1er Congreso Internacional "Pobres y Pobreza en la Sociedad Argentina"

Universidad Nacional de Quilmes - Argentina

Noviembre 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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Desocupación y vulnerabilidad. Un estudio de caso en el barrio parque Sur. Rosario

Nélida Perona Silvia Robin

Algunos autores afirman que las múltiples fuentes que originan las problemáticas de investigación pueden resumirse en dos: la teoría y la práctica social. Pareciera que hoy, desde lo teórico, se asiste a un relanzamiento de la temática de la exclusión y de la marginalidad, con el uso de nuevas categorías y conceptos para analizar problemas sociales recientes o manifestaciones novedosas de problemáticas de larga data.

En esa línea, el objetivo de este trabajo es presentar algunas consideraciones acerca de uno de los conceptos con que se hace referencia a situaciones y procesos de diferentes grupos, en este caso la noción de vulnerabilidad social. Revisar con qué aspectos se vincula, cuáles serían algunas de las dimensiones, explorar las posibilidades y limitaciones que el mismo ofrecería en diversos análisis y tratar de establecer algunos criterios para examinar las posibles situaciones de vulnerabilidad social. Para ello en primer lugar se harán algunas observaciones teórico- metodológicas acerca del concepto de vulnerabilidad y su vinculación con "las pobrezas"; luego, considerando la perspectiva del la teoría como un instrumento analítico, se utilizará el concepto tratando de establecer, en un estudio de caso, cuáles son las situaciones de vulnerabilidad.

En relación a estas áreas temáticas es casi una obviedad la importancia que tienen los aspectos referidos al trabajo, o a la falta del mismo, las condiciones de ocupación, por la característica de ser un recurso generador de recursos. La situación ocupacional brinda las bases materiales sobre las que se organiza la vida cotidiana de las personas. El lugar que los individuos ocupen en la estructura ocupacional incidirá en gran medida en los niveles de ingreso y por ende en las mayores o menores posibilidades de lograr otros bienes, de responder a necesidades de diversa índole. La exclusión se refiere no sólo a la dificultas para cubrir necesidades elementales sino que ello se extiende también a la probabilidad de acceder a otros bienes como capital cultural, reconocimiento social, poder y ejercicio pleno de los derechos incluido el de ciudadanía.

En nuestro país, los diversos indicadores relativos a esta temática revelan la persistencia de elevadas tasas de desempleo, el incremento de la intensidad de la desocupación y la existencia de un gran sector de ocupados con problemas de empleo, en condiciones precarias o en tareas que generan poco ingreso1 . Para el caso de Rosario, el nivel de la ocupación disminuyó notablemente en los dos últimos años y paralelamente se registraron altas tasas de desocupación, más elevadas incluso que la media nacional2 .

Es decir que a la problemática del desempleo ocupando un lugar destacado como fuente de innumerables consecuencias en diferentes planos, se añade todo lo vinculado a la precarización de las condiciones de empleo. Esto implica también la pérdida de las condiciones más o menos garantizadas por una condición laboral determinada, es decir que también está sobre el tapete la desestabilización de los estables.

Como resultado se observa una sociedad que se reestructura en un país que se empobrece en sectores amplios de la población. El empobrecimiento afecta a otros sectores de la población, no sólo los que sufren carencias en la infraestructura de servicios sanitarios y de vivienda; pobres estructurales y nuevos pobres, pauperizados, comparten hoy muchas carencias pero no su historia. Por ello "las pobrezas, para referir a un universo de magnitud diversa y cuya heterogeneidad creciente, incrementada por la complejidad de los sectores medios que aquí se incorporan.

Con ello estamos vinculando, en un lugar destacado otro tema: el de las situaciones de pobreza. La pobreza aparece como un estado, una situación, y como ausencia de..., entendida como carencia, independientemente del criterio de definición y medición que se utilice (NBI o LP). Estas carencias refieren a dificultades más estructurales o más coyunturales, según sea la índole de los indicadores que se utilizan y por ende, el método por el cual se mide y clasifica el fenómeno. De este modo se es pobre cuando no se logra satisfacer algunos de los requerimientos que han sido definidos como "necesidades básicas", pero también se es pobre cuando, aun cubriéndolas, los ingresos se ubican por debajo de una imaginaria línea de pobreza.

