V Congreso de Antropologia Social

La Plata - Argentina

Julio-Agosto 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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V CONGRESO ARGENTINO DE ANTROPOLOGÍA SOCIAL

Ponencia

La Exposición "Rural" de Palermo: espacio de reconocimiento y socialización.

Lic. Hugo E. Ratier I

Lic. Marcelo Pagliaro

Guillermo Borzi

María Dolores CárcovaII

Agradecimientos

Como se explica más abajo, este es el segundo producto de un trabajo de campo realizado en 1995 con un grupo de alumnos y un graduado reciente de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, al que se agregó otra estudiante de la Carrera de Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNCPBA, con sede en Olavarría. El equipo no es el mismo en esta ocasión por diversas circunstancias, independientes de nuestra voluntad. Hemos utilizado, sin embargo, los registros de todos los que cumplieron en entregarlos, material que procuramos procesar en conjunto1 . A Carolina Diez Brodd y Tábata Florencia Sosa nuestro reconocimiento por su labor etnográfica.

Quiero agradecer a José Luis Muñoz Azpiri la valiosa bibliografía, procedente de la biblioteca de su padre, que gentilmente nos facilitó, así como sus contactos en el universo ruralista que nos permitieron contar con un documento único: la crítica a nuestro informe anterior hecha por un conspicuo integrante del universo que pretendíamos estudiar. Queremos reconocer en esa persona, cuyo nombre naturalmente mantenemos en reserva, la hidalguía con que formuló sus observaciones y los elogios que nos prodigó cuando estimó lo merecíamos. Tomarse el trabajo de leer el material y formular por escrito sus comentarios es un gesto ponderable. Su documento es un notable aporte a nuestra labor, y hemos procurado utilizarlo con el mismo respeto que él nos demostró.

Los colegas Eduardo Archetti y Santiago Alberto Bilbao también leyeron con meticulosidad e interés el anterior manuscrito, y efectuaron aportes fundamentales con total generosidad, aportes que nos han orientado en la profundización que aquí intentamos. Sentimos en todo momento, más allá de la crítica científica y la sugerencia certera, el calor de la amistad y la voluntad de colaborar con nuestra propuesta.

Un encuentro de pastores

Desde 1875 quienes se hallan comprometidos con la llamada industria pecuaria realizan exposiciones anuales de sus productos, en las cuales se premian los mejores ejemplares de diversas especies animales. Las más importantes son la bovina y la equina, siendo ovinos y porcinos secundarios2 . La magnitud de este acontecimiento excede en mucho sus aspectos comerciales, sea relacionados con la ganadería o con otro tipo de ventas que se verifican en el local social. En otro trabajo describimos el escenario y las actividades desarrolladas durante ese encuentro en 1995 (Ratier, 1996). Ahora quisiéramos profundizar un aspecto de éste: la significación del evento para el grupo social que lo impulsa y en él participa.

La llamada Exposición Rural (cuyo nombre oficial no es éste, sino Exposición Internacional de Agricultura, Ganadería e Industria) tiene como núcleo institucional a la Sociedad Rural Argentina, corporación agropecuaria que, según su más frecuente caracterización, reúne a los grandes productores ganaderos argentinos, en particular a los de la pampa húmeda. Aun cuando no todos los socios de la entidad se ajusten a dicha norma, es evidente que lo pecuario predomina y se refleja en la jerarquía dada a las distintas actividades en el transcurso de la muestra.

Nuestro interés en la investigación que, con el apoyo y aval de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires venimos realizando III se centra en el accionar de las corporaciones agropecuarias en el centro de la Provincia de Buenos Aires. La decisión metodológica de abordar la etnografía de la exposición anual -que se lleva a cabo en el llamado predio ferial de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires- partió de la hipótesis de que el evento es representativo del accionar de la Sociedad Rural en su conjunto, y que constituiría una aproximación válida para el posterior trabajo en terreno en zona rural.

La Rural, como la denomina el público en general, o Palermo, como prefieren designarla sus organizadores y participantes, es un acontecimiento cuyos protagonistas hegemónicos son criadores de ganado3 . Lo pastoril es dominante. La exposición agrícola tiene importancia variable, a veces inexpresiva. Al decir del ruralista que ya mencionamos, y que tuvo la amabilidad de leer nuestro trabajo anterior y emitir opinión por escrito, "depende de los años y de las firmas productoras de maquinaria y semilla que quieran participar", lo que corrobora su secundariedad4 . Lo comercial e industrial, si bien despierta quejas pues estaría sustituyendo a lo específicamente agroganadero, puede atraer al público externo, pero no interesa a los citados protagonistas. Estos últimos concurren a Palermo con su ganado, someten lo más selecto de sus rebaños al juicio de expertos que lo clasificarán; en función de ello podrán obtener en el remate una compensación económica cuyo monto tal vez sea noticia en primera plana en los grandes diarios y, sobre todo, renovarán anualmente el criterio de legitimidad del liderazgo nacional de su clase, a través de una serie de actividades y rituales .No queremos operar esa reducción, cara a cierta antropología, que adscribe sin más la conducta de un grupo a un referente etnográfico clásico. Un socio de la Sociedad Rural Argentina, pese a su interés por el ganado, no puede, por ejemplo, asimilarse a un pastor africano, como los nuer, descriptos por Evans-Pritchard. Tal vez ambos compartan el sentimiento de que el ganado no tiene solo un valor utilitario sino que su posesión confiere prestigio, y que esto permite la ostentación (Evans-Pritchard 1977: 41), pero su relación con los animales es muy diferente. El nuer cría y maneja él mismo sus reses, vive en intimidad con ellas. El ganadero argentino delega esas funciones en personal subalterno, reservándose las decisiones estratégicas.

Poseer ganado, eso sí, es condición necesaria para pertenecer plenamente a la Sociedad Rural y, en especial, para participar en su gobierno. La existencia de excepciones no invalida esa norma general. Quienes permiten tales excepciones son, precisamente, los ganaderos del núcleo fundamental de la entidad5 .

El ganado es indispensable como representación de su dueño, en tanto a través de él deberá someterse a una serie de pruebas que van desde la admisión, hasta la clasificación y otorgamiento de premios a los ejemplares. El rebaño será el que le permita, además, integrarse a una de las asociaciones de criadores, fundamentales para el desarrollo de la corporación6 . En muchos de los testimonios que recogimos se afirma que quienes en verdad se exhiben no son los animales, sino sus dueños. Concordamos, con la salvedad que no pueden hacerlo si no poseen ganado.

Por cierto que no cualquier rebaño (o tropilla) habilita para formar parte del grupo. Se trata de un conjunto de animales consagrados a través de distintos mecanismos. Por lo pronto, su ascendencia o prosapia (pedigree) debe estar inscripta en los libros que garantizan un origen noble. Tal el Registro Genealógico de la Sociedad Rural, que ya fuera motivo de disputa con entidades gubernamentales7 . Las raíces de la nobleza adjudicada a los animales registrados se remonta al otro lado del Atlántico, ya que el Reino Unido fue la patria de los que podríamos llamar padres fundadores de nuestros rebaños8 . Las asociaciones de criadores también cuidan y fomentan la calidad de ese ganado. Para asegurar aún más los parámetros de excelencia, los ejemplares sufren una exigente selección al ingresar a la muestra, garantizada por el control sanitario estatal (SENASA, Servicio Nacional de Sanidad Animal) y el juicio inapelable de los Jurados de Admisión, cuya constitución y personal son determinados por la misma Sociedad Rural.

Es así como el grupo hegemónico dentro de la entidad (el que Imaz llama "el elenco estable") monopoliza todos los elementos que permiten a un núcleo restringido de pastores transponer con sus ganados el límite que institucionaliza su condición de potenciales integrantes de la Sociedad. Esa primera transgresión (Bourdieu, 1993) no garantiza el ingreso como socio, instancia para la cual es necesario superar otros obstáculos. Pero fija, sin embargo, una línea intrasponible entre quienes han efectuado el ritual y quienes nunca podrán hacerlo. Del otro lado quedan los productores cuyos ganados no están en condiciones de enfrentar las pruebas que la Sociedad Rural y las asociaciones de criadores les exigen.

Hemos recogido innumerables testimonios que ensalzan el prestigio de Palermo cuyas exigencias garantizarían la excelencia de los productos allí exhibidos. Lo enfatizan los directivos de la entidad, y en particular los rematadores9 . Sin embargo hay un enorme circuito comercial que no pasa por el predio palermitano. Un veterinario, administrador de campos en el centro de la provincia de Buenos Aires, nos informaba que él no tiene en cuenta los datos de pedigrí, sino el rendimiento comercial de la hacienda en razón de otros parámetros para medirlo. "Eso del pedigrí es para los que quieren mostrarse, los que quieren mandar a Palermo". La existencia de la línea de distinción es, pues, pública y notoria. La exposición anual se constituye en un primer escalón para quienes aspiran a ingresar en el selecto mundo ruralista.

Pertenecer Estatutariamente no es necesario poseer grandes extensiones de tierra para ser socio de la Sociedad Rural Argentina. Solo se plantean condiciones formales y la aprobación de la Comisión Directiva, y los candidatos pueden ser personas físicas o jurídicas. Sin embargo todos los autores coinciden en que la mayoría de los asociados son grandes propietarios de campos situados en la región pampeana (Cfr. Imaz 1968, Palomino 1988, Newton 1966).

Imaz clasifica así a los líderes conspícuos de la corporación, dentro de una muestra que tiene en cuenta como años tope a 1936, 1941, 1948, 1951, 1956 y 1961: Elenco estable tradicional. Familias que pueden ser de distinto origen, pero de prestigio social equivalente. Es el 38% del total, y la norma es que cubran del 50 al 55% de los cargos.

Grupo originado en familias inmigratorias de la provincia de Buenos Aires, allí radicadas a fines del siglo pasado. Ganaron posiciones en la pecuaria y se transformaron en prestigiosos cabañeros.

Estancieros regionales con filiación similar al grupo anterior, también burguesía en ascenso, pero sin resonancia bonaerense.

Grupo proveniente de la actividad comercial, inmigrantes también, dueños de barracas y acopiadores, exitosos, que a fines del siglo XIX y principios del actual adquieren y explotan campos. Sus hijos serán líderes de la entidad, y sus empresas abordan tanto lo agropecuario como lo comercial.

Grupo industrial, de los transportes y los servicios, cuya actividad rural aparece como nueva.

Los abogados vinculados a la corporación que ya avanzada su carrera se convierten en propietarios rurales. El ascenso se da directamente en la persona del interesado.

Los grupos b), d) y e) pueden incluirse sin hesitación, afirma nuestro autor, en la clase alta de Buenos Aires, que es permeable. Por otra parte, "Muchos individuos de nuestro 'listado' de la Rural son identificados como miembros de la 'clase alta'-no obstante un origen diferente- por el reconocimiento de otras constantes. Habiendo sus padres adquirido campos, tras haber recibido en Buenos Aires una educación primaria y secundaria en los colegios 'que se debe', si han sido profesionales -abogados mejor- y mantenido y acrecentado sus relaciones, si han aceptado y compartido las pautas del grupo más prestigioso, tras frecuentar determinados círculos, pueden obtener un reconocimiento en paridad" (Imaz 1968:90).

La identificación de clase se da entonces en función de una común trayectoria social y de un capital cultural semejante, y sus correspondientes habitus equivalentes (Bourdieu 1988). Esto generaría una verdadera identidad ruralista que implica identificaciones por encima de la adscripción a una clase social única. Ello se hace posible, además, porque como bien señala Imaz la llamada clase alta de Buenos Aires nada tiene en común con el patriarcado tradicional latinoamericano. Se origina en grupos de comerciantes urbanos del puerto de Buenos Aires que, volcados a las labores pecuarias, procuraron aplicar criterios científicos para mejorar su producción. Sus establecimientos no son las haciendas paradas en el tiempo y explotadas rutinariamente, sino modernos emprendimientos donde la ciencia se utiliza para incrementar el capital. Son hacendados progresistas. Realizan viajes de estudio al extranjero en busca de conocimientos nuevos y compran ejemplares de raza. Procuran estar a la altura de las últimas tecnologías aplicadas en los países centrales, y su Meca evidente es Gran Bretaña. Es en las islas donde se crían las sangres más prestigiosas, padres y madres que serían importados al Plata con considerable esfuerzo económico. La garantía de pureza está dada por un cuidadoso registro de los ascendientes de cada animal, en libros que equivalen a una aristocrática Guía Azul de la nobleza vacuna10 .

