49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA)

Quito Ecuador

7-11 julio 1997

 

Nidia R. Areces - Griselda B. Tarragó

"ELITES, PODER E IDENTIDAD EN AMERICA COLONIAL" Hist 05

SIMPOSIOS HISTORIA

"La élite santafesina en el siglo XVII. Familia y poder"

Nidia R. Areces - Griselda B. Tarragó

Escuela de Historia, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, Argentina.

Resumen

En esta ponencia analizaremos el control sobre los recursos, el manejo de la política local, las estrategias de parentesco y solidaridad que implementó la élite santafesina atendiendo a la conformación y a los cambios que este sector de la sociedad experimentó durante el siglo XVII y detectando la formulación de su identidad.

LA ELITE SANTAFESINA EN EL SIGLO XVII. FAMILIA Y PODER.

Santa Fe, una pequeña sociedad de frontera

Santa Fe la Vieja, un pequeño enclave urbano asentado sobre el río de los Quiloazas, hoy San Javier, inició el proceso de urbanización en un área de frontera y, en el transcurso de ese proceso, fue definiendo su morfología y composición en un espacio de límites difusos en la región litoral rioplatense, que se hallaba virtualmente despoblada, después de los fallidos intentos de Juan de Solís (1516), Sebastián Gaboto (1527) y Pedro de Mendoza (1536). Los primitivos fuertes y la primera fundación de Buenos Aires, establecimientos efímeros, habían sucumbido ante los ataques indígenas, las penurias y el hambre. Sólo se mantuvo Asunción, en Paraguay, cuya ubicación geográfica le dificultaba las conexiones con Perú y, más aún, con España.

En Santa Fe, la población blanca tuvo un crecimiento lento pero significativo. Contó al momento de su fundación con, aproximadamente, 80 pobladores blancos.1 En un principio, a escasos años de establecida, la ciudad fue perdiendo gran número de habitantes. Ciudad pequeña que en 1621 albergó 126 vecinos y moradores , en 1675, ya en el nuevo sitio, 270 vecinos y en 1698, 360 hombres de guerra, lo que representaría una población de aproximadamente 1.500 individuos, quedando en la vieja Santa Fe alguna tropa y aquellos pobladores que no quisieron o no pudieron abandonar el lugar.2 Las poblaciones indígenas que ocupaban el litoral rioplatense eran grupos cazadores-recolectores, algunos con agricultura incipiente, cuya densidad demográfica y capacidad excedentaria era baja, en comparación con los pueblos indígenas del noroeste argentino. La conquista, como en otros territorios, ocasionó un derrumbe demográfico significativo que afectó la reproducción de estos pueblos.

Las pretensiones de los santafesinos de imponer su control sobre los recursos, obtener mano de obra y liberar las vías de circulación terrestres y fluviales de la presencia indígena y de sus continuos ataques, no fue tarea fácil ni rápida. La conquista del espacio geográfico, su afianzamiento y expansión, marchó estrechamente unida a la ocupación progresiva de los espacios de poder por parte del grupo blanco.

Tanto la ciudad como su entorno constituyeron una frontera. La noción de frontera indica algo más que la demarcatoria de un límite territorial. Es un espacio geográfico donde todavía se están incorporando los territorios y conformando los procesos de producción y estructuración institucional y social, procesos que presuponen el choque, la interrelación, en síntesis, la vinculación de sociedades distintas. El ámbito de esta frontera, en el espacio que nos ocupa, era escenario tanto de confrontación como de interrelación dinámica. Sin embargo, aún cuando blancos e indios ocuparan un lugar determinado, existía un límite más allá del cual estaban los dominios del otro.

Españoles y 'mancebos de la tierra'

Interesa resaltar la heterogénea composición del grupo blanco repoblador. Podemos identificar, a partir de su distinta procedencia y origen, lo que explicaría en parte las distintas posibilidades de adaptación al medio y de relación con las etnias indígenas, tres componentes básicos que confluyeron hacia la jurisdicción de Santa Fe: el español ya asentado en la tierra; el contingente de mestizos o mancebos de la tierra y el español arribado de la península.

De estos tres grupos, los protagonistas principales serán los primeros. Juan Garay, capitán fundador de la ciudad, fue la personalidad representativa del español asentado en la tierra con experiencia en campañas y expediciones anteriores. Como jefe de la expedición respondió a los poderes coloniales instituidos, cuyos centros se encontraban alejados de la región litoral rioplatense, pero que en la praxis, en su contacto y relación con las diferentes etnias indígenas, se manejó a la usanza de los viejos y primeros conquistadores. Contó con seguidores/subordinados blancos integrantes de la hueste y con aliados indígenas con cuyo apoyo y su reconocido liderazgo resolvió diversas situaciones coyunturales.

Los que lo acompañaron en la expedición fundadora de la ciudad eran en su mayoría 'mancebos de la tierra', los primeros mestizos. Ruy Díaz de Guzmán nos informa que

... se concedió facultad a un hidalgo vizcaíno llamado Juan de Garay, para que hiciese gente, y saliese con ella a hacer una población en Sancti Spiritu, a donde más convenía. Y hecho su nombramiento levantó ochenta soldados, todos los más hijos de la tierra ...3

Definir que era un mestizo en el horizonte social colonial es aportar los rasgos de una categoría que escapa a la rígida estratificación que distinguía a los hombres entre blancos e indios, es decir, del encuadramiento de la fuerza de trabajo y de control social tal como había sido pensado en el siglo XVI. La región paraguaya, de donde provenía el núcleo fundador de Santa Fe, en realidad, escapó a este aparentemente rígido encuadre de las dos Repúblicas. Era un espacio social donde el sistema de alianzas establecido entre el blanco y el cario/guaraní se basaba, en gran medida, en el intercambio de mujeres; esto trajo aparejado que la conformación demográfica y socioeconómica adquiriera rasgos de gran flexibilidad frente a la cuestión del mestizaje. En el Paraguay, un mestizo, sin llegar a ser un español, estaba adscripto a la identidad blanca, esencialmente era 'no indio', consideración socio-étnica que podemos extender a la Santa Fe de los primeros tiempos. En el siglo XVI sobre todo, -puesto que su consideración se modifica en el siglo XVII- si bien los españoles viejos, los beneméritos, mostraron su disconformidad o, simplemente, vieron con malos ojos ciertas costumbres de sus mezclados descendientes, no por ello, la sociedad en su conjunto, dejó de reconocerlos como formando parte del grupo blanco.

El tercer componente del grupo blanco, que hemos mencionado, arribó en las décadas de 1570/80 a la región rioplatense con la expedición de Juan Ortiz de Zárate que trajo 736 personas en 1572; a su vez, en 1582, con el navío de Alonso de Vera llegaron 50 personas a las que se agregó el contingente de desertores de la expedición de Alonso de Sotomayor de aproximadamente 80 hombres.4 El origen regional de esta emigración fue variado, predominando los provenientes del sur de España, de Andalucía, siguiendo en importancia los originarios de las regiones del centro lo que nos indica que el grupo blanco presentó diferenciaciones iniciales que pudieron desdibujarse al asentarse en las nuevas tierras y enfrentarse al otro, al indio, cuya cultura era valorizada como inferior.

Los españoles y mestizos asentados en la región, así como sus primeros descendientes, que integrarán el grupo de los beneméritos, bien pronto comprenderán que la ventajosa posición de Santa Fe como enclave de intercambio y de paso, si bien no ofrecía riquezas comparables a las del Perú, podía proporcionar una cuota nada despreciable de enriquecimiento, cuota que resultó necesario recortar y conservar en un contexto social restringido. La construcción social en Santa Fe la Vieja giró, entonces, en torno a estrategias que asignaron a unos pocos la riqueza circulante evitando su disgresión y potenciando asi las posibilidades del grupo dominante.

En una etapa inicial, que correspondió al tiempo en que la ciudad estaba asentada en su primer emplazamiento, estos vecinos-feudatarios se vincularon fundamentalmente al ámbito de la producción ganadera dirigida a circuitos de comercialización interregionales que no controlaban, y a la producción agrícola que se volcó al ámbito del consumo doméstico y a un mercado limitado a la ciudad y a su hinterland. Estas actividades se desarrollaron a partir de que, originariamente, se les concedieron mercedes de tierra para chacra y estancia, cubriendo precariamente las necesidades de mano de obra con encomiendas pequeñas en número, pero efectivas como recurso de provisión de trabajadores, y con pocos esclavos negros introducidos, en su mayoría, por el puerto de Buenos Aires.

