49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA)

Quito Ecuador

7-11 julio 1997

 

Alexis Rivas Toledo

49. CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS

SIMPOSIOS DE MEDICINA Y SALUD

MED 01: LA ETNOMEDICINA EN MESOAMERICA Y LOS ANDES

TITULO :

ETNOMEDICINA ANDINA EN EL ECUADOR: EL USO DE ANIMALES SILVESTRES CON FINES CURATIVOS, EN ESPECIAL DEL TAPIR DE MONTAÑA (Tapirus pinchaque).

AUTOR : ALEXIS RIVAS TOLEDO

49. CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS

SIMPOSIOS DE MEDICINA Y SALUD

MED 01: LA ETNOMEDICINA EN MESOAMERICA Y LOS ANDES

TITULO : ETNOMEDICINA ANDINA EN EL ECUADOR: EL USO DE ANIMALES SILVESTRES CON FINES CURATIVOS, EN ESPECIAL DEL TAPIR DE MONTAÑA (Tapirus

pinchaque).

AUTOR : ALEXIS RIVAS TOLEDO

1.- INTRODUCCIÓN

A través de esta ponencia, se presentan los resultados de las investigaciones realizadas en cinco comunidades indígenas quichuas pertenecientes al área de amortiguamiento del Parque Nacional Sangay (PNS), la segunda área natural protegida más grande del Ecuador, declarada Patrimonio Natural de la Humanidad en 1983 por la Unesco. Todas las comunidades motivo del estudio se encuentran ubicadas geográficamente en zonas de altura de la provincia del Chimborazo, y su componente humano está conformado por comunidades indígenas campesinas del grupo étnico denominado generalmente quichuas de la sierra ecuatoriana.

La investigación emprendida entre los meses de octubre de 1995 a junio de 1996 estuvo auspiciada por la Fundación Natura de Ecuador y abarcó el tratamiento de diferentes temáticas tales como los usos de la fauna silvestre, la relación entre las poblaciones indígenas y el Parque Nacional Sangay, el turismo como actividad no consuntiva dentro de una área protegida y otros temas específicos. Sin embargo dada la importancia de la información etnográfica con relación al uso y aprovechamiento de la fauna silvestre con fines médicos, en especial de Tapirus pinchaque, la presente ponencia se centrará en estas tradiciones médicas, sus descripciones y preliminares interpretaciones culturales.

La danta de montaña o Tapirus pinchaque es un mamífero grande que habita los páramos y el bosque andino. Este animal habita los Andes de Venezuela, Colombia, Ecuador y el extremo norte del Perú, en alturas que van entre los 2.000 y los 4.000 metros de altitud (Ojasti, 1993: 95; Downer, 1996: 46). La danta o gran bestia, se caracteriza por tener una trompa prensil y las patas traseras cuentan con un número impar de garras (tres) a diferencia de las delanteras que tiene cuatro garras, alcanza más de 400 libras de peso. La danta de montaña es considerada una especie en peligro de extinción y con altas probabilidades de vulnerabilidad por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN.

Hasta la actualidad se conocen informaciones aisladas, poco verificables y ausentes de un análisis cultural, acerca de los usos y creencias que las poblaciones andinas tienen y le atribuyen a la danta o Tapirus pinchaque. Usualmente las creencias populares y tradiciones que atribuyen propiedades curativas y médicas a algunas partes de este animal, como las uñas o las vísceras, han sido tomadas por parte de investigadores biólogos o ecólogos como supercherías o simples creencias superficiales. (Downer, 1996; Patzel, 1990)

En las etnografías que se realizaron en las comunidades indígenas quichuas del alto Chimborazo, se pudo obtener importante información acerca de los diferentes usos medicinales y las tradiciones que estos pobladores tienen acerca de las partes del Tapirus pinchaque. Este inventario será presentado más adelante. Estos usos estarían inscritos en la tradición andina del uso de la fauna con fines médicos. Una gran variedad de fauna, tanto doméstica como silvestre, es utilizada variadamente según el tipo de enfermedad; podemos citar ejemplos como la tradición en el uso del cuy (Archetti, 1992), los usos del venado (Masama rufina), las prácticas con partes de oso andino (Tremarctos ornatus), y las prácticas curativas con variedad de pájaros. En el caso que nos interesa, los distintos usos de la danta o tapir de montaña son expresiones de esta medicina andina.

En el Ecuador en los últimos años se ha incrementado el número de investigaciones sobre la etnomedicina, aunque no se ha logrado definir un cuerpo teórico y un modelo interpretativo unificante para analizar los fenómenos etnográficos considerados dentro de la antropología denominada médica (Sambueza, 1996, 237-243). Dentro de los estudios dedicados a las prácticas médicas de los pueblos indígenas ecuatorianos, se ha brindado mayor atención a temas de la etnobotánica o de la ideología shamánica, dejando de lado áreas de estudio como la etnozoología. La presente ponencia es un esfuerzo que se enmarca dentro de la subdisciplina antropológica de la etnozoología, tradición investigativa aún por explorar y con mucho campo de estudio en el Ecuador.

Para lograr una visión de conjunto y contextualizar de una mejor manera el fenómeno del uso del tapir con fines médicos, presentamos a continuación una breve síntesis de los contextos sociales, culturales y económicos de las sociedades que practican estos usos tradicionales. Antes mencionaremos la metodología seguida en la investigación.

2.- METODOLOGÍA

Las cinco localidades indígenas que se incluyeron en el estudio son las siguientes: Alao Llactapamba, Alao San Antonio, Etén, Guarguallác y Atillo, todas ubicadas en zonas altas mayores a los 3.000 m.s.n.m., formando parte de la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Sangay.

