INVESTIGADORES DEL SUBDESARROLLO

Lic. Jorgelina Salerno[1]

Lic. Guillermo Campos[2]

INTRODUCCION

            La idea de escribir este artículo surge a partir de una charla de café con un amigo y colega; ambos somos recién graduados. Fue entonces, cuando nació la propuesta de expresar nuestras vivencias relacionadas con la formación profesional y la inserción laboral en el actual marco político, económico y social en el que estamos inmersos, o mejor dicho “sumergidos”.

 De una vez por todas decidimos materializar, registrar en papel, lo que consideramos “simples reflexiones de entrecasa” acerca de nuestro contexto.  Los borradores fueron en principio, sólo una forma de canalizar nuestro descontento con la realidad; más tarde pensamos en difundirlos, en transmitir nuestras experiencias, pero sin saber específicamente en que lugar hacerlo y dudamos respecto a como sería tomado; a pesar de ello, decidimos seguir adelante, porque nos parece que es importante involucrarnos, convertirnos, aunque sea sólo por una vez en casos de estudio, corriéndonos por un momento de lugar, tomando conciencia de que “el otro” somos nosotros mismos. ". Creemos en la necesidad de ir generando espacios de producción de conocimientos en los cuales cada uno pueda reconocerse como portador de una historia con sentido, optando por una singularidad individual que se hace posible sólo desde el vínculo de una historización de ese 'yo´  con el 'otro´." (Bianchi y Silvano, 2001: 24).

            Este trabajo tiene como objetivo, por un lado, dar a conocer parte de nuestras vivencias y por el otro, reflexionar acerca de las mismas frente al hecho concreto de la imposibilidad de insertarnos laboralmente, producto de la profunda crisis que atraviesa nuestro país.

 HEMOS RECORRIDO UN LARGO CAMINO

            Desde niños nuestros padres nos inculcaron que la única forma de lograr un sustento económico en la vida era a través de la educación, principalmente la universitaria. Ansiosos anhelamos el momento de anotarnos en la facultad, muy preocupados en el primer año porque si bien habíamos hecho el gran salto de la secundaria a la universidad y el cambio no era para nosotros tan sencillo, aún nos sentíamos afuera. Soñábamos ser estudiantes avanzados de tercero, después de cuarto año y así sucesivamente; la sensación de incertidumbre se acrecentaba ante la situación política y económica. Más crecíamos y más lejos estábamos de cumplir nuestros objetivos, debido a que nos encontrábamos, no sólo ante la dificultad de graduarnos por la extensión de la carrera sino también, veíamos a nuestros compañeros que se recibían, convertirse casi automáticamente, en  parte de la estadística, es decir, pasaban a conformar la lista de desocupados.

No nos olvidemos que las licenciaturas en Argentina son interminables, la duración establecida de antropología es extensa, el promedio total de duración media real es de 9 años y el rango de duración mínimo-máximo va desde los 5 años y 9 meses a 16 años y 9 meses (Cornero y Rocchietti, 2001).

Fundamentalmente porque nos esforzamos, perseveramos, soñamos, sufrimos, trabajamos durante nuestros estudios y hasta formamos parte de los datos, -a 1999 trabaja un promedio del 42% de los estudiantes-  (Cornero y Rocchietti, 2001), llegamos, cumplimos nuestro objetivo primordial, nos graduamos. Ahora sí podemos elegir que investigar, con quien trabajar y donde hacerlo, ¿realmente podemos...?

            Vino el descanso merecido sin dudas, la reflexión y después... la pregunta del millón, ¿qué hacemos...? A esta altura ya somos conscientes de lo que es ser investigador de las ciencias sociales: "En Latinoamérica el oficio de 'cientista social' implica optar claramente por el lado de los que sufren, de los que carecen de posibilidades por no tener una voz 'calificada' y 'valorizada' dentro de la sociedad, de identidades culturales y políticas que han sido permanentemente eliminadas y/ o excluidas" (Bianchi y Silvano, 2001: 26), conocemos, podríamos decir, como se maneja el sistema, el marco social, político y económico, sus vicisitudes, las imposibilidades de conseguir: becas, cargos docentes, subsidios y demás yerbas.