Las maniobras y las divergencias de los distintos sectores del grupo blanco tuvieron su culminación en Santa Fe en la rebelión de los Siete Jefes, también denominada de los mancebos de la tierra, o el motín de los desordenados, movimiento producido en junio de 1580, donde estuvieron presentes las distintas facciones y sus cabecillas pugnando por acceder y controlar los recursos económicos y el aparato del estado, y donde los conflictos, como tantos otros del espacio colonial, se profundizaron por el distinto origen étnico de sus actores, ser español o mancebo de la tierra

"... en los pueblos que están poblados en estas provincias fuera de la ciudad [Santa Fe y Buenos Aires] tienen por uso y costumbre por ser la mayor parte de estos mancebos nacidos en esta tierra de que repartan entre ellos los oficios de la república como son alcaldes ordinarios y regidores y alguacil mayor y menores y estan tan expuestos ya en ello que como son los mas salen con lo que quieran. Adonde los españoles vecinos y conquistadores y pobladores de tales pueblos lo reciben por agravio aquellos sean siempre preferidos en los tales oficios pues que los hay entre ellos beneméritos para usar y ejercer los dichos oficios ...y que en todo los demás sean iguales a los españoles en los repartir la tierra y darlo sus vecindades de indios y tierras y solares cono se hace y a hecho como a tales pobladores"5

Esta rebelión fue una manifestación política de una sociedad estructurada recientemente que, sin embargo, revivió diferenciaciones étnicas emergentes durante la conquista, pero que también marcó, como ubicación de los hombres en la sociedad, las diferencias entre unos y otros.

En resumen, la élite santafesina se conformó a partir de la expedición proveniente de Asunción, liderada por Juan de Garay cambiando progresivamente su fisonomía con la incorporación -vía matrimonio, relaciones parentales y económicas- de nuevos miembros. Este grupo funcionó en un tejido social de rasgos abiertos, maleables y dinámicos, al cual también imprimió su sello, producto de su accionar económico, político y cultural.

Una sociedad permisiva, pero no tanto

Frente a la dura realidad que significó una frontera abierta hacia amplios espacios donde se imbricaban, confundían y entraban en conflicto el frente de avance blanco con el indígena, donde la actividad bélica se configuró como un fenómeno paulatinamente incorporado a la cotideaneidad de los santafesinos, la vigencia de las normas jurídicas hispanas adquirió progresivamente un carácter fuertemente pragmático. Al no estar comprometidos en la empresa intereses económicos relevantes para el estado español, la permisividad, o mejor aún, una suerte de laxitud de control consentida, se constituyó en moneda corriente del período y cinceló las formas específicas que la dominación colonial configuró en la región.

Detengámonos sobre algunas peculiaridades de esta sociedad y comprenderemos mejor la operatividad de tales mecanismos y estrategias. Veamos, por ejemplo, el papel que jugaron los inmigrantes portugueses. La mayoría de los que vivieron en Santa Fe llegaron ilícitamente6, especialmente durante las gobernaciones de Góngora, Céspedes y Dávila, sobre quienes pesaron fuertes acusaciones de contrabando.

Haciendo un promedio aproximado entre la cantidad de pobladores de 1621 y 1675, los portugueses según el registro de 1643 representarían un 26% de la población, considerando que todos fuesen vecinos, hecho muy difícil de dilucidar. Sin embargo, y suponiendo que sólo la mitad o un cuarto de ellos fuesen catalogados en esta categoría, el porcentaje era alto para un conjunto poblacional numéricamente pequeño.7

Esta presencia no fue sólo demográfica. La participación de estos sujetos en el cabildo y su emparentamiento con las familias criollas a través del matrimonio nos hablan de vías de integración lo cual nos permite verificar, una vez más, un mecanismo extendido en las élites urbanas de toda América, utilizado como instrumento de control socio-económico y político: el matrimonio. Este se constituyó en una variable decisiva para establecer el tejido social mediante parentesco y consolidar la posición social de la familia o del individuo, así como en el medio para incorporarse a los grupos dirigentes que ostentaban el control de los gobiernos municipales y la burocracia administrativa y judicial y, por lo tanto, dueños de la puerta de acceso al poder político.8

En resumen, cabe decir que los portugueses lograron que se les abrieran las puertas de la sociedad santafesina pero, al mismo tiempo, ésta les facilitó el ingreso y su integración. Quizás, un índice evidente de tal situación pueda medirse a través de la permanencia de los sujetos registrados muchos años después de las requisitorias. La actas capitulares dan cuenta de varios casos de portugueses compelidos a irse entre 1643 y 1650, que veinte años después aún están en Santa Fe. El caso más relevante fue el de Juan Cardoso Pardo, que ocupó su cargo de regidor hasta el momento de su muerte; Albaro de Andrada tenía todavía su estancia en la zona del Salado en 1662; Gonzalo Leyton fue elegido mayordomo de la ciudad en el año 1663; Antonio Madera, capturado cuando maloqueaba indios en la frontera de Paraguay y llevado preso a Buenos Aires alrededor de 1635, remató una pulpería en diciembre de 1663; en 1671 Manuel Gomez tenía una tienda en la ciudad; el 1º de enero de 1672 Domingo Caraballo era elegido alcalde de la Santa Hermandad.

Estos casos sólo constituyeron emergentes representativos de una realidad que parece extenderse al contexto de toda la sociedad. Recurrentemente figuran también apellidos que sospechosamente suenan portugueses; podemos preguntarnos: ¿cuántos no se registraron en ambos llamados, cuántos llegaron después y como los otros, se quedaron, en una sociedad para la que los parámetros de integración corrían por otros canales? Una ciudad de frontera, multiétnica en sentido amplio, con un grupo humano heterógeneo y móvil, en constante recambio debido al comercio, al río, a las vaquerías, consuetudinariamente permisiva, que tenía una capacidad mayor de absorción de estos extranjeros, a los que ya no consideraba como tal, y una capacidad autogestionada de modelar sus propias normas sociales.

Las familias de la élite santafesina, siguiendo una de las tantas lógicas normativas que envuelve el comportamiento de los individuos en la sociedad colonial, no guardaban mucha consideración hacia los individuos que realizaban oficios manuales. Dejando de lado el posible entredicho político que encerró el caso de Leyva, es interesante reseñar las apreciaciones que sobre su persona se vierten en el Cabildo. El 4 de febrero de 1626, el regidor Alonso Fernández Montiel solicitó se revocara el poder otorgado a Domingo de Leyva (Gallardo) como Procurador de Santa Fe ante la Audiencia de La Plata. El Alcalde Juan López de Vargas hace su defensa, destacando que era hijo de conquistador y persona benemérita, y que además se había solventado los gastos del viaje por haber tenido en cuenta la pobreza de la ciudad. Fernández Montiel le imputó a Leyva 'que siendo muchacho conoció en él tal oficio de zapatero' y que ignoraba que hiciese viajes al Perú para comerciar hacienda. El regidor Francisco Rodríguez de Mansilla ratificó esto último.9

La encomienda y el prestigio de la élite

La pregunta que surge es ¿en esta sociedad cómo fue conformándose la élite? Para lo cual enmarcaremos este proceso constitutivo, señalando los condicionamientos del medio y las dificultades en la ocupación del espacio, un espacio de 'frontera abierta y de guerra'.10 En una pequeña población de frontera, la necesidad diaria de decisiones trascendentes ligadas a la supervivencia fue determinando un sistema normativo dinámico que progresivamente se adaptó a una historia particular. Mejorar la previsibilidad para aumentar la seguridad constituyó un incentivo para innovar en las estrategias empleadas y permitir un mejor entretejido de las relaciones entre individuos y grupos. Se perfiló en el horizonte de esta sociedad el accionar de un grupo de sujetos, los notables, los "políticos", los poderosos, en una historia plena de incertidumbres donde cotidianamente se planteaban necesidades urgentes, inmediatas y mediatas, individuales y colectivas, para cuya resolución se manejaban las informaciones del contexto específico y coetáneo.