En el primer caso se hace referencia a situaciones de larga data, caracterizadas como de "pobreza estructural". En el segundo se incluyen los pauperizados o "pobres por ingreso". Esa distinción apunta a características que en buena parte se cruzan y que en todo caso, muestran que los pobres estructurales, independientemente de su ingreso en el momento de la medición, son aquéllos que históricamente han tenido dificultades para alcanzar niveles mínimos de "acumulación familiar".

Estas ausencias, carencias, pueden considerarse como efectos de una diversidad de situaciones previas, son compartidas en el punto de llegada por quienes están afectados por ellas. Pero no se participa de la misma historia y por tanto serán diversas las modalidades de enfrentarse a la condición que los une. En suma, cualquiera sea la forma de pobreza, refiere a carencia, a la imposibilidad de lograr condiciones de vida aptas para el ejercicio pleno de los derechos que le competen como ser humano. Carencia se refiere también a dificultades para acceder a herramientas y recursos que le permitan superar la situación de "pobreza". Estas carencias no sólo comprometen el presente, con el debilitamiento de la trama social sino que involucran a las generaciones futuras, en la perspectiva de la transferencia intergeneracional de la pobreza. Es casi un "círculo perverso", un destino de pobreza donde se reproduce las condiciones de marginalidad.

Los pobres no participan en la vida económica y social, excluídos del mercado, su presencia política o su influencia social se mantienen en el plano formal antes que en el real.

Los distintos tipos de privación son los que remiten a la noción de vulnerabilidad con la cual se alude a situaciones de riesgo, de debilidad, de precariedad en su inserción laboral, de fragilidad en los vínculos relacionales; situaciones éstas en las que se encuentran, en mayor o menor medida, todos aquéllos grupos definidos como "pobres", y añadiría, no sólo ellos. Se enfrentan a riesgo de deterioro, pérdida o imposibilidad de acceso a condiciones habitacionales, sanitarias, educativas, laborales, previsionales, de participación, de acceso a la información y a las oportunidades.

Uno de los problemas del concepto puede ser la imprecisión o más bien la polisemia, ya que se alude con el mismo a fenómenos diversos y situaciones disímiles que al mismo tiempo comparten el estar "en proceso de" o en riesgo de salir de una condición actual. Ese problema puede ser al mismo tiempo una virtud ya que permitiría trabajar con las diferencias. Castel(1991) considera las situaciones de carencia en función de relacionar dos ejes: Un eje de integración-no integración en relación al trabajo, es decir la relación con los medios por los cuales un individuo logra o no reproducir su existencia en el plano económico; otro vinculado a la inserción, o no, en una sociabilidad socio familiar, es decir la inscripción o la ruptura con respecto al sistema relacional en el seno del cual reproduce su existencia en el plano afectivo y social. Esta intersección generaría tres zonas: de integrados- estables, de vulnerabilidad, de exclusión donde se encuentran los más desfavorecidos3 . Esto parece sugerente para pensar las posibilidades de la "vulnerabilidad" en el sentido antes expresado, de las diferencias. Develar las heterogeneidades de esa zona de turbulencias para implementar las diferentes acciones posibles.En ese sentido el concepto de vulnerabilidad ayudaría a identificar a grupos sociales, hogares e individuos, que por su menor disponibilidad de activos materiales y no materiales, quedan expuestos a sufrir alteraciones bruscas y significativas en sus niveles de vida ante cambios en las condiciones laborales de sus miembros activos. Pero también para estudiar diferentes aspectos de las condiciones de vida, en su sentido más general, no sólo en lo que se refiere a infraestructura y a los aspectos materiales, sino también aquéllos que se vinculan a lo simbólico cultural, al modo en que los grupos y los individuos, elaboran demandas, articulan expectativas y procesan experiencias.

Las diferentes situaciones de precariedad se definirán por la interrelación de las distintas dimensiones considerando el peso diferencial que se le otorgue a cada una. Con estos condicionamientos del "contexto" se deben interrelacionar las características propias de los individuos -y de los grupos familiares-: sus atributos, sus capacidades, las normas y valores, los sistemas simbólicos, las diferencias de género, entre otras.

