V Congreso de Antropologia Social

La Plata - Argentina

Julio-Agosto 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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QUINTO CONGRESO ARGENTINO DE ANTROPOLOGIA SOCIAL

COMISION: Antropología política y jurídica.

POLITICA AMBIENTAL Y REPRODUCCION SOCIAL

Marcelo Sarlingo NuRES, Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría, UNCPBA

La presente elaboración es parte de una investigación más amplia sobre políticas ambientales en el Partido de Olavarría, realizada desde la Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría. He tomado un aspecto colateral de la misma para desarrollar esta ponencia, aspecto que vincula problemáticas de Ecología Política en diferentes niveles, como un acercamiento para explicar más profundamente las interacciones entre la Cultura y la Naturaleza.

A principios de 1996, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires anunció un plan de re-jerarquización de la región Capital, o sea, de la amplia zona que engloba a La Plata, Berisso y Ensenada. Desde sectores políticos opositores al oficialismo y desde ONGs se señaló que la propuesta gubernamental se centraba sólo en grandes obras viales y de infraestructura, soslayando otros aspectos de la problemática de la región, especialmente el ambiental.

Lo interesante de este hecho, absolutamente "normal" en los términos del juego político en el marco del sistema democrático, es la aparición de la "cuestión ambiental" como campo de disputa discursiva, en el sentido en que Bourdieu le otorga a la palabra campo: "...Puede definirse como una red o configuración de relaciones objetivas entre posiciones. Estas posiciones se definen objetivamente en su existencia y en las determinaciones que imponen a sus ocupantes, ya sea agentes o instituciones, por su situación actual y potencial en la estructura de distribución de las diferentes especies de poder o de capital simbólico - cuya posesión implica el acceso a las ganancias específicas que están en juego dentro del campo - y de paso, por sus relaciones objetivas con las demás posiciones (dominación, subordinación, homología)..." BORDIEU, P. y WACQUANT, L., 1995: 64.

Diversos hechos "naturales" de la práctica política contemporánea ilustran la complejidad de la lucha por la apropación de la interpretación de las claves de "cuestión ambiental". El arco de la oposición al Plan de Re-Jerarquización de la Región Capital de la Pcia. de Buenos Aires aglutina actores como: ONGs con diversas capacidades de acción (como las del denominado Frente Sur, entre las cuales se cuentan las ONGs de Quilmes y Bernal, que fueron claves en el rechazo a la instalación de la planta de procesamiento de desechos tóxicos aprobada por la Legislatura Provincial), que se cuentan por cientos según los registros oficiales de la Secretaría de Política Ambiental de la Pcia. de Buenos Aires. En este abanico de actores e instituciones se encuentran la mayor diversidad de posiciones ideológicas y también los mayores niveles de conocimiento de procesos puntuales de degradación ambiental, aunque generalmente con escasas posibilidades de influencia concreta en la problemática.

Partidos políticos, especialmente el FREPASO, que incorpora la temática de manera más crítica y menos tecnocrática que el radicalismo y que impulsó la elaboración de una propuesta de gestión ambiental alternativa a la visión sostenida desde el poder provincial, representantes vecinales, muchos de los cuales mantienen desde hace décadas luchas por la calidad de vida en territorios urbanizados contiguos a la localización de grandes empresas privadas o estatales, como por ej. las organizaciones vecinales de Berisso y Ensenada, que han negociado continuamente a partir de los impactos ambientales del Polo Petroquímico de YPF, o los vecinos de Vicente López con su oposición a soportar el impacto ambiental (especialmente la creación de nuevas zonas inundables) de las autopistas construidas durante la década de los ´90, etc..

organizaciones gremiales y educativas, que han incorporado la temática ambiental desde principios de los ´90 con bastante compromiso, y en el caso de las escuelas incorporaron la temática en las actividades cotidianas desde mucho antes que esta estuviera presente en documentos oficiales. Lo interesante es que esta cuestión se instala a partir del desarrollo de las experiencias de reconocimiento del medio físico y urbano que docentes y profesores de educación física trabajan con sus alumnos. Al utilizar información del espacio que rodea al alumno, se descubre la genética de procesos de degradación de la calidad de vida: por ejemplo, a la irrefutable presencia de cursos de agua contaminados en la mayoría de los partidos del Gran Buenos Aires y especialmente en la zona Sur, rápidamente los mismos alumnos la asociaban certeramente a la creación de basurales a cielo abierto, carencias de infraestructura de servicios, localización industrial descontrolada, etc., todos aspectos relacionados con la microtopografía de sus propios lugares de residencia (GARBINO et al.., 1996).

Institutos y cátedras universitarias, también un sector de gran complejidad institucional, cuya ventaja es la capacidad de sistematización y la producción teórica, frente al conocimiento generalmente indiciario de las ONGs.. Es fundamentalmente el capital simbólico, y especialmente el de diversos institutos de investigación pertenecientes a las distintas facultades de la Universidad Nacional de La Plata, lo que llevó a los sectores universitarios a un creciente protagonismo político en el campo de la "cuestión ambiental" del Gran La Plata, y otros actores de menor visibilidad, como profesionales independientes, vecinos comunes y militantes sociales aglutinados bajo comisiones de parroquias barriales, grupos informales independientes, etc..

Pero no es sólo la presencia de este amplio abanico de actores que se oponen a la hegemonía del poder político gobernante y a su interpretación de la cuestión ambiental lo que nos muestra la estructuración de una arena discursiva cuyo eje es la poblemática ambiental contemporánea. Desde los inicios de los ´90, el aparato estatal a nivel provincial ha ido reorganizándose para posicionarse de manera diferencial frente a los cuestionamientos emanados de esta arena.

