LAS VEREDAS ENTRE EL DESIERTO Y LA CIUDAD.

RECONFIGURACIÓN DE LA IDENTIDAD EN EL PROCESO HISTÓRICO DE CAMBIO DE LOS TOHONO O´ODHAM.

TESIS PARA OPTAR POR EL GRADO DE DOCTOR EN ANTROPOLOGÍA.

PRESENTA: Guillermo Castillo Ramírez.

DIRECTORA: Dra. Laura Velasco Ortiz.

Fecha del examen doctoral: 22 de noviembre de 2010.

Universidad: Instituto de Investigaciones Antropológicas – Universidad Nacional Autónoma de México (IIA-UNAM), México.

Calificación: La tesis fue aprobada por unanimidad.

Resumen

Esta tesis trata de cómo se fue reconfigurando la identidad étnica de los Tohono O´odham que vivieron el cambio de residencia del desierto a la ciudad, a raíz de las políticas de colonización del desierto del Altar en el estado de Sonora, a mitad del siglo XX. La investigación documenta el proceso sociohistórico de movilidad geográfica de dos comunidades O´odham en el desierto de Altar y su posterior establecimiento en la ciudad fronteriza de Sonoyta y la localidad de Caborca durante la segunda mitad del siglo XX. Aparejado a esto, se aborda la genealogía del cambio de sentido de comunidad de estos O´odham, partiendo desde su imaginario de grupo cuando vivían en las comunidades del desierto, hasta su establecimiento definitivo en las ciudades de destino y su reconfiguración étnica en los contextos urbanos.
Un aspecto particular, es que ambas ciudades están ubicadas dentro del área geográfica cultural del grupo étnico. Los O´odham son un grupo étnico cuyo territorio ancestral se encuentra tanto en el noroeste de Sonora como el suroeste de Arizona y que hasta antes del tratado de Guadalupe Hidalgo (1848) se ubicaba por completo en la geografía jurídico-política del naciente estado mexicano. Las tierras tradicionales del grupo étnico iban desde los ríos Gila y Salado en el suroeste de Estados Unidos hasta los inicios del desierto del Altar, en Sonora.

CAPÍTULO 3.- LOS O´ODHAM ANCESTRALES HABITANTES DEL DESIERTO.

  • 3. Introducción.
  • 3.1 Un acercamiento histórico a los O´odham.
  • 3.2 Organización social y vida cotidiana en el desierto al inicio del siglo XX.
  • 3.3 La vida en las Calenturas-Pozo.
  • 3.4 La vida en comunidad: Sonoyta.
  • 3.5 Cultura compartida entre las Calenturas y Sonoyta.
  • 3.6 Relaciones interétnicas en la región O´odham.
  • 3.7 Políticas de la memoria el imaginario de ser O´odham “antes” y “allá.”
  • 3.8 La “comunidad” y los “otros.”
  • 3.9 Conclusiones.

 

CAPÍTULO 3.- LOS O´ODHAM ANCESTRALES HABITANTES DEL DESIERTO.

3. INTRODUCCIÓN.

En el capítulo previo se vieron los contextos etnográficos actuales y las personas que colaboran en esta investigación con sus testimonios. Esta parte de la tesis se enfoca a la etapa inicial del proceso de movilidad geográfica hacia las ciudades primadas. El objetivo de este capítulo, en el marco de la historia social del grupo étnico, es describir el contexto de salida y ver cómo era la vida en los asentamientos de origen a mediados de la primera mitad del siglo XX (1930-1940). Por tal motivo, se plantea la siguiente estructura: 1) La primera sección se titula “un acercamiento histórico a los O´odham.” En ese apartado, con base en las principales etnografías sobre los O´odham y diversas fuentes documentales, se reconstruye la historia del grupo étnico y se caracteriza a los O´odham como sujetos sociales en el desierto de Altar. 2) El segundo apartado, “organización social y vida cotidiana en el desierto al inicio del siglo XX,” introduce el contexto general del desierto de Altar como el entorno social y natural del grupo étnico, además destaca el por qué se eligieron las comunidades de las Calenturas y Sonoyta y la importancia de éstas dentro del territorio O´odham y la región noroeste de Sonora. 3) En los siguientes apartados, “la vida en las Calenturas-Pozo,” “la vida en comunidad: Sonoyta,” “cultura compartida entre las Calenturas y Sonoyta” y “relaciones interétnicas en la región O´odham,” se traza cuál era el modo de vida O´odham de las Calenturas y Sonoyta y cómo, a partir de la descripción una serie de prácticas sociales y culturales, se creaban y articulaban los referentes simbólicos que les permitían formarse un imaginario de grupo (tanto a nivel local como regional). 4) En las “conclusiones” se hace un balance del capítulo, a través de un ejercicio comparación entre las Calenturas-Pozo Prieto y Sonoyta, se especifica las semejanzas, pero también las peculiaridades entre estas dos localidades.

3.1 UN ACERCAMIENTO HISTÓRICO A LOS O´ODHAM.

Los O´odham ó “Pápagos,” como los nombraron los españoles después de la Conquista y como buena parte de ellos se autonombran en México hasta hoy día, son uno de los grupos étnicos del noroeste de Sonora. Este grupo ha habitado desde tiempos ancestrales el desierto de Altar-Yuma, que se extiende desde el centro de Sonora y llega hasta el suroeste de Arizona (Lumholtz, 1990; Underhill, 1975; Nolasco, 1964; Basauri, 1940; Ortiz, 1995 y Neyra, 2007). La lengua de este grupo étnico es clasificada como perteneciente a la rama pimana del yutonahua (Nolasco, 1965, p. 376), también llamada rama nahua-cuitlateca del tronco yutonahua (Ortiz, 1995, p. 223). En función de la diversidad de dialectos de la lengua O´odham, así como de las actividades productivas que realizaban en las áreas geográficas específicas y las formas organización social y económica propias, el pueblo O´odham estaba dividido en tres grandes grupos (Akimel O´odham -gente del río-, los Hia´ched O´odham -gente de la arena- y los Tohono O´odham-gente del desierto-).

El grupo de los Hia´ched O´odham, que habitaba en el Pinacate, era el menos numeroso de los grupos, pero el que más se desplazaba a la largo del territorio para obtener recursos. La movilidad estaba determinada en función del ciclo meteorológico y del comportamiento de la fauna (ver mapa de la página anterior)131 (Broyles and Felger, 2007, p. 133).132 Por ello, tenían diversos campamentos de acuerdo a la actividad productiva realizada (Amador, 2009 p. 17).

Por su parte, en el noroeste del territorio tradicional, los Akimel O´odham eran el grupo más sedentario y aprovechaban su cercanía con el río Salado y Gila en el suroeste de Arizona (Broyles B., Rankin A. and Felger R. S, 2007, p. 135)133 para tener una economía basada en la agricultura, la obtención de flora y la cacería (Amador, 2009 pp. 17-18).

Finalmente estaban los Tohono O´odham, quienes se ubicaban y hacían uso de la región suroeste-centro de Arizona y norte de Sonora.134 Los Tohono O´odham eran la gente del desierto y se caracterizaban por el uso de asentamientos según fuera la época del año. Uno asentamiento (“oidag”) estaba destinado a las labores agrícolas que se realizaban durante el verano, el otro asentamiento (“wahia”) se usaba en invierno y ahí se realizaban otro tipo de actividades como la caza, la cría de ganado y la recolección de flora del entorno natural (ver mapa 3.1 de los diferente grupo O´dham).



Mapa 3.1 Los grupos O´odham en el desierto de Altar-Yuma.

Fuente: (Felger y Broyles, 2007, p. 136).



Aproximadamente un mileno antes de nuestra era, los Hohokam, ancestros de los O´odham de filiación lingüística pima y yumana, se habían asentado en el área sureste de Arizona y noroeste de Sonora y se organizaban en bandas de cazadores recolectores que recorrían el desierto en busca de medios de subsistencia (Nolasco, 1965, p. 376). Los Hohokam ya conocían la agricultura y cultivaban diversos productos como maíz, frijol y calabaza. Estos grupos se establecieron en pequeñas aldeas en las que permanecían durante el ciclo agrícola, de manera suplementaria esto posibilitó el inició de la producción de cerámica. Este sedentarismo parcial permitió, además, el desarrollar técnicas de producción agrícolas más avanzadas (a través de canales de riego y pequeñas represas de piedra) y el surgimiento de formas de organización social más complejas (Ortiz, 1995, p. 228).

Sin embargo, los Hohokam no eran un gran grupo homogéneo y es muy probable que para ciertos Hohokam no fuera igual de relevante la agricultura; especialmente para los del área sur (en el área de la actual Sonora), donde no se han encontrado evidencias materiales de grandes asentamientos y el desierto presenta un mayor grado de aridez y menor acceso de agua (Nolasco, 1965, p. 382).

Hacia el primer milenio de la era cristiana y según registros arqueológicos, la producción de maíz se había diseminado significativamente debido a la elaboración de sistemas de riego por canales. También se diversificaron los cultivos, se sembraban diversas variedades de maíz además de calabaza, pepino, tabaco, algodón (Nolasco, 1965, pp. 382-383).

No obstante, durante el invierno los grupos Hohokam se desplazaban y se valían de la cacería y la recolección de frutos para completar su alimentación. Tenían cerámica sobria y de escasa variedad, además de cestería hecha a base de arbustos maderables del desierto y producción de textiles de algodón y la gamuza. Esta forma de subsistencia mixta, que se basaba tanto en la producción agrícola como en la utilización de productos silvestres se conservó sin grandes cambios hasta la llegada de los españoles. Spicer considera que hay una serie de prácticas que permanecieron por siglos y que caracterizaron a los pobladores de esta área: 1) los patrones de construcción de vivienda, casas rectangulares hechas de bajareque y de emplastos de ramas de arbustos y lodo; 2) la ancestral cerámica roja, que además estaba pulida; 3) el uso especialmente preferente de madera, en lugar de piedra, para la elaboración de instrumentos domésticos; 4) y, finalmente, la costumbre de sepultar a los muertos en vez de cremarlos, como lo hacían otros grupos del área; lo anterior sugiere una cierta dinámica de continuidad cultural durante el último milenio (Spicer. E, 1941).

La situación cambiaría de manera significativa con la llegada de los españoles y la Conquista. A diferencia de lo acontecido en el centro y sur de México, los procesos de cristianización y de cambio de vida y actividades productivas fueron más lentos y fragmentarios en Sonora, especialmente en el área noroeste, territorio tradicional O´odham. No sería sino hasta a finales del siglo XVII (1686), cuando el padre Kino inició una serie de expediciones con el fin de evangelizar y establecer misiones. La “Pimeria Alta” era un territorio enorme que incluía la mayor parte del desierto de Sonora y se prolongaba hasta el río Gila en el extremo norte y hasta santa Cruz en el polo noroeste, en el suroeste de Arizona (Ortiz, 1995, p 231). A todos los que vivía en esta delimitación territorial se les denominaba pimas o pimas Altos. Si bien estas tribus tenían variantes dialectales de la misma lengua, también presentaban marcadas diferencias sociales entre sí, tanto en las zonas geográfico-ecológicas que habitaban como en sus prácticas culturales y actividades productivas. Spicer señala que había 4 grandes grupos: 1) En el área suroeste, haciendo frontera con los Opatas-Eudeves, estaban aquellos que llamaban simplemente “Pimas”, sin adjetivos. 2) Los habitantes de la porción suroeste eran los “Sobas,” el nombre era derivado de un presunto jefe muy poderoso. 3) Después, al noroeste, estaban los “Sobaipuris”. 4) Y por último, un cuarto grupo, que a decir de los españoles, tenían una población difícil de precisar y una ocupación geográfica no bien delimitada. Los Pimas sureños al referirse a estos grupos del norte y noroeste, los llamaban Papagos o Papabotas (Spicer, 1962, p 119). La mayor parte de la Pimeria estaba habitada por los O´odham (Pápagos), caracterizados por su movilidad periódica y por la caza, la recolección de flora y el cultivo preferente del frijol (Ortiz 1995, p. 232). Ya entrado el periodo colonial, a inicios del siglo XVII (1600-1620), los jesuitas se instalaron entre los Pimas bajos en el sur de Sonora

Sin embargo, no sería hasta finales de ese siglo que inició la evangelización en la Pimeria Alta. Debido a que en el sur de Sonora ya había una actividad ganadera y minería significativa, los españoles veían en la Pimeria Alta una fuente de mano de obra y de tierras para expandir los ranchos y las minas del sur. No obstante, Kino no compartía este punto de vista y consiguió un cédula del virrey de la Nueva España para garantizar que los habitantes de la Pimeria Alta colonizados no se les obligaría a pagar tributos, ni a realizar trabajos forzados (ver mapa 3.2 de los grupos étnicos del noroeste de México y el suroeste de Estados Unidos).

Mapa 3.2 Los O´odham y los grupo indígenas de la región noroeste.

Fuente: (Felger y Broyles, 2007, p. 134).

El programa de misiones se justificaba porque estos grupos indígenas tenían la disposición de aliarse con los colonizadores y de incorporarse al cristianismo y a las nuevas formas de vida, además era una región con una población significativa (Spicer, 1962, p 120-121). Una de las primeras acciones de Kino fue el establecimiento de la misión de Nuestra Señora de los Dolores en la localidad de Cosari. Kino inició recorridos por las diversas latitudes de la Pimería Alta y para 1689 había bautizado a cerca de 800 Pimas. A principios de la década de 1690 se fundaron las misiones de Dolores, Cocospera, San Ignacio y Tubutama, donde con la presencia de misioneros, algunos Pimas criaban ganado y se incorporaron nuevos cultivos y tecnologías agrícolas (Ver mapa de la Pimeria Alta).

Sin embargo, la situación de relativa paz que hasta entonces había imperado se rompió en 1695 a raíz de un conflicto. Los ataques de los Apaches, Jocones y Janos sobres los ranchos españoles habían aumentado y mucho colonos responsabilizaron a los Pimas; e injustamente se tomaron represalias contra estos últimos. Aunado a esto, el misionero Januske en Tubutama, colocó en puestos de dirección de la misión a Opatas, quienes tenían un trató despectivo y violento hacia los Pimas. Lo anterior desencadenó que un grupo de Pimas de Tubutama mataran al capataz opata y a dos de sus ayudantes. Posteriormente atacaron Altar y Caborca, quemaron los templos y mataron al padre Saeta, jesuita encargado de la misión de Caborca (Spicer, 1962, p. 125). Kino contribuyó a organizar un encuentro en el Tupo, donde los jefes Pimas pacifistas entregarían a los cabecillas de la revuelta a los españoles. El encuentro se volvió una masacre en la que fueron asesinados cerca de 50 Pimas, muchos de ellos inocentes, entre los que se encontraban varios líderes pacifistas a los que Kino había ofrecido protección. Apenas se fueron los españoles, se organizaron fuerzas Pimas y destruyeron las misiones de Tubutama, Caborca, San Ignacio e Imuris. Los españoles, a su vez, mandaron un contingente de cerca de 300 hombres, destruyeron campos de cultivo y mataron a varios hombres y mujeres, pero nuevamente no encontraron con quien enfrentarse (Spicer, 1962, pp. 129-130). La situación quedo en una endeble calma. Tras la muerte de Kino (1711) y hasta mediados del siglo XVII, la Pimería estuvo sumida en un impasse. A pesar de que 1732 se incremento el número de misioneros, poco pudieron hacer para incrementar su zona de influencia. Además, las invasiones apaches tuvieron un papel clave, pues no sólo generaron el despoblamiento de la región, sino que frenaron la expansión colonial en toda la Pimeria Alta.



Mapa 3.3 La Pimeria en la colonia, durante la época del padre Kino.

Fuente: Archivos de la CDI Caborca, en la carpeta sobre historia y costumbre de los O´odham.135



En 1751 se rompió otra vez el tenso orden de cosas cuando tuvo lugar una segunda revuelta. La rebelión inició cuando el líder Luis Oacpicagigua mató a 18 españoles que se encontraban en su casa en Saric. Estos Pimas atacaron Tubutama, Caborca y Sonoyta, el conflicto se extendió a san Ignacio y en el área oriente y norte de la Pimería, las proximidades de San Xavier del Bac, pero los avances fueron contenidos por los españoles. Las batallas dejaron más de un centenar de españoles muertos y la resistencia indígena fue resquebrajada. Oacpicagigua pidió paz y fue encarcelado. Esta rebelión se limitó a las localidades Pimas que estaban en las misiones. La suspicacia indígena, generada por la violencia excesiva de los españoles, permaneció a través del periodo colonial y se extendió hasta la época del México independiente sobre parte del territorio O´odham (Pápago) (Ortiz, 1995, p 243). El periodo colonial también trajo severas transformaciones: 1) la religión O´odham sufrió el impacto del cristianismo y esto se reflejó en la inserción de la fiesta de san Francisco y la respectiva devoción al santo; 2) la incorporación de nuevos cultivos (trigo); 2) la introducción de la ganadería; 3) y la explotación minera. Los ranchos ganaderos y la minería atrajeron a un gran número de Pimas, lo cual implicó la incorporación de una economía mercantil y monetaria. La presencia española no impactó de la misma forma a todos los Pimas, los O´odham (pápagos) fueron de los grupos menos influenciados, pues los colonos españoles nunca se asentaron del todo en el centro de la Papaguería. En cambio, en la zona este y sur de la Pimeria Alta, área de tierras fértiles, la presencia hispana tuvo un peso muy grande.

Mapa 3.4 La Papaguería y de los grupos indígenas del noroeste de México y del suroeste de Estados Unidos.

Fuente: (Swanton, 1953, p 186).



Con el inicio de la época del México independiente, varios colonos migraron a la Pimeria Alta. La invasión de tierras y fuentes de agua, especialmente en las inmediaciones de Caborca, provocó que los O´odham (pápagos) iniciaran una rebelión en mayo de 1840, dicho movimiento no pudo ser contenido hasta 1843.

Posteriormente, con el tratado de Guadalupe Hidalgo (1848) y la venta de la Mesilla (1853), la Pimeria Alta fue divida en dos por la frontera internacional entre México y EU. En Sonora había más de cuarenta localidades cuya población era principal o completamente O´odham y que se encontraban entre el área del Pinacate y el valle de Altar. No obstante, el límite internacional no era un obstáculo para la relación con sus pares de Arizona, como Fontana sostiene: “por muchos años después de 1854, los pápagos [O´odham] continuaron viviendo y comportándose como si la frontera no existiese. Cruzaban libremente de ida y de regreso sobre ese límite artificial (Fontana, 1983, p 139).” Hasta 1890 los O´odham mexicanos hacían uso de sus tierras tradicionales.

No obstante, a finales de esa década, aumentaron las disputas por el control de la tierra y el agua, principalmente por los intereses que ganaderos, mineros y agricultores tenían en la región. En 1889 hubo enfrentamientos, en los que resultaron varios indígenas muertos. Esto propicio el desplazamiento de varios O´odham hacía Arizona, en parte por la situación de violencia y en parte por la búsqueda de oportunidades laborales mejor remuneradas. Por otro lado, a inicios del siglo XX (1900-1920), colonos mexicanos con el respaldo del ejército invadieron tierras de cultivo de los O´odham en Caborca, Pitiquito y Sonoyta (Ortiz, 1995, p. 245). En lo que respecta al aspecto demográfico del grupo étnico en México a principios de siglo XX, Nolasco en su etnografía de 1964, sostiene que el “censo de Peñafiel de 1900 [Dirección General de Estadística, 1900] sólo consigna 859 indígena pápagos [O´odham] (Nolasco, 1965, p. 392).”

3.2 ORGANIZACIÓN SOCIAL Y VIDA COTIDIANA EN EL DESIERTO AL INICIO DEL SIGLO XX.

La parte del viejo territorio tradicional O´odham que se encuentra en México se ubica en el noroeste de Sonora y abarcaba múltiples zonas geográficas de los actuales municipios de Caborca, Altar, Saric, Plutarco Elías Calles y Puerto Peñasco y parte de Pitiquito (ver mapas 3. 5 y 3.6); todos estos municipios, salvo Pitiquito, tienen frontera internacional con el suroeste de Arizona y principalmente colindan con la parte sur de las tierras de la reservación de Sells, que es la reservación O´odham más grande y la segunda en dimensión geográfica de todo Estados Unidos.

La ancestral área del grupo étnico colinda con la frontera internacional con Arizona, Estados Unidos hacia el norte, con el mar de Cortes hacia el noroeste y con los municipios de Trincheras, Tubutama y Nogales hacia el este. El clima de la región es extremoso, muy cálido en el verano alcanzado temperaturas de 46 °C o más y en el invierno puede haber intensos fríos de 3 a 5 °C bajo cero.

Mapa 3.5 Mapa de los municipios de Sonora.