La propuesta de trabajar la vulnerabilidad social de modo que permita analizar las diferencias, las heterogeneidades, el mayor o menor nivel o grado de fragilidad y de riesgo, incluye considerarla en diferentes ámbitos o dimensiones:1)En relación al hábitat, a las condiciones habitacionales; 2)Vinculada a las características educacionales, ya que no sólo advierte sobre las capacidades operativas de la población sino también de los posibles niveles en la adquisición de, y en la exposición a, redes de socialización; 3) En relación al ámbito laboral, ya que el trabajo como recurso generador de recursos, no sólo posibilita el sustento material a la existencia. 4) Con aspectos relativos a lo previsional ya que muchas de las garantías asociadas a la condición salarial están en retroceso; 5) En el ámbito relacional, que contemple las posibles inserciones de redes de relaciones, en sistemas de sociabilidad, de contención que hacen a la integración en diferentes lazos sociales. En el esquema que sigue se indican algunos temas como posibles referencias para cada dimensión.

Estas dimensiones, posibilitan trabajar con, y remiten a, diferentes referentes y unidades de análisis de diverso nivel de agregación e inclusividad, y harían factible avanzar en el estudio de las situaciones de vulnerabilidad.

Con estas consideraciones se propone el análisis de un caso, tratando de establecer los niveles de vulnerabilidad.

En primer lugar se realiza la descripción de las características del barrio y de su población a través de indicadores relativos a hábitat, aspectos educativos, del ámbito laboral y de características sociodemográficas de los hogares. Luego se proponen algunos criterios con los cuales se podrían determinar hogares más frágiles o en mayor situación de riesgo.

EL CONTEXTO BARRIAL

El área de influencia de la vecinal Parque Sur, sobre la que se realizó el estudio4 , corresponde a la zona Sudoeste del Municipio donde diversas ordenanzas municipales facilitaron la radicación de Industrias. En la actualidad, y a pesar del momento recesivo que afecta la economía de la región, esa característica sigue predominando en el paisaje barrial.

Respecto de las características de hábitat, el barrio se presenta como un conjunto heterogéneo cuyos rasgos edilicios predominantes son casas de una sola planta, con calles asfaltadas pero con la existencia de zanjas y alcantarillas lo que muestra la ausencia de desagües cloacales. La inserción de la zona en la trama urbana del municipio esta facilitada por una buena dotación de transporte que llegan a la misma a través de vías de acceso rápido(como son tanto Av Ov.Lagos como Bv Oroño).

Dadas estas características no es extraño que el tipo de vivienda predominante, casi con exclusividad, es el reconocido bajo el rubro "casa" (97%), del resto casi un 2% se encuentra caracterizado como "departamento" registrándose un solo caso evaluado como "casilla" y otro como vivienda en lugar de trabajo.

Con respecto al tamaño de las viviendas, considerando el número de habitaciones, además de cocina y baño, se observa que la mitad de los hogares desenvuelven sus actividades en viviendas de 2 cuartos.

Características sociodemográficas y ocupacionales de la población El total de población se distribuye según las características habituales de los centros urbanos, es decir con una relativa superioridad de la población femenina5 .

Se trata además de una población "joven" ya que la mitad registra edades inferiores a los 33 años6 . En cuanto a las características educacionales, no se detectaron casos de deserción escolar en el nivel primario, para la población menor de 14 años. Los rasgos vinculados al nivel educativo7 evidencian un elevado nivel de educación formal en la población mayor de 14 años: más del 80% alcanzó el rango de medio o alto de instrucción.Del total de la población censada en el Barrio Parque Sur, la Población Económicamente Activa (PEA)8 representa el 45%. A esa tasa de actividad es necesario relacionarla con la correspondiente tasa de desempleo; en ese momento se registró en el barrio el 23.4%. La tasa de empleo (relación entre ocupados y población total) es del 34.5%9 .

Las tasas específicas de actividad evidencian la participación diferencial según el sexo: la masculina es del 57.2% y la femenina del 34%. Las tasas de desempleo abierto para estos dos grupos de población son 15 y 36.3% respectivamente. Ello indicaría que una importante proporción de las mujeres que participan en el mercado de trabajo, lo hace buscando activamente una ocupación. Esa participación diferencial según sexo se observa tanto en la condición de actividad como en la composición de la PEA. El 57.6% de la población masculina se registra como activa; la proporción de población femenina de igual condición es del 34.1%.

