49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA)

Quito Ecuador

7-11 julio 1997

 

Maria Clara Rivolta

TITULO DE LA PONENCIA :

"EL REGISTRO ARQUEOLÓGICO EN LA QUEBRADA DE HUMAHUACA (PROVINCIA DE JUJUY-ARGENTINA) : TENDENCIAS A CASI 100 AÑOS DE HISTORIA"

AUTORA: MARIA CLARA RIVOLTA

RESUMEN

El objetivo de este artículo es identificar los cambios producidos en las interpretaciones del registro arqueológico de la Quebrada de Humahuaca, como parte del Area Andina Meridional, transcurridos casi 100 años desde su inicio. Las investigaciones de carácter bibliográfico, pretenden analizar las formas de registro arqueológico y modelizar los estilos teórico-metodológicos de la región en el transcurso de las diversas etapas.

INTRODUCCION

El presente trabajo tiene como propósito enfocar la historia de las investigaciones arqueológicas en el Noroeste argentino, especialmente en la Quebrada de Humahuaca (Pcia. de Jujuy Argentina), a casi 100 años de iniciada la misma.

Durante ese lapso, la cantidad de investigadores que han recorrido y efectuado tareas de investigación en el área, a través de misiones arqueológicas y expediciones nacionales y extranjeras, ha sido de particular importancia. Es notable destacar, que los estudios sistemáticos, realizados en los sitios arqueológicos ubicados primordialmente en el sector central de la Quebrada de Humahuaca, han sido enfocados de manera reiterada sobre los mismos asentamientos.

La lectura bibliográfica nos ha permitido aproximarnos a los marcos conceptuales utilizados por los distintos investigadores, siendo éstos los que conformaron las tendencias que configuraron las diversas explicaciones formuladas respecto de la dinámica de los pueblos que habitaron la región en época prehispánica. Si tenemos en cuenta el espesor temporal que vamos a analizar, es importante que partamos de la existencia de diferentes teorías arqueológicas y distintas formas de relevamiento y registro del contexto arqueológico, dado que las mismas se plasmaron en los textos producidos por los diversos investigadores.

A partir de éstos enfoques e interpretaciones variadas, es que se formularon cuadros cronológicos, referencias a vínculos entre diversas poblaciones, inferencias sobre elementos recuperados del contexto arqueológico, análisis de elementos de subsistencia, etc., intentando de alguna manera formular explicaciones generales sobre la dinámica de la región.

Si bien hemos subrayado el gran número de investigadores que han efectuado aportes al estudio de la Quebrada de Humahuaca, en este ensayo, destacaremos aquellos que produjeron cambios sensibles en el rumbo de las investigaciones de la zona (1).

Las posibilidades que surgen del análisis del modo en que fueron dándose las tendencias a lo largo de estos casi 100 años de historia, se encuentran indefectiblemente ligadas a los acontecimientos históricos locales, así como también a la vida de las distintas instituciones de las que los investigadores forman parte. Si bien hemos tenido en cuenta el contexto de producción que ha ido modificando el curso del desarrollo de la disciplina, el tratamiento exhaustivo de los mismos excede las posibilidades de esta propuesta, siendo que éstos además, fueron minuciosamente abordados por otros autores (González, 1985; 199192) (2).

LAS PRIMERAS INVESTIGACIONES

El primer paso dado en referencia al reconocimiento de vestigios dejados por los antiguos pobladores de la región, fue llevado a cabo por las dos misiones arqueológicas que arribaron a la Argentina en los albores del 1900. En relación con el desempeño de estas misiones arqueológicas extranjeras en el país, nos interesa destacar el aspecto que se encuentra ligado al matiz que imprimieron localmente estos grupos de trabajo, en cuanto a las características consideradas para la selección de los sitios, tipo de registro, métodos, etc. Para aquel momento, la carencia generalizada en la formación profesional de los integrantes de estas misiones, los aproximaba mucho más al desempeño de anticuarios, que a verdaderos hombres de ciencia. Esto es evidente en el número elevado de piezas llevadas al exterior, sumado al escaso aporte respecto al desarrollo del conocimiento local, lo cuales no posibilitaron la generación de una tradición arqueológica en la región.

El área de extensión que cubrieron estas expediciones, incluía el Noroeste argentino en general, y también sectores de países limítrofes como Bolivia y Chile. Las mismas tenían como objetivo la recopilación de información respecto de las antiguas civilizaciones que habían habitado el Noroeste argentino, siendo las actividades esenciales el registro de poblados prehispánicos localizados durante el recorrido, efectuándose también en muchos casos, la excavación de éstos, con el posterior traslado al exterior, de los materiales arqueológicos recuperados.

La primera misión científica al Noroeste argentino fue la sueca, dirigida por el barón Erland Nordenskiöld que llegó al país en el año 1901. En este mismo año otro importante investigador local, el Dr. Juan Bautista Ambrosetti, publica su primer trabajo arqueológico sobre la provincia de Jujuy (190102), en el que plantea una serie de hipótesis sobre los antiguos pobladores de la zona. Esta publicación marca un hito fundamental en el desarrollo de las interpretaciones, aunque Ambrosetti con posterioridad, modifica el rumbo inicialmente tomado.

La segunda misión científica a América del Sur, fue la francesa, en el año 1903, dirigida por el Conde G. de Créqui Montfort y E. Sénéchal de la Grange. La importancia que revistieron estas misiones se encuentra estrechamente vinculada con la participación de un jóven investigador que daría a conocer los resultados alcanzados en ambas expediciones. Este joven investigador, fue Eric Boman quien tomó parte activa en estas misiones, cuyos resultados fueron publicados en una importante obra en el año 1908 (Boman,1908).

