualquiera, sería ir a las escuelas, pero esto fue descartado desde un primer momento, por varias razones, algunas de ellas muy peculiares de algunas escuelas públicas de Brasil. Uno de los motivos de descartar las escuelas fue que los niños tienen cortos recreos lo que impide la realización de juegos con reglas, que, en general, son demorados. Otro de los motivos fue el espacio o, mejor dicho, la falta de este, pues hay muchas escuelas públicas donde los patios son tan pequeños que los niños tienen prohibido correr o saltar.

La calle pareció ser el lugar más razonable y allí empezó otro capítulo de nuestro aprendizaje. No es a cualquier hora, ni cualquier día ni en cualquier época o barrio que se encuentran niños jugando por la calle.

En primer lugar, fue preciso determinar los barrios, lo que demandó una enorme inversión de tiempo, porque no sabíamos donde y a qué hora empezar a buscar. Dependiendo de la hora, no había nadie jugando por las calles y precisamos de informantes de la comunidad, el almacenero, el panadero, la encargada de la asociación de barrio, que nos fueron diciendo en qué esquina se reunían los chicos y a qué hora.

Hubo barrios en que simplemente no había chicos jugando en la calle nunca: los de clase media alta, donde viven los profesionales liberales, industriales, empresarios.

Los niños que todavía gozan de la libertad de jugar en el espacio socializado de las calles y las plazas, son hijos de empleados, pequeños comerciantes, técnicos, clases medias medias y bajas, y, por supuesto, los habitantes de las villas (favelas).

Por lo tanto, eliminamos de nuestro mapa de posible universo, una superficie de más o menos 1/4 de la ciudad (2) y concentramos nuestros esfuerzos en descubrir los horarios y días de los niños en la parte restante.

El gran divisor de aguas parece ser el binomio clases/vacaciones. Durante el período lectivo, los niños se ven menos jugando por las calles (lo que también hoy parece obvio, pero tuvimos que aprender).

Pero durante las vacaciones también hay algunos horarios, quizás impuestos por el ritmo del hogar y también por el calor. Durante la mañana se juega, hasta cerca del medio día y, despúes, recién a partir de las 16 horas más o menos, hasta el atardecer.(3)

Durante la época de clases, los días preferidos son los sábados. Como la lógica podría indicar, los domingos también serían aprovechados para jugar y por lo tanto para investigar, pero aquí tuvimos otra sorpresa. Los domingos, en general, es el día en que las familias se reúnen. En función de la clase social, o bien es el día de la semana en que "papá almuerza en casa", o que vienen los familiares y se juega en casa con los primos, o, ya en las clases medias, se va al club(4) o a alguna quinta de fin de semana, propia o de amigos.

Nuestro segundo aprendizaje fue sobre como abordar a los niños.

La primera experiencia que tuvimos puede ser calificada de "desastrosa". Habíamos seleccionado un barrio, nos habíamos informado en que calle los niños solían estar jugando, y un sábado por la mañana llegamos. Emocionadísimas, nos lanzamos de la camioneta: dos profesoras, tres pasantistas, dos grabadores, una máquina fotográfica, bolsas con cintas y rollos....Los niños nos vieron...Salieron corriendo despavoridos, saltando los paredones de sus casas y desaparecieron en tres minutos, dejándonos estupefactos y frustrados y, lo peor, haciéndonos ver nuestra enorme carencia metodológica, lo que era grave y serio.

Discutimos el caso y decidimos aplicar algunas técnicas de investigación participante, haciendo con que una de nuestras pasantistas, muy jóven y con aspecto de "mocosa traviesa" se infiltrara entre los niños, ganando su confianza. Al poco rato se acercaba otra, sin grabador y sin cámara, después el jóven que hacía parte del grupo y finalmente las dos profesoras, con los implementos de registro. Otra medida que tomamos fue, mientras una de las profesoras empezaba a conducir los trabajos de registro con los niños, la otra conversar con las madres (que empezaban a mirar desde las puertas de sus casas), pidiendo permiso para seguir los trabajos, grabar y sacar fotografías.

Este método trajo los resultados esperados y permitió establecer vínculos afectivos con las madres de los chicos que después fueron fundamentales para continuar los trabajos en el ámbito del museo(5).

Una de las marcas de esta investigación fue el permanente ensayo de técnicas y la evaluación de los resultados. También lo fue la discusión previa sobre que técnica usar con el consiguiente desconcierto de nuestros pasantistas. El uso del grabador, fue uno de los puntos más discutidos.

