CONGRESO VIRTUAL 2002 > Patrimonio y Museos

ARQUEOLOGIA HISTORICA EN EL TEMPLO DE ANALCO, CIUDAD DE PUEBLA.

Arnulfo Allende Carrera

INTRODUCCIÓN

El día 15 de Junio de 1999 la Ciudad de Puebla fue sacudida por un sismo de alta intensidad que provocó la afectación en toda clase de inmuebles, incluyendo algunos de gran importancia histórica. Entre estos se encuentra la iglesia del Santo Ángel Custodio de Analco [1] .

En vista de que los elementos arquitectónicos más dañados de este templo fueron las torres, la restauración se dirigió básicamente a ellas. Al realizar la limpieza de grietas en el área sur de la bóveda del coro se descubrió que la torre sur del templo, que se consideraba maciza, se encontraba hueca, y al abrirla, fue hallado un relleno de escombro dentro de ella.

Posteriormente, al remover este relleno fueron recuperados entre los escombros restos óseos humanos y no humanos, trozos de  calzado de cuero, cerámica, vidrio, madera y una imagen de la Virgen María pintada sobre una laja de cantera gris. Inmediatamente se dio aviso de esto al Instituto Nacional de Antropología e Historia y mediante una inspección se decidió implementar un rescate arqueológico. El presente trabajo versa sobre los resultados de este rescate.

 

ANTECEDENTES HISTORICOS

En sus orígenes el barrio de Analco ocupaba básicamente la misma superficie en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla que en la actualidad. Comprendía cuatro tlaxilacallis [2] ,  siendo más importante el de Huilocautlán, o “Lugar de Palomas” (Leicht, 1982: 15a), donde se ubica la iglesia parroquial. Veytia (1931: 285) menciona que el lugar era así llamado porque en lo antiguo criaban ahí muchas palomas.

En sus inicios hubo una ermita dedicada a las Animas, edificándose posteriormente entre 1618 y 1632 un templo más grande con advocación al Santo Ángel de la Guarda, por obra del regidor Don Alonso de Rivera Barrientos (Sepúlveda, 1995: 55-56). El barrio se pobló en poco tiempo, no solo de indios, sino también de familias de españoles, erigiéndose en parroquia en 1697 por el Obispo Don Bernardo Gutierre de Quirós y secularizándose en 1640 por Don Juan de Palafox y Mendoza, siendo primer encargado del curato el Licenciado  Fernando Díaz de Talavera (González Pozo, 1986: 417).

ESTADO ACTUAL

Al momento de nuestra intervención la torre sur se hallaba clausurada tanto en su acceso desde la nave del templo como por el coro, así que  la necesidad primordial era liberar la torre del escombro, que la rellenaba a una altura de 2.63 m. sobre el nivel del piso, para su restauración. La excavación iría desarrollándose en forma de espiral, siguiendo la parte de la escalera que aún se hallaba en pie hacia abajo, recuperando con precaución los elementos de tamaño importante.

Una vez liberado el interior de la torre pudimos observar que sobre la pared interior de la torre sur del templo, se hallaban aún restos de 13 escalones, algunos empotrados, otros totalmente retirados, quedando sólo la huella, y la mayoría únicamente rotos (Figura 1).

Del mismo modo el resto de las escaleras, tanto hacia abajo del relleno como hacia arriba, se hallaban aún en pie y en un estado de conservación estructural bueno. Muy notoria resulta la presencia de un sello de lajas justo en la parte más alta de la escalera. Este sello clausura totalmente la torre impidiendo el acceso al campanario.

Al lado oeste de la torre se halló un respiradero tapiado y aprovechado como

nicho. En un principio pensamos que este nicho soportaba la lápida con la imagen de la Virgen María, pero esta lápida tiene una medida aproximada de 97 cm x 40 cm,  dimensiones  mayores a las de nicho, por lo tanto  parece no haber estado colocada en él.