Para la época en que Boman realiza su trabajo de síntesis, encontramos que la Quebrada de Humahuaca ya era objeto de las primeras excavaciones sistemáticas, desde enfoques totalmente diferentes a los hasta entonces implementados. Durante el desarrollo de una de las expediciones organizadas por la Facultad de Filosofía y Letras, en el año 1908, es cuando el Dr. Ambrosetti, director para entonces del Museo Etnográfico de la ciudad de Buenos Aires, junto con su discípulo, el Dr. Debenedetti, comienzan el trabajo de investigación en dos sitios de la Quebrada de Humahuaca: el Pucará de Tilcara y La Isla de Tilcara. La información y las observaciones recogidas durante la excavación de ambos sitios, se condensan en dos comunicaciones aparecidas durante la celebración del XVII Congreso Internacional de Americanistas (Ambrosetti, 1912; Debenedetti, 1912), esbozando en ellas una parte importante de los lineamientos básicos en relación con las culturas del Noroeste, los cuales se confrontarían fuertemente con las propuestas de Boman.

Para el análisis de estos primeros trabajos de investigación, creemos que es importante resaltar la metodología de campo utilizada por los pioneros, para el planteamiento de las excavaciones en los diversos asentamientos. El trabajo arqueológico efectuado durante aquellos años, se orientaba a los sitios de gran envergadura y a la obtención de la mayor cantidad posible de materiales arqueológicos completos. El carácter empirista de los investigadores de esta época, así como los marcos teóricos vigentes, determinaron la necesidad de plantear superficies cada vez más amplias en los sitios, obteniendo así un mayor número de piezas, a fin de ir corroborando las hipótesis de trabajo. A partir de esta metodología de trabajo, se definieron extensas superficies de excavación, que en algunos casos, implicaba la alteración prácticamente completa de los sitios, situación que puede ser corroborada a partir de la cita que se desprende del capítulo dedicado a la reconstrucción del Pucará de Tilcara, de Debenedetti "...luego se eligieron aquellos edificios que por su mejor estado de conservación y la selección del material empleado en su construcción, ofrecían un mayor interés, en nuestro afán de acopiar el mayor número de piezas arqueológicas..." (Debenedetti, 1929:9).

En virtud de esta necesidad de incrementar paulatinamente el número de piezas, la búsqueda se intensificó en un rasgo puntual del contexto arqueológico, tal como es el caso de las tumbas. Dadas las características de las inhumaciones en la Quebrada de Humahuaca, localizadas generalmente en el interior de las viviendas, la remoción de grandes volúmenes de sedimento conducía a la obtención de materiales en buen estado de conservación, mucho más adecuados para los estudios desarrollados en ese momento. Como producto de esta búsqueda, se observan actualmente, en el Pucará de Tilcara, una serie de trincheras que recorren el perímetro interno de los recintos, con la consiguiente acumulación de sedimento en el centro de los mismos.

En cuanto a la metodología de registro, aún teniendo en cuenta que estamos refiriéndonos a las primeras excavaciones, Debenedetti (1910) mantuvo intactos los contextos de tumbas de La Isla de Tilcara, los cuales aún pueden ser en la actualidad reconstituídos. En cambio, para el Pucará de Tilcara, ilustra las descripciones realizadas para cada unidad excavada, con plantas y croquis de localización de los diversos sectores. Sin embargo, actualmente, la posibilidad de relocalizar los 212 yacimientos (término, este último, utilizado por Debenedetti para referirse a las unidades de excavación así como también a los sitios) ha sido casi nula. Asímismo, la falta de referencias en su publicación sobre los hallazgos efectuados en el Pucará de Tilcara (Debenedetti,1930), permiten asignar sólo unas cuantas, de las casi 4000 piezas extraídas de sus contextos originales.

Durante el transcurso de las investigaciones en el Pucará de Tilcara, Ambrosetti y Debenedetti generaron la idea de reconstruír parcialmente las ruinas, como primer gran obra arqueológica de este tipo en el país. En el transcurso de la última visita efectuada por Debenedetti en el año 1929 a este Pucará, acompañado por su discípulo Eduardo Casanova, retoman la tarea de reconstrucción del viejo poblado, ya iniciada por Ambrosetti sobre el faldeo Este. A fin de cumplir con los objetivos fijados para la restauración, la construcción de los muros la efectúan partiendo de los viejos cimientos y la consolidación de las nuevas estructuras la realizan con el material procedente del relleno que cubría los pisos de cabaña de las viviendas (Debenedetti,1929:12). Como es obvio, esto introdujo una severa modificación al aspecto que hasta ese momento poseía el sitio, actividad ésta que sumada a la excavación casi completa de las unidades arqueológicas, dificulta seriamente cualquier actividad de reconocimiento que pretenda ser llevada a cabo actualmente.

Uno de los aspectos que consideramos trascendentes en el desarrollo de las tendencias originadas en este momento, lo constituyen las discusiones que se suscitaron a partir de los trabajos de investigación durante los primeros 30 años, reflejando claramente los distintos enfoques tomados por Ambrosetti y Debenedetti, así como la posición asumida por Eric Boman (1923). Creemos que es importante denotar la poca popularidad que tuvieron las ideas generadas por estos primeros investigadores en la Quebrada de Humahuaca, debido al cambio suscitado con posterioridad en la Argentina, a partir del advenimiento de nuevas corrientes de pensamiento. Sin embargo, el carácter descriptivo plasmado en los trabajos de investigación, evidentes en los escritos de esta época, continúa sin interrupción con posterioridad, a pesar de los sesgos impuestos en otros aspectos, desde la adopción de distintos lineamientos teóricos.

