Políticas Urbana Autoritarias. El caso de una población carenciada desplazada por grandes obras

Walter Brites * .

En esta ponencia abordaremos el análisis de la relocalización compulsiva de una población ribereña carenciada de la ciudad de Posadas, (Argentina) y su incidencia tanto en la pérdida del derecho al espacio urbano, como también en las prácticas reproductivas de aquellos grupos domésticos afectados. Durante el año 1999 la población involucrada en este proceso de exclusión territorial (eufemísticamente llamado de renovación urbana) comenzó a ser relocalizada forzosamente hacia un nuevo asentamiento localizado a 10 Km. del centro urbano, así como también de su tradicional asentamiento de origen. Contexto en el que, la construcción de la Avda. Costanera fue el criterio erradicativo oficial para trasladarlos en el complejo habitacional de Itaembé Miní, situado al sudoeste de la ciudad.

El traslado de los costeros de un área urbana más integrada a otra más lejana y aislada, influye rotundamente al nivel de las prácticas de subsistencia desplegadas por los relocalizados. Mientras la primera facilitaba el desarrollo de ciertas actividades informales que tiene el área circundante; reduce (o elimina) el gasto en transporte y posibilitaba un acceso más amplio al mercado de trabajo urbano; así, como el mantenimiento del anclaje social en redes sociales estructuradas de acuerdo al prolongado tiempo de residencia. La localización más distante de las zonas urbanizadas de la ciudad (y por ende del viejo asentamiento) demanda y potencia la creación de actividades alternativas para cubrir las necesidades domésticas, que no pueden ser satisfechas por las inexistencias de servicios cercanos; aumentan el gasto en transportes e incluso, llegan a afectar las posibilidades de incorporación al mercado de trabajo urbano por la lejanía a las viejas fuentes de empleos. Situación que por otro lado también implica tener que construir nuevas redes sociales de anclaje en el nuevo contexto socio-barrial.

Actualmente en Posadas, las relocalizaciones masivas son llevadas a cabo con el fin de paliar en gran medida las problemáticas surgidas a partir del rápido crecimiento de la ciudad y del incremento de la pobreza urbana (Bartolomé, 1983; Pobur, 1996). De allí en más que la característica peculiar de estos procesos de erradicaciones violentas, lo constituyen programas de inversión rigurosa y conscientemente planificados que despliegan intervenciones que siempre avanzan irremediablemente sobre el territorio ocupado, relocalizando a los pobres en los espacios periféricos o residuales. Sin embargo, la experiencia acumulada en materia de relocalizaciones señala que tales procesos actúan transformando la estructura y composición de la familia, incluyendo la destrucción de sus capacidades productivas internas e incrementando la carencia y la vulnerabilidad. Situación que actualmente se agrava debido a la más reciente crisis del Estado que conduce a un descenso en la cantidad y calidad de los servicios compensatorios dirigidos a los pobres

 

Políticas de relocalizaciones: exclusión territorial y social

En la actualidad, numerosas investigaciones sugieren que la problemática fundamental de las relocalizaciones, se presenta indisolublemente ligada a la supervivencia de los sectores   más deprimidos: tales procesos actúan desconfigurando el marco vital en el que se desenvolvían, tanto los individuos como las familias afectadas. El pionero trabajo de Bartolomé (1985), realizado en la ciudad de Posadas, señala que en el marco de las relocalizaciones, no sería la vivienda como tal el bien más directamente afectado, sino precisamente un conjunto de variables cruciales para las estrategias vitales de la población; así el impacto del proceso pondría en jaque a todo un sistema de supervivencia, constituido por la conjunción de recursos, procedimientos para el acceso y explotación de éstos y, las redes interpersonales que resultaban instrumentales para el funcionamiento del anterior sistema (ibídem). La relocalización aparece así como la fuente de una compleja trama de efectos perturbadores que se concentran, fundamentalmente, en el plano doméstico de la reproducción: es en el seno de los hogares donde se genera el impacto y, en donde de hecho se producirán los reajustes y reacomodos domésticos necesarios, para escapar de las situaciones de incertidumbre incrementada desatadas por los traslados forzosos.

