El Patrimonio Histórico Cultural y Natural como factor de producción turística.

Autor: Pedro Torres Moré
Profesor Principal
Escuela de Altos Estudios de Hotelería  y Turismo
La Habana Cuba
Dirección electrónica: pedro53cu@yahoo.es

Las instituciones culturales identifican y valoran el vínculo con el turismo no sólo como uno de los más significativos vehículos promocionales e importante fuente de financiamiento, sino también como un reto para el estudio de las particularidades de este desarrollo y de los mercados, participantes y potenciales, en la búsqueda de soluciones que sean capaces de afrontar la dinámica y exigencias del turismo.

Junto a los atributos de la naturaleza cubana, en la imagen Cuba se debe acrecentar la presencia de las diversas manifestaciones de la cultura cubana, sobre todo en aquellas expresiones más caracterizadoras y que resulten de mayor interés para los visitantes.

Dentro del sistema turístico existe un elemento clave para el trabajo de las instituciones culturales: la comunidad receptora, expresión de la identidad cultural cubana. Lo que diferencia a Cuba como destino turístico en el Caribe es justamente el pueblo y la riqueza del patrimonio cubano, Cuba cuenta con siete sitios y lugares que  ostentan la categoría de Patrimonio de la Humanidad, declarados por la UNESCO.

En Cuba se mezclaron la sangre de europeos, africanos y asiáticos con la exigua población aborigen autóctona y con otros inmigrantes de América continental. Esto dio lugar a una cultura extraordinariamente rica por su diversidad y poseedora de un extraordinario patrimonio intangible y tangible de gran atracividad para el turista.

Una de las formas más claras de interacción entre el turismo y el patrimonio tangible es el uso de edificaciones, plazas, sitios y conjuntos de alto valor histórico cultural para la actividad turística en cualquiera de sus manifestaciones. Existen variados y hermosos ejemplos de antiguos edificios coloniales que se han convertido en confortables y bellos hoteles con mucho encanto e historia incorporada, no sólo en el centro histórico de La Habana, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1982, sino también en otras ciudades con mucho encanto como Cienfuegos, Santiago de Cuba, Remedios, Sancti Spíritus, Bayamo (Declarada Ciudad Monumento) Y otras.

Con esas acciones las entidades turísticas por una parte contribuyen a presentar una oferta auténticamente cubana  y por otra potencian la conservación y/o restauración de esos bienes, incorporándolos como elementos vivos y autosuficientes en el desempeño de sus nuevas funciones, sin perder los atributos que amerita su valor patrimonial e histórico.

El interés por desarrollar estas estrategias de trabajo conjunto entre cultura y turismo se expresa en varios documentos programáticos elaborados por especialistas tanto del Ministerio de Cultura como del Ministerio de Turismo como son los esquemas de trabajo de las Oficinas del Historiador de las ciudades de La Habana, Santiago de Cuba, Camaguey y Trinidad, Ciudad Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1986.

Los retos de la puesta en valor 

En la actualidad se debate intensamente en cuanto a la puesta en valor turístico del patrimonio cultural y natural. Esta situación se basa en que en que por un lado cada día se tiene más conciencia del valor como activo económico del patrimonio y por otro existe cierta alarma, cierta preocupación por los daños y perjuicios que puede causar el turismo en el patrimonio tangible e intangible que en muchos casos, diría, en la mayoría de los casos, pueden ser irreversibles.

Sin embargo esta reflexión no puede realizarse en forma generalizada, pues su comportamiento no es igual en el marco de los países desarrollados, los países en vías de desarrollo y los países tremendamente pobres. La Percepción del fenómeno se hace de forma muy diferente en aquellas naciones que poseen un rico patrimonio cultural y natural y pertenecen a las naciones industrializadas llamadas del primer mundo y los países que poseyendo un extraordinario patrimonio cultural y natural se ubican entre los países del llamado tercer mundo. Claro está que las estrategias, las acciones, las políticas y desempeño de estos será completamente distinto a los primeros, la puesta en valor del patrimonio cultural y natural en estos países estará signada, sin lugar a dudas por su ubicación en el contexto económico mundial. Por esto no puede abordarse la temática de la puesta en valor turística del patrimonio cultural y natural sin tomar en cuenta criterios y variables económicas, de políticas de desarrollo y de estado vital de los países que comienzan o continúan desarrollando programas de turismo cultural, patrimonial y natural.