Para este momento temprano de la investigación arqueológica en el Noroeste argentino, las unidades de comparación partían desde las altas civilizaciones, con los primeros trabajos de Max Uhle en Perú (1912), donde las culturas del Noroeste, representaban, para algunos investigadores, una difusión empobrecida de aquellas. Las observaciones se efectuaban en función de regiones geográficas muy amplias, entre los que muchos sitios ubicados en áreas muy distantes entre sí, formaban parte del conjunto de datos sobre los cuales se elaboraban las explicaciones.

La idea generalizada de descubrir conexiones entre altas culturas, fue prioritaria en los trabajos de investigación de Ambrosetti, Debenedetti y Boman, mientras que el conocimiento que se poseía para la época respecto de la civilización calchaquí, determinó que se definiera en primera instancia la presencia de la misma en todo el Noroeste argentino, incluída la Quebrada de Humahuaca.

El primero en plantear un sustrato común calchaquí para el Noroeste argentino fue Ambrosetti (1901-02), tomando esta idea de otro explorador como fue Ten Kate, quién trabajó en el Noroeste argentino, a fines del siglo pasado. A pesar de esta temprana propuesta respecto del sustrato Calchaquí para el Noroeste, en una obra anterior, Ambrosetti llega a plantear comparaciones entre el Noreste argentino y las culturas del sudoeste de Estados Unidos en base a elementos arqueológicos y etnográficos comunes (Ambrosetti,1901), afirmación que fue duramente criticada por Boman en su síntesis de 1908.

Durante las excavaciones en el Pucará de Tilcara, Ambrosetti y Debenedetti, llegan a definir el límite norte de la civilización calchaquí, el cual se encontraba precisamente en este sitio. En cambio para el caso de La Isla de Tilcara, situada a unos 5 km al norte del Pucará de Tilcara, este sitio era considerado como el marcador meridional de ...una civilización que asciende hacia el nordeste independientemente de la calchaquí y la atacameña... definida por Debenedetti como la región ocupada por los Humahuacas, dato que obtiene de las crónicas. En estos primeros trabajos, establece también semejanzas entre la alfarería exhumada en La Isla y la chaqueña moderna (Debenedetti,1912 :8-9). Es a partir de estas observaciones que Debenedetti, realiza un aporte importante al conocimiento arqueológico local, dado que los elementos que considera marcadores de la presencia de los Humahuacas, la efectúa no sólo a partir de las crónicas sino también de las diferencias que registra en los atributos de los materiales procedentes de los dos sitios bajo estudio. Muchas de sus observaciones y comentarios, serán retomadas con posterioridad, aunque a la luz de diferentes enfoques.

Si bien la propuesta de Eric Boman también partía del reconocimiento de una civilización calchaquí, para este investigador, las culturas del Noroeste argentino tendrían vinculación directa con las altas culturas andoperuanas, refiriéndose única y expresamente a la cultura incaica. La firme convicción de Boman, respecto de la presencia incaica en el Noroeste argentino, de la cual, cualquier evidencia era prueba contundente de ella, lo llevó a plantear un esquema cronológico de escasa profundidad temporal.

Perfilándose como oponente y en firme rechazo a la argumentación de Ambrosetti, que reconocía la influencia diaguita en todo el Noroeste argentino, para Boman, no existía tal unidad cultural entre la Puna Jujeña, la Quebrada de Humahuaca y los Valles Calchaquíes; dado que la nación diaguita y dentro de ella la tribu de los Calchaquíes, no se encontraba igualmente dispersa por estas regiones. Este investigador al efectuar comparaciones con otras áreas americanas utiliza algunos marcadores de la cultura material (ej.: entierros en urnas, pipas, etc.) para realizar inferencias. Complementando la información a través de las crónicas, intenta establecer los límites geográficos de los pueblos existentes luego de la conquista, asumiendo que esta información podía ser transferida para explicar el pasado. Describe así, la existencia de grupos como los atacamas, omaguacas, diaguitas, etc. dispersos por el Noroeste argentino, distinguiendo la diversidad que para Ambrosetti se resumía en una única civilización para todo el Noroeste.

Otra preocupación de estos investigadores, evidenciada a través de sus escritos, la constituía el desarrollo de una cronología para la región. Si bien, el planteo de un esquema de desarrollo diacrónico para el área andina, había sido puesto en práctica por Uhle, en primer lugar para Perú y luego para el Noroeste argentino, éste es rechazado de plano por Boman, entablándose así una disputa entre ambos, que respondía en realidad, a la oposición diacronía/sincronía.

Por el contrario,aunque más insinuado en Debenedetti que en Ambrosetti, la preocupación en torno a la cronología se correlaciona con un conjunto de supuestos que parte de las comparaciones realizadas entre los materiales recuperados durante las diversas excavaciones. Si bien, para entonces, no se llega a la confección de un esquema cronológico similar a los delineados con posterioridad, se introduce la idea de la existencia de momentos diferentes, siendo el imperativo para la comprensión de los distintos desarrollos culturales, la definición de regiones geográficas por las que se expandían las culturas.

Al igual que rechaza el esquema de Max Uhle, Boman tampoco acepta el de Debenedetti, en relación con la influencia de la cultura Tiahuanaco sobre la diaguita debido a la falta de datos para sostener esa afirmación, lo que en definitiva significaba continuar sosteniendo su idea de escasa profundidad temporal para las culturas.

Las investigaciones en la Quebrada de Humahuaca continuaron a la muerte de Ambrosetti en 1917, en otros sitios como El Alfarcito (Debenedetti, 1918), La Huerta, Campo Morado Perchel (Debenedetti, 1919), Yacoraite y Los Amarillos, sumando información proveniente de la excavación de estos sitios así como de otros ubicados en el resto de las provincias que conforman el Noroeste argentino. A partir de la experiencia adquirida tras la intensa labor de campo, Debenedetti (1928), establece con mayor claridad los postulados que guían su interpretación sobre las culturas del Noroeste argentino.