En la parte mas baja de la torre fue hallada la puerta tapiada por la cual originalmente se tenía acceso desde la nave de la iglesia al campanario. Esta puerta tiene forma rectangular y mide 2 m de altura x 65 cm de ancho y la tapia que la cierra esta elaborada en mampostería mixta, conteniendo principalmente fragmentos de cantera gris, xalnene [3]  y tabique rojo, cementados con mortero de cal y arena. Cabe mencionar que, de acuerdo con la disposición de la mampostería, la tapia parece haber sido construida desde afuera de la torre.

MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

Durante este rescate arqueológico fue recuperado un total de 970 tiestos, entre los cuales la Loza Vidriada es predominante. Tenemos entre esta los tipos Café, incluyendo en este las variantes Café sellado y Café Impresión dactilar, lo cual nos da un rango temporal aproximado de finales del siglo XVII a finales del siglo XVIII, continuando con los tipos Negro / café y Negro, cuya ubicación temporal se da a partir de la última década del siglo XVIII y todo el siglo XIX – incluso hasta la actualidad- (Granados y Álvarez, 1998).

Es interesante mencionar la presencia de tiestos en Jagüete4 para vidriado, lo que es natural puesto que el barrio ha sido y continúa siendo un importante centro productor de barro vidriado. La loza vidriada ha sido elaborada en el barrio de Analco desde el siglo XVI y hasta la actualidad, por lo tanto su presencia en alto porcentaje nos indica que los materiales presentes en el sitio son de procedencia eminentemente local.

Continua en proporción la Loza Alisada, en la cual se incluyen los tipos Rojo / café, Café y Rojo, que son lozas relacionadas con actividades domésticas  (Allende 1997).

Por otra parte tenemos a la loza Mayólica. Esta se representa principalmente por Loza del siglo XIX, seguidos de los tipos Aranama de finales del siglo XVII hasta primera mitad del XVIII, Puebla Azul / blanco del siglo XVIII y San Elizario de finales del siglo XVIII, situando en general esta loza en el siglo XVIII y la primera mitad del XIX (Goggin, 1968; Deagan 1987; Aguirre et al 1998). La incidencia mayor de mayólica del siglo XIX en un contexto de barrio predominantemente indígena se debe a que durante ese siglo la mayólica se populariza al bajar los alfareros su costo, convirtiéndose en una vajilla de uso doméstico más barata que las Lozas finas europeas (Figura  2).

Es también importante la presencia de Jagüete para mayólica, que es una clara muestra de su producción, ya sea  como desecho o a mitad del proceso, de lo cual no se tenía evidencia arqueológica hasta la fecha en el barrio. Sin embargo las fuentes escritas - Actas matrimoniales del Archivo Parroquial- nos dan como dato importante el hecho de que

“Durante el periodo colonial y la primera mitad del XIX la declaración del oficio es de locero, locero de blanco5 o locero de rojo; a partir de 1876 la actividad permanente es la de alfarero, ... los tradicionales loceros de Analco... pierden vitalidad mientras transcurre el siglo..., lo que refleja el decaimiento general de esta actividad en la ciudad  (Aranda Romero, 1988: 48).

Cabe aclarar que estos Jagüetes muestran haber sido destinados a piezas con formas típicas del siglo XIX.

MATERIALES NO-CERÁMICOS

En el mismo relleno de la torre fueron encontrados materiales como cuero, metal, vidrio, madera y hueso humano y no humano. Con respecto de ellos cabe mencionar la eminente tradición artesanal del barrio de Analco, de cuyas actividades probablemente provienen los diversos materiales que mencionamos.

Uno de los elementos hallados de mayor importancia es la imagen de una Virgen pintada sobre una laja de cantera gris hallada en el relleno de la torre. Puede tratarse de la “Inmaculada Concepción de María” o de la “Virgen de la Luz”, y podemos saber que fue realizada con una técnica mixta, a saber la del Temple y una no determinada aún (Mari Carmen Casas Pérez, comunicación personal 1999) que se aplicó sobre una base de piedra basáltica alisada y recubierta con una base que parece ser de cal, misma que sirvió de soporte a los pigmentos.