Fuente: http://www.ceesonora.org.mx/logotipos/logos/mapa_sonora.JPG [consulta 22/09/2010].



La temporada de lluvia es muy breve e irregular, iniciando generalmente en julio y terminando la primera quincena de septiembre.136 No obstante, de un par de décadas a la fecha las lluvias se han vuelto aún más escasas. En este capítulo se aborda la etapa inicial del proceso de cambio histórico y de movilidad geográfica que llevo a los O´dham de los asentamientos de Sonoyta y las Calenturas a las ciudades de Sonoyta y Caborca respectivamente. Se aborda la vida en y de estas comunidades O´odham en el desierto de Altar y las prácticas culturales y sociales sobre las cuales se articulaba su imagen de comunidad y su tradición cultural a mediados y finales de la primera mitad del siglo XX (1930-1940).

La idea de tomar dos casos de estudio y establecer ciertas relaciones de comparación no fue una decisión circunstancial, sino que se fundó en dos razones: 1) Por una parte, criticar la visión de ciertos estudios de las ciencias sociales que enfatizan una visión homogénea de los grupos étnicos y dejan de lado las diferencias internas de la colectividad. Este trabajo se demarca de aquellas investigaciones que, con base en los testimonios de algunos informantes claves y del estudio de caso de una localidad, generalizan resultados para una región o grupo de comunidades. 2) Y, por otro lado, el estudio de dos comunidades permite dar cuenta de la diversidad interna de los O´odham y su territorio, así como la peculiaridad de la articulación y negociación con otros grupos sociales. Además las diferencias sociales internas dentro del grupo étnico no son algo nuevo, ni derivado del contacto con los “otros” (mestizos, el Estado) en siglo XX, sino que viene de tiempo atrás y de las zonas que habitaban. Los O´odham no eran un gran pueblo unificado, estaban los Akimel O´odham en los río Gila y Salado, los Hia´ched O´odham en el Pinacate y los Tohono O´odham en el resto del desierto de Altar.

Mapa 3.6 Municipios que abarca el territorio O´odham en Sonora.

Fuente: INEGI Marco Geo-estadístico municipal 2005, www.inegi.gob.mx [consulta: 30/03/2009].



Así, la elección de las comunidades no fue una decisión accesoria, los criterios de selección se definieron tanto por el lugar geográfico de los asentamientos, como por los procesos de desplazamiento y las urbes de destino final. Ambas comunidades están ubicadas en lugares socialmente estratégicos dentro del territorio tradicional O´odham, además tenían un sitio especial en las dinámicas regionales del noroeste de Sonora, pues estaban muy próximas a importantes centros de población que, por su fuerte actividad política, económica y social, representaban polos de desarrollo en esa área fronteriza. Con la elección de estas comunidades se trata de reflejar la heterogeneidad y diversidad de zonas geográficas y sociales del territorio O´odham, el cual, sin minusvalorar las semejanzas y las procesos sociales comunes a las diversas comunidades, lejos de ser un área homogénea, eran una articulación de diversos lugares geográficos y sociales, un crisol diverso. Para la descripción de la vida de estas comunidades en la primera mitad del siglo XX se tomaron tres ejes analíticos. Estos mismos ejes se usan para hacer una tipificación y comparación entre estas dos zonas del territorio tradicional O´odham a fin de ver, por una parte, las líneas de continuidad histórica social entre el norte y sur del área del grupo étnico, pero también y especialmente, encontrar cuáles eran las peculiaridades de cada una de las comunidades. Los tres ejes que articulaban el modo de vida eran: 1) el territorio y el uso de los espacios geográfico sociales, que van desde los lugares productivos (las parcelas, los ríos y los canales de riego) a los sitios sagrados, pasando por los lugares familiares y comunitarios. 2) Después están las prácticas socioculturales y la organización social. 3) Y, por último, la relación con el sí mismo, la tradición y los otros.

La articulación de estos tres puntos nos permitirá construir la imagen de comunidad que cada uno de estos asentamientos tenía. En este sentido, el propósito es ver cómo, a través de la vida cotidiana en los asentamientos, surge su imagen de comunidad y grupo. La idea no es limitarse a una posible versión de los hechos (según los testimonios orales), sino indagar de qué manera significaron los sujetos estos eventos y el impacto que esto tuvo en la creación del imaginario del grupo. La imagen del “nosotros” se funda en los espacios y tiempo sociales que nos remiten a las diversas prácticas (ceremonias, reuniones, trabajo comunitario) que involucran al grupo de manera directa o indirecta. Además, con esto se recupera la idea del capítulo anterior de que la memoria tiene una serie de marcos sociales en los que se ancla. Por un lado, está el espacio social señalado por Halbwachs, de ahí que se insista en el territorio y, por otra parte, están las prácticas socioculturales propias de la comunidad (ver mapa 3.7).

Mapa 3.7 El territorio O´odham de Sonora y Arizona.

Fuente: (Spicer, 1962, p. 135). Modificado por Fernando Jaurégui, COLEF. 2010.



En el primer caso tenemos que la comunidad de las Calenturas, la más al suroeste de las tierras del grupo étnico en México. Esta comunidad tenía dos asentamientos: las Calenturas y el Pozo Prieto, ambos muy próximos al mar de Cortes sobre el camino a Puerto Lobos en los inicios del desierto de Altar.137 Era una sola comunidad de personas con dos localidades. En estas localidades convivían prácticamente entre sí mismos los miembros de esta etnia, pues el grueso de los miembros tenía ascendencia O´odham por ambos padres y era escaso y selectivo el contacto con los rancheros y mestizos de las áreas cercanas; era un poblado casi exclusivamente O´odham. Esta condición era similar a varios de los poblados de todo el territorio tradicional O´odham, pues según la monografía etnográfica de Nolasco (1965, pp. 375-448), después de mediados del siglo XX (1965) de los 30 lugares donde había presencia del grupo étnico, 21 eran comunidades completamente O´odham, en el resto compartían el espacio con mestizos.

En el segundo caso, Sonoyta estaba en el extremo opuesto en el punto más noroeste de la antigua zona O´odham en México, justo sobre la línea fronteriza con Arizona (a menos de un kilómetro de la actual puerta internacional de Sonoyta-Lukeville) y muy próxima del pueblo mestizo de Sonoyta. La comunidad de Sonoyta, debido a la cercanía con la población mestizo-mexicana del mismo nombre, tenía un contacto más cercano con grupos sociales no O´odham. La relación entre los miembros del grupo étnico y los “otros” del pueblo mestizo era ambigua y, en ciertas ocasiones, tensa y claramente desigual. Tenía una condición literalmente fronteriza, pues por lo menos desde inicio de siglo XX el pueblo mestizo de Sonoyta era una garita internacional donde se encontraba la policía montada de México138 y un punto de paso obligado para aquellos que iban al suroeste de Estados Unidos. Esta comunidad O´odham tenía estrechos vínculos regionales de carácter social y económico con asentamientos del suroeste de Arizona, especialmente con el pueblo del Ajo, que contaba con una población O´odham considerable y a principios de siglo XX descolló como un importante centro minero regional, que por la oferta laboral atrajo a población O´odham de México y mestizos de la zona fronteriza sonorense.







3.3 LA VIDA EN LAS CALENTURAS-POZO.

Las Calenturas, a semejanza de lo ocurrido en otras latitudes del territorio O´odham en México, era una sola comunidad pero con dos localidades: el asentamiento de las Calenturas y el asentamiento del Pozo Prieto. Estos asentamientos se ubican en el municipio de Caborca, en los inicios de la parte noroeste del estado de Sonora, en la zona de la costa de Caborca, muy próximos al Mar de Cortes y fueron el hogar y la tierra de varias familias O´odham durante buena parte del siglo XX. A semejanza de la gran mayoría de los asentamientos O´odham a lo largo del territorio tradicional, el Pozo Prieto y las Calenturas se encontraban geográficamente ubicados cerca de fuentes de recursos hidráulicos: estaban en las inmediaciones de un pozo natural y de un venero respectivamente. Otras comunidades O´odham como las Norias, el Cubabi y Sonoyta estaban a pie de río y algunas se valían de tinajas o depósitos naturales de agua, como fueron los casos del Pozo Verde y el Bajío. Al respecto, las palabras de doña Alicia son muy consistentes y no dejan lugar a dudas sobre esta estrategia adaptativa al entorno por parte de los miembros del grupo étnico:

“porque antes ellos [los O´odham], donde les gustaba ¿no? donde hubiera agua, donde hubiera agua, pues allí acampaban. Allí hacían sus tierras porque, me imagino yo así porque, casi más la plática era donde había agua pues, donde hubiera, donde hubiera vida vamos a decir. Ya después ellos [los O´odham] hacían sus parcelas ¿no? sus parcelas y limpiando pues todo.”139

En la actualidad ninguno de las personas originarias vive de manera permanente en estas comunidades. Las Calenturas es un predio abandonado desde hace varias décadas y en el Pozo Prieto los comuneros hacen guardias que duran 10 días para cuidar el ganado y la comunidad. No obstante, no hay una ocupación permanente del sitio, pues los propietarios tienen su residencia permanente en Caborca.

Sin saber desde que fecha precisa se constituyó legalmente como tal, el Pozo Prieto era un ejido y las Calenturas su anexo agrario, por lo menos desde mediados de la primera mitad del siglo XX y contaban con una superficie de 4,806.03-00 hectáreas.140 Pero en 1983, probablemente con la asesoría legal de parte del personal del INI-Caborca, cambió el régimen de propiedad de ejido a comunidad indígena.141 Según los O´odham originarios del primer asentamiento, a principios del s. XX (1910) brotaba un manantial que provocaba fiebre a quien tomaba el agua, por ello se le denominaba como “las Calenturas.”142 Por su parte, los O´odham del Pozo Prieto comentan que había una tinaja de donde salía el agua muy sucia, de ahí que el nombre del lugar fuera el Pozo Prieto y en O´odham “chu´chu´uta.”143 De manera similar Lumholtz (1990, p. 392), en su recorrido por Sonora a finales de la primera década del siglo XX, al pasar por este asentamiento e indagar la raíces O´odham del nombre del sitio, encuentra que la traducción literal sería “agua negra” o “agua prieta.” A decir de doña Alicia, el Pozo Prieto fue adquirido por algunos de pobladores de mayor edad de las familias Choihua, Tiznado y García; en cambio, las Calenturas parece ser un asentamiento más viejo aún, pues la actual autoridad tradicional no recuerda cuando se adquirió el predio, ni el origen del mismo.

Si bien las Calenturas y el Pozo Prieto eran asentamientos geográficos diferentes eran habitados por el mismo grupo de personas, pero en diferentes épocas del año; era una comunidad con dos localidades. A semejanza de lo ocurrido con otros grupos étnicos del país, los O´odham tenían un modo de vida mixto basado en actividades productivas primarias y estrechamente vinculadas a la topografía de su territorio, así como al ciclo climático de su medio ambiente natural. No obstante, debido a las agrestes condiciones del desierto Altar, los O´odham tenían estrategias de adaptación y sobrevivencia muy precisas basadas en la movilidad estacional y el uso específico de recursos dependiendo de la temporada del año y del sitio en donde se encontraban. Una constante de los grupos humanos en el desierto, pero en especial los de la tribu O´odham en el desierto de Altar, fue el establecimiento de asentamientos donde había recursos hidráulicos de relativo fácil acceso y que además hubiera tierra apta para la agricultura. La mayoría, sino es que todas las viejas comunidades O´odham del desierto de Altar, estaban a pie de río y/o muy próximas a nacederos o veneros de agua: las Norias se encuentra a los orillas de un río, en Quitovac hay una laguna, en Sonoyta corría un río del mismo nombre, en el Pozo Verde había un pozo de agua. Ejemplo de esto eran las Calenturas que tenían un manantial y en la temporada de lluvias en verano corría un río y el Pozo Prieto que poseía una tinaja natural de agua. Esto era parte de un complejo sistema de uso racional y explotación de los recursos naturales por parte de los O´odham. Así, la ubicación del asentamiento no sólo estaba en función del abastecimiento de agua para uso humano, sino que también dirigía el uso del recurso hidráulico a la producción agrícola a través de sistemas de canales de riego o del uso, en temporada de aguas, de las lluvias. Doña Alicia, nacida en 1937 en el asentamiento de las Calenturas y actual autoridad tradicional, menciona que el modo de vida de los O´odham de las Calenturas y el Pozo Prieto era una economía mixta, principalmente de autosubsistencia, basada en diversas actividades productivas.144 Tres de estas actividades (la agricultura de temporal, la recolección de frutos y la caza de fauna del desierto) estaban muy vinculadas a la tradición O´odham prehispánica de habitar y vivir del desierto (Spicer, 1941; 1962). Las otras dos actividades productivas, la cría de ganado y la extracción minera, fueron introducidas después de la conquista por los españoles, los criollos y los mestizos. Como se observa, la importancia de la descripción de las prácticas productivas de los O´odham de las Calenturas y el Pozo Prieto no sólo reside en que les permitían reproducir sus condiciones sociales de existencia, sino que también marcan la manera en que estaban vinculados a la “tierra” y su territorio tradicional. Muestran cuál era uno de los sentidos culturales que los O´odham le atribuían a su vida en el desierto de Altar.

En el caso de la agricultura, como práctica prehispánica y de la tradición ancestral O´odham, hay que señalar que se trataba de cultivos como maíz, fríjol, calabaza, además de los frutos y plantas endémicas del desierto. En cambio, el trigo, a pesar del papel destacado que juega en la vida y alimentación O´odham reciente, fue introducido con la llegada de los españoles y el proceso de conquista. En un principio y para la década de 1930 la mayoría de los O´odham vivían principalmente en las Calenturas, que se caracterizaba por ser un asentamiento agrícola. La siembra era de temporal y el grueso de la producción agrícola se orientaba al autoconsumo, mientras que los excedentes se destinaban a la venta o al intercambio por otros productos:

“Se cosechaba mucho, maíz, fríjol, maíz pollero y se lo llevaban. Cambiaban [la gente de las Calenturas] sus mercancías por harina en un comercio de Caborca, se llevaban manteca, azúcar, lo que se vendía era el maíz pollero y el fríjol. Era en un negocio del centro, por donde [ahora] está el Coppel.”145

Por su parte doña Juanita comenta:

“Parte de la cosecha se la llevaban a Caborca para venderla, hacían trojes grandes de ocotillo como del tamaño del cuarto.”146

El ciclo agrícola iniciaba poco después de la primavera, con las primeras lluvias, a decir de doña Alicia

“Se sembraba en verano, en la temporada de aguas, de mediados de junio, julio, agosto. Se sembraba con las primeras dos llovidas. Se sembraba maíz, fríjol, maíz pollero, calabazas. Después, ya por septiembre, octubre ya había maíz y la calabaza; en noviembre y diciembre la calabaza.”147

La siembra empezaba después del 24 de junio, fecha de la ceremonia del venado Buro y evento que se celebraba en Álamo para traer la lluvia.148 Doña Juanita añade que era con las “aguas broncas,” que iban de finales de junio hasta agosto, con las que se sembraba y, por su parte, don Matías, tío de doña Alicia y uno de los O´odham de mayor edad, señala que la siembra iniciaba pasado junio.149 Según recuerdan doña Alicia y su tío don Matías, antes las lluvias eran mucho más frecuentes. Los principales cultivos eran el maíz, el fríjol, el trigo, diversas frutas como melón, sandía, limón, calabaza, además del garbanzo, lenteja, chícharo. Entre septiembre y octubre iniciaba la cosecha del maíz y la calabaza, y para noviembre, comenta doña Alicia, era el turno del garbanzo, la lenteja, el chícharo y el trigo.150

Las tierras de las Calenturas eran unas planicies que formaban un bajío, lo cual permitía que se hiciera uso del arado y que la siembra se hiciera con yunta de mulas. Pero, además, debido a las superficies planas, tanto doña Juanita como doña Alicia, recuerdan que los hombres de diversas familias de la comunidad, elaboraron “acequias” o canales de irrigación y una pequeña represa para el riego de las parcelas y el consumo de agua de los animales. Esto era parte de la tradición ancestral O´odham del conocimiento del desierto y del uso de sus recursos. De hecho la mayoría de las comunidades O´odham se encuentran en vados, lindes de ríos o muy cerca de nacederos de agua y casi todas contaban con sistemas mecánicos de riego. Para la elaboración de estas tecnologías agrícolas se valían del trabajo comunitario de los hombres, como señalan doña Juanita y doña Alicia:

“[En las Calenturas había] un represo que se llenaba, que lo hicieron ellos mismos [los hombres de las Calenturas] entre todos. A mí me gustaba porque todos eran muy unidos, todos se ayudaban a trabajar.”151

Otro ejemplo de esto fue el pozo que había en las Calenturas y que hicieron las familias Choihua y López para dar agua al ganado. Don Matías, tío de doña Alicia precisa que, además, para el cultivo de la tierra trabajaban comunitariamente los hombres adultos durante todo el ciclo de la siembra.152 El carácter colectivo de este tipo de faenas redituaba en beneficio para la comunidad y queda de manifiesto en el siguiente testimonio de doña Alicia:

“todos trabajaban juntos, ellos trabajan pues juntos ¿no? se ayudaban todos, ¿no? allí no había pago, no había, era para todos ¿no? el agua era para todos ¿no?”153

Ahora bien, a semejanza de otras prácticas productivas como la ganadería o la elaboración de ollas, en el cultivo de la tierra había una división de labores por género y edad, siendo los hombres quienes realizaban la mayoría de las actividades vinculadas al campo y los cultivos.154

No obstante, doña Alicia recuerda que, en el caso del trigo, mientras los hombres barbechaban la tierra y abrían los surcos con la yunta de mulas, las mujeres depositaban la semilla. Mas, como señala doña Alicia y se verá más adelante, las mujeres también tenían actividades privativas de su género, como la elaboración de los alimentos y la producción de cerámica no ornamental, principalmente de ollas;155 aunque también recuerda que se hacían otros utensilios de cocina a partir del barro y durante la época de verano.156 A semejanza de lo que ocurre con otros grupos étnicos del país (como los Tojolabales de las Margaritas, Chiapas), en el caso de las comunidades O´odham y de las Calenturas en particular, resalta que algunas partes del ciclo ceremonial (como la fiesta del venado buro), además de ciertas prácticas religiosas (como la presencia del busto de san Isidro en la parcela) estaban muy vinculadas al ciclo agrícola y dentro de los cultivos destacan con principal fuerza el maíz y el fríjol. La ceremonia del venado buro se relacionaba con la petición de lluvias y el busto del san Isidro era para agradecer la cosecha.

Otro rasgo que permitió hasta cerca de la mitad del siglo XX a los O´odham su modo vida basado en la agricultura de diversos cultivos y el uso del territorio que hacían a través de las práctica de movilidad estacional (tanto con motivos productivos como ceremoniales y culturales) era el hecho de que en aquel tiempo había muy pocos actores sociales viviendo en el desierto. Las tierras no estaban ni dividas en propiedades, ni delimitadas por cercos, a decir de don Matías,

“antes no había [gente, ni vecinos], estaban muy lejos los ranchos [de los mestizos], los otros ranchos.”157

Ellos eran prácticamente los únicos habitantes del área. De hecho hasta aproximadamente poco antes de 1950, sólo estaban ellos en la región, no había ni ejidos, según doña Alicia:

“en aquel tiempo que te digo, cuando yo estaba chica, vamos a decir unos de unos 5 a 12 años [1942-1949], en ese tiempo todavía no había gente [vecinos, rancheros, propietarios mestizos], no había agricultura de colonia, de campos de agricultura que hay ahora, que están todos ahí [en el área del Pozo Prieto y las Calenturas].”158

Los O´odham tenían grandes extensiones de terreno que les pertenecían desde mucho antes de la Conquista y que no coincidirían con los límites jurídicos y de propiedad que posteriormente impondría el Estado y la Secretaria de la Reforma Agraria (SRA). Como señala el visitador agrario de la Procuraduría Agraria de Caborca, fue hasta 1949 que se creó el distrito de Colonización de Altar y que iniciaron las políticas estatales de reparto agrario y colonización del desierto promovidas por la SRA.159

La segunda de las actividades productivas, práctica social introducida después de la Conquista por los españoles y los criollos, fue la ganadería extensiva. De hecho, fueron los jesuitas quienes incorporaron la ganadería a varios grupos étnicos del noroeste de México a finales del siglo XVII y principios del XVIII (Ortiz ,1995. pp. 243, 247). A decir de doña Alicia, los O´odham de esta comunidad tenían cabezas de ganado –vacuno- y caballos, además de las mulas para las yuntas y, al igual que la cacería, era una labor exclusivamente que realizaban los hombres.160 Don Matías comenta que, cuando era la época de lluvias e iniciaba el ciclo agrícola, traían las cabezas de ganado a las Calenturas.161 Después que pasaba la cosecha se iban al Pozo Prieto, donde estaba el pozo de agua y no tenían problemas de abastecimiento del recurso hidráulico para el consumo de los animales. Así, mientras en el verano estaban en las Calenturas, pasadas las lluvias (las aguas broncas como dice doña Juanita), en el otoño e invierno, se turnaban e iban al Pozo Prieto a cuidar el ganado y sacar agua para los animales. Doña Alicia reitera:

“las Calenturas era la agricultura y el Pozo Prieto la ganadería.”162

“[Los que se iban al Pozo Prieto en carretas] llevaban zacate y pacas de trigo [para su uso y el de los animales], iban y venían, en el Pozo [Prieto] se quedaban algunos hombres encargados de cuidar el ganado y sacar el agua [para los animales].”163

A pesar de que las labores de la ganadería las realizaban sólo los hombres, sus hijos y esposas los acompañaban.