Hasta ese momento, la definición de regiones por las que se extendían las culturas era el elemento primordial en sus explicaciones, tal como se puede percibir en su primera síntesis (Debenedetti, 1912). Con posterioridad a las excavaciones efectuadas en otros sitios, incluídos aquellos fuera de la provincia de Jujuy, comienza a introducir el criterio de diacronía en sus observaciones combinándolo con el de contacto e intercambio cultural. Establece así una mayor antiguedad para los hallazgos de La Isla y El Alfarcito, que luego se continuarían temporalmente con los hallazgos del Pucará de Tilcara. Estas ideas vertidas por Debenedetti en sus últimas publicaciones, mostraban la confrontación directa con la posición asumida por Boman no sólo en lo referente a la profundidad temporal, sino que también Debenedetti rechaza de plano la existencia de una unidad cultural en el Noroeste argentino (Debenedetti, 1928:4).

El marco conceptual al que apelaban estos investigadores se hallaba fuertemente ligada a las teorías evolucionistas, teniendo en cuenta que Ambrosetti se formó en el campo de las ciencias naturales, muy estrechamente ligado a la concepción de Ameghino (Fernández, 1982:112). Si bien Debenedetti fue discípulo y continuador de la obra de Ambrosetti, la formación en Filosofía y Letras del primero imprimió en sus trabajos, un fuerte sesgo humanístico. Así es que tanto los conceptos por él utilizados, como el marco teórico general de sus inferencias, pueden ser analizados a partir de aseveraciones como "...Naturalmente; la evolución fue lenta, como son lentos todos los procesos culturales de los pueblos que viven en relativo estado de aislamiento. Durante mucho tiempo todavía se seguirá repitiendo este fenómeno en muchas regiones de la tierra. El avance de una cultura se acentúa al establecerse un contacto con una cultura superior que puede dar lugar a una influencia o a un simple intercambio..." (Debenedetti, 1928:34). Es interesante notar no sólo a partir de este segmento de sus escritos, sino a través del análisis general de su obra, que si bien Debenedetti se ajustaba a los lineamientos de la teoría evolucionista, no podemos dejar de reconcer en él, un tránsito hacia el difusionismo, que confrontaba para ese momento fuertemente con la postura evolucionista.

La profusión de conceptos tales como: cultura, civilización, tipos, etc. nos ubican claramente en el pensamiento evolucionista, aunque la tendencia a referirse a la movilidad de poblaciones siempre vista desde la óptica de la cultura material, así como la sustitución y reemplazo de un grupo por otro, pareciera enmarcarlos sutilmente en un difusionismo apenas perceptible.

Es interesante ejemplificar lo comentado en el párrafo precedente, a través de una cita extractada de la obra de Debenedetti (1928:4): "...La superposición cultural es evidente y la absorción de la cultura arcaica por la nueva queda demostrada por la desaparición total de formas y prácticas de tipo "isleño". En el mismo Pucará de Tilcara, la cultura absorbente, dominante, adquiere un gran desarrollo en intensidad y extensión... Era, por lo tanto, contemporánea de la cultura incaica y es natural que, en su expansión, ambas se encontraran..."

El sesgo impuesto a las tareas de campo, a partir de la tecnología disponible en ese momento, al igual que los escasos conocimientos existentes sobre la base de información procedente de excavaciones sistemáticas, dieron como resultado una preservación deficitaria tanto de materiales arqueológicos, como de estructuras edilicias en general. Un caso para destacar es la escasa recuperación de restos óseos humanos procedentes de las tumbas, como parte de los contextos de inhumación, que enfatizaban la obtención de otros elementos materiales como la cerámica, metal, madera, etc.

La base de las inferencias partía escrictamente de los materiales recuperados, aunque en Debenedetti se vislumbra la intención de evaluar otros indicadores además de la cerámica, como entierros, tabletas, tembetás, etc. con la finalidad de establecer unidades de comparación con otras regiones. Las primeras clasificaciones de los conjuntos cerámicos agrupados por sus similitudes, parte de la propuesta de Debenedetti en su síntesis sobre La Isla de Tilcara (1910), tema sobre el que, reflejando distintos enfoques, volverán otros investigadores (Bregante, Serrano, Bennett, y otros).

Entre algunos de los obstáculos metodológicos que podemos identificar en esta primera etapa de las investigaciones arqueológicas encontramos que, el énfasis puesto por Boman en el peso otorgado a la cultura incaica, resulta ser el argumento a partir del cual se convalida la noción de sincronía para el Noroeste argentino. Sobre este punto, trabajarán, con posterioridad, arqueólogos como Casanova, donde la escasa profundidad temporal, es sostenida, por este investigador en casi todos sus trabajos de síntesis.

Por otra parte, la noción de movimiento poblacional, a través de influencias y/o migraciones sustentada por investigadores como Debenedetti y definida a partir de la cultura material, es retomada con una visión más atomizada por los representantes de la escuela histórico-Cultural, cuyos paradigmas marcarán gran parte de las interpretaciones arqueológicas en la Quebrada de Humahuaca y en el país.

LA ARQUEOLOGIA MONUMENTALISTA

Con posterioridad a las investigaciones llevadas a cabo por Debenedetti y debido a su prematura muerte ocurrida en el año 1930, su discípulo Eduardo Casanova, retoma las tareas iniciadas por éste, aunque partiendo de diferentes enfoques. Para la investigación arqueológica en la Quebrada de Humahuaca, representa uno de los investigadores que mayor cantidad de trabajos de campo efectuó en sitios clásicos e inéditos, cubriendo también estudios en la Puna jujeña, el altiplano boliviano y la Provincia de Salta y Catamarca. Su labor científica, se prolongó durante los años 1930 y 1970, aunque luego de esta última fecha, completó una serie de excavaciones importantes en el Pucará de Tilcara, en colaboración con otros colegas.

