V Congreso de Antropologia Social

La Plata - Argentina

Julio-Agosto 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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LA CARCEL: UN SIMBOLO CLARO DEL EJERCICIO DEL PODER DEL ESTADO

Elizabeth Guillén

1. Introducción

La condición de las cárceles, el régimen carcelario y el Sistema Penal, tendría que empezar a dar que hablar para los que tenemos que transitar por los pasillos grises de la institución creyendo que en esta tarea permanente de consolidación y profundización de la democracia, se tiene que exigir una constante atención a la amenaza de los derechos humanos. Para abrir otro frente de protección a la vida, la dignidad humana y la convivencia social sin los cuales los derechos y garantías individuales carecen de sustento y de posibilidades de efectividad.

Esta comunicación consiste en una reflexión a cerca de la institución carcelaria, que desde su naturaleza castigadora conforma una de las maneras de ejercicio más directa del poder del Estado sobre el individuo y los diferentes mecanismos que se implementan para la re-inserción del preso en el tejido social.

Este es un trabajo preliminar, resultado de un estudio prospectivo llevado a cabo en la Unidad Penitencia Nº 2 de Sierra Chica, ubicada a unos cinco kilómetros de la ciudad de Olavarría en la Provincia de Buenos Aires.

2. La cárcel como espacio de reproducción de la delincuencia.

Las corrientes de pensamiento orientadas por Michel Focault subrayan la necesidad del Estado de justificar su control permanente con el argumento de que su deber es velar por la seguridad de ellos. Por este motivo necesita de la existencia de delito.

En este contexto, para lograr su objetivo necesita un crimen contra el cual luchar. Entonces, la cárcel devendría el lugar ideal donde se aprende a delinquir.

Por otra parte, es necesario analizar una sociedad que en su construcción de la normalidad encubre determinaciones estructurales.

Desde el discurso de las autoridades carcelarias la condición de preso no es un momento sino un rasgo de las personas y a la vez golpea cualquier voluntad de re-inserción social.

Al hablar de la cárcel debemos remitirnos a sus comienzos donde esta institución está estrechamente vinculada a "un proyecto de transformación de los individuos. Desde el principio la prisión debía ser un instrumento tan perfeccionado como la escuela, el cuartel o el hospital y actuar con precisión sobre los individuos.

El fracaso ha sido inmediato y registrado casi al mismo tiempo que el proyecto mismo.

Desde 1820 se constata que la prisión lejos de transformar a los criminales en gente honrada no sirve más que para fabricar nuevas criminalidades o para hundirlas todavía más en la criminalidad" 1 .

Una vez que el Juez, a través de la sentencia, condena al individuo a estar privado de la libertad, éste ingresa a un proceso de transformación, de desintegración de su cultura, para transformarse en lo que es, un delincuente, con pocas posibilidades de re-inserción social. Iniciándose de esta manera un proceso de desconstrucción del individuo que finalizará con la aparición de uno nuevo. El reo sólo es en la cárcel, el pasado queda archivado para que la soledad sea más intensa y el futuro directamente impensable. La cárcel es un eterno presente, los días se suceden igual, no existe la diferencia entre el ayer y el mañana y las reglas son claras. El guardia es, el preso es y el afuera es lo indefinido. Asistimos de esta manera a la aparición de lo que todo el servicio penitenciario denomina, elemento. El detenido pierde su condición de persona para convertirse en una cosa cuya esencia es naturalmente negativa por definición. Este proceso de transformación se evidencia, entre otras cosas, en la incorporación de un nuevo lenguaje que expresa y da sentido a esta nueva realidad, la realidad del preso y de la cárcel.

Las cárceles están muy lejos de ser "sanas y limpias" como lo indica el artículo 18 de nuestra Constitución Nacional, en este ámbito creado para el depósito de Elementos, donde se aplican determinados mecanismos como el encierro, el trato degradante, la pérdida de la individualidad e intimidad, padeciendo castigos extras que ellos mismos terminan por asumir como parte del sistema cuando en realidad son ilegales y arbitrarios, no se puede efectuar tratamiento alguno.