Junto a la ganadería, la minería fue otra de las actividades que vendría a trastocar la tradición O´odham prehispánica (Ortiz, 1995, p. 243). En el caso del suroeste del territorio O´odham, en las Calenturas y el Pozo Prieto la minería fue una las principales actividades productivas en la primera mitad del siglo XX. En la región la principal forma de extracción de minerales fue la minería de placeres, caracterizada por la excavación de depósitos de aluvión poco compactos como arena, grava o arcilla. Los minerales valiosos se separaban de los materiales del aluvión mediante un sistema de cribas y lavaderos y entre los minerales de placer figuraban metales como el oro. Doña Alicia recuerda que durante su niñez había dos sitios de extracción mineral importantes a los que se iban varios de los hombres de las Calenturas en busca de oro. Eran los placeres de las Palomas y la Antimonia.164 Y en ese mismo sentido,165 don Matías, tío de doña Alicia, confirma que su tío Toño Choihua trabajó en los placeres. Por su parte, doña Juanita López comenta que su papa

“se iba a trabajar a los placeres, por allá al oro. A las Palomas, el trabajaba allá.”166

Sin embargo, la minería de placeres en la región como una actividad productiva posteriormente decreció, pues aproximadamente para las finales de la década 1940 y principios de 1950, las generaciones venideras (como doña Alicia y doña Juanita) ya no mencionan dicha actividad, ni tampoco la veían como una opción laboral viable.

Por último y para cerrar el ciclo de las actividades productivas que conformaban el modo de vida O´odham, estaban la recolección de flora y la cacería de fauna de especies endémicas del desierto de Altar. A semejanza de la agricultura de temporal, estas actividades eran parte de la tradición O´odham prehispánica y se basaban en un profundo conocimiento del desierto y su ciclo meteorológico, principalmente de los ciclos de floración y del uso del medioambiente por parte de los animales. En el caso de las Calenturas, doña Alicia y doña Juanita señalan que dentro de la recolección de frutos silvestres el que ocupaba un lugar especial era la pizca de la pitaya para hacer jalea y de la flor de sahuaro para elaborar miel. Ambas señalan que la pitaya se daba dos veces al año en las inmediaciones de las Calenturas y el Pozo Prieto, la primera poco antes de la temporada de lluvia y la segunda cuando era tiempo de la cosecha de las calabazas, doña Juanita precisa, que eran las dos temporadas, en junio y octubre;167 sin ser esta una actividad exclusiva del género femenino, las mujeres desempeñaban un papel preponderante.

No obstante, esta actividad no tenía la relevancia de antaño, doña Alicia recuerda que como parte de los preparativos para el día de muertos se hacía un poco de la jalea de piyata en octubre en el cerro Colorado, en frente de las Calenturas.168 La otra actividad, que al parecer también estaba exclusivamente reservada sólo a los hombres, era la cacería de fauna silvestre, que era una fuente de obtención de proteína importante entre los O´odham. Era una práctica frecuente y la principal presa era el venado buro,169 que se encontraba en abundancia en las inmediaciones de los asentamientos de las Calenturas y el Pozo Prieto. Doña Alicia comenta

“ellos [los hombres] se iban a cazar allá en enfrente, en aquellos tiempos había mucho animal, yo creo, porque no estaba lejos.”170

Y si bien comían carne fresca apenas mataban al venado, fundamentalmente la ponían a deshidratar al sol para conservarla e ingerirla posteriormente.

Ahora bien, de la estrecha relación de dependencia que los O´odham tenían con el desierto no sólo se limitaba a la obtención de satisfactores alimentarios a través de la extracción de recursos (recolección de plantas y caza), sino principalmente de la modificación del medio para producir cultivos (agricultura y sistemas de riego). De este medio ambiente natural también obtenían los materiales necesarios tanto para cocinar (los utensilios de barro y la leña), así como para los recurso para la elaboración de viviendas y camas. Doña Alicia:

“Las casas eran de adobe, con troncos de mezquite [como columnas]. [ ] Las vigas [del techo eran] de mezquite y luego varas de sahuaro y arriba del sahuaro le ponían una tanda de zacate.”171

Generalmente las casas se componían de dos cuartos (que hacían las veces de dormitorios) y las cocinas eran cercos de un arbusto llamado ocotillo y bien techados.

Otra práctica en la que se utilizaba la tierra y el barro era la elaboración de cerámica utilitaria, principalmente destinada a la producción utensilios para la cocina, desde ollas y cómales hasta platos, tazas y cajetes. La producción de cerámica utilitaria estaba destinada principalmente para el propio uso. Doña Alicia recuerda que, en la generación de sus antepasados (sus padres y abuelos), los conocimientos y usos de la cerámica estaban ampliamente socializados entre las mujeres y en menor medida se encontraba la cestería (coritas). En este sentido doña Alicia comenta:

“porque todas [las mujeres] sabían hacer ollas, [y] la que no sabía hacer ollas, sabía hacer tejido [cestas].”172

De hecho, las mujeres tenían un lugar específico para la elaboración de este tipo cultura material.173 Sin embargo, también fue frecuente que estos saberes no se transmitieron a las siguientes generaciones. Casi nadie de las mujeres de la generación de doña Alicia sabe hacer cerámica.174

Del desierto provenía todo, desde el maíz producto de la siembra hasta el adobe y el ocotillo para la vivienda, desde la carne del vendado buro hasta la arcilla y el barro de las ollas y los cómales. Como puede observarse en los testimonios, casi la mayoría de los objetos de cultura material que los O´odham necesitaban para reproducir su vida familiar y comunitaria provenían de su entorno natural y los obtenía de la metódica y balanceada modificación de su medio ambiente. Esta amplia gama de utensilios iba desde el mezquite y el sahuaro para los horcones, vigas y camas, hasta la piel del venado o la cerámica utilitaria de la que resultaban las ollas, los cómales y los trastes de la cocina, esto sin olvidar la cestería. Esto lo conseguían a través de las prácticas de movilidad cíclica que estaban en función de las estaciones del año y que los hacían desplazarse periódicamente, no sólo entre el asentamiento agrícola de las Calenturas y el ganadero del Pozo Prieto, sino también en las prácticas de recolección frutos y plantas y en la cacería del venado buro. Es necesario recalcar que el agua, como recurso natural clave, tuvo un valor fundamental en estos desplazamientos y que, en buena medida, estas prácticas de movilidad estuvieron ligadas a la abundancia o escasez de dicho recurso.

Dentro del orden de la vida cotidiana había también actividades que articulaban el hacer comunitario y reforzaban la imagen grupal de la comunidad. Así, otra de las prácticas culturales relevante de los miembros de las Calenturas y el Pozo Prieto era que nombraban de manera cotidiana al entorno social y natural, a ellos mismos y los otros grupos sociales con la lengua O´odham. Era el lenguaje con el que convivían, se relacionaban entre sí y se vinculaban con el mundo.175 No obstante, el español era la lengua franca con la que se comunicaban con los sectores mestizo-mexicanos cuando salían de la comunidad y estaban en sitios de encuentro, como Caborca y Magdalena de Kino. De hecho, el uso del O´odham como lengua cotidiana marca una diferencia significativa respecto a otros asentamientos como Sonoyta y Quitovac, donde el español, y no el O´odham, era la lengua predominante ya desde finales de la primera mitad del siglo XX.

Y dentro de este orden de cosas y de no menor importancia, estaba la práctica de los matrimonio endogámicos dentro de la misma etnia pero, preferentemente, con gente de otras comunidades O´odham. Esta no fue una práctica privativa de esta comunidad en el sur del territorio tradicional, sino una forma generalizada de perpetuar al grupo a lo largo de la tierra O´odham tanto en México como en EU. Underhill en su trabajo sobre la organización social de los O´odham (Underhill, 1939), describe como estaba organizado este sistema en cuatro clanes y funcionaba a través de las líneas paternas de parentesco, donde el matrimonio se daba con miembros del mismo grupo étnico, pero con personas de otras comunidades. Sin embargo, Underhill también señala que, para mediados de la primera mitad del siglo XX, el sistema de clanes estaba cayendo en desuso y muchos O´odham no recordaban cual era su linaje de origen dentro del clan al que pertenecían. La situación cambió y la norma de los matrimonios era solamente no casarse con miembros de la misma familia (Underhill, 1939, p. 31). En el caso de México es interesante que en la realización de este trabajo no se encontró ninguna alusión directa a los clanes que menciona Underhill.

Particularmente en las Calenturas es posible rastrear la ascendencia O´odham, en especial de la generación de doña Alicia y doña Juanita, a través de la cartografía del parentesco que delineaba el tejido social de ese asentamiento. Doña Alicia comenta que había varias núcleos familiares en la comunidad: 1) Iziquio Tiznado García con su esposa Angelita y sus cinco hijos, quien al parecer procedía del norte del territorio O´odham, cerca de san Francisquito, pero del “otro lado” de la línea fronteriza, muy probablemente originario del Ajo, en el suroeste Arizona y quien, además, fue gobernador tradicional de las Calenturas. 2) Luego estaba la familia de los padres de doña Juanita, el matrimonio de Eloisa Juárez Ortiz y Santo López Serrano y sus cuatro hijos. 3) Después venía Ruperto Méndez quien, al parecer nunca se casó, aunque si tuvo descendencia. 4) Y, finalmente, las distintas ramas de la familia extensa de los Choihua. Por un lado, Prospero Choihua y su familia, quien era abuelo materno de doña Alicia y por lo menos tuvo dos hijas (Cristina y Emilia, quien era madre de doña Alicia); después venía Laureano con su esposa y tres hijos (Matías, Pedro y Elvira), y por último las familias de Juan y Antonio, quien tuvo tres hijos: Antonio, María y Tila. Estos dos últimos hermanos Choihua no vivían en las Calenturas, sino en las Maravillas y en el Pozo Grande respectivamente y posteriormente emigraron al norte (EU).

No obstante, Juan y Antonio Choihua tenían un estrecho contacto con los miembros de las Calenturas, especialmente con sus familiares. La generación de doña Alicia y doña Juanita es la de los hijos de los matrimonios mencionados. De estas familias todas eran o tenían ascendencia O´odham (completa o parcialmente); salvo el caso de Santos López Serrano, padre de doña Juanita, quien era un mestizo mexicano. Además, el matrimonio endogámico entre los O´odham de las Calenturas y de otras comunidades fue un mecanismo para conservar y mantener a las comunidades, no sólo en términos de ciertas características biológico-fisiológicas, sino también y principalmente de transmisión y reproducción de las prácticas culturales de la tradición O´odham. Y en este sentido destaca que en las comunidades había una red parental muy extendida, pero, a su vez, era posible establecer la pertenencia a localidad O´odham por la genealogía familiar de la que se descendía. Así, por ejemplo, mientras en las Calenturas estaban las familias Choihua y los López Juárez, en Sonoyta estaban las familias León y la Lizárraga Neblina. No obstante, esto no implicaba que la familia extendida estuviera únicamente en una sola comunidad. Por el contrario, la mayoría tenía familiares en otras comunidades del territorio tradicional O´odham, tanto en Sonora como en Arizona. Para los O´odham de la generación de doña Alicia y doña Juanita la relación con la comunidad, como espacio geográfico, no sólo se daba en relación a las actividades productivas y culturales ceremoniales que les permitían reproducir su modo de vida. La comunidad también era el espacio en que habían vivido y en el que se encarnaba la historia de sus antepasados directos y remotos. Así, la red genealógica de las familias los unía tanto a nivel regional con la red de comunidades del grupo étnico donde tenían parientes, como con la localidad específica de origen.

Otra condición regional que daba un carácter especial a la comunidad de las Calenturas era que, por su situación geográfica, tenía un menor contacto con otros asentamientos O´odham, así como con poblados mestizos y rancheros. De hecho, hasta antes del proceso de reparto agrario del desierto con la creación del distrito de Colonización (1949), el uso y límite de las tierras O´odham era distinto. No había cercos que delimitaban la propiedad O´odham y casi no había rancheros mestizos a los alrededores. Para esas fechas el único propietario mestizo cercano era Canuto Garibay. Y si bien la tierra O´odham presentaba varios problemas a nivel de los títulos de propiedad a causa de la falta de garantías y de reconocimiento por parte del Estado mexicano, de facto y por la vía del uso, las parcelas y territorios les pertenecía al grupo étnico. Cabe señalar que los problemas agrarios, principalmente en lo concerniente a la propiedad, fue una constante generalizada en todos los asentamientos y el territorio O´odham.

Dentro de las prácticas socioculturales que delineaban la vida social de la comunidad no menos importantes que las fiestas, la lengua y el parentesco eran el trabajo colectivo y las instancias de decisiones comunitarias que implicaban la figura del gobernador tradicional y al grupo de los hombres mayores, como una suerte de consejo comunitario de ancianos. Como se mencionó en la parte de las actividades productivas, el trabajo en común estaba principalmente dedicado a las labores de la tierra y a la creación de tecnología de riego mecánica que suponía la construcción de canales (acequias), pozos de agua, diques y represas, de los cuales dependía la agricultura, eje de su modo de vida;176 estas faenas incorporaban preferentemente a los hombres adultos. En este rubro, pero en otro orden de actividad e incorporando la participación de las mujeres, estaban también las labores relacionadas a las ceremonias y fiestas, principalmente la referente al venado Buro. Esto suponía actividades tan diversas como la organización y planeación de la fiesta (responsabilidad que recaía en el gobernador tradicional y los hombres mayores), preparar la ramada y el lugar, perseguir y cazar el venado, cocinar y elaborar la bebida, interpretar la música, guiar la danza y repartir la comida, labores que eran asumidas por los adultos.177

Pero además, lo anterior suponía, como etapa previa, el ejercicio de una figura de autoridad (el gobernador tradicional) y de una instancia de decisión colegida colectiva comunitaria, que eran los hombres mayores junto con el gobernador tradicional. Juntos, el gobernador y los mayores, resolvían asuntos de diversa índole concernientes a los intereses comunitarios, desde las ceremonias y festividades hasta cuestiones agrarias y de uso de recursos naturales pasando por el trabajo comunitario. Estas instancias de deliberación comunitaria fueron una estrategia regional para la organización de la vida social de los asentamientos. Como puede observarse la comunidad, como la representación del asentamiento físico, estaba lejos de ser sólo una de las manifestaciones locales del territorio O´odham y un mero espacio geográfico en un entorno natural desértico. La comunidad también aludía a un conjunto de prácticas sociales de diversa índole que se articulaban en la vida socialmente compartida. Entre otros diversos referentes el “ser O´odham” se basaba: a) en las redes de parentesco sanguíneo y social; b) en la organización social comunitaria, cuya expresión más importante era la figura de la autoridad y las juntas de mayores; c) en las actividades comunitarias de carácter productivo cotidiano como el trabajo colectivo de la tierra y los animales; d) y también en prácticas de carácter cultural como lo eran las ceremonias tradicionales de la danza del venado Buro, legado ancestral y prehispánico de sus antepasados y las festividades religiosas, como la fiesta de san Francisco el 4 de octubre, herencia de la tradición católica colonial.

Por otro lado, dentro del proceso social de consolidación del imaginario del “nosotros” como comunidad entre los O´odham de las Calenturas y el Pozo Prieto el papel de la relación y los usos con el territorio tenía una relevancia muy destacada. El vinculo no sólo se daba a través de las prácticas de movilidad productiva estacional entre el asentamiento agrícola del verano y la localidad ganadera del invierno, sino también a través de eventos culturales generalmente de carácter religioso que fungían como espacios de encuentro regional y de las visitas y encuentros familiares, donde la historia social de las comunidades se transmitía entre generaciones (de abuelos y padres a hijos). Historia que a su vez estaba anclada en la cartografía de las redes sociales del parentesco sanguíneo y comunitario. En este sentido es pertinente destacar como el apellido de ciertas familias tejía vínculos a través de diversos lugares del territorio O´odham.

La construcción del imaginario de sí mismos como comunidad O´odham a través de la reproducción social de su vida y de la articulación de diversos referentes simbólicos se basó en dos grandes ejes. Por una parte, en su vínculo con el pasado y la presencia de los antepasados en el presente, lo cual nos remite a un ramal de tres grandes divisiones: (a) ascendencia social y familiar, el hecho y la conciencia del parentesco extendido y de una larga y remota genealogía de sangre O´odham anclada en el territorio tradicional en el desierto de Altar; (b) la comunidad de origen, el asentamiento de procedencia en el desierto, tanto en el sentido de un espacio social y geográfico, como de un grupo social dentro del cual se creció y nos remite a ver con cuáles y qué tipo de relaciones se tenía con otras comunidades y al uso del territorio tradicional a través de las diversas practicas de movilidad (las productivas, las religiosas y las familiares); (c) y, por último, la memoria social (historia comunitaria), el recuerdo y registro de aquellos hechos significativos que moldearon la historia de la comunidad y que les tocó vivir directamente o que les fueron transmitidos oralmente por sus antepasados.

El otro gran eje del imaginario de sí mismos como comunidad y grupo es el vínculo que tenían con el presente y la reproducción social de la comunidad de finales de las década de 1930 a mediados de 1940, cuando doña Alicia y doña Juanita fueron niñas y adolescentes. A su vez, este gran eje se divide en tres ejes: (a) en ciertas prácticas culturales de orden colectivo como las fiestas y ceremonias, que eran espacios de encuentro comunitario y reconocimiento regional; (b) además estaban las actividades de la vida comunitaria y la organización social, que iban desde la formación de los núcleos familiares con ascendencia O´odham por ambos padres hasta las formas de organización social comunitaria, como la figura de la autoridad tradicional, las juntas de mayores y el trabajo colectivo; (c) y, por último, estaban las relaciones con las alteridades circundantes (otras comunidades, mestizos, rancheros, colonos), y si bien había contactos regionales con estos grupos sociales en ciertos eventos, como la fiesta de san Francisquito o cuando iban a Caborca a vender y adquirir ciertos productos, tampoco eran muy frecuentes. En esta genealogía de la imagen de la comunidad que tenía los O´odham de las Calenturas y el Pozo Prieto, la “tradición” jugo un papel clave en dos direcciones. La multiplicidad de su sentido les permitía tanto proyectarse hacía la historia de los ancestros como encarnarse en la vida cotidiana; como bien señala Gadamer, “la tradición es esencialmente conservación, y como tal nunca deja de estar presente en los cambios históricos (Gadamer, 2001, p. 349);” pero también actúa en el presente a través de la vida cotidiana e impacta el ser y hacer de los sujetos sociales (Gadamer, 2001, p. 349). Por un lado, la tradición aludía a las prácticas culturales, creencias, historia y saberes de sus antepasados, pero también y a la vez, remitía al cotidiano de su existencia social, el cual se basaba en el vínculo con el desierto como un medio ambiente natural culturalmente significado y a su relación entre si mismos en tanto miembros de la comunidad.



3.4 LA VIDA EN COMUNIDAD: SONOYTA.

En la actualidad buena parte de las tierras del asentamiento O´odham de Sonoyta están abandonadas y una parte ha sido incorporada al casco urbano de la ciudad de Sonoyta. Esta urbe fronteriza está ubicada al noroeste de Sonora, justo sobre la línea internacional que divide México de EU y hace frontera con la pequeña población norteamericana de Lukeville, Arizona. Localizada en el municipio fronterizo de Plutarco Elías Calles esta localidad tomó su nombre del antiguo asentamiento O´odham llamado Sonoyta o “Sonoidag”. Cuenta con una población de poco más de doce mil habitantes y las principales actividades económicas del municipio son el comercio, la agricultura, la ganadería y la prestación de servicios. Según el CONAPO, Sonoyta se ubica en el lugar 217 de menor marginación entre los 2,443 municipios del país. En la actualidad, algunos de los pobladores con mayor edad del asentamiento O´odham viven en la ciudad Sonoyta, otros, en cambio migraron, a Puerto Peñasco, Sonora y otros más al suroeste de Arizona, a las reservaciones O´odham de Sells y san Lucy de Estados Unidos.