Indicios y pruebas de variada índole nos ofrecen una sociedad no unitaria constituida por una diversidad de redes de interacción social que se intersectan entre sí, redes que forman un entramado y que construyen, lo que Eric Wolf denominó para Nueva España el santuario del poder (la cursiva es nuestra) "solamente los ricos y los poderosos podían penetrar en él, gracias a un parentesco adquirido en matrimonio o a ofertas de provechosa colusión. Así pues, los colonos terminaron, inevitablemente, por dividirse en gente bien 'relacionada' para quien todas las cosas eran fáciles, y en individuos carentes de relaciones, que hallaban el camino cerrado por manos invisibles y sus propiedades y fortunas disminuidas por falta de apoyos políticos. La gente bien 'relacionada' triunfaba; pero los hombres sin relaciones debían contentarse con un modesto rendimiento de su capital."11

La construcción social en Santa Fe giró, así, en torno a estrategias que asignaron a unos pocos la riqueza circulante evitando, por un lado, su disgresión y, por otro, monopolizándola. En el mismo sentido, sólo un pequeño grupo de familias accedió al control de los resortes del poder local, realidad que se manifestó en la frecuencia con que apellidos de ese grupo se revelan en relación a las principales actividades de la ciudad. Si bien no nos encontramos ante una sociedad cerrada -lo que no se obtenía por cuna podía lograrse por vía matrimonial, y, en última instancia, una más o menos respetable fortuna borraba cualquier oscuro pasado- el ser encomendero, el "vecino feudatario" integrante del grupo fundador, significó de hecho posicionarse en el pináculo de esta sociedad. Si nos detenemos en la lista de encomenderos, vemos que los nombres nos indican la pertenencia a sectores de la élite, propietarios de tierras, vinculados a la actividad comercial y ganadera y al accionar capitular.12

Explicitemos esta última cuestión. Las encomiendas tuvieron en Santa Fe características particulares. Fueron proveedoras de mano de obra, lo que no escapó al patrón general, y se convirtieron, a pesar de ser encomiendas muy pequeñas, en un sustrato básico para la economía de la región, así como en un cimiento del poder político de los 'vecinos feudatarios' locales -Pero Gómez, Alonso Fernández Montiel, Francisco de Argañaraz, Pedro de Aguilera, Juan de Osuna, Diego Thomas de Santuchos, Luis Montero, Antonio de Vera Mujica, entre otros- quienes fueron al mismo tiempo estancieros, criadores de mulas, accioneros de vaquerías y comerciantes. Con estas actividades participaron en el comercio interregional que conectó este espacio con otros. Una característica esencial de las encomiendas santafesinas residió en la escasa posibilidad de extracción de excedentes por parte de dichos 'vecinos feudatarios' y en la distribución y movilidad espacial de las poblaciones indígenas; la presencia y permanencia de estos rasgos favoreció el predominio del servicio personal, a pesar de las Ordenanzas que intentaron suprimirlo.13

Las primeras encomiendas dadas en merced experimentaron grandes dificultades causadas por las adversas condiciones existentes; dificultades que trataron de superarse, a principios del siglo XVII, apuntalando y resguardando las encomiendas con el sistema de reducciones organizado también tempranamente, y que tampoco logró estabilizarse en el transcurso del mencionado siglo. La supervivencia del sistema de encomienda -si bien con pocos indios encomendados y con un reducido número de encomenderos, en correlación con la cantidad total de vecinos- permitió contar con mano de obra/indio encomendado cuyo trabajo/servicio estaba diversificado en distintas actividades urbanas, rurales y de transporte. En Santa Fe, la encomienda no fue la base de la organización del sistema económico; sin embargo, perduró durante todo el siglo XVII, interrelacionándose con otras formas de trabajo, siendo utilizado por los vecinos más pudientes, quienes cuentan de esta manera con un recurso básico de mano de obra dependiente.

A diferencia de otras regiones, el grupo de encomenderos santafesinos no constituyó el sector hegemónico de la élite; ésta aspiraba a gozar del privilegio de poseer encomiendas, pero este sector de la sociedad estaba integrado por sujetos sociales múltiples que debieron recurrir a estrategias económicas dinámicas y variables para poder así captar la cuota de excedente que los diferenciara del resto de la población.

Durante el siglo XVII podemos decir que el grupo encomenderil, el que prácticamente se hallaba confundido con el mercantil/ganadero, constituyó el sector de mayor relevancia. Lo comprueban casos como el de Feliciano Rodríguez, vecino-encomendero, con estancias en el Salado, en 'la otra banda' (Entre Ríos) y en Buenos Aires, que se dedicó al comercio poseyendo barcas para el transporte fluvial, y que al morir en 1606, dejó 21 barriles, 20 botijas y tres cántaros de vino de la tierra y, sobre todo, 'treinta y cuatro ollas de hacer vino, una caldera grande de cobre y una alquitara o alambique para destilar alcohol del mosto'. Sus múltiples actividades le posibilitaron un muy buen pasar, como el de construir casa con mirador "para poder vivir en lo alto".14 O considerar el caso del Gobernador Hernando Arias de Saavedra, Hernandarias, criollo, apreciado como uno de los hombres más ricos de la época, con residencia efectiva en Santa Fe.

Antes de la mudanza de la ciudad se hacen conocer como criadores de mulas: Manuel Fernández Espinosa, Adriano de Centurión, Hernando Arias Montiel, Luis Montero, Antonio de Vera Mujica, Cristóbal Suárez Altamirano, Francisco Jimenez de Figueroa, Juan de Avila Salazar, Francisco Jimenez Naharro y Alonso Ramírez Gaete, todos con estancias en el Salado.15 Este mismo grupo encomenderil/ganadero/mercantil fue el que paralelamente comenzó a manipular formas diferentes de posesión de indios de servicio necesarios para sus actividades. El 14 de agosto de 1665, José Martínez de Salazar autorizó a su teniente de gobernador, corregidor y capitán de guerra de Santa Fe, capitán Don Zacarías de la Sierra Morales, para que

"haga un recuento exacto de los indios guaraníes de todas las edades, sexos y condiciones rescatados de la otra banda del Paraná, a título de prisioneros de los charrúas y otras naciones...y si son todos, o parte de ellos, de los que estaban reducidos y situados en la otra banda del río Paraná, en la reducción de San Miguel del Uruguay, que le dejaron y se retiraron a su gentilidad y lo demás del caso. Le manda tome noticias ciertas de qué indios hay en dicha ciudad, y en poder de qué personas paran".16

La primera pieza presentada fue Lucía, guaraní, de aproximadamente 18 años, declarada por el mismo Antonio de Vera Mujica, quien años atrás había defendido la integridad del sistema de encomiendas. Otro encomendero, Antonio Fernández Montiel, presentó 3 piezas; el general Roque de Mendieta Zárate, encomendero, un indio guayantirán; también el capitán Bartolomé Caro declaró piezas rescatadas.17 Los nombres de los restantes, entre los que aparecen muchos 'Don' y 'capitán', sugieren la participación de gran parte de la élite santafesina: Capitán Bartolomé Márquez, Don Francisco de los Ríos, Capitán Juan Domínguez Pereyro, General Antonio Godoy, Capitán Francisco Jiménez Navarro, Capitán Diego López de Salazar, Capitán Juan de Avila, Capitán Juan de Vega y Ros, Don Juan Torres de Valladares, Capitán Juan Resquín, el Maestre de Campo José de Arévalo, el Capitán Juan Gómez Recio, el Capitán Lázaro del Pesso, entre otros.

El proceso por el cual las encomiendas santafesinas se transformaron no puede desvincularse de aquél que nos remite a la construcción de esa sociedad, especialmente en lo referente a la conformación de la élite, a la consolidación de un grupo de poder, que accedió al privilegio de los repartos de piezas como estrategia de acumulación y fuente de prestigio.

Las encomiendas santafesinas, en su primera etapa, absorbieron los condicionamientos que le imponen las particularidades de la población encomendada y las condiciones económicas de la región, y perduraron en ese pequeño universo, transgrediendo las disposiciones y normas jurídicas, hasta principios del siglo XVIII. Pero, ¿por qué se mantuvieron, cuál fue el interés de los vecinos santafesinos, a qué se sintieron acreedores? Como expresa Diego Thomás de Santuchos, en 1650, porque tiene 'sustento en esta ciudad casa principal con madre, hermanas, sobrinos, y otros deudos' teniendo además otras muchas y notorias obligaciones 'y es imposible con disposicion de tan poca gente poder acudir dellas y a las continuas que se ofrecen en paz y guerra de este servicio de su magestad en que de ordinario he sido ocupado'.

Estos vecinos, que acudieron a la defensa territorial y que generaron fuentes alternativas de ingresos -fuentes con mayor perspectiva de acumulación que las provenientes de las pequeñas encomiendas que poseían cuya mayor trabazón residía en su inestabilidad temporal y espacial- manifestaron, no obstante, un interés desmesurado por la obtención y conservación de esas mercedes. El ser vecino feudatario, el poder controlar indios de servicio, más allá de los beneficios económicos directos que pudieran obtener, los distinguió del resto de la población, y los marcó con el sello del prestigio en una sociedad que conservaba los parámetros peninsulares de diferenciación social.

Comercio y élite

Apreciemos otro de los aspectos fundamentales de la sociedad santafesina, el comercio y la participación que en él tuvo la élite. Por su ubicación, Santa Fe, tanto en su primer emplazamiento como en el nuevo (y actual) a pocos kilómetros del anterior, era el paso obligado de los mercaderes que, provenientes de distintos lugares de las Gobernaciones del Río de la Plata y del Tucumán, recalaban y residían temporariamente en la ciudad. El comercio le brindaba a la población santafesina una serie de posibilidades. El mayor beneficio de ello lo sacaban aquellos vecinos que lograban relacionarse y que controlaban los recursos productivos. Recursos que, dadas las condiciones naturales de su espacio, fueron creciendo, en particular, aquellos derivados de la ganadería concentrados en profusas tropas de ganado vacuno 'vaqueado' en estas regiones que marchaban camino al Alto Perú, junto a la yerba y otros productos.