Las razones por las cuales la cárcel actúa de esta manera contra el individuo allí depositado responden a la necesidad de nuestra sociedad y a los mecanismo de control permanente del Estado sobre la vida de la gente, concebida por los gobernantes como el depósito de los marginados del modelo, así señala Elias Neuman "al encierro no se va a cumplir un castigo sino que se va hacer castigado en forma diaria y contínua".

Este deterioro es llevado a cabo por las diferentes jefaturas que en términos del lenguaje carcelarios se las divide en jefaturas blandas y jefaturas duras. Estas pueden o no existir al mismo tiempo en una misma unidad carcelaria, es decir, coexisten y aveces se enfrentan, al respecto un informante nos dice: " esto no es algo reconocido, ésto sólo es detectable a través de una larga y detenida observación, que no se da por una simple observación visual, sino de las distintas relaciones que pueda tener ( detenido-policía) con diálogos, entrevistas (audiencias) que se pide por diversos motivos desde un problema de trámite judicial , visita de familiares indirectos (que no llevan el mismo apellido), amigos, problemas con la misma policía ...".

A las jefaturas duras en el lenguaje intramuros se las llama policía de alma, son básicamente reglamentaristas en la relación, señalada más arriba por el informante, detenido-policia. Una forma de distinguirlas es a través de sus procedimientos de sanción cuando el detenido quebranta las reglas. Esta sanción se efectúa llevándolo al calabozo de castigo o buzones y la aplicación de golpes.2 El diálogo de los detenidos con las autoridades es casi imposible, cualquiera sea la situación que se presente el preso está obligado a acatar, se les niega la palabra.

Para este tipo de jefaturas el detenido tiene solo una manera de entender: a los palos, muchas veces las sesiones de entendimientos tienen como consecuencia muertes misteriosamente accidentales , que los médicos del servicio penitenciario certifican como muertes por accidentes o producto de alguna enfermedad inexistente.

Un procedimiento habitual aquí es la famosa "corbata"3 La característica sobresaliente de las jefaturas blandas es la permisividad respecto a la anterior, permiten el diálogo, reprimen en casos límites, son visiblemente corruptos, negocian los artículos 17 y 184 , por ejemplo, el encuentro familiar tiene como requisito que la conducta del detenido sea "muy buena 7", por visita de ocho horas el precio es de cien pesos. Todo lo que sea privilegio tiene precio. Con estas jefaturas no hay "corbatas misteriosas".

Esta modalidad fomenta y profundiza las diferencias entre los detenidos, haciendo en algunos casos que se enfrenten entre ellos para alcanzar algunos de los privilegios del sistema o para poder ascender en la jerarquía social establecida entre ellos5 . Esta situación hace de las facas un elemento imprescindible para la vida social como medio para obtener prestigio, es decir, respeto de los demás y en la medida que el detenido tenga más prestigio, llegado el momento , se lo reconocerá como líder, cuya máxima función es la de ser un puente de comunicación entre los detenidos y las autoridades policiales.

Nuestro informante nos habla de diferentes tipos de líderes, así es posible reconocer, al menos, tres tipos de líderes: un tipo de líder define su autoridad a partir de su carisma ( " tienen buena onda y se imponen en los momentos de abuso tanto de sus pares como el de la policía"),este tipo de líder aparece con menos frecuencia que los otros dos, otro tipo de líder fundamenta su autoridad a partir del total rechazo de los códigos policiales, se los conoce con el nombre de rebeldes, son los que participan en fugas, motines, huelgas, etc, el tercer grupo de líderes fundamenta su posición no ya en una oposición absoluta a los reglamentos del Penal, sino en tratar de encontrar el modo para que la reglamentación no sea impedimento para el ejercicio del poder. Este tipo de líder llega más rápido a la obtención del prestigio, en general son los boxeadores, karatecas, hábiles cuchilleros, su liderazgo es más efímero que los anteriores puesto que entre sus prerrogativas está el abuso y si fuese necesario, la traición de los códigos del grupo, ejercen su poder fundamentalmente a través del temor, las violaciones las realizan amparados por la policía. Generalmente cuentan con una figura llamada "misil", cuya función es la de ocupar el lugar del líder en caso de que la policía decida dejar de protegerlos, cuando sucede esta situación toda la responsabilidad recae sobre el "misil". En este tipo de jefaturas una de sus funciones consiste en controlar a la población para impedir las fugas, huelgas o motines, están autorizados a tener facas, no son molestados durante las requisas ni sancionados en las peleas, se los conoce como los dueños del lugar. Durante el motín de Semana Santa de 1996, cinco de los muertos ejercían este último tipo de liderazgo. Éste tipo de líder se enfrenta y entra en conflicto con los otros dos.

