Paleomastozoología y Arqueología: la importancia de los équidos en el poblamiento del Continente Americano


Por: Tania Quevedo Lara
Escuela Nacional de Antropología e Historia
Av IPN #2126 5C 303 Lindavista 07340
México D.F. MEXICO
tel/fax: 52(5) 754-1915
e-mail: quevedop@www.bsmx.com


Abstract

Los caballos han sufrido una serie de cambios desde que surgen hace alrededor de 60 millones de años. Durante las glaciaciones del Pleistoceno observamos grandes cambios adaptativos en diversas especies provocadas por una variación dramática del clima. Los équidos han sufrido diversas adaptaciones al medio para poder sobrevivir, tales como la hipsodoncia y los incisivos, además de las adaptaciones en las extremidades para un rápido desplazamiento.

Los caballos se distribuyeron en las extensas planicies del norte y centro de México durante el cambio de vegetación del Eoceno inferior.

El hombre llegó a América a finales del Pleistoceno, por lo que se topó con los Equus. Las glaciaciones formaron un corredor entre las Sierras Madre Oriental y Occidental. A lo largo de este corredor se ha encontrado evidencia temprana de poblamiento humano. Muchas de las localidades fosilíferas de équidos se distribuyen a lo largo de este corredor, por lo que podría establecerse una correlación entre équidos y grupos de cazadores-recolectores a finales del Pleistoceno como probable fuente de subsistencia de estos últimos.

Introducción: la fauna relegada.

En México, y en todo el mundo, la inmensa mayoría de los estudios que se realizan en Arqueología son sobre periodos de civilizaciones con asentamiento permanente, llámense "urbanas". Ya que no importa cómo el hombre llegó, bajo qué condiciones, ni qué pudo haber comido, sólo que, tiempo después, ya tenía ciudades con procesos sociales "complejos".

Recordando a Childe cuando hablaba sobre la enorme división que existía entre las Ciencias Naturales y las Sociales, y que la Arqueología debería de servir de puente entre éstas, tal parece que esta situación no ha cambiado mucho, salvo algunas excepciones. Solo que ahora la Arqueología cuenta con maravillosas técnicas Arqueométricas, tomadas de las Ciencias Naturales para saber si un cántaro contenía leche de burra o de vaca, si un bifacial había cortado merluza o atún.

La mayoría de los trabajos sobre prehistoria se han realizado bajo condiciones de Salvamento Arqueológico, por lo que hay que reconocer el enorme mérito que tienen estos rebeldes de la Arqueología al tratar de rescatar lo que se pueda de los datos, con la maquinaria detrás, ya que, de otra forma, no habría datos para los pocos estudiantes o interesados, porque a nadie le interesa hacer excavaciones en zonas fosilíferas para investigar "problemas superfluos" concernientes a la Prehistoria.

En los pocos estudios que se han hecho sobre sitios prehistóricos en México, todos hacen referencia a la cacería de la fauna mayor o a la interacción de los grandes mamíferos, tales como el mamut o el mastodonte, relegando a estadísticas a los restos de fauna "menor" (aunque todos saben que también están incluidas como megafauna en las taxonomías y estudios Paleomastofáunicos) tales como el caballo o el venado presentes en las excavaciones.

La tradición arqueológica europea, salvo Francia y uno que otro país del Mar Báltico (p.ej.Berdnikov et al, 1997), ha hecho mucho énfasis en la caza mayor como principal fuente de abastecimiento de carne, ya que, aunque era más fácil cazar un conejo, o que los renos y caballos eran más abundantes, es más emocionante, aunque sea prejuicioso, imaginar al "indefenso" cazador, mostrando su valentía, tratando de encajar una lanza en un costado o en un ojo de aquel voluminoso animal. Basta recordar las maquetas de ciertos museos de Antropología o Arqueología del mundo.

En la mayoría de los trabajos sobre Prehistoria Americana se ha destacado siempre la "gran influencia" Europea desde modelos explicativos, las migraciones procedentes de Europa, la tradición del Arte Rupestre, pero, qué hay de las grandes aportaciones de América a Europa y al Mundo, tales como el caballo, que ha jugado un papel determinante en las guerras Europeas y Asiáticas hasta principios de este siglo?.

Los caballos

Para entender la distribución del caballo en los tiempos en que arrivaron los primeros humanos al continente Americano debemos remontarnos a la evolución de los équidos y ver las implicaciones alimenticias.