Ahora bien, la cultura no puede ser congelada, no pueden esgrimirse falsos conceptos de  “ intactitud",  para convertir sitios y lugares, pueblos y ciudades en museos sin alma, sin vida, cuyo estatismo provoca emociones funerarias más que el goce que proporciona la cultura viva en pleno desarrollo y desenvolvimiento, en su sinergia que hace que el hoy esté en el mañana transformado y enriquecido positivamente. Tampoco se puede

" dysnealizar"  el patrimonio privándolo de su prestancia raigal y genuina, construyendo escenarios de cine o teatralizándolo de manera a veces ridícula y maniquea.

Todo esto impone que en la labor de la puesta en valor turístico del patrimonio se imponga un trabajo muy efectivo, para no caer en equívocos o desaciertos, es necesario un planeamiento previo y pronosticable para lograr la relación simbiótica entre la cultura y el turismo.

Un monitoreo de las actuaciones permitirá una compatibilidad armónica y productiva.

El Turismo basado en el patrimonio en el patrimonio cultural y natural es un activo económico potencial, pero su gestión y comercialización demanda, exige y obliga a que se establezcan mecanismos sólidos y consensuados de administración, planificación y comercialización dirigiéndose a una clientela apropiada que sea respetuosa con los sagrados valores que porta la herencia de nuestros padres y que será el legado a nuestros hijos.

La preservación y uso de de este patrimonio no sólo involucra a autoridades y turistas, un papel tremendamente importante lo juega la comunidad receptora, que consciente de los valores de su herencia, se convierta en el principal guardián y defensor de la misma, a la vez que su participación en la gestión y el diseño de la oferta es condición sine que non para lograr el éxito esperado. Sin la participación de la comunidad no habrá un desarrollo ni eficaz ni eficiente del turismo patrimonial pues ella es la portadora viva de las tradiciones, las leyendas, la creación de artefactos y objetos, ella es la dueña de la voz de los pueblos y por lo tanto es la verdadera administradora del patrimonio cultural. La comunidad ya no sólo tendrá participación en la planeación del turismo patrimonial sino también debe tener percepción de ganancia, ella debe saber de manera consciente que contribuye pero que igualmente será partícipe de los ingresos económicos que se generen por concepto del turismo patrimonial.

De esta manera se hacen  necesarios estudios sistemáticos de impactos sociales, culturales y medioambientales y  la influencia sobre las costumbres, modos de vida, aspiraciones, expectativas y tradiciones que se ponen de manifiesto e la comercialización de productos de turismo basados en el patrimonio cultural y natural.

Se hace necesario de la misma manera tomar en cuenta una serie de imperativos éticos que exige la vinculación cultura turismo. En los programas diseñados hay que tomar en cuenta la capacidad de carga del sitio o lugar, del monumento de los conjuntos, pero también y no menos importante la capacidad de carga psicológica de la comunidad receptora, se necesitan reglas éticas y disciplinarias que protejan los recursos culturales y naturales y que logren una armonía entre visitantes y anfitriones. Uno de los impactos negativos más lacerantes del turismo es el que se produce cuando se desarrollan situaciones de hostilidad y menosprecio hacia la comunidad receptora. Cuando se asumen  aptitudes y actitudes de “Yo El Supremo" por parte de los turistas que vienen de países desarrollados.

La cultura no es un fenómeno estático, por lo tanto el diseño de productos para el turismo patrimonial, cultural y natural no puede regirse por patrones rígidos y encartonados. La cultura es una expresión universal, es decir cada pueblo, cada región tiene características  propias que deben ser tenidas en cuenta en el diseño de la oferta turística.

Las tendencias del turismo contemporáneo indican que se va más a la búsqueda de experiencias enriquecedoras, a abandonar esquemas en el disfrute del viaje, los turistas quieren tener contacto con la cultura de cada país que visitan hablar con la gente, sentir el calor humano, gozar de la acogida.

El éxito de los destinos turísticos, y a la vez su reto es saber poner a disposición del visitante su patrimonio cultura y natural y su cultura viva de una manera sabia, sostenible, responsable, para que se produzca un verdadero intercambio, humano, solidario, respetuoso e inolvidable.              

 


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