Como adelantamos pueden ser socios de la entidad personas jurídicas, clásicamente sociedades comerciales organizadas como sociedades anónimas. Algunas de ellas pertenecen a familias vinculadas con lo agropecuario, que las prefieren como forma organizativa, pero otras son grandes empresas, como Celulosa Argentina, dueña en 1981 de 100.000 Ha para forestación (Palomino 1988:28). Hay seis categorías de socios: Activos. La más importante, sus integrantes pueden elegir y ser elegidos para la Comisión Directiva.

Vitalicios. Integrada por activos que cumplen 40 años de antigüedad y conservan sus prerrogativas. Categoría reducida (1 a 2% de una muestra tomada desde 1955 a 1983). La larga permanencia exigida indica la asociación de personas muy jóvenes.

Honorarios. Personas meritorias para la Sociedad. Presidentes y vicepresidentes de la Nación, presidentes de las cámaras legislativas, ministros o secretarios de la cartera agropecuaria, algunos presidentes extranjeros. También socios con 50 años de antigüedad. Las excepciones a la norma respecto a las relaciones con el poder político son escasas pero significativas11 .

Adherentes. Establecida en 1964. Comprende a personas vinculadas a entidades afines a la SRA y a menores descendientes de socios. En 1974 se amplía a esposas de socios activos y vitalicios y de ex-socios fallecidos, y también a personas vinculadas al quehacer agropecuario (estudiantes, profesores, técnicos y fundaciones). No es una categoría numerosa.

Correspondientes. Los que se distinguen con trabajos científicos o de otra índole relacionados con la entidad.

Transeúntes. Integrantes de misiones extranjeras o del interior del país de paso por la capital de la República. Se otorga solo por un mes (Palomino 1988:28-29).

Como puede apreciarse la categoría central es la de socios activos. Las otras revelan el tipo de relaciones que la institución establece con la sociedad global, y se encuentran bajo el control de la citada categoría de socios, que integra las comisiones directivas.

La distinción: usos y costumbres Las diversas entradas al predio ferial de Palermo tienen usuarios diferentes (ver plano) El público general ingresa mayoritariamente por las entradas que enfrentan a la Plaza Italia, donde se introducen directamente en el sector comercial. Los empleados utilizan el portón de la calle Juncal, el mismo por el que accede la mayoría de los animales a exponer. Los ruralistas prefieren la entrada de la calle Cerviño que ofrece acceso inmediato a los locales donde se exponen los ejemplares.

Tanto la preferencia por ese portón -que no es exclusivo- como el atuendo, llevan a reconocer a los dueños de casa. La observación de estas características pertenece a un grupo de informantes altamente calificados: personal sanitario que desde hace diez años concurre al evento y cuyas oficinas están en la vecindad de la citada entrada. En un comienzo juzgamos exagerada su caracterización del "público interno", los ruralistas, como reconocibles vestimentariamente (por el "uniforme", como jocosamente lo denominaban), pero luego comprobamos que era exacta. La acumulación de personas vestidas de determinada manera nos orientaba hacia los actos y ceremonias inminentes.

Era invierno y la gente se abrigaba. Los ruralistas con sobretodos de pelo de camello, de tonos beiges amarillento, y lo que luego supimos son los loden austríacos, verdes y de solapas cortas. Nuestro crítico ruralista así se refiere a esta última prenda: "Es una moda reciente. En Austria no es una prenda de lujo ... Los que usan loden (muchos se los hacen traer) demuestran que han estado en Europa. Antes lo ocupaban los de pelo de camello vulgarizados y repetidos hasta el hartazgo en miles de texturas económicas. El verdadero pelo de camello hoy es prácticamente inexistente y carísimo". Eduardo Archetti, por su parte, nos comenta en carta que los loden y los pelo de camello son universales y tienen referencias de clase. "La conexión argentina con el imperio austro-húngaro es de larga data (la tradición militarista, los rituales de la ópera y de la música, la tradición de cabaret de Viena, la concepción de lo urbano de la ciudad). Nuestra aristocracia, pese a tener París como centro, admiraba Viena y muchas de las calles del barrio Norte fueron imaginadas a partir de Viena. Una fracción de la aristocracia importaba durante una época au-pair austríacas".

Algo que comprobamos en todas las sedes de la Sociedad Rural es que el sincorbatismo no existe ni en socios ni en empleados. En Palermo sorprendimos a muy pocos jóvenes sin corbata, en atuendos más sport. No la llevaban, por cierto, los que vestían prendas gauchescas, cuya formalidad era otra. Se nos dijo que entre los jóvenes en particular aquellos que tienen real militancia rural (es decir que viven o van al campo) se usa ahora una campera verde, de origen inglés, de tela encerada, que se vende junto con un tubo o pote con la crema destinada a impermeabilizarla. Es muy cara.

Antes se usaba un pequeño sombrero de aire alpino, con una plumita en la cinta, también de origen austríaco. Hoy lo lucen algunos ancianos, pero lo vimos en especial en mujeres. Poco se ve el bastón-asiento, que en su momento utilizaron los criadores de equinos.

El atuendo femenino es de visible calidad. Hubo en los días de la muestra alto porcentaje de tapados de piel y mucho cambio de vestimenta. A veces se llevan estilizaciones de la ropa campera, con resabios de bombachas, chaquetas y rastras. El arreglo personal es cuidadoso.

Nuestro (tal vez involuntario) colaborador ruralista procuró en sus observaciones minimizar la especificidad de las nuestras, tratando en todo momento de probar que las conductas de su sector no difieren, en esencia, de las de cualquier otro grupo social. De tal forma naturalizó los arbitrarios culturales que lo rigen. Afirma, por ejemplo, que "...el abrigo verde detectado, es el equivalente a las camperas rutilantes de algunos viajeros que vuelven de Miami". Sobre el sentido del vestirse nos dijo: "Es lógico que la gente se 'empilche' cuando concurre a una reunión o una fiesta. El vestido es en el hombre parte de un protocolo escrito o no escrito. Expresa un estado de ánimo o busca un mimetismo con los pares. A las fiestas se concurre vestido de una manera, para el turismo los atuendos son informales y a veces ridículos. Siempre respetables. Los intelectuales o los que pretenden serlo ocultan sus rasgos con barbas o con anteojitos muy particulares" (énfasis mío).

La aserción indica cómo la ropa se asume como forma de identificación con sus pares12 . Nótese la alusión irónica a los intelectuales, que el informante supone constituyen el grupo de referencia del autor del trabajo que leyó. Al mismo tiempo el ruralista relativiza la reiterada afirmación, registrada por nosotros, de que muchos expositores concurren a Palermo a mostrarse. Cabe señalar que había tomado con muy buen humor nuestras observaciones vestimentarias, que en buena medida compartía. Pero se niega a colocar los motivos del cónclave en la ostentación: "A Palermo algunos se irán a 'mostrar'. Es inevitable. Hay muchos que se hacen ver en diferentes lugares. En los Congresos de alguna disciplina, en ciertas confiterías de moda. Sin embargo, lo que explica el fenómeno de Palermo es el encuentro con amigos y familiares. Esto viene desde antiguo. Remontémonos 100 años e imaginemos las comunicaciones de esa época. Familias y amigos aislados durante todo el año trabajando en sus explotaciones sabían que se reunirían en Buenos Aires para esa época del año. Hoy Palermo es para muchos el encuentro seguro entre familiares y amigos que durante el resto del año a lo mejor no se ven. En mi caso me encuentro con familiares y amigos que durante el resto del año probablemente no vea. Es una migración invernal, legítima, necesaria, divertida, amena y tradicional" (énfasis mío).

El testimonio es transparente en cuanto al sentido de identificación y reencuentro del grupo, que se adjetiva como legítimo, divertido, ameno y tradicional. Evidentemente la situación no es la misma que un siglo atrás, la mayoría de los propietarios rurales no viven en sus campos y sí en Buenos Aires, pero lo que se evidencia es la casi obligatoriedad de la concurrencia a Palermo, eso que Palomino remarca: hasta hay quien se vuelve de Europa para no perdérselo (1988:44). La exposición y sus rituales tienen un alto efecto de inculcación y detrás de la exhibición y competencia del ganado se ocultan otros significados. Mucha gente dedica la semana entera a circular por la muestra, aunque no tengan animales en ella. Otros, según nos manifestaron algunos informantes, no tenían ni un solo peso, pero igual exponían.

Ir a Palermo no es lo mismo que mandar a Palermo. Enviar a un animal a ese exigente torneo es muy caro. Otra informante, ganadera mediana, nos daba el ejemplo de la región donde tiene su estancia, en la que muy pocos envían ganado a la Exposición. Los que lo hacen, gente con grandes propiedades y militancia ruralista, se hacen presentes con un torito o dos. Un gran productor, que fuera presidente de la Sociedad Rural tiene que mandar para seguir en carrera. Los expositores son, al decir de nuestra informante, una élite. Los cabañeros a los que ella compra toros de vez en cuando, trabajan solo con las ferias del interior. Eso sí, ella y su familia van a la muestra palermitana (viven en Buenos Aires): "Nosotros vamos a saludar, por lo general un día solo". Aún los poseedores de las mayores fortunas del país que siempre mandan los productos de sus campos muchas veces no obtienen ni un premio.

Nuestro crítico ruralista, por otra parte, reivindicaba el derecho de su grupo a constituirse en clase social. Al parecer interpretó que nosotros discutíamos ese derecho, cuando en verdad citábamos la hipótesis de Halperín Donghi (1992) sobre la conformación de la clase terrateniente y su proyecto hegemónico, que comenzaba a plasmarse en la segunda mitad del siglo XIX. Dice el ruralista: "Es por demás lógico que la gente culta, que organizó el país, naturalmente como en todo el mundo y a lo largo de toda la historia se plasmara en una clase social. En el caso de nuestro país las familias porteñas patricias, fueron permeables a incorporar a su medio a las de la inmigración de mediados del siglo pasado en adelante. Los apellidos italianos, españoles, vascos, franceses e ingleses enlazados con los rancios apellidos porteños revelan lo afirmado".

Interesa la concordancia con el concepto de clase social abierta aplicado a aquellos que Imaz llama clase alta de Buenos Aires y entiende de manera restringida. La formarían "las familias que poseen establecimientos de antigua data en la provincia de Buenos Aires y cuyas propiedades resultan fruto de herencia inmemorial". Esto coincide con la definición de Zemborain (1973) en un estudio editado por la Sociedad Rural, que considera familias tradicionales a "...aquellos apellidos que han figurado en la colonia, en el virreynato o en los primeros años de la Independencia, o sea que corresponden a familias que vivieron en el país (no sólo en la región pampeana) antes de la declaración de la Independencia en 1816" (Cit. en Palomino, 1988: 18).

Para quien pudo asistir en detalle, como procuramos hacerlo, a todas las actividades de la exposición anual, es evidente la familiaridad que reina entre cierto público. En una tribuna inmediatamente se advierte la división entre entendidos y profanos, y no solo por las diferencias en la vestimenta. Por lo pronto los primeros están munidos de documentación sobre lo que acontece, como las guías o las Ordenes de Jura de las distintas razas. Todos se conocen por el nombre o apodo, y con él se llaman, sea en un torneo ecuestre o en un remate, ya entre ellos o ya del rematador al público. Son los que saben lo que pasa, los que conocen y aprecian las virtudes y defectos de lo que ocurre en la pista. Dentro del grupo es evidente su no anonimato, su preocupación por saludar a todos cuantos encuentran. Se nota también la presencia de familias enteras. Las madres e hijos acompañan y admiran al papá, y los pequeños son iniciados en el universo ruralista. Ese público interno, sin embargo, no es uniforme y se agrupa de varias maneras.

Dime lo que crías...

Según nuestros informantes con una década de experiencia en la muestra, hay distintos Palermos. Pese a nuestra observación de la importancia menor de criadores de ovejas y de cerdos, nos decían que éstos viven su propia fiesta con independencia de la de sus colegas de vacunos y de equinos. Hay otras exhibiciones menores, como las de aves y animales de piel, así como de perros y gatos, claramente marginales.

Bóvidos y équidos son las especies fundamentales en la exposición. Los primeros tienen mayor peso numérico y su explotación está más extendida. Al decir de un veterinario especialista en equinos, "vacas puede criar cualquiera, caballos, no". El vacuno se destina al consumo, a la muerte. El caballo en cambio, pese a excepciones13 , se utiliza como transporte y medio de trabajo y diversión, además del prestigio que ha rodeado y rodea a la figura del jinete, en especial en nuestro país.