"Los caballos han cambiado mucho desde su aparición en el Eoceno. Los cambios en el tamaño del cuerpo y en el número de dedos en las patas no son sino dos constantes entre los caballos fósiles, paralelas a las mudanzas que en la vegetación y el clima han contribuido a crear el mundo viviente de hoy" (Lindsay, 1994).

Los caballos han pasado por una serie de cambios desde que surgieron por primera vez en las selvas hace 60 (Auboin, 1981) + 5 millones de años (Lindsay, 1994); Ramírez, 1997). Los cambios climáticos globales redujeron las zonas de bosques. Hace unos 23 millones de años se dio el gran avance territorial de las llanuras, coincidiendo con el Hipparion, que se adaptó a una alimentación con base en los pastizales de las llanuras, desarrollando largos incisivos y una nueva superficie masticatoria con esmalte dental resistente al severo desgaste ocasionado por el alto contenido de silicio del pasto, además del cambio en la conformación de sus patas para desplazarse más rápidamente y otros cambios a nivel craneal. Con el transcurso del tiempo, los dedos se fueron suprimiendo, de modo que el tercero se fue haciendo más largo y grueso, hasta que obtuvo el grosor que la diáfisis (parte distal del hueso) de la pata del caballo. Los dedos laterales se fueron reduciendo, hasta los actuales, los cuales solo tienen dos muñones residuales.

El primer équido fósil fue descubierto por Owen en 1839; se trataba de un cráneo con dientes proveniente del Esparnaciense del condado de Kent; Según Aubouin relacionó este fósil con el damán (hyrax), género que tiene características comunes con los ungulados (animales con pezuñas de alimentación herbívora) y con los roedores, y lo denominó por ello Hyracotherium (). Th. Huxley y Kowalevsky mostraron que diversos géneros parecían compartir un ancestro común con el caballo y que podían ser colocados en una serie de líneas cada vez más evolucionadas. Sin embargo fueron los descubrimientos realizados en los Estados Unidos, a finales de siglo XIX y principios del XX, lo que permitieron a Leidy, Marsh, Cope. Osborn, Mattheu y Simpson reconstruir poco a poco la historia de los equinos tal y como la conocemos actualmente.

El problema del origen de los équidos ha sido ampliamente debatido. Cope colocaba su origen en los condilartros, género que definió este autor para incluir el género Phenacodus del Eoceno inferior de Wyoming . El nombre de este género recuerda la articulación del astrágalo con otro hueso del tarso, el navicular. La relevancia de los estudios de Cope se derivan de que consideraba a los condilartros como un grupo arcaico ancestral que habría sido el origen de casi todos los mamíferos, comprendido el hombre. Al contrario de esta opinión, Osborn sostuvo posteriormente que los condilartros eran demasiado especializados para dar origen a los ungulados perisodáctilos y consecuentemente a los mamíferos. Sin embargo Aubouin asume una postura intermedia aceptando que es probable que los condilartros hayan estado muy próximos del origen de los ungulados.

Fósiles-tipo

La gran mayoría de los investigadores se han basado en los molares de los animales para la determinación de especie por diversas razones, destacando algunas tan prácticas como que son las piezas más abundantes que se conservan en el registro fósil (requisito para cualquier orden comparativo) o por su valor taxonómico que siempre se ha dado a las piezas dentarias.

Para el estudio comparativo se siguen dos métodos:

a) el análisis morfológico y

b)la comparación métrica.

Factores evolutivos

Durante las glaciaciones del Pleistoceno hubo una gran adaptación en diversas especies como los équidos y los proboscideos.

Como lo señala Pichardo en su libro "Proboscideos fósiles de México" (1980), seguramente el cambio de flora (de bosques a praderas) causado por las glaciaciones produjo reflejos en el complejo masticatorio de muchos grupos, no sólo de proboscideos, sino de diversos rumiantes y ramoneadores.

Los équidos son, en consecuencia de estos cambios adaptativos, hipsodontos (de dientes altos con respecto al maxilar) aunque cirtodontes ( dientes cortos) con respecto a otras especies; poseen un cráneo largo y bajo. Esta adaptación se produjo en los maxilares por la acción de la masticación: la acción de fuerzas equivalentes adelante y atrás por medio de una batería de dientes para lograr una máxima fuerza entre los dientes (el equivalente en el aumento en el número de lofos de los proboscideos), que podría explicar en parte la supervivencia del Deinotherium.