Como se mencionó en la introducción, la investigación en su totalidad abarcó el tratamiento de variados temas entre los que se incluyó el uso de la fauna silvestre, en especial del tapir de montaña. A través de los meses que duró el trabajo de campo, se aplicaron métodos cuantitativos y cualitativos para conseguir la información etnográfica necesaria. Cabe anotar que la investigación se encontró con numerosos cuellos de botella al momento de conseguir informantes calificados o deseosos de colaborar con las entrevistas y encuestas planificadas. Esto se debió a que las poblaciones quichuas de las cinco comunidades parte del estudio, mantienen una constante pugna con el Parque Nacional Sangay, institución que responde a una lógica de reserva natural y que no permite el pleno uso de los recursos naturales al interior del territorio del parque. Para los indígenas la investigación generó desconfianza debido a las numerosas preguntas y averiguaciones acerca de la cacería y el aprovechamiento de la fauna silvestre, ambas actividades prohibidas y frecuentemente sancionadas por las autoridades del PNS con juicios, multas y hasta con prisión.

Desde un inicio de la investigación se empezó a evidenciar cierta reticencia de los pobladores a informar sobre actividades de cacería o utilización del tapir andino. Para comprender esta actitud de los comuneros indígenas, cabe mencionar que la constitución del Parque Nacional Sangay, en 1979, trajo consigo problemas derivados principalmente de las nuevas leyes y reglamentos conservacionistas que norman el uso de los recursos naturales (Rivas, 1996). A los pobladores locales les afectó la prohibición de actividades económico - sociales que alteraron actividades tradicionales propias como la pesca, la utilización de zonas de páramo y bosque andino para el pastoreo de ganado, la cacería, entre otras. En el caso específico de los usos del Tapirus pinchaque, los indígenas se mostraron recelosos de hablar acerca de su cacería, sin embargo se logró obtener importante información acerca de las características temporales de su aprovechamiento y cacería, y de los usos específicos y propiedades medicinales atribuidas a cada parte del animal.

En resumen, las técnicas utilizadas para generar la información etnográfica oportuna para el estudio fueron las siguientes: entrevistas, encuestas, la observación participante y la organización de talleres con grupos representativos de las sociedades observadas. Así mismo se aplicó la técnica de historia de vida a una antiguo conocedor de la fauna silvestre y ex-cazador, de la comunidad de Alao Llactapamba. Es importante señalar que los métodos cualitativos como la entrevista y la historia de vida brindaron una información de mejor calidad y más extensa que los datos logrados a partir de la aplicación de metodologías cuantitativas como las encuestas. En el caso de la investigación acerca de los usos médicos del Tapirus pinchaque, los métodos cuantitativos (las encuestas) se mostraron intimidantes y agresivos con los comuneros indígenas quichuas.

3.- LA SOCIEDAD: CARACTERIZACIONES

Las cinco comunidades en las que se desarrolló el estudio, Alao Llactapamba, Alao San Antonio, Etén, Guarguallác y Atillo, se encuentran en la provincia de Chimborazo. Todas estas localidades están ubicadas en la región alta del Parque Nacional Sangay ocupando zonas ecológicas de Bosque pluvial montano (3750-3300 m.), Bosque muy húmedo montano (3000-4000 m.), Tundra pluvial alpina (menos de 4000 m.) y Páramo pluvial subalpino (más de 4000m.).

El componente humano de las localidades en cuestión lo conforman comunidades indígenas del grupo étnico denominado generalmente quichuas de la sierra o campesinado indígena del Chimborazo. Las comunidades indígenas se encuentran organizadas en la forma tradicional de la Comunidad Andina (Ramón: 1990) habiendo algunas variaciones entre las cinco. Los idiomas utilizados por las comunidades son el quichua, propio de su cultura, y el castellano, por influencias de la sociedad nacional y del mestizaje. Algunos investigadores que han trabajado en la región consideran a las comunidades indígenas tribus de puruhaes (Downer: 1996), sin embargo el nivel social-cultural de tribu no se acerca siquiera a la realidad de los indígenas del Chimborazo. Por otro lado la denominación puruhaes es tomada de la historiografía nacional para afirmar una nacionalidad de los indígenas chimboracenses pero no representa un continuum cultural heredado de un remoto pasado.

Aunque son reconocibles formas culturales propias entre los indígenas de las comunidades estudiadas (uso de una lengua propia, vestimenta particular, utilización y conocimientos específicos del medio, uso de plantas y de animales como medicinas, etc.), es evidente el profundo proceso de aculturación en el que se desenvuelven estas sociedades. La aculturación que conduce hacia la mestización se produce básicamente por la permanente y muy antigua relación de dependencia y dominación asimétrica con los otros grupos humanos con los que interactúan en el contexto de la sociedad nacional ecuatoriana (blancos y mestizos). Se suma a esta anterior situación, que en los últimos 40 años, y debido a fenómenos sociales tales como la Reforma Agraria, la creciente economía de mercado, y la explotación irracional de los recursos naturales, las sociedades indígenas se han transformado y viven un proceso de transfiguración étnica de forma vertiginosa.

Una de las características del proceso de aculturación es el de ocasionar la pérdida de las habilidades en el racional uso de los recursos naturales en la sociedad en que se produce. Éste es justamente el caso de las comunidades indígenas estudiadas, de ahí se explicaría ciertas actitudes en la mala utilización de los terrenos agrícolas (abuso de los fungicidas, sembradíos en forma vertical, mal cálculo de los ciclos productivos, etc.), el desconocimiento de determinadas técnicas tradicionales en la cría de animales, entre otras situaciones.

Así mismo, las comunidades motivo del estudio enfrentan especiales problemas al interior de su organización sociopolítica. La forma tradicional de organización entre los indígenas los Andes es la comunidad. Mediante esta entidad las sociedades andinas se enfrentan a las realidades y retos que las sociedades nacionales les plantean. En el caso de las cinco (5) comunidades estudiadas se ha podido observar que si bien existen esfuerzos comunitarios para la organización y consecución de planes de trabajo y obras para el desarrollo, existe un alto nivel de segmentación y de división entre los comuneros .