El grado más alto de elaboración de una respuesta desde el poder es justamente la constitución de la Secretaría de Política Ambiental de la Pcia. de Buenos Aires, que depende directamente del Poder Ejecutivo. Anteriormente, la temática ambiental se fragmentaba en diferentes organismos, y generalmente el manejo de los recursos le correspondía a los organismos que se operaban en el área de la producción, las cuestiones de infraestructura y gestión territorial a las oficinas y secretarías de Obras Públicas, y los impactos ambientales sobre la población eran responsabilidad de estructuras subordinadas al Ministerio de Salud.

Sin entrar a discutir los aspectos operativos y las constricciones de funcionamiento de la recientemente creada Secretaría, es obvio que en lo que va de la década un aspecto fundamental es la voluntad del poder político en asumir la cuestión ambiental como una de sus áreas más importantes. Al punto tal de que desde uno de los principales centros de gravitación de este poder político como lo es la Legislatura Provincial se producen constantemente materiales dirigidos a la conformación de una nueva sensibilidad ciudadana.

Sin embargo, es necesario recordar que la "cuestión ambiental", en efervescencia durante la década del ´60, es una problemática radicalmente crítica, haciendo especial referencia a las sociedades del capitalismo avanzado, o también llamadas postindustriales, o postmodernas. El impacto internacional de esta cuestión trajo a primer plano una serie de cuestiones no resueltas por el desarrollo hegemónico del capitalismo, provocando la emergencia del Ambientalismo como actor político a escala internacional, y mostrando las resistencias a los mecanismos reductores de la diversidad sobre los que se basaba la expansión de la cultura occidental.

La profundidad de esta crítica al sistema capitalista no sólo evidenció la perversidad de sus prácticas de relacionamiento con el orden natural, sino que está obligando a revisar las construcciones simbólicas que nuestra sociedad ha estructurado para apropiarse de los recursos naturales a escala planetaria (apropiación privada por parte de los sectores dominantes de una minoría de países, que por otra parte jamás fue un proceso homogéneo ni lineal). Así es que tales construcciones están plagadas de contradicciones que poseen una alta visibilidad cuando centramos nuestro análisis en el "esfuerzo" de integración comunicacional que se manifiesta al incorporarse una ideología "verde" a planos de la estructura social muy diferentes y variados, como por ej.

"...la gestión económica y empresarial, la problemática del empleo, la acción política, la esfera del consumo y la gestión educativa, la gestión de la salud colectiva, e inclusive en planteos de cambios estructurales de las economías de países europeos." (SIMONIS, U.; 1989: 375).

En el seno del ecologismo, descripto en tanto movimiento de alcance internacional, quedan englobadas numerosas tendencias, las cuales no siempre articulan sus acciones en un mismo sentido: "...el campo denotado por la expresión ecologismo es vasto y complejo. Comprende: 1) Asociaciones autodenominadas ambientalistas, el movimiento ecologista en "strictu sensu" ; 2) sectores ecologistas de la comunidad científica, presentes hoy en las universidades e institutos de investigación; 3) individuos-colectivos, formadores de opinión, que tienen una orientación ecologizante; 4) Partidos Verdes; 5) pequeños y medianos empresarios que incorporaron la dimensión ecológica en su racionalidad microeconómica; 6) grupos y redes orientados al desarrollo del potencial humano; 7) la comunidad de los técnicos de las agencias estatales del medio ambiente; 8) movimientos sociales que no se identifican como movimientos ecológicos, pero tienen orientaciones valorativas y prácticas concretas ecologizadas; 9) sectores minoritarios ecologizados, pertenecientes a macroestructuras: agencias estatales, corporaciones multinacionales, partidos políticos, asociaciones profesionales (sindicatos y otros), asociaciones empresariales y organizaciones religiosas; 10) campesinos cuyo modo de producción toma en consideración la dimensión ecológica, ya sea por una lógica históricio-tradicional. o por un proceso de reciente aprendizaje." (VIOLA, E. Y LEIS, H.; 1990: 14).

La emergencia de esta pluralidad va paralela a los riesgos que implican a sociedades enteras como producto de la evolución del modo de producción capitalista. Para muestra de que la "cuestión ambiental" no sólo es cruce de discursos, sino que los mecanismos de su producción son estructurales al modo de producción capitalista, hay que atender a eventos que son cada vez más frecuentes en la trabajosa dinámica de la reproducción de nuestro sistema de vida. Para poner un ejemplo, veamos lo que sucedió a principios de este año, en el territorio del país con la economía más "exitosa" del planeta.

El dos de enero de 1997, los japoneses despertaban con amenazas de catástrofe. Un enorme buque tanque ruso, el Nakhodka, se partió en dos en medio de una tempestad, a 106 kilómetros de la costa occidental japonesa. Quince días más tarde, el petróleo derramado estaba llegando a las playas de la bahía de Wakasa, lugar donde se halla la más alta concentración de plantas de energía nuclear de todo el planeta. El riesgo potencial de que el petróleo crudo bloquee los sistemas de enfriamiento de las plantas era muy alto, dado que éstas utilizan como insumo directamente el agua de la bahía. De suceder, deberían haberse detenido 15 reactores que sostienen el corazón industrial del Japón con sus aportes de energía (Japón soporta su infraestructura industrial sobre la base de un tercio de generación nucleoeléctrica).

El gobierno con mayor superávit del mundo sólo pudo poner en práctica una serie de medidas coyunturales: "...Los funcionarios gubernamentales dijeron que habían hecho todo lo que podían. Miembros de la dirección de Seguridad Marítima batallaron contra enormes olas durante tres días, antes de que finalmente pudieran instalar barreras marítimas alrededor de la sumergida proa. Helicópteros rociaron detergente en el mar para descomponer el petróleo. Pero eso tampoco dio resultado debido a las condiciones climatológicas. Cuando el petróleo comenzó a llegar a la costa, el gobierno despachó a 150 soldados y a 13 camiones aspiradores para ayudar a limpiar el lodo..." (ITOI, K. 1997:23).