La eficacia del liderazgo encuentra sus limites a la hora de la negociación con las autoridades penitenciaras, en el sentido de que sabiendo de la precariedad de la vida intramuro, la policía intenta el soborno para que las respuestas en lugar de que sean colectivas se reduzcan a soluciones individuales.

En este contexto emerge un nuevo actor social dentro de la cárcel: el "buchón", éste sería, siguiendo este análisis, alguien que al verse desfavorecido en la correlación de fuerzas entre sus pares recurre a la alianza con las autoridades del servicio penitenciario para poder sobrevivir dentro del sistema.

Esta jefatura decide quien estudia, quien trabaja, quienes son los que se benefician con los artículos 17 y 18.

Establecen una red de control que no permite la formación de bandas. Esta red se vale del buchón para saber que sucede en la vida social de los internos. Este es el precio que deben pagar los detenidos que son informantes de las autoridades carcelarias para poder acceder a los beneficios establecidos en la institución carcelaria.

La manera de desarticular cualquier intento de formación de bandas una vez descubiertas, es cambiar de pabellón a los detenidos que intervienen en ellas o trasladarlos sorpresivamente a otro Penal.

Así como las autoridades crean estos mecanismos de control, los internos sabiendo de su existencia intentan burlarlos haciendo circular constantemente información falsa y/o contradictoria. Así, por ejemplo, nuestro informante nos decía que por más que haya rumores de fuga o motín, excepto su responsables directos, nadie sabe cuando se concretarán en realidad.

Los dos tipos de jefaturas expuestos en esta comunicación conciben un interno ideal a partir del cual desarrollan su actividad, las jefaturas duras se rigen bajo el principio del preso modelo, en tanto que las jefaturas blandas desarrollan sus funciones haciendo hincapié en el modelo de preso, en ambas categorías aparece la naturaleza delictiva del elemento, la diferencia está en que en un caso se la intenta mantener controlada, esto ocurre en de las jefaturas duras, mientras que en otro se la deja actuar libremente, para que se imponga el más apto, esto sucede con las jefaturas blandas.

3. Sociedad, anormalidad y determinaciones estructurales.

Dentro de los criterios sociales actuales, la cárcel es una necesidad colectiva. Las instituciones son por definición, discursos sociales plasmados en realidad de forma concreta.

Se piensa que las instituciones tienen como objetivo real mantener el encierro de las personas (las cárceles, los manicomios, etc.) y castigarlas por las acciones cometidas.Son las que nos protegen de males mayores. El Doctor Varela6 dice " preguntémonos, entonces, sin hipocresías, si estamos dispuestos a tolerar que durante su permanencia en la cárcel, quienes delinquen gocen de beneficios, que si bien hacen a la dignidad de la vida, tal vez muchos de los que vivan en libertad y no han cometido ningún delito no pueden alcanzar nunca".

Esta visión construida socialmente se alimenta desde la afirmación de que la cárcel es la expresión exacerbada de los modelos sociales y económicos vigentes, que apuntan a excluir y marginar con planes económicos que generan tasas de desocupación superiores a la tercera parte de la población económicamente activa, esto es, una transferencia de la renta de los sectores más pobres a los más concentrados. Con más de un tercio de la población excluida y marginada, atentando a la destrucción, entre otras cosas, de la enseñanza pública que es donde se forman los ciudadanos bajo el precepto de la igualdad la justicia social y de la organización comunitaria.