La división y segmentación al interior de las comunidades indígenas parte del estudio, tendrían su origen en asuntos de tipo político y educativo. Las sociedades indígenas en cuestión, se han visto marginadas de todo tipo de poder político y de participación en planes sociales y económicos estatales, e incluso han sido excluidas como nacionalidades existentes en el contexto del Estado ecuatoriano. Estos constreñimientos han provocado una situación de pobreza extrema entre los indígenas lo que los ha llevado a una segmentación al interior de las comunidades creando grupos interesados en beneficios particulares y no en el bienestar de su sociedad entera.

Como una consecuencia de lo mencionado anteriormente, los niveles de instrucción básica no han existido o solo se han desarrollado precariamente. Los indígenas de las comunidades estudiadas carecen de instrucción elemental, y por lo tanto no cuentan con las facilidades necesarias para enfrentar los diversos retos impuestos por la sociedad en general.

Las condiciones antes mencionadas vuelven a las estas comunidades propensas a la aculturación, al desarrollo de problemas interétnicos con mestizos y blancos, a mantener una actitud hostil y de desconfianza hacia iniciativas de desarrollo, entre otras actitudes.

Sin embargo de lo señalado en los párrafos anteriores, proponemos que la tradición de uso y aprovechamiento del tapir y de sus partes como medicina, podría ser interpretado como una forma cultural de resistencia a la sociedad nacional, en este caso representada inmediatamente por el Parque Nacional Sangay. Estos usos brindarían una fuente alternativa de curaciones con respecto a la medicina occidental. En las comunidades indígenas la ausencia de servicios médicos y sanitarios estatales es una constante.

4.- ECONOMÍA Y SUBSISTENCIA

Las cinco (5) comunidades estudiadas en el marco de la investigación acerca de los usos de la fauna silvestre, en especial del Tapirus pinchaque, se encuentran en condiciones económicas de pobreza y de extrema pobreza, bajo los índices determinados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que se determinan por la deficiencia en el acceso a vivienda, a educación, a sistemas sanitarios, a alimentación y a fuentes de trabajo (según el Informe Anual de Naciones Unidas de 1995).

Las comunidades de Alao Llactapamba, Alao San Antonio, Etén y Guarguallác son eminentemente agricultoras aunque mantienen actividades de pastoreo de ganado lechero y de carne. Los cultivos más utilizados son los de papa, cebolla, haba, cebolla y zanahoria (Gappisch: 1993) y sirven para el autoconsumo y para el comercio. Se aprovechan los productos derivados del ganado vacuno como lo son la leche y la carne, de este renglón se obtienen ingresos económicos aunque no significativos sino únicamente para permitir la reproducción social y biológica de los comuneros. La comunidad de Atillo no se presenta como agricultora a diferencia de las mencionadas anteriormente, la tradición de la comunidad es más bien el pastoreo de animales y ganado principalmente de carne y en menor cantidad para leche. Si bien existen cultivos, estos son pequeños y únicamente para el autoconsumo.

Como parte de los animales de corral que se crían y mantienen en las comunidades indígenas están los borregos. Esta especie brinda lana que es tratada rudimentariamente e hilada en forma exclusiva por la mujeres indígenas, para posteriormente ser comercializada en hilanderías y mercados de poblaciones como Licto o directamente en la ciudad de Riobamba. El ingreso económico proveniente de esta actividad es mínimo y no significa mayores ganancias.

Así mismo, como en la mayoría de comunidades indígenas de la sierra ecuatoriana, se crían cuyes en las casas. El cuy constituye una importante fuente de proteína animal y es utilizado como plato principal en las festividades indígenas tales como el carnaval, la pascua, o celebraciones propias de cada comunidad. (Archetti, 1992).

En las comunidades se realizan actividades de pesca y de cacería aunque la primera actividad es mucho más recurrente que la segunda. Estas labores no representan ingreso económico alguno y se realizan únicamente para el autoconsumo y como parte de la dieta de las familias indígenas. La especie más pescada es la trucha que existe en abundancia en los ríos de toda la región e incluso es pescada en zonas prohibidas como el PNS .

A través de la investigación etnográfica se pudieron conocer importantes tradiciones y prácticas al respecto de las actividades de cacería.

4.1.- LA CACERÍA DEL TAPIR, UNA ACTIVIDAD TEMPORAL

Según las informaciones recabadas de los distintos actores, y juntando diversas versiones e incluso informaciones aisladas, podemos plantear que la cacería de Tapirus pinchaque en esta zona del Chimborazo, tiene el carácter de marginal, poco frecuente y no extensiva y que se la realiza básicamente para el consumo de su carne en festividades y para el uso de sus partes.

Al respecto del aprovechamiento de la carne, se debe indicar que existen varias concepciones acerca de la denominada carne de monte. Según uno de los indígenas entrevistados, la carne tiene la característica de ser cálida y de fuerte sabor:

... la carne silvestre es bastante cálida, la carne de danta es cálida no como la del borrego o la res que es más bien fresca...

Es probable que esta concepción de una carne fuerte y energética como lo señalaron algunos entrevistados, sea uno de los puntos de partida para considerarla medicinal y con propiedades terapéuticas entre la población indígena. Cabe mencionar que en los Andes funciona el sistema de representaciones que considera a los alimentos, comidas, medicamentos y enfermedades como cálidos y fríos (Vokral, 1991: 286). Por lo general la carne silvestre proveniente de la cacería es considerada cálida en toda el área andina, en el Chimborazo no es una excepción esta concepción acerca de los productos alimenticios.

La cacería, de acuerdo a las informaciones etnográficas, se la realizaría únicamente en determinadas fechas importantes del calendario como lo son la Semana Santa, los Carnavales, la Fiesta de Finados, y la Navidad. Según uno de los informantes, la cacería del Tapirus pinchaque se realiza principal y casi únicamente antes de cualquier festividad importante del año y para el autoconsumo del cazador y su entorno social inmediato como lo es su familia, compadres y vecinos. Al respecto tenemos los siguientes testimonios:

De una de las entrevistas realizadas a Roberto Caz, líder indígena de Alao San Antonio:

¿Cuántas veces al año o al mes hay cacería?