Entre los vacunos las razas más importantes son los Aberdeen Angus y Hereford (preponderantemente en su forma de Poiled Hereford), de carne, y la Holando Argentina entre las lecheras. La muestra tiene dos ciclos completos en que se renuevan los stocks de animales, llamados turnos. En 1995 el primero fue del 27 de julio al 3 de agosto, y el segundo del 4 al 16 de este último mes. En el primero comparecieron los Aberdeen Angus ("angus" a secas, para los íntimos) y en el segundo los Hereford.

La importancia de estas dos razas, mayoritarias, se evidencia por ser las únicas a cuya clasificación se dedican dos días, mañana y tarde, en dos subdivisiones de la pista central. También por el interés que despierta su venta, al punto que la entrada de público al remate es restringida. Tal interés no se limita al público. En el momento de consagración de los campeones una nube de fotógrafos invade la pista. Es que esos premios son noticia nacional.

Una raza que fue pionera en la mejora de nuestro ganado, la Shortorn, pasa hoy por una decadencia que la ha reducido a su utilización para mestizaje. No obstante en el accionar de los jurados se vislumbran resabios de su antiguo prestigio.

Los tiempos y espacios dedicados a otras razas son considerablemente menores: Santa Gertrudis, Charolais, Limousin, Fleckvie, Simmental, Piemontese o los búfalos, así como los recuperados Criollos, aparecen más fugazmente. Algunas, como la Galloway y West Highland, de origen escocés y extraño aspecto, son criadas como hobby por un estanciero, único que las expone y obtiene premios. Los jurados de esas especies no mayoritarias suelen ser detallistas y didácticos, explicando al público los motivos de cada premio. Lo de Aberdeen Angus y Hereford no se toman ese trabajo.

Entre las razas lecheras la que aparece como nueva, pese a su considerable antigüedad en el país, es la Jersey. Poco se propagandiza la consagrada Holando-Argentina, pero la Jersey es ensalzada en folletos y afiches. En 1995 se convocó a una jurado inglesa para seleccionar esa raza, que explicaba sus criterios en inglés, rápidamente traducida por su intérprete.

Se nos dijo que no todo el mundo puede ingresar a la Corporación Argentina de Aberdeen Angus o a la Asociación Argentina Criadores de Hereford. Antes de ser aceptado se examina cuidadosamente el curriculum del candidato."Son muy cerrados", fue el comentario. No sucedería lo mismo en las instituciones equivalentes de las otras razas.

El concepto de raza tiene diversos sentidos. Indica el tipo de vacuno logrado tras sucesivos mestizajes, en particular entre ganado criollo y estirpes británicas, y hoy entre estos últimos y las llamadas razas índicas, popularmente cebú. De estas últimas derivan el brangus (brahman + aberdeen angus) y el braford (brahman + hereford) de regular presencia en la muestra. En realidad la exposición de Gobernador Virasoro, Corrientes, es la más importante para esas variedades.

Raza agrupa, a su vez, a quienes crían esos animales en una aparente competencia por la primacía, aunque los productores se revelan eclécticos. En sus declaraciones dicen luchar por promover la raza, lo que definen como 'Que se críe Hereford Puro y se cruce con Hereford en la forma más amplia posible, tratando de obtener la primacía en la producción de carne argentina'. A ello, atentos a los cambios en el comercio regional, le podemos agregar: 'Tener una presencia activa en el mercado regional'. Y siendo más ambiciosos aún: 'Proyectarnos al comercio regional extrarregional'" Los fieles de esa cruzada deberían ser "...Criadores convencidos que tiren juntos para adelante en los objetivos principales de conquista del mercado. Luego, cada criador luchará por su participación en él " (Pueyrredón 1995: 2).

En esa lucha no se exige fidelidad total. Examinando la trayectoria de los tres jurados de la raza Hereford para la exposición de 1995 nos enteramos que uno de ellos fue presidente de la Corporación Argentina de Aberdeen Angus y fundador de la Asociación Criadores de Brangus, especies de las que fue juez. Todos registran militancia en otras razas, notadamente en Aberdeen Angus y cruzas índicas. Nuestra impresión es que, en los campos, Hereford y Aberdeen Angus están presentes a menudo juntos en todos los rodeos, así como los mestizos de ambas razas, llamados caretas. Una estanciera nos elogiaba esa mezcla de puros por su productividad. No sabemos cuál será la posición de estos criadores frente a otras razas relativamente más nuevas14 .

Pero la raza no es solamente una especie animal. En alguna medida es una institución, y como tal se la menciona. Hay autoridades de la raza Hereford, que son nueve personas (Comisario, Subcomisario, dos Jurados de Admisión, tres Jurados de Clasificación y dos secretarios del Jurado). Es decir, los criadores integran la Raza y se someten a las referidas autoridades. El universo de los criadores se divide según esas Razas.

La Raza, a su vez, es una entidad colectiva. "Un equipo que funciona para una Raza que funciona", se propagandiza una firma martillera que remata Aberdeen Angus. Como entidad, a su vez, es un producto de quienes la crían que deben controlar su diversificación para que ésta no se torne exagerada. Un preparador que alternaba su presencia entre el país y los Estados Unidos, nos manifestó que la raza Hereford estaba "muy desorganizada". "Hay animales muy altos, muy grandotes, y otros muy petisos. No hay uniformidad de la raza, pero estamos tratando de bajar el tamaño". Nos apuntó que los Aberdeen Angus son todos parejos, como un ideal a alcanzar. Preocupado, notaba el avance de estos últimos sobre la raza a la que él se dedicaba.

El ganado Hereford es muy bueno para obtener el llamado baby-beef, pero sus características variaron bastante en función de necesidades o exigencias del mercado. Si hacia los años 60 se producían animales chicos, de 1970 a 1980 apareció el llamado New Type, animales de gran porte. La tendencia parece estar revirtiéndose, ya que la alimentación de ese ganado voluminoso resulta más onerosa.

De todas formas Aberdeen Angus y Hereford son las razas mayoritarias tanto en las explotaciones como en la exposición. Hacia ellas se inclinan en general quienes deciden invertir en ganado. Juntamente con la Shortorn constituyen una suerte de triángulo mítico representado por los grandes padres, los primeros toros que llegaron a estas playas: Tarquino, Shortorn, arribó en 1823 y es el más antiguo. La raza entonces se llamaba Dunham y en el país se designaron como tarquinos a los descendientes del semental inglés. En 1862 desembarcó Niágara, el primer Hereford y en 1879 Virtuoso, Aberdeen Angus. Estos tres animales están inmortalizados con su efigie en la etiqueta del whisky Los Criadores (The Breeder's Choice) lanzado por los ganaderos15 . En el predio ferial se han fijado placas de bronce homenajeando a los primeros introductores de ganado vacuno seleccionado.

Los criadores de caballos presentan también, y tal vez en forma más evidente, diferencias según el tipo de animal del que se ocupan. En primer lugar al valor económico del equino se agrega un indudable valor simbólico. En nuestro país en particular la condición de jinete es muy valorizada y nuestro prototipo nacional, el gaucho, es uno de ellos. Como veremos más adelante en la muestra las exhibiciones más concurridas y celebradas son aquellas donde se realizan demostraciones ecuestres. Antes de cualquier evocación vinculada a lo nacional, se lanza el lema "LA PATRIA SE HIZO A CABALLO", enfatizada por los locutores. Volveremos sobre el tema, ya que el animal desempeña importante papel identificatorio.

El negocio del caballo, se nos informó, es muy importante y rentable, en especial con la exportación de ejemplares, pero se requiere un gran capital inicial. Si el vacuno se cría, se engorda y se sacrifica sin más preocupación que un buen rendimiento en peso y otros detalles técnicos, el caballo en cambio debe ser entrenado. El caballo aprende y eso significa domesticación y adiestramiento. No todos responden igual a los estímulos, lo que da lugar a la individualidad. Esto es evidente en los llamados atletas equinos, animales destinados al deporte, como los caballos de carrera y los petisos de polo, pero también en los que se dedican al trabajo, como los criollos y los cuarto de milla (work horse norteamericano). Tienen que demostrar públicamente (en el transcurso de la muestra, por ejemplo) sus condiciones de capacidad y obediencia o la sangre que corre por sus venas. Nada de eso le es exigido a un vacuno.

Tipológicamente postulamos que puede trazarse un continuum cuyos polos serían el caballo árabe y el criollo. Entre esos extremos se situarían todas las otras razas. Por ejemplo los Cuarto de Milla, caballo de origen norteamericano especialmente apto para el trabajo. En las pruebas de rienda es evidente su procedencia: se asemejan en un todo (pruebas y atuendo) a los rodeos estadounidenses.

Especialistas en equinos concordaron con nosotros en esa caracterización. Simbólicamente, según nos sugirieron algunos colegas, esa polarización podría adscribirse a la de masculino-femenino. Tal polarización en esas razas, obviamente, supone la de quienes los crían y sus respectivas asociaciones. Sintetizando lo que observamos y lo que se dice, podemos esquematizar así las características de estas dos razas y de las organizaciones que las albergan: ARABES Animales de gran belleza, utilizados para paseo o deporte, incluyendo carreras. Durante la tarea de los jurados se los exhibe sin jinete, conducidos por hombres o mujeres vestidos de gala, por lo general con smocking y guantes, blusas de seda las mujeres, todos con elegantes botas. Se los conduce del cabestro con ayuda de una especie de fusta larga (amansalocos) y tienden a resistirse, dar cabriolas y pararse en dos patas. También se los muestra, como espectáculo, en libertad. Se exhibe asimismo su destreza ensillados, a veces con montura inglesa, otras con recado. Abundan las mujeres entre las cuidadoras de caballos de esa raza, e incluso en el jurado. Una preparadora destacó esa peculiaridad. Los peones pueden lucir vestimenta gauchesca como en la exhibición de caballos criollos, pero nunca quienes pasean a esa última raza llevarían el sofisticado atuendo que se luce junto a los árabes.

El público de los árabes, tanto el que sigue las alternativas de la jura de selección como el de los remates, se destaca por su elegancia. Para uno de nuestros informantes, veterinario, el grupo que se mueve en torno a los árabes es mucho más elitista. "Cuando tenés que circular entre ellos los ves a todos repatingados en sillas, y ni se mueven para darte paso", nos decía, refiriéndose a sus incursiones profesionales para atender a algún caballo durante la muestra.

La Asociación de Criadores de esta raza es reciente, de 1969, y en un comienzo funcionaba en la Asociación de Fomento Equino (junto con los Hackney y Cuarto de Milla), hasta que pudo tener su propio local (Asociación, 1994: 55). La citada Asociación estaba básicamente dedicada al anglo-normando y a variedades cuyo denominador común es la presencia de sangre pura de carrera.

Los criadores de árabe reivindican la versatilidad de sus animales, que serían aptos tanto para el deporte como para el trabajo. Sus detractores sostienen que, por el contrario, los árabes no sirven ni para una cosa ni para la otra. Poseerlos se debería a un puro placer estético. "Es como tener un hermoso perro", graficaba un informante, sobreentendiendo que no se comparaba a tener un caballo. En síntesis: belleza, brío, presencia femenina entre cuidadoras y jurados y seguidores elegantes, al parecer muy preocupados por lo estético, serían las características marcantes del sector.

CRIOLLOS "Docilidad, Rusticidad, Guapeza. Críe Criollos" invita un aviso de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos, tal vez la más antigua del país, puesto que se fundó en 1924. La raza nacional por excelencia tal vez no sea tan bella, pero su carga simbólica es muy fuerte. Todo un escuadrón de Granaderos a Caballo monta criollos, y se lo considera el caballo del gaucho. La Escuadra Azul de la Policía Federal, que ejecuta acrobacias hípicas, no tiene criollos, pero lleva un integrante vestido de gaucho montado en uno de ellos, el que aparece al final de la actuación portando una bandera, y hace parar en dos patas a su caballo, provocando aplausos.