Este modelo económico se refuerza con un plan basado en la competencia y en el sálvese quien pueda donde el Estado no fomenta la protección al más débil y la solidaridad entre los hombres, sino que por el contrario encuentra en las cárceles un ámbito adecuado para separar la anormalidad, definida como la imposibilidad que tienen las personas de acceder a los beneficios del sistema.

La cárcel se hace visible para la sociedad solamente en momentos de grandes conflictos al interior de ellas, los motines son un ejemplo de ésto.

La sociedad, en estos casos reacciona a partir de la internalización del paradigma de la anormalidad señalado más arriba, es así como por ejemplo durante el motín suscitado en Sierra Chica en 1996 se escuchaban cosas tales como "de qué se quejan", "hay que matarlos, le cuestan al Estado y después salen y siguen peor", e inclusive en el periódico local aparecieron notas que ponen en funcionamiento un mecanismo que instala el tema, destacando sus costados oscuros y emocionantes donde se construye la trama vendiendo la realidad que supera la ficción.

Todo esto crea el clima donde se empieza a analizar la problemática social agobiante, sugiriendo que medidas urgentes se deben tomar. Se analizan las causas y los efectos y entonces el Estado tira a la sociedad mediática las posibles soluciones gubernamentales para acabar con el mal: desde la pena de muerte presidencial a la contemplativa construcción de más y mejores cárceles por parte del gobernador bonaerense. El Dr. Varela se pregunta por los verdaderos objetivos que la sociedad le atribuye a la cárcel, éstos serían la resocialización, reeducación o en realidad aspira a que éstos objetivos no se cumplan y señala: "si los objetivos reales fueran los explícitos no veo el motivo de la subsistencia del actual sistema, lo que es más grave tampoco podría entenderse y aceptarse que las autoridades de cualquier tiempo y lugar opinen que la solución es la de construir más cárceles".

La cárceles serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, entonces, la institución carcelaria es obsoleta, no reeduca ¿ no sería mejor pensar nuevas formas de pena, más humanitarias? ¿ o será que estamos transitando por la más aguda crisis no solo social política y económica, sino que también asistimos a una crisis de explicaciones ?.

Bibliografía

M. Foucault. Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión. Siglo veintiuno editores. Argentina, 1991.

M. Foucault, Microfísica del Poder. Las ediciones De la Piqueta. Madrid, 1979 E. Neuman. Las víctimas del Sistema Penal en M. Foucault, Nº 8. Marcos Lerner Editora Córdoba. Argentina, 1985.

G. Roverano. La violencia del sistema carcelario. Crímen y castigo,en El caminante, cuaderno Nº 2. Viagrap S.A., Argentina, Junio de 1996

NOTAS

1 M. Foucult ( 1979: 89, 90)

2 Nuestro informante nos cuenta: "los golpes van en la morbosidad del que pega, lo normal es ducha fría, goma o golpes con goma, patadas y trompadas [coqui] ... puede ser varias veces al día en las distintas guardias, el famoso pata-pata que consiste en tirarte al suelo, uno se te tira encima y te tienen los pies con la planta del pie en posición para darte los gomazos ahí, como consecuencia se te desgarran los pies..."

3 Corbata: soga que utiliza la policía en las celdas de castigo para ahorcar a los detenidos que son sancionados.

4 Artículos 17 y 18 , Sección Primera, cap. II. Ley 24.660. Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad. Sancionada y promulgada en 1996.

5 Jerarquías sociales entre los detenidos: en primer lugar está el "chorro" (el que ha participado con armas, se resistió y se enfrentó con la policía), a partir de este modelo se van ubicando los demás "chorros" de manera descendente, luego aparece el homicida, excepto los parricidas, matricidas e infanticidas, éstos ocomparten el tercer lugar junto con los violadores que es el lugar más bajo dentro del status social de las cárceles.

6 Titular de la Cátedra de Psicología Forense de la UBA .

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