De acuerdo a los datos obtenidos se advierte que la mayor parte de la población ocupada se desempeña como asalariada, una porción equivalente a un tercio lo hace como trabajador independiente y sólo una minoría se autodefine como empleador. Más de la mitad, además se agrupa como trabajadores calificados. En términos relativos llama la atención la mayor participación femenina dentro de la categoría de trabajadores en relación de dependencia. Los ocupados, en cualquiera de las categorías, desarrollan sus tareas en establecimientos que corresponden predominantemente al rango de pequeños y medianos10 .En cuanto a las ramas de actividad11 , la de los servicios tradicionales es la más representativa, ya que reúne cerca de la tercera parte de la fuerza de trabajo de la población ocupada. Dentro de la población ocupada, una cuarta parte del total que buscan otra ocupación. En ese grupo, la mitad son jefes y el motivo fundamental de dicha búsqueda se asocia a la necesidad de obtener una mayor retribución por el trabajo que desempeña12 . Esto se vincula a condiciones de trabajo que inciden en mayor o menor vulnerabilidad.Con respecto a otras características de la población ocupada que se relaciona también con ese aspecto, el 30% de la misma reviste un carácter de precariedad, calificando su trabajo como de temporario o "changa" (se registraron sólo seis casos de programas de empleos desarrollados desde la órbita oficial). Con referencia a los ingresos, una tercera parte de los ocupados los definen como únicos en el grupo familiar. Tan sólo una mínima proporción (8%) de la población dice que utiliza su salario únicamente para solventar sus gastos personales. Respecto a otros beneficios asociados al trabajo se observa que una porción equivalente al 60% de la población ocupada tiene cobertura previsional.

Subutilización de la fuerza de trabajo Las consideraciones sobre participación laboral de la población deben asociarse con indicadores de desempleo y subempleo ya que las tasas de actividad y la PEA incluyen también a aquellas personas que están en el mercado laboral buscando un empleo -desocupados- y a quienes están trabajando menor cantidad de horas de las que desearían - subempleo visible-.

La tasa de desempleo registrada en el barrio, como ya se ha indicado, es del 23.4, diferenciándose por sexo: para los hombres es del 15.0 y para las mujeres del 36.3. Al considerar la desocupación según las edades, esta afecta en mayor medida a los jóvenes, esto es, al conjunto de población activa que tienen entre 15 y 24 años. Las tasa de desempleo en ese grupo son: para el segmento que tiene entre 15 y 19 años, del 51% y para quienes tienen entre 20 y 24 del 30%.

Cuando se examina este indicador tomando en cuenta la posición que las personas ocupan en el hogar, se destaca que la tasa más elevada corresponde a quienes no detentan la mayor responsabilidad económica del hogar, es decir quienes están incluídos en la categoría de "no jefes" (34.1%). Hay que remarcar que si se diferencia la posición en el hogar según género, es entre las mujeres, sean jefas de hogar o no, donde se dan tasas de desempleo más elevadas.

El grupo de quienes se encuentran buscando activamente una ocupación, está compuesto de la siguiente manera: 1) Una quinta parte está integrada por los jefes de hogar (22.8%); más de la mitad (56.2%) pertenece a los grupos de más de 30 años y son mujeres en mayor proporción (61.4%).

2) Según la responsabilidad en el hogar, entre los hombres, los jefes representan el 40.9% mientras que en las mujeres que buscan una ocupación, las agrupadas en la categoría cónyuge suman el 42.9%.

3) En cuanto a los segmentos etáreos predominantes, son hombres jóvenes, que tienen entre 15 y 24 años, y mujeres de 30 a 65 años. Los varones que integran la categoría "15 a 19 años" representan el 38.6% de la población masculina que está desempleada y la quinta parte de la población total que busca una ocupación. El grupo de mujeres con 30 a 65 años agrupa al 62.9% de la población femenina desocupada y el 38.6% de la población total en esa condición; gran parte de ellas son las que pertenecen a la categoría "cónyuges"; ello sumado al hecho que un importante porcentaje (41%) de las nuevas trabajadoras están en este grupo etáreo, indicaría la necesidad de buscar más ingresos para los hogares.