Para Carnaval, para Pascuas, para Semana Santa, por esas fechas entran más cazadores al Sangay, por acá o por laguna Negra entran a coger venado, algunos entran con carabina y no solo de aquí sino de Alao Llactapamba. Viene gente de Riobamba, de Pungalá, de Licto, esa gente viene a veces a cazar, pero venadito no más, no danta por que la danta esta adentro, esta lejos.

¿Ósea que la danta es más para las fiestas?

Más antes era para fiestas, ahora ya no. Pero se coge en esas épocas.

¿Y porque le cazan más para las fiestas?

Para comer carne en las fiestas, y por no matar un borreguito, un puerquito, esa ha sido la costumbre que ha sabido tener la gente.

¿Y antes se repartía a toda la gente la carne del animal?

No, no, eso no. Eso es solo era para el cazador no más, talvés le da a algún familiar. De ahí para una fiesta grande, para la comunidad, no se ha acostumbrado nunca. Yo pienso que ahora de aquí de la comunidad ha de haber unas 10 o 15 personas que cazan, ellos tienen armas o tienen perros, pero no son todas las gentes de la comunidad. Ósea que los que aprovechan no son todos sino unos no mas. Pero poquito se caza, ya no es como antes que era bastante.

De la entrevista realizada a Manuel Abarca, comunero de Etén:

¿La caza de la danta cada cuanto tiempo hay, una vez al mes, una vez a la semana, cada cuánto?

De lo que yo se, la cacería de la danta posiblemente se de unas 3 o 4 veces por año.

... en Etén en este año me parece que ha cogido 2 veces la danta, no más. Eso yo se porque son trabajadores míos mismo, yo por eso les escuché que iban a coger para carnaval y les amenacé que si se iban nunca más les iba a contratar para nada, yo así le dije.

¿Y porqué cogen para carnaval?

Para las fiestas.

¿En esas fiestas va más gente a coger dantas?

Ósea, casi totalmente es para las fiestas, faltando 8 días, faltando 15 días, ellos van a la cacería.

¿Para cuáles fiestas?

Por ejemplo para Finados, para Noche Buena, para Año Nuevo y para Carnaval, esas son las fiestas de cacería.

¿Porqué se caza en esas fechas, cuál es la razón?

Por no matar un borrego, por no matar un marrano, entonces ellos se van al páramo de cacería, traen algo, un conejo, etc.

Es más barato irse de cacería que matar un animal propio.

¿Se caza solo para comer o se usa para otra cosa?

No, solo para comer.

Así mismo una joven informante de Alao Llactapamba señaló lo siguiente:

... en Semana Santa es una buena época para salir a coger truchas, venados y conejos. Hay gente que usa armas. Se caza por atrás (señalando hacia El Placer)..., no se si se cojan dantas...

Es evidente la costumbre de aprovechar la fauna silvestre y más específicamente el tapir de montaña en las épocas festivas del calendario. Estas épocas son no cotidianas y son de vacaciones, por esto se aprovecharía el tiempo para recurrir a la cacería de animales que brindan una gran cantidad de carne. Una danta puede llegar a pesar más de 400 libras.

Existe una temporalidad para la aprehensión y cacería del tapir andino. La razón y motivo para llevar a cabo la cacería es económica. La carne de monte (danta) representaría un gran beneficio de proteínas animales a un costo muy bajo. Los indígenas no tienen que recurrir a sus propios animales de corral para comérselos, de hacerlo, estarían perdiendo un bien económico del que dependen ingresos conseguidos en las ventas que se realizan en las ferias de animales de las poblaciones aledañas a las comunidades.

La atracción es el consumo de carne. En las fiestas es importante consumir carne por considerarla una comida apetitosa y llenadora. Los bajos costos que implica la cacería de dantas permite realizarlas faenas sin problemas. Si el costo fuera alto, el consumo de carne estaría centrado en otros animales diferentes al tapir.

Es importante señalar que en el caso del PNS, no se da una cacería de animales silvestres con fines de subsistencia como si ocurre en numerosas etnias principalmente del bosque húmedo tropical (Redford y Robinson, s/a). La cacería en la zona del Sangay respondería al deseo de acceso a una carne que implica unos bajos costos de cacería, y se da únicamente en determinadas épocas del año.

Sin embargo de la temporalidad en el aprovechamiento del tapir de montaña, los indígenas conocen diversos usos médicos de esta especie y los practican usualmente, aunque en el pasado estas tradiciones estuvieron más arraigadas. Probablemente la pérdida de este conocimiento tradicional en los pobladores más jóvenes, quienes desconocen casi totalmente las tradiciones en el uso de la danta, se deba al proceso de aculturación de las costumbres médicas. En las poblaciones visitadas es muy común el uso de medicamentos occidentales como la aspirina, el mejoral, el alka-seltzer, entre otros productos químicos para tratar cualquier dolencia. Así mismo debido a la construcción de carreteras que hacen cada vez más cercanas las poblaciones indígenas de las ciudades como Riobamba o Ambato, hoy es práctica común el recurrir a los dispensarios médicos de estas localidades ante el aparecimiento de enfermedades de cualquier tipo.

4.2.- TÉCNICAS DE CACERÍA

Acerca de los métodos de cacería, se estableció la técnica tradicional practicada por los quichuas del Chimborazo. La técnica más usual es la que necesita de varios sujetos y en especial de perros entrenados para la faena. La raza de los perros no es importante, lo que se necesita es que estos animales estén acostumbrados a guiar y a cuidar ganado. Una vez localizado el rastro del tapir por parte de los perros, estos le persiguen hasta que el animal se encuentra acorralado o hasta que el tapir recurra al agua para zambullirse y chisguetear agua a sus perseguidores. En ese momento el cazador se acerca a la danta y la enlaza provocando el estrangulamiento del animal, existen testimonios en los que el cazador en vez de enlazar al animal le dispara con su arma (fusil o carabina).