De esa raza fue la montura de los paisanos que desfilaron por la muestra, inclusive los que escoltaron a autoridades nacionales y extranjeras en las solemnidades. En esa oportunidad el conductor del acto recitaba Caballito criollo, poema de Belisario Roldán que integra el repertorio de aquellos que los argentinos aprenden en la escuela: Caballito criollo que fue como un asta para la bandera que anduvo sobre él

El criollo es el caballo universal de nuestro campo, el que monta gente de las más diversas clases sociales. Integra las escuadras del Grupo Ecuestre Argentino que galvanizará al público en las ceremonias. Se internacionaliza en la Competencia Criollos de América a la que acuden jinetes de todo el Cono Sur. La Federación Internacional de Criadores de Criollos se encuentra en Brasil.

Si el caballo árabe parece convocar a la aristocracia, el criollo actúa como unificador de estratos, los de patrones y peones por ejemplo. En jurados que, como veremos, suelen portar elegante atuendo urbano, en el de criollos se ven algunas botas, bombachas y boinas. Nuestros informantes veterinarios al comentarles nuestra impresión de los criadores de árabes, nos observaban: "Ya vas a ver lo que son los criadores de criollo. Son gente macanuda, llana. Lo mismo los peones de criollos, son otra cosa". Serían los verdaderos gauchos, los que no se disfrazan.

Los criadores, a su vez, son catalogados como personas con dinero pero simples. El aserto tiene que ver con lo que Bourdieu denomina estrategias de condescendencia:"...transgresiones simbólicas del límite que permiten poseer a la vez las ventajas de la conformidad con la definición y las ventajas de la transgresión: se trata del caso del aristócrata que da una palmadita en el hombro al palafrenero y del que se dirá 'es campechano', sobreentendiéndose, para ser un aristócrata, es decir un hombre de naturaleza superior, cuya esencia no conlleva, en principio, una conducta semejante". Quien así actúa "...posee el privilegio de los privilegios, que consiste en tomarse libertades con su privilegio ...aquel que está seguro de su identidad cultural puede jugar con la regla del juego cultural, puede jugar con el juego..." (Bourdieu, 1993: 121).

En el testimonio de nuestros informantes un comportamiento como el descripto identificaría a los verdaderos aristócratas. Los que son soberbios representarían a los recién llegados, a los advenedizos. Tal creencia funciona como mecanismo cognitivo que nos recuerda la propuesta alianza aristocracia-campesinado en el siglo XIX, opuesta a la de burguesía-proletariado (V. Grignon, 1975; Ratier, 1988). El mito del aristócrata sencillo goza de gran predicamento y lleva a engaño, como pudimos comprobar en nuestro trabajo de campo. Personajes que informantes de clase alta consideraban advenedizos, eran tenidos como ejemplo de verdadero aristócrata por nuestros informantes de clase media vinculados a lo agropecuario. Y eso en tanto actualizaban lo que estos últimos consideraban conductas aristocráticas.

Es entre los criadores de criollos donde se filtran, en verdad, personas ajenas a los ruralistas hegemónicos. En la categoría castrados, las pruebas de rienda y mansedumbre, donde se evalúa el desempeño del caballo y en ocasiones también el atuendo de los participantes, suelen convocar a propietarios de caballos que los inscriben, así como a integrantes de agrupaciones tradicionalistas, que acaban ingresando a la asociación de criadores y concurriendo a Palermo (Guillermo Borzi, comunicación personal). Durante el trabajo de campo registramos la presencia de un grupo del porteño barrio de Nueva Pompeya organizados en torno a la presentación de un caballo con su jinete, que reclamaron duramente contra el jurado que no los clasificó.

Los ejemplares expuestos son llevados del cabestro por peones con ropa de trabajo campera, sencilla (bombachas, botas, gorra o boina). Durante las pruebas de rienda es visible la proliferación de ropa gauchesca en las tribunas, con lujos de tiento y plata, así como en los concursos de emprendados, pujas narcisistas en torno a atuendo y atalaje de caballos.

La Raza Criolla se constituye así en espacio interclasista de transmisión de valores, es decir, de inculcación. Nada de esto sucede en las otras razas. Eso sí, en las Comisiones Directivas los nombres son los mismos del llamado "elenco estable" de la Sociedad Rural.

La condición de criador

Vimos que las asociaciones de criadores son estructuras importantes en la conformación de la Sociedad Rural Argentina, y que, salvo una, todas tienen su sede en la Capital Federal. Un ruralista del interior, encuadrado en CARBAP, nos señalaba la incongruencia de esas sedes urbanas y céntricas en instituciones dedicadas al campo. En Estados Unidos, ejemplificaba, las asociaciones de ese tipo están distribuidas por todo el país, y en localidades pequeñas, en el corazón de las zonas productivas. Creemos que no existe tal incongruencia y que la sede de esas instituciones en la capital de la República, tal como la de la SRA, es un claro indicador de la importancia atribuida a lo agropecuario y de la hegemonía que una clase autocaracterizada como "la gente culta que organizó el país" (Cfr. Testimonio ruralista en pag. 12) detenta. Múltiples indicadores revelan que nunca fue una clase de residencia exclusivamente rural. Por el contrario, se originó en los comerciantes del puerto quienes jamás se apartaron mucho de éste. Es un estrato eminentemente urbano y su acción sobre el campo significa la imposición simbólica del dominio citadino sobre aquel. Baste recordar los fastuosos palacios, el mobiliario de esos cascos de estancia, la vestimenta con que gustan retratarse sus propietarios, los bellos parques con anchas avenidas que, en algunos casos, se bautizan con nombres de próceres, como si el estanciero fuera un gobernante (Cfr. Scardin, 1908). Todo sigue la última moda de la época, nada recuerda ni el rancho de barro ni la casona colonial.

El hacendado o criador es el integrante nato de estas asociaciones. El acceso a esa categoría supone, obviamente, la posesión de ganado. Ésta, a su vez, lo habilita para intentar conducir la organización desde su Comisión Directiva, siendo conveniente para ello la pertenencia a la clase social dominante.. En el caso de los productores de equinos se distingue entre criadores y usuarios, cuyos intereses pueden confluir en otro tipo de asociaciones (la Confederación Argentina del Caballo, por ejemplo). Tradicionalmente los jurados son criadores, como lo demuestra el carácter excepcional otorgado a la designación como jueces de equinos de destacados jinetes que no eran criadores. (Asociación 1990: 4).

El criador se distingue por sus rasgos éticos (es un caballero) que es lo que lo habilita para la difícil tarea de jurar. Además del interés comercial en la actividad "...también existe una cuota de orgullo, en búsqueda del reconocimiento ajeno, de exhibir el fruto del trabajo, y por que no decirlo, de pasión" (Firpo Brenta, 1995: 52). Suele usarse como sinónimo cabañero. Pese a ello, no todo hacendado o criador es cabañero. Este último es quién produce toros y vacas para la reproducción, insumo fundamental para los que aspiran a enviar animales a Palermo. La categoría cabañero también es equívoca: así se autodesignan los trabajadores del campo en relación de dependencia, adjetivados como preparadores (cabañero preparador).

A su vez las asociaciones o corporaciones de criadores como entidades colectivas -desde las que albergan a productores de determinada raza hasta la propia Sociedad Rural Argentina- llevan prolijamente los registros genealógicos de determinadas variedades. Al parecer, para ser criador de pleno derecho es necesario adherir a tales registros16 El pedigrí que figura en esos libros es también una exigencia para poder ingresar un animal a la muestra palermitana, si bien puede evadirse en otros circuitos. Como vimos, esa práctica se inicia en Inglaterra y también en Estados Unidos, siendo un antecedente de eso que creemos moderno y denominamos globalización. Las familias bovinas y equinas cruzaron el océano con ascendencias y descendencias conocidas y certificadas por las asociaciones. A diferencia de la humana, fue una migración aristocrática.

El monopolio de esos registros es fundamental para asegurar el control de la asociación sobre sus integrantes, así como el del ingreso a la exposición. Ya vimos la lucha de la Sociedad Rural por recuperar esos documentos que el peronismo le quitara. Esos libros son fundamentales. Un ex-presidente de una asociación de criadores equinos es claro: (el registro) "...es la parte fundamental de la Asociación, su razón de ser. El día en que Fomento Equino pierda el control estricto de sus registros será una entidad de fachada y nada más" (Asociación, 1994: 7). Es ahí donde se condensa el poder de los criadores, la llave para el acceso a un mundo muy especial. La tenencia y custodia de tal tesoro hace a la esencia de la corporación. Los avances científicos en cuanto a criterios para determinar la pureza de sangre plantean nuevos desafíos que las entidades enfrentan, ya que hoy los Registros solos no bastan.

Para ello las corporaciones procuran ponerse al día tecnológicamente, Articulan el monopolio de los EPD o DEP (Diferencias Esperadas de Progenie). Éstos permiten medir la productividad y su heredabilidad, así como la certeza (accuracy) que se controlan en los Programas Nacionales de Evaluación de Reproductores (PRONER). En Hereford también se controlan los Puros Registrados, aclarando que " .. no es una simple marcación a fuego. Es un real programa de selección y producción, tutelado por la AACH, que brinda resultados positivos al criador. Está dirigido para él y para el mercado.

El objetivo del programa es una defensa del Producto y no una prebenda ni tampoco una herramienta acomodaticia que deje siempre contentos a criadores en particular. Queremos defender el Producto para Valorizarlo." (Pueyrredón 1995: 3) Estos indicadores concretados, por ejemplo, en el Programa de Evaluación Genética de Hereford, a cargo de consultoras externas, pasan ahora a las asociaciones de criadores. Un especialista de la Universidad de Georgia indicó que era básico que los datos se centralizaran en la Asociación, donde se llevan los Sumarios de Padres. Este año se nos informó que ya se brinda ese servicio a los socios.

En el ámbito del Mercosur los EPD oficiales, únicos válidos, serán los emitidos por cada Asociación. "No se validarán los EPD individuales realizados por cada criador" (Hereford 1995: 65). Asimismo para remitir hacienda a la Mesopotamia o sur del río Colorado es necesario un certificado de que los animales son POR que debe solicitarse 15 días antes a la asociación, so pena que el Delegado Zonal de SENASA no habilite la salida.

La corporación se apresura a actualizarse tecnológicamente y mantiene el monopolio. A su vez, el Estado le reconoce su función de control que sus instituciones oficiales complementan.

La consagración. Juras, jurados e irrupción genética La Sociedad Rural Argentina es la que designa los jurados, tanto de admisión como de clasificación para su muestra anual17 . Estos son, generalmente, criadores y algunos de ellos poseen capacitación profesional (veterinarios, ingenieros agrónomos). En 1995 el staff de 66 jurados estaba integrado así: 44 señores (67%), 13 doctores (20%), 7 ingenieros 11%), un militar y un contador (1% para cada categoría). La abrumadora mayoría de jurados sin título indica una pertenencia más de clase que profesional, y estimamos probable que entre los doctores los abogados sobrepasen en mucho a los eventuales médicos veterinarios.

Ser jurado constituye una gran responsabilidad y un timbre de honra que figura en el curriculum18 . El jurado no puede ser expositor, mientras cumpla esa función. Hay entrenamientos formales para jóvenes jurados, como el que vimos convocar en el stand de los Criadores de Hereford. Los jóvenes recorrieron luego las filas con expertos que los orientaban. También el concurso de Jurado-Alumno, con estudiantes de escuelas agrotécnicas y Facultades de Agronomía. Según un veterano preparador, los fallos de los chicos difieren totalmente de los de los adultos. De hecho es difícil que la condición de estudiante o profesional brinde acceso a la categoría de jurado. Otras calificaciones se hacen necesarias.

Pudimos observar durante las juras (tecnicismo que designa al acto de selección practicado por un jurado) una clara jerarquía en el grupo que rodeaba a los jueces. Los más activos -normalmente de más edad- no tocaban a los animales, y solicitaban a jóvenes los movieran de determinada manera para poder apreciarlos. Aún en los jurados con presencia femenina era evidente la preponderancia del varón en el juicio. Las mujeres secundaban y fotografiaban.

Cuando asistíamos a la jura de emprendados, donde se evalúan montados y jinetes por sus "pilchas" preguntamos a un espectador, enfundado en lujosa vestimenta gauchesca, cómo se elegían jurados. Nos miró algo sorprendido, aguzó la vista para identificar a los jueces, musitó sus apellidos y concluyó notificándonos -en lo que consideramos una racionalización a posteriori- que "son todos criadores de criollo". Sería la actividad de cría la que va desarrollando el criterio de selección, y a nadie le preocupa el cómo se llega a ser jurado. Salvo, claro está, los que son traídos desde el exterior. Eso era muy frecuente a principios de siglo. En 1995 había cinco, por lo general evaluando ganados propios de sus países.