El comercio de esas mercancías generó un reflujo de bienes y de metálico que será captado por los mejor ubicados en la escala social, quienes, desde mediados de la década de 1640, fueron los que pugnaron por el traslado de la ciudad, los que presionaron para el otorgamiento del privilegio de puerto preciso y que, en consecuencia, se quedaron con la parte más sustancial de riqueza que estas actividades productivas y de tráfico proveyeron. Este grupo, el de los más poderosos, los más prestigiosos, los más ricos, los mejor ubicados políticamente, la élite, constituyeron el sector hegemónico de esta sociedad.

La progresiva constitución del vasto espacio peruano, con regiones especializadas en diferentes producciones y con redes mercantiles que movilizaban esas producciones hacia la zona altoperuana, generó un compromiso creciente de Santa Fe que entró con vigor en esas redes de comercialización. Antes del traslado, particularmente en la década previa al mismo, se detecta una intensa actividad mercantil en la que el mayor peso de participación residió en un grupo de mercaderes, fleteros, apoderados, prestamistas y acopiadores de ganado provenientes de diferentes lugares de ese espacio peruano, asentados temporariamente en la ciudad y vinculados con un sector de la élite, sector que no responde precisamente al grupo fundador y a sus descendientes quienes seguirán apegados a la venta de ganado y a las acciones de vaquería. Estos pasantes, que operaron en la ciudad complementando sus actividades, adelantaban metálico y recibían como pago, en la mayoría de los casos, vacas, 'haciendo ganado', mulas y yerba, aunque en un principio, en lo que se refiere a estos dos últimos productos, en forma muy modesta.

En el medio santafesino escaseaba la moneda, pero su valor era la base sobre la cual se efectuaban las transacciones.18 Sobre el consumo interno, los vecinos tenían un conocimiento relativamente directo y completo, no sucedía lo mismo con la demanda externa; todavía en esta sociedad pequeña y tradicional "la traducción de las demandas externas a los productores locales constituye el dominio del comerciante y sus agentes, quienes proporciona puentes logísticos y de precio entre mundos de conocimiento cuyo contacto directo es mínimo"19

El traslado de la ciudad a un emplazamiento más seguro y mejor ubicado, así como la inmediata concesión del privilegio de puerto preciso, señalarán un paso decisivo en la consolidación socio/económica de Santa Fe, generando un punto de inflexión histórica hacia una etapa diferente. Ambos hechos se interrelacionarán profundamente, indicando el inicio de un profundo y decisivo cambio en comparación a la etapa que se había iniciado con la fundación misma de la ciudad. Referencias documentales nos indican que el privilegio del puerto preciso se concedió en 166220, pero aún cuando el privilegio se haya concedido en fecha posterior, contamos con elementos para pensar que, probablemente, el grupo gestor e impulsor del traslado de la ciudad se confunde con el que presiona para el otorgamiento del privilegio y se encontrara, al mismo tiempo, en inmejorable posición para aprovechar tales ventajas. Sin la concesión del Puerto Preciso ¿cuánto más de ventajoso resultaría el nuevo sitio para los vecinos, para la ciudad en su conjunto? Interrogante que no tiene aún consistentes respuestas. Si bien debemos tener en cuenta que, en realidad, este privilegio no fue respetado totalmente y que, Buenos Aires y Asunción, resistieron su vigencia desde el momento mismo de su implementación, no puede negarse que este hecho imprimió un sello notable a la ciudad y a su hinterland.

Es, entonces, en torno al momento del traslado (1650-1660) cuando la realidad santafesina comienza a sufrir decisivas transformaciones. Junto con la movilización hacia el nuevo sitio, asistiremos a un proceso en el cual algunos sujetos de familias notables se embarcaron ellos mismos en los circuitos mercantiles, abriendo entonces las puertas hacia nuevas posibilidades económicas, a través de un proceso de diversificación de actividades. Quienes iniciaron este camino, contaron con algunas ventajas: conocían el espacio y los ritmos, tenían vínculos familiares con las familias poseedoras de estancias o acciones de vaqueo o eran, ellos mismos, terratenientes y/o accioneros, pudiendo contar con la mano de obra necesaria para sostener la producción mular, realizar vaquerías en la otra banda del Paraná, cruzar el ganado por el río y organizar tropas que marchaban hacia Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Salta o Jujuy.

El caso quizás más paradigmático sea el de los Vera Mujica21, quienes reciben un escaso legado familiar de su madre María de Esquivel, consistente sobre todo en ganado y algunos esclavos.22 Sin embargo, el período posterior al traslado de la ciudad nos muestra a los hermanos Vera convenientemente ubicados, con mayores recursos económicos y reconocidos social y políticamente. En 20 años, las posiciones de fuerza han cambiado ¿Cuáles han sido las condiciones que han permitido la transformación? Vera Mujica se encuentra vinculado a la producción de ganado, pero a ello se agregan ahora las mercancías de Castilla y, sobre todo, la yerba. Los tres hermanos ocupaban posiciones en el espacio de circulación interregional (Potosí, Buenos Aires, Santa Fe) que les permitía, seguramente, un acceso más directo y dinámico al circuito de producción-comercialización, en el que estaban insertos.

Potencia este proceso de transformación, el 'avecinamiento' en Santa Fe de hombres con caudales habidos en el comercio con 'el Pirú' a través del casamiento con hijas de familias notables para la ciudad, pero encerradas en un circuito económico que les impedía desarrollarse. Teniendo en cuenta hasta qué punto Instrucciones, como la de Mendo de la Cueva de 1640 para los mercaderes donde se establecía que las autoridades pondrían 'particularísimo cuidado y atención' en despacharlos a la brevedad a la ciudad de su domicilio, impidiendo su avecinamiento porque 'se acarrea un gran servicio de Dios por la mala vida que tienen' fueron respetadas por la sociedad santafesina, en particular por un grupo, que si bien mantiene el control, era permeable al ingreso de nuevos miembros, siempre y cuando significaran un aporte de tipo económico. Esas familias ofrecían tierras, ganado y apellido a extraños que llegaban a la ciudad como 'estantes', 'pasantes'; este mecanismo extiendió y bifurcó un entramado de redes con poderosas vinculaciones regionales.

Apreciemos el caso de Miguel Diez de Andino, hijo del gobernador del Paraguay, fuertemente comprometido en el comercio yerbatero, quien llegó a la ciudad como comerciante y dueño de una barca, la 'San Buena Bentura',23 y que se casó con Petrona Alvarez de la Vega, proveniente de familia con estancias en el Salado. Mientras Miguel llevó al matrimonio "...caudal crecido..." Petrona no aportó dote.24 Este patrón se repitió, planteando la estrategia tanto de algunas familias empobrecidas que de esta manera mejoraban notablemente su situación, como la de los recién llegados que, a través del matrimonio, obtenían el acceso a la sociedad local y a los resortes de su economía.

Otro caso es el de Luis Romero de Pineda, que llevó carretas cargadas desde Santa Fe hasta Córdoba y Mendoza. Cordobés, hijo de un mercader del mismo nombre, y que llegó Santa Fe con su padre, hizo negocios con Antonio Alvarez de la Vega que le alquiló su estancia para concentrar ganado. Durante sus estadas en Santa Fe, concertó su casamiento con la hija de Alvarez de la Vega, Antonita, que aportó como dote, según escritura del 17 de abril de 1651, media legua de tierras en el Cululú.25 De ahí en más, acumuló más tierras a expensas de antiguos pobladores, contando con el capital que provenía del comercio. Sus hijas se casaron con Juan Gómez Recio y con Cristóbal Gómez Recio, de reconocida familia. Ocupó, en 1666, un escaño en el cabildo, al que volverá diez años después. En 1668, organizó una vaquería en la otra banda del Paraná en sociedad con su yerno, Juan Gómez Recio, por el derecho a vaquear heredado por éste del segundo de sus abuelos y, en la década del setenta, lo encontramos participando activamente en el tráfico de ganado.26

Es el espacio interior al cual Santa Fe y sus hombres se vinculan a través de una compleja e intrincada dinámica -donde entran no sólo la plata altoperuana sino un sin número de producciones regionales que circulan en diferentes direcciones- el que adquiere relevancia en nuestras consideraciones. Fue esa creciente función redistributiva hacia un mercado interior progresivamente complejizado, lo que signó con un profundo sentido 'articulador' a la ciudad de Santa Fe. Es interesante apreciar cómo se marca la tendencia irreversible hacia la conformación del mercado, generada como resultado de factores endógenos y exógenos, pensando en procesos generalizables, en una cierta historia común, pero, simultáneamente, rescatando las diferencias zonales con sus condiciones específicas.27

El proceso esbozado para Santa Fe guarda rasgos similares al analizado por J. Gelman para Buenos Aires.28 La autotransformación de la élite y los rasgos de una economía que apoyándose en los recursos locales, en el uso de mano de obra compulsiva, en las vaquerías, etc, combinó el comercio de las llamadas 'monedas de la tierra' con la circulación monetaria. De esta manera, las producciones locales y el metálico quedaban integrados, procediendo al cambio y al refinancimiento de nuevas operaciones.