Mientras éramos estudiantes, teníamos alguna idea en cuanto al sistema, o creíamos tenerla, por eso nos preocupábamos, cuidábamos lo mas que podíamos nuestras calificaciones, el promedio, como así también, el tiempo de duración de la carrera, no queríamos extendernos demasiado, lo mas importante era ingresar al sistema, sí, ese bendito sistema; ¿y ahora qué..?

Sin demasiados recursos, pero con mucha perseverancia, evaluábamos opciones, no contábamos con muchas, entonces, volvimos una vez más a revalorizar y a apostar a nuestro crecimiento personal; sin dejar de lado el de nuestro curriculum vitae por supuesto; así, que decidimos comenzar con la docencia, adscribiéndonos a una cátedra. Sabiendo que la investigación y la docencia se encuentran estrechamente vinculadas y que es fundamental por un lado, que el docente investigue su actividad; y por el otro, que el investigador cuente con el respaldo institucional para la inserción laboral, por el excesivo peso que poseen las decisiones administrativas en el avance académico, siendo en general estas últimas, las que frenan y obstaculizan el desarrollo, en si mismo, de la  propia actividad científica (Hirsch Adler, 1998).

Nos propusimos así, colaborar, participar, en tareas relacionadas con el ámbito universitario; pensando que en algún momento tendremos la posibilidad de acceder a un espacio de trabajo, claro, aún mantenemos nuestro idealismo, ya que no podemos olvidarnos de la terrible y demoledora situación que atraviesa nuestro país.

EL BENDITO SISTEMA

El modelo neoliberal aplicado desde los gobiernos democráticos emergidos tras el derrumbamiento de los regímenes militares, a comienzos de la década de los `80, los cuales denominamos como: ". `nuevas democracias´ son democracias en construcción en condiciones políticas de un proceso de transición que tornó inevitable la mezcla con importantes herencias del pasado autoritario." (Weffort, 1993: 93); nos referimos concretamente, a la instauración de este modelo a partir del gobierno menemista en 1989, el cual se caracterizó por la implementación de programas de: desregulación, desempleo masivo, represión sindical, redistribución de la renta a favor de los ricos, privatización de bienes públicos, entre otros. Estas medidas, supuestamente “democráticas”, sólo podían ser llevadas a cabo a cualquier precio, es decir, a través de la reformulación tanto legislativa como constitucional (Anderson, 1996).

La universidad pública no es ajena a las circunstancias antes mencionadas, debemos considerar además, las particularidades, es decir, las problemáticas de cada dependencia académica y de cada carrera de grado. La casa de altos estudios en la que nos formamos, la Facultad de Humanidades y Artes, de la Universidad Nacional de Rosario, la Licenciatura en Antropología, es nuestro mejor y mas claro ejemplo. De 36 materias, por lo menos a la mitad de ella, le faltan cargos docentes, los cuales admitimos son espacios vacíos, por mas que nuestros profesores hagan sus mejores esfuerzos por cubrirlos, las cátedras tienen una estructura y esta no se cumple; decimos que estos cargos son irrecuperables, justamente por el bajo presupuesto con el cuenta nuestra facultad.

            La realidad se nos torna cada vez mas abrumadora y las posibilidades de inserción en el sistema, en el ámbito académico o en lo laboral, remotas. Hemos sido poco exquisitos a la hora de buscar trabajo, sin embargo, no obtuvimos ningún resultado. Probamos con distintas estrategias algunas de las cuales consistían: en obviar que somos graduados de la carrera, sabiendo que hacerlo era muy representativo para nosotros, lo que estudiamos nos constituye y constituye una opción de vida, de ver, de sentir, de actuar, de concebir el mundo.

Cotidianamente vivimos algunas experiencias desalentadoras, muchas veces escuchamos: "¿Qué estudiaste vos?, ¿y eso para qué sirve?” , “¡Así que sos antropólogo, que bien!, ¿me imagino que ese es un hobby, no?, ¿y ahora que vas a estudiar? (refiriendo a algunas de las carreras “tradicionales") ", o. "Yo quiero una secretaria, después de que haga otras entrevistas, a lo mejor, te llamo y te hago una prueba, para ver si podes ordenar unas carpetas"

Pasamos aproximadamente seis años intensos de dedicación y de formación como profesionales, para que un individuo, con algo mas de disponibilidad económica que nosotros y con mucha menos humildad, creyéndose poderoso tan sólo por disponer de un puesto de trabajo, nos genere emociones tales como: impotencia, insatisfacción, infelicidad, hasta ira, exagerando un poco ¿por qué..?