La apreciación visual es el gran instrumento para juzgar, y antes era el único. Pero "Hoy, mundialmente no se pone en duda que la genealogía y el aspecto visual para valorar nuestros reproductores no alcanzan ... Hace falta también parámetros o méritos genéticos de producción ...Cada vez son más las características de producción que se van agregando a la información que recibe el Jurado. Primero el peso y la ganancia diaria, como indicativa del desarrollo y de la capacidad de engorde. Luego fue el momento de la altura...que dieron lugar a las respectivas tablas de FRAME... Ocasionalmente se mide el espesor de la grasa, como índice de terminación y, el área del ojo de bife como medida de la masa muscular". Pese a toda esa innovación "...más comúnmente se deja librado a la apreciación visual del jurado ya que la medición por métodos mecánicos (Scanogram, ecógrafos, etc.) no son sencillos y demandan cierto tiempo" (Firpo Brenta, 1995:57).

Es decir, cada vez deben considerarse más elementos. En 1995 todos los Hereford fueron sometidos a ecografías para determinar su masa muscular. Sin embargo el articulista, que recuerda sistemas multipersonales de juzgamiento, afirma que "Por ahora nada ni nadie ha podido reemplazar a un jurado unipersonal de sólidos conocimientos técnicos, de reconocida reputación e intachables dotes morales" (loc.cit.).

Como alteración del criterio unipersonal se utiliza ahora el sistema de árbitros, que reúne a tres jueces, uno de los cuales -el árbitro- debe desempatar en caso de discrepancias. Según algunos informantes se lo puso en práctica ante notorias injusticias, pero aún en pocas razas.

Tales jurados tienen como escenario natural la exposición anual, al parecer amenazada por los nuevos criterios biogenéticos de juzgamiento. Son absolutamente distinguibles por su prolijo atuendo urbano (con alguna excepción que señalamos) y concentran una gran expectativa, en especial en las juras de las especies más prestigiosas como, entre bovinos, los Aberdeen Angus y Hereford.

En esas ocasiones, ante tribunas repletas, tiene lugar el ritual de selección de campeones y grandes campeones, así como las otras categorías premiadas. El jurado avanza en grupo, uno de los jueces se acerca a la rueda donde los animales aguardan en media luna, conducidos por sus preparadores, dando la cara al público y la cola al jurado. El índice del juez se alza generando suspenso. Por fin baja y señala al animal premiado. Se le acerca, y le da una palmada en el anca. La tribuna estalla en aplausos, y el conductor del animal se quita la gorra, la arroja al aire, da un cariñoso puñetazo en la cabeza al toro, salta, en lo que se da en llamar "la danza del vencedor". Nubes de periodistas cubren el evento.

Defensa de la exposición Desde los inicios el torneo ganadero de la Sociedad Rural Argentina se juzgó trascendente. Al decir de una publicación de comienzos de siglo "...ofrece un exponente más de la marcha gallarda que el país está efectuando por la senda de sus fortunas económicas; la tiene allí mismo en la prosperidad creciente que acompaña el desarrollo de esa Sociedad poderosa (la Rural) que despierta tantas fuerzas antes inertes...". El propio presidente de la República, al inaugurar la muestra, decía: "Ningún estímulo, ni más elevado, ni de mayor eficacia que estos certámenes, ha podido ofrecerse al laborioso gremio de nuestros criadores y cabañeros" (Scarbin, 1908: 16).

Los animales hacen carrera a través de su figuración en exposiciones en general, y en Palermo en particular. La muestra es calificada como "... la culminación anual del trabajo de selección que realizan con tanto esfuerzo los cabañeros..." (Hereford 1995: 20). Es decir, la máxima instancia consagratoria. Se destaca el aspecto no económico de la muestra, su faz deportivo-competitiva: "El porqué de realizar exposiciones hay que buscarlo en el espíritu de competencia y superación del hombre que ya en épocas de la antigüedad competía en las olimpíadas griegas o en los circos romanos" (Firpo Brenta 1995: 52).

Frente a lo que se llama paradigma geneticista, las exposiciones -y en especial Palermo, considerada de élite- serían "polos de concentración de material genético superior que luego, por las distintas vías comerciales, se dispersarán y harán sentir su influencia en toda la raza, especialmente a través de... la inseminación artificial y la transferencia embrionaria". Es en la exposición donde el jurado tiene el control de sus pares, puesto que "...alrededor de una pista hay un conjunto de criadores, de expertos, de caballeros, de técnicos, etc. que estarán al mismo tiempo formándose un juicio de valor de los animales expuestos y muy raramente escapa a esa apreciación un animal superior" (Firpo Brenta 1995: 57-58). El carácter de excelencia del torneo lo convierte en un escenario donde se opera casi una selección natural.

Se compara el papel valorizador de la exposición palermitana, en su influencia sobre los productores individuales, con las carreras automovilísticas de Fórmula 1 y la aplicación de sus innovaciones a la industria automotriz en general. Se admiten modificaciones, como la consideración por el jurado de los nuevos factores biotecnológicos, pero se reafirma: "Hoy por hoy no hay una forma más precisa, ni tan demostrativa para evaluar un animal como su juzgamiento en las exposiciones. A nadie se le escapa que es una evaluación subjetiva y de hecho los veredictos no son repetibles, si se cambia de juez o aún si se repitieran en el tiempo con un mismo jurado.

Sin embargo nos dan una buena idea de la orientación, la presión de selección, las pautas selectivas y la precisión y la eficacia de los programas de las distintas cabañas. A su vez le permite a cada criador poder comparar lo mejor de su producción con el de otras cabañas" (Firpo Brenta 1995:54 y 56).

Se insiste en que un premio en muestras de jerarquía "... le añade a su productor, ya sea semen, embriones o crías, un valor agregado que pesa a la hora de comercializar" (Firpo Brenta, 1995: 57). El encuentro -que ya vimos es también social- tiene pues un interés monetario a través de una compulsa imposible de realizar en otra instancia. Pensamos en las más modestas exposiciones locales, donde la muestra de la producción nacional es mucho menos representativa.

Otro aspecto sobre el que no vamos a profundizar ahora, es el de la actividad científica durante el evento. Profesionales vinculados al agro suelen concurrir, como forma de actualización, para enterarse de las últimas novedades en sus respectivas especialidades.

Los animales El núcleo fundamental de la actividad, su condictio sine qua non es la posesión de animales. Llama la atención la personalización de esos ejemplares. No son anónimos, como la res que va al matadero. Tienen nombre y apellido, lugar, fecha y hora de nacimiento y pueden contarse sus antepasados hasta innumerables generaciones. Constituyen una auténtica nobleza de sangre19 , y sus datos genealógicos constan en un cartel junto a su box.

En las filas de la muestra palermitana los selectos animales, que ya han superado los requisitos de admisión, son atendidos como corresponde a su prosapia. En los galpones se trata de abolir la naturaleza. Toros y vacas cuentan con ejércitos de sirvientes que les cambian las camas a menudo. Algunos de ellos aguardan expectantes con urinales (baldes adosados a un palo de 1.50 m aproximadamente) para recoger la orina de los toros, que luego es volcada en tambores de plástico que personal de limpieza retirará. El estiércol es colectado con una pala. Si es posible, en el momento mismo en que cae. Si no, se revuelca el excremento en el aserrín del piso y se guarda en los citados tambores.

Expertos en acicalamiento -que no son gente de campo- limpian constantemente con aspiradoras la piel de los animales. Se peina a éstos utilizando champúes y brillantina. Se los maquilla, se aplica esmalte a sus pezuñas.

En maniobras menos cosméticas intervienen artificios para engañar al jurado: se da a beber a los animales cerveza o gaseosa para que se hinchen y luzcan mejor, lo que les acarrea trastornos bien conocidos por los veterinarios, que tienen determinado un cuadro mórbido al que llaman síndrome de Palermo.

De hecho el destino de estas manadas no es la carnicería. Son los indultados, los que asegurarán la reproducción y excelencia de la especie. Cuando se los elige campeones o grandes campeones, pasan a ocupar un recinto exclusivo, diseñado por un escenógrafo del Teatro Colón de Buenos Aires, donde se los muestra a la curiosidad pública, entre pisos de madera lustrada, cadenitas doradas y cortinas de terciopelo. Allí permanecen hasta el fin de la muestra, a diferencia de sus congéneres que, ni bien es posible, son trasladados a su destino rural.

Todas las atenciones descriptas no hacen felices a quienes las reciben. Las luces del recinto de los campeones dañan a esas supuestas estrellas de la muestra, la mecánica y movimientos a que se ven obligados los ejemplares tampoco les hace bien, la circulación constante de público les produce stress. Pertenecer tiene su costo. Por suerte, al decir de los expertos, el regreso al campo los rehabilita.

Los animales premiados y sus dueños atraviesan varias instancias de consagración. Por ejemplo, participan de la gran ceremonia, la llamada inauguración donde desfilan ante los dos presidentes (el de la República y el de la Sociedad Rural). En la última de las tres misas que se celebran en la muestra, ya próxima al cierre, llamada de campo son objeto de la bendición eclesial. En esos momentos, en su condición de elegidos, encarnan a todos los frutos de la naturaleza, son testimonio de la bondad divina. Primero son personalizados, luego sacralizados, y su excelencia y excelsitud se transfiere a sus felices propietarios.

Junto a estos animales consagrados nuevas generaciones de ruralistas se van iniciando en su tránsito por la clase y en su particular traducción de lo rural.

El espacio de socialización: la iniciación ruralista En la exposición, la presencia de niños, adolescentes y jóvenes, es conspicua en ciertos ámbitos en particular. Pasado un período de familiarización con el terreno, uno puede adivinar los lugares en los que encontrará estos grupos, los¨ futuros ¨ruralistas¨. No sólo se los identifica por los lugares a los que asisten, sino por sus vestimentas, actividades, modos de actuar, hablar y por los saberes que manejan.

Según Bourdieu, la institución de una identidad es la imposición de una esencia social. Esta se asigna a través de competencias, que constituyen ¨ un derecho de ser, que es un deber ser¨ (Bourdieu 1993:117). Los ¨gustos de clase¨, son los signos exteriores o manifestaciones de una determinada posición social, y son los que permiten identificar y ordenar a los individuos en los lugares que la institución les asigna. Estos signos exteriores no son sólo la vestimenta, sino también los modos de ser, de actuar, de caminar, de hablar, etc.

Así, en Palermo es fácil encontrar a los niños ruralistas en la Pista Central, cuando se desarrollan pruebas y muestras ecuestres, y dentro de esta categoría, en especial en las de petisos de diferentes alzadas, y ponis. Éstos son montados por niños o niñas que van desde el año de edad a los diez u once, aproximadamente. Se los ve vestidos, según la prueba o muestra de la que se trate, con gorra, saco de terciopelo y botas negros y con breaches blancos, o bien de gauchitos: bombachas, botas, camisa, faja y boina, o de criollo: pantalones de corderoy, boina escocesa, camisa y botas. Siempre están rodeados de madres y abuelas muy ansiosas (vestidas con sacones de piel, muy elegantes), que los arreglan, los dirigen, los animan y los filman y fotografían todo el tiempo. También son ayudados por peones que les limpian las botas de bosta, les sostienen y aprestan los caballos, y también los animan.

No es fácil, aquí, distinguir los grupos familiares, ya que todos se conocen y se tratan por sus nombres: Sole, Guada, Merce, Toribio, etc. Incluso los miembros del jurado los tratan así. Todos se alientan mútuamente y no parece haber competencia entre ellos: de todas formas, como hay premios para todas las categorías, todos obtienen su cucarda y se dan el gusto de pisar el espacio sagrado de la pista20 : ¨¡Misión cumplida, Sole!¨, gritaba una joven abuela a una pequeña amazona. La sensación que se percibe es que forman todos una gran familia.

Tal familiaridad se extiende a los jurados, únicos donde la presencia femenina es mayoritaria. Jóvenes auxiliares ayudan a los pequeños a ingresar y desfilar, y el mundo adulto se manifiesta protector y contemporizador. Todos juegan el mismo juego y dominan sus reglas.