Hechos como el precedente demuestran que la "cuestión ambiental" es uno de los más grandes interrogantes de la economía globalizada. Pero la amenaza formulada por los partidarios de la economía crematística no es tanto del orden del agotamiento de los recursos o centrada en la reducción de la biodiversidad, sino en el impacto, a corto plazo, de la internalización de costos ambientales. Así lo han demostrado aún los empresarios más sensibilizados frente a los niveles de incertidumbre en la relación Cultura/Naturaleza, como son los ciento veintitrés integrantes del Consejo Empresario Mundial para el Desarrollo Sostenible: "...Actualmente, muchas empresas están tratando de adecuarse a los cambios que se producen en lo referente al cuidado del ambiente. Por ejemplo, al tener que asumir el principio "el que contamina, paga", se obligarán a reflejar en sus estados contables el costo del daño ambiental que han generado, adaptarse a la generalización del uso de instrumentos económicos que premian la ecoeficiencia y castigan al contaminante, y en un futuro muy cercano, a posibles cambios en las estructuras impositivas y en los sistemas contables nacionales. Todas estas tendencias habrán de modificar las estrategias comerciales de las empresas, obligando a los actores en los mercados financieros a tomar estos aspectos en consideración, modificando los parámetros de evaluación de sus clientes..." (SCHMIDHEINY, S. Y ZORRAQUIN, F.J.L., 1996:33).

Sin embargo, hace tiempo que la "cuestión ambiental" ha dejado de ser la gran incógnita en las evaluaciones que preveen la duplicación del volumen de la economía mundial (en lo que respecta a producción de bienes y servicios), aún si las economías de los países desarrollados mantienen un crecimiento lento (según los parámetros macroeconómicos neoliberales, de un 2,3% anual entre 1997 y 2020) y si las naciones pobres vuelven a niveles de crecimiento de los decenios ´50 y ´60. Se sabe que el planeta no resistiría un incremento en la presión que la sociedad moderna ejerce sobre los ecosistemas, aún cuando existiera el consenso mundial en torno a un concepto tan cuestionado como "Desarrollo Sustentable" o también "Desarrollo Sostenible" (LINS RIBEIRO, G., 1992), "...palabra de orden de la nueva ecotecnocracia internacional..." (MARTINEZ ALLIER, J., 1995: 63). ¿Puede pensarse un desarrollo sustentable si la economía de China se expandiera según un factor de seis, al crecer a una tasa anual de 6,5 % hasta el 2020?. Algunas hipótesis niegan terminantemente esta posibilidad: si los habitantes de la India consumieran combustibles fósiles al mismo ritmo que el norteamericano medio, las reservas mundiales se agotarían en cuatro años. Al industrializarse las naciones pobres, aumenta su apetito de materias primas: "...en el 2010, la demanda china de petróleo podrá estar en el orden de los 6,4 millones de barriles diarios..." (SAMUELSON, R.J., 1997:23).

Sería un error pensar que los procesos de envergadura internacional (y otros que por su vastedad no es posible desarrollar en esta ponencia) carecen de conexiones con la problemática ambiental que se constituye en nuevo campo de disputas en la Provincia de Buenos Aires. Por el contrario, es posible conceptualizar homologías entre procesos macroestructurales y aspectos indiciarios o del orden de la micropolítica teniendo presente las siguientes distinciones formuladas para el análisis de los sistemas complejos: "Los procesos definen los cambios que tienen lugar en el sistema, y ello supone distinguir diferentes niveles de procesos: los procesos de primer nivel, que denotan los cambios producidos en el medio físico, en los métodos de producción, en las condiciones de vida y en el sistema de relaciones socioeconómicas, y que han ido asociados a modificaciones del sistema productivo de la región...los procesos de segundo nivel o metaprocesos, que clasifican a las modificaciones en el sistema productivo tales como el desarrollo de cultivos comerciales, ganadería, implantación de industrias extractivas o manufactureras, etc., que modifican directamente el sistema productivo de la región... y los procesos de tercer nivel, que engloban a las políticas nacionales de desarrollo, modificaciones en el mercado internacional, internacionalización de capitales, etc., que determinan la dinámica de los procesos de segundo nivel." (GARCIA, R., 1986:60).

Esta formulación resulta particularmente útil para analizar lo relativo a los escenarios construidos por el poder en el juego de la relaciones sociales. Lo expresado por Balandier es esclarecedor: "...La Modernidad se caracteriza no únicamente por la irrupción del acontecimiento y lo efímero, sino también por la toma en consideración del futuro, de las fuerzas capaces de provocar grandes cambios; las simulaciones y los escenarios del porvenir introducen una tensión dramática en el ejercicio de la vida política presente; incorporan la predicción (por ejemplo, precisando las tendencias que dominarán a partir de las primeras décadas del Tercer Milenio) y lo aleatorio. También bajo éste aspecto, las sociedades anteriores manifiestan su diferencia: éstas encontraban su apoyo ante todo en el pasado, conmemorando y celebrando determinados acontecimientos. En ambos casos, el efecto buscado es, sin embargo, el mismo:apaciguar el presente y garantizar la calma, ya sea acentuando la continuidad, ya sea haciendo del futuro algo menos temible por medio de atribuirle una forma definida y aceptable. El poder conserva su función como desactivador de angustias y miedos." (BALANDIER, G., 1994: 121).