Es muy interesante señalar que esta técnica que utilizan los indígenas para atrapar y cazar el Tapirus pinchaque es muy similar a la que los indígenas kuna de Panamá utilizan para atrapar a los tapires terrestris, aunque estos últimos lo hagan dentro de una amplia tradición cazadora y de economía de subsistencia (Ventocilla: 1992, 10, 11, 41).

Por medio de las entrevistas se estableció que la gente dedicada a arrear el ganado en los páramos alejados como el de Culebrillas y otros, es la que más cazaba en el pasado y probablemente sea la que más cace en la actualidad. Al respecto el anciano escogido para la historia de vida, informó del conocimiento de vaqueros que suben zonas de hábitat de la danta y que posiblemente sean los que más cacen al animal.

5.- USOS DE FAUNA SILVESTRE CON FINES MÉDICOS.

5.1.- EL MUNDO DE LO SILVESTRE

Para comprender la dinámica social en la que se presentan los usos de la fauna silvestre, en especial del tapir de montaña, es necesario presentar la cosmovisión acerca del mundo silvestre en los Andes, por tratarse de costumbres de uso de un animal silvestre ajeno a los espacios de cotidianidad domésticos de las sociedades andinas del Chimborazo.

Es importante señalar que el mundo andino se encuentra organizado en biparticiones, en mitades. Siendo así, el espacio también es asumido en esa perspectiva. En el pueblo indígena del Chimborazo, y no solo en las zonas de interés de nuestro estudio, existen una serie de ideas y de concepciones que consideran dos tipos de espacio. Un espacio es el que es concebido como cotidiano y regular, en donde se realizan las actividades normales y diarias como la agricultura, la ganadería, la vida familiar y social. El otro espacio es considerado irregular caracterizado por la presencia de animales salvajes y agresivos, de plantas venenosas y curativas y asumido como salvajes o silvestres (Moreno: 1993). Es justamente en este contexto en el que la fauna silvestre que habita el Parque Nacional Sangay, es concebida por parte de las comunidades indígenas que lo rodean.

Los indígenas de la región estudiada manejan conocimientos variados acerca de las diversas especies de flora y de fauna que habita en los ecosistemas por ellos empleados. Particularmente, algunos animales silvestres son considerados como sanos, buenos, y curativos para el hombre, en especial si son consumidos. Un comunero de Alao San Antonio explicó acerca de la fauna:

... son animalitos que comen plantas de la montaña, plantas sanas, por eso son sanos los animales también, por eso curan enfermedades...

Ese es el caso del Tapirus pinchaque y de otras especies silvestres como el oso, el venado, la servicabra, las ranas, la guanta o yamán, entre otros. La idea de animales que se crían y que crecen fuera de toda intervención humana, especialmente ajenos a la alimentación de los hombres, los vuelve merecedores de atributos medicinales y curativos e incluso mágicos.

El Tapirus pinchaque o danta es un animal al cual se le atribuyen propiedades curativas o que en general ejerce mucha atracción en las sociedades indígenas que interactúan con él. No se tiene claro todavía si las tradiciones medicinales en el uso de algunas de sus partes (uñas, cabeza, sangre, entre otras) son propias de la cultura indígena de los quichuas de esta región de la provincia del Chimborazo.

Los datos etnográficos al respecto del origen de esta tradición han resultado poco exactos ya que en algunas ocasiones se afirma que estos conocimientos son propios de la zona amazónica en la que vive la variedad de danta llamada Tapirus terrestris (Provincia de Pastaza en especial), o si los conocimientos han sido difundidos por los charlatanes comerciantes de partes de animales. En todo caso existe el conocimiento de determinados usos para muy puntuales enfermedades que afectan a los indígenas del alto Chimborazo.

Los agentes vendedores de partes de tapir son conocidos como charlatanes o comerciantes de medicina natural. Los charlatanes realizan la promoción de sus productos tanto en pequeños como en grandes centros urbanos. Entre los productos médicos que comercializan se encuentra una gran cantidad de especies de plantas, partes de animales, rocas minerales, y preparados medicinales envasados artesanalmente. Llama la atención que la mayoría de productos comercializados son de origen amazónico y tienen una gran acogida entre los indígenas de la provincia del Chimborazo, al parecer las tradiciones medicinales originarias del oriente ecuatoriano tiene un especial atractivo para los quichuas de los altos Andes.

5.2 USOS DE ANIMALES EN LOS ANDES ECUATORIANOS

Al interesarnos por los usos de animales con fines médicos, debemos señalar la concepción de enfermedad propia del área andina. La enfermedad es considerada una ruptura del equilibrio del estado corporal. Los cuerpos sanos se encuentran en un estado templado, y cualquier desequilibrio térmico hacia lo frío o lo caliente, provoca la enfermedad (Hess, 1994, 54; Balladelli, 1996, 18). Cabe anotar que los términos frío y caliente no se refieren necesariamente a la temperatura del cuerpo humano, aunque pueden coincidir. A través del uso de partes y sustancias animales, el cuerpo humano recupera el equilibrio perdido y regresa al estado de salud corporal.

Así mismo, y como se mencionó anteriormente, es necesario entender el uso del tapir de montaña en el contexto de la ideología de los silvestre en el mundo andino. La utilización de sustancias y partes animales, tanto domésticos como silvestres, es una constante en las comunidades quichuas ecuatorianas, así lo demuestran etnografías de provincias como Chimborazo e Imbabura (Archetti, 1992; Acero y Dalle Rive, 1992; Balladelli, 1996).