Generalmente los procesos de relocalizaciones impactan negativamente con mayor fuerza en los grupos más vulnerables. Vulnerabilidad que indica un riesgo a perder ciertas condiciones de existencia, como resultado de las sucesivas incertidumbres económicas y sociales; incertidumbres que en la actual coyuntura están potenciadas por la creciente exclusión que genera el modelo de desarrollo dominante en Argentina desde 1991. En ese sentido, las consecuencias de los traslados forzosos se ven agudizadas a partir de los efectos de las políticas de ajuste y reforma del Estado: precarización de los modos de inserción en el mercado de trabajo; caída del ingreso real; recorte de las políticas sociales del Estado, incremento de la segregación socioespacial urbana, etc.; situaciones que potencian la intensificación y profundización del deterioro de las condiciones de vida de las poblaciones afectadas.

Las políticas recesivas implican no sólo la reducción de los gastos sociales, sino también de la disminución notoria de la inversión productiva en las ciudades, y el consecuente desempleo y el subempleo; tendencias que de hecho acarrean la exacerbación de la marginalidad y de la segregación socioespacial. El incremento de la pobreza y la desigualdad, actúan reforzando los procesos de segregación y exclusión social ya existentes. En este sentido, la resultante de tales cambios se manifiesta en la fragmentación; en la individualización de los procesos sociales; la diversificación e informalización económica y social; la polarización del territorio urbano y, de las prácticas sociales que se desenvuelven en él; también de los conflictos que se dirimen entre los distintos grupos sociales. La polarización en la distribución de los ingresos familiares que implica el modelo de desarrollo (acumulación) vigente agudiza la división entre una "ciudad baja" de productores y una "ciudad alta" de consumidores; resultando en lo que se ha dado en llamar "una sociedad apartheid relativamente benigna" (Sachs, 1984).

En el marco de tales procesos, las ciudades están más fragmentadas y segmentadas: los barrios populares no se hallan integrados ni social ni territorialmente de manera plena a la estructura urbana de la ciudad; así las diferentes áreas de las ciudades comienzan cada vez más a objetivar la segregación territorial   producto de las desigualdades sociales. Por tanto, los barrios marginales en general son periféricos y de difícil acceso, son barrios ocultados para los sectores que habitan los centros modernos de la ciudad. El estigma encasilla y transforma estos lugares en espacios sociales simbólicamente amurallados (Wacquant, 1997), que en concreto trazan un límite claro entre quienes forman parte y son beneficiarios de la modernidad desarrollada (los incluidos) y quienes están excluidos de ella (Vicherat, 1998). Mayoritariamente estos sectores quedan inmersos en el marco de una ciudad ilegal (Balbo, 1998), al no poder acceder tanto al mercado de la tierra así como al de la vivienda, en función de su situación de exclusión económica, social y política. En este sentido todo este proceso de avasallamiento desemboca en una pérdida del derecho al espacio urbano, como señala Oscar Oszlak, (1991:24) "... el derecho al espacio conlleva diversas externalidades estrechamente ligadas a la localización de la vivienda o la infraestructura económica, tales como la educación, la recreación, la fuente de trabajo, la atención de la salud, el transporte o los servicios públicos. (...) Por lo tanto el derecho al espacio urbano debe entenderse, lato sensu, como un derecho al goce de las oportunidades sociales y económicas asociadas al localización de la vivienda o actividad. Perder o sufrir la restricción de ese derecho puede suponer, además del eventual desarraigo físico, el deterioro de las condiciones de la vida material en cada uno de los planos en que existían externalidades vinculadas con la localización espacial".