No obstante, a inicios del siglo pasado, la situación, de los O´odham y los mestizos, era muy diferente. Este asentamiento tenía dos características que le daban un carácter peculiar y modificaban las prácticas sociales tradicionales del grupo étnico. Por una parte, el poblado estaba a pie de un río con abundante caudal, por lo menos durante la mayor parte del año. Y, por otro lado, la comunidad de Sonoyta estaba casi a pie de la garita fronteriza y, además, a menos de tres kilómetros había un pueblo mestizo. A semejanza de varias comunidades O´odham, como las Calenturas, el Bajío, Pozo Verde, por lo menos desde finales del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX la comunidad de Sonoyta experimentó varios problemas e irregularidades con la propiedad legal y el uso de la tierra. Esto se derivaba de una ambigua política, tanto a nivel federal como estatal, de parte del estado Mexicano con los pueblos indios en general y con los O´odham en particular en el caso del noroeste de Sonora. En los hechos esto se manifestó en prácticas de exclusión que favorecieron a los rancheros y mestizos en detrimento de los O´odham.

Para abril de 1922 había 130 habitantes entre mestizos y O´odham (pápagos), de los cuales 50 eran padres de familia y hombres solteros mayores de 18 años pertenecientes al grupo étnico.178 Desde 1886 se había delimitado los terrenos tanto para los O´odham (pápagos) y los mestizos, no obstante, según este documento, 29 vecinos “blancos” (mestizos) se habían ido apropiando de 228 hectáreas de superficie de labor, despojando a los O´odham de su tierra. Debido a esto y probablemente desde antes de mitad de la década de 1920 un grupo de habitantes de Sonoyta compuesta por O´odham (“individuos de la Tribu Pápago”) inicia un trámite de petición de tierra. Como resultado de lo anterior la H. Comisión Local Agraria dictaminó en 1926 una dotación de 1,500 hectáreas de terreno para los miembros del grupo étnico.179 Sin embargo, esto se hizo efectivo hasta abril de 1928, fecha en que se publicó en el Diario Oficial el oficio de dotación de tierras firmado por el presidente Plutarco Elías Calles. Cabe precisar que las tierras de las que se habían apropiado los mestizos (“blancos”) no fueron restituidas. Esto fue reflejo de una tensa y desigual relación entre los O´odham y ciertas instituciones del Estado (como la SRA) y los rancheros, pues el Estado jamás reconoció de facto la propiedad de las tierras que los O´odham usaban desde hacía siglos, en cambio, las consideraban propiedad de la nación.

A decir de algunos de los O´odham originarios del lugar, Sonoyta quiere decir nacimiento de agua o fuente de agua.180 Doña Herlinda, miembro del grupo étnico y originaria de la comunidad de Sonoyta comenta que los O´odham:

“le pusieron Sonoyta aquí porque quiere decir “ojo de agua” en pápago [O´odham], por los tres veneros que había allí, es Xonoidag.”181

Por su parte, Lumholtz rastreando la raíz lingüística y los antecedentes del sitio en fuentes históricas, comenta que hay registros de presencia del grupo étnico desde finales del siglo XVII y que el nombre del lugar en O´odham es “Kavortkson,” que significa al pie de la colina (Lumholtz, 1990, p. 393). A inicios del siglo XX la mayoría de los O´odham, entre ellos los abuelos de doña Herlinda Lizárraga, vivían juntos en la “congregación pápago” en las inmediaciones del pueblo de Sonoyta, doña Herlinda Lizárraga precisa la ubicación del asentamiento al comentar que:

“la reserva [O´odham] pápaga estaba allá donde está el monumento del padre Kino [en la actual ciudad de Sonoyta], allí estaba la reserva pápaga.”182

Había también dos ranchos muy cercanos en los que las cabezas de familia eran O´odham, por un lado, santa Rita, donde estaba la familia de doña Lilia León, cuyo padre fue gobernador tradicional. Po otra parte, justo enfrente de santa Rita se encontraba el Javán, donde vivía la familia de doña Paulina Romo. A diferencia de las comunidades y asentamientos de los grupos étnicos del centro y sur de México, aquí no había una inmediata proximidad física, las casas y los ranchos estaban un poco distantes entre sí.

Debido a las condiciones geográficas e hidrográficas, los O´odham de Sonoyta tenían un modo de vida parcialmente diferente al de otras comunidades del grupo étnico, como las Calenturas y el Pozo Prieto. A causa de tener una fuente casi permanente de agua, pues tanto la congregación pápago como santa Rita y el Javán se encontraban a los pies del cauce del río Sonoyta, la principal actividad era la agricultura; ocupando la ganadería, la recolección de frutos y la caza un sitio secundario. A decir de doña Herlinda, nacida en 1940 en la congregación pápago, había dos tipos de agricultura, la que dependía de las lluvias y la que se basaba en el riego, así una:

“[una siembra] era de temporal [en verano, en junio y julio] y [la otra siembra] era de agua [de río, con acequias y represas], sembraban dos veces al año.”183

La producción agrícola se dirigía tanto al autoconsumo como al intercambio, como señala doña Paulina, pues parte de la cosecha vendían y parte era para ellos.184 La agricultura de temporal iniciaba con la temporada de lluvias en julio y agosto y la cosecha se recogía a inicios de otoño. A decir de doña Herlinda:

“[los principales cultivos eran] frijol, sandía, melón, maíz, eso sembraba en temporal mi tío.”185

Por otra parte, y quizás más importante que lo anterior, era la siembra de riego, pues tanto doña Paulina como doña Lily señalan que era la principal forma de producción agrícola. No obstante, para la realización de esta actividad era necesaria tecnología agrícola de riego como fue la elaboración de canales (acequias) y de pequeños diques de contención, doña Paulina comenta:

“[Los O´odham de Sonoyta, sobre todo los hombres] hacíamos un pozo en el río. Adentro del río hacíamos unos pozos y de ahí sacábamos agua [para el consumo y para regar las parcelas].”186

A semejanza de lo ocurrido en las Calenturas y el Pozo Prieto, para la elaboración de las acequias y el mantenimiento de las mismas, en la congregación pápago de Sonoyta se recurría al trabajo comunitario entre miembros del grupo étnico, don Armando comenta:

“entonces se juntaba toda la gente, toda la indiada, uno que otro mexicano iban y hacían un bordo en el río. Y de allí subían el agua pal canal, se agarraba por de aquel lado del río y por de este lado. []. Nosotros [los O´odham] limpiábamos el canal, pero todos en su parte, cada quien su partecita.”187

El ciclo agrícola de riego, a decir de doña Lily y doña Herlinda, iniciaba en marzo y los cultivos eran trigo, maíz, fríjol, melón, sandía, calabaza, además de hortalizas como cebollas, ajos, chícharos y chile verde, de manera que para junio ya estaba la cosecha del trigo. Además de los cultivos perecederos que se sembraban cada año (como el maíz, el fríjol y el trigo), los O´odham de Sonoyta tenía varias parcelas con cultivos frutales cíclicos que iban desde la granada a la uva, pasando por el higo y que a su vez también eran regados por el sistema de canales de riego.188 A si mismo, parte de la cosecha de los frutos se dedicaba a la venta. Respecto al ciclo agrícola resalta que, a semejanza de lo ocurrido en las Calenturas, varios de los cultivos como el maíz, el fríjol y el chile pertenecían a la vieja tradición O´odham prehispánica, mientras otros, como el trigo, ciertas hortalizas y algunos frutales, como la uva, llegaron después de la Conquista con los españoles, los criollos y los mestizos.

Otra de las actividades productivas, pero con un carácter claramente marginal respecto a la agricultura, fue la ganadería, principalmente vacuna y caballar, y la cría de animales domésticos para el autoconsumo, especialmente gallinas y cerdos. Más que cría de ganado vacuno para la venta, esta actividad estaba orientada principalmente a la elaboración algunos productos lácteos como leche y queso;189 ocasionalmente, el ganado también era para al autoconsumo de carne. Y si bien el cuidado y manejo de estos animales era labor de los hombres, ordeñar a las vacas y la elaboración de productos a base de la leche era tarea de las mujeres.

La recolección de flora y la caza de fauna, legado tradicional del modo de vida O´odham prehispánico, eran aún actividades más esporádicas y marginales,190 lo que marcaba otra diferencia respecto a las Calenturas y el Pozo Prieto. Entre hombres y mujeres recogían un poco de pitaya para autoconsumo y mientras doña Lily León comenta que se la comían sin prepararla, doña Paulina señala que la cocinaban y la hacían mermelada.191 Además juntaban pechita, sopichi con el que hacían agua y choles. Respecto al aprovechamiento de fauna del desierto, las principales especies que se cazaban eran la tortuga silvestre y el venado buro.192 Sobre la extracción de recursos minerales, parece que la minería de placeres, a diferencia de las Calenturas y el Pozo Prieto, no era una ocupación de los O´odham de Sonoyta o por lo menos no de los padres y antepasados de los entrevistados. Aunque destaca que varias personas del pueblo mestizo contiguo y probablemente algunos hombres de la congregación O´odham si trabajaron en la minas del Ajo, Arizona, que se encontraban relativamente cerca. Además, con los O´odham de Sonoyta es significativo que no se presentó el patrón de movilidad geográfica entre un asentamiento agrícola en la primavera-verano y otro ganadero en el otoño invierno. Por el contrario, la totalidad del año permanecían en el mismo sitio concentrados principalmente en las labores agrícolas.

Ahora bien, en menor medida que las Calenturas y el Pozo Prieto, en Sonoyta también el desierto los proveía de buena parte de los satisfactores materiales necesarios para la reproducción su vida social. Estos satisfactores iban desde las cosechas hasta los materiales para la elaboración de utensilios y de las viviendas. A semejanza de lo ocurrido en el extremo sur, doña Lily comenta:

“[las casas las hacían los mismos O´odham y] “era[n] de adobe, de tres cuartos, de adobe, y la cocinita era de lamina.”193

El número de cuartos variaba, lo que si era una constante es que los cuartos se usaban como dormitorio, mientras la cocina era una ramada parcialmente cercada de ocotillo pegada a los cuartos. Los horcones y las vigas eran de mezquite, después venían las varas de sahuaro y posteriormente se techaba con grama [zacate] y tierra. En el caso de los utensilios era diferente, pues doña Lily León comenta que eran más frecuentes los trastes de peltre, aunque también había utensilios de barro (ollas, cómales); por su parte, doña Paulina recuerda que no usaban utensilios de barro, eran trastes, trastes normales (de peltre).194 Así, parece que había poca cerámica utilitaria y la cestería era muy escasa. Dentro de los cuartos había camas de hierro y afuera, para los tiempos de calor, había tapestes hechos de palos de sahuaro, que consistían en cuatro horcones de mezquite y sobre estos una cama de varas de sahuro.

A semejanza de lo ocurrido en los asentamientos de las Calenturas y el Pozo Prieto, en Sonoyta había actividades de diversa índole, pero todas de carácter comunitario, que proporcionaba los referentes para articular la imagen de la comunidad y el grupo, el “nosotros comunitario.” Estas prácticas socioculturales abarcaban (1) las ceremonias y las festividades, (2) el ejercicio de la lengua O´odham, (3) el matrimonio endogámico y las redes de parentesco sanguíneo y social, (4) el trabajo comunitario en los diversos órdenes de la vida social (mecanismos de riego, la organización de las fiestas) y (4) las formas de organización social.

La siguiente de las prácticas culturales de carácter comunitario que reforzaba la imagen de la comunidad era el ejercicio de la lengua tradicional de los ancestros. Si bien es cierto que el O´odham era una lengua en uso en la comunidad de Sonoyta a inicios de la década de 1930, no obstante no fue la lengua de las siguientes generaciones. El testimonio de doña Paulina sugiere que en la comunidad de Sonoyta (“la congregación pápago”) la lengua que se hablaba era el O´odham.195 Además recuerda que su madre, a quien le venía la ascendencia O´odham por el lado materno, también hablaba O´odham. Por su parte, doña Lily León recuerda que cuando era muy pequeña y estaba aprendiendo el O´odham, su padre, que era quien hablaba en la lengua del grupo, murió.196 A diferencia de lo acontecido en las Calenturas y el Pozo Prieto donde el O´odham era la lengua con que se relacionaban entre sí y nombraban el mundo tanto adultos como la mayoría de los niños, en Sonoyta la situación era diferente. Ahí casi nadie de los descendientes O´odham y de las generaciones nacidas entre las décadas de 1930 y 1940 (y que aún viven en Sonoyta) aprendió la lengua. Respecto a este punto de la práctica social del uso diferenciado de la lengua en función de la generación, es ilustrativo que doña Herlinda comenta que sus abuelos del lado O´odham y alguna parte de la generación de sus progenitores se comunicaban entre sí en O´odham. Pero cuando estaban presentes algunos miembros más jóvenes o que no hablaban el O´odham, estos adultos se comunicaban en español.197 En el testimonio, sin precisar bien cuáles, queda claro que se alteraron los mecanismos de transmisión de ciertas prácticas culturales como la lengua. En una situación similar don Cheto, por su parte, rememora que cuando era un niño pequeño los adultos, que posteriormente migrarían a las zonas O´odham del suroeste de Arizona, todavía usaban con frecuencia la lengua del grupo étnico para comunicarse entre si.198 Es muy probable que en el caso de las generaciones menores como doña Herlinda, doña Lily y don Armando la relación con las alteridades mestizas, particularmente el caso de las familias con distintos contextos culturales, haya jugado un papel clave en la transformación de esta práctica cultural.

Muy ligada a esto estaba otra práctica social y cultural de enorme relevancia que servía para reproducir y perpetuar el grupo étnico a nivel local y regional: el matrimonio endogámico pero preferentemente con personas de otras comunidades. Esta práctica social era bastante antigua y Underhill en su obra The social organization of the Papago Indian describe, por lo menos para los O´odham norteamericanos, que estaban organizados en líneas patrilineales y divididos en cuatro grandes clanes (Coyote, Buzzard, Uncertain y el Legendary). El matrimonio, dentro del mismo grupo étnico, era exogámico y con otras comunidades del grupo étnico. No obstante, para la fecha en que salió el trabajo a finales de la década de 1930, Underhill reconoció que la conciencia de los clanes entre los O´odham era cada vez menor, de manera muy frecuente los miembros del grupo étnico ya no sabían a cual clan pertenecían (Underhill, 1939, pp. 31-33).

En lo que respecta a los O´odham en México es significativo que no se hiciera ninguna alusión a los clanes. En el caso de Sonoyta esta forma de unión exclusiva y volcada al interior del grupo garantizaba las transmisión no sólo de la ascendencia O´odham en términos de genealogías familiares y de la “sangre O´odham” culturalmente significada, sino también la trasmisión de las prácticas tradicionales propias de los antepasados. Es bastante probable que la práctica del matrimonio al interior del grupo étnico fuera un eje de la vida de la comunidad de Sonoyta a principios de siglo XX. No obstante, para inicios de la década de 1930 y de ahí en adelante, esta forma de unión típica del grupo sufrió un fuerte impacto y no volvió a recuperar un papel preponderante. Por el contrario, conforme pasó el tiempo fue una práctica cada vez menos presente.

Resultado de lo anterior fue que buena parte de los descendientes O´odham nacidos en esas fechas, entre inicios de 1930 y de 1940, tenía una ascendencia mixta. Ejemplo de esto son los casos de doña Lily León, doña Paulina Romo y los hermanos Lizárraga. (a) El padre de doña Lily León era José León Parra, nacido en Quitovaquita, Arizona y fue gobernador tradicional O´odham; su madre, en cambio, era “mexicana”, se llamaba Victoria Romo Ortiz y procedía del pueblo de Sonoyta.199 (b) La madre de doña Paulina Romo era Gertrudis Robles, quien tenía ascendencia O´odham y era oriunda de Sonoyta y su padre se llamaba José María Romo y al parecer era yaqui.200 (c) Por último, los hermanos Aniceto y Herlinda Lizárraga Neblina, cuya madre era Beatriz Neblina originaria de Sonoyta y de ascendencia O´odham, en cambio su padre nació en Pitiquito, probablemente tenía ascendencia yaqui y se llamaba Alberto Lizárraga Coronado.201 El tejido social y la composición de la cartografía O´odham eran mucho más extensos de lo que en un primer momento pudieran parecer. Respecto a la familia Lizárraga Neblina, aparte de Aniceto y doña Herlinda, también estaban sus hermanos Flaviano, Lino Alberto y Mauricio; además de la familia de los abuelos maternos que eran originarios del poblado. Por su parte doña Lily, que de hecho nació en Barajita Arizona, pero llego muy pequeña al noroeste de Sonora, tuvo once hermanos, los mayores de los cuales nacieron en el Ajo, Arizona y después se vinieron a Sonoyta. No obstante, algunos de los hermanos de doña Lily posteriormente regresaron a Arizona, EU, al área de la reserva O´odham. A su vez, doña Paulina recuerda que tuvo siete hermanos y de estos, posteriormente, varios migrarían al norte (EU).

Junto a esto estaba la zona de mayor concentración O´odham en Sonoyta, en el área actual del centro del ejido pápago a los lindes del río Sonoyta, en uno de cuyos extremos vivían Herlinda y Aniceto Lizárraga y que en las fuentes agrarias recibía el nombre de congregación pápago. Según doña Lily había, aproximadamente, 40 familias y doña Herlinda añade que eran 36. Entre los apellidos que recuerdan, además de las familias León, Neblina y Robles, estaban las familias Ortega, Laborín, Orozco, Salcido, Parra; don Armando Lizárraga añade que también estaban los Castellanos y los Reina. Varias de estos núcleos familiares, como los Orozco por ejemplo, posteriormente y con la transformación de su modo de vida emigrarían al suroeste de Arizona, a las zonas O´odham, como Gila Bend, la reservación de Sells, Psinimo, Quijotoa, san Simón. Como puede observarse respecto al conocimiento más o menos presente y preciso de los antepasados sanguíneos (abuelos maternos y paternos, tíos abuelos) y de ciertos miembros de la comunidad,202 el parentesco y la plena conciencia de las genealogías familiares y de los vínculos sociales jugaba un papel muy destacado en la articulación de los referentes simbólicos culturales para la formación de la imagen de grupo. Además se estimulaba el refuerzo de estas redes de ascendencia parental y social a través de las ceremonias regionales (como el Buro, san Francisquito) y las visitas entre comunidades.

Ahora bien, en lo que respecta a la relación con las alteridades mestizas, es importante destacar que, a semejanza de otras comunidades O´odham que tenían vecinos de una raíz étnica diferente (como Quitovac o las Norias), había un uso diferenciado de la tierra y del espacio social y O´odham y mestizos no vivían en el mismo sitio. A pesar de la proximidad geográfica, no había contigüidad física entre ellos. La comunidad O´odham se ubicaba en los lindes del río, en lo que actualmente pertenece a los terrenos del ejido pápago, en la zona noroeste de la actual ciudad de Sonoyta. En cambio los mexicanos vivían más al sur, en lo que ahora es el área sureste de la actual localidad de Sonoyta. Como reitera don Armando en su testimonio, los O´odham estaban de un lado y los mestizos en otro.203 El espacio social de Sonoyta, como una región, estaba dividido según la tradición cultural y ascendencia étnica, así como por las relaciones de poder desigual entre los mestizos y los O´odham, donde generalmente estos últimos eran excluidos y discriminados por los primeros. La segregación que esto suponía se basaba en la significación cultural de la diferencia biológica de fenotipo, principalmente en este caso con el color de la piel, que en el caso de los O´odham les era tribuida una identidad estigmatizada y peyorativa por parte de las alteridades circundantes: los rancheros, colonos, “los blancos,” mestizos del pueblo.

A semejanza de lo que ocurría en el sur del territorio O´odham, otro de los ejes de la vida comunitaria era el trabajo colectivo. No obstante, en el caso de Sonoyta este tipo de prácticas tenía una menor dimensión y también se limitaba a las actividades laborales principalmente masculinas, como era la elaboración y mantenimiento de los sistemas mecánicos de riego vinculado a la agricultura y algunas prácticas ganaderas. Otro ámbito donde había estas prácticas comunitarias era la organización y realización de las ceremonias y festividades principalmente O´odham, como el caso de la danza del Buro y la fiesta de san Francisquito, donde la autoridad tradicional y el grupo de los mayores jugaba un papel muy importante. Algo muy vinculado a esto y otro de los ejes de la vida social de la comunidad O´odham de Sonoyta eran las instituciones de decisión comunitaria, cuya principal manifestación era la figura de la autoridad tradicional. No obstante, en algunos testimonios como el de doña Josefina León, queda de manifiesto que los hombres mayores (dentro de estos el gobernador tradicional) eran a su vez una instancia de decisión.204 Cabe precisar que la figura de la autoridad o gobernador tradicional se hacía cargo principalmente de su comunidad y de algunos eventos de carácter regional que pudieran llevarse a acabo en su comunidad, pero no era abarcaba la totalidad del territorio O´odham. De hecho, había una autoridad por comunidad. En Sonoyta el gobernador tradicional era José León Parra, padre de doña Lily León, y el ámbito de competencia de su actividad eran los problemas de diversa índole pero de carácter comunitario.205 No obstante dentro de esto, y como previamente se mencionó, los eventos culturales de carácter religioso ocupaban un lugar especial, principalmente en la cuestión de la organización.