Del mismo modo, y de acuerdo con el estilo y la paleta de colores, podemos proponer que su ejecutante fue de escuela europea y fue realizada en la primera mitad del siglo XIX. Cabe aclarar que lanzamos estos juicios con base solamente en la observación ocular de la pieza, esperando en un futuro que sean realizados sobre ella los análisis de laboratorio pertinentes y su posterior restauración, ya que es una pieza cuyo valor artístico e histórico es incalculable (Figura 3).

DISCUSIÓN

De acuerdo con el testimonio de varios vecinos del barrio, entre ellos una persona de más de noventa años de edad, y de las autoridades parroquiales, la torre sur “siempre” estuvo cerrada y en desuso, al punto de estar convencidos de que esta era una torre "maciza". Durante mucho tiempo esto se tomo como cierto.

De hecho en el plano utilizado por la constructora responsable de la restauración del templo, que está basado en los planos de la parroquia elaborados para el catálogo de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia,  esta torre aparece “ciega”, es decir, como elemento arquitectónico con función estructural o como elemento meramente decorativo.

Sin embargo durante esta intervención pudimos notar que en realidad esta torre estaba hueca, con una parte rellena de escombros y con restos de la escalera, lo que significa  que en algún momento estuvo en uso. Según González Pozo (1986: 418), Pablo Almendaro asevera que las dos torres fueron construidas durante el Porfiriato (1876-1911), aunque Toussaint (1954) menciona que la primera torre data del periodo colonial, y la segunda fue levantada durante el siglo XX a semejanza de la que ya existía. Como veremos, ambos autores estaban equivocados.

En el plano titulado “Planta de la ciudad  de los Ángeles de la Nueva España”, elaborado en 1698 por Cristóbal de Guadalajara (Vélez Pliego y Guzmán Álvarez, s/f, plano No.1)  se puede ver que la iglesia del Santo Ángel tiene únicamente una torre que parece ser la del lado sur. Podría pensarse que esto se debe a alguna imprecisión del sistema de representación cartográfica de la época, sin embargo en el “Plano de la Nobilísima y muy Leal Ciudad de los Ángeles”, realizado alrededor de 1750 por autor anónimo (Op. Cit. plano No.2) se nota claramente que la única torre existente en el templo de Analco es la del lado sur; este plano posee un realismo inusitado para la época, característica que lo distingue como fuente confiable (Figura 4)).

Además de esto en el códice titulado Anales mexicanos: Puebla, Tepeaca y Cholula (Sepúlveda, 1995). podemos encontrar las siguientes referencias:

Conejo 1618                        En este año se empezó la capilla del Ángel de la Guarda, a cargo del Obispo don Alonso de Rivera, a 10 de marzo (Sepúlveda, 1995: 55).

Y, mas adelante, en el mismo documento se dice:

Pedernal 1632    En este año se terminó la capilla del Ángel de la Guarda, por el 15 de marzo (Op. cit.: 56).

Este último párrafo va acompañado de un dibujo (Figura 5) en el cual es evidente que la torre sur aparece ya construida para el año de 1632, al menos en la acuarela del códice, en cuya imagen podemos apreciar el cubo principal y el campanario, conformación que corresponde con la descripción de Toussaint (1954: 98). Además de esto existen datos históricos, que  constan en el Archivo Parroquial de Analco, que nos indican:

“Descargo de la quenta de arriba, desde el año de  mil setecs setenta i siete que esta de mi cargo.

Primeramte en 1º de Julio de dho año. Entregué al mo  S Cura D Fran co Ant o de Yllueca, treinta i sinco ps  para que comenzara la torre que su merced hizo, con los que pagó Albañiles i materiales de  su quenta” (Archivo Parroquial de Analco, Libro de  Fábrica, 1775-1785: Fojas 3 y 28 fte.).