Investigaciones recientes en el campo de la antropología urbana, han aportado mayores conocimientos sobre la reconfiguración de lo urbano en Argentina (Coraggio, 1994). Tales estudios sostienen que actualmente la nueva organización espacial de las ciudades en una coyuntura socioeconómica desfavorable para los pobres urbanos, consolida formas precarias e "ilegales" de hábitat, como las villas; bolsones de pobrezas, ghettos; etc. Proceso que generalmente acompañado de los desplazamientos compulsivos (en el marco del incremento y expansión de la inversión urbana especulativa) tiende a concentrar a los sectores más carenciados en nueva urbanizaciones, en nuevos barrios establecido en los márgenes de la ciudad, localizados en la periferia, desatando así nuevas problemáticas y nuevos desafíos para las poblaciones afectadas . En tal dirección las nuevas pautas de urbanización apuntan efectivamente hacia la generación de una ciudad cada vez más dualizada o polarizada, creando "una ciudad para ricos" y una "no- ciudad para pobres". Así la nueva configuración socioespacial de la ciudad que establece la concentración geográfica de la pobreza y la acumulación de distintos tipo de marginalidad en " territorios de relegación ", comienza a constituir espacios de sobrevivencias de los "excluidos" (Wacquant, 1997).

Los costeros: del centro a la periferia

En la ciudad de Posadas los habitantes ribereños relocalizados se encontraban situados al nordeste de la ciudad, ocupando un estrecho margen que limitaba con las costas del río Paraná y grandes barrios residenciales. El asentamiento allí constituido estaba conformado por bolsones de pobreza como los barrios: San Roque, Varadero, y Anfiteatro, todos ellos homogéneamente asentados sobre una superficie caracterizada por pedregales, prolongado desnivel y suelos anegadizos. La característica fundamental de estas tierras urbanas era su bajo valor de mercado; además, estaban ocupadas predominantemente por asentamientos "ilegales" (es decir por personas que han construido viviendas sin permiso sobre predios privados y/o públicos). La ubicación de este asentamiento, en cercanías de la zona centro de la ciudad, presentaba una particularidad socioespacial: se ubicaba en un territorio que albergaba por un lado, a una población de alto nivel adquisitivo y de marcada identidad de clase "distinguida" que ocupaba las grandes y lujosas viviendas localizadas en los terrenos altos; por otro lado, la población que vivía sobre las costas bajas y anegadizas: los pobres, los marginados (los tradicionales costeros).

Es importante señalar que esta población costera de muy bajos ingresos se caracterizaba por una inserción laboral precaria y esporádica en cercanías de la zona; de modo que las actividades laborales desarrolladas por estos habitantes conjugaban varias circunstancias que ponían de relieve la escasa calificación de los trabajadores y la alta incidencia del "trabajo en negro". En tal sentido aquella población poseía como principal ocupación la albañilería; (en donde la inestabilidad es ya tradicional); la provisión de servicios al casco urbano; el servicio doméstico y la realización de una gran variedad de actividades informales englobadas en el sistema de "changas" (trabajos temporarios remunerados a destajo). Por otra parte la cercanía al río posibilitaba la habitual pesca para el consumo, de modo que las prácticas y actividades domésticas destinadas a satisfacer las necesidades de aquella población aparecía condicionada por las características específicas del propio contexto urbano en el residían (Bartolomé, 1983).

Sin embargo merece señalar que "gran parte de esta población carenciada" desde sus comienzos creció simultáneamente articulada a los sectores lindantes de estratos socio- económicos altos. De allí deviene otra característica que hacía a la particularidad de aquella población local: "la trama de relaciones" que los ligaba estaba caracterizada por la creación de contratos asimétricos de índole patrón- cliente que operaba como rasgo típico de relacionamiento entre ambos sectores de la población. Es de este modo, que aquellos vínculos sociales les posibilitaban emplearse frecuentemente en las inmediaciones, en barrios como los Aguacates, Villa Sarita, San Roque, o en la zona centro. Allí realizaban fundamentalmente actividades laborales, desempeñándose ya sea como empleada domésticas (lavanderas, cocineras, niñeras etc.) y en el caso de los hombres realizando trabajos relacionados con la construcción (albañilería, plomería electricidad, jardinería, pintores, etc.) y otras actividades de manutención y reparación de viviendas.