Un sector de la élite, el que como hemos visto logró vincularse a los circuitos de circulación mercantil interregional, comenzó a diferenciarse del resto cuando logró involucrarse directamente en la circulación del ganado, cuando se insertó en el engranaje de este gran negocio que aseguraba el acceso al metálico. Aparecieron sujetos que se encargaban de recoger el ganado en alguna estancia del Salado y vendérselo directamente a los fletadores, comerciantes, apoderados realizándose el pago en metálico.29

Si bien, tempranamente, los santafesinos agregaron a sus actividades específicamente ganaderas, las de un comercio probablemente muy limitado en sus orígenes, éste adquierió un giro realmente importante cuando se articuló de manera creciente a la producción yerbatera que bajaba desde la zona paraguaya, al que acompañó en menor medida, el tabaco. Aunque inicialmente productos como los lienzos, vino, azúcar ocuparon un lugar destacado en este tráfico, fue en torno a la yerba, como hemos dicho, donde la ciudad encontró sus mejores opciones siendo el producto que desde fines de la década del sesenta le permitió relacionar la región con la economía peruana. Tal como expresa Juan Alvarez "el monopolio del río era sin duda importante porque con él toda la yerba consumida en las posesiones españolas de América tenía necesariamente que ser descargada en Santa Fe y conducida por carretas santafesinas".30 Obviamente, y aunque el proceso estuviese lanzado desde el momento mismo de su fundación, la concesión del privilegio del puerto preciso fue decisiva para la suerte de la ciudad. Un amplio abanico de nuevas posibilidades económicas posibilitó la conexión con espacios de mayor circulación de metálico en una sociedad donde éste escaseaba, la reproducción de múltiples actividades, el tráfico de mulas y vacas, y la fletería, todo lo cual generó el desarrollo de este enclave litoral.

La yerba había crecido en forma sostenida, a partir de 1630, como 'producto exportable paraguayo', desplazando a los otros productos mencionados. Precisamente, el momento decisivo de ampliación del comercio de yerba se dió en torno a la concesión del privilegio de puerto preciso,31 cuando podemos ver directamente a los santafesinos en tratos de importancia. La ciudad se transformó en este período en el centro más importante de redistribución de yerba y esto se evidenció en el protagonismo de este producto en las transacciones.32

Los santafesinos que comerciaban con ganado también lo hacían con yerba, a la que en mucha menor proporción acompañaban el tabaco y otros géneros, entre otros podemos citar a Alonso Fernández Montiel, Luis de Figueroa, Antonio de Vera Mujica, Antonio de Godoy. Se montaron sobre las redes mercantiles urdidas a partir del vacuno y aprovecharon los vínculos establecidos previamente con Asunción para viabilizar el comercio yerbatero. La forma en que se operó presenta múltiples variables, como en el caso del comercio de vacas. Apareció tanto la gestión directa sobre la compra de yerba en el Paraguay, la compra a intermediarios, como la habilitación con metálico o a través del adelantamiento del producto.

Es interesante visualizar la actuación de Antonio de Vera Mujica quien se destacó decididamente en la función pública y militar no sólo en la misma Santa Fe, sino en todo el ámbito regional. En 1684, ejerció como gobernador del Paraguay donde se comportó como un activo organizador de la producción yerbatera.33 No olvidemos que él mismo se vinculó tempranamente al tráfico de yerba y se encontró comprometido en tratos de magnitud. No resulta difícil apreciar los beneficios múltiples que la ocupación de esta jerarquía debió granjearle a él y a los intereses vinculados a sus negocios, estableciendo relaciones con sectores ligados a la producción de yerba de la élite asunceña, y ampliando el papel que le cabía a Santa Fe en todo el circuito de comercialización de la yerba. Su red tenía un alcance regional de amplio espectro ya que, como vimos, abarcaba los dos ejes Asunción/Potosí en donde su hermano ocupaba una posición privilegiada.

Familia y élite

En estos espacios urbanos, los grupos familiares formaron sociedades organizadas por vínculos de parentesco alcanzando posiciones económicas, sociales y políticas con base en su estatuto y grupo étnico. Las conexiones creadas por matrimonio, hijos y parentescos colaterales aseguraron la existencia de un núcleo de soporte familiar.

Las estrategias de poder a que recurrieron los vecinos surgieron de la misma situación colonial que configuró la naturaleza de las relaciones sociales con la conformación de un pequeña élite dentro de la cual las categorías de parentesco, económicas, jurídicas, religiosas, etc aparecieron entrelazadas conformando una dimensión colectiva que se reflejó en ámbitos diversos, como el accionar del Cabildo o en las pautas para organizar compañías de comercio.

También en Santa Fe, única ciudad en un extenso e inestable territorio, se conformó un grupo de poder cuya denominación común fue el control de los recursos y el manejo de la política local. Los más ricos y prestigiosos miembros de esta sociedad formaron un grupo corporativo entre quienes se establecieron lazos de solidaridad. Una conducta previsible, en una pequeña sociedad, con un mercado matrimonial restringido y con recursos escasos. Las principales familias constituyeron un universo de posibles asociaciones y parentescos; como consecuencia lógica de estos comportamientos esta sociedad muestró un alto grado de vinculación del grupo blanco. La descendencia de Juan de Garay, emparentada con los descendientes del adelantado Don Juan de Sanabria y del fundador de Córdoba, Gerónimo Luis de Cabrera,34 ilustra estos mecanismos.

Los rasgos de este proceso fueron muy dinámicos, caracterizando a esta élite que debió redefinir sus estrategias económicas y sociales, de acuerdo a coyunturas variables, conteniendo a algunas familias y expulsando a otras que no se adecuaron a los cambios. Un elemento básico de esta conducta provino de las estrategias matrimoniales. Siendo el matrimonio uno de los principales mecanismos para adquirir y mantener riqueza y posición social, la elección del cónyuge resultaba decisiva. Si nos detenemos en el grupo de encomenderos, observamos que los apellidos emparentados por vía matrimonial, indican la pertenencia a sectores de la élite vinculados a la acción capitular, a la actividad comercial y ganadera.35

La genealogía de algunas familias principales nos aportan datos acerca de las normas que pautan la elección del cónyuge, Antonio de Vera Mujica se había casado con Melchora Arias Montiel perteneciente a una de las primeras y más reconocidas familias. Entre sus yernos, el general Antonio de Godoy, teniente gobernador de Santa Fe e importante comerciante en yerba, y el Capitán Francisco Ruiz de Cabrera, descendiente de los fundadores de Córdoba y de Santa Fe. Uno de sus hijos se había casado con Juana Ventura López Pintado, hija del principal empresario de vaquerías de Santa Fe. Otro caso, Alonso Fernández Montiel, que fue gobernador del Paraguay entre 1683 y 1685, casado con Juana Belmonte, también perteneciente a la élite. Sus hijas se casaron con Cristóbal Jiménez de Figueroa, activo comerciante de ganado, con Lázaro del Peso, Miguel de Santuchos y Juan Lasso de la Vega, todos de destacada actuación en el ámbito capitular. El conflicto por la herencia del Capitán Diego Resquín indica el emparentamiento de varios grupos familiares asentados inicialmente.36

Puede constatarse el papel cumplido por la familia, el parentesco y las redes informales de vínculos primarios en la historia colonial. La ligazón de estos vínculos a la actividad empresarial caracterizaba también el comportamiento de estos sectores como otra estrategia para acumular recursos y prestigio. El parentesco era un componente elemental en la conformación de cualquier empresa si consideramos que no existían estructuras contractuales, que regularan las sociedades a largo plazo, para la organización de los negocios. En este contexto, el que un socio fuese también un pariente ayudaba al control de la incertidumbre de toda operación pactada en estos términos.