Será por el bendito sistema quizás, o porque la recesión económica y la alta desocupación, (todos o la mayoría de nosotros conoce a través de las noticias, o vive en carne propia, que el índice de desocupación de la ciudad de Rosario alcanza más del 25 %, siendo este el más elevado del país) nos lleva a la explotación y subestimación del otro, la cual, no es ni mas ni menos, que la consecuencia directa de la pérdida de la ética, de los principios y valores que nos conforman como sujetos. ¿y que hay de la moral, ni hablar, no?, ¿no es acaso un lujo que la mayoría de los mozos de los bares sean estudiantes universitarios por preferencia del empleador?

            Muchas veces, interminablemente, sufrimos cuestionamientos tales como: ¿por qué no estudiaste algo que te diera plata...? Con tesón explicamos, nos parece que debemos elegir una carrera que nos guste, porque sí de plata se trata, el país está muy mal, no lo decimos en el sentido de que “mal de muchos es consuelo de tontos” y en estas circunstancias nadie la pasa bien, ni un abogado, ni un médico, entre otros tantos. Igual los preguntones se quedan pensando… yo hubiese elegido abogacía, ¿viste como hacen plata?

PIENSO, LUEGO EXISTO.

            La vocación la tenemos, en la universidad pública creemos, sí es una cuestión de fe; no nos parece que buscar un empleo, que no este vinculado con nuestra carrera sea menospreciarnos, lo que pretendemos en general, es lograr un espacio de inserción laboral (rentado), para continuar con nuestra vocación e intentar cubrir, apaciguar, nuestras necesidades básicas, en cuanto a lo económico; lo cual nos acarrea innumerables inconvenientes, usualmente, como la extensión de la etapa adolescente, porque sin recursos aún vivimos con nuestros padres, por suerte, si no ¿qué sería de nosotros, los jóvenes..?

Por lo tanto, aunque padecemos no podemos independizarnos, ni asumir determinadas responsabilidades relacionadas estrictamente con la vida adulta; en otras palabras: nos sentimos adultos y lo somos socialmente; sin embargo, nuestros bolsillos, que no poseen ni tierra en su interior indican que, económicamente, somos adolescentes. En más de una ocasión pedimos todavía a nuestros viejos, unas monedas para la tarjeta de colectivo. ¿Hasta cuando?,  ¿Tendremos que irnos a vivir al exterior y trabajar de mozos o de limpia baños para sobrevivir?, ¿Vale la pena el desarraigo?. No es mejor apostar a nuestro país, a nuestra gente. En fin… bueno, pero…¿por cuánto tiempo seremos patriotas?

BIBLIOGRAFIA

Anderson, P.

1996           Balance del neoliberalismo: lecciones para la izquierda. En Revista Viento del Sur. México. Nro. 6. Pp. 37- 47.

Bianchi, S. y C., Silvano

2001              El oficio del cientista social hoy... desde lo siniestro a lo ético- político. En Revista de la Escuela de Antropología. Universidad Nacional de Rosario. Facultad de Humanidades y Artes. Escuela de Antropología. Rosario. Vol. VI. Pp. 23- 28.

Cornero, S. y A., Rocchietti

2001              Preparación de antropólogos: análisis de la situación. Rosario, 1984- 2000. En Revista de la Escuela de Antropología. Universidad Nacional de Rosario. Facultad de Humanidades y Artes. Escuela de Antropología. Rosario. Vol. VI. Pp. 15- 22.

Hirsch Adler, A.

1998              Problemática de la formación de profesores. En Investigación Superior. Trillas. México. Pp. 81- 92.

Weffort, F.

1992              Nuevas democracias. ¿Qué democracias?. En Revista Lua Nova. Centro de Estudios de Cultura Contemporánea de Brasil. Brasil. Traducción Olga Pisani. Nro. 27. Pp. 93- 112.



[1] Adscripta docente. Cátedra: Metodología de la Investigación III (or. Arq.). Fac. Hum. y Ar. UNR. 

[2] Adscripto docente. Cátedra: Geomorfología (Seminario de contenido variable). Fac.  Cs. Exactas, Ing. Y Agrim. UNR.


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