4) Es casi insignificante la presencia de personas mayores de 65 años que está buscando algún trabajo. Entre las razones que se argumentan para tratar de encontrar ocupación, predomina es "para cubrir el presupuesto"; éste ítem representa casi la mitad del total de casos. Se destaca también que más del 20% de los desocupados dijeron buscar trabajo para complementar el ingreso familiar y una proporción semejante correspondería a quienes quieren una ocupación para solventar los gastos personales, asociado posiblemente a los más jóvenes. Hay que resaltar que el porcentaje de la población desocupada femenina que dice necesitar un trabajo para hacer frente al presupuesto del hogar, correspondería más a la percepción que se tiene acerca de la necesidad del ingreso que a la asociación directa con la jefatura del hogar.

En cuanto a la intensidad de la desocupación, se destaca el largo tiempo de permanencia en el mercado como desempleados: la mayor proporción se registra entre quienes hace más de un año que están tratando de conseguir trabajo.

En relación a si cuentan con alguna experiencia laboral anterior, se observa que entre los hombres, quienes están en la búsqueda del primer trabajo son todos menores de 25 años; el grupo que reúne a la mayoría de ellos es el que registra entre 15 y 19 años. En cambio, en el grupo de desocupadas, si bien ese segmento es el que tiene mayor peso, aparecen también en proporciones importantes, buscando trabajo y sin experiencia anterior, en el resto de los segmentos etáreos, hasta los 65 años. Hay que resaltar además la existencia de casi un tercio del total de desempleados, con experiencias de trabajos anteriores y que tienen entre 40 y 65 años. Ello estaría indicando las dificultades a las que se enfrenta la población mayor de 40 años y que debe salir a buscar una ocupación para sostener o ayudar en el presupuesto del hogar.

Entre los desocupados que tienen experiencia anterior algo más de la tercera parte (34.2%) la desarrolló en actividades industriales, particularmente en la rama textil y en la metalmecánica. En cuanto a qué categoría registraban, una proporción importante explicita la de trabajadores por cuenta propia, con local instalado; estos representan el 36.8% de la población desempleada. Los que registran historia de asalariados o de patrones, está vinculada a establecimientos que se agrupan en los extremos de los rangos de tamaño: pequeños y grandes firmas (entre de 2 a 5 empleados y con más de 100 trabajadores, respectivamente).

Las características de rama, categoría ocupacional y tipo de establecimiento para los desocupados que poseen experiencia previa, sugiere que, muchos de los que han declarado no tener trabajo y estar buscando activamente alguna actividad, serían propietarios de pequeños locales, con equipamiento, y que en algún momento tuvieron trabajadores a su cargo, que han debido cerrar sus puertas o bien restringir tanto las tareas que se definen como "sin trabajo" y "en la búsqueda".

En cuanto a los motivos por los cuales quedaron sin trabajo, en el 30% de los casos respondieron que la causa fue el "despido". Se destacan después, en proporciones parecidas (de algo más del 17%), quienes atribuyeron su situación a la "falta de trabajo", la "finalización del trabajo temporario" y "motivos personales". Menos del 10% dijeron haberse acogido al retiro voluntario y sólo el 6% por jubilación. En este último caso por tanto se trata de personas que reciben algún tipo de ingreso pero que igualmente están buscando algún otro aporte para el hogar.

El llamado subempleo visible conformado por aquellas personas que trabajan menos de 35 horas semanales y quieren trabajar más representan el 15.5% de la población ocupada.

Cerca de las dos terceras partes de esta población pertenece al sexo femenino, y el 40% de los subempleados son jefes de hogar. Si se consideran los grupos de edad una proporción cercana a la mitad de los subocupados pertenece al rango de 40 a 65 años. Con respecto a las ramas, servicios tradicionales y servicio doméstico reúnen entre ambas los dos tercios del subempleo visible.

Algunas características sociodemograficas de los hogares Las características sociodemográficas que se utilizan para describir las unidades de pertenencia son las siguientes: 1) Tamaño de los grupos, según el número de miembros que la componen.

a) hogares pequeños (1 a 3 miembros), b) hogares medianos (2 a 5 miembros) c) hogares grandes (6 o más miembros)).