Los procesos de construcción de hegemonía que ha llevado adelante el poder provincial en el terreno de lo ambiental no carecen de antecedentes histórico-políticos. Ya en el año 1973, en una famosa serie de discursos, el General Perón delimita fundamentos para la creación de la Secretaría de Ordenamiento Ambiental, primer organismo nacional específicamente abocado al tratamiento de la problemática, y que hacía eco del planteamiento de la Conferencia de Estocolmo, en 1972. Si bien las responsabilidades de este organismo perdieron importancia durante la dictadura, en la evolución del polifacético movimiento peronista la "cuestión ambiental" tuvo cabida desde experiencias regionales y locales, hasta la eclosión de los ´90.

La constante presencia de la temática en multiplicidad de discursos, en los mensajes de los medios de comunicación, en el lenguaje judicial, en las innumerables interacciones vinculadas por el léxico con que se expresa el sentido común, y fundamentalmente, la eficacia política de los procesos de producción de sentido que se entrecruzan en el campo de significados delimitado como "lo ambiental", ha orientado a agentes políticos a producir representaciones que intentan una re-apropiación discursiva de la temática.

Uno de los ejemplos de este mecanismo es la promocionada iniciativa denominada como Pacto Ecológico Bonaerense, que tuvo la virtud de explicitar lo que oficialmente se tardaba en reconocer: que la franja de aproximadamente 600 km. de largo que va desde el Gran La Plata hasta el Gran Rosario es una de las zonas más contaminadas del planeta, que las cada vez más frecuentes y notorias informaciones acerca de accidentes industriales, polución atmosférica, contaminación de cursos de agua o intoxicaciones masivas, colocan a la región al borde de la emergencia ambiental. Y que además, en esa región de extrema peligrosidad y que apenas excede el 1 % de la superficie del país, se encuentra asentado el 50 % de la población argentina.

En un documento elaborado como iniciativa desde el bloque del FREPASO del Senado de la Provincia de Buenos Aires, se denuncia lo siguiente: "...A los problemas característicos de las grandes urbes...deben sumarse una serie de circunstancias particulares que contribuyen a agudizar este cuadro. Tal es el caso del polo petroquímico e industrial instalado entre las ciudades de La Plata, Berisso y Ensenada que, por su ubicación dimensiones y características, influye decisivamente para que esta región cuente con uno de los mayores índices de polución ambiental y siniestralidad. No sólo estamos frente a problemas extremos de deterioro ambiental sino también al peligro latente de una tragedia o desastre ecológico, como lo revelan el último incendio declarado en la Destilería La Plata de YPF, o las explosiones producidas a fines de julio de este año en la planta de IPAKO.

Todo esto se agrava ante la alta peligrosidad y diversidad de los elementos combustibles, explosivos y tóxicos que manejan las empresas allí instaladas, como así también de los efluentes sólidos, líquidos y gaseosos que arrojan. Baste citar como ejemplo el ácido fluorhídrico que se utiliza en la planta de DDB (dodecilbenceno) de YPF y cuyos efectos son letales...Puede afirmarse que hoy los vecinos terminan constituyéndose en indicadores biológicos de la contaminación: las recurrentes afecciones respiratorias e intoxicaciones sufridas por los alumnos de la escuela 13 del Barrio Mosconi son un claro índice de ello..." (H. CAMARA DE SENADORES, BLOQUE FREPASO, 1996:15 y ss.).

Sugestivamente, el Pacto Ecológico Bonaerense reconoce la gravedad de la situación, pero los únicos logros políticos de envergadura ha sido la trabajosa sanción de la Ley 11.459, que legisla sobre la radicación de industrias, y la ley 11.723, denominada Ley del Medio Ambiente, que intenta ser una "ley marco" con capacidad para ordenar otras normas en ámbitos diferentes, como por ej. el manejo de recursos naturales y la educación ambiental.

Posiciones ideológicas en el campo de disputas sobre la cuestión ambiental.

Sin ánimo de establecer una tipología ni, mucho menos, de encasillar o rotular prácticas y actores sociales, me parece pertinente formular una especie de "continuum" de posiciones ideológicas que son sostenidas en el marco del desenvolvimiento discursivo de la lucha por la apropiación de la interpretación de "lo ambiental". Algunas categorías se emparentan con formulaciones que describen problemáticas similares en otras sociedades (PEREZ AGOTE, A; 1979; RIECHMANN, J. y FERNANDEZ BUEY, F., 1994).

Sintetizando los rasgos dominantes de la diferentes visiones sobre el problema, la más simplista de todas es la más difundida: se trata de un enfoque "cosmético". El motor de esta tendencia o visión lo constituye una percepción sensitiva asociada a una valoración negativa: el deprimente espectáculo de la acumulación urbana de basuras y desperdicios, de los paisajes arruinados por la explotación industrial, de una reacción ante las molestias de la contaminación urbana. Sin embargo, quienes sostienen esta posición generalmente no se preguntan por las conductas fundamentales que causan estas acumulaciones de desperdicios, ni tampoco critican los hábitos ni las estructuras organizativas de la producción. Vulgarizan y simplifican los elementos más llamativos de propuestas al estilo de "Lo pequeño es hermoso", el famoso libro de E.F. Schumacher escrito a principios de los años ´70. Adhieren a esta visión los grupos cuya función principal termina siendo la recolección de basura urbana de espacios públicos y su traslado a lugares determinados, la instalación de papeleras públicas y de grandes recipientes para residuos sólidos, contenedores de latas, etc., y por lo tanto terminan siendo los más funcionales a la reproducción de similares condiciones de desarrollo de la problemática.