Mapa Nro. 1

Zona céntrica de la ciudad de Posadas y localización de la población ribereña

Fuente: elaboración propia, en base a Dirección General de Estadísticas y Censos de la provincia de Misiones .

Dentro de aquellos lugares de vidas se fueron configurando las diferentes formas de reproducción de los habitantes costeros, así como sus diversas prácticas y actividades de subsistencia, que de hecho se veían reforzadas por la presencia de otros estratos sociales localizados en el entorno inmediato al asentamiento. En tal sentido la particular ubicación del asentamiento costero, que implicaba para sus habitantes el residir en cercanías de la zona más densamente poblada de la ciudad (el centro y otros barrios de marcada identidad), posibilitó la generación de una trama de relaciones entre compradores y vendedores de servicios personales, o de fuerza de trabajos. Relaciones asimétricas que de hecho habían adquirido permanencia en el tiempo. Es en tal dirección en que las estrategias y expectativas de vida aquellos habitantes costeros se inscribían en las condiciones de su participación en la trama de relaciones clientelares con los estratos socioeconómicos más pudientes de la zona; relaciones que de hecho garantizaban la obtención de ingresos y satisfactores para estos grupos sociales carenciados. De modo que el eje en torno al cual se organizaban el conjunto de las prácticas de estos habitantes estaba puesto en articular y mantener estas redes como posibilidad estratégica para canalizar recursos.

Es a partir de comienzos del año 1999 en que se inicia la "erradicación compulsiva" de la población costera en cuestión. El criterio erradicatorio oficial obedece a un programa de Renovación Urbana, evidenciada y justificada a partir de la construcción de la "majestuosa" Avda. Costanera Norte : carretera que se extendería a lo largo de toda la costa ribereña, espacio en que se hallaba ubicado el cinturón de asentamiento precarios. Relocalización que implicó el traslado a un "nuevo asentamiento", situado en un área poco poblada y extremadamente distanciada del "centro urbano".

Mapa Nro. 2

Ciudad de Posadas y localización del área de traslado del asentamiento ribereño

Traslados compulsivos y nuevas estrategias de subsistencias

El impacto de los procesos de traslado hacia el complejo habitacional Itaembé Miní ha desatado grandes dificultades sociales y económicas a los hogares afectados; como consecuencia de ello, comenzaron a "hacerse visibles" algunas transformaciones en la organización doméstica, como a su vez diversas modalidades de respuestas a las crecientes situaciones de vulnerabilidad que provocó el desplazamiento forzoso. La multiplicación y profundización de las carencias, como resultado de la relocalización compulsiva ha generado una "flexibilidad" al nivel de la organización doméstica acorde con las durezas de las circunstancias.

En tal sentido, las transformaciones impuestas por el proceso de relocalización han desembocado en una situación crónica de carencia y desarraigo que, potenció y reorientó la reorganización de los roles domésticos en función de la búsqueda de ingresos o sea, de los medios (monetarios y no monetarios) necesarios para reproducir y sostener un estilo de consumo devaluado. En tanto emergen nuevas limitaciones se tornan crucial, los objetivos, criterios y decisiones que reorientan las modalidades de reproducción: quién sale a trabajar; quién queda desocupado; quién va a la escuela; quién busca alguna fuente alternativa de ingresos; entre otras cuestiones de vital importancia; significan un reacomodo permanente de la distribución de las responsabilidades de cada uno y de todos los miembros, a fin de mantener y reproducir a la unidad.

En este sentido, con el advenimiento de los traslados compulsivos muchas unidades domésticas no sólo se han modificado en su estructura, sino también en su composición y funcionamiento, como consecuencia de los impactos del profundo cambio socio- espacial que ha ocasionado la pérdida de importantes fuentes de trabajo y la fisura de las redes socio- familiares estables de sociabilidad en la que se insertaban. Tales cambios no sólo repercutieron en la dimensión laboral, sino también en la misma organización doméstica de los grupos. En tal sentido el desarraigo reinante y el malestar barrial generalizado, ponen de manifiesto las crecientes situaciones de vulnerabilidad a las que son sometidos los costeros; procesos de exclusión caracterizados por una "cultura de lo aleatorio".