Donde se distinguen grupos familiares es, por ejemplo, en las pruebas de caballo de trabajo. Esta vez, algunos padres de familia participan en las pruebas. En este caso se ven madres con sus hijos que se encargan de ir comentándoles a éstos las piruetas que realizan los hombres. También hay niños que señalan a sus madres lo raro que les parece que en vez de monturas usen aperos, y que no ejecuten el trote inglés. Es decir, todos manejan ese tipo de saberes, incluyendo a los niños. Es frecuente asimismo escuchar a los pequeños hablando en inglés entre sí y con los mayores, aunque no son ingleses, como lo revela el súbito pasaje a un perfecto castellano. Lo mismo sucedía en otro caso con supuestos alemancitos vestidos de criollos. Cabe destacar el papel conspicuo del Club Alemán de Equitación en las pruebas de Palermo, donde sus socios desfilan con estandarte.

El día de la fiesta de inauguración, estos niños tienen una participación especial: entra una parejita piloteando un pequeño carruaje tirado por ponis, y le ofrendan al Presidente de la Nación un hermoso ramo de flores. El trámite, en el que son ayudados por adultos, no los emociona mucho ni la investidura de ese señor que los besa los impresiona. Enfrentan al poder de igual a igual.

Particularmente, se distingue a estos niños cerca de los equinos (en su pabellón y pista de pruebas) ya que el caballo funciona aquí como ficción orientadora (Shumway, 1993). Pero también se los reconoce, por su comportamiento diferencial, en otros lugares, por ejemplo, en el pabellón de bovinos. Aquí, los niños ¨rurales¨21 , se distinguen de los ¨urbanos¨ ya que, mientras los primeros pasean tranquilamente, los segundos están pendientes todo el tiempo de tocar a los animales, evitar sus desperdicios (bosta, orín) y evadir sus olores. Los rurales, además, pasan debajo de las sogas que separan las filas de animales del público y caminan entre los ejemplares. Pisan terreno propio.

A los jóvenes, como a los niños, se los ve en la pista central, con motivo de alguna prueba de equinos. Los adolescentes, en cambio, participan, especialmente, en las pruebas de saltos hípicos, donde aparecen vestidos con breaches, saco, botas y gorra. Fuera de allí no es fácil identificarlos en otro espacio definido. En su caso, los familiares, si bien están expectantes, se limitan a observar las actividades que realizan. La sobreprotección merma.

Como adelantamos encontramos también adolescentes en mini-cursos organizados por asociaciones de criadores, en las que se los entrenaba como jurados. Después de algunas explicaciones se les tomaba una especie de examen en el que debían demostrar lo aprendido evaluando algunos animales. Allí era fundamental el silencio y la respuesta individual. Otro tanto ocurrió en el concurso de jurado-alumno, que ya mencionamos.

Los jóvenes de entre 20 y 25 ó 30 años aproximadamente, participan en otro tipo de eventos, aún cuando también frecuenten las carreras de caballos u otras suertes. Están en los remates y juras de ganado junto a sus padres, con unas planillas de las que sólo disponen quienes pertenecen a la Asociación de Criadores de la raza que participa del evento, y en las que figuran los ejemplares presentados. Controlan todo lo que sucede. La sensación es que están comenzando a interiorizarse de los¨negocios¨o ¨trabajo¨ de sus mayores. Demuestran conocimiento de las cabañas que participan y de cuanto ocurre. Inclusive, a veces, reemplazan a sus mayores en ciertas tareas, como la participación en jornadas que se desarrollan en la exposición, o en reuniones de criadores de alguna raza, y en juras. También son los que forman el coro de las tres misas que se desarrollan a lo largo de la Exposición, y la emocionada escolta de los regimientos militares y policiales en la Retreta del Desierto, a la que nos referiremos más adelante.

El punto de reunión de los jóvenes son los puestos, donde se vende comida y bebida, que explotan distintas entidades de las llamadas "de bien público", situados al frente del pabellón de bovinos. El de ALPI (Asociación de Lucha contra la Parálisis Infantil) es el más frecuentado, pero hay otros, como el de Misiones Rurales Argentinas, brazo religioso y espiritual de la SRA. Alrededor de las seis o siete de la tarde el mitin de jóvenes ruralistas es muy concurrido y allí nada deja de comentarse y nadie deja de conocerse. Otra vez se tiene la sensación de la Gran Familia. Aquí parecen todos primos o hermanos, y en algunos casos lo son. Otros de los lugares de encuentro son los stands de las diferentes Universidades, en especial los de cursos agropecuarios de UBA, UCA, UADE, en los que resultan habituales las guitarreadas. Curiosamente, se escuchan canciones contestatarias (v.g. de Alfredo Zitarrosa o José Larralde), con la protesta de algún peón maltratado por el olvido de sus patrones, o el desconsuelo de tener que sacrificar al viejo caballo, "porque el patrón lo ordenó". .. El particular ethos ruralista se apropia de la música en tanto producto de los campos, pero neutraliza el contenido de las letras que repite por estética, no por convicción.

La vestimenta típica de los jóvenes consiste en jeans o pantalones de corderoy, botas o zapatos náuticos, camisa, pañuelo al cuello, pullover escote en V y campera, por lo general, la clásica CACIQUE verde, en los hombres. Las mujeres llevan las mismas prendas, si están de sport, o pollera, zapatos de taco alto y tapado, en ocasiones formales.

Todas estas situaciones que se suceden a lo largo de las tres semanas de la Exposición, ocurren en forma menos clara de lo que aquí se describe. Entremezclado con esta gente se encuentra el público general, que parecería manejarse en distintos términos y utilizando diferentes "saberes". En principio su interés es otro: "...uno rompe su rutina, toma sol, ve animales", decía una señora que tomaba un café y que antes de irse averiguó en qué stand daban cosas gratis. Esto último suele ser el mayor atractivo, por ejemplo, para los jubilados que ingresan sin cargo al predio. En la llamada granja y junto al tambo, acudían los ancianos con botellas vacías para que se las llenaran con la leche recién ordeñada, que se regalaba.

"No, nosotros no llegamos hasta el fondo, vinimos a pasear un rato y a comprar algunas cositas" respondió una pareja ante la pregunta de si habían visto los animales. Suelen arrimarse, sin embargo, a las pruebas ecuestres e intentan apostar sobre la decisión de los jurados, que casi nunca aciertan.

Pero además hay cuestiones que no conocen: no manejan el calendario interno de la exposición, no saben que evento hay cada día ni reconocen el que están presenciando, no saben los días de recambio de animales (en los que es difícil encontrar público ruralista, y sí furioso público general frustrado porque no hay ni un animal), ni conocen más entrada que la principal.

Evidentemente, para el público "urbano"22 , las atracciones que brinda "La Rural", no son las mismas que, para el público "rural", brinda "Palermo"23 . Sin embargo no es que funcionen en forma separada, ambos grupos son conscientes de la presencia del otro: "ahí van los hijos de los ganaderos..." comentaban, el día de la inauguración oficial, dos señoras que miraban el gran evento desde afuera."...Usted no se preocupe, que cuando se vaya el presi, abren acá ( por el vallado de seguridad) y nos dejan entrar a los plebeyos", agregó mas tarde.

Por otro lado, para que el rito de consagración tenga eficacia, es necesaria la presencia del público ajeno: ¿a quién, si no, dedican su representación de "ruralistas", los dueños de casa?. Para ser eficaz, el acto de institución, afirma Bourdieu, debe ser un acto de comunicación que ha de expresarse ante todos (Bourdieu, 1993: 118).

Sin embargo, también es necesario que la hacienda no se mezcle: "...Si José, todos miran. ¿ Porqué no hablás con Ángeles?..." sugirió una joven madre a su niño de un año, tratando de dirigir su atención hacia la hija de una amiga y no a la persona del público general que lo miraba, festejando sus gracias, en ocasión de una prueba de petisos.

Es la Exposición Rural la que brinda la gran oportunidad de congregar a quienes se autodesignan representantes del campo argentino. Es el gran momento en el que los niños pueden exponer y compartir los pequeños grandes saberes y gustos que van adquiriendo y que les van a permitir identificarse con el mundo de sus mayores. También se constituye en el espacio en el que los jóvenes demuestran y se demuestran que son capaces de realizar las tareas que les esperan, en el futuro, como gente de campo, les permite reafirmar su moral cristiana en el coro de las misas, adherir antorcha en mano a las Fuerzas Armadas fundadoras y custodias de la Patria y exponer todo su savoir faire en las reuniones vespertinas. Palermo es, en definitiva, el espacio en el que reafirman y comparten ese deber ser, el conjunto de competencias - marcas de una esencia social, que les permite identificarse entre sí, y separarse del resto.

Por otra parte los dos públicos se unifican y comunican en los momentos culminantes de este evento, que son los festivos, y que transcurren en torno al gran símbolo unificador, que es, además de la bandera y el himno, el caballo criollo, a cuyo lomo se habría "hecho" la Patria.

Palermo es una fiesta Vimos que Palermo es lugar de encuentro para un grupo corporativo y, más que eso, para una clase social. Aparentemente ese significado poco tiene que ver con lo que van a buscar allí los anónimos transeúntes que nada entienden de campo ni de hacienda. Sin embargo, hay momentos en que ambos públicos se unen y encuentran un terreno común para compartir. Esto es notorio en los momentos cumbres, en especial en la gran fiesta inaugural, que año a año sigue un ritual preciso. La multitud acompaña con mayor o menor atención los discursos de los Presidentes (de la Sociedad Rural y de la República) así como el mensaje del encargado de la cartera agropecuaria, y sigue el desfile de los animales consagrados. Están lejos de las emociones que deben sentir los propietarios de esos ejemplares, pero, como es esperable, se interesan más por los caballos, en especial los briosos árabes.

Donde el entusiasmo aparece siempre es en la irrupción de los jinetes, los legendarios gauchos. Los colores patrios abundan en el evento, le dan un tono especial. Lucen en cintas de las que penden números de lote en el pescuezo de los toros, o en verdaderas banderas, a veces con el nombre de la Raza y su asociación, puestas sobre el lomo de los premiados. La bandera y el escudo de la Sociedad Rural también son celestes y blancos, y la primera ondea debajo de la gigantesca enseña nacional en el día solemne. En el techo de las tribunas de la pista central hay más banderas, cientos de ellas, apareadas en "V". Hay una argentina y una extranjera juntas, y una de la Sociedad Rural y otra foránea, también juntas. Es decir que tanto el pabellón nacional como el de la corporación -de idénticos colores- aparecen representando al país en el concierto de las naciones. En alguna medida la Sociedad Rural es la nación24 Ya describimos en otro lugar (Ratier, 1996) el desarrollo de esta celebración. Recordemos ahora que, luego de los discursos y del desfile de los animales premiados, se inició la fiesta propiamente dicha, acompañada por música folklórica y algún tango en vivo, a cargo de tradicionales intérpretes. Intervino un ballet, pero los verdaderos protagonistas fueron los caballos y jinetes de la Escuela Ecuestre Argentina. El público los aplaudía al igual que a los gauchos que escoltaban a personalidades extranjeras portando sus banderas, a los granaderos y a los que montaron los caballos en la presentación.

Es de destacar, en especial, el instante final, antes del retiro del Presidente de la Nación: las vueltas al galope de la Escuela Criolla de Equitación, con sus jinetes y amazonas ataviados con ponchos pampas, todos, menos los indios de la llamada Escuela India de Equitación, con grandes banderas argentinas desplegadas. Las lanzas indias solo llevaban plumas, como corresponde. El público, a su vez, portaba banderitas que le habían sido repartidas antes.

De pronto, estallaron bombas de estruendo, del tipo lanza-panfletos. En lugar de estos últimos, liberaron innumerables papelitos con los colores de la bandera argentina que cayeron sobre pista, jinetes y concurrentes. Esa densa lluvia celeste y blanca tiñó la tarde e hizo delirar al público, que aplaudía, gritaba y agitaba sus banderitas. La nacionalidad se corporizaba dramática, escenográficamente, en su símbolo máximo y unificaba a la multitud, reviviendo sentimientos inculcados desde la infancia a través de la escuela. La fiesta agro-patriótica alcanzó su climax.

Toda la prédica de la Sociedad Rural, que se atribuye la representación unívoca del campo y erige en Palermo una representación del país rural, se transparenta en estas manifestaciones donde ofrece al resto del país su concepto de nacionalidad. Éste se jacta de hundir sus raíces en la herencia hispano-cristiana y se ofrece como modelo al pueblo: "Nuestro pueblo, de acrisolada fe católica, heredada de los conquistadores que llegaron con la cruz y la espada para realizar su ciclópea obra colonizadora..." (Memoria 1978). La Cruz está representada por la Virgen de Luján, traída en sus andas por la Espada: soldados ataviados con uniformes de época. Niños con vestimenta gauchesca le ofrecen un ramo de flores, en tanto que los caballos de la Escuela ecuestre se inclinan ante ella y el público, incitado por el locutor, aplaude.