Con la morfología dentaria de los équidos arcaicos, las hojas y ramas se rompen con mayor facilidad y eficacia que por aplastamiento, aunque no pueden cortar el pasto. La dentición está diseñada para cortar las ramas en trozos pequeños, donde se oponen cresta con cresta, ejerciendo una fuerte presión. Los dientes se desgastan lentamente, por lo que las coronas pueden permanecer bajas. Sin embargo, las hierbas o pasto por ser tan angostos, requiere una dentición que "muela" o fragmente al máximo el alimento. Esto implica que la cantidad de pasto que se puede procesar dependa de la longitud de las crestas de esmalte por el área determinada de la corona (o por el número de crestas de la corona). Una abundante alimentación puede hacer que la talla del animal se incremente, de modo que cuando la talla del animal aumenta, el área del molar se incrementa por la necesidad de consumir más alimento y procesarlo. Este tipo de alimentación debido a la presencia del sílice presente en hiervas y pastos en cantidad importante, hace que los molares se desgasten más rápidamente y si el volumen de éstos no aumenta en exceso, la consecuencia es una vida más corta. (Watson 1946). Otro cambio como consecuencia de la alimentación se dio en el aumento del tamaño de los incisivos para poder arrancar con más facilidad la hierva del suelo.

Los antecesores del caballo

Los équidos norteamericanos del Eoceno y Oligoceno inferior fueron encontrados en cuencas lacustres situadas al este de las Montañas Rocallosas.

La evolución de los équidos tuvo lugar principalmente en América del Norte con dos migraciones principales hacia Europa: Eohippus alcanza el Antiguo Mundo, y es llamado Hyracoterium.

El équido fósil más antiguo del mundo es el Eohippus que proviene de la cuenca de Wasatch (USA): pertenece al género europeo Hyracotherium (solo debería de conservar éste) pero está representado en América por un mayor número de ejemplares

También en el Eoceno se presentan otras especies muy similares al Eohippus: el Orohippus y el Epihippus. Poseen el mismo número de dedos que el Eohippus, pero se caracterizan por la molarización de los premolares, de los cuales algunos se hacen idénticos a los molares. No eran más grandes que Eohippus

En el Oligoceno predominan los équidos con tres dedos en el miembro anterior: Mesohippus y Miohippus. Miohippus habría dado nacimiento en Europa a el Anchitherium.

Con el Mioceno, una gran transformación afectará de una manera más contundente la dentición de ciertos équidos, ya que la dentadura se adapta a una alimentación herbívora (Parahippus, Merychippus) La hierba rica en sílice gasta los dientes que, para adaptarse a este régimen, tienen que ser altos y presentar una gran superficie de desgaste. Los dientes de estos équidos se hacen elevados y continúan creciendo, al tiempo que se gastan por la corona (hipsodoncia); en el interior de las crestas de esmalte crece cemento (en Merychippus, pero aún no en Parahippus). Es probable que esta modificación del régimen alimenticio esté ligada a una expansión de las gramíneas en la flora Miocénica.  

Se han encontrado algunos especímenes que sobreviven el Mioceno y el Plioceno de una dentadura no elevada, braquiodonta, cono el Archaeohippus (Mioceno) y Megahippus (Plioceno), que fue relativamente grande en comparación con los otros équidos.

Todos los équidos del Mioceno parecen derivar de Miohippus según líneas ramificadas, y de la misma manera, de Merychippus saldrán numerosas líneas de las cuales una lleva a Pliohippus .

De los Merychippus derivan también, según Simpson, los Hipparion (Mio-Plioceno) caracterizados por la presencia de una columna interna de esmalte en los molares superiores.

Durante el Plioceno aparece el Hipparion, y para el Pleistoceno ya tenemos a los équidos en su forma más reciente, el género Equus, que durante el Magdelaniense, por lo menos, fue uno de las principales fuentes de explotación.

La distribución del caballo en México

Como hemos visto, la distribución de los équidos fue en función de los pastizales al adquirir nuevos hábitos alimenticios ante el cambio en los recursos. En todo en Norte y Centro de México, los équidos están representados por los restos fósiles del género Neohipparion florensi, el primero que dejaba huella con solo un dedo, medía alrededor de 1.40 metros . Aún conservaba 2 dedos además del de apoyo.

Los caballos se distribuyeron en las extensas planicies cubiertas de hierba del norte y centro de México durante el cambio de vegetación del Eoceno inferior. (Mapa acetato)

Abrevaban en extensas lagunas cenegosas, donde quedaban atrapadas manadas enteras; un ejemplo de estas lagunas son las de Chihuahua, que se extendían por todo el noroeste y centro del estado, donde se han encontrado sus restos entre el lodo y arena endurecida de aquellas ciénegas. En las cercanías de Ciudad Delicias, se han encontrado restos de caballo, gliptodonte y mastodonte.