El amplio reconocimiento que efectúa Casanova respecto de los nuevos sitios comienza con las expediciones del Museo Argentino de Ciencias Naturales, alrededor del año 1930, bajo su dirección, iniciándose así una nueva serie de exploraciones sistemáticas al Noroeste argentino. Esta expedición centra sus actividades en el Norte de la Quebrada de Humahuaca, específicamente en la Quebrada de la Cueva inexplorada hasta ese momento (Casanova, 1933). Las investigaciones de Casanova, continuaron con la excavación de importantes sitios que fueron motivo de varias publicaciones. (3) . A partir del análisis bibliográfico, efectuamos una primera revisión respecto de la metodología utilizada por este investigador, en la que se reconoce la descripción exhaustiva de los materiales recuperados, acompañados en algunos casos de referencias sobre las unidades excavadas. El elemento sobre el que Casanova enfoca su análisis lo constituye  específicamente la alfarería, aunque resulta prácticamente imposible, a partir de las referencias publicadas, identificar cada hallazgo con su unidad de procedencia, con lo cual, un volumen importante de piezas quedan desprendidas de sus respectivos contextos.Al igual que en el caso de otros investigadores, observamos en Casanova, un interés particular sobre los enterratorios, que le lleva a afirmar ... La gran cantidad de yacimientos ha hecho decir con justicia que toda la quebrada es un inmenso cementerio preshipánico...(Casanova, 1936:209). Aún considerando el énfasis particular puesto en las inhumaciones, la calidad y número de descripciones de las unidades excavadas, dista mucho de la rigurosidad puesta por Debenedetti para asignar cada hallazgo a su unidad de procedencia, en su excavación de las tumbas de La Isla de Tilcara.

La publicación referida al estudio sobre la Quebrada de la Cueva, y aquella presentada en el tomo de Historia de la Nación Argentina (Casanova, 1936) resultan ser sus aportes más relevantes puesto que en ambos, esboza una primera clasificación para los poblados prehispánicos, inexistente hasta ese momento para la Quebrada de Humahuaca.

Esta clasificación surge en Casanova en función de una serie de variables que éste considera diagnósticas, tales como por ejemplo , ubicación y aspecto de los poblados, proponiendo así una distinción entre "Pueblo Viejo" y "Pucará". El esquema propuesto, resulta así una forma de ordenar el amplio espectro de asentamientos prehispánicos, producto de las nuevas exploraciones. Sus investigaciones aportaron al conocimiento de nuevos sitios, ampliándose notablemente la lista, entre los que se incluyen: Peñas Blancas, Calete, Señoritas, Chucalezna, Angosto Chico, Juella, Puerta de Juella, Puerta de Maidana, Huichairas, Maimará, Hornillos, Algarrobito, Huachichocana, Tumbaya Grande, Coiruro, Volcán , entre otros.

A través de la comparación de los conjuntos obtenidos en sus excavaciones, postula la homogeneidad de las culturas representadas por dichos conjuntos. La Cultura Humahuaca se convierte así en una entidad homogénea, susceptible de ser descripta a través de un análisis que incluye la economía, vestidos, adornos, alfarería, etc., sin dejar de lado el análisis de los documentos históricos. Respecto a la posición cronológica de esta cultura, Casanova  la ubicaría previa a la llegada de los incas, y persisitiendo durante el desarrollo de éstos, reconociendo como únicos marcadores temporales válidos la consquita hispana y la llegada de los Incas a la región.

Una de las actividades a las que Casanova brindó dedicación e interés a lo largo de muchos años, estuvo centrado en las tareas de difusión y extensión. La obra monumentalista, referida a la reconstrucción de una parte importante del Pucará de Tilcara, efectuada durante la década del í50, significó la concreción de un viejo anhelo gestado durante los primeros años por Ambrosetti y Debenedetti. En su empeñosa tarea de transmitir conocimientos , cuya objetivo esencial, era mostrar la riqueza vinculada con el pasado prehispánico, llevó a la práctica la creación de un Museo Arqueológico en la Provincia de Jujuy, donde se concentraron parte de las colecciones provenientes de sus propias excavaciones en la provincia, así como aquellas procedentes de los trabajos desarrollados por Ambrosetti y Debenedetti.

En cuanto a la posición asumida por Casanova, en su intento de explicar la dinámica de la Quebrada de Humahuaca, sostuvo la posición contraria a la de Debenedetti (1928) y Bennett (1948), respecto a la diferenciación entre La Isla y el Pucará de Tilcara como dos culturas distintas , proponiendo que las semejanzas existentes en los conjuntos eran tan estrechas que no autorizaba a plantear la diferencia cultural, sólo la cronológica, si bien ésta última tampoco la ponía en práctica en sus escritos (Casanova, 1950:37). En relación con la clasificación que construye sobre poblados, argumenta que las diferencias entre Pueblo Viejo y Pucará, no obedecen a la existencia de momentos distintos, convirtiéndose así en una clasificación meramente funcional, tal como lo explicita en su artículo (Casanova, 1936:225).