            Posteriormente en el año de 1778 hallamos que:

“...por los materiales de cal, arena, ladrillos, laja, i rallas de albañiles que hizieron la otra torre desde el segundo cuerpo,  beleta, i acabarla toda impzo, trecientos seis ps  sinco  sss “ (Archivo Parroquial de Analco, Libro de  Fábrica, 1775-1785: Foja 8 fte.).

Sin embargo también es claro, tanto en el códice como en fotografías antiguas (Figura 6), que las torres de Analco no eran, al menos para los años veinte,  las que actualmente podemos apreciar. En 1925 el Dr. Atl (Gerardo Murillo) pintó el conjunto arquitectónico del templo dejando bien claro que ambas torres rematan con campanario de dos cuerpos y con cupulín de forma cónica un tanto irregular (Figura 7) (Atl y Kahlo 2000: 38). Seguramente por esto surge la confusión entre Almendaro y Toussaint (ver González Pozo 1986: 418), en cuanto a la fecha de construcción de las torres. Almendaro se refería a las torres actuales, Toussaint a las antiguas, aunque ninguno de ellos logró precisar sus datos cronológicamente.

De esta manera, de acuerdo con los datos tanto cartográficos como históricos referidos, podemos concluir que la torre sur de la iglesia fue la primera que se construyó, y que existe desde el año de 1632, mientras que la torre norte fue levantada  entre los años de 1777 y 1778.

Es muy probable que los daños  estructurales en la torre sur daten de fines del siglo XVIII puesto que en el archivo ya referido se menciona que en el año de 1794:

“Para componer la torre se compraron 1 caij. De cal. 2,  ps A; Arena, chiquihuite, y pala 1ª ajrno 200 ladrillos en S aa S. Cueros y mecates para afianzar la campana... Un maistro y dos peones ganaron en dos semanas, con las comidas 10 ps... a real que todo impta  14 ps... de lo que pago esta fabrica 7 ps 2 ½ ss y la de naturales los 7 ½ ps restantes... (Archivo parroquial de Analco, Libro de  Fábrica, 1794: Foja 1fte.).             

Lo anterior puede ser muestra de que la causa principal para el abandono de la torre sur hayan sido estos daños que ya se manifestaban desde fines del siglo XVIII, y aún cuando se haya reparado en fechas muy tempranas  los daños se fueron acrecentando al correr el siglo XIX.

La torre sur estuvo en uso todavía en la segunda mitad del siglo XIX, al menos en la parte del campanario, después de repetidos intentos de reparación que se pueden notar en diversas partes del interior de la torre; Don José de Mendizábal a principios del siglo XX refiere que en

1864 (Octubre 3) - A la 1 y 56 minutos de la noche se sintió en Puebla un terremoto tan fuerte, que no se tiene noticia de otro igual en la ciudad. La mayor parte de los edificios se cuartearon  ... y los días siguientes muchas casas estaban apuntaladas, ... La iglesia de la Compañía estuvo cerrada por algún tiempo, por estar muy maltratadas las bóvedas y se prohibió por allí el paso de carro y coches; cayeron las cruces de sus dos torres. ... Quedaron muy maltratadas las torres de Analco, ...  Este temblor se sintió con mucha fuerza en Matamoros, El Palmar, Atlixco, Cholula, Tepeaca, Tecamachalco, ... En Acatzinco ..., en San Juan de los Llanos, San Andrés y Tehuacan sufrieron extraordinariamente los edificios” (Mendizábal,1998).

En esta ocasión la escalera sufrió un colapso que la dejó ya inutilizable; en esos momentos entró gente de la parroquia para retirar varios escalones que aún quedaron en buen estado para ser reutilizados. Esto se hace desde la puerta que da a la nave de la iglesia.

Así se procede a clausurar la entrada a la torre por la iglesia, aunque quedan abiertas la puerta que viene del coro y la salida del campanario. Desde la puerta del coro se realiza el relleno a la torre, tal vez con la intención de darle estabilidad para que no continuara derrumbándose. De acuerdo con el personal de la constructora encargada de la restauración del templo, es un hecho que este relleno fue de considerable ayuda para que esta torre fuera la menos dañada por el sismo del 15 de junio de 1999.