Un conocimiento un poco más crítico y acabado de la problemática ambiental en sus diferentes niveles lo poseen los grupos que superan en parte las posiciones "cosméticas". Se trata de una visión "mejoradora" u "optimizadora" de la relación Sociedad/Naturaleza, en el sentido en que se critican positivamente aspectos tales como la disposición de basuras urbanas, proponiendo generalmente el reciclaje y haciendo campaña a favor del concepto de "soberanía del consumidor". Generalmente, las soluciones derivadas de esta visión son estrictamente técnicas, sin que lleven a un replanteo de las fuentes generadoras de desperdicios o del ritmo de apropiación y uso de los recursos naturales. El marco en el que se desenvuelve el accionar de los grupos "optimizadores" es el estrictamente local. La visión técnica de las problemáticas los lleva a parcializarlas, de manera tal que para la contaminación de los recursos hídricos y para el reciclaje de basuras se plantean dos soluciones técnicas que frecuentemente se plantean por carriles separados. Las acciones privilegiadas por estos grupos son las "campañas" por los medios de comunicación centradas en mensajes que privilegian cambios de hábitos de consumo a escala microsocial, tratando de lograr la implicación del "ciudadano" mediante una sensibilización que (casi siempre) es alentada o patrocinada por empresas o grupos de presión.

Tanto las posiciones "cosméticas" como las "optimizadoras" son de fácil cooptación para los poderes hegemónicos, especialmente en los niveles estatales municipales. Multiplicidad de ONGs ambientalistas terminan como extensiones políticas del gobernante municipal de turno, al llamarlos a participar y asignarles tareas subordinadas que implican, fundamentalmente, la desactivación de los costados críticos de la problemática. Se transforman en grupos de voluntarios que toman notas de los indicios de desestructuración ambiental y los elevan "a las autoridades", sin participar en la asignación de prioridades o de mecanismos de sanción a los "infractores", primarios niveles de cualquier política ambiental. A lo largo de toda la Pcia. se repiten los ejemplos, que van desde las campañas de recolección de latitas en la Selva Marginal de Punta Lara para conmemorar el Día del Medio Ambiente o en cualquier espacio por el estilo, hasta las ONGs. que organizan talleres de reciclado de papel a escala doméstica, pasando por los replicadores de las campañas ambientalistas de la Coca Cola, etc..

Una posición políticamente más interesante, y especialmente por su capacidad de penetración ideológica, la constituyen las propuestas que denominaré "reformistas". Estos planteamientos tienen una base técnica, pero mucho más profunda y generalmente centrada en prolijos análisis costo/beneficio. Quienes sostienen esta posición son los sectores que se han dado cuenta que el medio ambiente - y especialmente la Naturaleza - es un nuevo producto con un gran mercado en expansión. Es una visión que busca bases de legitimación en un diagnóstico profundo, y se esfuerza por viabilizar maneras de concertación en el límite de lo que el sistema social puede resistir. El ejemplo más prolijo y acabado que puedo citar es la propuesta del Plan Marshall Mundial formulada por el Vicepresidente de los EEUU., Al Gore, en el libro "La Tierra En Juego" (1993). Si uno pudiera olvidar por un momento de dónde viene esta propuesta, no sería difícil clasificarla como profundamente seductora. Desde esta posición también se evidencias críticas reformistas a la idea de "soberanía del consumidor" en función del consumo de productos menos dañinos para el medio ambiente y, fundamentalmente, de que esta figura no profundizarse hasta las últimas consecuencias en virtud de las dificultades de poner un precio de mercado a toda la Naturaleza y a los productos que consumirán las generaciones futuras.

Lo cierto es que estas posiciones poseen una ventaja: que la utilización del análisis costo/beneficio obliga a un gran conocimiento no sólo de las técnicas económicas, sino de los aspectos físicos y biológicos del medio ambiente, y aún más, de la complejidad inherente a la cultura. Al mismo tiempo, el problema de muchos análisis reformistas deviene de la aplicación de estos mismos instrumentos de cálculo: terminan por analizar separadamente la producción y el consumo, actividades fundamentales para la vida social.El límite final para las visiones reformistas es que casi nunca logran trascender una especie de "ambientalismo de mercado" centrada en el principio "polluter pays" ("el contaminador paga", lo que equivale a valuar "mercancías" que son invalorables, como el aire, el agua, el suelo), y que en sociedades periféricas como la nuestra equivale a una especie de permiso para contaminar (especialmente si luego se puede evitar la sanción mediante algún acercamiento clientelar). A nivel individual, la ética personal frente a los incentivos propagandísticos al consumo es un valor estructural de quienes sostienen estas posiciones.

Paradójicamente, el sentido ideológico que sustenta hechos políticos como la sanción de la Ley 11.459, que normativiza la radicación de industrias en la Pcia. de Buenos Aires, se inscribe en una clara posición reformista, en el sentido en que constituye un esfuerzo por internalizar costos de degradación ambiental que siempre ha pagado toda la sociedad, lógicamente sin alterar la conformación estructural de ésta. En otro nivel de análisis, buenos ejemplos de posiciones reformistas se encuentran en los trabajos de Alan Durning (DURNING, A.; 1992) y de Paul Ehrlich (EHRLICH, P. y EHRLICH, A.; 1993), investigador del Instituto Wordlwatch el primero y famoso biólogo el segundo (conocido por sus tesis sobre los efectos ambientales de la explosión demográfica). Las propuestas originarias acerca del Desarrollo Sustentable poseen también un sesgo claramente reformista, diluido todavía más por la circulación sin restricciones del concepto.

El polo en el cual se encuentran los análisis más profundos de la problemática ambiental contemporánea podríamos denominarlo el de las propuestas "críticas" o "radicales". En este rango se ubican los que proponen una total revisión del sistema social, y especialmente de sus modalidades de organización de la base económica. La crítica de carácter global a la sociedad industrial es un eje central de estas posiciones, y combina una propuesta de forma de vida totalizadora y estrategias de acción que atienden explícitamente a la construcción de poder político. Lo primero es, en realidad, un rechazo explícito a los valores y las pautas de vida de la sociedad de consumo, a partir de contenidos éticos (similares a las posiciones reformistas), y ha orientado la práctica de la formación de comunidades rurales o urbanas que buscan la autonomía y la autosuficiencia. Mientras que lo segundo, las estrategias de acción política, se soportan en análisis a escala internacional, con un fuerte cuestionamiento a la rapiña sistemática de los recursos naturales en todo el mundo llevado a cabo por un puñado de países desarrollados.