La concepción subyacente supone al campo como el lugar donde "la mejor tradición" permanece impoluta. Lejos de ese mundo urbano, que en 1996 el presidente de la corporación -de notoria residencia porteña- calificara como "ajeno" es allí donde reside no solo el porvenir económico de la República, sino sus valores eternos y sus raíces morales. El culto al caballo y la ropa gauchesca, junto a la música folklórica obsesivamente ligada a la muestra, eliminan, en este concepto de patria que se quiere transmitir, las diferencias de clase y de fortuna. El instante mágico une a todos en torno a la argentinidad.

El caballo criollo en especial concita esta pretendida identidad. Vimos que entre sus criadores se inmiscuyen algunos aficionados, en la categoría castrados. Allí los jurados se atreven a mostrarse en ropas camperas ejerciendo su cometido. En las pruebas de rienda pueden competir patrones y peones habilidosos. Ese día el traje gauchesco es casi la prenda dominante.

Cuando lo que se juzga es atuendo y monturas (emprendados), eso sí, son los ruralistas y solo ellos los que dictaminan qué es lo tradicional y qué se aparta de él. Rehabilitan arreos perimidos hace un siglo o anacronismos como la bota de potro, y tienen la última palabra en la estética de chapeados y sogas. Así como monopolizan registros genealógicos, se apropian también de la tradición, cuya "pureza"determinan de forma inapelable..

Ese modelo identitario25 excluye completamente al indígena, el derrotado de "la guerra de los tres siglos" (SRA.Tiempos de epopeya, 1966). Su inclusión en la fiesta es distorsionada e ideológica. Aparece, eso sí, por su condición de jinete, que comparte con el gaucho. Ni en esta ni en ninguna actividad hay exaltación alguna del migrante europeo, el famoso gringo26 .

Hacendados y militares tienen, desde aquella guerra, una vieja alianza: los primeros como proveedores de la Caballería, los segundos como defensores de rebaños, plasmada hasta hoy en las fluidas relaciones con la Dirección de Remonta y Veterinaria. Esta institución castrense sigue otorgando premios al "caballo de guerra", aunque en verdad se dedique al de deportes. En la muestra se ceden gratuitamente stands a las Fuerzas Armadas. Visitamos los de la Marina y la Aeronáutica, donde se procuraba difundir lo que ambas instituciones hacen por la población en general, más que su poderío bélico (pese a un helicóptero artillado usado como elemento decorativo, de gran éxito entre el público infantil). Según confesión de un oficial, para mejorar la imagen de su fuerza, tan deteriorada en estos días...

Los militares intervienen también en las justas ecuestres, una de ellas exclusiva para regimientos y que ganó, por sus perfectas evoluciones, el de Granaderos a Caballo.

Esa comunión entre Sociedad Rural (travestida en gaucho), Iglesia y Fuerzas Armadas se insinúa en la fiesta, pero tiene manifestaciones más inequívocas en las misas, las actividades de Misiones Rurales y, en especial, en la Retreta del Desierto. Allí la juventud ruralista se moviliza en torno a la hoguera simbólica donde los soldados perdidos se reencuentran, ilumina su camino con antorchas y aplaude entusiasmada las marchas militares. Las misas son, en general, para un público restringido, casi totalmente interno, y la Retreta es la ceremonia final el día del cierre. Son solemnidades más íntimas, dedicadas a los iniciandos y a su afianzamiento ideológico. Cabe acotar que la presencia de misas y celebración militar se repite en las exposiciones rurales del interior. Pese a las discrepancias entre corporaciones, el ritual revela un común trasfondo ruralista.

Palermo -a lo largo de todas las actividades, pero especialmente en la inauguración oficial -que es una suerte de racconto de todas ellas- es un poderoso mecanismo de generación de consenso hacia la legitimidad de la corporación convocante, no solo a nivel agropecuario sino general. La fiesta es la forma elegida -y eficaz- para transmitir el mensaje. La que nos ocupa se vincula con las celebraciones escolares en tanto inculcación de un arbitrario cultural, pero es muy superior en sus efectos en tanto manipulación -conciente o no- de un espectáculo. Su repercusión se relaciona, sin duda, con los habitus que la escuela nos transmite en la infancia 27 .

Junto con la faz comercial, Palermo vende así una imagen de país centrada en lo agropecuario como motor irreemplazable de la economía "sana", en la común pertenencia religiosa católica y en el papel de las Fuerzas Armadas como creadoras y reserva de la nacionalidad28 . El elemento nuclear de esta fiesta que se ofrece a todo el público, es el caballo y sus jinetes, cuyo trasfondo heroico se revela en las figuras que cabalgan: los granaderos, los gauchos, las amazonas, que la música liga con la guerrillera independentista altoperuana Juana Azurduy. ¿Quién puede oponerse a esa exaltación de lo patrio, a ese revolotear de banderas que hasta caen del cielo, como los papelitos de una cancha de fútbol? El rito participativo complementa los otros, los de la institución de una diferencia de clase que separa radicalmente a los dueños del ganado y a sus consumidores. La presencia de las máximas autoridades nacionales sacramenta el pasaje y jerarquiza el encuentro.

Concluyendo A modo de síntesis del periplo recorrido, subrayemos algunos puntos.

1. En torno a la cría de ganado se nuclea una clase social que excede en mucho esa actividad29 . Sus integrantes tienen como referente un mundo rural construído, a partir del cual elaboran e inculcan preceptos ideológicos que consideran pueden servir de modelo a un concepto de Nación de cuño tradicional, siendo ellos los depositarios y fiscales de esa tradición. Es la argentinidad y el gauchismo, consistente en el cultivo de las artes ecuestres y el uso de atuendos criollos en determinadas ocasiones, basan un concepto de Nación donde no existirían contradicciones entre las clases sociales rurales que se unificarían en torno a la alianza del Campo, la Iglesia y las Fuerzas Armadas.

2. Basan su prestigio social en la cría de animales de raza pura con prosapia noble traída en origen desde Europa, en particular de Inglaterra. Dichos animales son los habitantes privilegiados del espacio estanciero y alcanzan dimensiones de verdaderas personas30 . El principal escenario donde la producción ganadera es evaluada y seleccionada, es la exposición anual de la Sociedad Rural Argentina, en Palermo, Buenos Aires. Allí también los animales son personalizados. La concurrencia a esta muestra más que secular deviene una suerte de obligación para el grupo. Si no se puede mandar (animales) a Palermo, al menos hay que ir.

3. La hegemonía de la Sociedad Rural Argentina sobre la actividad ganadera nacional se basa en mecanismos tales como el control de los Registros Genealógicos de las distintas especies animales, ya en su propia sede ya en las Asociaciones de Criadores que a ella se integran. Al perder importancia el registro del pedigri frente a criterios biogenéticos, estas asociaciones están en pleno proceso de renovación tecnológica para controlar los nuevos parámetros. La SRA posee también el monopolio de la designación de jurados provenientes por lo general de las filas de esos mismos criadores. La autoatribución de la representación de todo el agro se fundamenta en la categoría globalizante hombre de campo cuyos alcances serían internacionales (V. Ratier, 1996). En el universo simbólico, la corporación ejerce también la exclusividad en la determinación de la verdadera tradición, fijando criterios inapelables al respecto, que pretenden imponer a las clases populares campesinas y urbanas.

4. Dentro del universo de los Criadores son distinguibles grupos diferenciales caracterizados por la adhesión a determinadas razas bovinas o equinas que alcanzan dimensiones institucionales, y donde intervienen elementos que se ligan a un universo estético y casi filosófico traducido en conductas diversas.

5. Los ruralistas tienen, dentro del predio ferial de Palermo, espacios exclusivos y actividades propias. Se comportan como integrantes de una Gran Familia con costumbres y pautas de conducta específicas, asimilables a los habitantes de una casa. El público externo, en cambio, amorfo y atomizado, asiste como extraño y espectador a lo que puede considerarse una vitrina o un escenario. De tal forma en el espacio de la muestra se ponen en juego instancias que sobrepasan con mucho su dimensión comercial o competitiva.

6. El elemento que concita el interés de ambos públicos es el caballo, en particular el de raza criolla. En la llamada ceremonia inaugural -donde, paradójicamente, no se inaugura nada, estando muy próxima al cierre- además del encuentro entre el poder ruralista y el nacional, se realiza una verdadera fiesta cuyo desarrollo presenta, dramáticamente, una concepción de la historia nacional como fusión de instituciones tradicionales y pueblo criollo, de la que indios y gringos se excluyen. El indio, en tanto su papel es falso y estereotipado, burdamente naturalizado31 . El gringo, supuesto no jinete, ni aparece. Aquí también lo ecuestre es central.

7. Niños y jóvenes de familias ruralistas reciben, también a través del recurso hípico, una verdadera iniciación en sus futuras responsabilidades dirigentes. Conducidos y protegidos por los mayores hacen sus primeras armas en los certámenes de petisos y, cuando más grandes, en las pruebas de salto. Participan también en actividades grupales, como cursos de iniciación como jurados y en otras, más ideológicas, como las misas y la Retreta del Desierto que sellan su adhesión a la Iglesia y las Fuerzas Armadas, aliados tradicionales de su clase.

La compulsa por el ganado, la lucha por el prestigio en la que muchos pugnan por entrar a las filas de la añeja Sociedad Rural Argentina, son solo algunos de los significados de este mágico predio de Palermo donde, una vez al año, se construye un país distinto, y sus habitantes naturales se encuentran, se re-conocen y renuevan su stock genético para que la especie ruralista no se pierda.

NOTAS

I Universidad de Buenos Aires. Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría.

II Graduado y estudiantes avanzados Carrera de Ciencias Antropológicas UBA. Instituto de Ciencias Antropoló gicas Facultad de Filosofía y Letras UBA.

III Proyecto SECyT-UBA FI163. Corporaciones agropecuarias y asociativismo en la región central de la pampa bonaerense.

1 Marcelo Pagliaro trabajó sobre datos históricos acerca de la primera exposición de 1875. María Dolores Cárcova abordó el tema de la muestra como espacio de socialización. Guillermo Borzi analizó el evento como fiesta. Hugo Ratier procuró utilizar esos aportes respetando su contenido y tratando de unificar la redacción.

2 Esta situación no siempre fue así. El lanar alcanzó gran importancia y volumen desde mediados del siglo pasado y hasta 1900 hubo importantes rebaños en la provincia de Buenos Aires. Con el nuevo siglo se afirmó el vacuno como producto exportable (V. Giberti, 1986).

3 Utilizamos criadores en sentido general comprendiendo a todos los implicados en la producción pecuaria. No hacemos la conocida distinción entre criadores e invernadores.

4 La prioridad de lo ganadero aparece claramente desde la primera edición de la muestra, en 1875. José María Jurado, presidente de la Sociedad Rural Argentina manifestó en su discurso: "Por ahora la agricultura propiamente dicha está muy incompletamente representada aquí y solo se muestra bien en los ramos de jardinería y arboricultura, que tan grande desarrollo han tenido en la provincia en estos últimos años. La ganadería será principalmente la que ocupe nuestra exposición y así debía suceder porque la ganadería es en nuestro país la fuente de su producción, de su riqueza, y como la riqueza, que tiene su origen en el trabajo es el progreso en las sociedades modernas, la ganadería representa el progreso para nosotros" (Anales 1875: 124, énfasis nuestro). La referencia a jardines y bosques aludía, sin duda, a los parques y arboledas que adornaban los cascos de las estancias, montados por famosos paisajistas. Se predica más adelante la necesidad mutua de ganadería y labranza, aunque sugiriendo la subordinación de la segunda a la primera: "... debemos ayudar mas aun a la ganadería y buscar los medios de perfeccionarla, haciendo que nuestro suelo nos produzca con el cultivo de los ganados, más proligidad (sic), más lana, más cuero, más sebo, más carne con las otras razas". Ernesto Oldendorff, Jefe del Departamento Nacional de Agricultura dirá en el mismo acto inaugural, representando al gobierno: "La agricultura, señores, en el verdadero sentido de la palabra, es la base más firme del Estado... Nuestro país es una nación ganadera por excelencia ... La ganadería es uno de los más importantes ramos de la agricultura, representa la mayor parte de la riqueza de un pueblo, no siendo aventurado afirmar, que su estado ó condiciones, indican el grado de progreso del país, su civilización misma" (Anales 1875: 125; énfasis nuestro). La ganadería se considera entonces rama de la agricultura.