Sin embargo, la evidencia etnográfica para el caso de Sonoyta, hace pensar que, probablemente, aparte del gobernador tradicional de la comunidad, había un encargado específico para la fiesta. De hecho, tanto doña Paulina Romo como Josefina León recuerdan que había un responsable para la fiesta de san Francisquito. El señor Reyes, padre de doña Reyes, era quien se hacía cargo de ese evento a principios de octubre. A semejanza de lo ocurrido con otras prácticas culturales y en otras latitudes del territorio O´odham como las Calenturas, es interesante destacar como hubo una transmisión y relevo generacional basada en el parentesco sanguíneo respecto a la tradición de la fiesta de san Francisco en Sonoyta.



3.5 CULTURA COMPARTIDA ENTRE LAS CALENTURAS Y SONOYTA.

Ahora, con el propósito de mostrar como se va conformando la imagen de la comunidad (del “nosotros”) a través de los diversos referentes de la vida cotidiana y las actividades sociales de las comunidades las Calenturas-Pozo Prieto y Sonoyta en la década de 1940,206 a continuación se tratan algunas de las diversas prácticas culturales que fungían como espacios de encuentro y fomentaban el reconocerse como colectividad a partir de la interacción personal y del encuentro directo. Puede decirse que estas actividades delineaban la vida comunitaria, pero también a nivel regional fomentaban la convivencia entre diversos asentamientos del grupo étnico; en esta sección si bien se insiste en las semejanzas, también se resaltan las peculiaridades de cada comunidad cuando las hay.

Por una parte, estaban las actividades de corte cultural religioso que se nutrían tanto de la vieja y prehispánica tradición O´odham como de la influencia de la religión católica traída e impuesta por los españoles. Dentro de las prácticas de origen ancestral ocupaba un lugar especial la ceremonia del Venado Buro por su capacidad para aglutinar y generar espacios de encuentro comunitario, más allá de los límites de los asentamientos de las comunidades de las Calenturas-Pozo Prieto –en el suroeste- y Sonoyta –en el extremo noroeste, en la frontera con Arizona-, pues a este evento asistían O´odham de otros lugares de la geografía tradicional del grupo étnico. Acerca del ciclo ritual O´odham, en la obra Legends and Lore of the Papago and Pima Indians, tienen historias tradicionales y de transmisión oral relacionadas a esta ceremonia del Buro llamadas “narraciones acerca de la caza (Dean y Lucille Saxton, 1973).”

La ceremonia del venado buro, que coincidía en fecha con la fiesta católica a san Juan, se realizaba desde la tarde del 23 de junio para amanecer el 24.207 Según doña Lily León, hija del gobernador tradicional de Sonoyta, esta ceremonia dependía complemente de los O´odham208 y estaba enraizada en la adscripción étnica del grupo, así como en su modo vida agrícola y propio de su ancestral relación con el desierto. Por su parte, doña Herlinda coincide en señalar que la danza del venado buro era una ceremonia principalmente O´odham, a diferencia de la fiesta de san Francisco, evento al que asistían y tenían un rol más activo los mexicanos y mestizos. En el caso del suroeste del territorio tradicional O´odham este evento se llevaba a cabo en las proximidades de las Calenturas, en un sitio llamado el Álamo,209 en el municipio de Caborca, muy próximo al asentamiento de la Laguna Prieta. Era una ceremonia de dimensiones comunitarias al que asistían la mayoría de los O´odham con sus familias. De hecho, a decir de doña Alicia, sólo se quedaban dos personas encargadas del Pozo Prieto y las Calenturas mientras duraba la festividad, todos los demás asistían.210 Las familias se alistaban y un día antes de la ceremonia, el 22 de junio, salían en carretas hacia el Álamo que estaba a un par de horas de las Calenturas.

En cambio, en el extremo noroeste en la frontera con Arizona la danza del venado Buro se realizaba cerca de una laguna, en el área del asentamiento O´odham de Sonoyta (“la congregación pápago”), a unos tres kilómetros del pueblo de Sonoyta y el propósito era pedir el agua de verano para el ciclo agrícola de temporal.211 Según comenta doña Herlinda, este evento se realizaba en la zona de la antigua y ahora extinta capilla en honor a san Francisco, cerca de donde vivían la familia Orozco, quienes eran unos de los principales promotores de esta ceremonia y quienes se encargaban de cazar al animal.212 A semejanza de lo que acontecía en Álamo, se preparaba el sitio, se hacía una ramada.

La organización de la ceremonia recaí en el gobernador tradicional de las respectivas comunidades. En las Calenturas el gobernador era Iziquio Tiznado y junto con los hombres de mayor edad (casi todos Choihua), que al parecer fungían como una suerte de consejo de mayores, se organizaba la ceremonia. De manera que cuando eran los días próximos al evento, una suerte de comitiva, entre los que iba el gobernador tradicional, se adelantaba para hacerse cargo de los preparativos en Álamo. En el caso de Sonoyta el encargado era el gobernador tradicional José León Parra. Doña Alicia, para el caso de las Calenturas recuerda que los hombres adultos se reunían,

“si hacían sus juntas pues, sus pláticas, ahí se juntaban, el Iziquio, mi tata [Laureano], mi otro tata [Prospero]…[ ] tres, cuatro que se juntaban ahí en la casa [ ]… que mi tata hacía la lumbradita y ya se arrimaban. [ ] La finalidad de la ceremonia era pedir agua [de lluvia], tenía que ver esa ceremonia con la petición de agua, para la siembra.”213

Pero, precisa doña Juanita, “aunque hubiera agua, ellos ya tenían esa tradición de ir hacer la fiesta.”214 Esta ceremonia estaba claramente vinculada al ciclo agrícola y a las estaciones climáticas del desierto. De hecho, frecuentemente la siembra empezaba justo a su retorno a las Calenturas, días después del 24 de junio, cuando llegaban, ya estaban las primeras lluvias.215

La ceremonia iniciaba el 23 de junio, en la tarde de ese día los hombres jóvenes de las Calenturas como Ángel Tiznado, Matías y Pedro Choihua salían a perseguir al venado Buro en los alrededores del Álamo;216 en Sonoyta era similar, pues doña Lily León comenta que el día 23 los jóvenes, “eran puros hombres,” salían a cazar el vendado Buro en los montes de las inmediaciones y, una vez que traían el venado, lo cocían y colgaban en un palo la carne. Para la persecución del animal tenían un caballo especialmente veloz, pues el venado tenía que atraparse con un lazo y estar vivo. En el sitio en que capturaban al animal, los jóvenes cazadores mataban al venado. Doña Alicia cree que le picaban el corazón, y después, él que lo había lazado le cortaba la cola. Cuando estaban próximos al Álamo, aquel que tenía la cola del venado avisaba su llegada con gritos. Entonces, el gobernador tradicional, Iziquio Tiznado, que esperaba bajo un mezquite o en la ramada, los recibía con júbilo e iniciaba un pequeño ritual. Una vez que llegaba la comitiva de jóvenes, se entregaba la cola del venado al gobernador, quien iniciaba una bendición colectiva y una suerte de acto ritual de limpieza y sanación (limpia) que iba de la cabeza a los pies, esto con el propósito de que se fueran los males y para que les fuera bien. Mientras los hombres jóvenes salían a cazar el venado, las mujeres iban a juntar el fruto del sahuro para hacer una bebida fresca.217

Una vez que caí la oscuridad iniciaba la danza en torno a la horqueta donde colgaban las ollas con la carne del venado buro. Por la noche, después de descuartizar el venado, las mujeres ponían la carne en unas ollas de tierra grandes, lo ponían a cocer allí, abajo del mezquite e iniciaba la ceremonia, que se componía de la danza y la música. Entre los músicos había dos raspadores, otro que tocaba una especia de jícara o cesta grande (corita) y los cantadores entonaban melodías y letras en O´odham; uno de los cantadores era Prospero Choihua, abuelo de doña Alicia y tío don Matías. Respecto del instrumento musical que parecía jícara, doña Juanita comenta que estaba hecho de piel de venado o de res sobre una rueda y que se tocaba con dos varas como una percusión.218 Por su parte, doña Paulina de Sonoyta comenta que la música era a base de raspadores de madera y de cantos en lengua O´odham.219

La danza duraba hasta el amanecer, toda la noche hasta que salía el sol. Bailaban todo la noche hasta el amanecer del 24 y doña Herlinda originaria de Sonoyta comenta que, cuando salía el sol, los danzantes se iban a bañar la laguna; después se repartían la carne cocida sin sal y se la comían. La danza consistía en una línea recta en la que los danzantes se agarraban de la mano, participaban tanto hombres como mujeres y bailaban moviendo las piernas y los brazos; hacían un movimiento de arriba hacia abajo, como llamando al agua.220 Por su parte, doña Lily, para el caso de Sonoyta comenta:

“[que en la danza participaban hombres y mujeres] agarrados de la mano y al son de la música doblan[ban] las corvas y se menean[ban].”221

Doña Alicia precisa que había un orden establecido: primero los más viejos y luego los medianos y ya los más jóvenes y ya los niños, siendo Laureano Choihua quien guiaba la danza. Ni los músicos, ni los danzantes hombres vestían una ropa especial, en cambio, las mujeres, estrenaban sus vestidos nuevos o sus vestidos que hacían;222 lo mismo ocurría en Sonoyta no había vestimenta especial para la ceremonia, sin embargo, a diferencia de la danza del venado Buro de las Calenturas en el Álamo, en Sonoyta los danzantes parece que no se pintaban.

Además, doña Alicia comenta que su mama le platicaba que antes las mujeres se pintaban, hacían un tinte con base en flores endémicas.223 Por su parte, doña Juanita comenta que los danzantes se pintaban con una tierra blanca los brazos:

“eran unas rayas redondas así y lo mismo en las piernas, decían ellos que como son los buros, los buros tiene manchas, una mancha que va corriendo.”224

Así, la idea era asemejarse al animal. La danza duraba toda la noche y había breves intervalos de algunos minutos para descansar. Rayando el amanecer, a las 4 ó 5 de la mañana, los danzantes hacían un círculo y después una línea recta para el lado del sol. Acto seguido se rompían la fila y los hombres, salían corriendo, doña Juanita comenta:

“y [los danzantes hombres jóvenes] se bañaban en el río, se quitaban todas las manchas que se ponían, así, en los brazos.”225

Después de esto, a los comensales se les entrega un platillo hecho a base de carne cocida de venado buro sin sal. Tanto doña Alicia como doña Juanita comentan que no se le ponían sal, porque dicen que era de mal agüero echarle sal.226

Como se apuntó antes, esta ceremonia era un evento cultural de dimensiones regionales al que asistían, no sólo los miembros de las Calenturas y el Pozo Prieto, sino también estaban presentes los O´odham de la Papaguería en Caborca, como don Ciriaco García, Miguel Choihua y doña Chabela Pino. Pero, además, asistían algunos mexicanos de localidades cercanas como la Laguna Negra y la mina de la Antimonia, aunque parece que estos últimos no tenían un papel destacado en la ceremonia. En el caso del extremo noroeste del territorio tradicional O´odham esto se acentuaba aún más y tenía un carácter regional más amplio, incluso transfronterizo. Debido a la ubicación de geográfica de Sonoyta (justo sobre el límite internacional con EU), a la danza del venado buro también asistían O´odham de los asentamientos del suroeste de Arizona.227 Doña Herlinda recuerda que:

“muchos papaguitos [O´odham] venían del otro lado [Arizona, EU].. [ ]. Venían de Gila Bend, venían del [pueblo minero del] Ajo, venían de San Lucy, venía de…, [ ]. De aquí de Quijotoa, de san Simón, que son los pueblitos más cerca que quedan [de] aquí a Sonoyta. [ ] ..porque venías muchos papaguitos [O´odham] del otro lado [EU], de todas la ranchería de aquí. [ ] De todas esas rancherías que están pegadas a la línea.”228

Como puede observarse, este era un espacio de convivencia y reconocimiento para la gente O´odham tanto de los asentamientos del sur del territorio tradicional (como las Calenturas) como los del norte, en el caso de Sonoyta. Además, es relevante señalar que entre finales de la década de 1930 y principios de la de 1950 a parte de las Calenturas y Sonoyta había otros sitios del territorio O´odham donde también se realizaba dicha ceremonia. Doña Alicia recuerda que también se hacía en Quitovac.229 No obstante, en la actualidad esta ceremonia ha caído prácticamente en el olvido y sólo se realiza en el suroeste de Arizona, en las comunidades fronterizas de Psinimo y la Angostura, en la reservación de Sells.

El extremo noroeste presentaba una peculiaridad importante. A diferencia de la ceremonia del Buro que se realizaba en el Álamo, en Sonoyta una vez concluida la ceremonia había una serie de actividades de carácter lúdico para los asistentes. Es factible que a estos eventos posteriores a la danza del buro asistieran gente del pueblo y algunos rancheros. Doña Herlinda comenta que:

“[la gente, los O´odham y mestizos] hacían carreras [de caballo], hacían argollas, coche [cerdo] encebado, hacían baile.”230

Por su parte, doña Lily añade que, además de las carreras, había la suerte del gallo enterrado. Probablemente esta fiesta se realizó por última vez en la comunidad de Sonoyta a mediados de la década de 1940, pues tanto doña Lily León y Paulina Romo, nacidas en 1937 y 1938 respectivamente, como doña Herlinda nacida en 1940, recuerdan que eran niñas cuando presenciaron la danza del venado buro por última vez.

Otro evento religioso de suma importancia para los O´odham de las Calenturas- Pozo Prieto y Sonoyta así como para la gran mayoría de las comunidades del grupo étnico en México era la fiesta de san Francisco, la cual se realizaba el 4 de Octubre, tanto en el poblado de Magdalena de Kino como en la comunidad de san Francisquito, en el norte y noroeste del territorio tradicional O´odham. Doña Juanita y los hermanos Lizárraga Neblina, doña Herlinda y don Aniceto, además de doña Lily Léon comentan que también se llevaba a cabo esta festividad en la población fronteriza de Sonoyta, en la zona de la vieja capilla a san Francisco, pues ahí también contaban con representación del santo.231

No obstante, las dos cedes principales eran Magdalena de Kino y la comunidad de san Francisquito. Esta ceremonia tenía raíces en la tradición católica y fue parte del legado cultural que trajeron e impusieron en el noroeste de México los jesuitas y franciscanos después de la conquista, durante finales del siglo XVII y la primera mitad del XVIII. Este evento tenía gran relevancia regional pues asistían O´odham de las diversas comunidades del gran territorio tradicional, desde los asentamientos del sur como las Calenturas y el Pozo Prieto, hasta las comunidades del extremo norte en el suroeste de Arizona como Sells, Pisinimo, la Angostura.232 Tenía, además, un carácter pluri-étnico en la medida en que, si bien los O´odham eran quienes organizaban dicho evento y jugaban un rol protagónico, también asistían y participaban los mestizos y rancheros de poblaciones como Magdalena de Kino y otros pueblos de la región como Santana. Tanto doña Alicia como doña Juanita comentan que asistían periódicamente a esta ceremonia cada inicio de octubre. Doña Alicia recuerda:

“[Los O´odham de las Calenturas] nos preparábamos para irnos a la fiesta de Magdalena [la fiesta de san Francisco en Magdalena de Kino], eso si era seguro, cada año la fiesta de Magdalena.”233

Salían en carretas jaladas por mulas el día 1ro de octubre y regresaban a su comunidad hasta el 5 de octubre. Esta práctica cultural religiosa involucraba a todos los miembros de la comunidad, las cuales se iban en carretas principalmente a Magdalena de Kino.234 Al respecto doña Juanita narra:

“Íbamos todo nosotros ¿no? mi familia [los López Juárez], Laureano [Choihua], Prospero [Choihua], esos de ahí de las Calenturas, todos iban pa Magdalena, así en carro.”235

No obstante, algunos de las familias de esta comunidad a veces iban a otra de las localidades donde se celebraba la fiesta de san Francisco. Doña Alicia precisa que su familia iba a esa fiesta tanto a Magdalena de Kino como a la comunidad de san Francisquito. Después de llegar, iban a ver al santo y agradecerle los favores concedidos, a recibir la bendición. Posteriormente lo velaban y ya entrada la noche se entonaban las mañanitas en honor a san Francisco. Al día siguiente se hacía una procesión presidida por el santo y se celebraba una misa.

En Sonoyta, los O´odham, en grupo, iban tocando varios instrumentos musicales (violín, tambor, guitarra) en busca del gobernador tradicional, José León Parra, quien era padre de doña Lily. De ahí se desplazaban a la capilla donde festejaban a san Francisco y finalmente se dirigían al pueblo y hacían visitas en cada casa, todo esto acompañado por la música. Sin embargo, varios de los O´odham de Sonoyta también fueron, algunas veces, a esta celebración a la comunidad de san Francisco. Doña Josefina León León, originaria de Sonoyta y sobrina de doña Lily, recuerda que la gente iba a esta fiesta al asentamiento de san Francisquito para devolver un favor al santo, para pagar una manda.236 Al llegar a este poblado el 3 de octubre, la gente hacía una parada en la cruz en las inmediaciones de la capilla, luego entraban a la capilla y prendían una veladora, hacían una oración y salían. Por la noche se velaba y le tocaban música al santo. Doña Josefina recuerda que, antes cuando ella era una niña, el día 6 se sacaba al santo en peregrinación con un arco adornado con flores, los peregrinos llevaban veladoras mientras entonaban cantos en O´odham y en español y prendían cohetes. Al llegar a la primera casa, posaban el santo en una silla o mesa y comenzaba tres danzantes con mascaras y cascabeles a bailar una suerte de danza del venado, iban descalzos y portaban pantalón corto. Cuando terminaban, comenta doña Josefina:

“[se prendían] cohetes y ya hacían oraciones. Luego se venía otra danza, pero ahí si bailábamos todos. Eran como dos o tres piezas que se bailaban en esa casa y volvían a sacar otra vez una oración, la oración si era de buen ratito, en pápago [O´odham] se podía hacer la oración.”237

Doña Josefina recuerda que los danzantes eran O´odham norteamericanos del Cubo y del área de Phoenix. La peregrinación seguía y repetían lo mismo en cada parada de la procesión, entonces todos bailaban en cada casa.238

En resumen, la danza del venado buro y la fiesta de san Francisco eran los principales eventos religioso-culturales239 que aglutinaban a los O´odham de las Calenturas y Sonoyta a nivel local como comunidad y a nivel regional los insertaban en la red de asentamientos del grupo étnico, tanto en Sonora como en Arizona, y los hacían parte de una compleja articulación de colectividades que se esparcía por todo el territorio O´odham.



3.6 RELACIONES INTERÉTNICAS EN LA REGIÓN O´ODHAM.

Como se ha visto en las secciones previas, los O´odham no estaban ni solos ni aislados en el desierto de Altar, sino eran parte de una región donde compartían el espacio con otros grupos sociales. Si bien tanto los O´odham de las Calenturas y Sonoyta vivían en sus asentamientos con otros miembros del grupo, también es cierto que tenían relaciones de diversa índole con los mestizos. Sus vínculos iban desde actividades meramente mercantiles y de intercambió, a la asistencia a ceremonias y festividades y también a relaciones familiares de diversa naturaleza. Se trataba, pues, de un sistema interétnico en que los mestizos e indígenas estaban en contacto.