Sobre este relleno se deposita aún completa la lápida con la imagen de la Virgen María, que seguramente proviene del atrio, utilizado aún como cementerio; su carácter excepcional, así como quizás su pertenencia al sepulcro de un personaje notable del barrio, nos hace pensar que fue depositada en el interior de la torre con la intención de protegerla o resguardarla.

Después de depositado el relleno se cierra también la puerta que da al coro, pero queda abierta la salida al campanario. Quizás durante muchos años el polvo y agua continúan entrando y de este modo, se decide ya en los primeros años del siglo XX clausurar definitivamente la torre; Para esto vuelve a entrar gente de la parroquia a la torre y coloca una tapia al respiradero, sobre la cual hace un nicho para dejar tal vez alguna ofrenda, puesto que cuando se clausura un espacio religioso es necesario consagrarlo. Luego se pone el sello de lajas sobre la salida del campanario. Cabe decir que dicha ofrenda, si la hubo, debió ser de flores o algún otro objeto de origen orgánico, puesto que no recuperamos evidencias materiales de ello.

Manuel Toussaint escribe en 1943  que "La iglesia tenía una sola torre, y en tiempos recientes se construyó otra igual" (Toussaint 1954:98) lo que aunado a las noticias sobre diez sismos de entre 7.2 y 8.4 grados en la escala de Richter verificados en México entre los años de 1928 y 1941 (Enciclopedia de México 1987: 7335), es decir, después de los dibujos del Dr. Atl y antes de la descripción de Toussaint, nos hace inferir que un daño considerable hizo necesario remodelar las torres entre los años treinta y cuarenta del siglo XX, siendo aumentado un cuerpo y un cupulín de forma semiesférica al campanario de cada una de ellas, como las podemos ver actualmente (Figura 8).

Con el correr de los años  y con el abandono, seguramente siguen cayendo trozos de escalón y piedras de la torre y parten la lápida con la Virgen pintada, así como también dañan el nicho y contribuyen al deterioro general del espacio interior de la torre; la humedad y la gravedad decantan los materiales mas finos  al fondo del relleno, dejando el deposito como fue hallado al momento de ser descubierto.

Con base en los datos obtenidos del análisis de los materiales arqueológicos, podemos establecer que los objetos recuperados del relleno de la torre son predominantemente de origen local, cuya función fue tanto de uso doméstico como ritual, teniendo en cuenta que el atrio del templo fue utilizado como cementerio, con una cronología que va desde finales del siglo XVII hasta la primera mitad del siglo XIX, pudiendo por nuestra parte advertir que los materiales de dicho relleno son anteriores a los finales del siglo XIX.

 

CONCLUSIÓN

La Arqueología Histórica, definida de diversas maneras con base generalmente en las relaciones de la investigación arqueológica con las fuentes de la investigación histórica, o específicamente referida al estudio de la cultura material de un periodo o proceso histórico mas o menos documentado (Noel Hume 1969; Schuyler 1970; Deetz 1977; South 1977), se ha desarrollado en México formalmente desde los años setenta, siempre a manera de salvamento o rescate, o como complemento a intervenciones para restauración y conservación arquitectónica de edificios considerados monumento histórico.

            Consecuentemente con esto, la intervención en el templo del Santo Ángel Custodio de Analco, necesaria por los daños estructurales causados por el sismo del 15 de junio de 1999, fue apoyada con trabajo de tipo arqueológico, aunque en una modalidad adecuada al contexto particular del caso.

Posiblemente resulte impreciso considerar como excavación el hecho de extraer el relleno de una torre de iglesia puesto que ello no implica afectación en el subsuelo; sin embargo considerando que tal relleno contenía diversos materiales arqueológicos producto de una etapa histórica posible de definir cronológicamente, constituyendo el depósito como contexto sellado, este relleno se extrajo siguiendo los pasos esenciales del proceso de excavación arqueológica, es decir, realizando registro estratigráfico y colectando con minuciosidad los objetos obtenidos de ese relleno para, posteriormente, realizar sobre ellos una clasificación.