5 ... "el capital que representa la institución es el de sus socios y huelga decir que no se tiene siquiera una remota idea de lo que representa en cifras monetarias...(aunque se sabe que incluye)...los bienes más cuantiosos de la economía argentina... los más grandes propietarios del país son socios de esta organización, dentro de la cual... tratan de crear un baluarte inexpugnable para la defensa de sus tradiciones e intereses...(no obstante lo cual) Cada asociado, tanto el más rico como el más pobre, no representa otra cosa que un voto" (Newton, 1966, citado en Palomino 1988:27) José Luis de Imaz, por su parte, señala una paulatina apertura de la entidad. Los integrantes de las comisiones directivas no integran, necesariamente, la que este autor conceptúa como la clase alta de Buenos Aires, pero en todas ellas aparecen miembros de familias tradicionales que él denomina elenco estable, quienes sí representan a la citada clase y dan el tono a las acciones implementadas (Imaz 1968:37). De tal forma la presencia de socios de otra extracción no pone en peligro la hegemonía. A su vez, Palomino demuestra que solo 24 personas concentraron el poder en la Sociedad Rural en las casi tres décadas que ella analiza (1988:11).

6 Salvo una, todas las asociaciones de criadores tanto de vacunos como de equinos, ovinos y porcinos tienen su sede en Buenos Aires y se relacionan con la Sociedad Rural Argentina. La disidente es la Asociación de Criadores de Ovejas Lincoln, que funciona en Tandil. La disidencia data de algunas décadas. Uno de sus dirigentes, entrevistado, se refirió al tema diciendo: "Cuando nos peleamos y nos fuimos de Palermo...". El predio de las exposiciones se conceptúa como sede simbólica de las citadas asociaciones. Palomino apunta que sobre 145 dirigentes de la SRA estudiados, un tercio son criadores en especial de Aberdeen Angus, Hereford y Shortorn. Cinco sobre ocho presidentes son cabañeros de Aberdeen Angus (Palomino 1988:50-51).

7 En 1955 el gobierno peronista nacionalizó por ley los Registros Genealógicos que la Sociedad instaurara en 1869. Siguiendo una tendencia mundial éstos pasaron a la órbita del Ministerio de Agricultura y Ganadería. El gobierno militar restauró, en 1956, la situación anterior, restituyendo los libros en disputa a los ruralistas (Palomino, 1988: 36).

8 No es casual que Inglaterra haya inaugurado los Herd Books. Alan Macfarlane destaca la afición a los registros de los británicos, que a su entender justifican en parte la afición de los científicos sociales por el caso inglés:: "Inglaterra constituye, tal vez, la más bien documentada de todas las naciones del mundo en estos últimos seiscientos años. La combinación de burocracia y alfabetización, en gran escala, sistema feudal, paz y clima razonable para la preservación de los registros hicieron posible que, desde mediados del siglo XIII en adelante, podamos estudiar en considerable detalle la historia de las personas comunes" (Macfarlane 1980: 22, mi traducción) 9 En trabajo anterior (Ratier, 1996) marcamos lo que considerábamos notable discurso político en los rematadores de hacienda, a nuestro entender insólito en alguien que vende un producto. Nuestro crítico ruralista nos hizo notar que "no son ballenitas". Vender ganado daría derecho a opinar sobre la marcha general del país.

10 Un libro publicado en 1908 sobre nuestras estancias dedica muchas páginas a enumerar las genealogías de los animales existentes en ellas. A título de ejemplo: "Mutineer 5001 H.B.A.; 69.169 H.B.I., ha servido de padre en Villla María por espacio de un año. Con decir que ha nacido en Collynie de W. Duthie, que es hijo de Scotisch Areet 59.893, nieto del reputado William of Orange, y medio hermano del Campeón Marengo, que pertenece a la familia de las Minies de reputación mundial, son suficientes datos para que los entendidos juzguen la sangre que circulaba en sus venas" (Scrabin, 1908: 29).

11 Una de las más notorias fue el "olvido" de incorporar al Ingº Horacio Giberti, ministro de Agricultura en 1973-74.

12 "La labor de inculcación ... puede tender a hacer naturales las rupturas decisorias que constituyen una arbitrariedad cultural... en la forma del sentido de los límites que inclina a unos a mantenerse en su lugar y a contentarse con lo que son, a ser lo que han de ser, privándoles así de la privación misma. También puede tender a inculcar disposiciones duraderas como los gustos de clase que, siendo en principio una 'elección' de los signos externos en los que se expresa la posición social, como la ropa, pero también la conducta o el lenguaje, hacen que todos los agentes sociales sean portadores de signos distintivos -los signos de distinción no son más que una subclase de éstos- apropiados para ser reunidos o separados con tanta seguridad como las barreras y las prohibiciones explícitas -estoy pensando en la homogamia de clase" (Bourdieu, 1993: 120).

13 Los frigoríficos utilizan carne de caballo. Se destinan a ese mercado los animales viejos y los salvajes cazados, por ejemplo, en la provincia de La Pampa. Pero, a semejanza de Francia, caballos de tiro como el Percherón se crían hoy en día solo para carne. El dato nos fue confirmado con pesar por personas de la Asociación de Criadores de esa voluminosa especie.

14 La exigencia de productividad lleva a flexibilizar las condiciones de pureza. Veterinarios nos comentaban la presencia creciente de sangre Charolais en los rebaños de Hereford.

15 Las razas son, además, marcas. Con el apoyo de las Asociaciones de Criadores se lanzaron al mercado sendos vinos llamados Aberdeen Angus, Hereford y Shortorn. La marca Hereford designa además cortes de carne envasada para exportación y dos restaurantes en Buenos Aires, además del temporario que todos los años abre en la exposición rural.

16 "En la actualidad nuestro entrevistado no se dedica a la cría caballar, mantiene una manada, pero no sigue con los registros, sin descartar volver , se dice en una entrevista a un ex-presidente de una corporación equina.

17 "No va a ser la AFA" observó irónico nuestro lector ruralista ante nuestra acusación de monopolio.

18 En trabajo de campo posterior recogimos el testimonio de un veterinario quien, en funciones, criticó el mal manejo que un propietario hacía de la hacienda. Este apareció vestido de blanco, y al hacer su presentación al profesional, hizo seguir su nombre y apellido por el título de "Jurado de Admisión en Palermo", indicando con ello su notoria sapiencia.

19 "Además de estos ejemplares célebres de que se ocupa la revista inglesa, en "Las Acacias' existen otros animales cuyos títulos de nobleza ascienden a más de 25 generaciones y no han de resultar nuevo, por lo mismo, a los que conocen los diversos orígenes de la tribu del Shortorn" (Scrabin, 1908: 113) 20 "Finalmente quiero expresar un deseo: que mi única hija, Clarita de 10 años de edad, que ya presenta petisos en la pista de Palermo, llegue a sentir la a Asociación con el mismo cariño que su bisabuelo, su abuelo y su padre", expresa esperanzado un conspicuo dirigente ruralista, revelando la importancia formadora de la monta de petisos como inicio de carrera (Asociación, 1994: 5).

21 Si bien se marca esta distinción, cabe aclarar que los que llamamos rurales o ruralistas, no necesariamente viven en el campo. Algunos habitan en los pueblos cercanos a las estancias, y otros incluso, en Buenos Aires. Esta distinción surge mas bien del análisis que se viene desarrollando, y tiene más que ver con la pertenencia a una cierta posición social y a una cierta tradición e identidad.

22 Urbano se utiliza, aquí, por oposición a rural, en el sentido indicado en la nota anterior.

23 Mientras que en la ciudad, popularmente, a esta exposición se la denomina " la Rural", para los ruralistas es "Palermo", nombre que se ajusta al emplazamiento de la misma. Referirse al evento con una u otra denominación denota significados completamente diferentes.

24 En 1910, en Olavarría (Buenos Aires) cuando la Provincia dona a la Nación un terreno para erigir una escuela agrícola, es la Sociedad Rural local la que lo recibe, en nombre del Estado argentino.

25 "En realidad las opciones identitarias que toman los individuos en determinadas circunstancias, reflejan las posibilidades o modelos que la sociedad les ofrece a ese efecto. Es decir que las personas optan, pero lo hacen dentro de los marcos de opciones delineadas previamente dentro de determinadas estrategias políticas. Los distintos grupos sociales que interactúan y se enfrentan, proponen cada uno una serie de opciones de identificación y de rechazo a través de las cuales legitiman sus prerrogativas, pues en la medida en que logran generar identidad pueden asumir la representación de los otros sectores" (Juliano, 1992:55).

26 Debemos esta observación a Eduardo Archetti. El indio comparte una cultura del caballo que el gringo nunca habría dominado, afirmación, por cierto, discutible. El europeo es excluido de la representación de lo nacional que comentamos. Su perfil puede ser el de un trabajador esforzado, jamás el de un héroe, y menos ecuestre.

27 Para Bourdieu la acción pedagógica, en tanto violencia simbólica, perpetúa un habitus..."...producto de la interiorización de los principios de una arbitrariedad cultural capaz de perpetuarse una vez terminada la acción pedagógica y, de este modo, perpetuar en las prácticas los principios de la arbitrariedad interiorizada" (Bourdieu y Passeron, 1977: 72).

28 En las "Memorias 75-76" de la Sociedad Rural, la fecha del golpe militar es un punto de inflexión entre reclamos, huelgas y atentados, que dan paso a felicitaciones, agasajos y congratulaciones, llenas de esperanza que contrastan notablemente con el escepticismo reinante unas paginas atrás. Se lee, por ejemplo: "En nombre de la CD y en el mío propio me es muy grato dirigirme al Excelentisimo Señor Presidente, para expresarle cuanto apreciamos el sacrificio personal y vocación de servicio con que Vuestra Excelencia y los demás oficiales del ejercito, Armada y Fuerza Aérea han encarado la difícil misión de revertir la decadencia argentina" (carta a Videla, Memoria 75-76: 85).

29 La Sociedad Rural Argentina integra el Grupo de los Ocho, siendo la única entidad agropecuaria en el mismo. Llama la atención a un observador desavisado el protagonismo del Presidente de la Corporación en estos días en torno a la llamada flexibilización laboral si se tiene en cuenta la escasa incidencia de los productores agrícolas como fuente de empleo. Evidentemente, hay otros intereses comunes con las demás corporaciones.

30 En el libro de Scrabin (1906), que hemos utilizado como referencia, impresiona el material gráfico que inserta en su crónica sobre grandes estancias. Hay, por lo general, una foto del dueño del establecimiento trajeado, apoyado en su escritorio, otras de los edificios y algunos ambientes interiores del casco, y el resto, en por lo menos 70% son retratos de animales ilustres cuya prosapia se desgrana. Abundan los "padres de la cabaña", las tropas de vacas de pura raza, algunos conjuntos de seis animales con nombres y apellidos llevados del cabestro por anónimos peones y fastuosas construcciones de mampostería rotuladas como galpones para toros o caballos. Como demostración de sensibilidad social, de vez en cuando aparecen las viviendas para los trabajadores, largas tiras mostrando hileras de puertas sin ventanas, muy inferiores al habitat de los animales. Eso sí, de material, cosa que se destaca dado que lo más frecuente debía ser el rancho de barro y paja.

31 Al presentar a la titulada Escuela India de Equitación el locutor oficial manifiesta -y lo ha repetido en dos ocasiones, en 1995 y 1995- que "nació espontáneamente en las profundidades del desierto, con los malones, más allá de los fortines". Semidesnudos, con pelucas, montando en pelo y presentados con músicas que evocan coyas y tobas, estos supuestos mapuches o tehuelches simbolizan la brutalidad. Hasta se les hace jinetear un "potro" castigando a rebenque (prohibido en la exposición). Ellos, los inventores del basto, que domaban de abajo, sin castigar...

BIBLIOGRAFÍA

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INDICE

Agradecimientos 1

Un encuentro de pastores 2

Pertenecer 5

La distinción: usos y costumbres 8

Dime lo que crias... 13

Arabes 18

Criollos 19

La condición de criador 22

La consagración. Juras, jurados e irrupción genética 25

Defensa de la exposición 28

Los animales 29

El espacio de socialización: la iniciación ruralista 31

Palermo es una fiesta 36

Concluyendo 41

Notas 44

Bibliografía 47

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