La utilización variada de las partes y sustancias animales, según la afección corporal que están llamadas a curar, es amplia en las sociedades andinas. Una de las prácticas más difundidas y típicamente quichuas, es el consumo del cuy como carne festiva, y la utilización del animal para determinar enfermedades (la conocida radiografía andina) o para realizar curas y limpias de la suerte (Archetti, 1992).

La cantidad de animales utilizados en la cultura andina, sean estos silvestres o domésticos, es extensa. También es extensa la lista de enfermedades que cada una de las sustancias derivadas de los animales está destinada a curar. Entre algunos mamíferos de los que se tiene referencia de su uso medicinal, encontramos a la raposa o rata de monte, el ratón común, el lobo, el venado, el oso, el cuy, el gato doméstico, el borrego, entre otros más. De estos animales se utilizan tan variadas partes como vísceras, patas, grasa (manteca), el estiércol, la carne, entre otras. La curación sirve para las diferentes afecciones a la salud como reumatismos, anemia, dolores musculares, indigestiones, ataques nerviosos y otras enfermedades más.

Las aves también son utilizadas en las comunidades indígenas de los andes ecuatorianos. Pájaros como el curinquingue, mirlo o chihuaco, la tórtola o urpi, los pichones, los quindes y otros, se utilizan para curar afecciones pulmonares tales como la tuberculosos o la pulmonía. También se usan como alimento contra la anemia o para controlar desordenes gástricos.

Otros animales como reptiles e insectos tiene propiedades médicas también. Los sapos o jampatus se usan para controlar la fiebre alta o se los usa para curar infecciones dérmicas como la erisipela por ejemplo. Las lagartijas son escupidas por indígenas con dolor de muelas, se cree que el dolor es transmitido al animal (Balladelli, 1996: 276). Los renacuajos o huillis huillis son utilizados para curar la irritación de los labios o la irritación de los ojos. A nivel del uso de insectos, se tiene información acerca del uso de arañas y de otros insectos como el padre curu o la chicharra.

La lista de animales utilizados podría ser más extensa de lo que se ha presentado en los párrafos anteriores. La falta de informaciones sistematizadas y de bibliografía al respecto de la etnozoología, es una constante en la antropología ecuatoriana.

5.3 USOS DEL TAPIRUS PINCHAQUE CON FINES MÉDICOS

A través de las etnografías realizadas en las cinco comunidades motivo del estudio se pudo recuperar la siguiente información acerca de los usos de las partes y sustancias provenientes del Tapir de montaña o danta. Proponemos que el conocimiento de los diversos usos de este animal, responde a una larga historia de adaptación y manejo de la fauna silvestre por parte de los indígenas quichuas andinos.

A continuación presentamos el inventario de uso de cada una de las partes utilizadas, las posibles enfermedades que estas curan e interpretaciones preliminares de estas prácticas.

USO DE LA CARNE

El tapir de montaña es cazado con el motivo de celebrar ocasiones festivas como la Navidad, el Carnaval, la Semana Santa, y la fiesta de los muertos o Finados. No se excluye la posibilidad de que sea cazado en otras ocasiones específicas del año pero debe precisarse que la actividad cazadora no es permanente (Rivas, 1996). La cacería es realizada principalmente para el aprovechamiento de la gran cantidad de carne que una danta brinda (más de 400 libras un individuo adulto), y para evitar el sacrificio de animales de corral que los quichuas tradicionalmente crían. La carne de la danta es altamente valorada en las comunidades indígenas, se la considera de calidad superior frente a carnes comerciales como la de res o borrego.

La carne de tapir es considerada cálida y energética en la cosmovisión indígena, de allí que en numerosas oportunidades los informantes le atribuyeron propiedades curativas y medicinales a su consumo. Al parecer la carne debe ser consumida por aquellas personas que sufren de anemia o debilidad corporal, por mujeres embarazadas que necesitan nutrirse y en general por personas que deseen recuperar su fuerza vital. Según los entrevistados, el comer carne de danta provoca mucha sed y hasta fiebre en aquellos individuos que no están acostumbrados a la carne de monte. Se debe tener cuidado en el consumo de esta fuente de proteína animal ya que el exceso puede provocar alteraciones en la salud del comensal.

Esta concepción se explica en el contexto de la enfermedad en los Andes. Se concibe a la enfermedad como una alteración del equilibrio corporal propio de los seres humanos, esta alteración se produce por un desbalance en la temperatura del sistema corporal. Cuando una enfermedad fue causada por una alteración de lo frío, debe ser combatida con un producto caliente para recuperar la homeóstasis del cuerpo (Hess, 1994: 54). Pero el uso del producto cálido no debe pasar más allá de lo necesario para llegar al punto de equilibrio o salud plena. En este contexto el abuso de la carne de danta considerada caliente, conduce a una alteración del equilibrio con una sobre exposición al calor.

USO DE LA CABEZA

Uno de los conocimientos más extendidos en las zonas del Chimborazo visitadas es el de los usos de la cabeza del tapir. Según informantes tanto hombres como mujeres, la cabeza del tapir tiene la propiedad de curar la infertilidad femenina. Se pudo conocer una mujer indígena ya anciana, que aseguró haber sufrido de dificultades para concebir hijos. Su esposo recurrió a la cabeza del tapir de montaña para hacer que su mujer pudiera tener hijos. Posteriormente la mujer superó su inicial falta de fertilidad y concibió ocho (8) vástagos.

La forma de consumo es la siguiente. La cabeza del tapir debe estar completa y es sometida a cocción en lo que podría considerarse una sopa similar al mondongo o caldo de patas, conocido y ampliamente apetecido en toda el área andina ecuatoriana. Es necesaria una única ocasión de consumo del caldo de cabeza de danta por parte de la mujer que sufre de infertilidad. Si posteriormente a su consumo continúa sin éxito en la concepción de niños, posiblemente la mujer enfrente un problema serio en sus órganos reproductivos, de hecho se pudo conversar en la comunidad de Alao con una indígena que llevaba varios años de casada y no tenía hijos a pesar de haber probado la cabeza del tapir de montaña.