Así entre los relocalizados, los grupos domésticos reflejan en gran medida una particular modalidad de "organización estratégica". Una alternativa siempre a la mano, es recurrir al incremento del número de miembros, incorporando parientes y agregados en edad productiva; esta es una forma mediata o inmediata para balancear la relación productores- consumidores, cuando la intensificación de uso de la fuerza de trabajo doméstica no es suficiente. En tal dirección, la formación de coaliciones entre grupos emparentados o no, constituye otra posible respuesta para hacer frente a una condición económica vulnerabilizada. La estructura del grupo doméstico constituye en este sentido no sólo un objetivo de las estrategias, sino precisamente un componente instrumental de dichas estrategias. (Bartolomé; 1985, p. 91). Frente a la situación concreta del traslado y la vulnerabilidad incrementada, las unidades domésticas despliegan una diversidad de respuestas estratégicas ; respuestas que tienen como finalidad sostener la subsistencia y reproducción.

Actualmente las condiciones de precariedad y pobreza , en la que se hallan inmersos los sectores carenciados obligan a que las unidades domésticas generen nuevas modalidades organizativas y a maximizar el establecimiento de relaciones de carácter instrumental, como ser la generación de redes de relaciones intracomunitarias y clientelísticas con individuos influyentes . Estas redes de relaciones valoradas entre los pobres, constituyen un "capital social": el conjunto de medios y estrategias de infiltración (relaciones y recomendaciones, técnicas de sociabilidad y de hacer valer) que un individuo o familia tienen en grados de rentabilidad muy desiguales y dependiendo de su posición en el marco de los entornos o campos relacionales (Requena Santos, 1998; Bourdieu, 1985).

En un contexto de creciente vulnerabilidad y empobrecimiento, el despliegue de un conjunto de prácticas estratégicas por parte de los grupos domésticos relocalizados, es priorizada como una instancia necesaria para garantizar la reproducción y continuidad de determinadas condiciones de vida. En este sentido las estrategias aparecen como modelos organizativos (y relacionales) adoptados a nivel doméstico, para la solución de los crecientes problemas de vulnerabilidad a que se ven expuestos los sectores carenciados . De acuerdo a esta perspectiva la situación de carencia y pobreza de determinados sectores sociales, es vulnerabilizada a partir de las condiciones de fragilidad, de inseguridad. Los desplazamientos forzosos "tendientes a arrojarlos" hacia campo de la exclusión, actúan a la vez como desencadenantes del despliegue de diversas estrategias. Estrategias que en esta ocasión se hallan orientadas fundamentalmente en tres direcciones: organización doméstica; inserción ocupacional e inserción relacional , como vías posibles para canalizar recursos hacia las unidades domésticas. De esta manera la noción de estrategia remite a cómo se articula un conjunto de prácticas, comportamientos y relaciones desplegadas para darle viabilidad a un objetivo fundamental: lograr determinado nivel de satisfacción de necesidades de las unidades domesticas, en las mejores condiciones posibles y, dentro de los límites que fijan las condiciones estructurales.

Conclusiones

El asentamiento de destino, se constituye como un espacio social cargado de carencias, generado a partir de un conjunto de decisiones erradicativas que han implicado para sus habitantes, la pérdida del derecho al espacio urbano y precariedad en sus condiciones de vidas, proceso que tiene lugar en el marco de turbulentas condiciones socioeconómicas. La política autoritaria y erradicativa impuesta "desde arriba", se estableció como una fuerza "exógena y alienante" que ha tendido a arrojar a los sectores sociales costeros al campo de la exclusión y la carencias: el desarraigo y la pérdida no fue sólo de un entorno barrial, sino de un modo y estilo de vida familiar; de prácticas y de actividades destinadas a ganarse el sustento.