Las formas más evolucionadas de los partidos verdes europeos poseen un ala "crítica" o "radical" (por ejemplo, en Alemania se los denomina "fundis", abreviatura que denota la idea de un "fundamentalismo" ecologista que fue sostenido por estos sectores frente al juego de cooptación que planteó la Socialdemocracia alemana), que ha llegado a producir novedosas formas de acción política que le permitieron construir una visibilidad social dentro de lo que se denomina "nuevos movimientos sociales" (OFFE, C. 1988). Un aspecto predominante en estos sectores es la indiferenciación entre las problemáticas medioambientales y los problemas generales del neocapitalismo, incluyendo las desigualdades implícitas en la dinámica de los estados corporativos. Lo cual deviene en un análisis global y a escala planetaria, potencialmente rico para dialogar con enfoques científicos y filosóficos, pero muy difícil de comunicar por su complejidad intrínseca.

Asimismo, el abanico de acciones sustentado por las posiciones "radicales" o "críticas" es sumamente diverso, y es interesante destacar la utilización de las reglas de "fair play" que los poderes corporativos manipulan permanentemente. Así, algunos grupos ambientalistas orginados en el Primer Mundo pero ya de envergadura internacional, hacen espionaje en los datos secretos sobre polución que ciertas corporaciones evitan de dar a conocer, como una manera de desenmascarar a los ecocidas frente a la "opinión pública", otros (como Greenpeace) han aprendido a utilizar los medios de comunicación para "internacionalizar" problemáticas ambientales a escala local, etc.. La participación político-partidaria es solamente una modalidad de organización entre varias, la red (ideológicamente consistente con los principios de descentralización, respeto a la diversidad, participación y democracia en la toma de decisiones, etc.) es la modalidad organizacional y de comunicación privilegiada. En relación a esta última cuestión, la del impacto de las políticas sociocomunicacionales del movimiento "verde", las propuestas "críticas" o "radicales" poseen el mérito de haber difundido mundialmente muchos de los postulados ambientalistas, vehiculizados mediante la circulación de información sobre las diferentes instancias de sus luchas. La emergencia del discurso promovido por los enfrentamientos entre movimientos ambientalistas del Norte y las grandes multinacionales, y su lenta llegada a la periferia que habitamos, en principio nos familiarizó con nuevas ideas acerca de innovaciones en los paradigmas de desarrollo. Algunas de estas propuestas tienen un claro corte reduccionista: "...la consideración y gestión de la ciudad como ecosistema propone una lectura ecológica de la ciudad, enfatizando los flujos de energía, los ciclos de vida, o el interés por la transformación de flujos unidireccionales (campo-ciudad-vertedero) en flujos circulares mediante la reducción de las pérdidas (lo que lleva a reducir la necesidad de entradas)..." (SACHS, I., 1984, cit. por GUTMAN, PABLO,a 1987:281).

También permitió que percibamos la existencia de una serie de prácticas cualitativamente diferentes, aunque tan radicalizadas como las de las grupos europeos, pero sostenidas por grupos pertenecintes al Tercer Mundo. Esta especie de Ambientalismo del Sur, o también denominado Ecologismo Popular o Ecologismo de los países del Sur, muestra notables diferencias históricas e ideológicas con las experiencias del Norte al tiempo que sostiene propuestas radicales. Está integrado por aquellos pueblos que se han organizado para defenderse de la depredación de recursos y de procesos extractivos que han amenazado su supervivencia, llegando a consolidar (sin proponérselo en la mayoría de los casos) experiencias que han permitido acuñar la denominación de un "ecologismo de los pobres" (MARTINEZ ALLIER, J., op.cit.: 10 y ss.).

El planteo central de esta corriente se centra en la defensa del acceso comunitario a los recursos naturales frente a la depredación introducida por el Mercado o por los Estados Nacionales. Se genera una reacción filosófica y práctica contra la degradación ambiental, contra los excesos en la extracción de recursos generados por la pobreza y por el intercambio desigual. Cuando la organización popular logra trascender planteos ubicados en el eje de la base material, toma posiciones sustentadas en conceptos provenientes de diversos sistemas simbólicos (como los proporcionados por religiones biocéntricas, opuestas a las religiones antropocéntricas occidentales, o el ecofeminismo esencialista).

El Ecologismo Popular se ha desarrollado intensamente en la India, en Kenia, en Brasil, en Malasia, y en otros países del Tercer Mundo donde las condiciones de vida de las masas los obligan a agotar sus ya depredados recursos simplemente para poder sobrevivir a corto plazo. Los terribles efectos de las diversas modalidades de colonialismo fueron obligando a numerosas comunidades a la acción directa, y a rescatar experiencias como la de la desobediencia civil (el caso del Movimiento Chipko en la India, fuente de inspiración de numerosos grupos a partir de 1973, la de los caucheros de la Amazonia, etc.) y otras variedades de técnicas de protesta.

La riqueza del Ecologismo Popular no está, justamente, en el hecho de ser un movimiento de los pobres, y es peligroso oponerlo de esta manera a las prácticas de las sociedades ricas. Lo interesante de su constitución es la diversidad y plasticidad (ya que las experiencias de lucha se cuentan por miles, en todos los ecosistemas y lugares del planeta donde hay espacios amenazados también lo están las comunidades que viven en él) para estructurar planteos a partir de la recuperación y resignificación de su identidad cultural.