Como ya se ha indicado anteriormente, se trata de un depósito producido por un evento único, lo que contribuyo para establecer con cierto grado de precisión la fecha en que la torre fue abandonada, rellenada y clausurada.

La carencia de información sobre el desarrollo arquitectónico del edificio, que pudiera dar al menos una idea sobre el acontecimiento que tratamos nos obligó a realizar investigación  en fuentes documentales (de primera y segunda mano), revisión de cartografía y fotografía antiguas y correlación de crónicas de arte e historia del arte; esto arrojó como resultado una serie de datos que contribuyen a documentar un suceso que se inserta en el desarrollo histórico del barrio de Analco, pero que no estaba documentado de manera explícita.

La importancia de la Arqueología Histórica como parte de las intervenciones para la conservación de sitios o monumentos históricos radica en la combinación de procedimientos y técnicas de obtención de datos de la arqueología y otros campos de la investigación con la finalidad de contrastar  la información proporcionada con los datos arqueológicos obtenidos en campo, lo que permite describir el desarrollo de un sitio o monumento histórico sobre argumentos mas o menos sólidos  que pueden contribuir con investigaciones de alcances más amplios y profundos sobre diversos aspectos de la cultura virreinal y decimonónica en una ciudad colonial, en este caso la ciudad de Puebla cuya historia, a pesar de su importancia para la sociedad colonial  de la América hispánica, no ha sido estudiada con exhaustividad y nos depara aún muchas sorpresas.

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FIGURAS


Figura 1.- Restos de escalera conservados en el interior de la torre sur (Fotografía del autor).

Figura 2.- Mayólica recuperada dentro de la torre. De izquierda a derecha arriba: Tipos San Luis Policromo, Abó, Aranama y Puebla Azul / blanco; Abajo: San Elizario y Loza poblana del Siglo XIX. (Fotografía del autor).

Figura 3.- Imagen de la Virgen María pintada sobre piedra (Fotografía del autor).

Figura 4.- El templo de Analco en un plano del siglo XVII, notándose una sola torre construida (Tomado de Vélez Pliego y Guzmán Álvarez, s/f, plano No.2)

Figura 5.- Imagen del templo de Analco en un códice de los siglos XVI-XVII (tomado de Sepúlveda 1995, pagina 56)

Figura 6.- El templo de Analco a principios del siglo XX (Archivo del Lic. Aldo Rivero Pastor, Puebla).

Figura 7.- Estado actual del templo de Analco (Fotografía del autor).

AGRADECIMIENTOS

Agradezco a Sergio Vergara Berdejo, Carlos Cedillo Ortega, Eva Robles Galindo, Mari Carmen Casas Pérez, Edna Hernández González, Pilar Dorantes Díaz, David Morales Gómez, Zaid Lagunas Rodríguez y Eréndira de la Lama por su apoyo, comentarios y orientación durante el desarrollo de la investigación y la preparación de este trabajo.



[1] Analco.- Proviene de ATL, agua; NAL, del otro lado, y CO, en; de esto resulta ANALCO, “en la otra banda o en el otro lado del río”. El barrio y una fábrica de hilados llamada Guadalupe Analco están al otro lado del río San Francisco en la ciudad de Puebla (Franco, 1976: 41).

[2] Tlaxilacalli es la palabra Nahuatl que significa Barrio

[3] Xalnene es una arenisca de origen volcánico de textura porosa y un color amarillento. Se extraía antiguamente de las laderas del cerro de Loreto en Puebla

4 Jagüete, en Catalán o Bizcocho, en Castellano, es el nombre dado a la  cerámica en su primera cochura y  que aún no ha sido recubierta con barniz.

5 Locero de lo Blanco es la denominación para los artesanos examinados y con permiso para elaborar  loza blanca o mayólica; Locero de rojo es la denominación para artesanos con permiso de elaborar loza vidriada.


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