Esta práctica podría considerarse inscrita en otras tradiciones andinas similares. El autor Balladelli señala que en la comunidad andina de Pesillo, provincia de Cotopaxi, los indígenas utilizan la carne de raposa para curar el reumatismo y advierten que el excesivo consumo de carne de este animal por parte de las mujeres, puede conducir a una excesiva fertilidad y hacer que la mujer tenga muchos hijos (1996: 271). Al parecer la carne de monte tiene especiales características en las sociedades andinas ecuatorianas, su condición de cálidas y energéticas tendrían la capacidad de permitir superar problemas como la infertilidad femenina.

USO DE LA MEDULA ÓSEA

Aunque el conocimiento del uso de la cabeza para curar la infertilidad femenina está más extendido que el de la médula ósea, es importante señalar que esta parte del tapir tiene también propiedades reproductivas. Según los indígenas entrevistados y encuestados, no es un conocimiento manejado por todas las comunidades aunque se conoce de mujeres que al comer esta parte del animal han superado sus iniciales dificultades para concebir hijos.

USO DE LAS UÑAS O GARRAS

Este conocimiento se encuentra muy difundido en todo el Ecuador. Los llamados charlatanes de los que se habló en capítulos anteriores, han sido el principal vehículo para promocionar el uso de las pezuñas de la danta o gran bestia. Por lo general la parte del tapir que estos promotores de medicina natural comercian son las pezuñas, vendiéndolas por partes pedazos a los indígenas que recurren a sus charlas. Para alcanzar efectividad en el uso de la uña, se debe hacer una infusión en la que se incluyen numerosas plantas de origen amazónico partes de otros animales como el pico del tucán (predicador) por ejemplo. La principal cura para la que se utiliza la uña de la danta son las afecciones cardíacas, los posibles ataques y los dolores en la caja torácica.

En las comunidades indígenas parte del estudio, se logró determinar algunos de los usos médicos que se le atribuyen a la uña del tapir de montaña.

Primeramente la costumbre de usar la uña para curar posibles afecciones cardíacas, dolores en el pecho y para prevenir los ataques al corazón. Posteriormente encontramos las propiedades de la uña de curar los cólicos gástricos o desordenes intestinales que provoquen dolores en el abdomen.

La uña de danta debe ser raspada con un cuchillo hasta formar una cantidad apreciable de polvo, esta uña puede ser quemada levemente antes de ser raspada; la uña debe ponerse a hervir en una infusión junto con la planta conocida en el mundo indígena con el nombre de patacunyuyu (Peperomia peltigera). El resultado de esta infusión debe ser tomado regularmente por el espacio aproximado de diez (10) días o hasta que el paciente sienta una mejoría en las dolencias cardíacas.

Es importante señalar que según algunos autores, las uñas tiene especiales propiedades para los indígenas quichuas ecuatorianos. Las uñas pueden ser de humano o en este caso de animales. Se cree que a través de la ingestión de polvos de uña, el cuerpo de los enfermos recupera la fuerza pérdida por el desequilibrio provocado por la enfermedad. Incluso se conocen algunas prácticas curativas andinas en las que se necesita que el paciente incluya polvo de su propia uña en preparados para curar dolores de estómago o del corazón (Acero y Dalle, 1992, 62). Es posible que a partir de esta concepción acerca de las uñas se explique la tradición en el uso y consumo del tapir de montaña.

Adicionalmente, debemos señalar que para los indígenas de la zona alta del Parque Nacional Sangay, las pezuñas del tapir son consideradas como atractivos adornos caseros que pueden ser exhibidos y colgados en las paredes de las casas. Son consideradas una especie de trofeos silvestres. Así mismo hubo algunos informantes que señalaron que la uña puede ser utilizada para la hechicería y la magia. Estas creencias pueden ser explicadas a la luz del atractivo y especiales poderes y características que los indígenas andinos conceden a los productos de origen silvestre o salvaje, de allí su uso en actividades de brujería o el interés por tener un adorno casero proveniente del mundo ajeno y no cotidiano de lo silvestre.

USO DEL ESTIÉRCOL

El estiércol de la danta tiene propiedades curativas al igual que la mayoría de las partes del animal. Los indígenas en sus recorridos por los páramos o bosques andinos, recogen el estiércol del animal para curar los cólicos estomacales. Se prepara una infusión sencilla de agua con el estiércol y luego el enfermo la bebe hasta que el dolor se calma.

La tradición en el uso de estiércol de animales es también una constante en los usos de fauna en los andes. En algunas comunidades del Chimborazo se utiliza el estiércol del cuy, el de llama, el de borrego, el de vaca, y de otros animales con la finalidad de curar dolores de oído, dolores de estómago y otras dolencias menores. También se acostumbra quemar el estiércol de los animales junto con basura para alejar a los malos espíritus de las casas de los indígenas (Balladelli, 1996, 273).

USO DEL PENE

Al igual que otras en especies de animales, el pene del tapir es considerado afrodisíaco. Los indígenas tienen como costumbre con el tapir, cortarle el pene y ponerlo a secar varios días al sol. Posteriormente y cuando éste se seca, se procede a triturarlo hasta formar un polvo que puede usarse para lograr excitación en las mujeres. No se utiliza para la excitación de los hombres, es un producto de exclusivo uso femenino. Según los propios indígenas informantes, no solo se practica esta costumbre con el pene del tapir, también puede ser con el pene de osos u otros animales silvestres. Informaciones bibliográficas al respecto no han sido posibles de conseguir, el tema necesita aún ser investigado.

USO DE LA SANGRE

La sangre del tapir recién cazado puede ser recogida en embaces o botellas especialmente transportados para recogerla. A los enfermos que sufren de afecciones pulmonares tales como tuberculosis o pulmonía, se les da de beber la sangre del animal hasta lograr la recuperación del sistema respiratorio.