En el caso de la oposición al Plan de re-jerarquización de la región Capital de la Pcia. de Buenos Aires, no hay prácticamente posiciones que podamos clasificar como "radicales" o "críticas", y sin embargo, en las prácticas de resistencia de militantes como Margarita Irazú, del Barrio Campamento de la ciudad de Ensenada, se encuentra similitud con algunos aspectos del Ecologismo Popular. Esta persona fue una de las iniciadoras de un movimiento contra la empresa COPETRO, luego de que ésta comenzara a operar en el Puerto de La Plata y de que se registraran aumentos de enfermedades en la población de la zona. Como resultado del activismo de Margarita Irazú, hoy fallecida, se efectuaron más de cincuenta presentaciones legales contra la empresa.

Mi posición es la de no plantear una alteridad tan tajante entre un Ambientalismo o Ecologismo de los ricos o de las clases medias altas, que ciertamente existe (tanto en el Norte como en el Sur), y otro de los pobres y desposeídos, sino diferenciar aspectos dentro de un mismo movimiento. También en los Estados Unidos hay un ambientalismo de los pobres, el movimiento llamado Justicia Ambiental, que defiende la salud de los habitantes de localidades amenazadas por residuos tóxicos, que nunca son zonas ricas sino vecindades obreras de latinos o de gente de color, espacios de indígenas o simplemente los lugares en donde viven los pobres urbanos y los excluidos del sistema.

La expansión semiótica del capital.

En nuestro país, y especialmente en la Pcia. de Buenos Aires, el desarrollo del movimiento ambientalista aún es desarticulado y débil. Incapaz de sostener en conjunto y con fundamento posiciones radicales, predominan las posiciones "cosméticas" y "optimizadoras", lo que lo convierte a la mayoría de ONGs ambientalistas en "presa fácil" de los mecanismos de cooptación que los poderes regionales y nacionales van desenvolviendo. Como ejemplo de esta debilidad, es necesario destacar que el único "logro" de las ONGs que se reunieron en el Primer Encuentro Provincial, desarrollado en Olavarría en noviembre de 1996, fue la petición de institucionalizar un Consejo Consultivo de Organizaciones no Gubernamentales, para servir de apoyo al desenvolvimiento de la política ambiental de la Pcia. de Buenos Aires.

Frente a este panorama, el futuro a corto plazo no es precisamente auspicioso. Es claro que la hegemonía discursiva de posiciones reformistas (las sostenidas desde la Secretaría de Política Ambiental de la Pcia. de Bs. As.) no tienen ninguna posibilidad de confrontación articulada. Esta hegemonía tiene a su favor un conjunto de condiciones para perpetuarse: en tanto que es la avanzadilla progresista de una modalidad de construcción de poder neo-conservadora, su accionar se limita a operativizar la respuesta a la pregunta "¿qué cosas tienen que cambiar para que permanezca lo fundamental?". El pensamiento (o la ideología) reformista en lo ambiental juega con una doble ventaja. En primer lugar, tiene el apoyo del poder establecido, del que muchas veces aparece como su "conciencia" a largo plazo (referenciemos nuevamente al Pacto Ecológico Bonaerense). Pero la otra ventaja es la fundamental: que el sistema que apoya al reformismo es poderoso, ya que domina la producción de información , los medios de comunicación y los resortes de la Técnica.

Entonces, las bases de legitimación de las propuestas reformistas no sólo se asientan en los aspectos racionales de sus operaciones. En el núcleo mismo de la civilización contemporánea se encuentra la creencia en la Técnica y en el Progreso, y esta creencia marca los límites de posibilidad de producción de sentidos. Por eso el gran interés objetivo de funcionarios, políticos, empresarios, etc. a lo largo y a lo ancho de la Pcia. de Buenos Aires por la "presentación de propuestas", por la definición técnica de los problemas (el summun instrumental actual es la Evaluación de Impacto Ambiental), por la sencilla razón de que para un problema técnico siempre puede formularse una solución técnica. De ahí que este discurso encaje perfectamente con esa vieja necesidad del sistema capitalista de decretar "la muerte de las ideologías", que corre paralela a la reducción de todos los problemas a sus órdenes técnicos.

Esta posición tiene un sólo punto débil: que los problemas que se planteen colectivamente no estén definidos en términos exclusivamente técnicos. Y esta cuestión sí tiene que ver con la constitución de "lo ambiental" como un campo de disputas tal cual lo planteo en el inicio de esta ponencia.

El reconocimiento de la crisis ambiental a escala planetaria está sirviendo como factor de reestructuración política y económica al sistema capitalista en su conjunto. Ahora, argumentando tener en sus manos la salvación del planeta, el capitalismo ha construido un nuevo concepto para autolegitimarse: el uso racional y sostenible de la naturaleza. Esta idea aparece como respuesta en el seno del capitalismo: a) al ostensible problema de oferta que acarrea la disminución de los recursos naturales y la degradación de los servicios ambientales que se requieren para sustentar la producción de bienes de consumo, y b) a la resistencia por parte de comunidades y de sociedades enteras a la degradación ecológica y cultural provocada por la expansión del capital.

Martin O'Connor ha planteado que:
"...el modus operandi del capital como sistema abstracto experimenta una mutación lógica. Lo que anteriormente se consideraba un ámbito externo y explotable, ahora se redefine como un stock de capital. En consecuencia, la dinámica primaria del capitalismo cambia, pasando de la acumulación y el crecimiento alimentados en el exterior de lo económico a ser una forma ostensible de autogestión y conservación del sistema de naturaleza capitalizada encerrada sobre sí misma. A este proceso, que también lo podríamos llamar la expansión semiótica del capital se une la co-opción de personas y movimientos sociales en el juego de la "conservación"...". (O´CONNOR, MARTIN, 1994: 17).