Este indicador no sólo describe el número de miembros que componen a la unidades sino que también permite cierta aproximación a los requerimientos y necesidades y a la posible evaluación de la disponibilidad en el uso de la mano de obra.

2) Tipo de unidad, definido por las relaciones de parentesco entre los residentes. Se establecieron los siguientes: a) unipersonales, cuando hay un solo residente (hombre o mujer).

b) nucleares, donde la base es el núcleo conyugal. En este aspecto se distinguieron dos formas de unidades nucleares: b') conformado por una pareja sin hijos.

b'') integrado por una pareja con hijos.

c) monoparentales, donde se destaca la ausencia de uno de los cónyuges pero corresiden los hijos(as); se denominan también de núcleo incompleto.

d) extensos o ampliados, donde conviven, además del núcleo conyugal, los hijos solteros o casados y otros miembros con relaciones de parentesco diversas.

e) pluripersonales, integrada por un jefe con ausencia de cónyuge e hijos, pero conviviendo otros miembros, parientes o no13 . Son, por otra parte, las que a veces se conceptúan como grupos domésticos, pudiendo integrar relaciones de parentesco, sin que sean estrictamente familias en el sentido antes señalado.

En relación a estos indicadores, en particular a la composición de los hogares según las relaciones entre los miembros que la componen, se destaca la importancia que tienen en la población estudiada, los hogares nucleares, ya sean aquéllos donde conviven una pareja con uno o más hijos (48.5%), ya sean hogares donde sólo convive una pareja (15.1%). Salvo en un caso, son de jefatura masculina. Algo más de una décima parte de los hogares corresponde a los que se consideran ampliados o extensos. Las unidades monoparentales representan sólo el 8.5% y en su mayoría (23 hogares de los 26) cuentan como jefe reconocido por los miembros a una mujer. Los hogares pluripersonales son los menos significativos en este caso (3%) y según su tamaño, son pequeños. En los hogares unipersonales (el 11.1%) se destaca la importancia de los jefes mujeres.

Al considerar el tamaño de los hogares, casi el 90% se registra como pequeño o mediano, es decir que corresiden a través de los diversos arreglos familiares, hasta 5 miembros. Dentro de la categoría "pequeño" se destacan los hogares unipersonales y los nucleares sin hijos, es decir personas que viven solas, en gran parte mujeres, y parejas sin hijos, posiblemente de ciclo inicial y/o tardío. En los hogares nucleares con hijos, el tamaño que predomina es el "mediano", es decir aquéllos que tienen cuatro o cinco miembros y por lo tanto tienen entre 2 y 3 hijos. No obstante ello, algo más de la décima parte de estas unidades pertenece a la categoría de "6 o más miembros" por lo que el número de hijos es 4 o más. Los hogares extensos o ampliados tienden a ser medianos y grandes. Es en este tipo de unidades familiares donde se da la convivencia de uno o ambos padres con alguno de los hijos casados, y a veces los nietos.

Además de algunas características sociodemográficas de los hogares que informan sobre posibles requerimientos y disponibilidades para enfrentar su propia existencia, se consideró la condición de actividad o inactividad de los jefes; y ello para una primera aproximación del perfil socioeconómico de las unidades. Para describir la situación laboral del jefe de hogar se distinguieron tres categorías: quienes trabajaban, quienes percibían un ingreso a través de la jubilación y aquéllos que, siendo reconocidos como jefes en el hogar, no trabajaban ni percibían jubilación.

Estas tres categorías además diferenciadas por sexo.

En la mayor parte de los hogares, quien es reconocido como jefe, aporta algún ingreso ya sea a través del trabajo o de la jubilación. Sólo en el 12.8% de los casos el jefe, hombre o mujer, no trabaja. Un tercio de los hogares pequeños lo conforman aquéllos dirigidos por jubilados o jubiladas. En este tipo de hogar según la relación de parentesco hay preponderancia de los unipersonales y de nucleares sin hijos, por lo que se trataría de personas mayores que viven solas o en compañía de la pareja. Es de notar también la existencia de más de una décima parte de los hogares medianos donde el jefe aporta ningún ingreso.