Uno de los principales depredadores del caballo durante el Terciario fue el Machairodus sp, antecesor del temible Tigre dientes de sable y muy probablemente este último también.

El caballo desapareció hace aproximadamente 20, 000 años, aunque en algunos sitios se han encontrado huesos de este animal asociados a artefactos que dan una fecha de extinción no posterior al 9 000 a.P.

Algunas conclusiones

Puesto que hay muy pocos arqueólogos paleomastozoologos y prehistoriadores en México, América Central y del Sur, resulta difícil abordar esta "problemática" desde distintas perspectivas. Retomando a Lorenzo (op. Cit) textualmente "..la excavación de yacimientos estratificados, tales como cuevas y covachas, ha proporcionado la evidencia de que los animales que se consumían (en el Cenolítico Inferior) regularmente eran de mucho menor talla (a los mamuts) y de menor riesgo de obtención" (en Cassiano, 1992). Por lo que hay que mirar con más detenimiento el concepto de "los cazadores de mamuts". No quiero decir que no hayan cazado a estos animales, solo que su explotación fue menor a lo que se pensaba.

Aún así, para continuar con el carácter científico de la Arqueología, debe hacerse una revisión en los restos recuperados hasta ahora y buscar huellas de corte, a demás de la experimentación para confirmar en parte esta teoría y muchas otras que se han planteado numerosos investigadores que han tratado las extinciones del Cuaternario de distintas especies, aunque esto implique tirar algunos prejuicios sobre el poblamiento del Continente Americano.

Muchas gracias por su asistencia, quisiera agradecer a la antropóloga Física Gloria Falcón, a la Arqueóloga Socorro de la Vega, al Profesor Gianfranco Cassiano, Dr. David Webb, Dr. Larry Agenbroad, Dra. Esmée Webb y de modo muy especial, a mi padre y familia y al fabuloso equipo del Laboratorio de Paleontología de la ESIA-Ciencias de la Tierra.

Bibliografía

PILBEAN, David

1981 El ascenso del hombre. Editorial Diana, México.

PICHARDO DEL BARRIO, M.

1970 Proboscideos fósiles de México: una revisión. INAH. México

AUBOUIN J. et al

1981 Tratado de Geología. Volumen 2: Paleontología, Estratigrafía. Omega, Barcelona, España. Traducción.

ÁLVAREZ, Ticul

1965 Catálogo paleomastozoológico Mexicano. Departamento de Prehistoria. INAH México.

CASSIANO VERDE, Gianfranco

1992 Recopilación para el programa de estudios de la licenciatura en Arqueología. Historia de México Y. En prensa.

CARRANZA-CASTAÑEDA, Oscar

198 Fósiles tipo Mexicanos. Centenario del Instituto de Geología. UNAM México

RAMÍREZ LARA, Marco A.

1997 "Los caballos primitivos en Chihuahua" en Terra. Museo de Paleontología, Chihuahua, México. Año 1, Número 1, Enero 1997 p. 21

LORENZO, Jose Luis

1975 "Los primeros pobladores" en R. Piña Chan (Coord) Del nomadismo a los centros ceremoniales. SEP-INAH, México

Los caballos y el hombre

La fecha concerniente a la llegada del Hombre al Continente Americano continúa en debate. Sin embargo, daremos por establecido que el hombre llegó a América a finales del Pleistoceno, por lo que se topó con los équidos ya plenamente desarrollados, los Equus. Hay que recordar que los métodos de fechamiento fueron creados por el hombre, por lo que este mismo puede manipular los datos, de ahí que construir un discurso con base en una fecha es inválido. El problema que concierne a las fechas más tempranas del poblamiento americano tiene el defecto de que no se consultan ni se revisan las fuentas directas, de modo que solo queda el acceso a los textos.

Según Lorenzo(Lorenzo, 1975) al Subestadío Glacial Altoniense, que va del 70,000 a 28, 000 años antes del Presente le sucede el Subestadío Interglacial Formdaliense (28 a 22 000) y posteriormente el Subestadío Glacial Woodfordiense (22 al 12 500, es el que cuenta con mayor evidencia arqueológica). Lorenzo plantea su hipótesis de que los primeros pobladores debieron pasar durante el Altoniense por el tiempo en que tardaría su expansión en los nuevos territorios. Cassiano (com. pers.) plantea la posibilidad de que pudieron haber existido otras alternativas para cruzar el estrecho, tales como la navegación, y numerosas oleadas que pudieron estar entrando y saliendo del Nuevo continente sin algun tipo de restricciones en distintas temporalidades. Hay que tomar en cuenta que el proceso y las rutas de poblamiento pudieron haberse dado por la percepción ecológica del cazador-recolector, las materias primas y por la distribución de los recursos naturales que eran regularmente explotados por el grupo, la capacidad de carga del ambiente, tasa de crecimiento, volúmen de carne consumida diariamente, al igual que el ambiente que le era familiar.