El parentesco y las redes familiares definían así una fuerte personalización de los negocios. A falta de otras seguridades, el trabar lazos económicos con los parientes constituía una suerte de reaseguro frente a los peligros inherentes al control de circuitos y espacios tan dilatados y lejanos. El tener una parentela dilatada generaba entonces un doble beneficio. Por una parte, y como el emparentamiento se daba frecuentemente entre miembros de las familias de la élite, subyacían sentimientos de identidad colectiva de pertenencia a un mismo grupo social. Por lo demás, era una conducta esperable que un 'pariente' fuera solidario y leal frente a las 'filtraciones' que podían ofrecer las empresas emprendidas. En esta red participaban no sólo los parientes consanguíneos (padres-hijo, hermano-hermano, tío-sobrino), sino también político (suegro-yerno, cuñados y concuñados) y ritual (compadres). Las relaciones familiares (como parte de toda la red de relaciones personales que urdían la economía colonial), intersectan constantemente el ámbito de lo económico, y le otorgan especificidad a esta realidad que analizamos.

Veamos, por ejemplo, el caso de Alonso Fernández Montiel quien tenía con el Capitán Josep de León y Zárate, su cuñado, negocios de yerba en común y una barca en sociedad que hace la carrera del Paraguay. En octubre de 1674, una carta de deuda y obligación revela que Montiel debe a Antonio de Godoy, yerno de Vera Mugica, 800 @ de yerba del Paraguay, por otra cantidad que su cuñado 'tuvo en sus manos'.37 Luis Gómez y Gregorio Benítez son cuñados hacen una compañía con Martín de Vera para entrar a vaquear en el Valle Calchaquí "luego y cada y cuando que por parte del dicho don Martín de Vera se les pida y ordene los hagan".38 Por su casamiento con Diego de Ledesma Valderrama, Miguel Diez de Andino le otorgó a su hija Josepha una dote que incluía 4.775 pesos en géneros, 19.562 pesos en especie y 2.136 pesos. Era una dote excepcional para los valores que son habituales en Santa Fe. Ledesma Valderrama era socio de Andino en el comercio de yerba. La dote contiene una alta significación en el sentido que estamos argumentando, ya que actuaba como un reaseguro del vínculo económico a través de la alianza matimonial.39

El papel de las redes de vínculos primarios no es sino un aspecto de los lazos personales de la estructura económica global. La ausencia de un contexto institucionalizado y seguro llevaba hacia el ejercicio de formas personalizadas donde la trabazón de solidaridades constituían la materia prima de las asociaciones; esta misma condición contenía el germen de conflictos y contradicciones. Las obligaciones contraídas, a veces sólo una carta, los acuerdos secretos, los tratos de palabra, y la profusión de todas estas formas que hacían eje frecuentemente en los lazos de reciprocidad contraídos, determinaban que toda operación se asentase sobre bases poco perdurables. Lo intrincado de estos pleitos donde se encadenan conflictos, donde se mezclan e intervienen una multitud de sujetos dan prueba de ello. Podemos mencionar el sonado pleito entre Hernandarias y el Alcalde Hernando de Osuna por la acción de ganado de 'la otra banda' (1636); entre el Capitán Pedro Arias Gaitán contra Juan de Osuna, vecino encomendero, por la posesión y feudo del indio Alonso (1646); entre el Capitán Juan de Cifuentes contra el capitán Alonso Montiel sobre posesión del feudo y encomienda de indios (1647); entre el Capitán Juan de Cifuentes contra el Capitán Diego Thomás Santuchos por cobro de 600 pesos (1648); entre Francisco Gómez Recio contra Feliciano Torres por razón de haberse ahogado un negro esclavo de dicho Recio en servicio de Torres (1661); entre Miguel Martín de la Rosa y Juan Resquín sobre mejor derecho a dos cuerdas de tierra (1664), etc. En estos casos, los testigos presentados por las partes dan muestras de las solidaridades e intrincadas redes establecidas.

A manera de conclusión

El tratamiento del tema de la élite santafesina presupone considerar la idea de proceso. Este proceso significó una tarea de construcción por parte de los sectores dominantes que fueron delimitando sus normas de acción a partir del aprendizaje histórico. Una tarea creativa que estuvo plagada de tensiones y contradicciones. Un grupo de hombres, que si bien provienen de otros núcleos poblados, deben comenzar a construir una nueva historia en un sitio diferente, con condiciones y recursos materiales, humanos y económicos también diferentes, en un proceso de adaptación/integración que debió considerar una multiplicidad de factores para no fracasar.

Observación: El texto de las fuentes incluidas ha sido modernizado.

SIGLAS

ANB Archivo Nacional de Bolivia.

ANA Archivo Nacional de Asunción, SH Sección Historia.

EP Escrituras Públicas, Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe.

EC Expedientes Civiles, Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe.

ACSF Actas del Cabildo de Santa Fe, Archivo General de la Provincia de Santa Fe. CDA Colección Diez de Andino.

MEJBA Museo Etnográfico Juan Bautista Ambrosetti, Buenos Aires.

NOTAS

1. Para la repoblación del litoral, Garay "levantó ochenta soldados, todos los más hijos de la tierra" que se asentaron inicialmente en Santa Fe, en Díaz de Guzmán, Rui. Historia del descubrimiento, población y conquista de las Provincias del Río de la Plata . Plus Ultra. Buenos Aires, 1619 /1612/, p. 280.

2. Informe Góngora al Rey, 20-5-1622, en CERVERA, Manuel M. Historia de la ciudad y provincia de Santa Fe. 1573-1853. , T.III, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1979, pp. 384; Vázquez de Espinosa, Antonio Compendio y descripción de las Indias Occiden tales. Transcripto del manuscristo original por C. Upson Clark. Washington, Smithsonian Institution, 1948.Vol.108, Cap.46; CERVERA, Manuel M., op. cit. , II, p. 52.

3. DIAZ DE GUZMAN, Rui. La Argentina . Libro III, Cap XIX. Plus Ultra. Buenos Aires, 1969, p. 280.

4. KONETZKE, Richard. La emigración española al Río de la Plata en el siglo XVI. En Miscelánea americanista - Homenaje a D. Antonio Ballesteros Beretta (1880-l949) - C.S.I.C. III, Madrid, 1952, pp. 350-355.

5. Carta del Tesorero Hernando de Montalvo al Rey, Buenos Aires, 12 de octubre de 1585. En Roberto Levillier. Correspondencia de los oficiales reales de hacienda del Río de la Plata con los reyes de España , T. I, Sucesores de Rivadaneyra, Madrid, 1915, pp. 361-387.

6. Véase nuestro trabajo "Los inmigrantes portugueses en Santa Fe la Vieja: estrategias parentales, económicas y sociales de integración". Ponencia presentada a las XIV Jornadas de Historia Económica , Córdoba, Argentina, 4 al 6 de mayo de 1994.

7. Son varias las órdenes de expulsión y vigilancia de los lusitanos llegados al Río de la Plata, arribados sin la debida licencia oficial. Una de ellas, la Real Cédula del 7 de enero de 1641, dictado contra los portugueses habitantes de estos pueblos de Santa Fe, Buenos Aires y Corrientes, la hace cumplir el Gobernador Gerónimo Luis de Cabrera en momentos en que se temía que la sublevación de Portugal y separación de España fuera aprovechada por los estantes portugueses en las colonias para provocar revueltas. En Santa Fe, el desarme y manifestación de las armas que tuvieron ordenada en 1643, la efectúo el Teniente de Gobernador Hernando de Tejeda y Mirabal y en su ausencia, el General Cristóbal de Garay ordenando que los desarmados y revisados manifestaran nombre, edad, oficio, naturaleza, estado, hacienda, familia, tiempo de estadía y permiso con el que entraron, todo ello bajo pena de la vida y 'perdimento de los bienes', en TRELLES, Manuel R. Revista del Archivo General de Buenos Aires , T. III, Imprenta del Porvenir, Buenos Aires, 1871, pp. 142 -263. EC 54, Leg. 36. Año 1650. Registro de los portugueses en Santa Fe, 1647/48.

8. LAVRIN, Asunción."La mujer en la sociedad colonial hispanoamericana", en BETHEL, Leslie. Historia de América Latina 4. América latina colonial: población, sociedad y cultura . Barcelona, Cambridge University Press-Editorial Crítica, p. 113.

9. ACSF T.II, fs 256 v a 258 v, 4-2-1626.

10. ARECES, Nidia R. et. al. "Santa Fe la Vieja. Frontera abierta y de guerra", en Memoria Americana II , Instituto de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, 1993, pp. 7- 40.

11. WOLF, Eric. Pueblos y culturas de Mesoamérica . Ediciones Era, S.A.. México, 1967 (1º ed. inglés 1959), pp. 204 - 205.

12. ARECES, Nidia y Griselda TARRAGÓ. "Vecinos y encomenderos de Santa Fe, siglo XVII. Estrategias y transgresiones". Ponencia V Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia y 1a. Jornadas Rioplatenses Universitarias de Historia , Montevideo, Uruguay, 1995.