La lectura de la vasta serie de publicaciones de Casanova, permite englobar las líneas esenciales de su pensamiento, dentro de un enfoque que se encuentra muy próximo a los postulados de la escuela histórico-cultural. Es evidente que, en cuanto a la metodología utilizada en los trabajos de campo, sigue parcialmente las pautas impartidas por Debenedetti. No obstante, observamos que en este investigador encontramos diferencias sustanciales en el modo y rumbo que tomaron sus interpretaciones sobre los diversos trabajos. Casanova parte de una concepción a priori respecto de la homogeneidad de la Cultura Humahuaca, presupuesto éste que deja aclarado desde sus primeros ensayos (Casanova, 1936). Sin embargo, la mayor cantidad de trabajos de excavación los realiza con posterioridad a esta fecha., concluyendo en todos sus publicaciones, esta supuesta homogeneidad, a partir de la identificación de los restos de la cultura material, que le permiten confirmar sistemáticamente a partir de unas pocas evidencias, el esquema preestablecido.

La investigación de Casanova, marca sutilmente una línea de trabajo que en cuanto a la metodología de campo, tiene alguna semejanza con la de Debenedetti, aunque, las agudas observaciones realizadas por este último, no son en general tomadas por Casanova. Con posterioridad a este investigador, y durante un lapso apreciable, los datos procedentes de excavaciones sistemáticas, se verán dramáticamente reducidos, con un incremento notable de los trabajos de gabinete, en los que se utlizarán datos procedentes de investigaciones realizadas con anterioridad.

NUEVOS ENFOQUES

Durante los años en que Casanova se encontraba trabajando en la Quebrada de Humahuaca, llega al país un investigador, cuya labor dio como resultado una síntesis que marcó diferencias sustanciales en la interpretación del registro arqueológico. Con la publicación de la obra de Bennett y colaboradores, en el año 1948, se condensa gran parte de la información arqueológica existente hasta ese momento en el Noroeste argentino. Para llevar a cabo esta obra, Bennett, utiliza la información proveniente de publicaciones, revisando parte de las colecciones depositadas en varios museos, aunque no recorre los sitios ni realiza excavaciones. A partir del análisis detallado del material arqueológico, elabora para el Noroeste argentino, una clasificación en base a estilos cerámicos, utilizando como base la alfarería y completando la propuesta con un primer cuadro cronológico de ubicación de estos estilos en períodos y culturas.

Para los estudios efectuados hasta ese momento en la Quebrada de Humahuaca, representa un aporte valioso dado que confecciona el primer cuadro cronológico, partiendo de datos generados desde los sitios insertos en esta región.

El cuadro para los estilos del Norte (Bennett et al, 1948: 43) fue diseñado en base a un cuadro de doble entrada, en el que Bennett fija la perduración de cada estilo cerámico , utilizando además los términos : Media, Humahuaca e Inca, para definir las culturas. Si bien representó un valioso aporte para la sistematización de datos en el Noroeste argentino, podemos evidenciar una serie de dificultades inherentes a su elaboración. En cuanto a los términos utilizados para definir culturas, podemos detectar en el autor, dificultades en la construcción de las unidades de análisis, desde el momento que selecciona criterios tan dispares como : Inca-Humahuaca por un lado y Media por el otro. Otro problema se refiere a la metodología seguida por Bennett en la formulación de los estilos, ya que elimina del análisis todo material que no esté representado por la alfarería. Sin embargo, en algunos casos, la definición de complejos, le permite identificar conjuntos homogéneos de materiales distintos de la alfarería, como por ejemplo, para la formulación del Complejo Puna. Asimismo, a fin de establecer la secuencia de ordenamiento de piezas y confeccionar y analizar la posición cronológica de los estilos, procedió a la descontextualización de los conjuntos, aún de aquellos cuyos contextos de inhumación eran susceptibles de ser reconstruídos.

Inserto dentro de un enfoque particularista histórico, Bennett, propone un esquema ordenado de variables tales como forma y diseño de las piezas cerámicas, centrándose en la identificación de regularidades en las distintas colecciones, para construír así los estilos. Obviamente la proximidad visible en esta línea de pensamiento, entre el concepto de estilo y cultura, representa uno de los postulados principales dentro de la corriente en la que se inscribe Bennett. La identificación directa de estilos a partir de una designación binomial en el que se hace referencia a una zona geográfica por un lado y a características como el diseño, color, etc., por el otro, le permiten efectuar asignaciones directas a criterios cronológicos y culturales. Los estilos, se convierten así, en herramientas de ubicación cronológica y espacial (Llamazares et al, 1990).

Algunos años previos a la aparición de la obra de Bennett, se publica un trabajo cuyo autor incluye como aporte fundamental, la revisión exhaustiva de las fuentes históricas, que hasta ese momento sólo se utilizaban de manera parcial. El trabajo citado corresponde a la tesis doctoral de Mario Alberto Salas, que aparece publicada en en año 1945. Esta obra marca el inicio de una visión nueva desde la incorporación de fuentes escritas para el análisis de las evidencias que acompañaron la llegada de los conquistadores al Noroeste, como también de las poblaciones que encontraron a su paso los españoles.

La consideración del ambiente geográfico general de la Quebrada de Humahuaca resulta ser también un aspecto que cubre Salas en su monografía, mientras que las características enfatizadas en la segunda mitad de la obra, conservan la clásica elaboración descriptiva, principalmente de la alfarería, aunque los restantes elementos del contexto arqueológico son tenidos en cuenta. En cuanto al empleo de la cerámica como marcador cronológico, continúa siendo en este investigador, un elemento clave y respecto al énfasis puesto en ella para el análisis en general: "...La cerámica es, en este aspecto, un elemento de primer orden, ya que como manifestación artística, no utilitaria, es más plástica a las influencias..." (Salas, 1945: 262). A pesar de esto, el reconocimiento por parte del autor respecto al mayor valor de la estratigrafía y con tal la superposición de culturas como marcador cronológico, se encuentra claramente explicitado.