Tras la educación y salud a Caborca y al pueblo de Sonoyta. Por lo que respecta a la satisfacción de ciertos servicios, cabe mencionar que, debido a que las Calenturas al igual que la mayoría de las comunidades O´odham, al carecer de escuelas y centros de atención médica, tenían que ir a los poblaciones mestizas cercanas a satisfacer estos servicios. Esto manifestaba el momento en que se encontraba esta comunidad en pleno proceso de modernización mexicana y en el cual la infraestructura de salud y educación todavía se concentraba en las ciudades. En lo concerniente a la educación para finales de los años 1930s y principios de la década de 1940, varios de los niños y jóvenes O´odham de las Calenturas iban a la escuela a Caborca. Doña Alicia recuerda que, cuando tenía aproximadamente 8 ó 9 años entre 1945 y 1946, ella se iba a la escuela a Caborca junto con Canuto Garibay, un ranchero vecino quien tenía una familia numerosa de varios niños.240 Mientras duraba el ciclo escolar doña Alicia vivía con la familia de Garabay en Caborca y, una vez que llegaban las vacaciones, regresaba a las Calenturas. Destaca que a pesar de los largos periodos que pasaba en esa población mestiza, una vez que arriba a su comunidad, se comunicaba en O´odham, de ahí que afirme:

“pues yo seguía [hablando O´odham], nunca se me olvido el idioma [O´odham], yo seguía hablando con ellos [los miembros de la comunidad de las Calenturas].”241

Doña Alicia siguió con esta dinámica de movilidad por un par de años hasta que dejó la escuela a finales de la década de 1950.242 Doña Alicia no fue la única que estuvo en esta situación, también fueron a la escuela en Caborca Benito y sus hermanos Guillermo y Raúl, hijos del gobernador tradicional Iziquio Tiznado. No obstante, también es preciso mencionar que no todos los niños y jóvenes de las Calenturas pasaron por la experiencia de ir a la escuela en Caborca, tal fue el caso de los hermanos López Juárez, quienes, a pesar de tener un estrecho y frecuente contacto durante su infancia y adolescencia con esa localidad mestiza, no asistieron a las instituciones de educación básica.243 Además de los infantes que asistían de las Calenturas, a la escuela también iban niños con ascendencia O´odham pero cuyos padres y/o parientes ya vivían en Caborca, como fue el caso de don Ramón Choihua y sus hermanas y hermanos, quienes eran primos de doña Alicia, o de doña Mercedes García Valencia y sus hermanas, quienes eran nietas de don Ciriaco García. Ambos, don Ramón y doña Mercedes pasaron su niñez en esa localidad mestiza semi-urbana y, de hecho, don Ramón nació en Caborca, mientras doña Mercedes nació en las Calenturas pero llego aún siendo niña a Caborca.

El caso de la comunidad de Sonoyta fue similar. Por lo que respecta al caso de la educación, debido a que no había escuela en la comunidad O´odham de Sonoyta, algunos niños y jóvenes recorrían diariamente la distancia entre el asentamiento y el pueblo para ir a la escuela primaria al poblado de Sonoyta.244 Algo similar ocurría respecto a los servicios médicos, pues a falta de clínicas o dispensarios médicos, tanto los O´odham como los mestizos acudían a ver a un médico de ascendencia oriental que vivía en el pueblo de Sonoyta.

Recibir atención médica y servicios de salud fue otro de los motivos para tener relación o vivir en la población mestiza de Caborca por cierto lapso de tiempo. Doña Alicia menciona que regreso a esta localidad en 1956 debido a que su tía Cristina, quien la había criado a causa de la ausencia de su madre,245 se enfermó de gravedad. De manera que doña Alicia, su tío Matías y su tía Cristina estuvieron alrededor de un año viviendo en la Papaguería, en la zona oeste y periférica de Caborca mientras Cristina recibía atención médica y los cuidados de doña Alicia.246 Sin embargo, no hubo mejoría y Cristina murió en 1957, fue enterrada en el panteón O´odham del Bisaní. Durante esta temporada en Caborca, doña Alicia conoció a un joven mestizo Méndez, con quien posteriormente se casaría.

Los viajes para comerciar y consumir. Los intercambios económicos y la adquisición de ciertos bienes y productos fueron otro de los motivos para ir a Caborca, no obstante, en esas ocasiones las visitas eran cortas y espaciadas. Tanto doña Alicia como doña Juanita señalan que cierta porción de la producción agrícola estaba destinada al intercambio, parte de la cosecha se la llevaban a Caborca para venderla.247 Doña Alicia, al abundar sobre el tema, precisa que obtenían ciertos productos que ellos no producían mediante la venta del maíz pollero y el fríjol que cosechaban en las Calenturas. Cambiaban sus mercancías por harina en un comercio de Caborca, se llevaban manteca azúcar.248 De hecho, doña Juanita comenta que en el caso de su familia, los López Juárez, después de la época de siembra pasaban una buena temporada en Caborca y se mantenían de la parte de la producción agrícola que estaba destinada a la venta, además de la elaboración para intercambio y autoconsumo de productos alimenticios a base de cereales como el maíz y el trigo.249

Por otro lado, también los O´odham del asentamiento de Sonoyta realizaban principalmente sus intercambios económicos en el pueblo de Sonoyta. Ahí vendían parte de las cosechas de maíz y trigo, así como la producción agrícola de los huertos frutales, era también ahí donde adquirían los productos y satisfactores que no producían por ellos mismos. Es importante destacar que, si bien estos O´odham tenían un modo de vida basado en la producción agrícola parcialmente orientada al autoconsumo, a diferencia de otras comunidades del grupo étnico este asentamiento tenía una economía más orientada a la venta e intercambio mercantil. Probablemente esto se debía, por una parte, a que tenían un mejor insumo de agua y recursos naturales que otros sitios, lo que les permitía una mejor, mayor y más diversa producción de productos agrícolas. Pero, por otro lado, también tenía que ver con el hecho de la cercanía con el pueblo mestizo y la existencia de un mercado potencial.

Las visitas familiares. Por último, las visitas familiares, que generalmente coincidían con el intercambio y adquisición de bienes y productos, eran otro de los motivos para ir de las Calenturas a Caborca. Varios de los miembros de las Calenturas tenían familiares directos o indirectos, además de otro tipo de los lazos sociales, en esa localidad mestiza. En este sentido es conveniente mencionar que, por ejemplo, los padres de don Ramón Choihua Pino, quienes eran parientes de la madre y abuelos de doña Alicia y vivían en el área oeste de Caborca en la Papaguería; algo similar ocurrió con los López Juárez y la familia Tiznado y García, quienes tenían parientes habitando en la misma zona.

En el extremo noroeste, las visitas familiares entre O´odham de Sonoyta y mestizos así como las fiestas y ceremonias eran otras de la ocasiones de contacto. Es preciso recordar que dentro de las ceremonias, algunas eran casi exclusivamente O´odham, como el caso de la danza del venado buro. Pero, había otras festividades que eran un punto de encuentro y reunían personas con diversas tradiciones culturales, como la fiesta de san Francisco el 4 de octubre o la fiesta de la Flores en mayo.



3.7 POLÍTICAS DE LA MEMORIA EL IMAGINARIO DE SER O´ODHAM “ANTES” Y “ALLÁ.”

Una de las primeras preguntas que guiaron la investigación fue saber cómo se auto percibían estos O´odham en las diferentes etapas de la genealogía histórica de cambio que los había llevado a reconfigurarse como grupo. No obstante, en el desarrollo del trabajo de campo se hizo evidente que hubo varios rupturas y continuidades y que para fines de registrar estos cambios era pertinente trazar ciertos periodos. Uno de los más importantes, sin duda, fue la vida en las comunidades del desierto entre 1930 y 1940. Para ese tiempo la mayoría de los O´odham con los que se trabajó eran niños y adolescente y surge la respectiva interrogante histórica de ¿cómo se veían ellos durante esta etapa del proceso (la vida en el desierto) y en relación con su pasado?

En general y como se vio en los diversos testimonios mediante los cuales se describió la vida en las comunidades, esta parte de su vida está claramente asociada a sus antepasados. El vínculo con lo acontecido no se limitaba únicamente a ser hijo de cierta familia. Ser miembro del grupo no sólo era llevar los apellidos Choihua, Tiznado, García y López Juárez en el caso de las Calenturas o Lizárraga Neblina, Léon, Orozco y Romo Robles en Sonoyta. Sus padres y abuelos encarnan un pasado caracterizado por una estrecha relación con el desierto y en la que el vínculo con la tierra, la flora y la fauna era fundamental. El desierto era su hogar. No sólo porque de él obtenían los recursos que necesitaban para vivir, sino porque ahí también se anclaba su historia como familia y comunidad. Manifestación de esto, pero a nivel del uso del espacio geográfico y social, eran los desplazamientos a través del basto territorio O´odham. Ya fuera ir a las parcelas en grupo y elaborar sistemas de riego en el bajío de las Calenturas y en el río de Sonoyta, o irse a cazar a las montañas cercanas o recolectar pityas y flor sahuaro en las inmediaciones; además de las visitas a sus parientes a otras comunidades, la asistencia a las ceremonias de la danza del Buro y san Francisquito. Como señalan tanto Candau como Halbawachs, con los marcos sociales de la memoria principalmente el espacio, es en los diversos lugares O´odham por los que transitaban y habitaban la comunidad donde se ancla la memoria. Esto no quiere decir que la memoria sólo se reactiva una vez que van a esos viejos sitios, sino también que el recuerdo de las diversas etapas de la vida están ligados a los espacios vividos y las imágenes e impresiones que de ellos tienes estos O´odham. Así, la infancia y adolescencia se liga a la parcela, al hogar y la familia, al sitio del Álamo donde se realizaba la ceremonia de la danza del venado buro, a la capilla de san Francisco en Sonoyta, a la comunidad de san Francisquito y el pueblo de Magdalena de Kino con la celebración a san Francisco. Pero también la primera etapa de su vida está relacionada a la frontera y las comunidades O´odham de Arizona y, en menor medida, a los poblaciones mestizas con las que entraban en contacto: Caborca y Sonoyta. Sus ancestros eran, efectivamente, la gente del desierto. Además, la “tradición” estaba claramente ligada a esta generación de los antepasados. Ellos eran los que sabían y organizaban desde la ceremonias de la danza del venado buro y la fiesta de san Francisquito, hasta aquellos que sabían como hacer sistemas de riegos, rastrear al venado, pizcar la pitaya, sin olvidar que tenía sumamente presente la larga cartografía de los sitios O´odham dentro del territorio tradicional así como las genealogías familiares, tanto de sus comunidades como de los asentamientos vecinos. Obviamente dentro de esto también entran prácticas cotidianas y productivas como la lengua O´odham y la elaboración de cerámica utilitaria que realizaban las mujeres. A los “viejos” se les atribuía todos aquellos saberes que ya no se les legaron a estos O´odham de la generación de doña Alicia y doña Herlinda y que caracterizaban la vida de los asentamientos en el desierto hasta buena parte de la 1ra mitad del siglo XX. Era una etapa que de alguna manera se idealiza un poco y que se asociaba a la plenitud, tanto respecto al uso de recursos naturales y ciertos bienes materiales, como a ciertas prácticas culturales asociadas a la adscripción étnica de sus padres y abuelos.

Sin embargo es interesante destacar que, no obstante que vivieron en comunidad en el desierto y que hipotéticamente había las condiciones para transmitir ciertos saberes y prácticas a las nuevas generaciones, como la organización y realización de la danza del venado buro, la lengua, esto no aconteció. Y lo interesante es que para estas fechas todavía no estaban en un claro proceso de movilidad a ciertos centros urbanos.

También hay una percepción generalizada, tanto entre los miembros originarios de las Calenturas/Pozo Prieto como de Sonoyta, de que antes las familias del grupo étnico eran más unidas entre si y que las relaciones sociales estaban principalmente orientadas con y hacia los miembros de la mismo grupo étnico. Si bien esto es cierto sobre todo para el caso de las generaciones mayores, también acontecía que ya había un contacto cercano con los grupos mestizos. En los testimonios se reitera de manera directa e indirecta que uno de los vínculos más robustos con la comunidad, pero también con el pasado, eran las genealogías familiares y sociales. La manifestación concreta de esto eran las conexiones directas entre ciertos apellidos y determinados asentamientos: en las Calenturas, como se recordará, estaban los grupos familiares de los Choihua, las Tiznado, los García, los López Juárez, mientras en Sonoyta estaban los Lizárraga Neblina, los Romo Robles, los León, los Orosco, los Laborin, entre otros. Había una conciencia muy clara y presente de los árboles genealógicos y como determinados apellidos estaban relacionados a ciertos lugares del territorio O´odham. La familia era una red de solidaridad extensa que por mucho excedía los límites del núcleo básico de padres e hijos y se extendía trascendiendo los confines de la comunidad origen y en ocasiones de la frontera.

Era una época a la que claramente estos O´odham le asocian una fuerte condición de cohesión social en diversos órdenes: 1) la familia nuclear y extendida, 2) la comunidad local, principalmente, pero también y en menor medida el grupo étnico, 3) el grupo O´odham a nivel regional y fronterizo. Es interesante destacar que si bien se resalta esta idea de unidad, también está presente, aunque quizás no con mucha claridad, que ya había un intenso proceso de cambio de la organización social y de ciertas prácticas. La brecha cultural y de hábitos de vida entre estos O´odham y sus padres se fue acrecentando y más aún cuando la convivencia con los grupos mestizos fue más constante e intensa. Ellos mismos se ubican como la generación de un cambio abrupto e irreversible que los reposiciona en una situación diferente con el pasado y sus familiares.

Ahora bien, respecto al repertorio de prácticas culturales que estos O´odham les asociaban y caracterizaban a sus padres y abuelos y de alguna manera articulaban el imaginario de ser parte de un grupo, cabe destacar que las condiciones específicas en cada caso concreto no eran las mismas. Había, como previamente se ha señalado, una diversidad interna dentro del grupo étnico en su conjunto, vinculadas a las diversas latitudes del territorio tradicional O´odham. Si bien es posible encontrar una serie de paralelos entre las comunidades de Sonoyta y las Calenturas y el Pozo Prieto, también conviene señalar que había diferencias en las formas en que se manifestaba el imaginario de grupo a través de su comportamiento como colectividad.250 En un ejercicio de reconocimiento de la diferencia interna y de la voz propia de cada localidad es necesario no omitir estas peculiaridades y, por el contrario, señalarlas.

(a) En lo que respecta al uso del territorio y las prácticas de movilidad, principalmente en las actividades de orden productivo, encontramos que los O´odham de las Calenturas en el extremo suroeste del territorio se desplazaban a finales de primavera al asentamiento agrícola y en invierno iban al asentamiento ganadero. Pero, en cambio, los miembros de la comunidad de Sonoyta, por su situación geográfica y la abundancia de recurso hidráulico gracias al río, no presentaban estos cambios de residencia estacional y tenían una producción agrícola más diversa y abundante. La economía agrícola de este asentamiento se orientaba más a la venta.251 Mientras para los miembros de las Calenturas ser O´odham, en relación con el territorio, era recorrer el desierto siguiendo las lluvias entre un asentamiento y otro, para las personas de Sonoyta era la proximidad y el uso del río.

(b) Respecto a la lengua acontecía algo similar a los patrones de desplazamiento. En las Calenturas el uso de la lengua O´odham era la forma de nombrar y convivir con el grupo y el mundo desde las generaciones más chicas como doña Alicia y doña Juanita hasta los adultos como don Matías, don Laureano y don Próspero. En Sonoyta, en cambio, el O´odham sólo era la lengua de los mayores, principalmente los abuelos y algunos padres, pues muchos de los adultos y los niños ya se comunicaban en español. Quizás en esto también influyeron los matrimonios cruzados entre O´odham y mestizo, como en los casos de los padres de doña Herlinda, doña Lily León y doña Paulina Romo. El vínculo con los antepasados a través de la lengua era más fuerte en las Calenturas que en Sonoyta.

(c) En lo concerniente a las líneas de parentesco había también algunas situaciones disímiles. Mientras en las Calenturas la mayoría de los matrimonios eran entre el mismo grupo étnico y casi todos los miembros tenía por ambas líneas parentales ascendencia O´odham, en cambio en Sonoyta las uniones con miembros de diferentes contextos culturales y con tradiciones diversas ya eran mucho más frecuentes; al grado de que eran casi la norma predominante.252 Esto es un factor muy relevante pues uno de los criterios para concebirse como O´odham era el vínculo con el pasado y la tradición a través de las genealogías familiares.

(d) Esto también se vio reflejado en la organización social, pues al parecer el trabajo colectivo era más intenso y representaba un eje articulador más importante en las Calenturas que en Sonoyta. Lo anterior también estaba determinado por las condiciones geográficas y orográficas de cada uno de los asentamientos. Pero destaca que uno de los referentes fuertes que se asocian al “ser O´odham” era el trabajo comunitario.

(e) Y los puntos anteriores sin duda están influenciados por la relación de los miembros de estas comunidades con los sujetos sociales circundantes. Como menciona Barth, el juego dicotómico y excluyente del “nosotros” (O´odham) / “ellos” (los otros: mexicanos, rancheros) que, si bien siempre tiende a marcar un límite, no siempre opera de manera que refuerce el carácter colectivo de las unidades culturales que se encuentran entre sí. De hecho, en el caso de la comunidad de Sonoyta, están menos presentes algunas de las prácticas culturales, valores y normas que caracterizaban a sus ancestros O´odham y, sin duda, en esto jugó un papel importante la proximidad geográfica y física con los rancheros y los mestizos del pueblo de Sonoyta. Pero también la frecuencia y características de las relaciones y vínculos entre O´odham y mestizos. En la Calenturas, en cambio, el contacto con los mestizos y los rancheros era menos intenso y frecuente.

(f) Y en esto, a su vez, fue determinante la ubicación en la geografía regional así como la localización específica dentro del territorio O´odham de ambas comunidades. La comunidad de Sonoyta se ubicaba sobre la línea fronteriza y estaba muy cercana a la garita internacional de Sonoyta Lukeville, lo que la colocaba en un importante centro regional de intercambios económicos y en un lugar de paso obligado y la hacía susceptible a múltiples influencias de grupos sociales no indígenas. En cambio, las Calenturas estaban un lugar de poco tránsito y menos atravesado por las dinámicas regionales, por los que los procesos sociales de esta comunidad obedecían más a lógicas y ritmos internos.

No obstante, a nivel de las relaciones con otras comunidades O´odham acontecía lo mismo que con otros grupos sociales. Los O´odham de las Calenturas tenían un contacto cercano con los O´odham de la Papaguería en Caborca, con algunas personas de san Francisco que les ayudaban en la cosecha y con el encuentro anual en la fiesta de san Francisquito. Sonoyta, en cambio, por ser cede de las ceremonia del Buro y de la fiesta de san Francisco era un vigoroso centro de encuentro O´odham;253 además, la cercanía geográfica de Sonoyta con las comunidades O´odham cercanas a la línea fronteriza tanto en Sonora como en Arizona le permitía un contacto más frecuente.254 Más allá del fuerte criterio de adscripción local que caracterizaba a las Calenturas y Sonoyta, también jugaban un papel destacado las dinámicas y relaciones regionales con otros asentamientos del grupo étnico dentro del imaginario de lo que era ser O´odham.

En la vida en los asentamientos del desierto, el sentido de ser parte de una comunidad se daba en la articulación del “antes” y el “allá”, como amplias coordenadas espacio temporales –y no siempre con límites precisos- que remiten a los O´odham a la experiencia de haber compartido parte de su existencia con sus padres y abuelos, la vivencia de haber sido participes de un modo de vida distinto y mucho más ligado simbólica y concretamente al desierto. Los elementos simbólicos constituyen el desierto como origen territorial, espacial y ancestral se manifiestas en una serie de lugares concretos a los que estaban vinculados y donde transcurría diversas etapas de la vida O´odham: el asentamiento de origen, las parcelas de la siembra y los ríos, los montañas del venado buro y donde se recogía pitya y la flor del sahuro, el Álamo y la capilla de san Francisco, la comunidad de san Francisquito y Magdalena de Kino, sólo por mencionar algunos de los más importantes.



3. 8 LA “COMUNIDAD” Y LOS “OTROS.”

A pesar de las condiciones sociales y geográficas en que vivían los O´odham a principios del siglo pasado, no estaban solos del todo. La idea de que estaban aislados en el desierto es parcialmente errónea, lo que si es un hecho es que el contacto, tanto con las comunidades vecinas del grupo étnico como con actores sociales externos (mestizos, rancheros, agricultores, propietarios), era complejo y selectivo. Por otro lado, aquí no se obvia que, en función de la ubicación dentro del territorio tradicional y de los vínculos sociales previos, había comunidades del grupo étnico que tenían un nivel de contacto con diversos grupos de mestizos mucho más intenso. Es cierto que había asentamientos de difícil acceso que se avocaban principalmente a la reproducción de sus condiciones sociales de existencia y tenían un claro y preponderante carácter de vida local, comunidades como el Bajío, el Cumarito y las Calenturas. Pero también había asentamientos que por su proximidad a centros económicos mestizos de importancia regional tenía una convivencia más frecuente con otros grupos sociales, como fueron los casos de Quitovac donde había minas y los miembros del grupo étnico convivían con gambusinos y rancheros o Sonoyta, la cual estaba a pie de frontera y era un punto obligado de paso en la ruta hacia el suroeste de Arizona.