Podría tratarse de personas, familiares o no, que conviven para facilitar la salida laboral de otros miembros del grupo.

Las características que surgen de la descripción del barrio y de su población, permitirían afirmar que se trata de un área que se categorizaría, en términos de "las pobreza", con parte de la población empobrecida o pauperizada, con carencias relativas a los indicadores con los que se mide esta forma de privación. Por ello parece adecuado pensar en este contexto, cuáles son las situaciones de vulnerabilidad, bajo el supuesto de que como proceso, incluye historias diferentes que comparten el riesgo de profundizar el deterioro y pasar de "la zona de vulnerabilidad a la de exclusión".

Como primera aproximación a los criterios con los cuales trabajar para seleccionar situaciones de mayor vulnerabilidad, y ante la eventualidad de intervenciones puntuales para evitar la profundización de los riesgos, se propone lo siguiente.

En primer término, dos serían los ámbitos básicos donde obtener la información sociodemográfica y de diferentes estrategias así como de percepciones y opiniones sobre las condiciones de vida; éstos serían los hogares y la comunidad barrial.

Una primera aproximación a la selección y realizada a partir de los datos construídos con la información obtenida a través de técnicas extensivas se podría realizar tomando como referencia la combinación de indicadores de los hogares. El tipo y tamaño del hogar, las características, en término de posición y de capacidades, de los miembros desocupados y la existencia y características de otros ingresos en el hogar. Esto es considerar el numero de personas y los rasgos de quiénes dependen del ingreso que se percibe en el hogar, el monto declarado y la fuente de esos ingresos, la situación ocupacional de quienes se consideran aportantes principales -jefe y cónyuge-, la presencia de personas que colaboran en las tareas del hogar . Se identificaron un conjunto de grupos domésticos que podrían ubicarse en la zona de vulnerados, es decir atravesando una situación de riesgo cristalizado (Tabla I).

Si estos criterios se complejizan incorporando diferentes indicadores relativos a otros aspectos de la vulnerabilidad, el número de hogares identificados con algún nivel de riesgo será más extenso . Por ejemplo, al anexar el relativo al nivel educacional alcanzado por jefes de hogar, independientemente de su inserción ocupacional, y discriminado por grupos de edad, el universo se amplia.

Se tomó en cuenta a los jefes de hogar pertenecientes al estrato de 25 a 29 años considerándose que no haber concluído el ciclo secundario consituiría un indicador de fragilidad ante los requerimientos cada vez más complejos del mercado laboral. A la lista antes mencionada se agregaron otros 10 hogares cuyas características serían estar en condición de vulnerabilidad, de riesgo futuro .

TABLA I

NOTAS

1 Las tasas de desempleo en Argentina muestran la siguiente evolución: 2.5 en 1980, 6,3 para 1990, 12,2 en 1994 y 16.4 en 1995. Tomado de: N. López, "Malos tiempos.

Primeros efectos del desempleo en la Argentina, en L'Ordinaire Latinoamericain, N§ 165-166, set.dec.1996.Ipealt, Université de Touluse-Le Mirail.

2 La tasa de empleo pasó de 35.3 en 1994 a 32.5 y 31.7 en 1995 y 1996 respectivamente. La tasa de desocupac ión abierta fue de 21.1 en 1995 y 19.8 en 1996. Para 1996 la tasa de subempleo visible fue de 10.8%; este indicador considera a la población que trabaja menos horas de las que quisiera. Carlos Crucella, La situación ocupacional en el Gran Rosario durante el primer semestre de 1996. Serie informes de Coyuntura N§ 2, Servicio Municipal de Empleo, Municipalidad de Rosario, Noviembre de 1996.

3 Robert Castel, "Los desafiliados. Precariedad del trabajo y vulnerabilidad relacional", en Revista Topía, año I N§ 3, noviembre 1991.pp.28-35 y "De la exclusión como estado a la vulnerabilidad como proceso", en Archipiélago, N¦ 21, Madrid, 1995. La métamorphoses de la question sociale, Fayard, París, 1995.