13. Ordenanzas de Alfaro. Leyes de Indias , Libro V, título 17. Ver CERVERA, Manuel. op.cit. , T.I, p.280.

14. EC 52, fs. 116-130. Año 1638.

15. FERNANDEZ DIAZ, Augusto. Juan de Garay. Su vida y su obra. Rosario, Molachino, 1973, p.557.

16. EC 57, Leg. 99. Año 1666. "Autos y diligencias hechas por el Capitán Juan Zacarías de la Sierra Morales corregidor y justicia mayor de esta ciudad de Santa Fe en virtud del orden del señor presidente, gobernador y capitán general de esta provincia sobre los indios, indias, muchachos y muchachas que tienen los vecinos de esta ciudad rescatados de la otra banda del río Paraná de esta jurisdicción."

17. A través del rescate, los santafesinos recuperaban para su servicio indios ya desnaturalizados que se encontraban cautivos de otras tribus indígenas, en este caso, de los charrúas. Ver Nidia R. ARECES, Silvana LOPEZ y Elida REGIS. "Relaciones interétnicas en Santa Fe la Vieja. Rescate con charrúas", en Reflexiones sobre el V Centenario , UNR Editora, Facultad de Humanidades y Artes, Rosario, 1992, pp. 155-183.

18. LOPEZ, Silvana y Elida REGIS. Informe de avance sobre fletes. PID/CONICET, Proyecto "La élite santafesina en el siglo XVII: Bases socio-económicas y estrategias de poder", 1995. Se han comprobado 127 operaciones de venta y transporte de mercaderías en la década de 1640. Entre 1641-1645, el promedio es de 20 operaciones por año. De las 127 operaciones la mayor parte es de ganado vacuno, siguiendo en importancia la yerba. Con respecto a los 46 fletamentos detectados en la década, son realizados por 21 fleteros de los cuales sólo dos son de Santa Fe, y del resto la mayoría vecinos de otras ciudades.

19. APPADURAI, Arjun. La vida social de las cosas. Perspectiva cultural de las mercancías . Grijalbo. México, 1986, p. 61. Introducción.

20. ANA SH 8, 2. Real Cédula que crea el puerto preciso en Santa Fe; ANA SH 8,3. Acuerdo en el que se pide al Real Consejo de Indias sobreseer el cumplimiento de la real cédula de creación del Puerto Preciso de Santa Fe.

21. Martín de Vera y Gutiérrez, natural de la Gran Canaria, donde al igual que su padre, fue Regidor y Cap. de Infantería. Se desposó con Doña Ginebra de Muxica, en la que tuvo a Juan de Vera Mujica, Ana de Vera Muxica, Martín de Vera Mujica , Sebastián de Vera Mujica, Francisco de Vera Mujica, García de Vera Mujica, Catalina de Vera Muxica, Salvador de Vera Mujica.

Martín de Vera Muxica se casó en Palma con Doña Sebastiana Manrique de Acuña. Tuvieron a : Martín de Vera Mujica y Manrique de Acuña . Encomendero, Regidor y Capitán del Presidio de Buenos Aires. Se casó 2 veces: con Isabel de Monroy y con Doña Agueda de Valdivia; Sebastián de Vera Mujica y Manrique de Acuña , bautizado en Las Palmas el 23 de octubre de 1580, pasó al Río de la Plata en 1607, habiendo hecho antes de embarcarse en Las Palmas información de nobleza. Se radicó en Santa Fe donde fue maestre de campo, encomendero de Colastiné, Regidor y Alférez Real en 1624. Se casó con María de Esquivel y Nájera, natural de Santa Fe, fallecida bajo disposición testamentaria el 6 de julio de 1650 (hija de Tomás de Nájera, español, poblador y encomendero de Santa Fe, Teniente de Gobernador y Justicia Mayor, y de doña Jerónima de Esquivel, española.Tuvieron a : Antonio de Vera Mujica y Esquivel, Pedro de Vera y Esquivel, fallecido soltero, Martín de Vera y Esquivel, fallecido soltero. Antonio de Vera Mujica y Esquivel . Nacido en Santa Fe en 1620, Capitán de Caballos del Presidio de Buenos Aires en 1640, Alcalde de la Santa Hermandad en Santa Fe desde 1643 a 1648. Regidor y procurador general, Gobernador de Córdoba durante pocos días, Gobernador de Paraguay en 1684, Sargento Mayor del Presidio de Buenos Aires. Tomó parte en varias expediciones en el valle Calchaquí y comandó las tropas de asalto de la Colonia del Sacramento en 1680. Contrajo enlace en Santa Fe con Doña Melchora Arias Montiel (hija de Hernando Arias Montiel y de Doña Francisca Maldonado; nieta de Alonso Fernández Montiel, Escribano y Regidor de Santa Fe en 1580, y de Doña Isabel Arias)./"Hernado Arias Montiel, mantuvo su residencia en Santa Fe, donde en las décadas de 1630 y 1640 nacieron al menos once hijos: doña Catalina, doña Melchora, Pedro Ignacio, Bernabé, doña Antonia, doña Francisca, Hernando, Miguel, Gabriel y Cristóbal, todos los cuales usaron el apellido Arias Montiel". LAZCANO COLODRERO, Arturo G. Linajes de la gobernación del Tucumán . Córdoba, Talleres Gráficos Biffignadi, 1969. T.III, pp. 473-484. Este autor refiere que Martín de Vera y Esquivel falleció soltero, mientras que nuestra indagación documental lo hace casado en tres oportunidades residiendo como Juez en la ciudad de La Plata.

22. EP I, fs.139 a 142, 6 de junio de 1650.

23. EP IV, fs. 474 v/475, 7 de mayo de 1674. En 1674 dice 'que está camino a la Asunción del Paraguay [su barca] despachada desta ciudad adonde estoy de asistente de viaje al Pirú otorgo que devo al General Antonio Godoy teniente de gobernador' con 752 arrobas de yerba del Paraguay por otras tantas que le prestó.

24. AGPSF CDA Carpeta 5.

25. Perteneciente a la estancia de los Resquín, padre de Francisca la madre de Antonita, hija de Diego Suárez Altamirano y de doña María Resquín, nieta de Diego Suárez, portugués, y de doña Ana Matute Altamirano, familias beneméritas.

26. El 7 de julio de 1674 se celebra una escritura de fletamento entre Antonio de Echave y Luis Romero de Pineda por la que el segundo debe llevar hasta el paraje de los Choromoros en Tucumán 24.000 cabeza de ganado vacuno donde habían de invernar, haciéndose cargo de los costos y cobrando por el flete la mitad de las vacas transportadas. EP IV, fs.523-525.

27. ASSADOURIAN, Carlos Sempat. "Integración y desintegración en el espacio colonial", en Juan Carlos Grosso y Jorge Silva Riquer (comp). Mercados e Historia . Instituto Mora, México, 1991, pp. 142-143.

28. GELMAN, Jorge D. "Economía natural-economía monetaria. Los grupos dirigentes de Buenos a principios del siglo XVII", en Anuario de Estudios Americanos , Tomo XLIV, Sevilla, 1987, pp. 89-107.

29. Por ej. Antonio de Vera Mujica consigue una licencia de María de la Rossa, heredera del Cap. Cristóbal de Domínguez para vaquear en la "otra banda" hasta 30.000 vacas, por lo cual cobra 1.000 vacas entregadas en el Salado Grande, en EP IV, f. 58. Escritura de deuda del 7 de agosto de 1674 de Alonso Fernández Montiel y Juan de Basualdo, perteneciente a familias de la élite, con Juan de Miranda, por 7.390 pesos que se compromenten a pagar en 14.780 vacas a entregar en Santa Fe para enero de 1675, en 'una sola paga, todas juntas', en EP IV, fs. 490 v. a 491 v. En la misma fecha, dicho Juan de Miranda firma otra escritura con Pedro de Mitre y Juan de Aguilera, vecinos de Santa Fe, por 1.624 vacas a 4 reales c/u, en EP IV, fs. 492 a 493. Antonio Suárez Altamirano y el Alférez Pedro de Lencinas, vecinos moradores de Santa Fe, el 19 de junio de 1674 declaran deber en mancomún a Antonio de Echave, mercader residente, 9.000 vacas por 4.500 pesos en reales de a ocho previamente pagados 'puestas y entregadas una legua desta ciudad entre los rios Salado y Saladillo donde acostumbran hacer dichas entregas de ganado', aclarando que en caso de creciente del Paraná deberá esperar la bajante, y en caso de que no baje, Echave podrá comprar ganado a quien lo tenga a costa de los vendedores, en EP IV, fs. 520 a 520 v. Juan de Basualdo declara el 19 de junio de 1674 que le debe al mismo Echave 4.500 vacas que previamente ha pagado a 4 reales por cabeza, a entregar en las mismas condiciones que en el anterior en febrero de 1675, en EP IV, fs 521 a 521 v. Cristóbal Domínguez, vecino morador de Santa Fe. declara el 20 de julio de 1674, que le debe al mismo Echave, 8.000 vacas compradas bajo las mismas condiciones, EP IV, fs. 530 a 530 v.