Una de las posibilidades era seguir a los niños en sus juegos, grabando todo lo que sucedía. Esta forma mostró ser poco práctica en todos los sentidos. Insumía horas de cinta grabada, lo que complicaba el aspecto material del trabajo, pues, tratándose de un proyecto financiado, teníamos límite para gastos por rubro. La forma de superar el problema era desgrabar las cintas en seguida de usadas, lo que representaba trabajar los fines de semana en campo y durante la semana desgrabando. Fue bueno que esto sucediera, porque nos permitió ver que correr atrás de los niños y grabar el juego completo no servía a nuestra finalidad, que era aprender el juego.

El segundo método fue el que dió mejores resultados. Después de una observación participante, elegíamos un niño o un pequeño grupo para que nos explicara en detalles, frente al grabador, como se jugaba. El o los entrevistados se sentían importantes, valorizados y colocaban mucha atención en lo que estaban haciendo. El hecho de estar claramente en una situación de entrevista brindaba al investigador la oportunidad de preguntar las dudas surgidas durante la observación o la explicaición, con lo cual la descripción de los juegos quedó impecable.

Mientras que con la primera técnica el investigador corriendo atrás con el grabador era, para los niños, un estorbo, con la segunda pasó a ser el centro de la atención, alguien esperado a quien contar sus experiencias y mostrar su saber.

Podría decir que con la cámara fotográfica sucedió lo inverso que con el grabador. Así como fue necesario que los chicos "posaran" para el grabador, fue necesario esperar el momento en que estuvieran concentrados en sus juegos para que olvidasen la existencia de la cámara y no posasen para ella.

En las comunidads más carentes esto era aún más complicado, pues muchos chicos y hasta adultos, nunca se habían sacado fotografías. (6)

Las fotografias documentaron gran parte de los juegos pero sirvieron más para ilustrar las exposiciónes realizadas en el museo y el propio informe de la investigación que para aprender y describir los juegos.

Fueron muy útiles, si, para ver los materiales con que se juega, los barrios y la heterogeneidad de la faja que denominamos "niños".

Fue necesario apelar a la cámara de video para tener una mejor aproximación con la secuencia de los juegos, sobre todo porque la intención era continuar reproduciendolos y enseñándolos.

Como era de esperarse, la cámara provocó mucha interferencia, pues, de repente había llegado "la televisión", pero finalmente conseguimos nuestro objetivo puesto que los niños tienen una especial facilidad para concentrarse en lo que están haciendo olvidándose de lo que los circunda, inclusive una cámara de tv.

Pero la técnica que más resultó para aprender los juegos fue la de la observación participante. La secuencia seguida fue: acercarse a los niños, conversar con ellos, pedir que explicaran a que jugaban, pedir que nos enseñaran , y JUGAR, seguidamente anotar las reglas del juego en una ficha, com base a las declaraciones de los chicos y a nuestra propia vivencia.

En el caso de esta investigación, en que se trabajaba con sujetos muy especiales e incomunes para las ciencias sociales, los niños, y con un objeto de descripción muy difícil, el juego, ni las fotografías ni la cámara de video, ni el registro magnetofónico consiguieron suplantar el "aprender haciendo" de que ya nos hablara John Dewey en el siglo pasado.

NOTAS

(1)- Esto fue muy discutido en su momento, a la luz, por un lado, de la diferencia conceptual entre conservar y preservar, y por el otro, tomandose en cuenta la dificultad de imponer una determinada forma de entretenimiento en una sociedad dinámica sin que esto fuera directivista, pero no me extenderé aquí sobre el particular.

(2)- Se trata de una ciudad muy rica, que ocupa el tercer lugar en la generación del PBI nacional, por lo tanto con muchos barrios de clase alta y media alta.

(3)- Dependiendo de los barrios (tema en el que entraremos después), por la mañana se ven menos niñas jugando, porque estas ayudan en las tareas domésticas a sus madres. Dependiendo de los barrios (tema en el que entraremos después), por la mañana se ven menos niñas jugando, porque estas ayudan en las tareas domésticas a sus madres.

(4)- La ciudad donde la investigación se llevó a cabo no tiene playas y la clase media se asocia a clubes con piscina, canchas de deportes; los más caros tienen parque y parrillas.

(5)- No relataremos esa parte del trabajo en este contexto porque extrapola el tema propuesto.

(6)- Yo fui la fotógrafa en la investigación y tomé una decisión personal cuando esto sucedió; saqué algunas fotos que después llevé de regalo al grupo.


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