Ahora bien, retomando a Barth, uno de los ejes para la conservación y afirmación del grupo es el límite étnico, que a nivel del imaginario esto se manifiesta en la compleja relación entre los miembros del grupo –a diversos niveles- (“nosotros”) y el “otros” sujetos sociales con los que se está en contacto (“ellos”). A semejanza de otros grupos sociales, con los O´odham, los “otros” desempeñan un papel importante en el proceso identitario comunitario y esto se expresó en que la adscripción al grupo étnico se dio sobre el contexto del re-juego entre la autodefinición al interior del grupo (endo-definición y autoadscripción) y las valoraciones que los “otros” tenían sobre los O´odham (exo-definición y la hetero-adscripción). En el caso específico de las comunidades abordadas, la auto-adscripción aconteció sobre el telón de fondo de que el grupo étnico se basaba en la familia, el trabajo comunal, la autoridad tradicional y el consejo de ancianos; además de otros elementos culturales en común –como la lengua, el parentesco, ceremonias, entre otros-, y que, a su vez, eran usados como marcadores de la diferencia específica del grupo.

Hay dos ejes ordenadores en el análisis de los “otros” en la memoria e imaginario O´odham: el espacio-territorio y el tiempo y las relaciones sociales. El espacio-territorio esta presente en los testimonios como uno de los marcos sociales que definen al grupo. Concretamente el uso del territorio a través de diversas prácticas socioculturales y de carácter productivo. El territorio era el conjunto de lugares sociales que ordenaban y por los que transcurría la vida O´odham. El desierto, como el territorio tradicional, aglutinaba la multiplicidad de referentes diferenciados que definían el ser O´odham: era la casa, era la tierra que proveía de comer, eran las plantas que se recolectaban y los animales que se cazaban. El lugar donde yacían los antepasados y de donde procedía la familia, era el lugar de las ceremonias.

El otro gran eje de la memoria es el tiempo, cuyos marcadores biográficos y sociales son los eventos cuya expresión concreta son las prácticas específicas como las ceremonias, el trabajo comunitario, visitas familiares, etc.

En el caso de estas comunidades sabemos que, debido al proceso de movilidad geográfica, esta relación con la otredad experimentó cambios severos, especialmente cuando los miembros del grupo étnico se marcharon e instalaron en las ciudades de Sonoyta y Caborca. La influencia de los “otros” sobre los O´odham no ha sido siempre la misma, ni ha tenido los mismos matices, por el contrario, ha ido variando según la etapa que se aborde del proceso histórico del grupo étnico.

La dimensión relacional puede ser observada al interior y exterior del grupo étnico. De hecho, la vida en los asentamientos O´odhams en la ciudad se caracterizaban por una fuerte adscripción local al interior del grupo étnico, no obstante su universo relacional era amplio y puede dividirse en dos grandes ejes: 1) el vínculo con ellos mismos y los diversos subgrupos a nivel del grupo étnico, 2) y por otro lado, la relación con los “otros” (mestizos).

La relación al interior y exterior del grupo étnico puede observarse en los distintos contextos territoriales

A nivel de la comunidad de origen, tanto en las Calenturas como Sonoyta, tenemos que un primer nivel era la propia familia, en este sentido la relación se daba en los espacios de la esfera doméstica (el hogar, la cocina) y las parcelas. El primer nivel de vínculo era pertenecer a cierto grupo de parentesco (por ejemplo Choihua en las Calenturas o León en Sonoyta), inserto en la tradición e historia O´odham; era también sembrar la tierra y pertenecer a un hogar. Otro nivel eran las relaciones con las familias vecinas, con las cuales se compartía el espacio físico de la comunidad y de las tierras de cultivo, además de las actividades como la siembra y la convivencia comunal. Y, por último, la relación con la comunidad entera, principalmente a través de ciertas prácticas de orden comunitario, como el trabajo colectivo de la tierra y las ceremonias de la danza del venado buro y la fiesta al santo san Francisco.

No obstante, también es cierto que otro nivel de relación fundamental para concebirse O´odham era el vínculo con los antepasados directos y remotos, vivos y muertos. Los ancestros eran, tanto el vínculo con la tradición, como aquellos que les habían enseñado a habitar y vivir del desierto. Eran la génesis sociocultural que les permitía insertarse en una narrativa histórica de continuidad, que los remitía al pasado y les posibilitaba mantener y reproducir un modo de vida propio. Ser O´odham era ser parte de un pasado con una cultura propia y una larga historia anclada en el desierto. Esto no se limitaba a una serie de prácticas productivas, sino también a una serie de valores y significados que les permitían hacer frente y relacionarse con el mundo. Ejemplo de esto, como señalan doña Alicia y doña Herlinda, fueron tanto el trabajo comunitario –que iba desde las labores de la tierra hasta la organización y realización de las ceremonias-, como las formas de organización de las autoridad tradicional y los matrimonios al interior del grupo étnico.255

Por último estaba la relación con las comunidades vecinas del grupo étnico. El contacto con los otros O´odham se daba en contextos espacio temporales muy específicos, particularmente en las ceremonias del Buro y san Francisquito; recuérdese que tanto para los miembros de las Calenturas como para los de Sonoyta, ambas ceremonias tenían gran relevancia. Respecto a la ceremonia del Buro, los miembros de los Calenturas se encontraban con sus parientes de la Papaguería en el Álamo,256 mientras los O´odham de Sonoyta, en la vieja capilla a san Francisco de su asentamiento, se encontraban con gente del Ajo, de la Angostura, de Cubo, Pisinimo, Zacatón, comunidades del grupo étnico del suroeste de Arizona.257 La fiesta de san Francisco era más grande aún y aglutinaba O´odham de todo el territorio tradicional, tanto de Sonora como de Arizona. Ambos eran eventos en que se reforzaba el carácter regional y trans-comunitario de ser O´odham; pero también encuentros con los “otros.”

Si bien ambas comunidades compartían esta serie de referentes, en las Calenturas la adscripción local era más acentuada, pues tenían un menor contacto con otras comunidades O´odham, mientras que Sonoyta, por ser un punto de encuentro para miembros del grupo étnico de ambos lados de la frontera, tenía una adscripción con un carácter regional más sólido.

Ahora bien, respecto a la relación con los grupos sociales exteriores al grupo étnico la situación era diferente en ambos asentamientos. Para esas fechas la relación de los O´odham con sus vecinos rancheros, propietarios y mestizos se perfilaba como uno de los elementos claves para entender la posterior serie de cambios.

En el caso de las Calenturas la adscripción étnica local era muchos más fuerte que en Sonoyta, debido en parte a que esta comunidad tenía un modo de vida basado en actividades productivas propias de la tradición prehispánica O´odham (la agricultura, la caza y la recolección) con un régimen de autosubsistencia y con la autoproducción de bienes. Por otra parte, como mencionan tanto doña Alicia como doña Juanita, hasta finales de la década de la década de los cuarenta, a excepción del propietario mestizo Canuto Garibay, quien no estaba muy cerca, no había nadie más en la región.258 Las tierras no tenían cercos ni delimitaciones jurídicas precisas, sólo de facto pertenecían a los miembros de las Calenturas a través de su uso para siembra, pastoreo de ganado, caza y recolección. Estos O´odham veían el espacio geográfico de su comunidad de origen, las tierras de cultivo, el Álamo (donde se celebraba la danza del buro) y las montañas donde cazaban y recolectaban pitaya y flor de sahuro como su territorio inmediato y no lo compartían con nadie; prácticamente no había otros grupos sociales en la región con los que interactuaran la gente de las Calenturas. El grueso de su interacción social se orientaba principalmente al interior de la comunidad y estaba organizado por los diversos lugares sociales (la casa, la parcela, la comunidad, el Álamo, etc) en que vivían y transitaban y que articulaban su territorio. Y debido a que su vida se concentraba principalmente en la siembra y el ganado, tampoco veían o entraban cotidianamente en contacto con nadie más.

La convivencia con los mestizos y rancheros se daba fuera de la comunidad y durante ciertos eventos festivos o cuando, debido a las falta de escuelas y centros médicos, los O´odham iban a Caborca a recibir algún servicio o a adquirir bienes que no podían producir ellos mismos. Respecto a las ceremonias, los O´dham de las Calenturas convivían una vez al año y de manera muy selectiva con algunos mestizos y rancheros en la ceremonia de san Francisco, ya fuera en la comunidad de san Francisquito o en el pueblo de Magdalena de Kino, pues por un lado estaban los miembros del grupo étnico y por otro parte el resto de los participantes: rancheros y mestizos de los pueblos vecinos. Las personas ajenas con las que más contacto tenían eran con aquellos que vivían en Caborca y una de las principales actividades que llevaba a los miembros de las Calenturas a esta localidad era el intercambio de productos y la adquisición de bienes que ellos no podían producir. Las otras actividades que los llevaban al encuentro con los mestizos eran la educación, recuérdese que a mediados de los años 1940 y por un lapso de varios años, doña Alicia así como los hijos de Iziquio Tiznado asistían a la escuela; y una vez acabado el ciclo escolar regresaban a las Calenturas. No obstante, esta experiencia no duro muchos años. El otro motivo para ir a Caborca era recibir atención médica, como fue el caso de Cristina Choihua en 1956.

No obstante, el eje de la vida de los O´odham de las Calenturas estaba en el desierto y sus tierras, ni Caborca ni el modo de vida mestizo caracterizado por el trabajo asalariado y por una economía mercantil eran parte de su cotidianidad.259

Los mestizos eran sujetos sociales con un contexto cultural diferente a los que se veía esporádicamente y sólo en determinadas ocasiones: resolver situaciones que ellos no podían solucionar por si mismos (salud y educación) y obtener bienes necesarios que no sabían o podían producir. Además entre los mestizos y los O´odham había relaciones desiguales que generalmente beneficiaban a los primeros. Como comenta don Ramón Choihua, estos O´odham casi no iban a Caborca, se la pasaban en las Calenturas; la mayor parte de su vida transcurría en la localidad de origen en el desierto. Es conveniente recalcar que el mestizo no es el “otro” cualquiera (no es un grupo social indiferenciado), sino solo aquel que significativo para nosotros en alguna medida y frente al cual se define cierto nivel de la vida del grupo de referencia.260

Para analizar los grupos sociales no indígenas primero con los que los O´odham tenían relación se encontró, en el transcurso de la tesis, la manera en que los O´odham nombraban a los sujetos con los que tenían contacto (ya vimos que como “mexicanos”, “mestizos”). Luego se vio que el tipo de relaciones sociales que se mantienen, ya fuera índole comercial, laboral, e intercambio, amorosas, discriminación, de parentesco, y, finalmente, que significados se mueven en la relación; es decir si la alteridad era un espejo, ¿qué les reflejaba, que les refleja de ellos mismos a los O´odham, cómo y de qué forma le ayuda a elaborar su “nosotros” comunitario? Los rancheros o mestizos, mexicanos no interesan sólo como sujetos sociales, sino como categorías sociales con significado que contribuyeron a delinear y definir el tipo de relaciones que los O´odham tenía con el mundo y con su propio imaginario de comunidad, o sea como el “otro” frente a la cual se define el nosotros O´odham. En la parte final se aborda la diferencias entre el uso que los O´odham hacían de los términos “mestizo” y “mexicano” para designar a los sujetos sociales con los que tenían relación, pero no eran parte del grupo.

En el imaginario de estos O´odham los mestizos no tenía un papel exclusivamente preponderante, ellos –los miembros del grupo étnico- también se definían así mimos en función de su modo de vida, de su relación con los antepasados y con la tradición O´odham. El ámbito local era prácticamente el eje de su vida social, vivían en las Calenturas y sus alrededores, nombraban al mundo en O´odham y se relacionaban principalmente con los miembros de sus familias y con los otros miembros de la comunidad. Analizando el criterio de auto-adscripción de esta comunidad en esta época (ser O´odham era un modo de vida en el desierto, el uso del territorio y la pertenencia a una comunidad, ser parte de una genealogía familiar y la memoria social del grupo) no se encuentra un peso significativo a los “otros.” No obstante, como se verá en los siguientes dos capítulos, esta situación cambió drásticamente durante la década de 1950. Pero, hasta finales 1940, la brecha con sus antepasados no era tan radical, frente a ellos se definían como sus descendientes y continuadores de su legado cultural.

La situación de los O´odham de Sonoyta con los “otros” era significativamente diferente y el peso de los mestizos en el imaginario de los miembros del grupo étnico tiene que ser comprendido por el tipo de relación que con ellos entablaban. Ellos no estaban solos en el territorio que habitaban por el contrario, el pueblo mestizo de Sonoyta se encontraba a poco más de 3 kilómetros de distancia de la comunidad O´odham, además de los rancheros y propietarios mestizos cercanos. Como se recordará, debido a la abundancia de agua por la cercanía con el río, los O´odham de Sonoyta focalizaban prácticamente toda su actividad productiva en la agricultura y buena parte de la cosecha se orientaba a la venta. Justamente los mestizos y rancheros de Sonoyta eran una parte significativa de los compradores del maíz, el fríjol y otros cultivos. Estos “otros” estaban vinculados en buena medida a la economía del asentamiento O´odham de Sonoyta; si bien los mestizos eran quienes los discriminaban y agredían, también eran parte de los compradores de la cosecha.

Por otra parte, la cercanía geográfica posibilitó que prácticamente todos los hijos de O´odham de la generación de doña Herlinda y doña Paulina tuvieran acceso a la educación primaria de manera cotidiana.

Don Servando, sobrino de doña Lily, recuerdan que iban diario a la escuela. Esta institución jugó un papel clave para ir incorporando de manera paulatina a los descendientes de los viejos O´odham a un modo de vida mercantil y semi-urbano y reforzar la supuesta idea de la necesaria convivencia con los mestizos. Así, a diferencia de las Calenturas y otras comunidades, en Sonoyta los miembros de la generación de doña Lily entraron en contacto mucho antes y de manera más intensa con los grupos de mestizos.

La asistencia a instituciones de educación básica no era la única vía de contacto, también había varios eventos de corte cultural religioso donde se encontraban los O´odham y los miembros del pueblo. Había fiestas propias del pueblo de Sonoyta, como la de san Isidro el 15 de mayo y la de las flores el 5 de mayo, a las que asistían los miembros del grupo étnico, no obstante que eran organizadas por mestizos. De hecho, a ceremonias típicamente O´odham como la danza del venado buro y la fiesta de san Francisco -ambas realizadas en la vieja y desaparecida capilla de san Francisco- asistían también los miembros del pueblo de Sonoyta.

Aparte estaba la actividad mercantil de venta e intercambio de productos, que era uno de los puentes de comunicación más estables entre la comunidad O´odham de Sonoyta y el pueblo de Sonoyta. No obstante, esto no implicó que el cariz de las relaciones fuera armónico y equitativo. Más bien, y a semejanza de lo ocurrido en otras latitudes del territorio tradicional, estaba marcado por la discriminación y la desigualdad.

En Sonoyta los mestizos eran una presencia mucho más constante para los O´odham, además la línea de demarcación y distancia entre los miembros del grupo étnico y los habitantes del pueblo era bastante más ambigua. Esto se debía a que a diferencia de las Calenturas donde la mayoría de los ancestros eran O´odham, en Sonoyta había una situación mucho más atenuada respecto al papel de la genealogía del grupo étnico, así como de los vínculos con el pasado y los ancestros. Si bien es cierto que los miembros de la generación de doña Lily y doña Herlinda tenían un claro vínculo con los viejos O´odham, también era cierto que ellos tenían un fuerte componente mestizo.

De hecho, la mayoría de los padres de las generaciones nacidos entre las décadas de 1930 y 1940 en la comunidad de Sonoyta, eran matrimonios cruzados, uniones entre un miembro del grupo étnico y una persona ajena al grupo, sobre todo mestiza. Así, muchos de los descendientes O´odham también tenían antepasados mestizos y estos últimos no representaban “otro” extraño por completo, al contrario también se tenían cierta familiaridad con esa rama de la ascendencia. El “otro” no era tan “otro” ni absolutamente ajeno, era un pariente cercano o remoto, sin embargo esto no impedía ni matizaba el que se dieran relaciones de poder desiguales, donde generalmente a los O´odham era a quienes se les estigmatizaba.

El caso de la lengua es ilustrativo al respecto. Ya desde la generación de doña Lily en adelante, el O´odham no fue más la lengua de las nuevas generaciones, sino que su uso se restringía a los padres y abuelos y a la comunicación entre estas generaciones mayores. Los jóvenes hicieron del español su lengua principal y el vehículo para nombrar el mundo. Esta situación no se remita sólo a esta práctica sociocultural, sino que abarcaba múltiples ordenes. En la comunidad de Sonoyta el modo de vida se acercaba más a la vida de los mestizos en el pueblo de Sonoyta: la comunidad tenían más bien un economía orientada a la venta, no se presentaban los patrones de movilidad característicos de los viejos O´odham, había menor recolección de plantas y frutas del desierto; en una situación similar estaba la cacería y el trabajo comunitario era menos intenso, ya no había casi matrimonios al interior del grupo étnico. Los grupos de mestizos no sólo estaban más cercanos geográficamente, sino también eran los compradores de la producción agrícola, eran compañeros de escuela, parientes remotos y cercanos –por lo menos uno de los padres no era miembro del grupo étnico-; en fin, eran sujetos sociales diferentes pero con los cuales se tenían una relación cercana y frecuente. El “otro” poco a poco fue afectando el vinculo de los descendientes de los O´odham con sus antepasados, los viejos miembros del grupo étnico. Los pocos descendientes que tenían una genealogía O´odham más contundente y de mayor peso,261 fueron aquellos (como los Laborin, los Orosco, entre otros) que se fueron a trabajar temporalmente a EU y posteriormente fijaron su residencia en el suroeste de Arizona, en las áreas del grupo étnico como las reservaciones de Sells, en el suroeste y san Lucy, al noroeste del territorio tradicional O´odham.

Como puede observarse, entre la generación de doña Lily y sus abuelos ya se gestaba una brecha, que no sólo residía en el ejercicio de la lengua O´odham, sino también en otra serie de prácticas que eran transmitidas a través de esta lengua (historia social, los cantos de las ceremonias, las largas genealogías O´odham); la lengua no tenía una importancia intrínseca por sí misma, sino por el hecho de que era unos de los principales vehículos mediante los cuales se legaba la tradición a las generaciones venideras.

Así, al no hablar la lengua O´odham, la generación de doña Lily se quedaba de facto parcialmente fuera o en una posición de participación marginal de buena parte de las prácticas culturales que caracterizaban la vida de sus antepasados en el desierto. Por otro lado, también la relación de significativa distancia con los mestizos fue disminuyendo, no por el mero deseo de comunicación y comprensión, sino porque cada vez más había prácticas, códigos y valores que se compartían parcialmente y que nuevamente no pueden reducirse al uso del español como lengua, sino también a los contenidos culturales que se transmitían y a la experiencia de habitar los espacios sociales regidos por el modo de vida mestizo (la escuela, las tiendas, etc.).

Aquí es importante mencionar que si bien las personas de Sonoyta y las Calenturas, en específico la generación de doña Lily y doña Alicia (nacidos en las décadas 1930-1940), se adscribían como O´odham, también recalcan que ya no eran como los viejos O´odham (los pápagos crudos), como sus abuelos y padres. Muchos de ellos ya no conservaban importantes prácticas socioculturales propias de la tradición de sus antepasados –como la lengua-, de ahí que señalen que eran miembros del grupo pero de una manera distinta a la de sus ancestros; por ello y en el afán de dar cuenta del cambio y la continuidad, recalcan que son descendiente de los viejos. Así, en función de la historia de vida, de los referentes que tenía y de la relación tanto con su grupo de procedencia como con otros grupos sociales próximos, había diversas maneras de ser O´odham; en este caso nos avocamos a la forma propia de la generación de doña Alicia y doña Lily. No obstante esto no significó que la discriminación y la desigualdad hayan desaparecido o incluso disminuido. Los O´odham de Sonoyta vivieron, en una situación de desventaja, un fuerte proceso de inserción en un modo de vida urbano capitalista caracterizado por el trabajo asalariado y por la primacía del individuo sobre los valores comunitarios.



3.9 CONCLUSIONES.

Tras la descripción de la vida en estas dos comunidades en la primera mitad del siglo XX es posible destacar que, así como hay varias características fundamentales que comparten, también hay diferencias socioculturales importantes que le dan a cada caso un cariz específico. El territorio O´odham, así como los diversos poblados que lo componían, no eran homogéneos. Respeto a las características en común entre los O´odham de las Calenturas y Sonoyta encontramos las siguientes: 1) Ambas tenías actividades culturales, que fungían como uno de los principales referentes simbólicos que articulaban su adscripción étnica. Destacan principalmente el caso de las ceremonias, tanto las vinculadas a la tradición prehispánica (la danza del Buro), como a las derivadas de la herencia católica española (la fiesta de san Francisco). Aparte de ser eventos regionales donde se encontraban con O´odham de otras localidades de Sonora y Arizona y reforzaban los lazos sociales a escala inter-comunitaria, en estas festividades también se demostraba la capacidad de organización y acción comunitaria de las Calenturas-Pozo Prieto y Sonoyta.