La costumbre de aprovechar la sangre de los animales es parte de la medicina andina. Como se mencionó en párrafos anteriores, se utiliza la sangre de pájaros como el curiquingue o mirlo para curar la indigestión estomacal, o la sangre de tórtola o urpi para curar la pulmonía o tuberculosis. Siguiendo la misma lógica que explica el mundo silvestre en la cosmovisión andina, podemos decir que el uso de fluidos corporales de los animales silvestres, se debe a la creencia de que las especies de fauna que habitan zonas geográficas no intervenidas por el ser humano tiene especiales propiedades curativas y energéticas.

USO DE OTRAS PARTES

Se estableció en los trabajos de campo una tradición medicinal especial con respecto al tapir de montaña. Los indígenas acostumbrar extraer lo que denominan piedra de las vísceras del animal. Esta piedra podría ser una formación mineral que contiene el Tapirus pinchaque en sus órganos internos, un cálculo talvez. Los quichuas de las comunidades consultadas informaron que a partir de esta piedra se pueden hacer infusiones en agua de hierbas raspando un poco el mineral. Se lograría calmar cólicos estomacales y dolores abdominales en el paciente.

Posiblemente la utilización de estas sustancias y partes duras del tapir son prácticas que incluían los huesos y los dientes del animal, sin embargo no se logró conseguir más información etnográfica al respecto, y tampoco se ubicaron fuentes bibliográficas al respecto.

6.- CONCLUSIONES

Se debe entender que las prácticas médicas expuestas en el capítulo anterior, se dan en un contexto de profunda aculturación y rápido proceso de transfiguración étnica en las comunidades indígenas del Chimborazo. La ausencia de servicios sanitarios y médicos oficiales alienta el mantenimiento de estas tradiciones y conocimientos ancestrales. Se podría decir que las comunidades indígenas viven la paradoja de una sociedad nacional globalizante que a la vez no las incluye explícitamente como actores sociales. Desde mi punto de vista, el mantenimiento de las tradiciones médicas y terapéuticas basadas en el aprovechamiento de las partes y sustancias derivadas del Tapirus pinchaque, es una forma de resistencia y una estrategia de supervivencia que los indígenas de la región alta del Chimborazo, en especial del área aledaña al Parque Nacional Sangay, han sabido emplear y aprovechar.

Los usos médicos y propiedades curativas atribuidas a las partes de la danta se inscriben en la lógica de la medicina andina. Elementos tales como la consecución de estados de equilibrio corporal, la tradición en el uso de animales como medicina, y la estrategia de supervivencia social y biológica, muestran claramente la relación entre las prácticas médicas basadas en el uso del tapir y la medicina andina.

Parte de la cosmovisión indígena quichua está dedicada al mundo de lo doméstico y lo silvestre. Los animales silvestres pueden ser considerados fuente de proteína animal, sin embargo no son únicamente carne comestible. Son fuente inagotable de creencias y tradiciones culturales. Curativamente representan la solución a muchas dolencias y enfermedades; permiten enfrentar dolencias o incapacidades fisiológicas que a partir de la medicina occidental no podrían ser tratadas en las comunidades indígenas, el caso de la infertilidad femenina es un ejemplo. Para tratar esta incapacidad orgánica, se necesitarían numerosos exámenes médicos rechazados por las mujeres indígenas, sumándose a esto los elevados costos de someterse a estas prácticas de medicina occidental.

La presente ponencia ha presentado información recolectada de primera mano y es el trabajo preliminar realizado al respecto de los usos médicos del tapir de montaña. Así mismo es una de las pocas investigaciones iniciadas en el campo de la etnozoología en el Ecuador. Los temas desde donde se aborda, y las interpretaciones brindadas al respecto de los usos del tapir no son definitivos. Las conclusiones y el ejercicio hermenéutico presentado en esta versión del estudio, pueden ser motivo de revisión y posiblemente deban ser ampliados en investigaciones futuras.

Se espera contar en el futuro con una mayor cantidad de informaciones bibliográficas y etnográficas al respecto de los usos de la fauna silvestre y su relación con la etnomedicina. Como se mencionó en un inicio, la tradición etnológica ecuatoriana no ha incluido en su agenda los temas de la etnozoología, aunque se espera que trabajos como este permitan despertar el interés necesario en el tema y quizás esperar en el futuro una mayor cantidad de investigaciones dedicadas a las relaciones entre fauna y cultura.

Cabe señalar que los conocimientos médicos tradicionales presentados en esta ponencia a la comunidad científica internacional, son de propiedad de los propios indígenas quichuas del Chimborazo. Sería importante pensar en los mecanismos para proteger la información que el etnógrafo ha levantado, a fin de evitar casos de biopiratería que en la última década han levantado ásperas protestas y debates acerca de las patentes legales de los conocimientos indígenas.

Respetando la propiedad intelectual de los conocimientos medicinales indígenas, planteo que podría iniciarse una investigación desde la bioquímica, para establecer los principios activos que contienen las partes del Tapirus pinchaque, y que permiten que el animal sea utilizado con fines médicos por los indígenas quichuas del alto Chimborazo.

ÍNDICE

1.- INTRODUCCIÓN

2.- METODOLOGÍA

3.- LA SOCIEDAD: CARACTERIZACIONES

4.- ECONOMÍA Y SUBSISTENCIA

4.1.- LA CACERÍA DEL TAPIR, UNA ACTIVIDAD TEMPORAL

4.2.- TÉCNICAS DE CACERÍA

5.- USOS DE FAUNA SILVESTRE CON FINES MÉDICOS.

5.1.- EL MUNDO DE LO SILVESTRE

5.2 USOS DE ANIMALES EN LOS ANDES ECUATORIANOS

5.3 USOS DEL TAPIRUS PINCHAQUE CON FINES MÉDICOS

6.- CONCLUSIONES

7.- BIBLIOGRAFÍA

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