30. ALVAREZ, Juan. Ensayo sobre la historia de Santa Fe . Colmegna, Santa Fe, 1910, pp. 140-141.

31. Para los años 1660-1680 entran en Santa Fe (sin incluir la producción de las misiones jesuítas del Paraguay) alrededor de 25.000 arrobas anuales. Véase GARAVAGLIA, Juan Carlos. Mercado interno y economía colonial . México, Enlace/Grijalbo, 1983, pp.68-70.

32. Veamos, por ejemplo, el siguiente caso: Francisco de Ledesma Valderrama, vecino de Santiago del Estero, dice que su hermanoMartín de Ledesma Valderrama otorgó escritura de fletamento de 105 tercios de yerba en el puerto de Buenos Aires en favor del Sargento Mayor Francisco de Palacio para que él los fletara desde Santa Fe "donde los tenía para la de Jujuy". Los tercios pesan 702 arrobas y 1 libra, más 4 tercios y 3 sacos de tabaco que pertenecen a Matías Pardo Baños. En el fletamento se agregan otras 753 arrobas y 24 libras de yerba, y se utilizan cinco carretas con sesenta bueyes, en EP IV, f. 424, 19 de setiembre de 1674.

33. "El sucesor de Diez de Andino, Antonio de Vera Mujica ante la repetición de los beneficios simples y el alarmante estado de los tributarios de los pueblos pròximos a Asunción..., decide exonerar de la carga del beneficio general a una serie de pueblos: Tobatí, Los Altos, Atirá, Guarambaré, Ypané e Itá. Estos se reservarán para los mandamientos de navegación y las tareas relacionadas con las entradas de guerra al Chaco y las fortificaciones. En cambio, afirma, "...ay Pueblos de donde se puede suplir con mucho descanso por estar tierra adentro convezinos a dichos yervales y que ajustandose a las dichas ordenanzas Reales se adjudicaran a estos Beneficios como los estavan los de la Villa Rica del Espíritu Santo". De este modo, podemos ver cómo el gobernador coordina los intereses de ciertos grupos -en este caso, los encomenderos de los pueblos exonerados de acudir al beneficio, a quienes explícitamente nombra y todos los empresarios que necesitaren de marineros y auxiliares para la navegación- y decide hacer recaer la carga de los beneficios en otros pueblos. Un bando, publicado al día siguiente del auto que hemos citado, especifica claramente: "se impondrá y para que den la mita de la sexta parte de los Yndios de los pueblos de Yutí y Caazapá que doctrinan los Religiosos de la Horden de San Francisco convezinos de los dichos yervales y los Pueblos de San Ignacio, Santiago y Nra Señora de fee, que tuvieron el nombre de Caaguazú y aguarambí y se mudaron a la vezindad de Villa Rica...ayan de da assi mismo mita a los vezinos de la Villa Rica", GARAVAGLIA, Juan Carlos, op.cit , pp.315-316.

34. CERVERA, M., op. cit ., T.I, pp. 210-216.

35. 1/ Sebastián de Aguilera como hijo de Pedro de Aguilera, vecino feudatario de Santa Fe, quien en cláusula de sus testamento declaró 'por sucesor en los indios de mi encomienda a Sebastián de Aguilera y que libremente pueda tomar posesion de ellos ante todas las justicias de Su Majestad'. Pedro de Aguilera fue vecino fundador de Santa Fe y su teniente de gobernador en 1617. 2/ Pedro Alvarez Martínez como hijo de Pedro Alvarez Martínez. 3/ Felipe Arias de Mansilla . 4/ Juan Arias de Saavedra natural de Buenos Aires, Sargento Mayor, Maestre de Campo, Teniente de Gobernador de Santa Fe. 5/ Pedro Arias Gaitán . 6/ Bartolomé Caro como nieto de Francisco de Porras. 7/ Alonso Delgadillo hijo de Juan Ruiz de Atienza, natural de Medina del Campo, Castilla la Vieja, y de Da. María de Avila, natural de Santa Fe. 8/ Alonso Delgadillo y Atienza (medio hermano del anterior) hijo de Juan de Ruiz Atienza y de Da María de Britos, natural de Santa Fe. 9/ Juan de Espinoza , vecino feudatario y natutal de Santa Fe hijo del Capitán Feliciano Rodríguez y de Beatriz de Espinosa. 10/ Alonso Fernández Montiel hijo de Alonso Fernández Montiel y de Isabel de Arias. Su padre era natural de Baena, Andalucía y vino con la expedición de Ortíz de Zárate en la que era tratado de Don y tenido por hijodalgo. Isabel de Arias era hija de Cristóbal Arias, que vino en la misma armada de Ortíz de Zárate y fue muerto por los charrúas. En su testamento de 1654 declaró 'sucesor del feudo y encomienda de indios que estoy poseyendo'. 11/ Juan Fernández Romo como hijo de Alonso Fernández Romo, natural de Córdoba de Andalucía, quien fue vecino fundador de Santa Fe, Teniente de Gobernador. Tenía una encomienda de indios caracaras reducidos en Santa Clara de los Altos, que habían sido encomendados a su padre por Hernandarias de Saavedra el 2/10/1609. 12/ Cristóbal de Garay como hijo y sucesor de Juan de Garay. Su padre, el general Juan de Garay, alcalde, regidor y teniente de Gobernador de Santa Fe, era hijo de Juan de Garay, fundador de Santa Fe y Buenos Aires. Su madre, Juana de Sanabria era hermana de Hernandarias de Saavedra. Se casó con Da Antonia de Cabrera, hija de Pedro Luis de Cabrera. 13/ Isabel de Lencinas como hija y heredera de Domingo Masedo e Isabel de Lencinas, vecinos de Santa Fe. 14/ Mateo de Lencinas , hijo del Capitán Luis de Lencinas de María Hernández. 15/ Alonso de León como hijo de Alonso de León. 16/ Domingo Martín como nieto de Antón Martín. Su abuelo era poseedor de una tierras otorgadas por merced de Garay el 7/12/1580. 17/ Roque de Mendieta hijo de Pedro de Mendieta Zárate y de Da. Juana González de Vallejos, vecinos de Santa Fe. Fue regidor en 1650, 51,55 y 57, procurador en 1654 y 65, Defensor de Menores en 1663 y 72 y Alcalde Ordinario en 1654. 18/ Luis Montero hijo de Luis Montero y Constanza Ramírez. Vecino de Santa Fe y natural del Lisboa. 19/ Diego Ramírez . 20/ Alonso Ramírez Hijo del Capitán Francisco Ramírez de Gaete y Da Jerónima de Altamirano, vecinos de Santa Fe, y casado con Da Juana de Garay. 21/ García Rodríguez como nieto de Juan Jimenez. 22/ Bernabé Sánchez como hijo de Juan Sánchez. Su madre Isabel de Espinosa era hija del Capitán Juan de Espinosa "conquistador antiguo de estas provincias del Paraguay y Río de la Plata"; nacida en Paraguay se avecindó en Santa Fe cuando se casó con Juan Sánchez quien era "conquistador de esta ciudad". 23/ Cristóbal de Santuchos hijo de Antonio Tomás de Santuchos y de Isabel de González. Su padre, Antonio Tomás de Santuchos era hijo de Diego Tomás de Santuchos, venido en la expedición de Ortíz de Zárate. 24/ Diego Tomás de Santuchos hijo de Miguel de Santuchos y de Da María de Peralta (primo hermano del anterior. Su abuelo era Diego Tomás de Santuchos). Tenía estancia en el paraje de los lulassas, a cuatro leguas de Santa Fe. Se casó con Isabel Arias Montiel a quien "heredera del feudo y encomienda de los indios". 25/ Miguel de Santuchos hijo del capitán Diego Tomás de Santuchos y de Catalina Correa de Santa Ana, venidos en la expedición de Ortíz de Zárate (padre del anterior). 26/ Antonio Suárez Altamirano hijo de Diego Juárez, natural de Lébora, Provincia de Portugal, y de Ana Matute Altamirano, hija de Cristóbal Matute Altamirano, vecinos de Santa Fe. 27/ Andrés Velázquez Torrejón . 28/ Ignacio Vega y Robles . 29/ Antonio de Vera y Mujica hijo del Capitán Sebastián de Vera Mujica y María de Esquivel.

36. EP T. 1, f. 181,182, 2-2-1654.

37. EP T. 4, f. 436 v.

38. EP T. 1, f. 473 a 474, 1-1-1645.

39. AGPSF, CDA, carpeta 5.

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