Salas, incluye en su ensayo, una serie de mapas referidos a la dispersión de cada uno de los elementos arqueológicos que decribe en los acápites considerados, incorporando datos procedentes del Noroeste en general, Chile y Bolivia. Este tipo de búsqueda nos remite a la formulación de áreas de expansión de los distintos elementos del contexto arqueológico, obviamente sin conservar la unidad de esos contextos. Un enfoque similar, es puesto en práctica por Palavecino en su ensayo, aunque éste incorpora un enfoque más amplio, considerando áreas arqueológicas y etnográficas. La síntesis de Palavecino aparecida en el año 1948, representa el primer intento sistemático de definir etnográfica y arqueológicamente, áreas culturales para el territorio argentino.Si bien el autor, presentó un primer bosquejo de este ensayo en el Congreso de Americanistas del año 1934, la forma definitiva la dió luego de la presentación de la publicación en 1948.

Las críticas y los aportes que se distinguen en la obra de Bennett parten de investigadores contemporáneos a éste, como el caso de Casanova. Básicamente la crítica más aguda que efectúa Casanova respecto de la obra del investigador americano, se centra en la imposibilidad de suponer que a través del análisis de la cerámica fuese posible separar tipos, refiriéndose con esta observación, más bien a su defensa a ultranza respecto a la homogeneidad de la Cultura Humahuaca (Casanova, 1950:37). Por otra parte, Lafón reconoció aportes importantes a esta obra, como por ejemplo: la incorporación de la división geográfica, la inclusión de la cultura chaco-santiagueña al área diaguita, la confección de cuadros cronológicos parciales y totales y la definición de estilos cerámicos (Lafón, 1958:4-5).

S i bien el esquema de estilos continúa siendo usado actualmente en la Quebrada de Humahuaca, las dificultades inherentes a la descontextualización de piezas sumado a la consideración casi exclusivamente de la alfarería, así como la identificación de culturas y períodos a partir de estilos debería estar sujeto a crítica, no sólo revisando los postulados desde los cuales se elaboró esta síntesis, sino también visto el avance de las investigaciones, la incorporación de técnicas modernas, y enfoques renovadores habiendo transcurrido 50 años de investigación, desde la presentación de este ensayo.

Tanto los trabajos de Bennett, como Palavecino y Salas, parten de la definción de áreas representadas por elementos de la cultura material, aunque se reconocen diferencias en las posiciones asumidas por cada uno de ellos. En el caso de la obra de Palavecino, la cronología no es un punto esencial en el ensayo, en tanto que para Salas, la identificación parte de las extensión espacial alcanzada por cada uno de los elementos disociados del conjunto, a manera de mapas de distribución de materiales para el Noroeste y países limítrofes.

En síntesis, el eje sobre el cual se construyen estos ensayos, parte del énfasis puesto en los aspectos formales en tanto que la arqueología se refiere, para entonces, exclusivamente a los objetos. En este caso, podemos considerar la obra de Palavecino como novedosa, en la medida que incorpora datos etnográficos, en un análisis combinado, aunque no interrelacionado con áreas arqueológicas.

La firme presencia para ese momento, de corrientes de pensamiento basadas en la difusión de elementos, así como en la contrucción de tipologías, estilos, cuadros cronológicos, áreas formuladas a partir del reconocimiento de elementos materiales, etc., como referentes directos de la cultura, nos permiten englobar este trayecto de la producción científica bajo concepciones normativistas, que tendrán fuerte incidencia en la arqueología de la Quebrada de Humahuaca.

LAS INVESTIGACIONES DURANTE LA DECADA DEL '50

Durante esta década, se produce en la arqueología del Noroeste argentino, la revisión de una gran parte de los sitios conocidos hasta el momento, en tanto que los lineamientos esenciales desde donde surgen las distintas explicaciones, parten de una corriente de pensamiento sintetizada en los principios de la escuela Histórico-Cultural. Reconocemos que insinuado de manera incipiente, los planteos de Casanova se hallaban sutilmente impregnados por esta corriente teórica. Sin embargo, para la arqueología de la Quebrada de Humahuaca los trabajos de Lafón, que cubrieron gran parte de la década del í50, son un ejemplo claro del éxito que esta línea de pensamiento tuvo en la Argentina.

Los trabajos publicados por este investigador, se circunscriben básicamente a estudios de revisión y síntesis (1956, 1958, 195859a-b, 1965), siendo escasa la producción en relación con trabajos de excavación que efectúa sólo en unos pocos sitios de la Quebrada de Humahuaca ( 1954, 195657).

Obviamente, para ese momento, el grueso cúmulo de información existente en la región, se hallaba representado por los materiales provenientes de las tumbas, por lo que el uso de estos datos y hasta la elaboración de una cronología referida al tipo de inhumaciones, fue la propuesta más importante en la producción de Lafón. Al elaborar este esquema alude a la necesidad de partir de los datos procedentes de enterratorios, dada la falta de desarrollo de una buena estratigrafía para la Quebrada de Humahuaca, aunque la obtención de la misma, no parecía ser un objetivo en sus propios trabajos de excavación. En realidad las estratigrafías se hallaban presentes en forma de secuencias en el yacimiento 196 del Pucará de Tilcara excavado por Debenedetti (1930:119) y utilizada posteriormente por Bennett para elaborar su propuesta cronológica, así como otras existentes a partir de las investigaciones del primero en El Alfarcito, sitio sobre el que Lafón llevó a cabo trabajos de campo.