En este sentido las viejas fuentes de trabajo de los relocalizados que de hecho eran funcionales y productivas en un contexto de pre- traslado, actualmente perdieron esa significación en el nuevo entorno barrial; inclusive algunas se tornaron inconvenientes, debido precisamente a la distancia espacial que separa al asentamiento de las zonas urbanizadas de la ciudad (en términos de mercado de trabajo urbano). De manera que la pérdida de capital social y, la falta de trabajo, sumada a la carencia de "posibilidades" para acceder a una ocupación, es acompañada por el incremento de una nueva estructura de gastos: ahora viven en zonas alejadas; mal comunicadas; con servicios escasos y caros; que potencian su aislamiento, su exclusión. Analizando así los procesos de traslados compulsivos, en términos de "exclusión social", se podría afirmar que los relocalizados en la actualidad, poseen la peculiaridad de encontrarse "doblemente excluidos": a las tradicionales situaciones de carencias y exclusión social, se le suma una drástica exclusión territorial; lo que implica tener que vivir bajo condiciones de incertidumbre incrementada y de mayor vulnerabilidad, tornando así perpetuante su condición de pobres.

En tal dirección, estos cambios dan cuenta de un fenómeno de particular importancia: el alto costo que las crisis desencadenadas por las relocalizaciones compulsivas tienen en el terreno micro- social de las relaciones domésticas y familiares. En este sentido la profunda reestructuración de los grupos domésticos es el claro indicativo de tales efectos transformativos, que ha generado en muchos casos la ampliación y/o coaliciones de los diferentes grupos domésticos; el desarrollo de nuevas modalidades organizativas y hasta diversas formas de auto-empleo refugio, como la venta ambulante; actividades de autoproducción; etc. De modo que actualmente las diferentes unidades domésticas, según sus "posibilidades", presentan distintas formas organizativas que confluyen funcionalmente a la resolución de sus carencias.

En este contexto de desarraigo y pobreza, las acciones de los sectores afectados no constituyen respuestas espontáneas a las carencias domésticas, sino un intento de construcción de prácticas de auto-respuesta a la incertidumbre de sus condiciones de vidas; a la problematización y concientización de las crecientes situaciones de aislamiento, vulnerabilidad y pobreza a la que se ven obligados a vivir diariamente. Por ello es necesario enfatizar que las diversas estrategias desarrolladas por las unidades domésticas no implican una secuencia unilineal, homogénea y necesaria (determinada) para todos los grupos domésticos relocalizados. Se trata en realidad de diversas prácticas y modalidades organizativas desplegadas por los diferentes núcleos domésticos para asegurar su subsistencia y paliar las crecientes situaciones de vulnerabilidad a la que se ven expuestos día a día.

BIBLIOGRAFÍA

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* Licenciado en antropología social y maestrando en Políticas Sociales. Docente del Departamento de Antropología Social. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Misiones Argentina. Investigador del Proyecto Actores Instituciones y Poder en la Provincia de Misiones. UNaM- CONICET.

  En el caso de Posadas, en ausencia de un   Plan   Regulador Urbano, la localización de conjuntos habitacionales    ha seguido el movimiento   de la disponibilidad de tierras baratas, provocando la emergencia   de nuevas demandas, principalmente   en lo relativo   a infraestructura, servicios y generando   un crecimiento urbano cada vez más caótico y conflictivo. (Pobur, 1990: 161)

O lugares para vivir   como   sostienen   muchos autores haciendo referencia a la   calidad espacial urbana de   aquellos   barrios para sectores pobres.

No obstante, al momento en que se inicia la obra, la   exclusión y erradicación, recae   también sobre aquellos habitantes pobres, lindantes a la zona en construcción, puesto que primaron los intereses   del capital inmobiliario, en una zona en la cual el valor   del terreno comenzó a alcanzar uno de los niveles más altos de la ciudad.

En el ámbito de lo laboral las relaciones instrumentales, aparecen como el tipo e relación más eficaz para la reducción de los costes, en el acceso al mercado de trabajo; es decir aquellas en las que los actores se contactan unos con otros para proporcionarse mutuamente seguridad, bienes, servicios o información. (Bott,1957; Barnes, 1962) .


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