La glaciaciones formaron un corredor interno entre las Sierras Madre Oriental y Occidental con vegetación importante en las pendientes de las montañas. A lo largo de este corredor se ha encontrado evidencia temprana de poblamiento humano. Como se ha expuesto, la mayoría de los sitios que presentan restos fósiles están comprendidas a lo largo de este corredor, aunque también hay numerosos sitios fuera de éste que podrían calificar como sitios donde interactuaban équidos con grupos de cazadores-recolectores por haber sido pastizales.

Si queremos ser extremadamente "objetivos" con las fechas y la evidencia arqueológica, la temporalidad de los sitios Pre-Clovis y Clovis es mucho más segura, y si tomamos la fecha de 9000 para restos de caballo en Tamaulipas, nos da un periodo de interacción de + 4 000 años.

Lorenzo presenta algunos sitios, puesto que han sido criticados, solo los tomaremos por su localización sin meternos en complicaciones de fechas: Laguna de Chapala y San Joaquín (Baja California), Rancho Colorado y Samalayucan (Chihuahua); La Chuparrosa (Coahuila); Guaymas (Sonora); Puntita Negra y La Calzada (Nuevo León); Cueva del Diablo (Tamaulipas); Rancho Weicker (Durango); El Cedral (San Luis Potosí); San Sebastián Teponahuastlán y San Marcos (Jalisco); Tlapacoya (Estado de México); San Bartolo Atepehuacan (D.F.); Cueva del Tecolote (Hidalgo); Caulapan, El Riego y Coxcatlán (Puebla), Cueva de Chimacatlán (Morelos) y Teopisca (Chiapas); Cueva Blanca (Oaxaca) y San Juan Chaucingo (Tlaxcala). Cassiano agrega Metzquititlán en el Estado de Hidalgo.

Buscando sitios con evidencia équida fósil y humana, encontramos reportadas desde Old Crow en Canadá, que presenta evidencia humana "Conjuntamente con los huesos de caballo que se encuentran en este depósito..." (Mc Neish, 1988). Aterrizando en México, el sitio de Tequixquiac presenta una grán variedad de équidos fósiles, hasta algunas especies endémicas. También es el que presenta una clara ocupación humana, manifestada en el Sacro de Tequixquiac. Un caso muy similar, con ambientes muy parecidos, es el de Tlapacoya.

Otro sitio reportado con asociación de instrumentos líticos y équidos es La Cueva del Diablo, en el estado de Tamaulipas. Esta cueva se encuentra en la Sierrra de Tamaulipas (levantamiento menor que la SM Occidental) en la vertiente interior del corredor. Se encontraron 20 artefactos y numerosos fragmentos en asociación con "huesos mineralizados inidentificables, salvo uno que resultó ser un astrágalo de Equus sp." (Lorenzo, 1975), aunque el mismo Lorenzo critica la temporalidad asignada, no es menor a los 9 000 años a.P.

Otro sitio con evidencia fósil de caballo asociado a evidencia humana es el de El Cedral, donde hay un fogon hecho con huesos de megafauna, que incluye caballo, y huesos con huellas de corte. La edad asignada a los huesos de caballo fue de 21,000.

Para el periodo denominado "Paleoindio" existen evidencias de ocupación humana en sitios muy cercanos a zonas fosilíferas donde se han encontrado équidos, aunque podrían no guardar relación, me refiero a los estados de Chihuahua, Sonora, Durango, Jalisco, Hidalgo y Oaxaca; en éste se han encontrado huellas de caballo asociadas a huellas humanas en roca sedimentaria.

No queremos simplificar tan burdamente el problema concerniente a la extinción del caballo, pero una hipótesis es que el factor humano, al menos para esta zona, es altamente determinante, ya que existía una tecnología que podía ser muy útil en la explotación de este recurso alimenticio, tales como las armas arrojadizas.


1er Congreso Virtual de Antropología y Arqueología
Ciberespacio, Octubre de 1998
Organiza: Equipo NAyA - info@equiponaya.com.ar
http://www.equiponaya.com.ar/congreso

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