2) Otro punto en común es que ambos asentamientos basaban su modo de vida en una estrecha relación con el desierto y recogían la herencia de sus antepasados respecto a los saberes acerca de su entorno natural. En ambos localidades la agricultura jugaba un papel preponderante, más en Sonoyta por estar a pie de río. Cabe resaltar que el cultivo de la tierra era una de las principales actividades mediante las cuales los O´odham se relacionaban y hacían uso del territorio, aunque no era la única; también estaban las ceremonias, las visitas familiares, los intercambios de diversa índole.

3) Aunado al modo de vida, estaba el trabajo comunitario que giraba en torno a la labor agrícola y los sistemas de irrigación mecánicos. Tanto en Sonoyta como en las Calenturas, los hombres elaboraban y mantenían canales de riego y diques de agua para abastecer los campos de cultivo; esto también era legado de los antepasados. 4) En este orden de cosas, como se vio, el papel de los antepasados remotos y directos jugaba un papel clave en estas comunidades, no sólo porque les transmitían una serie de conocimientos y prácticas que les permitían subsistir y hacer del desierto su hogar, sino porque además eran las largas genealogías familiares y sociales de las que estos O´odham eran resultado. Como reiteradamente se mencionó, se era O´odham porque los padres y los abuelos lo había sido y habían habitado el desierto desde hacía siglos.

5) Además, estas comunidades conservaban la forma de organización a través de la autoridad tradicional, “el gobernador”, que en las Calenturas fue Iziquio Tiznado y en Sonoyta fue José León Parra. Parte de estas estructuras de deliberación comunitaria eran también los hombres mayores, quienes, junto con el gobernador, tomaban las decisiones de orden comunitario y eran quienes veían por la organización y realización de las ceremonias.

6) También hay que resaltar que ambas comunidades compartían relaciones de poder desiguales con los grupos sociales circundantes (los rancheros y los mestizos de las localidades cercanas), lo que se manifestó a través de la discriminación y exclusión que padecían los O´odham. Pero como se verá, el caso de Sonoyta era más acentuado.

7) Para concluir la parte de las semejanzas, conviene resaltar que, dentro de los procesos de adscripción con un claro contenido local, los O´odham de estas comunidades compartían un fuerte núcleo de significados en común y que ser O´odham en ese tiempo se articulaba en torno a los ejes de: a) la relación con la tierra y el territorio, b) de ser parte y vivir en la comunidad de origen, c) así como tener presente y reafirmar la filiación a una genealogía parental, d) lo que, por último, desemboca en ser consciente y participe a nivel local y regional de la historia social y sagrada del grupo.

Ahora bien, las diferencias entre Sonoyta y las Calenturas (entre 1930 y 1940) no eran nimias y daban a cada caso un cierto perfil específico. 1) El ejercicio de la lengua, por el peso que antes y hasta la fecha tiene, es uno de los ejes de diferenciación social interna. Mientras en las Calenturas el O´odham fue la lengua con la que se nombraba el mundo y se socializaba sin importar la edad pues prácticamente todos hablaban la lengua tradicional, en Sonoyta, el ejercicio de esta práctica cultural estaba limitado a los abuelos y algunos de los padres, siendo el español la lengua de los jóvenes, los niños y buen parte de los padres.

2) Otro de los rasgos distintivos fueron las prácticas de movilidad. Sonoyta, por estar a pie de río y tener una fuente de agua casi permanente, era una comunidad que dependía casi exclusivamente de la agricultura, por ello no se desplazaban en el verano y el invierno. En cambio, los O´odham de las Calenturas, a pesar del peso importante que tenía el cultivo de la tierra, recurrían a movimientos cíclicos al Pozo Prieto para obtener agua y otros recursos, ya fuera mediante la recolección de pitaya, duraznilla y flor de sahuaro o la cacería.

3) Lo anterior también tiene que ver con el hecho de que, si bien ambas comunidades tenían intercambios de productos, la economía de Sonoyta tenía un tinte mucho más mercantil y estaba más orientada a la venta de productos. Sin por esto olvidar que el grueso de los alimentos que consumían ambas comunidades eran auto-producidos. La Calenturas era más una economía mixta de auto-consumo y venta.

4) Por otro lado, los matrimonios endogámicos, que eran una práctica ancestral a través de la cual se reproducía el grupo, tenían un peso distinto en las Calenturas y Sonoyta. En las Calenturas, salvo alguna excepción como los López Juárez, la mayoría de las familias eran encabezados por uniones donde ambos padres eran O´odham. En cambio, en Sonoyta la gran mayoría de los matrimonios eran mixtos (O´odham y mestizo), de hecho, de las personas con las que se trabajó originarias de esa comunidad, ninguna mencionó que sus dos padres fueran del grupo étnico, sólo uno de ellos era O´odham.

5) Esto tiene que ver con otro punto clave, la relación cotidiana y extraordinaria con los grupos sociales no indígenas. Mientras las Calenturas era una comunidad parcialmente aislada (en la región donde estaban eran prácticamente los únicos habitantes), la comunidad de Sonoyta estaba a unos kilómetros del pueblo de Sonoyta y había un contacto mucho más cercano, frecuente e intenso con los mestizos y rancheros. Además, Sonoyta, por su ubicación geográfica (ser una localidad fronteriza), era un punto de encuentro y paso para aquellos que de México iban a EU y viceversa. El pueblo de Sonoyta era un centro regional para el intercambio de diversos productos. En cambio, las Calenturas no se encontraban en un punto geográfico de importancia regional en el que confluyeran diversos actores o procesos sociales. Sus vínculos con los mestizos se limitaban casi exclusivamente a las visitas a Caborca y alguna que otra festividad, los encuentros eran selectivos y no muy frecuentes.

 

NOTAS

131 Los dos siguientes mapas son de las páginas 136 y 134 del texto Dry Borders de Felger and Broyles.

132 Respecto a esta rama del grupo O´odham Broyles y Felger abundan: The Hia C´ed O´odham had the fewest members but lived in the largest territory with the sparsest resources and driest land, althoug some resources were rich and concentrated (Felger and Broyles, 2007, p. 133).

133 Al respecto estos autores comentan: The Akimel O´odham (River Pimas) lived and still live along the middle Gila River near Maricopa, Arizona. [ ] They were closely allied with the Tohono O´odham in culture, trade, and language (Broyles B., Rankin A. and Felger R. S, 2007, p. 133).

134 Tanto el mapa de la página anterior, como el siguiente fue tomado del texto Dry Borders de Felger y Broyles, de las páginas 134 y 136, respectivamente.

135 Este mapa se encontraba en la carpeta sobre historia y costumbres del grupo O´odham en el archivo de la CDI Caborca; el archivo no estaba bien ordenado ni cronológica, ni temáticamente, di con el mapa un poco por azar. Era una fotocopia a color y no precisaba la fuente de donde se extrajo el mapa, pero seguramente es de algún texto sobre historia de Sonora.

136 (Informe sobre la situación de los miembros de la Tribu Pápaga en los Municipios de Puerto Peñasco, Caborca, Altar y Saric, del Estado de Sonora. Hermosillo, RAN-SRA, 1973). En este informe puede encontrarse un descripción más o menos detallada sobre la condiciones climáticas del desierto de Altar en la década de 1970, en especial del área O´odham

137 (Informe sobre la situación de los miembros de la Tribu Pápaga en los Municipios de Puerto Peñasco, Caborca, Altar y Saric, del Estado de Sonora. Hermosillo, RAN-SRA, 1973). Los asentamientos de las Calenturas y el Pozo Prieto están en el área oeste del municipio de Caborca, en las proximidades con la zona costera.

138 (Norberto Muñoz, entrevista personal, 03/04/2008). Don Norberto menciona que la montada llego a principios del siglo XX. Al igual que varias personas de Sonoyta, menciona que a principios de siglo la gente podía pasar la frontera sin dificultad (esto se verá en detalle en capítulo 4).

139 (Alicia Choihua, entrevista personal, 15/09/2007).

140 (Carpeta Básica del PROCEDE, comunidad del Pozo Prieto y su anexo las Calenturas, municipio Caborca, Sonora) En este documento se puede revisar en detalle la historia agraria reciente del Pozo Prieto, así como sus comuneros.

141 (Carpeta Básica del PROCEDE, comunidad del Pozo Prieto y su anexo las Calenturas, municipio Caborca, Sonora)

142 (Matriz de Indicadores de la Región O´odham. INI Delegación Sonora, 1996). En 1996, el INI realizó una serie de talleres con varias de las comunidades O´odham, entre otras cosas recogían parte de su historia y tradiciones, dentro de esto se preguntaba el origen del nombre del asentamiento. Las Calenturas y el Pozo Prieto fueron una de las comunidades que recibieron estos talleres.

143 (Matriz de Indicadores de la Región O´odham. INI Delegación Sonora, 1996).

144 (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007). Era una economía mixta entre actividades agrícolas, ganaderas, recolección de flora y caza de fauna; los hombres iban con cierta frecuencia a las minas de placeres de las Palomas y la Antimonia.

145 (Alicia Choihua, entrevista personal, 22/03/2007).

146 (Juanita López, entrevista personal, 12/04/2007).

147 (Alicia Choihua, entrevista personal 22/03/2007).

148 (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007)

149 (Matías Choihua, entrevista personal, 26/09/2007)

150 (Alicia Choihua, entrevista personal, 22/03/2007).

151 (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007).

152 (Matías Choihua, entrevista personal, 26/09/2007).

153 (Alicia Choihua, entrevista personal, 15/09/2007).

154 (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007).

155 (Alicia Choihua, entrevista personal, 22/03/2007).

156 (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007).

157 (Matías Choihua, entrevista personal, 26/09/2007).

158 (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007).

159 (Lic. Lorenzo Torres Gastelum, entrevista personal, 11/09/2009).

160 (Alicia Choihua, entrevista personal, 22/03/2007).

161 (Matías Choihua, entrevista personal, 26/09/2007).

162 (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007).

163 (Alicia Choihua, entrevista personal, 22/03/2007).

164 (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007).

165 (Matías Choihua, entrevista personal, 26/09/2007).

166 (Juanita López, entrevista personal, 31/03/2008).

167 (Juanita López, entrevista personal, 31/03/2008).

168 (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007).

169 (Juanita López, entrevista personal, 31/03/2008).

170 (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007).

171 (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007)

172 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008).

173 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008). Era una suerte de pequeño cuartito.

174 (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007).

175 “Entrevistador: ¿Todos [en las Calenturas] hablaban lengua [O´odham]?

Doña Alicia: Si, todos hablaban la lengua.

Entrevistador:¿Allá [en la comunidad] no se hablaba español?

Doña Alicia: No, no allá no se hablaba español, se entendía (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008).”

176 “No, el pozo lo hicieron ellos [los hombres], entre ellos mismos, no te digo que todo trabajo ellos se ayudaban ¿no? Por ejemplo, era un beneficio para todos, y ahí todos se ayudaban (Alicia Choihua, entrevista personal, 15/09/2007)

177 (Matías Choihua, entrevista personal, 26/09/2007).

178 (BOLETIN OFICIAL [DE LA FEDERACIÓN] TOMO XLVI, 1940).

179 (BOLETIN OFICIAL [DE LA FEDERACIÓN] TOMO XLVI, 1940).

180 (Matriz de Indicadores de la Región O´odham. INI. Delegación Sonora, Residencia Caborca, 1996).

181 (Herlinda Lizárraga Neblina, Sonoyta, entrevista personal, 03/04/2008).

182 . (Herlinda Lizárraga Neblina, entrevista personal, 03/04/2008).

183 (Herlinda Lizárraga Neblina, entrevista personal, 14/10/2007).

184 (Paulina Romo Robles, entrevista personal, 02/04/2008).

185 (Herlinda Lizárraga Neblina, entrevista personal, 14/10/2007).

186 (Paulina Romo Robles, entrevista personal, 02/04/2008).

187 (Armando Lizárraga Neblina, entrevista personal /09/2007).

188 (Herlinda Lizárraga Neblina, entrevista personal, 14/10/2007).

189 (Lilia León Romo, entrevista personal, 14/10/2007).

190 (Lily León Romo, entrevista personal, 14/10/2007).

191 (Paulina Romo Robles, Sonoyta, Sonora, 02/04/2008).

192 (Paulina Romo Robles, entrevista personal, 02/04/2008).

193 (Lilia León Romo, entrevista personal, 14/10/2007).

194 (Paulina Romo Robles, entrevista personal, 02/04/2008).

195 (Paulina Romo Robles, entrevista personal, 02/04/2008).

196 (Lily León Romo, entrevista personal, 27/09/2007).

197 (Herlinda Lizárraga Neblina, entrevista personal, 14/10/2007).

198 (Armando Lizárraga Neblina, entrevista personal, 02/04/2008).

199 (Lily León Romo, entrevista personal, 27/09/2007).

200 (Paulina Romo Robles, entrevista personal, 02/04/2008).

201 (Herlinda Lizárraga Neblina, entrevista personal, 14/10/2007).

202 (Herlinda Lizárraga Neblina, entrevista personal, 14/10/2007).

203 (Armando Lizárraga Neblina, entrevista personal, /09/2007).

204 (Josefina León, entrevista personal, 22/09/2007).

205 (Lily León, entrevista personal, Sonora, 27/09/2007).

206 Si bien el ciclo ceremonial de ambas comunidades tenías en común dos ejes fundamentales, la danza del venado Buro y la fiesta de san Francisco, también tenía sus diferencias. En Sonoyta, por ejemplo, se realizaban las fiestas de la santa Cruz, la de las Flores el día 5 y la san Isidro el día 15, todas realizadas en mayo y en las que estaban presentes los mexicanos, en cambio en las Calenturas se celebraba el día de muertos.

207 (Lilia León Romo, entrevista personal, 27/09/2007).

208 (Lily León Romo, entrevista personal, 27/09/2007).

209 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008).

210 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008).

211 (Lily León Romo, entrevista personal, 27/09/2007).

212 (Herlinda Lizárraga Neblina, entrevista personal, 03/04/2008).

213 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008).

214 (Juanita López Juárez, entrevista personal, 31/03/2008).

215 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008).

216 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008).

217 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008).

218 (Juanita López Juárez, entrevista personal, 31/03/2008).

219 (Paulina Romo Robles, Sonoyta, Sonora, 02/04/2008)

220 (Juanita López Juárez, entrevista personal, 31/03/2008).

221 (Lily León Romo, entrevista personal, 27/09/2007).

222 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008).

223 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008).

224 (Juanita López Juárez, entrevista personal, 31/03/2008).

225 (Juanita López Juárez, entrevista personal, 31/03/2008).

226 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008).

227 (Herlinda Lizárraga Neblina, entrevista personal, 14/10/2007).

228 (Herlinda Lizárraga Neblina, entrevista personal, 14/10/2007).

229 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008).

230 (Herlinda Lizárraga Neblina, entrevista personal, 14/10/2007).

231 (Juanita López Juárez, entrevista personal, 31/03/2008).

232 (Juanita López Juárez, entrevista personal, 31/03/2008).

233 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008).

234 (Juanita López Juárez, entrevista personal, 31/03/2008).

235 (Juanita López Juárez, entrevista personal, 31/03/2008).

236 (Josefina León, entrevistas personal, 22/09/2007).

237 (Josefina León, entrevista personal, 22/09/2007).

238 (Josefina León, entrevistas personal, 22/09/2007).

239 Para cerrar el ciclo ritual, la última de las prácticas culturales religiosas era la fiesta del día de muertos, el 1ro y 2do de noviembre. No obstante, parece que esta última festividad no tenía la importancia que caracterizaba a la ceremonia del venado buro y a la fiesta de san Francisco en Magdalena de Kino. Según recuerda doña Juanita esta ceremonia también se realizaba en las Calenturas.

240 (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007).La autoridad tradicional comenta, Garibay “tenía muchos hijos, son como 8 ó 10, allá estaba la familia, y los traía a la escuela [a Caborca], ya cuando los trajeron a la escuela ya me venía yo con ellos. Pues ya, yo creo tendría [yo] como unos 8 ó 9 años (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007).

241 Al respecto de este cambio de lugar de residencia según la época del año y la activada educativa doña Alicia señala: “no, todo el ciclo de la escuela yo vivía con ellos [los Garibay]. [ ].. el caso es que llegaban las vacaciones y nos íbamos y ya llegaba a la comunidad. (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007)”

242 Doña Alicia comenta que dejó la escuela cuando tenía entre 13 y 14 años, recuerda que fue una experiencia severa y de confrontación: “antes la maestras eran muy duras, ahora no, pero en aquel tiempo si, nos pegaban unos tablazos, unos reglazos y yo que la mentada letra, peor cuando decían van a decir las tablas, ¡ay no! era una cosa, me sentía mal, quisiera que mejor se abriera la tierra y me tragará (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007).”

243 Al respecto Juanita López abunda que “sus papas no pensaron que les fuera útil [ir a] la escuela, no los llevaron a la escuela (Juanita López, entrevista personal, 12/04/2007).”

244 Don Ángel y Servando León, parientes cercanos de doña Lily León y quienes vivían en el rancho santa Rita en las inmediaciones del asentamientos O´odham recuerdan que caminaban alrededor de tres kilómetros cada día para ir a la escuela.

245 Cuando doña Alicia era una niña pequeña su madre se fue por una larga temporada a trabajar a Arizona y fue su tía materna Cristina quien la crío. (Alicia Choihua, entrevista personal, 22/03/2007).

246 La autoridad tradicional al hablar sobre el tema comenta: “ya lo que pasó, que se enfermó ella, la Cristina, la tía, para eso ya aquí se vino a Caborca, aquí estuvo un buen tiempo, como un año, con una doctora que había, pero no, no le hizo nada, lo que le pasó a ella fue la reuma ciática, hasta que quedo así, engarrotada. Y es lo que yo, yo la aliviaba, la levantaba, la sentaba, la paraba, la bañaba, la comida, todo, ahí con ella (Alicia Choihua, entrevista personal, 05/09/2007).”

247 (Juanita López, entrevista personal, 12/04/2007).

248 (Alicia Choihua, entrevista personal, 22/03/2007).

249 Doña Juanita recuerda que “de septiembre a mayo vivían en Caborca, vivían de las Cosechas. Mi nana hacía nixtmal de maíz y de ahí tortillas, molían trigo y también hacían tortillas (Juanita López, entrevista personal, 12/04/2007).”

250 Recuérdese que el periodo que abarca esto es de mediados de la década de 1930 a mediados de 1940, que es justo el periodo en que los O´odham con los que se trabajó en las Calenturas y Sonoyta vivieron su infancia y adolescencia en esas localidades.

251 Además, en el caso de los O´odham de las Calenturas encontramos un patrón más diverso de actividades (ganadería, recolección de flora y caza) y más vinculado a las prácticas de sus antepasados O´odham. En cambio en el caso de Sonoyta su modo de vida se asemejaba un poco más al modo de vida “mexicano-mestizo.”

252 Por lo menos en lo que respecta a las familias de las personas entrevistadas. Tanto los hermanos Lizárraga Neblina, como doña Lily León, Paulina Romo y don Norberto Muñoz eran hijos de uniones mixtas, donde uno de los padres era O´odham o tenía ascendencia O´odham.

253 Recuérdese que a la ceremonia del Buro de Sonoyta asistían varias de las comunidades del Suroeste de Arizona, aquellas que estaba más próximas a la línea fronteriza.

254 La comunidad de san Francisco, por ejemplo, está mucho más cercana a Sonoyta que a las Calenturas.

255 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008) (Herlinda Lizárraga Neblina, entrevista personal, 10/04/2008). En este mismo sentido se encuentran cualquier actividad comunitaria y familiar que tanto para su planeación como para su realización suponían el ejercicio de valores comunitarios. Ejemplo de esto era la ceremonia de la danza del buro, en donde participaba todo la comunidad.

256 (Alicia Choihua, entrevista personal, 14/05/2008).

257 (Herlinda Lizárraga Neblina, entrevista personal, 10/04/2008)

258 (Alicia Choihua, entrevista personal, 15/05/2008).

259 Los asentamientos de la Calenturas y Sonoyta se asemejaban a la comunidad corporada de Wolf, en la medida que eran de autosubsistencia eran autonomas, pero en alguna medida también estaban integradas a través del uso de servicios al joven estado mexicano y las relaciones familiares. Un tema poco discutido en el contexto de la comunidad corporada es la idea de alteridad, que es una forma de integración socio espacial distinta a como se discute en la perspectiva de Wolf.

260 el grupo (el nosotros) podría convivir con categorías sociales como el negro, africano, o mandinga pero si el colectivo no interactúa, con ellos, difícilmente serán alteridad para el grupo de referencia.

261 Con ambos padres del grupo étnico.


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