Lafón, sostiene la homogeneidad de la Cultura Humahuaca, al igual que Casanova, con la variante que establece la existencia de diferencias temporales de importancia, que para Casanova remitían exclusivamente a un breve lapso previo a la llegada de los incas. Sin embargo, podríamos señalar en la producción de Lafón, la búsqueda constante de comparaciones con áreas tales como Tiahuanaco, la Puna, los Valles Orientales; analizando para ello las semejanzas entre los elementos nuevamente disociados del contexto arqueológico. De esta forma, cada área efectuó un aporte distinto y luego éstos eran tomados y transformados por la Cultura Humahuaca. El tema de la irradiación de la Cultura Humahuaca hacia los Valles Orientales y Puna, una vez consolidada, vía movimiento de poblaciones es un tema que permanentemente se desprende de la lectura de los trabajos de este investigador.

Así definida, pareciera que la cultura y los elementos materiales cobran movilidad a través de las poblaciones existentes, lo cual indica que Lafón comenzó a darle mayor énfasis a los grupos humanos, como parte de la dinámica regional. No obstante, nunca quedó claramente explícitado en su obra, cuales fueron los resultados de esta movilidad, cómo se plasmaron en el contexto arqueológico, salvo menciones al reconocimiento de determinados rasgos comunes de la cultura material, que Lafón podía identificar aisladamente en conjuntos arqueológicos recuperados de áreas geográficamente distantes.

Está claro que la posición teórica de este investigador, en el campo de la arqueología se encuentra fuertemente ligada a los postulados de la escuela HistóricoCultural, aunque en Lafón estos lineamientos no se definen para la totalidad de sus principios. Reconoce la unidad cultural para el Noroeste argentino, cuyo origen sería andino aunque cosidera influencias de tipo amazónico, tomando esta idea de Imbelloni.

En su intento por formular explicaciones, le otorga gran peso a los movimientos poblacionales, tomando el caso de los chané y chiriguanos al intentar plantear el origen de la cultura Humahuaca (Lafón, 1958:20), aunque pone el énfasis, al buscar estas pruebas, en rasgos puntuales de la cultura material (ej.: las inhumaciones).

Hacia fines de la década del '50, el Pucará de Tilcara, vuelve a ser el punto central de las investigaciones, llevadas a cabo por el Dr. Krapovickas, quién se encontraba colaborando en ese momento, con las tareas de reconstrucción de este sitio, junto a Casanova. Durante las excavaciones realizadas en una serie de unidades de viviendas, próximas al sector del monumento, este arqueólogo, detecta un área que designa como Taller de Lapidario. La importancia fundamental de este hallazgo radicaba en la identificación de un área con funciones específicas, tarea que hasta entonces no había sido realizada en el Pucará de Tilcara, a pesar de los notables antecedentes con los que contaba este sitio en materia de excavaciones efectuadas. La publicación sobre este taller, en general, refiere a la descripción de los materiales hallados, así como a las estructuras arquitectónicas presentes. Krapovickas, establece inferencias en relación con la presencia incaica en el Pucará y la importación de algunos de los hallazgos en relación a su vínculo con otros similares encontrados en Perú (Krapovickas, 195859).

Al iniciar esta nueva investigación en el Pucará de Tilcara, el cual para la década del í50 ya cubría medio siglo de investigación arqueológica, la modificación en el registro, se produce al reconocer otras variables, más allá de los entierrros, o de la descripción de piezas, mostrando un correlato funcional, con la identificación de áreas de actividad dentro de un sitio de la envergadura del Pucará de Tilcara.

CONCLUSION

Esperamos haber cumplido someramente con nuestros objetivos de explicitar los aportes de las investigaciones arqueológicas en la Quebrada de Humahuaca, los cuales han mostrado ser una tarea compleja.

En primer lugar, el recorte que hemos fijado respecto del área elegida, no ha sido permanentemente tenido en cuenta, dado que durante las primeras décadas de la investigación, el Noroeste argentino se presentaba ante la comprensión de los investigadores como una unidad indisoluble. Las inferencias y propuestas explicativas en los trabajos de los primeros investigadores así lo demuestran.

Por otra parte, la posición teórica de los autores, no muestra una línea teórica única. En muchos casos, en el análisis de los mismos, hemos advertido que el aporte al marco conceptual de muchos investigadores, es producto de distintos enfoques en un interjuego permanente.

No podemos dejar de resaltar que los estudios efectuados durante los primeros cincuenta años en la Quebrada de Humahuaca, redundan en aspectos altamente descriptivos, presentándose discusiones tendientes a resolver básicamente problemas de cronología o de préstamos culturales. Aunque tampoco podemos dejar de destacar las apreciaciones de los pioneros como Debenedetti, a partir de cuyas ideas muchos investigadores desarrollaron sus estudios.

Difícil sería entender la historia de la arqueología en la Quebrada de Humahuaca, sin tener en cuenta los procesos ocurridos en la Argentina que afectaron a las instituciones y el rumbo general de la disciplina. Tampoco podemos obviar aquellos hitos que fueron reconocidos a escala mundial, como promotores de cambios, no sólo en la forma de interpretar el pasado.

Creemos que el estudio del pasado se encuentra permanentemente en revisión, y la implementación de nuevos enfoques no debe dejar de lado, aquellos logros que sin lugar a dudas, estuvieron presentes desde los inicios de la investigación en el Noroeste argentino.

NOTAS

(1) Debido al importante número de investigadores que trabajaron en la Quebrada de Humahuaca, nos resulta difícil incluírlos a todos en este artículo, sin que ello signifique desmerecer en absoluto la tarea de ninguno.

(2) Para una lectura sobre la Historia de la Arqueología Argentina, remitimos al lector a los trabajos de Fernández (1982), Madrazo (1985).

(3) La síntesis sobra la obra de Casanova puede ser consultada en Antiquitas, 1977, Homenaje a la obra del Dr. Eduardo Casanova.

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