El resultado de esta expansión semiótica del capital no es la armonía, el "equilibrio" o justamente la conservación, sino el incremento de la terrible y despreciable competividad en la apropiación de los recursos naturales recurriendo a cualquier medio y sin ningún tipo de escrúpulos. El resultado es la profundización del proceso de expansión planetaria depredatoria de la civilización occidental y el reforzamiento del signo ideológico (en cuanto a la libre disponibilidad de la naturaleza) que orienta tal proceso.

La conflictividad de este proceso ha llevado a señalar a la crisis ambiental como la Segunda Gran Contradicción de la sociedad capitalista: si la primera es el antagonismo entre el Capital y el Trabajo (que creó las condiciones para la aparición del Movimiento Obrero), no menos importante resulta la contradicción entre el Capital y la Naturaleza (que creó las condiciones para la emergencia del Ambientalismo).

En este contexto, la dimensión de las políticas sociocomunicacionales se revela clave para que no se reduzca la riqueza y diversidad de la temática. En un mundo globalizado, los procesos de semiosis social poseen cada vez más componentes mediatizados tecnológicamente. Lejos de negarlos y de proponer un utópico/distópico regreso a la ruralidad pre-industrial, la coyuntura nos dice que nuestra única alternativa es la producir significados que rechacen y repudien la idea de esta nueva expansión semiológica del capital.

Las operatorias simbólicas construidas por el Ecologismo Popular aparecen como una fuente de significados de mayor riqueza, en tanto los desarrollos del Movimiento Verde del mundo desarrollado alcanzan una interesante profundidad teórica. Propongo aquí que nos movamos en la búsqueda de nuevas síntesis posibles. En estas síntesis no pueden estar ausentes algunos conceptos que revelan su fertilidad para entender la complejización de procesos de hegemonía.

Para dar cuenta del dinamismo del conflicto generado por representaciones que orientan conductas de diferenciación, dominación o alternatividad de unos conjuntos sociales sobre otros, los antropólogos y otros científicos sociales han aplicado con éxito el concepto de esquismogénesis. Esta palabra designa un mecanismo por el cual una relación entre componentes de un sistema comienza un proceso de diferenciación progresiva, complementaria o simétrica. Este mecanismo es el que permite asegurar una independencia relativa al sistema (ya sea tanto físico como social) en relación a las variaciones de sus componentes internos y de sus condiciones de funcionamiento (BATESON, G., 1985: 87 y ss.).

Si hay algo que es obvio en el caso que hemos analizado brevemente, es que no existe un correlato entre niveles crecientes de reclamos colectivos y la aparición de valores postmaterialistas de manera masiva, de acuerdo a la experiencia europea (INGLEHART, R. 1991). La "evolución" del campo de "lo ambiental" se viene desenvolviendo claramente como negociaciones sectoriales y articulaciones entre porciones de los aparatos partidarios y bajo la forma de alianzas transitorias entre sectores con historias diferentes (la gran mayoría de los cuales no incluían la problemática ambiental en sus discursos desde mediados de la década del ´70).

Este planteo nos lleva a atender a cuestiones como el papel del clientelismo en el marco de dominación del Estado moderno, en tanto es totalmente sabido que muchos aspectos de la gestión de la obra pública y el campo más amplio y emergente de la gestión ambiental se encuentra atravesado por relaciones clientelares. En torno a éstas se articula una zona de cruce entre las decisiones de funcionarios, las presiones y mecanismos de lobby de empresas de diversos niveles, y el siempre gris campo de la economía informal urbana y la dádiva política, aspectos que ya forman parte del paisaje de la complejidad de las áreas metropolitanas y también de sociedades que se despliegan a escala mucho menor (GELLNER, E., 1986, BANTON, M. 1980, BOISSEVAIN, 1987).

No hay duda de que la vigorosa existencia del clientelismo como componente de la política contemporánea juega un papel importante en la institucionalización de prácticas estructuradoras de campos de disputa. Pero, sabemos que para entender el papel reproductor del clientelismo se requiere un enfoque que supere las concepciones "indeterministas" (aquellas basadas en la acción "empresarial" de los actores), y en este sentido los aportes de Giddens pueden resultar de utilidad. Para el autor inglés: "...la producción o constitución de la sociedad es una obra práctica de sus miembros, pero no se verifica en condiciones que están enteramente dentro de su intención o comprensión. La clave para entender el orden social no está en la interiorización de los valores, sino en las relaciones cambiantes entre la producción y la reproducción de la vida social por sus actores constituyentes. Toda reproducción es necesariamente producción. " (GIDDENS, A., 1987: 104).

El concepto teórico que describe las mediaciones entre la producción (acción) y la reproducción (estructura) es la "dualidad de estructura", el cual implica el hecho de que las estructuras sociales son constituidas por la actividad humana y a la vez son el medio mismo de esa constitución. De esta manera, la institucionalización de las prácticas políticas (y en este caso, en el terreno de "lo ambiental") puede ser entendida como un despliegue de acciones que determinados individuos orientan a otros, configurando un contexto de expectativas que también se vuelve sobre ellos imponiéndoles límites y constricciones.

Así, por ejemplo, la estructuración de la Secretaría de Políticas Ambientales de la Pcia. de Bs. As. puede pensarse también como resultado de una configuración de prácticas que no son una exacta replicación del estado de dominación política anterior, y que constituyen una variación respecto de éste. Y de esta manera, tales prácticas tienden a expandir o contraer su papel configurador de la sociedad, según se desenvuelvan bajo ciertas condiciones.

Resta sólo mencionar la fertilidad potencial de la Ecología Política como un acercamiento interdisciplinario que pueda incorporar la política economía y la ecología cultural en un único marco de análisis, proveyendo una perspectiva para el estudio de la compleja dinámica de la interacciones entre las culturas y su ambiente (GEZON, L. 1997).

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