4 El radio de 35 manzanas sobre las que se realizó el censo se extiende entre las calles Ov. Lagos (vereda este), Santiago (vereda oeste), Lamadrid (vereda sur) y Av del Rosario (vereda norte). Dichos límites respetan la zona de influencia de la Vecinal Parque Sur , según la ordenanza N§ 5068, de 1990, que reglamenta las funciones, requisitos y jurisdicciones de las Asociaciones Vecinales de la ciudad. La información con la que se trabajó, se obtuvo a partir de un relevamiento censal en el barrio. Para el mismo se preparó un cuestionario estructurado, en parte similar al utilizado por el INDEC para las EPH; el trabajo de campo se realizó en el segunda semana del mes de octubre de 1996, coincidiendo con el período de aplicación de dicha encuesta. En el operativo censal participaron alumnos de la Licenciatura de Ciencia Política.

Un análisis detallado de las características del barrio, así como de la relativa al mercado laboral, en Perona, N. y Robin, S. Estudio Ocupacional Modelo. Barrrio Paque Sur. Informe de Investigación preparado para Dirección Municipal de Empleo y Unicef. Enero 1997.

5 La población total censada fue de 1082 personas. Los datos del barrio en el relevamiento de 1996 muestran que el 51.2% son mujeres. En el Censo 1991 en la ciudad de Rosario las mujeres representan el 52.5%.

6 Por otra parte se ha observado que los menores de 20 años representan el 35% de la población de este barrio.

7 Se categorizó según cuatro estratos: bajo, medio, alto y universitario.El nivel bajo integra a la población sin escolariad o con primara incompleta; en el nivel medio se agregan los casos con primaria completa y secundaria incompleta; en el alto se consideran a quienes han concluido el ciclo secundario y han completado, o no, un estudio terciario. Por último se considera aparte la pobl ación con estudios universitarios.

8 La PEA incluye al conjunto de población que tiene al menos una ocupación, o que sin tenerla, la busca activamente.

9 Es necesario señalar que el Censo del Barrio fue realizado en octubre de 1996, coincidente con el relevamiento de la onda octubre de la EPH para ese año. Según los datos de esta última fuente, para el Aglomerado, se registra lo siguiente: % Tasa de Actividad 38.1 Tasa de empleo 31.2 Tasa de Desocupación 18.2 abierta Fuente: C.Crucella, "La situación ocupacional del Gran Rosario en octubre de 1996", mimeo.

10 Con respecto al tamaño de los establecimientos en el que desarrollan las tareas los trabajadores del sect or privado, -más del 80% de los asalariados-, una tercera parte lo hace en pequeños comercios y talleres de tan sólo un empleado. Algo más de la quinta parte trabaja en grandes establecimientos de más de 50 empleados y el resto -equivalente al 43.3% de los trabajadores de empresas privadas- se encuentran ubicados en un rango amplio que abarca locales que tienen entre 2 y 50 obreros, con claro predominio de los establecimientos con 6 a 15 empleados. Este rango tiene un peso relativo sobre el total del sector, similar al de los establecimientos más pequeños. La mayor parte de los patrones se desempeñan en locales de tan sólo un empleado. Sólo tres de los 26 casos relevados se encuentran al frente de establecimientos que tienen entre 6 y 15 empleados.

11 Las diferentes categorías de la rama de actividad fueron incluyen las siguiente actividades: a) manufactu ra: agrupa a todos aquéllas que relativas a la industria ;b) comercio: comercio mayorista y minorista, restaurantes y hoteles; c) construcción; d) servicios modernos: transportes y servicios asociados al transporte, intermediación financiera e inmobiliaria; e)servicios tradicionales: administración pública, enseñanza, servicios sociales, otras actividades de servicio y reparaciones; f) servicio doméstico y otros servicios personales.

12 La media de los ingresos es de 547 pesos; sin embargo el desvío standard de 390.71 indica la gran ampl itud de rangos (máximo y mínimo declarados en este rubro se encuentran entre 30 y 2500 pesos mensuales).

13 Es de notar que no se incluyó una categoría aparte para diferenciar unidades pluripersonales donde sólo residen diversos parientes de aquéllas en que lo hacen miembros sin relaciones de parentesco por la escasa significación estadística que esta última representaba en la muestra (2 hogares). Ello no significa que no se deban diferenciar conceptualmente.

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